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Antología de OneShots por Agnes-San

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Notas del capitulo:

Este shot se me ocurrio por que cuando yo era niña, le quitaba a mis hermanos sus Max steel para que fueran los novios de mis barbies, por que jamás me compraron un Ken xD

 

¿Pueden Max Steel y Brabie estar juntos?


 


Estaba frente a mí, con los ojos cerrados, los abría y una y otra vez parpadeaba, viéndome de lleno, con esos ojillo de gato que tanto admiraba, sus pestañas cortaron mi rostro infinitas veces y una pequeña sonrisa se extendió en su rostro, adornándolo, como un cuarto menguante la noche estrellada; remojo sus labios, esos que yo ansiaba probar al menos una vez, por que se miraban tan esponjosos y suaves. Aunque le echaba la culpa a la adolescencia por pensar eso.


Aun no tenía idea de lo que hacíamos tirados en el piso, o cómo fue que llegamos ahí pero parecíamos un par de escuincles traviesos, huyendo de los problemas adultos y haciendo nuestro propio mundo a través de la imagen del otro.


Sus pestañas asesinas de nuevo cometieron un crimen descuartizando mi rostro, una y otra vez lo hizo mil pedazos en cada cerrada de ojos.


—    Quiero tener sexo. —dijeron sus labios bonitos, su lengua rosada entrelazo tres palabras que me dejaron sin aliento, tres palabras que hicieron a mis pupilas distenderse y que la sangre dentro de mis venas se estancara.


Luego sonrió, como arrepintiéndose de lo que había dicho…


 


xXx


 


Él y yo éramos primos, solo nos separaban poco menos de doce meses de tener la misma edad, no nos parecíamos en nada; él delicado, yo tosco, el con su amor eterno al color rosa (su madre tenía la culpa), yo amaba las cosas en negro, él era un gritón horrible y a mí me gustaba que lo fuera.


Me pasaba la mayor parte del tiempo en su casa, mis padres solo iban me dejaban y “adiós Jonghyun venimos por ti más tarde”  mi tía era mi niñera oficial, mi tía se encargaba de que yo comiera, que hiciera tarea, y prácticamente vivía en esa casa, solo a dormir regresaba a la mía y a veces ni eso. Por eso Kibummie y yo siempre éramos tan cercanos, lo había visto crecer junto conmigo, sabía de las niñas que le gustaban, siempre tan masculinas, siempre eran de alguna manera lo opuesto a él, que era más delicado, más señorita, como algunos de mis primos le decían, pero a él (Kibum) le salía natural ser así; por eso nadie en la familia lo juzgaba, mi madre decía que al pasar el tiempo eso se le iría desapareciendo, porque desde niño siempre prefirió los juguetes de niña, y seguido decía que quería un bebé, así como Taeyeon que tenía sus bebé y lo alimentaba, eso jamás sucedió, él nunca tuvo un bebé de juguete, ni algo parecido, muy por el contrario, su padre le compraba cochecitos aunque eso a él no parecía agradarle, solo si estaba yo.


A Kibum le conocía todo, todo; por eso a le valía un condenado cacahuate desnudarse frente a mí, como justo en ese momento. Se quitó su polera dejando al aire su pecho plano, con solo dos botoncitos rosas adornándolo, se bajo el pantalón quedando solo en sus bóxer de animalitos que le quedaban grandes en las piernas huesudas de rodillas prominentes y completamente rosadas, su cuerpo aun estaba en desarrollo, y él mío también.


—    Puppy, quítate la ropa, vamos a bañarnos juntos y luego le digo a mamá que te portaste bien para que nos lleve al cine en la noche. —dijo a modo de chantaje, aunque con él todo era eso, chantaje.


“Si no haces lo que yo digo, me pondré a llorar y le diré a mamá que me pegaste” esa era su frase típica, siempre la ponía en marcha cuando yo me rehusaba alguno de sus juegos.


Me saqué la ropa igual que él  quedando solamente en mi bóxer negro, algunas veces él me ponía muy nervioso sobre todo cuando me veía con esos avasalladores ojos de gato, me tomó de la mano y me condujo hasta el cuarto de baño, me sentía extraño con él cogido de la mano.


Se deshizo de lo último que traía puesto antes de deslizarse debajo del chorro de agua caliente, Kibum estaba creciendo, igual que yo; pero eso no quitaba el que aun fuéramos primos. Yo también me deshice de la última prenda que me cubría, y estaba que moría de vergüenza por que la adolescencia ya había cubierto de vello algunas partes que antes carecían de él.


Kibum me examinó completo, de pies a cabeza y sus ojos de gato se concentraron en mis genitales, eso por supuesto que me incomodo en demasía, su boca solo se curvo en una sonrisa algo extraña y bonita.


—    Te tallare la espalda —añadió a su sonrisa con su vocecilla inocente, me empujo hacia el chorro haciendo que me crispara un poco a causa de lo caliente que se encontraba.


Key crecía un poco más lento que yo, yo en cambio siempre había sido un poco más alto, todos decía que si seguía creciendo seguro alcanzaría los dos metros. Que equivocación cometieron todos y cada uno de los que lo dijeron.


Kibum enjabono la esponja y la paso por mis hombros y luego siguió toda la trayectoria de mi columna vertebral, hasta el comienzo de mis glúteos, los cuales contraje como respuesta  y él enseguida supo que eso que estaba haciendo me tenía incomodo.


—    Kibum me toca tallarte la espalda —vocifere despacio, nervioso.


Él me entrego la esponja y se volteo dándome la espalda mientras el agua lo bañaba y recorría, mientras las gotas de agua le hacían el amor a su piel de porcelana.


Su cuerpo aun parecía de niño algunas veces y otras casi podía parecer el de un adolescente; pasé, frote, estruje toda su espalda, sus ojos estaban cerrados como disfrutando el contacto, nunca antes me pareció tan sensual, ni sus labios tan bonitos, así entre abiertos, así mojados, así llenos de carne, como dos pequeñas almohadas rosadas que gritan porque alguien las bese.


Odie la adolescencia en el momento que me encontré con mi miembro totalmente erecto, caliente, lleno de venas notorias, casi golpeando con la punta las nalgas apetitosas de Kibum, me parecían tan bonitas de un momento a otro, tan bonitas y blancas como dos montañas cubiertas de nieve.


—    Puppy, ¿Por qué te detienes? —habló volteando, su rostro denotó sorpresa luego de verme, sus ojos se abrieron en demasía al notar mi estado.


—    Perdóname. —solo pude decir de lo avergonzado que estaba, me dispuse a salir de la regadera, pero su delicada mano me retuvo.


—    Tengamos sexo. —vociferó con un extraño entusiasmo.


—    ¿Qué?  ¡No! — Me negué y él hizo un puchero que encontré estúpido y bastante adorable.


Sus manos acariciaron mi rostro con ternura, dejándome desarmado, sus labios se acercaron a  los míos, succionando, mojándolos con los propios, él era un sin vergüenza y me gustaba así, su par de labios acolchonados eran tan suaves como los imagine, tan hermosos como parecían, tan tentadores.


Una de esas manos que tanto admiraba y criticaba por ser tan suaves, se fue a parar alrededor de mi pene erecto, apretando la circunferencia; estúpido Kibum ya me había sacado un par de gemidos, mismos que dieron rienda suelta al movimiento de su mano.


—    Hagámoslo solo una vez —suplicó aun acariciándome, mientras con sus labios rosaba los míos.


Asentí como idiota presa de su embrujo.


Salimos de la ducha y él me dirigió hasta su cama, por suerte mi tía estaba fuera y según Kibum llegaría tarde.


Mis labios, mi lengua y mis dientes recorrieron su cuello níveo, sacándome gemidos, fue entonces que me di cuenta que él era muy sensible en el cuello, donde fuera que le tocaran, llene de saliva hasta el último centímetro cuadrado de su piel, disfrute de él como jamás lo volvería  a hacer; amase sus nalgas blancas con el morbo de un adolescente, aspire su aroma de invierno hasta que mis pulmones de vieron llenos de bases a ápices.


Solo éramos un par de mocosos creyéndose adultos encima de la cama, creyendo que con tan solo un par de besos y caricias subidas de tono y estrujamientos de genitales hacíamos el amor, pero de alguna manera yo así lo sentía, así lo disfrutaba.


 


xXx


 


—    AH!~ —gimió alto, taladrándome los oídos, pero de alguna extraña manera me gustaba que fuera así de escandaloso, así de gritón cuando me derramaba en su interior y mi semen se adhería a sus paredes.


Estúpido Kibum ya me había venido en sus intestinos un millar y medio de veces y él aun no quedaba en cinta; pero que estúpido razonamiento, por supuesto que jamás quedaría en cinta, después de todo él seguía siendo un chico, con algunos ademanes de chica pero hombre al fin, con un pene y dos testículos, sin senos pero dos bonitos pezones sensibles que se erectaban con solo pasarles mi lengua, sin vagina pero un ano que me recibía gustoso las veces que fueran y seguía tan apretado como la primera vez que lo hicimos, sin un clítoris pero con una próstata aun más erógena; si ese era mi Kibum, mi primo.


El y yo no éramos nada además de primos y amigos, solo dos cuerpos que se complementaban en uno solo cuando la oportunidad se daba, cuando teníamos ganas y no quien nos satisfaciera, y  sin importar qué podíamos contar el uno con el otro, porque además de todo seguíamos llevando la misma sangre.


El me gustaba, me gustaba mucho y ya se lo había dicho un par de veces, siempre mientras estábamos en la cama, semidesnudos, quizá por eso el jamás presto atención a mis palabras, aun no sé cómo fue que llagamos a ser lo que somos, solo un día Key llego a mi casa con la cara llena de lagrimas porque su novio lo había dejado y toso sucedió muy natural que luego no pudimos parar.


—    ¿A quien más se lo hiciste hoy puppy? —cuestionó haciendo su voz inocente.


Él tenía un sexto sentido, siempre sabía cuando lo había hecho con alguien y eso hasta cierto punto me resultaba molesto.


—    A una zorra más usada que el color rosa —hablé haciendo una mueca y él me miró con reproche.


—    A mí me gusta ese color. — hizo un puchero muy tierno y se volvió a recostar a mi lado. —Espero que no la hayas dejado preñada, las mujeres son peligrosas cuando se trata de usar su útero como arma


—    ¿Estás celoso? —cuestione sarcástico y él golpeo mi hombro.


—    Claro que no, solo cuido mis intereses y los tuyos. Puedes tirarte a las putas que quieras mientras tengas tiempo para mí — añadió coqueto, como solo él podía llegar a ser.


Kibum era un niño coqueto, uno que usaba sus encantos naturales para seducir, también les había echado una mano a sus encantos naturales,  se ponía delineador de ojos, para lucirlos un poco más, para que llamaran la atención, sus labios siempre llevaban pomada, o cosas que los hicieran ver más carnosos y lindos, alguno que otro polvo, mascarillas para el rostro, se había teñido el cabello y para qué negarlo si le quedaba de maravilla.


Él era mi niño coqueto, mi altanero preferido, mi barbie hermosa.


—    Para ti siempre tendré tiempo muñeca — le pegue en su nariz con mi dedo índice, imitando su coquetería.


—    Bien, entonces ¡vamos a  comer! Tener sexo contigo me abre el apetito. — gritó alzando un brazo como un niño pequeño, hizo una mueca algo exagerada pero bonita a mis ojos y se encamino al baño, seguro a limpiarse todas mis secreciones y fluidos.


Sus pies envueltos en calcetines de figuras extrañas le daban esa apariencia infantil que me encantaba y adoraba las actitudes que a veces se tomaba, claro siempre y cuando no me chantajeara.


Me metí al baño junto a él y lo encontré tomando a una ducha, claro se gastaba mi agua sin mi permiso y me agradaba tanto verlo así, con nada más que piel alechada cubriéndolo todo, mi vista se fijo en sus muslos cremosos, ya no eran los flacos que algún día poseyó, ahora estaban llenos de carne, extremadamente bonitos y sus que decir de su par de nalgas que atraían mis ojos como si fueran un imán, Kibum se había convertido en un adulto, un adulto muy sensual y tentador, con actitudes de niño algunas veces pero un adulto al fin.


—    Ven a bañarte conmigo — me metió a su lado aun con la ropa que traía puesta y él enseguida me dejo de nuevo en cueros.


Me examinó unos momentos de arriba  abajo con su mirada de gato perdido sin saber en qué posicionarla y me enorgullecí un poco más por mi físico.


—    ¡OH! ¿Hace cuanto que nos volvimos tan musculosos? —cuestionó refiriéndose a mí pero hablando en plural.


—    Voy al gimnasio ya te lo había dicho —hable mirándolo detenidamente mientras él jugueteaba con mi cuerpo, medía mis músculos como si fuera un juguete “action man”


—    Si, ya lo sabía, pero como últimamente ya cuando me lo haces ni siquiera te sacas la ropa, ¿cómo quieres que yo me entere de las mutaciones de tu cuerpo? Te pareces al  “max steel”. —vociferó con esa vocecilla de adulto fingiendo ser niño.


—    Creí que me parecía a “action man” —me burle y él por primera vez me vio a los ojos.


—    No, action man es más alto, Minho si parece Action man, tu eres Max Steel, Max es más chiquito y está más bueno —habló en mi oído tentándome a besarlo.


—    ¿y qué eres tú? ¿Barbie? —ironicé y él se carcajeo llevándome a la pared, cocándome contra la loza y su cuerpo, besándome con ganas, besándome como lo hacía cuando deseaba tener sexo.


—    No —aventó su aliento contra mi rostro y yo aproveche para acercarlo más a mí, para besarlo con ímpetu.


No importaba lo que le me dijera, para mí siempre sería un barbie, la más bonita, aunque sin senos, un poco menos de curvas, pero una barbie, con ese amor por las cosas de moda y esa obsesión con siempre estar presentable y vestir como es debido, justo como la muñeca barbie.


—    Para mí siempre serás una barbie, mía solamente — lo atraje más hacia mi de manera posesiva, él se lo tomaba como un juego pero siempre quise que solo fuera mío.


—    ¿Estás diciendo que soy un juguete? —cuestionó haciéndose el dolido.


—    Tú dijiste primero que yo era un juguete. — espete sin preocupaciones encima de su boca, esperando por que avanzara y me besara.


Entrelazo sus dedos con mi cabello haciendo que le beso fuera mucho más profundo, que nuestras lenguas fueran las principales actrices dentro de una obra llamada desenfreno.


—    ¿Crees que barbie y max steel puedan estar juntos? —cuestionó una vez que nuestros alientos estuvieron en orden.


—    Solo si Ken no se entromete. —hable echándolo hacia el chorro de agua, buscando la esponja para ayudarle a frotarse la espalda.


—    ¿Y si no se entrometiera? ¿podrían estar juntos? —de nuevo cuestionó y ya no supe que responderle por que parecía una pregunta sumamente seria.


—    No lo sé,  pero ¿Por qué lo preguntas?


—    Puppy, cuando dijiste que te gustaba ¿iba en serio? —cuestionó avergonzado, lo traficaban su color melocotón que se estacionaba en sus mejillas altivas.


—    No soné convincente ¿cierto? —sonreí y baje la vista, ya sabía que él no se lo tomaría en serio.


—    Claro que no idiota, no suena convincente mientras se lo estas metiendo a alguien. —hablo sin vergüenza.


—    ¿Qué tal si te lo digo mientras te baño?


—    Dilo. —sonrio como idiota y esa sonrisa me pareció las más hermosa que jamás vi.


—    Me gustas, y creo que con el tiempo me di cuenta que no solo es eso.


—    ¿Me amas? —sus ojos tenían ese brillo que solo unas veces podía ver.


—    Te amo. —hablé.


Sus labios chocaron contra los míos en un beso algo descarado, igual que él.


—    Bien, yo creo que max steel y barbie si pueden estar juntos —añadió al momento de separarse de mi boca.


—    Solo que si vienen Ken, yo mismo lo saco a patadas de la vida de mi barbie. — hable y él sonrio.


—    Está bien puppy.


—    Creí que era Max steel


—    Max steel puppy...


 


 


 

Notas finales:

espero que les haya gustado auqnue está cortito :D

kisses *3*


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