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Antología de OneShots por Agnes-San

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Notas del capitulo:

ok, segun yo hiba a ser angust xD

pero al final salio algo extraño y no angust pero espero que lo disfruten y no lo edite así que posiblemente encuentren letras comidas, palbras repetidas y cosas por el estilo :P

Los dejo a leer y thanks por seguir aki C:

Tazas vacías.

 

 

 

 

 

Cuando algunas personas preguntan sobre trabajos, generalmente piensan en un trabajo digno, como todos los llaman, que si alguien trabaja de doctor, muchas personas lo ven como dios, si dices “soy enfermera” los ángeles que dios (doctor) guía, cuando dicen, “trabajo en un bar” todos se imaginan al barman, sin embargo cuando dices “trabajo en la calle” todos te voltean a ver con asco; ese era el caso de Key, un chico de la calle, que cada noche esperaba por un nuevo cliente que le ofreciera un lugar donde pasar la noche o parte de ella, porque ya eran cerca de las cuatro de la madrugada y él seguía congelándose sin nada aun.

 

Solo un chico se acercó a él y le pagó por una mamada, y al final eso no le servía de nada porque necesitaba algo más de dinero. No le gustaba su trabajo pero agradecía que os clientes con los que se había topado hasta hora, no lo juzgaran, que no le preguntaran ¿Por qué haces esto? O ¿Qué edad tienes? Simplemente iban se lo follaban unas cuantas veces y todo terminaba en unos cuantos wons y él regresaba su casa para al día siguiente ir a la escuela a veces sin dormir un maldito minuto.

 

Ese día solo consiguió para la comida de unos días, eso sí se apretaba el estomago o si su madre no se lo quitaba para ir y comprarse una botella de licor que solo destruía su maltrecho hígado.

 

Respiro profundo y echó el vapor que salía de su interior en sus manos para ver si lograban calentarse aunque fuera un poco, ya no sentía el trasero, se le había congelado de estar sentado en esa banqueta.

 

A esa hora las calles lucían desiertas, los vehículos eran escasos, los locales estaban cerrados y solo había otros chicos tan perdidos como él haciendo la calle, en su mayoría eran chicas, algunas muy guapas y eran las más solicitadas, algunos chicos también, entre los que figuraba él, pero ese día parecía que hasta las chicas tenían mala suerte.

 

Se paró de su lugar y comenzó a caminar calles abajo, iría a su hogar, dormiría unas dos horas antes de ir a la escuela y luego regresaría a su casa a dormir un poco más de tiempo.

 

Ese sería su día.

 

Se acomodo el gorro de la sudadera que traía encima y continuó su marcha.

 

 

 

*~*~*~*

 

 

 

Ya había caminado cerca de treinta minutos, en una ciudad muerta o casi muerta a excepción de las personas noctambulas que la circundaban y de los bares de mala muerte que seguían abiertos a esas horas de la madrugada, el pantalón de mezclilla no le ayudaba en lo más mínimo para mantener su temperatura corporal.

 

Un auto muy bonito se estacionó justo a un lado de él, caminaba a su mismo paso, casi podía sentirse rodeado de gangster para luego violarlo y dejarlo tirado, sin vida, en un callejón pestilente a basura.

 

La ventanilla se abrió y dejo ver a un hombre veinteañero, muy guapo, quizá no era tan grande pero iba vestido como un viejo además el coche no estaba nada mal.

 

—¿Te encuentras bien? —preguntó su voz masculina.

 

—Me estoy muriendo del frio, si eso es encontrarse bien para ti, entonces me encuentro bien —habló pedante; no le gustaba que lo trataran como a una chica, porque no lo era, él era un chico como todos, quizá un poco más flaco, y que dejaba que se lo follaran pero seguía siendo un hombre.

 

—¿Por qué no subes? Te llevare a tu casa — habló el hombre, quitando el seguro de la puerta del copiloto.

 

Key subió sabiendo que posiblemente ya no estuviera vivo para la mañana siguiente, pero qué más daba, adentro del coche era caliente y seguro que si moría iba a parar a un lugar donde no se congelara o donde no tuviera que chuparle las vergas a tipos necesitados.

 

—¿Qué hacías a tan altas horas de la madrugada? —preguntó el tipo que lo acababa de recoger.

 

El chico apenas y llegaba a los dieciséis años, quizá fuera menor, su pantalón de mezclilla gastado no parecía muy confortante, su chaqueta tampoco le daba el calor que necesitaba y sus labios rojos le parecieron demasiado bonitos para que su poseedor fuera un niño.

 

—Nada, salí a tomar aire fresco —mintió con todo el descaro del mundo y por supuesto que Jonghyun no se creía un palabra.

 

—¿Me vas a decir dónde vives? —pidió cuando se canso de estar estacionado.

 

—Dos calles más abajo y a la izquierda —comento con desgana, en realidad eran tres calles hacia abajo, pero no le mostraría a un tipo que ni conocía, su ubicación, si algo le había mostrado su madre y se lo agradecía, eso era  a tener desconfianza de todos.

 

Key no podía creer que por primera vez alguien no quisiera nada de él, que se le acercara con buenas intenciones, o al menos parecían buenas intenciones, aunque aun dudaba que hubiese personas buenas ene le mundo, primero porque él no conocía a ninguna y segundo por que su madre siempre le decía que la bondad era una cosa inexistente en estos días.

 

Volteo  ver a chico ese que estaba sentado en el asiento del piloto, él era muy guapo a pesar de ser mayor, se había topado con unos cuantos hombres que a él e parecían de buen ver; sin embargo este era diferente, le gustaba aunque así como estaba sentado no evidenciaba mucha estatura, sus quijadas se marcaban excelente y su nuez era algo prominente; lo miraba con devoción.

 

— ¿Qué edad tienes? —preguntó de la nada el chiquillo que acababa de recoger.

 

—Veintidós — argumentó restándole importancia.

 

Key supo que ese hombre seguro que era un hijo mami y papi al que le daban todo en bandeja de plata, por eso la ropa de marca, por eso el carro y su colonia varonil que ya lo tenía embelesado y le gustaba mucho.

 

—¿Puedo ir contigo? —preguntó inocente, sacando de orbita al muchacho que tenía a un lado.

 

—¿A dónde? — dijo estacionando el coche.

 

—No sé, ¿a dónde vas? —continúo el muchachillo ese, pelinegro de piel bonita.

 

—A mi casa — vociferó, viéndolo de lleno, él niño se frotaba las manos nervioso, las mangas de su chamarra estaban tan gastadas que los hilos se desprendían, ¿Quizá no tenía donde vivir? —¿Ya cenaste? —cuestionó logrando que por primera vez en todo el rato ese niño sentado ene le copiloto lo viera al rostro.

 

Sus ojos diminutos y muy hermosos reflejaban confusión, esos ojos de gato lo mareaban, parecían tan inocentes, apenas asomándose al mundo aunque la inocencia en ese niño ya hubiera sido tirada a la basura desde hacía tanto tiempo. Se perdió en el océano profundo de esos ojos felinos.

 

En realidad no había cenado, a veces apenas y comía, pero no quería quedar como el pobre diablo que ni siquiera puede comprarse la cena.

 

—Si, en realidad cene hace unas horas —mintió regresando la vista al frente, a esa tienda de conveniencia donde abren las 24 horas.

 

—Bien, ¿quieres algo? Voy por algo para cenar. —habló el chico de mami, que iba enfundado en unos caros pantalones y una gruesa chamarra de piel, muy bonita ¿Cuánto costaría su reloj? Preguntose Key.

 

En ese momento Jonghyun entro con un par de gaseosas, un par de sándwiches prefabricados, abrió la puerta y se inyecto de nuevo en su asiento.

 

—Toma — le tendió un sándwich y una gaseosa a su compañero quinceañero que se engarrotaba en el copiloto para no morirse del frio.

 

Key tomó enseguida ese par de alimentos que le regalaban y de nuevo vio confundido a ese chico.

 

—Eres extraño, me recoges, eres amable y me compras algo para comer, ¿seguro que no quieres nada a cambio? — interrogó incrédulo.

 

—No necesito nada que un niño como tú me pueda ofrecer —abrió el refresco que estaba helada a pesar del mal tiempo le dio un largo trago haciendo que le liquido burbujeante saltara a su garganta.

 

Por un momento Kibum pensó en bajarse del vehículo, pero prefirió quedarse dentro porque afuera hacía mucho más frio y seguro se congelaría además no tenía idea de donde jodidos se encontraba.

 

—come, estas muy delgado —le habló el hombre de chaqueta bonita y reloj costoso; él enseguida abrió su comida y la engullo rápidamente, como quien se no ha comido durante semanas, él chico le regalo su sándwich y también lo devoró.

 

Durante el caminó Jonghyun no pudo más que preguntarse por que un niño le parecía tan débil, tan necesitado, tan frágil ante una sociedad de mierda que solo ve lo plástico, además el chico no era para nada feo, en realidad desde que lo vio le había parecido muy bonito, en especial esos ojos de gato escurridizo.

 

—Jonghyun… —comentó de repente.

 

—¿qué?

 

—Jonghyun, ese es mi nombre. Dime el tuyo. — exigió de una manera que no le gusto un tercio.

 

—Key —dijo simple, como si no importara.

 

—¿Eso es un nombre? — cuestionó algo sorprendido.

 

—Así me dicen todos. —se encogió de hombros. Jong hizo lo mismo.

 

El chico al volante se estaciono en un edificio muy alto, seguro que si se paraba en la azotea podría mirar a dios mientras este estaba en el baño.

 

 

 

*~*~*~*

 

 

 

Parecía muy entretenido viendo la colección de trazas que la madre de Jonghyun siempre le regalaba, tenía una rara afición por regalar tazas, y su hijo las cuidaba muy bien así que seguía obsequiándoselas, y esas tazas se habían convertido en su tesoro, había de todos tipos en su repisa, desde pequeñas hasta grandes, con adornos de animales hasta con cuadros de colores, todas y cada una eran muy bonitas.

 

El departamento de Jonghyun era grande, espacioso y todo estaba acomodado de forma perfecta, la luz blanca iluminaba todo dándole toques hogareños.

 

—¿Te gustan las tazas? — preguntó de repente haciendo que el niño curioso echara un brinquito.

 

—Están vacías —dijo para voltearse de nuevo a observarlas.

 

—Si, bueno si estuvieran llenas no las podría coleccionar — comentó.

 

—¿y nunca las usas? —dijo como si fuera un gato curioso.

 

—No, son de colección además no tengo nadie con quien tomar el té. —dijo melancólico, recordando que esa misma tarde había perdido a la chica de sus sueños, con la que llevaba tres años de relación, y que sus padres siempre estaba de trabajo en asuntos fuera del país, sus amigo plásticos ya no le servían de nada.

 

—Creo que estamos en la misma situación ¿no? —habló el chiquillo de su misma estatura regalándole una sonrisa cargada de tristeza.

 

Se quedó colgado a esa mueca, a esos labios pequeños y rojos que le sonreían, a sus ojos hechos finas líneas y a su inocencia.

 

Jonghyun se metió a bañar, dejando que las lagrimas por haber perdido al amor de su vida por un idiota sin cerebro salieran y se perdieran en la alcantarilla, había tenido ganas de llorar todo el día sin embargo no lo hizo, para no darle le gusto a su ex, y menos cuando encontró al gato desvalido del que solo sabía que se llamaba Key.

 

 Lo había dejado en la cocina, para que siguiera comido si así lo deseaba, o que bebiera algo; y ahí lo encontró con el refrigerador abierto de par en par y dándole un traguito a una cerveza abierta, luego tosiendo por que no le había gustado.

 

—Eso no es para niños —le llamó la atención mofándose del incidente con su joven compañero.

 

—No soy un niño, tengo a muchos babeando por mi —se hizo el importante, sabiendo que no era así, que solo era la muñeca rota de tipos frustrados, el inflable de sujetos asquerosos que pagaban lo que fuera con tal de tener algo apretado rodeándolos.

 

—Mejor vamos a dormir. —propuso antes de darse media vuelta, dispuesto a caminar hasta su pieza y descansar unas pocas horas.

 

“vamos a dormir” ya sabía que nada bueno traía toda su amabilidad, así que esperaba que eso pronto terminara, aun que ciertamente Jonghyun parecía tener buen cuerpo, mejor que el de los viejos que le pagaban por chupárselas.

 

Se bajo el pantalón y arranco la chaqueta junto con la playera holgada que traía encima.

 

—Qué sea rápido ¿sí? —inquirió logrando que la atención del chico de cabello desordenado se posara sobre él.

 

Sus ojos se quedaron chockeados luego de ver a ese niño en paños menores, lo recorrió entero, desde su cara avergonzada, hasta sus tobillos tan blancos como la nieve, sus muslos no tenían nada de carne, estaba muy delgado, el cuerpo de un niño, sus brazos escuálidos, su abdomen plano. ¿Qué había hecho la humanidad con aquel muchachillo? ya entendía porque, que anduviera en la calle a tan altas horas de la noche, el que desconfiara de él,  ya todo estaba claro en su mente.

 

— Te prestare algo de ropa, para que te vistas. —vociferó ignorando aquello que le acaba de decir Key.

 

Kibum subió sus pantalones, tal parecía que no le había agradado a ese muchacho, ya lo iba a echar de nuevo a la calle, a que se muriera del frio.

 

Llegó con un cambio de ropa en mano, seguro que eso le quedaría bien, además era cómoda, sin embargo ya no estaba desnudo, de nuevo portaba su pantalón gastado y esa polera de cuello ancho.

 

—puedes ponerte esto y puedes dormir en el sofá, te daré algo para cubrirte. —sonrió tratando de parecer amable.

 

— ¿No me echarás? — preguntó bajito, escondiendo el rostro.

 

—no me has dado motivos ¿verdad? —concluyó, logrando que de nuevo ese gato que había recogido sonriera, de manera sincera, lleno de felicidad y la vitaliza de un adolescente.

 

Sin ningún tapujo, de nuevo se bajo los pantalones ahí mismo en la cocina y se puso los que le entregaba Jonghyun, eran rosas pero no le importaba, porque eran muy confortables, la camiseta de manga largas también era muy bonita. Por primera vez no le importo vestir ropa de niña.

 

—Lo lamento es lo único que te queda, es ropa de mi hermana, ella es muy delgada. —trató de darle sentido a lo que decía pero solo ocasionó la cara de confusión de Key.

 

 

 

*~*~*~*

 

 

 

La luz encándilante terminó por hacer mella en sus ojos, los abrió pesadamente, bostezó y recordó al gato que había llevado a dormir a su departamento, se levanto preocupado por que se hubiese robado algo de valor y se hubiera marchado, sin embargo, lo encontró en el sillón de cuero tapado hasta las narices y emitiendo una respiración dificultosa, seguramente había enfermado.

 

—¿Ayer estabas llorando? —preguntó una vocecilla algo ronca.

 

—No. —negó tratando de no verse como un mentiroso.

 

—A veces yo también lloro, si quieres puedes llorar, desahógate, ¿te hicieron algo malo? —definitivamente ese niño si era un gato curioso, no quería responderle de mala manera porque después de todo el no tenía la culpa de que su ex novia fuera un puta.

 

—¿Tu porque lloras? —habló sentándose y ofreciendo la taza humeante, afuera las nubes grises formaban un paisaje de matices oscuros, llovía y eso solo incrementaba el frío.

 

—Por que las tazas están vacías —dijo sin más, dejando confundido a Jonghyun, quien no supo cómo interpretar la frase, ¿Qué tenían que ver sus tazas en todo eso?

 

 

 

 

 

*~*~*~*

 

 

 

Ya habían pasado cerca de tres años desde que había visto por última vez, ese gatillo seguramente ya se había convertido en todo un señor gato; y a pesar de que le dio su número de celular jamás recibió una llamada, ni un mensaje, nada.

 

Se había hecho de varios amigos, Minho y Jinki (Onew para los amigos) Minho era el chico por el que su novia lo había dejado, sin embargo él también se vio en la misma situación y por asares del destino se conocieron en un bar de porquería en el centro de la cuidad. Jinki era un compañero de trabajo algo torpe y su hogar era el suelo.

 

 

 

La música era estridente, taladraba sus oídos, gritaba para que sus amigos lo escucharan y Minho ya se había ligado una mesera, Onew luchaba por no quedarse dormido en la barra mientras un muchachillo le hablaba seguido para no tener que lidiar con un idiota..

 

 

 

Jonghyun por mucho que evitara recordar a aquel niño de bonitos ojos felinos, solo lograba tenerlo más presente, él parecía un ser tan inocente en el infierno, jamás supo los motivos de ese chico para que llorara, o por los que se prostituyera sin embargo aun así el sentía mucha simpatía, lo sentía sufrir.

 

Y ahí estaba con su novena copa encima, viendo de lleno el pico de la botella, ya estaba vacía, Minho se acercó con su nueva amiga, le ofreció una cerveza y ella acepto sin dejarle de hacer ojitos a todos.

 

Onew estaba por caerse del sueño, todo el día se había quejado de que había dormido mal, gracias su nuevo vecino que hacía mucho ruido, que se la pasaba follando y no lo dejaba dormir.

 

Una vez terminada la fiesta, Minho por traer menos alcohol en la sangre fue el chofer designado, al final fue y dejo a sus dos amigos en el departamento de Onew.

 

En medio de risas y carcajadas entraron al elevador el cual los bajo en el quinto piso. Onew cayo dos veces en su cruzada hasta el departamento y Jong se la paso carcajeándose de las desgracias de su amigo.

 

—Ya lárgate puto de mierda. —dijo una voz maciza, Jonghyun encaro al sujeto y este solo aventaba a un chico alto de cabello dorado fuera del cuarto.

 

—¿Qué le sucede maldito imbécil? — habló el chico de brazos escuálidos.

 

El hombre se molestó luego de que fuera insultado y estuvo a punto de golpear el rostro del chico.

 

Le dio una palmadita en el  tórax a Jinki, iba a hacer su acto heroico, siempre pasaba eso, rescataba a una damisela en peligro, luego la chica se lo pagaba con una apasionante noche de sexo, aunque esta vez no era una chica, era un chico alto, más alto que él y no quería sexo, solo deseaba hacerse el héroe.

 

—¿Sucede algo? — se interpuso aun lado del rubio que lo miraba estático.

 

Su vista viajo hasta ese chico que lo sobrepasaba por unos centímetros, y se encontró con sus ojos mirándolo de lleno, esos ojos eran los de un gato, estaban delineados, perfectamente delineados y seguían igual de bellos como los recordaba.

 

—Key —solo alcanzó a decir.

 

El hombre ese que gritaba como enfermo mental solo cerró la puerta y atrancó con llave.

 

—Hola… —saludó el chico rubio, regalándole una sonrisa muy bella sin embargo parecía tan vacía como las tazas que seguían adornando las estanterías de su departamento.

 

—Key. —volvió a decir como no creyéndolo aun.

 

—¿Se conocen? —argumentó Jinki,  señalándolos a ambos de igual manera.

 

—Algo así —contestó el rubio.

 

Jonghyun aun no podía creerlo, ese chico era el gato curioso que una vez acogió, era el chico de las mil preguntas, el niño escuálido que había usado la pijama de su hermana, el que tenía su estatura y el pelinegro de sonrisa bonita, el chico con el que soñó durante días, el del cuerpo flaco, era él; sin embargo los años le habían sentado de maravilla, seguía siendo un gato, sus ojos eran los mismos, sin embargo ya no aluzaban con la misma intensidad, su cuerpo había crecido unos centímetro y lo había dejado abajo, su cabello ya no era negro, había adaptado una tonalidad dorada, bonita, y tal parecía que su profesión no había cambiado en nada.

 

—¿Quieren pasar? —preguntó Jinki a ambos.

 

Jong asintió mecánicamente y Key solo los siguió. Después ninguno dijo nada, Key se la paso curioseando con, las cosas que adornaban las paredes y Jong solo se dedicaba a observarlo.

 

Jinki le ofreció una cerveza a Jonghyun y este la acepto enseguida.

 

—Yo también quiero una —se quejo Key.

 

—La cerveza no es para niños —dijo Jonghyun, y su inquilino hizo un puchero que le pareció adorable.

 

—¿Qué edad tienes Key? —cuestionó interesado Jinki.

 

—Veintidós. —dijo como si nada, mintiendo como siempre lo hacía a cada persona que requería de sus servicios.

 

—Mentiroso. —vociferó Jonghyun dándole un trago a su bebida. Jinki lo miro extrañado, nunca había visto a su amigo de esa manera, ni aunque estuviera muy bebido.

 

La ropa de Key había cambiado, ya no lucía los pantalones gastados, no, ahora traía unos bonitos jeans negros pegados a sus piernas, llenas de carne, sus muslos parecían apetecibles, más que años atrás, había adaptado un gusto extraño por las poleras de colores y figuras extrañas y sin duda se le miraban de maravilla, se había puesto muy guapo, aunque usara brillo de labios y delineador de ojos.

 

—Yo ya me tengo que ir. —habló el rubio, tomando su bolso extraño.

 

—¿No es muy peligroso andar a esta hora de la noche? — ya casi eran las cuatro de la madrugada y Jonghyun recordó el día que lo encontró.

 

—él suele dar largas caminatas a altas horas de la noche. ¿Verdad Key? —el chico bajo el rostro, de alguna manera se sentía agredido por la única persona que había sido amable con él.

 

—Si, me gusta tomar aire fresco. —se encogió de hombros y sonrió de nuevo de la misma manera vacía y sin gracia.

 

Jonghyun sintió de nuevo achicársele el corazón, hacía tanto que no lo veía y ahora que lo encontraba solo lo trataba despectivamente, él había sido su salvación, se había librado de un matrimonio forzoso gracias a su recuerdo a esa simple frase que había dicho y que aun no lograba comprender. “Por que las tazas están vacías

 

—Las tazas siguen vacías —Dijo antes de que el chico cruzara la puerta.

 

Se volteo a verlo confuso, aun recordaba ese montón de tazas, esas que tan bonitas le parecían y una sonrisa nació de su interior, una mueca sin fingir, una que salía desde lo más profundo de su corazón.

 

—Puedes quedarte aquí, sigue habiendo un cuarto de sobra —habló Jinki.

 

De nuevo volvían a ser amables con él, de nuevo seguramente algo deseaban, no le parecía del todo sincera la sonrisa de amigo de Jonghyun.

 

 

 

*~*~*~*

 

 

 

La ropa le quedaba floja, muy floja, se había quedado con la playera de manga corta que él traía, Jonghyun y él dormirían en el mismo cuarto, en la misma cama, jamás había dormido con alguien en una misma cama, era extraño porque había compartido cama con tantos hombre y con algunas chicas y sin embargo nunca había dormido acompañado.

 

Jonghyun ya estaba echando suspiros, en un lado de la cama, se había dormido ya, él se acostó con todo el sigilo del mundo tratando de que no sacarlo de ese mundo de sueños en el que se encontraba.

 

Seguía tan guapo como lo recordaba, quizá había desarrollado más músculos, se había quedado enano pero su cuerpo lo recompensaba perfectamente, se acotó y se detuvo un momento a mirarlo, le parecía sumamente apuesto, así con los ojos cerrados, así respirando profundamente, él no lo conocía y ya sentí confianza.

 

Se acercó un poquito  a su cuerpo y masajeo sus brazos, le gustaban, le gustaban mucho, parecían tan fuertes, tan llenos de vida, tan sexys, se concentró en su rostro, había envejecido un poco, ya lucía más maduro, ¿cuántos tendría? veinticinco, veintiséis quizá.

 

—Te voy a besar —le advirtió en un susurro.

 

Pegó sus labios a los de Jonghyun y le parecieron adictivos, eran tan grandes y tan suaves y varoniles.

 

 

 

*~*~*~*

 

 

 

Kibum, ese era su verdadero nombre, Kibum tenía a lo mucho veinte años, solo que él seguía diciendo veintidós como si de un disco rayado se tratase, el idiota de Jinki babeaba por un chico que jamás sería de nadie, un niño sin dueño, un niño que brincaba de cama en cama, un niño que había gemido el nombre de muchos.

 

Un día lo encontró delante de su puerta, con su mochila extraña colgada al hombro, sonriendo de manera vacía y como si fueran amigos de toda la vida, dirigiéndose al él sin el más mínimo de los respetos y aun así era feliz, aunque sabía que tarde o temprano ese chiquillo se iría de nueva cuenta de su vida.

 

Era feliz de tenerlo ahí sentado en el sofá, viendo la televisión, haciéndose bolita, comiendo mil y un cosas engordantes, tan solo con verlo se sentía contento.

 

—Estúpida… — le dijo a la chica de la tele, esa que se la pasaba como maría magdalena, al que ya seguramente se había deshidratado de tanto llorar, la que le había colmado la paciencia.

 

Se metió otro puñado de cereal a la boca y lo comió como si fueran palomitas, sus dientes trituraban las hojuelas de maíz.

 

—¿Qué edad tienes Kibum? —preguntó Jonghyun de nueva cuenta, algunas veces ya estaba creyéndose eso de que su edad eran 22 años.

 

—En septiembre cumplo veinte. —dijo sincero, como si ni el mismo se diera cuenta de lo que acababa de decir. —¿quieres ver conmigo la película? —preguntó desde el sofá donde estaba, los muebles había cambiado, ya no era el sofá de cuero, ahora era uno de tela blanca, la televisión era más grande, el DVD era el mismo y las películas ya habían pasado de moda, pero aun así ahí tenía a un Kibum emocionado, gritándole de cosas a la protagonista.

 

—Paso, debo bañarme — contestó para luego dirigirse a su habitación, una solitaria y fría habitación que no compartía con nadie.

 

Se miró en el espejo de medio cuerpo y este le devolvió su imagen más gastada que días anteriores, un poco más viejo que segundos atrás, con más músculos que hacía un par de años y la barba incipiente dándole comezón.

 

Se bajo los pantalones y se quito el bóxer, para posteriormente deslizarse bajo el chorro de agua humeante, quería destensarse, ya no pensar en un mocoso de diecinueve años con el trasero más usado que la puta con más años de profesión.

 

Duro cerca de treinta minutos debajo del agua, las yemas de los dedos ya comenzaban a arrugársele como los dedos de un viejito, se secó lo mejor que pudo y se subió los bóxer limpios, salió así a su habitación, siempre lo hacía, era su costumbre.

 

Una música por lo más ruidosa comenzó a colarse hasta dentro de la pieza, seguramente la película ya había terminado y ahora chicas en minifalda bailaban y cantaban  en la pantalla, odiaba sus voces, eran muy ruidosas y le taladraban el cerebro.

 

Se cambió lo más rápido que pudo y fue a pedirle a Key que bajara el volumen antes de que los demás vecinos comenzaran a quejarse.

 

—Baila conmigo. —pidió su amigo de ojos delineados y labios color fresa. —Tú ponte allá —le indicó el lugar exacto donde debía estar.

 

Jong se olvido completamente de lo que iba a decirle, simplemente se dedico a inspeccionar ese cuerpo delicado que se contorneaba la ritmo de muchachillas de su edad, que bailaban sin césar en la pantalla.

 

Esa tarde Jonghyun aprendió una coreografía que jamás en la vida había visto, Kibum se había reído de él por ser tan musculoso y por que los movimientos femeninos o le ayudaba mucho, solo lo hacían parecer gracioso, la risa de Kibum era muy estrepitosa, exagerada quizá, pero de alguna manera parecía salida del alma.

 

—Jong, vine a llenar esas tazas vacías de las que me hablabas. —comentó dejándose caer en el sofá, sus cabellos húmedos se adherían a su rostro, sus labios ya no tenían brillo, ya se lo había comido.

 

—¿Qué te parece si mejor te vas a bañar? Luego de eso las llenamos. —propuso, Key sonrió y deposito un beso pequeño en los labios de Jonghyun, después se perdió en la habitación del moreno.

 

Jong no entendía nada a que se refería con llenarlas, pero en ese momento solo deseaba que sus pensamientos se aclarasen y claro estaba que Kibum no le dejaría las cosas fáciles, menos con ese beso de milésimas de segundo que le había plantado, ni contaba como beso pero él ya estaba pensando en los labios bonitos de Kibum y casi restregándole a Jinki en la cara ese acto del rubio para con él.

 

Se sintió la peor persona del mundo, por tenerle celos a su amigo, sin embargo él no paraba de hablar de Key, se lo presumía a cada rato a Minho, que si Key esto, que Key estaba muy bonito, que vestía perfecto, que tenía un cabello muy suave, y mil cosas más.

 

Minho ya comenzaba a vomitar el nombre de Key, Onew lo alababa cada que se le prestaba la oportunidad y a veces solo iba a la casa de Jong porque sabía que podía encontrarse con el chico de cabello suave y piel tersa.

 

—Dudo que la ropa de tu hermana me siga quedando, pero ¿tienes algo que me prestes?— cuestionó al salir de la habitación, sin nada más que su blanca piel adornando su cuerpo.

 

Sus brazos seguían escuálidos, su abdomen igual de plano, pero ya más adulto, su ombligo pequeño y sus pezones rosados solo hacían que concentrara su atención en ese par de botoncitos.

 

Jonghyun trató de hacerle caso omiso a sus piernas, a ese par de glúteos que se contraían de manera deliciosa en cada paso que daba, por momentos deseo ser ese par de gotas que se resbalaban por toda la espalda de Kibum y se iban a perder a la hendidura separadora de los glúteos.

 

Fue hasta su closet, de ahí sacó un par de prendas, una camisa de manga corta algo floja y un short blanco que no le gustaba nada, Kibum se sentó en la orilla de la cama, cruzó la pierna esperando por su nuevo atuendo. Una vez que lo tuvo en mano, se pasó el short por ambas piernas e inhalo la colonia de Jong.

 

—Sigues usando el mismo perfume —afirmó dando un gran suspiro. —Me gusta el olor.

 

—¿Te quedaras a dormir? —cuestionó de repente.

 

—¿quieres que duerma contigo? —dijo sugestivamente, volviéndose a cruzar de piernas y poniéndose la playera extraña que le habían prestado.

 

—Sabes que no hablo de eso. —se izo el ofendido, pero en realidad solo deseaba esconder su nerviosismo.

 

—sabes que soy mayor ¿no? Ya no soy el mocoso que recogiste ese día, se mucho de sexo…

 

—Kibum, olvídalo, no me interesas. —lo cortó en seco.

 

—Si yo fuera una chica ¿te interesaría? O si tú fueras una chica ¿Te interesarías en mí? —argumentó creando un poco más de confusión en el agitado mar que eran los pensamientos de Jong.

 

—Mejor durmamos ¿sí? —continuó tratando de que la discusión llegar a su fin —puedes dormir de aquel lado de la cama. — finalizó.

 

Kibum como una mascota obediente se paro y se dirigió del lado indicado, se deslizo debajo de las sabanas y se acomodo del lado de la ventana, podía ver la cuidad repleta de luces, llena de inmundicia y tazas vacías.

 

 El seguía siendo una taza vacía, sin propósito en la vida, solo esperando porque un humano vierta alguna bebida en su interior, hacer feliz a esa persona y luego regresar a la alacena sin otro propósito más que seguir ahí a hasta que vallan y la llenen de nuevo. Su caso era extraño porque él jamás se había sentido lleno de una bebida, nunca había habido ilusión en su corazón y sin embargo su bebida no lo aceptaba, la única persona que podía llenar ese vacío; estaba acostado a un lado suyo y no lo quería para que fuera su tasa.

 

Quería llorar, quería retorcerse de dolor y sin embargo solo continuaba apreciando una vista panorámica de una ciudad esclava de los deseos del as personas que la habitaban, con sus rascacielos enormes y sus casas pequeñas, con sus jardines de ensueños y lugares lujosos, un dragón de acero y concreto engullendo todo.

 

Paso cerca de dos horas sin siquiera pegar los ojos, preguntándose ¿por qué el movimiento de los planetas? Explicándose la ley de la gravedad, la causa y efecto. El soplido proveniente del cuerpo a su lado le decían que estaba profundamente dormido, se levanto siendo lo menos brusco que podía y rodeo la cama.

 

Se arrodillo en el piso y contemplo ese rostro iluminado por las luces oscuras de la noche, sombreado por las tinieblas del edificio, acomodo su cabello hacia atrás, roso con sus dedos el lóbulo y encontró un agujerito que quizá había lucido un pendiente.

 

Se lamió los labios, y estuvo a punto de besarlo, pero se encontró asqueroso, claro quién no después de haber tenado tantos penes dentro de su cavidad. Prefirió no hacerlo, se asqueo de sí mismo, de su persona, todo en él le provocaba nauseas; quizá por eso era que Jong no lo quería, posiblemente él también se asqueaba de tenerlo rondando.

 

—¿Por qué las tazas están vacías? —habló la voz varonil de Jonghyun, su voz de recién levantado.

 

Esos ojos de cachorro lo miraban solo a él, a su existencia, a toda su suciedad, proceso dos veces lo que le había preguntado y entonces se atrevió a responder.

 

—porque no hay nadie para que las llene — dijo sonriendo, partiéndole el corazón de nueva cuenta a Jonghyun, igual que cuando lo dejo que lloraba por que las tazas estaban vacías.

 

En ese tiempo no lo había entendido y luego de tanto meditarlo, por fin llegó a comprender esa simple frase, luego de tres años  supo el significado.

 

—¿Por qué nunca volviste a mi? —preguntó aun acostado, necesitaba una explicación.

 

—Porque tú perteneces a un mundo muy lejos de mi alcance, más cerca de dios, un mundo donde yo no existo, al que yo jamás voy a pertenecer.  —habló en susurros como si las cosas tuvieran oídos y estuvieran escuchándolos.

 

—Vivimos en el mismo mundo Kibum, un mundo lleno de mentiras, de basura, exhalamos el mismo aire contaminado, lleno de smock y heces así que no hay diferencia. —por primera vez se atrevió  acariciar su rostro bonito, su rostro perfecto; delineo las facciones del rubio, así sin maquillaje era más perfecto aun, y casi envidiaba a todos esas personas que lo habían tenido en su cama, y no lo habían sabido apreciar.

 

Poco a poco se puso en la orilla de la cama, se sentó y paró en seco toda caricia que tenía para el cuerpo de Kibum, tomó su mentón y lo hizo verlo hacia arriba, poco  a poco sentía más cerca a ese muchachillo, sus alientos se entremezclaban.

 

El espacio se esfumó, estaba rosando sus labios, de manera inocente, Kibum lo sentía como si fuera su primer beso de verdad, el único no fingido, el más entregado, iba a poner todo su corazón y su alma en ese beso. Las cosas cambiaron de nivel, las lenguas de ambos estaban luchando por ganar terreno, se apareaban en su océano de exquisitez.

 

Jonghyun recorría su abdomen, bajaba su short, acariciaba sus piernas, lo estaba dejando desnudo, su miembro dolía, se había puesto así solo por un beso y unas cuantas caricias y ahora quería más de Jong, más, más. Se separo del beso y arranco la camisa de Jonghyun, por primera vez se estaba entregando sin pedir dinero a cambio.

 

Quería sentir ya a Jonghyun, ya deseaba tenerlo dentro, hurgando en lo más profundo de su ser, haciéndolo gritar, sudar y gemir de placer, pero también deseaba hacerlo y escucharlo gemir, graznar, retorcerse de placer.

 

Lentamente fue levantándose hasta quedar sentado, beso  de nueva cuenta los labios de Jong, recorrió su cuello succionando, mordiendo y sintiendo los suspiros ahogados de ese hombre moreno que se había tragado su corazón, al  que le pertenecía su alma, cada fragmento de ella.

 

Delineo con su lengua y dibujo con su saliva figuras amorfas en el vientre de Jong, bajo el elástico del pantalón de Jong y se encontró con lo que iba buscando, el pene erguido y abarrotado de sangre deseosa, llenada de lujuria, sin nada de preámbulos se lo metió a la boca, sosteniendo la base con la manos, masajeando los testículos, haciendo gemir a Jong, mientras él se llenaba con esa hombría que no le pertenecía, mientras la recorría entera, frotando la lengua sobre las venas notorias, el glande golpeaba su garganta, una y otra vez, y Jonghyun aventaba las caderas tratando de llegar más profundo.

 

Después de unos minutos sintió el semen caer por su garganta, sabía amargo, mucho y le raspaba en el recorrido hacia su estomago pero no importaba por que ya era suyo.

 

Se había venido en la boca de Kibum, no pensaba con claridad solo se había dejado llevar  por la sensación exquisita que le estaba regalando es lengua, esos labios, todo en la boca de Key.

 

Lo tumbo de nueva cuenta sobre la cama, quedando él encima, el pene de Key seguía tan duro como en un principio, lo circundó y comenzó un vaivén muy placentero para su chico de abajo, para el que era más alto, sus gemidos hacían eco en la habitación, seguramente los vecinos luego se quejarían pero eso poco importaba.

 

—ponte un condón y penétrame ya. —habló el rubio.

 

Jonghyun hizo lo que se le pidió y comenzó a abrirse paso en esa cavidad, en esos estrechos y ya usados abismos, deseaba atener al idiota de Onew en esa habitación y demostrarle que Kibum era suyo, que no se entrometiera, dejarle bien el claro como estaban las cosas.

 

—AH~ — Nunca en su vida le había dolido tanto como en ese momento, se aferro a la espalda de Jong, rasguño sus omoplatos, mordió la piel de su cuello y cerró los ojos con fuerza. Las piernas las entrelazó en torno a la cintura de su amante.

 

—¿te encuentras bien? —preguntó la misma cuestión que hacía tanto tiempo le había hecho.

 

—Si, muévete~ —ordenó y Jonghyun comenzó un doloroso ritmo, que poco a poco fue tornándose placentero.

 

 

 

*~*~*~*

 

 

 

Sentía el brazo dormido y no lo podía mover, abrió los ojos y se encontró con la cara de Kibum sumamente cerca, recordó cada gesto de ese rostro gozoso y sonrió de verlo dormir, verlo tan fuera del mundo existencial, perdido en el laberinto de sus sueños, respirando acompasadamente con esa lluvia de pestañas largas cayendo con gracia.

 

—eres tan hermoso. —balbuceo y una risita salió de ese cuerpo que descansaba a su lado.

 

—Eres muy guapo —habló sin abrir los ojos.

 

Jonghyun depositó un beso sobre esa boca que formaba un pico precioso, con el labio superior ligeramente más alzado que el inferior.

 

 

 

Todas las tazas en las estanterías estaban en la mesa de la cocina, Jonghyun las llenó de agua transparente y  Kibum las volvió a colgar donde estaban.

 

— ¿Dejaras tu carrera? —preguntó Jonghyun llenando la ultima taza, una de cuadritos que le gustaba mucho y había sido la primera que le había regalado. No sabía si la prostitución era una carrera pero ¿de qué otro modo le podía llamar?

 

—No sé, probablemente… —habló trayéndose consigo la atención de Jonghyun, que lo miraba con el ceño fruncido y algo de enojo. —Si tú me lo pides yo hago cualquier cosa.

 

—Quédate conmigo

 

Los labios de Kibum atraparon los suyos.

 

—promete que jamás dejaras que las tazas estén vacías. — ese era un sí muy al estilo Kibum.

 

—te lo prometo. —lo estrecho entre brazos y susurro en ese oído lleno de aretes.

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

gracias, y de ahora en adelante ya no podre ver las tazas que hay en mi casa :P

gracias por leerlo y kisses *3*


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