Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Zero por himiko-chan

[Reviews - 83]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola gente bonita¡ Estoy de regreso XDD

Sé que he tardado un poco pero... tenia cosas que hacer - trabajo + escuela = Muerte - y bueno, he estado algo deprimida, razon por la cual he escrito esto - yo solita me queria matar XD - pero bueno, era necesario u.u

En fin, espero sus comentarios y me digan que opinan - mpreg descartado :D - y como siempre, me sigan animando a escribir XDD

A leer¡¡¡

Capítulo 11

  Mi tercer cigarrillo estaba por terminarse y una estúpida sonrisa se escapó de mis labios, al igual que a mi acompañante. Los pasos de varios hombres se hacían presentes cada vez con más intensidad. El hombre frente a mí se limitó a sonreír y me  limite a extenderle otro cigarrillo, el cual acepto encantado.

 La puerta se había abierto de golpe, entonces, cerré los ojos mientras él se acomodaba a mi lado y apretaba con fuerza mi mano…

 Dicen que antes de morir ves toda tu vida pasar frente a tus ojos, ¿Sera verdad?

 

  Aun no  podía creer lo que había pasado aquel día; Axel había dudado en asesinar a una persona. En todos estos años juntos, eso nunca había pasado. No importaba que fuera hombre o mujer, padre o madre; Axel solo apuntaba, sin decir una sola palabra, directo al corazón o a la cabeza. Ese era el Axel que yo conocía… entonces, ¿Quién es este niño con mirada inocente que se encuentra frente a mí?  No es Amón pero tampoco es Axel Cacciatore, es alguien que no conozco que fue creado por aquel hombre… Eliot.

 Fue entonces, después de asesinar a aquel tipo que, decidí que sería bueno quedarme solo un poco más y partir de inmediato a Italia.

— ¿No te aburres en este lugar Axel? – pregunte mientras miraba recargado en la ventana, el paisaje de concreto  que se extendía ante mis ojos.

— Si salieras de aquí, no te aburrirías tanto. – contestó desde la mesa donde se encontraba trabajando en su laptop. Me levante de aquel lugar, y con una sonrisa en mi rostro, lo cual evidenciaba que iría directo a molestarlo, camine hacia él.

— Si jugaras conmigo, no me aburriría tanto. – susurre a su oído, cosa que no parecía molestarle, hasta que trate de besarlo y como la vez anterior me evito. – antes no te molestaba. – le reclame.

— Exacto… pero ahora sí.

— ¿Es por ese hombre? – se tensó, de tal manera que dejo de teclear de inmediato  - ¿Cómo dijiste que se llamaba? – Me miro, con gran temor en sus ojos, como si hubiera descubierto el secreto más peligroso de la humanidad – Eliot. – dije al fin y el mundo de Axel pareció detenerse. – Por dios… - dije mientras me sentaba frente a él – pareciera que viste a la muerte a la cara. No voy a decirle nada Dimitri si es eso lo que te asusto.

— ¿Cómo…? – sabía que lo preguntaría, era tan lógico, por lo cual solo pude reír ante aquello.

— Hablas dormido algunas veces, ¿Recuerdas? – Axel sonrió conmigo. - ¿es guapo? Si es así, debes presentármelo.

—No puedo hacer eso… - lo mire intrigado por su respuesta. ¿Axel negándome algo?  Parecía una de esas extrañas películas bizarras.

— ¿Por qué?

— Porque él… - lo vi juntar sus manos y mover sus dedos una y otra vez sobre la mesa. Solo hacia aquello cuando estaba realmente nervioso por algo.

— ¿Lo amas? – la pregunta lo dejo perplejo por unos segundos. Pareció meditarlo un poco antes de responder y yo, solo esperaba que fuera un “no” definitivo.

— No lo sé…

— ¿Lo amas más que a mi…? – Axel dibujo una sonrisa en su rostro. Por extraño que pareciera aquel juego de miradas, él solo tomo mi mano y la apretó contra la suya.

— Nunca podría querer a alguien tanto y de la misma manera que  a ti. ¿Qué no eres tu mi hermano?

— Si… lo soy – esa era la verdad.

 

Ya está listo señor Víctor. – mis palabras sonaron tan naturales que incluso yo las creí. Ante  esta persona debía controlar cualquier signo de emoción; aquella lagrima que amenazaba con salir debía enterrarse en lo profundo de mi ser.

— Valla… - en cuanto la silla giro, trague hondo y sonreí, como si lo que hubiera hecho me hiciera el ser más feliz de la tierra. La verdad, me gustaría yo mismo jalar del gatillo para terminar con esto. – sinceramente dude de ti Noah. Quien iba a pensar que terminarías matando a aquel a quien consideraste tu propio hermano.

— Fue muy fácil señor… ¿es que acaso pensaba que me gustaba ser el segundo después de Axel? Usted dijo que en cuanto muriera yo sería el nuevo pecado. – mis palabras sonaban tan frescas, como si aquello fuera realmente lo que sentía. Necesitaba lograr entrar en su círculo.

— Por supuesto, una promesa es una promesa. Sin embargo, tu último acto en favor de Axel, me pareció algo… extraño. – Víctor Cacciatore no era estúpido en lo más mínimo, sin duda, este hombre es hermano de Dimitri, pero no puedo dejar que todo lo que he hecho hasta ahora se valla al carajo.

— Tiene razón en desconfiar de mí pero… ¿Le haría algo así a una persona que le importa? Lo dudo. Axel jamás me ha importado, nunca he sentido nada por él más que odio. Si ese niño no existiera, yo serie el pecado de la familia Cacciatore. Simplemente, es algo que como miembro de la familia merecía, ¿No cree usted? Además, sus hombres pueden decirle cada una de las cosas que le hicimos a ese chico que, si remotamente sobrevivió, dudo que lo haga por mucho tiempo. Sus heridas son profundas y dolorosas.

— Confiare en ti esta vez. Espero no me defraudes…. Ira. – con esa sonrisa en su rostro que quedó grabada en mi memoria, salí de inmediato de aquel lugar. Necesitaba descansar y despejar mi mente. Lo que había hecho, el pecado que había cometido contra mi hermano… jamás me lo perdonaría.

 En cuanto entre en mi vieja habitación, cerré de un portazo la puerta y empezó a tirar todo a mi alrededor; juguetes, fotos y… aquellos osos. En mi infancia era tan normal encontrar uno que otro oso en mi habitación. Cuando Axel no soportaba los entrenamientos, corría a mi habitación para refugiarse en mis brazos; y yo hacía exactamente lo mismo.

 Los interminables castigos, las tortuosas lecciones y el terrible dolor en nuestro cuerpo, todo eso se olvidaba mientras nos abrazábamos mutuamente. Axel poseía un tacto angelical, que incluso, cuando acariciaba mis cabellos, me recordaba a mi madre. A diferencia de él, yo si guardo un buen recuerdo de ella. Amable, dulce y con unas manos tan suaves; esa era mi madre que ahora había reencarnado en el cuerpo de un chico tres años menor que yo.

 Sabía que no lo era y quizás por eso empezó ese juego incestuoso entre nosotros. De cierta manera, quería comprobar si lo que sentía por él era más que una simple amistad; la realidad era que… no era amistad lo que sentía, era amor, del más puro y genuino: Él era mi hermano y mi tabla de salvación. Aun así, no me detuve, porque solo lo quería para mí, no deseaba que nadie más se acercara a Axel, solo yo. Fue por esa razón que lo bese por primera vez con verdadera ansia y deseó, pero deseó de  marcarlo como mío y para que nadie lo apartara de mi lado. Lamentablemente, Dimitri lo descubrió y nos separó; si no hubiera sido por Axel, aquel día, Dimitri hubiera cortado mi cabeza sin la más mínima pisca de culpa. Le debía mi vida, le debía hasta el más insignificante de mis latidos y ahora… por ese hombre, lo había traicionado.

 Me encontraba en el suelo recostado, tratando de poner mi mente en blanco, y recordando la razón por la cual había aceptado todo aquello. Dimitri me había forzado a aceptar, pero… si no lo hacía, ¿Qué pasaría con Axel?  Lo único que les puede pasar a los que le estorban a Dimitri; ser asesinados sin piedad, aunque claro, el que estaba a cargo por el momento era Víctor pero era porque Dimitri así lo quería. Todo lo que estaba ocurriendo era completamente la culpa de aquel viejo, que nos arrastró con él  hasta el mismísimo infierno.

 Después de destruir por completo la habitación, decidí que un buen baño en la tina me haría bien. Prendí un cigarrito, aunque no era de los que fumaran con regularidad, por el momento aquello me hacía sentir relajado. La verdad, es que tanto como Axel como yo, acostumbrábamos usar una que otra “sustancia” de las que Dimitri embarcaba. No era que Axel las usara a propósito, más bien, era Amón quien la usaba por él con el único deseo de molestarlo un poco. Pero había algo que  Axel  no sabía y era de la existencia de Amón, por eso, cuando regresaba, me costaba explicarle porque pasaba por aquellos síntomas tan molestos que sufren los drogadictos en abstinencia.

 Di una última calada a mi cigarrillo, y recordé por breves segundos la vez que habíamos pasado juntos en aquella habitación antes de depararnos. Aquella vez fue en mi cumpleaños número 20, y Axel como siempre, había apartado un tiempo para mí, solo y exclusivamente para estar a mi lado. Me  había conseguido un pequeño pastelillo de los que más amaba y como regalo, aquella cadena de oro que colgaba por mi  cuello; era una N rodeada de diamantes. Axel jamás había estimado en gastos cuando se trataba de darme regalo. La toque y la recorrí con la yema mis dedos, recordando la sonrisa que Axel raramente mostraba a alguien, y que siempre me dedicaba cuando estábamos solos y cuando  no se encontrara molesto con mi persona.

En cuanto salí de la bañera tome la toalla, decido abandonar el salón de baño. Parecía que al fin todas mis preocupaciones y culpas habían menguado un poco, fue entonces que vi aquel anillo brillar con intensidad sobre mi buro. Camine directo hacia aquello, y con la determinación de arrojarlo lejos por la ventana, me detuvo a escasos segundos de hacerlo. El último deseo de aquel sujeto fue llevarle ese anillo a su mujer; aquello sonaba tan estúpido para mí.

 En cuanto termine de vestirme, salí presuroso de aquella mansión. Lo que menos quería era estar más tiempo ahí. Claro, que mi intención para nada había sido ir a parar de nuevo – como la cuarta o quinta – en aquella humilde casa en las afueras de Venecia. Y de nuevo ahí estaba, esa mujer con su – ahora más notable – enorme estómago. ¿Cuánto tiempo más tardaría en dar a luz? Si me lo preguntaban, y  siendo  yo uno de los mejores estudiantes de medicina de la universidad a la que asisto, no más de dos meses. Maldecía estar en esa situación, pero, ya lo había pospuesto demasiado y la culpa de lo que había pasado con Axel parecía estarme obligando a hacer aquello. No sabía si eso serviría para aliviar un poco mi alma pero, esta vez, lo haría.

 Camine con paso seguro y haciendo que más de una mujer soltara un suspiro por mí. No cabía duda que era apuesto, con esos enigmáticos ojos violetas, aquellos pantalones negros ajustados que hacían resaltar mi trasero y con ese saco a juego de ese color, que me hacían dar un aire misterioso, o al menos es lo que Axel me dijo una vez. Era tan inalcanzable para las jovenzuelas del lugar, después de todo, a mí nunca me han gustado las mujeres. El sin duda soy algo vanidoso, incluso Axel me lo ha dicho pero es que no  puedo evitar, me encantaba llamar la atención, en especial de los hombres.

— Bien… ya estoy aquí… - dudaba en tocar la puerta de madera de aquella casa y tomando un largo bocado de aire, al fin me decidí por hacerlo. – entre más rápido mejor – me repetía a mí mismo para darme ánimos. La cosa fue que, por más que llamara – tres veces es demasiado – la mujer no salía, tal vez estaba ocupada. Ni modo, que le podía hacer, pero cuando estaba por darme la vuelta, la voz de la mujer me hizo quedarse. Maldita sea mi suerte.

— ¡Ya voy! – en cuanto me abrió la puerta, ella se quedó estática, como si supiera quien era. Yo sinceramente esperaba que ese no fuera el caso.

— Eh… yo soy… bueno… - debí preparar algo para decirle, y así no estaría balbuciendo como un retrasado mental. Eso no es para nada elegante.

— ¿Vienes de parte de… los Cacciatore? – decir que estaba sorprendido era poco. ¿Cómo lo supo? ¿Acaso es adivina o algo así? Fue lo primero que quise decir, sin embargo, no pude, simplemente me quede atónico ante la mujer de ojos cafés. – Es fácil de adivinar… - respondió con una sonrisa nostálgica en su rostro – es raro ver a personas bien vestidas en estos lugares. ¿A que debo su vista? – la pregunta en realidad sobraba, lo podía ver en sus ojos que intuía el porqué de mi visita tan repentina.

— Yo…vine a entregarle esto… - en cuanto metí mi mano a mi bolsillo de mi pantalón, ella ahogo un grito.  Cerré fuerte aquel anillo en mi puño  hasta el punto de evitar la circulación de mi sangre por mi mano, dudando si entregárselo de esta forma fuera lo mejor, pero… ¿desde cuándo yo me preocupo por eso? Alce mi mano hasta una altura cercana a su rostro y, extendiendo lentamente mis dedos, mosque aquel anillo que ahora parecía brillar tan alto haciendo una competencia con el mismísimo sol. Ella solo modio su labio inferior, fue en ese momento que la vi llorar silenciosamente mientras con temor se acercaba hasta mi mano para tomarlo al mismo tiempo que sobaba con cariño su estómago. En cuanto lo tuvo en mis manos, lo apretó contra su pecho como si aquello fuera lo más valioso que existiera en el mundo; entonces me di cuenta, que para aquella mujer, si lo era.

— Gracias… - sus palabras sonaron en mi mente como cientos de fusiles, pero su voz apenas sonó como un susurro.  Me limite a  asentir con mi cabeza y, sin mirarla una última vez, salí de ahí a pasos presurosos; no quería verla sucumbir ante mi… aquello había sido demasiado por un día.

 

 Las horas se vuelven días y los días semanas, ¿hasta cuándo seguiré sintiendo que mi alma se desmorona en cada paso que doy? Me he dado cuenta que no importa lo que haga, sigo sintiendo sus ojos clavarse sobre mi espalda; los ojos llorosos de Axel siguen persiguiéndome como una sombra sin permitirle descanso a mi alma, ¿hasta cuándo podre yo ser perdonado por ti? La respuesta suena tan lógica en mi cabeza justo como lo es el canto del gallo al despertar; jamás seré perdonado… jamás…

 Es por eso que me encuentro una vez más en este lugar, solo él puede darme un poco de tranquilidad.

— Hola Keegan… - y ahí estaba él, con esa sonrisa retorcida en su rostro, mirándome y analizándome; él sabía el porqué de mi visita y yo sabía cómo terminaría esto.

 

— ¡Más despacio…ha… por…!

Encerrado entre estas cuatro paredes blancas, en algún lugar de la ciudad de Genua, como cada día que me encontraba con él, estaba siendo brutalmente penetrado. Es algo que ya estoy acostumbrado.

— ¿Te das cuenta que siempre dices eso? Aunque sabes que te encanta Noah. Es tan divertido jugar contigo. No me canso de hacerlo.

— ¡Eres un maldito sádico…! ¡Ahh! – la verdad era, que yo también lo era.

— Dices eso… aun cuando tú has sido el que ha venido. ¿Sintiendo la culpa de matar a tu dulce hermanito? – sonreí e inmediatamente decidí a abrirle más las piernas, a dejar que me destrozara por dentro, justo como lo estaba ya mi alma.

— ¡Más fuerte… más!

— ¿Sabes que me encanta oírte gritar? ¿Axel grito de esa misma forma? Debió ser muy divertido…. – me tense y le mire con odio, como lo venía haciendo desde hace ya un tiempo, aun así, no podía dejar de buscarlo, era como una maldita droga que me hacía olvidar todo…

— ¿Podrías dejar de hablar de otros mientras me partes el culo?

— ¿Y perderme de esas miradas cargadas de furia? Cuando te enojas, te pones aún más cachondo Noah, ¿lo sabes, no? Pero hablar de Axel… me calienta aún más… - yo lo sabía, y quizás fue una de las razones por la cual decidí permanecer a su lado, para que no lo lastimara, para que ni si quiera lo mirara. No podía permitir que Axel fuera tocado por alguien como él.

   Al final era exactamente igual. En cuanto estaba satisfecho me dejaba abandonado como un perro herido en aquella enorme cama. Al terminar, siempre salía de aquella habitación para dirigirse a tomar un baño, a él no le importaba en qué estado me dejaba y yo pensaba que  aquello era lo mejor.  Cuando nuestra “extraña relación” comenzó, siempre pasaba por alto eso, pero me di cuenta de que no era lo que yo deseaba, en algún punto del camino, me di cuenta que quería más de él, desee escuchar palabras de amor en mi oído, ser abrazado en las frías noches y ser el único para él ; era tan estúpido el si quiera imaginarlo….

 Lo vi salir del baño, su cabello castaño se pegaba de forma sensual a su rostro. Si, quizás lo amaba, o más bien, lo estaba. Axel tenía razón en decir que ese hombre era malo para mí, pero, yo sabía que merecía aquello y más. Era una persona cruel, que deseaba tener en exclusividad a Axel. Por eso le mentí, por eso dije todo aquello. ¿Qué pasaría si él supiera la verdad? ¿Me perdonaría el hecho que le haya mentido a tal grado? Pero es que no lo soportaba, deseaba que estuviéramos al mismo nivel; solos, sin nadie que nos busque ni nadie que nos ame. Nosotros dos solos contra el mundo.

— ¿Vas a decirme que quieres más? Esta noche sí que has estado insaciable Noah. – y aunque sé que lo dije en son de burla, la realidad es que si, necesito sentir a ese hombre dentro de mí, hiriéndome y lacerando mi cuerpo una y otra vez.

 

 Creo que últimamente mi mente ha querido jugar vil mente conmigo. Si voy a la sala, la imagen de Axel en la mesa sonriéndome como cada mañana aparece frente a mí. Incluso, creo verlo en los pasillos que me conducen directo a mi habitación. Cuando estoy en la cama, con Keegan sobre mí, ahí está, observando, siempre mirándome con esos ojos que me atraviesan el alma;  quiero que esto se detenga…

— ¿Has escuchado lo que dije… Noah? – la verdad era que no. No tenía ni la más mínima idea de porque estaba parado frente a Víctor nuevamente.

— Si señor… disculpe, es que creí escuchar que… - trate de parecer calmado y, mostrando una sonrisa traviesa, trate de aparentar que el tema me parecía absurdo e inconcebible.

— Axel está vivo – declaró – a pesar de que dijiste que aquello era algo imposible… - fue en ese momento que vi a dos hombres, que a mi parecer no se encontraban antes en la habitación, situarse a mi lado, evitando de aquella manera  cualquier posible huida - ¿Has tratado de engañarme todo este tiempo Noah? – aquellos ojos verdes, increíblemente similares a los de Axel, me miraban con excesiva furia. Que Axel siguiera convida significaba dos cosas: sus planes se verían frustrados y… él vendría por su cabeza. El miedo es algo que las personas no pueden evitar. - ¿No dirás nada al respecto?

— Señor Víctor… - trate de suavizar mi voz para que se calmara, pero el repentino golpe que soltó contra el enorme escritorio de madera de caoba, hizo que diera un pequeño y casi, inexistente brinco de mi lugar.

— Noah… he confiado en ti… - el que se levantara de su lugar no me daba para nada buena espina; el que se pusiera frente a mi… aun no quiero morir. - ¿Hay alguna razón por la cual deba yo, jefe de la familia Cacciatore, dejarte con vida por semejante traición?

— Mi señor… ¿Cómo podría este humilde servidor traicionarlo? ¿No fueron testigos de todo lo que le hice a Axel sus propios hombres? Señor… le aseguro no entender la razón de la cual usted asegura que  él esté vivo. – sonrió, eso en vez de calmarme, me infundo aún más terror que antes.

— Siempre supe que Axel no había muerto pero… con semejantes heridas en su cuerpo, decidí no prestarle la debía atención, sin embargo Noah… ¿Quién más pudo haber asesinado a 20 hombres completamente armados – su voz poco a poco empezaba a elevarse, al mismo tiempo que se acercaba hacia mí – en una base secreta donde se realizaba el lavado de dinero? ¡De mi dinero¡¿¡Tienes idea de cuánto ha sido!? – sin quitarle la vista de encima, ni amedrentarme, Víctor ya me tenía por las solapas de mi chaqueta de cuero negro y casi arrastrándome hacia la pared. – Entonces… ¿Por qué debo mantenerte con vida? – repito una vez más con esa voz tan afilada que incluso la sentía atravesarme el cuello.

— Porque le puedo asegurar… - dije con dificultad debido a la presión que ejercía sobre mi yugular – que no podrá encontrar a alguien más… capacitado para hacer este trabajo… yo conozco cada uno de los movimientos que él hará, lo conozco demasiado bien para… saber que entre nosotros existe un traidor…

— ¿Qué te hace creer que no sé qué eres tú? – soltado al fin, mi ya lastimado cuello.

— ¿Acaso yo sabía de aquel lugar? – aquello pareció hacerlo enojar, pero por darme la razón a mis palabras. Tal vez decía confiar en mí pero la realidad era que nunca me hablaba de tales cosas, algo que me es de suma utilidad en este momento. – le aseguro que si me lo permite… lo encontrare y lo traeré hasta usted.

— Si haces tal cosa…  - hablo con calma – te ganaras un lugar a mi lado.

 

 Después de aquella noche, mis visitas a ese lugar se hicieron demasiado regulares, que incluso fue el mismo Keegan quien me ordeno tajantemente, no regresar en lo que restaba de la semana. Ese día llovía, fue entonces que me entere por aquella mujer, Selene, que Víctor al fin había puesto en marcha su plan. Para mí eso solo significaba una cosa y era que pronto lo vería… sabría al fin algo más de él que solo saber que está vivo.

— Parece que Víctor sospecha… - su voz sonaba tranquila, sin embargo, el miedo en ella era demasiado palpable.  Aun así, permanecía delante de aquella mesita donde estaba apostado la cafetera, sirviendo con suma elegancia aquel liquido oscuro.

— ¿Preocupada Selene? – me dedico una radiante sonrisa, como restándole importancia al asunto.

— ¿Debería…? No es que importe mucho pero… siendo yo su “amada” esposa, dudo que haga algo contra mí si llegara a saberlo. – En cuando poso la tasa en sus finos labios rosas, lanzo un suspiro – mi esposo es realmente un  idiota.

—Bueno… - comencé a caminar hasta ella – eso es una gran ventaja, ¿no cree?

— Quizás… - dejo de pronto la pequeña taza de porcelana sobre la mesita del café de nuevo – si no lo fuera… bueno, eso no tiene mucho caso ahora, ¿o sí? – preguntó mientras daba la vuelta para verme a los ojos. Sus ojos color avellana, solo mostraban una cosa: dolor.

— Debo dejarla… tengo que ir a…

— Adelante – me interrumpió antes de terminar. Antes de marcharme, la observe acomodarse en aquel sillón blanco, mientras cruzaba sus piernas  y dedicaba a pasar sus dedos por su cabello castaño. La verdad, siempre he tenido un sentimiento de lastima por aquella bella mujer que lo único que ha deseado en esta vida se lo han quitado: ser madre… - saluda a Dimitri de mi parte – me dijo a son de despedida, a lo cual solo asentí.

 La verdad era que, lo que menos deseaba hacer en aquellos momentos era ir a ver a ese viejo. La mayoría de las veces que tenía que presentarme delante de este, era en compañía de Axel. Siempre era él quien intercedía por mí…

— Pensé que nunca vendrías Noah. – y ahí estaba ese bastardo sin corazón, acomodado cómodamente en su cama de madera de roble, acompañado de dos jóvenes enfermeras que se desvivían por atenderlo. Como desearía que una de ellas le rebanara el cuello al dormir.

— He estado algo ocupado.  – respondí con fastidio.

— Me he enterado de que Víctor sospecha de ti. Espero que hayas logrado sacártelo de encima. – si pudiera decir que es lo que distingue a esta familia, es la sonrisa tan torcida y horrenda que muestran a las personas a su alrededor.

— Por supuesto – dije tajantemente - ¿para qué me necesitas?  - el solo ladeo una mueca en su rostro y, tomando un sobre de sobre su mesa de noche, me lo extendió.

— Has que llegue hasta Axel. Víctor se pondrá en marcha en cuestión de días y necesito que Axel esté preparado.

— Lo que sea que estés ordenándole, yo lo hare por él. – conteste. No podía permitir que Axel se involucrara ahora, era demasiado pronto… No tenía ni idea como había logrado salir con vida de aquel lugar rodeado de hombres de Víctor. Sus heridas no eran cosa de risa.

— ¿Me estas contradiciendo Noah? – su mirada, que ahora mostraba su verdadera naturaleza, pretendía incinerarme, así que solo pude negar mientras apretaba con fuerza mis puños.

—No señor, es  que creo que es demasiado pronto. Axel aun no…

— ¿Y crees que eso me interesa? Solo has lo que te he pedido Noah. Deja de preocuparte por Axel, te aseguro que él está mejor de lo tú piensas. Ahora retírate. – ante esto, simplemente hice una pequeña reverencia y salí de ahí para dirigirme inmediatamente a mi habitación. Me sentía tan furioso conmigo mismo por ser un completo inútil y no poder negarme a nada de lo que ese hombre me diga. Ni si quiera puedo protegerme a mí mismo, ¿de verdad pretendía hacerlo con Axel?

— Te necesito… siento que ya estoy tocando el fondo del infierno… - la soledad, esa maldita soledad terminaría por volverme loco en cualquier momento.

 Como siempre, me había asegurado que nadie me siguiera, si lo hacía, descubrirían a mi mensajero y eso solo llevaría a que mi cabeza se despegara de mi cuello. Solo esperaba que Axel fuera quien la recibiera y no Amón, la verdad el que este Amón despierno no me alegra en lo más mínimo; ese sujeto es peligroso, tanto para los demás, como para el mismo Axel. Debo confiar en que Axel lograra sobrellevar la situación y que no se hundirá en el fondo de su mente. Aunque la verdad, a mí me gustaría hacer lo mismo.

— Pronto estarán aquí Noah… - sonreía desde su cómodo asiento en la enorme sala de la mansión. – ya quiero conocer al hijo y sobrino de esas dos familias. Debo decir que… las cosas están resultando mejor de lo que planee. Si consigo la aprobación del consejo, la muerte de mi hermano estará más cerca. Después de todo, ya no me seguirá siendo útil.

— Padre – la voz de aquella persona me hizo voltear de repente. Era él, Samuel Cacciatore.

— Al fin estas aquí, ¿Qué te hizo demorar tanto hijo? – si había algo que realmente Víctor quería, era a su hijo,  su único hijo, que sin importar que, se había quedado a su lado desde que su madre murió. Era el típico hijo perfecto, que a pesar de ser mayor que yo por varios años, seguía al pie de la letra cada cosa ordenada por su padre. Es por este que empezó todo esto. - ¿te ha dicho algo bueno?

— Si – sonrió – ha dicho que pronto podrá realizarme la operación reconstructiva.

— ¡Eso es excelente! – respondió emocionado.

— Valla que si padre… - ese sujeto, su actitud tan calmada y… dulce, me hace dudar de lo que… bueno, de eso. – Noah, que bueno que estas aquí. ¿Podría hablar contigo unos minutos? – Mirando a ambos a su padre, pregunto -¿me lo permites padre?

— Hazlo. – sabía que estaba molesto por quitarle momentos con su hijo, pero jamás le negaría nada. Sin duda, ni yo lo haría. Aun con esa horrenda cicatriz que abarcaba por completo la mitad de su rostro, podría opacar su belleza. El hijo de Víctor, no solo era una persona amable y dulce, era hermoso. Tenía el cabello rubio como la mayoría de la familia y la piel cara como su verdadera madre, pero sus ojos, eran del mismo verde que su padre. Si soy sincero, por alguna razón, creo que se parece demasiado, para mi gusto, a Axel. Juraría que son hermanos, si es que este no fuera mucho mayor y que trato de violarlo una vez. ¡Rayos! Me siento estúpido al pensar bien de esta persona y dudar de Axel.

— Vamos – su voz me hizo reaccionar y a caminar como un tonto detrás de él. La verdad no tenía idea para que me querría, simplemente me dedique a seguirlo hasta su habitación.  – Entra por favor – accedí algo nervioso, por lo cual este solo soltó una pequeña risita. – no te hare nada Noah, si eso es lo que piensas.

— Nunca he dicho tal cosa señor.

— Bueno, supongo que es lógico que piense eso, ¿no crees? – sonrió, pero esa sonrisa parecía cargada de excesiva culpa.

— No señor… - la verdad, si lo hacía, pero lo hacía tanto como pensaba en él siendo inocente.

— Quiero que me ayudes a detener a mi padre Noah. – aquello sí que me tomo por sorpresa… ¿Pero por quien cree que estaba haciendo todo esto Víctor? Involuntariamente, el único culpable de todo era él… - si te soy sincero, nunca espere que llegara a tales extremos. Sé porque lo hace pero… ¿sabes lo que ha hecho? – Me miro seriamente, algo que casi no hacia esta persona – Son niños Noah…

— Señor – le dije con amabilidad inusual en mi - ¿no debería preocuparse más por usted que por ellos? Dimitri merece sufrir por lo que le hizo.

— Nunca he dicho que no – contestó mientras se ponía a dar vueltas alrededor de la habitación, como meditando las palabras que querían salir de su boca – es solo que…  ¿Tú también crees que merezco esto, verdad? – antes de que pudiera si quiera mover mis labios, él contestó – Yo también. A mí me gusta… demasiado diría yo, y nunca pretendí hacerle daño… pero ese no era Axel, él estaba demasiado raro y yo… la lujuria de tenerlo ante mi desnudo, simplemente me cegó.

 Creía cada una de sus palabras por una simple razón y es que creo completamente que ese no era Axel sino Amón, pero la pregunta en cuestión era… ¿Por qué lo hizo? A veces creo que él busca que los maten a ambos. — No tiene que explicarme nada a mi señor.

—Lo sé, pero me gusta hablar contigo. Eres un chico muy interesante Noah – sonrió y yo creo que me he sonrojado – pero bueno, volviendo al tema. De verdad necesito saber que mi padre no lastimara a esos chicos. No quiero cargar con más muertes en mi conciencia por culpa de mi familia. ¿Podrías hacer eso por mí? – lo estaba pensando realmente, y sabía que aquello era una estupidez. Yo ya sabía cómo iba a terminar esto pero… ¿Por qué decirle la verdad? Mentir siempre es mejor.

— Hare lo que pueda… - en pocas palabras, casi nada.

— Gracias…

 Tras aquellas palabras me decidí a regresar a mi habitación. La verdad, si miro y reflexiono sobre mi vida, me gustaría haberme enamorado de alguien como él y, ser correspondido. Es por eso que algunas veces, realmente odiaba a Axel, él podía tener a quien quisiera a sus pies y ser amado. Me pregunto… ¿Qué se sentirá eso?

 El día paso rápidamente justo como llego y yo ya llevaba una cajetilla entera terminada. Aquello me recordó mucho aquellos momentos que Axel se quedaba a mi lado mientras yo fumaba, vigilando que Dimitri no nos encontrara vagabundeando.  Era divertido ver como este solo se limitaba a arrugar su pequeña nariz debido a la molestia del humo, pero nunca se iba, siempre se quedó a mi lado. Fue entonces que el ruido de mi teléfono sonó y al ver el número lo supe: Axel ya estaba enterado y estaría en dos o tres días en aquel lugar. Era hora de que yo igual me preparara.

— Hora de ver al jefe – me dije mientras apagaba el sobrante de mi cigarrillo contra el muro de la ventana. La verdad no quería ver al viejo per, no quedaba de otra. Regresar a esa habitación llena de aquel olor tan nauseabundo que soltaba Dimitri, simplemente me era insoportable; Axel decía que solo eran imaginaciones mías.

— ¿Ya está todo listo? – preguntó en cuento logro visualizarme en la entrada.

— Si – respondí – Axel ya está enterado de su misión y  en cuanto los demás pecados lleguen, se reunirá con ellos.

— Excelente – lo vi sonreír, pero eran de esas sonrisas que no presagiaban nada bueno; fue en ese momento que un escalofrió recorrió todo mi cuerpo. - ¿Iras a ver a tu “amante” esta noche? – la forma tan despectiva y el solo hecho que lo supiera, me hizo sentir que en cualquier momento que mi alma abandonaría mi cuerpo. – Sé muchas más cosas de lo que tú piensas Noah. No deberías estar tan sorprendido. – y era verdad, aun así, eso no me hacía sentir mejor. – Es tiempo de empezar a sacrificar peones Noah. – Empezó a explicar con calma – La joven Selene ya no es necesaria, así que… ella se volverá la traidora y – me miro-  te has enterado de los planes que tiene, lo que incluye la visita de Axel a el edificio principal.

— ¿¡Que!? – Exclame sumamente asombrado y sobre todo, furioso – no puede hacerle eso… ¡Lo asesinaran!

— Controla tu voz conmigo Noah. – me reprendió enseguida – Lo que haga o no con Axel, es completamente asunto mío.

— No… -susurre mientras mantenía mi miraba gacha mirando fijamente al suelo y apretaba con furia ambos puños. – Ya le ha hecho suficiente daño… no puede…. – mirándolo fijamente le grite - ¡No puedo permitir que lo mate!

— ¿Y qué harás? – Sonrió con prepotencia mientras se acomodaba mejor en su amplia cama – todo esta listo y tú… - señalo – eres solo otro peón en el juego. – yo lo sabía, no había nada que pudiera hacer al respecto, solo… hacer lo que se me ordena.

— Si señor…

 Fotos y hojas, eso era lo que abundaban en el escritorio de Víctor aquella noche. Aquello era todo lo que necesitaba para demostrar quién era el traidor.

— ¿Estas… seguro? – su voz parecía querer quebrarse y por un momento, realmente que este tipo no era igual a Dimitri.

— Si… Si no nos apresuramos, mañana el edificio principal estará consumido por el fuego. Créame, Axel no escatimara en esfuerzos. – dije mientras me acomodaba mejor en el asiento frente a él.

— De acuerdo… - bajo las fotos y froto su sien con una expresión dolorosa. – Ustedes – ordenó a los tres hombres de tras de mi – vallan por Selene y enciérrenla en mi habitación. No le permitan la entrada y salida a nadie, ¿entendieron?

— ¡Si señor! – respondieron al unísono.

— Avisa a Keegan y dile que estén preparados, aunque se trate solo de un mocoso, no es conveniente ignorarlo. – Antes de que me levantara, él hablo de nuevo – Noah… quédate con mi hijo, pase lo que pase… si algo ocurre, sácalo de aquí. – por un momento me vi sorprendido de sus palabras, ¿acaso sabía lo que ocurriría?

— Como usted ordene señor.

 Salí de ahí esperando refugiarme en mi habitación, pero el hombre frente a mí me lo impidió. Ante esto solo suspire, me había resignado a tener mi momento de tranquilidad.

— ¿Es que es tan molesto el tener que verme? – Preguntó con un falso tono dolido – sé que mi fealdad asusta y todo, pero no esperaba eso de ti.

 Solo me limite a sonreír. — ¿Necesita algo de mi señor? – ante mi pregunta él se limitó a sostener mi mano y arrastrarme quien sabe a dónde. – señor Samuel… - trataba de no mostrar mi enojo ante esto, pero sinceramente quería descansar, pero el hombre en cuestión no se detuvo,  lo único que hiso fue voltear a verme y sonreír. Me gustaría darle un buen golpe y mandarlo a dormir.

— Bien, llegamos – anuncio con júbilo. Pero para mí no tanto… esa era su habitación. – entra Noah.

—Señor… yo no puedo… - pero poso uno de sus dedos en mis labios impidiéndome continuar mi alegato.

— ¿No te dijo padre que tenías que acompañarme? – así que lo sabía… valla sujeto – entra por favor.

 Lo hice, más por obligación que por gusto pero, al entrar, lo que encontré me pareció simplemente de un cuento de hadas. — ¿Qué…? – pero las palabras se atoraron e mi garganta.

—Pensé que sería bueno que nos lleváramos bien – yo lo mire con una ceja alzada – bueno… que nos lleváramos mejor. Uno nunca sabe que podrá pasar mañana… - esa sonrisa… por dios, sentí que mi corazón iba a detenerse. Tengo miedo. - ¿No te gusta el decorado? Creo que me pase con lo de las velas y el mantel… debí solo traer la comida y ya…

— ¿Tiene novia señor? – pregunte, ante lo cual el otro se quedó por unos momentos sorprendido para después negar.

— Es algo difícil con un rostro así… - señalo con nostalgia.

 Mordí mi labio y, sin mirarlo, camine directo hacia él. — Usted es hermoso señor… - toque con suavidad su rostro.

— Lo dices por que trabajas para mi padre… - susurro al momento que quitaba mi mano de su cara.

— No…  ¿quiere que nos llevemos bien… dijo? Entonces… solo esta noche señor… hágame el amor.

— ¿Qué estás diciendo? – estaba sorprendido, lo pude ver en su rostro, pero también note lo nervioso que estaba.

— ¿A usted le gusta Axel, verdad? – su cara se volvió seria, para después cambiar a una molesta, aun así seguí hablando – Solo piense que soy él… - camine hasta donde estaba y lo hice mirarme – sé que no somos parecidos en nada, pero… quiero que cada vez que me bese o me toque, piense en él.

— Eres un idiota Noah… de verdad quería que fuéramos amigos. – dijo con una profunda tristeza cargada en su voz.

— Eso es imposible señor…

— Lo sé – lo que paso después de eso fueron sus labios sobre los míos. Lamiéndolos, recorriéndolos y saboreándolos. Era una lástima que esos besos no fueran para mí, que no fuera yo a quien le comieran la boca de esa manera tan deliciosa y mordieran su lengua con éxtasis. Que no fuera a mí a quien le arrancaran la ropa con un deseo contenido, ni a quien depositaran en la cama con suavidad para después seguir atacando sin piedad. Nunca entendería a Axel de porque rechazaría a este hombre tan… Ahora recuerdo, no fue a Keegan al primero que vi en aquella fiesta… no, fue a él…  pero él siempre lo miro, solo a él… siempre a Axel. Fue entonces que una lágrima recorrió mis mejillas hasta el suelo, fue cuando Samuel se detuvo.

— ¿Qué sucede? – Pregunte con una sonrisa forzada - ¿piensa detenerse ahora? ¿No me diga que se está arrepintiendo?

— No lo creo… pero tú – acaricio mi rostro con ternura – sí.

— No lo hago… por favor, solo esta noche… continúe.

— Noah… ¿te han dicho que tienes unos ojos hermosos? No soy como los míos, que parecen tan comunes en nuestra familia, pero los tuyos… nunca habían visto algo igual. Me gustan. – y volvió a besarme. Fue entonces que quise realmente llorar. No por Axel, ni por mí, sino por él. No merecía nada de eso. No merecía estar tocando ni besando este cuerpo inmundo. Merecía tener un final feliz, una vida hermosa. Merecía vivir…

—Samuel… - sé que no debería permitirme el usar su nombre de aquella manera mientras besa mi peso hasta llegar a mi sexo, pero es solo esta vez.

— Dilo de nuevo Noah… di mi nombre. – susurro sobre mis labios.

— Samuel…

— Buen chico… - sus besos se estaban volviendo una adicción para mí. Solo esta noche imaginare que es mío. Por favor Axel, solo esta noche, déjame creer que es a mí a quien ama y que yo le correspondo, déjame tener por esta noche un corazón como el tuyo. Por favor…

 

Alzo una plegaria al cielo para que cumpla mi deseo

Déjame estar entre sus brazos

Permíteme soñar entre ellos

Dame un alma buena

Dame un corazón nuevo

Para ponerlo dentro.

Deseo ser otra persona

Quien limpio este de pecado

Para tenerlo siempre a mi lado

Déjenme soñar esta noche y acorrucarme a su lado

Cumplan mi deseo, yo te pido

Oh luna…

Oh cielo…

Dámelo a él

A él, solo a él…

 

— ¿No te hago daño? – me preguntó mientras empezaba a mover tres dedos dentro de mí. Sonreí, ¿Alguna vez alguno había preguntado eso? Jamás,  mucho menos Keegan,  ellos simplemente lo hacían. Nunca les importo si me dolía o me gustaba, siempre era lo que mejor le venía a ellos.

— No. Puedes hacerlo ya si quieres.

— No quiero hacerte daño. – dijo con lastimosa culpa.

— No lo harás… - susurre en su oído – No me prives de esto. Te quiero dentro.

— De acuerdo – su sonrisa… simplemente es…

 

Deja que el tiempo se detenga

Permíteme estar en esta noche eterna

No dejes que la luz se presente

Déjame estar aquí por siempre

 

 Entro lento, despacio, besándome en cada momento para disminuir el dolor. Pero no sentía tal cosa, parecía mentira que algo así lo hubiera experimentado en algún momento de mi vida.

— Puedes moverte ya… de verdad, ¿Es que nunca habías hecho esto antes? – no quería saber la respuesta y él parecía incomodo ante ella.

— Lo siento, pero hacerlo con chicos no está entre mis “experiencias” – contesto remarcando lo último.

— Lamento eso…

— ¿De verdad ya puedo moverme? ¿No te duele? – preguntó de nuevo y yo solo puede soltar una pequeña risa.

— Si no lo haces tú… - dije mientras lo obligaba a salir de mí y lo recostaba sobre la cama – lo hare yo… - estaba asustado y creo que lo estuvo aún más, cuando empezó a sentarme sobre su duro y excitado pene.

 

El príncipe ha encontrado a su princesa…

¿Se ha dado cuenta ya que ella no es lo que piensa?

Detrás de su sonrisa, se oculta su naturaleza

¿Descubría que ha besado a la muerte?

¿Qué pasara cuando sepa que ha dormido con ella?

Entre las sombras, la muerte llora

Porque cuando amanezca, el encanto se romperá y una vez mas

Sus alas negras aparecerán.

“Adiós mi hermoso príncipe

Siento no poderme quedar mas

Pero la luna no es mi amiga

Y el sol me maldice día tras día.

Déjame tenerme entre mis recuerdos por siempre

Permíteme amarte desde la oscuridad

Se feliz mi amado príncipe y

Has tus sueños realidad, que yo cada noche

Rezare por ellos por la eternidad.”

 Sus fuertes brazos me rodearon por la espalda y sin  detenerse, me lleno de besos y tiernas caricias… ¿Es así como se siente ser amado? Ojala este momento  durara para siempre, pensaba, pero la realidad era que también desee que todo el amor que sentía por Keegan se olvidara, que cualquier rastro sobre mi él los borrara.

La noche se fue tan rápida como llego y el cuerpo que descansaba a mi lado parecía que de un momento a otro despertaría. — Gracias – susurre y me permití dejar un último beso en sus labios. Tome mis cosas y salí; era hora de regresar a la realidad. Fue un bonito sueño.

 En cuanto la puerta se abrió, supe que algo estaba por ocurrir. El silencio que envolvía la mansión solo presagiaba cosas malas. Corrí desesperado por los pasillos hasta la primera planta, lo cual me llevo un par de minutos al encontrarme en la tercera.  Lo que vi me dejo paralizado.

— Al fin llegas Noah… ¿Dónde te habías metido hijo? – Dimitri estaba postrado en la sala principal, teniendo a sus pies a su hermano menor: Víctor.

— Dimitri….

— Pensé que estarías aquí más temprano, dime, ¿Dónde está el pequeño Samuel? Su padre ansía verlo. – sonrió. La expresión que me lanzo Víctor no era de odio, aquella solo mostraba miedo; temía por la vida de Samuel… y yo también. - ¿Y bien? – volvió a preguntar.

— En su habitación – respondí – está descansando. ¿Quiere que valle por él? – estaba casi seguro que estaba temblando. Lo que más deseaba era salir de ahí y correr a donde Samuel. Dimitri quizás lo noto, porque no quita esa mirada dura sobre mí.

— Ustedes tres – dijo – vallan con Noah. No quisiera que se perdiera. ¿No te importa, verdad?

— Para nada… - respondí. Camine con paso seguro, sintiendo a mis espaldas la de los otros tres. No podía… no quería que le hicieran daño. Me detuve de pronto en la segunda planta, en un punto lejano donde el ruido no llegara hasta la sala.

— ¿Ya llegamos? – preguntó uno de los tres.

— Si – le respondí – está en esa habitación. – en cuando los vi acercarse a la puerta, saque de entre mis pantalones un par de dagas que no dude en clavar en el cuello de aquellos dos. El tercero al ver esto, trato inútilmente de sacar su arma, porque yo en un instante, ya le había rebanado la garganta.

 

“La princesa de hielo ha huido al bosque; no desea casarse con aquel que le fue escogido para salvar a su reino de la miseria.

El pueblo enfurecido pidió su cabeza y ella, aceptando su eminente final, corrió al bosque para verlo una vez más…”

 

 Debía estar demente para hacer semejante estupidez. Esto iba más a allá de una simple travesura. Pero no había vuelta atrás, si no lo hacía, ese hombre moriría, por eso sin importar que me faltara el aire, corrí como nunca lo había hecho en mi vida rumbo a aquella habitación una vez más.

 

La princesa llego a la cabaña donde su amado vivía y, con una sonrisa en su rostro, lo busco por derredor. Él, al verla, sonrió y el sol con ellos.

 

 

 Me estaba jugando mi propia vida, pero eso ya no importaba mucho al tener mi mano sobre la perilla dorada de aquella habitación. Gire lentamente y lo vi, recién salido de la ducha, con un par de gotas recorriendo su pecho. Si no fuera porque esto es urgente, me hubiera quedado para observarlo un poco más.

— Señor Samuel – me miro sorprendido, para después regalarme una dulce sonrisa.

— Pensé que ya no regresarías. Estaba realmente empezándome a preocupar Noah.

— Señor…

— Sinceramente, lo que menos quiero es que te molestes conmigo.

— Nunca podría hacer algo como eso señor, menos a usted. – respondí mientras entraba y aseguraba la puerta con todos los seguros que tenía. – Tenemos que salir de aquí – le dije directamente.

— ¿Qué?  - estaba extrañado por la situación, algo muy lógico. - ¿Paso algo Noah?

— Su padre me pidió sacarlo de aquí.

— ¿Pero por qué? ¿Ocurrió algo?

— Solo vístase por favor.

— ¿Y mi padre? – aquella pregunta me paralizo, pero en vez de mirarlo, simplemente me di la vuelta hacia la puerta.

— Tenemos que salir… - susurre – su padre nos alcanzara después. – mentí.

— Noah… ¿Qué está pasando?

— ¡Nada! – Grite exasperado - ¿Qué no puedes simplemente hacer lo que te digo y ya? – él no tenía la culpa de nada, pero estaba demasiado asustado que, no podía pensar las cosas con calma. No volvió a dirigirme la palabra, y yo me limite a quedarme estático justo en la puerta, mientras mantenía aun mi mano sobre la perilla de la puerta. No quería ni imaginarme lo que me encontraría detrás de ella.

— Estoy listo – su voz retumbo en mi cabeza a pesar de apenas sonar como un susurro. Cerré mis ojos y trate de no pensar más en lo que pudiera pasar en los minutos siguientes.

— Bien… Yo… lo siento – dije al momento de abrir la puerta y salir para cerciorarme de que el pasillo estuviera libre. – Vamos. – lo llame en cuento había recorrido la mirada por los al rededores.

— ¿Mi padre… está muerto? – me pare en seco. La verdad, ni yo sabía si aún lo estaba.

— No… Sigamos.

 Ambos caminamos en silencio rumbo a la siguiente planta. Lo mejor que podíamos hacer para salir de aquí era subir al siguiente piso y buscar algún lugar donde ocultarnos mientras ideaba algún plan para escapar. La verdad sabía que solo posponía lo inevitable… Dimitri tenía la mansión más que vigilada por cámaras en todo lugar. ¿Qué pretendía exactamente en realidad? Ganar tiempo…

“La princesa corrió a sus brazos sabiendo que esa sería la última vez que le viese y, soportando el dolor en su pecho lacerándole por dentro, se refugió una vez más en esos brazos que tanto extraño.”

 

— Noah… - me sostuvo de la mano, impidiéndome seguir avanzando por las escaleras. – No tienes que hacer esto. Si me ayudas…

— Lo que yo haga no tiene nada que…

— ¡Si lo tiene! – su voz me hizo hacerle mirar de frente algo asombrado. Nunca lo había escuchado antes alzar así la voz. – Es tu vida de la que estamos hablando… Por favor. Regresa con Dimitri…

— No puedo…

— Mátame Noah…

 — No… - sin quitar la mirada de sus ojos verdes, me  acerque y me permití un abrazo con él… el último. – Lo lograremos. – sabía que era mentira pero… ¿No es mejor soñar?

 Corrimos cogidos de las manos, como si realmente creyéramos que teníamos la más mínima esperanza de salir. Solo unos tres sujetos aparecieron en nuestro camino, los cuales asesine sin ningún problema. Sin embargo, las explosiones en la mansión me hicieron ponerme tenso y es que, aunque significara una posible oportunidad, también cabía la posibilidad que antes de encontrar hombres leales a Víctor, termináramos en manos de Dimitri.

 Las explosiones parecían estar más cerca de nosotros al igual que el correteo de varias personas. Nos tenían rodeados.

— Noah – apretó con fuerza mi mano – tienes que…

— ¡No! – Grite desesperado – ya le dije que… - no sabía ni que decirle y sin más, corrí en dirección de aquel viejo cuarto. – vamos. – solo lo oí soltar un suspiro pera después entrar obedientemente. Yo lo seguí enseguida y me asegure de reforzar la entrada.

— Solo una vez había estado aquí. – comento como si nada al momento que se sentaba frente a la cama de la pared que estaba cerca de la cama. – Según sé – prosiguió – era del hijo de Dimitri.

 Camine hasta donde él y me senté justo frente a sus ojos, mientras me dedicaba a observarlo, el siguió relatando.

— Dicen que él mismo lo asesino, ¿Crees que sea cierto?

— No… - la verdad era que si, así que… ¿Qué oportunidades tenía su hermano, si ese hombre fue capaz de matar a su propio hijo?

— Yo tampoco – sonrió – me gustaría saber qué fue lo que realmente paso con mi primo… ¿alguna vez te ha mostrado alguna foto de él? – Solo negué – mi primo era sumamente apuesto y tranquilo. Era todo lo contrario a su padre… pero, como siempre, mi tío termino arruinándolo. Por eso se fue y la verdad, no lo culpo. A veces igual me gustaría escapar de todo… - vi como dejo caer su cabeza contra la pared, mirando al techo, como si aquello le fuera a dar las respuestas que siempre estuvo buscando.

— ¿Un cigarrillo? – ofrecí y el acepto gustoso.

— ¿Sabes que esta cosa te quita años de vida? – ante aquello solo reí.

— Bien… supongo que en estos momentos eso es lo de menos. Lamento no tener nada que ofrecerle para tomar.

— Un buen vino nunca esta demás… es una lástima. ¿Has estado enamorado Noah? – Eso sí que me sorprendió y él se dio cuenta de ello- Yo una vez… hace tiempo, cuando aún era un pobre e ignorante chico de escuela. Fue la primera mujer con la que mantuve una larga relación, y digo larga, porque duro dos años. Éramos dos niños jugando a los enamorados… pero me rompió el corazón. Era francesa y dos años mayor que yo, ¿sabes? Su cabello rojo hacía llamar la atención  a más de uno pero… ella me había elegido a mí, o eso pensé por mucho tiempo. Era joven y bonita, todo lo que hombre desearía y es que a pesar de ser una  niña, ella aparentaba ya ser una mujer. Jamás la llegue a tocar más de simple caricias en las manos o, besos inocentes en las mejillas pero, al parecer eso no era lo que ella quería…. Ella huyo con mi primo en cuanto cumplió los quince… -aquello me dejo algo… ¿choqueado, triste? Aquello sí que debió ser un golpe duro. – pensaras que es estúpido pero… después de aquello, mis relaciones nunca funcionaron y me volví solo un pobre hombre viejo y solitario.

— No eres viejo – replique.

— Eso no quita que te lleve más de diez años. – sonrió. – Bueno, al menos puedo decir a mi favor que el que me quedara solo fue por mi horrible cara. Es mejor que decir que porque soy pésimo en la cama o porque soy un amargado treintón.

— No lo eres – dije- yo he comprobado que ambas cosas son mentiras. – ante aquello él solo rio – Siéntete agradecido por mi sinceridad.

— Si… - los pasos se hacían cada vez más cercanos a nosotros. - ¿Noah?

— ¿Si?

— ¿Sabes dónde van los muertos?

— No…no lo sé – sonríe. - ¿Otro? – ofreciendo otro cigarrillo.

—Si… Yo tampoco lo sé – respondió.

 

“En cuanto el sol se ocultó, la princesa regreso al castillo donde estaban esperándola. Pero no se arrepintió, porque por lo menos, había conocido el verdadero amor. Y aunque caminara hasta el mismo infierno, no tendría miedo, mientras esos brazos la estuvieran esperando al regresar.”

 

— Es una lástima… - susurre, pero aun así logró escucharlo – me hubiera gustado despedirme del enano…

— ¿Por qué? – preguntó al tiempo que se le acomodaba a mi lado y el ruido del exterior se escuchaba más cercano a nosotros.

— Porque me gustaría que me abrazara antes de dormir… - quizás era el miedo, o el dolor de nunca más volver a verlo, pero, poco a poco, un par de lágrimas empezaban a escapar de entre mis ojos. Ante aquello, apretamos ambos más fuertes nuestras manos, dándonos así, un poco de valor. – Sería bonito volver a nacer y encontrarnos de nuevo.

— Si... lo seria.

Notas finales:

 No me maten por el lemon, pero es que soy mu poco creativa para eso - me gusta leerlo pero soy mala haciendolo jajaja - 

Plis, quiero comentarios TQT

Superemos el marcador del anterior XD


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).