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Zero por himiko-chan

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Notas del capitulo:

Bien, como prometí, aquí tienen el capitulo de esta semana :3

Como estoy de vacaciones y ando de buen humor, creo que tendran un capitulo cada semana pero si por algun percanse no logro terminarlo en la semana, sera en dos XD

Asi que espero mucho sus comentarios para inspirarme a escribir :D

Capitulo 3


Mamá siempre decía que yo era su mayor milagro, su sueño hecho realidad; su esperanza. Si me lo preguntan, creo que soy quien destruye todo eso y más.


Cuando nací mamá dijo que pudo ver los copos de nieve caer, dijo que era por que el cielo se alegraba de mi nacimiento. Mi madre fue la única que creía en aquello, para mi padre, no significo nada; para él no existo.


Me gustaría tanto cumplir su sueño.


— Nozomi-sama. Despierte por favor.


— Cinco minutos más…


— De hecho… Faltan 20 minutos para llegar a la escuela.


— ¡Demonios! – Me levante como rayo y miré furioso al culpable - ¿Por qué no me levantaste antes Hatori?


— Lo intenté – respondió sonriéndome – pero el joven amo es algo… pesado en cuanto a dormir.


— Mmm… - bufe – de todas maneras, debiste intentarlo. – le dije mientras empezaba a quitarme la piyama. Él como siempre, se acercó a ayudarme y de nuevo, me paralice.


Veo como lentamente me despoja de la camisa y siento levemente sus dedos rosar mi piel. Es tan extraño y a la vez tan relajante, pero algo imposible, me digo a mí mismo cuando pienso en ello.


— Ya está bien así, yo lo hago. – me aparte de él, seguir junto a mí, me hará hacer cosas estúpidas. – Sal de aquí Hatori.


— Como usted ordene. – así es, todo lo que yo ordene lo cumplirá sin falta, por que él solo es un simple sirviente mas.


 Solo deseó ser libre al fin de esta prisión, irme tan lejos como mis fuerzas me lo permitan. En este lugar solo soy un indeseable, un ser invisible para todos los miembros de esta familia; a veces temo cerrar los ojos temiendo ser asesinado a media noche.


 Bajé ya con el uniforme puesto, algo mal arreglado para ser enojar al viejo estúpido de mi padre, quien como siempre, ya estaba en el comedor con el periódico en mano mientras degustaba su desayuno.


— Buenos días. – le salude con gran indiferencia, solo lo hacia por obligación.


 


— Tarde como siempre Nozomi. – su gélida mirada como siempre tratando de infundir en mi ese miedo, haciendo de esa forma tenerle respeto o algo así, cosa que claro, no tienen de mí.


— Lo siento padre – respondí con sorna en mi voz – creo que me pase de nuevo en copas ayer. Una muy buena fiesta. – se molesto, lo puedo notar, eso solo me hace sonreír aún más. – Bueno, siento mucho no poder quedarme, pero la escuela llama. Que tengas un buen día padre. – y sin más, bajo la terrorífica mirada de mi padre, salí con mi mochila en hombros al auto donde me esteraba ya Hatori.


— No deberías hacer eso Nozomi-sama. – me reprendió mientras me abría la puerta trasera del auto.


— Lo que yo haga Hatori, no debe importarte en lo más mínimo. – estaba molesto, con mi padre, con él, con todos. Ese era mi día a día con mi maravillosa familia, por suerte mi hermanastro no vive ya con nosotros – vámonos.


— Si…


Mire por la ventanilla del auto el paisaje a mí alrededor mientras me recargaba en ella. Toda la nieve había desaparecido ya, ahora los arboles empezaban a florecer de nuevo. De nuevo la maldición había pasado y como cada año, nadie lo recordó, a nadie le importo. Ni Hatori lo recordó, aunque la realidad es que, se tiene prohibido mencionarlo. En casa es como si fuera un tema tabú el solo hablar algo acerca de mí.


Por eso, como cada año, pasaba navidad y año nuevo en casa de mi tía Victoria. Después de todo, ella solo me tiene a mi y yo a ella; así a sido desde que mamá murió.


A mi padre ni si quiera le importó su muerte. Para él, solo fue un alivio al fin de deshacerse de ella y al fin poder estar con su asquerosa amante. El solo hecho de recordar aquello me pone furioso. Algún día yo matare a mi padre; solo yo debó tener ese honor.


Ni si quiera me despedí de Hatori, simplemente salí a toda prima del auto. Odio ponerme de esa manera, tan… patético. Pero mi odio a hacia todas las personas que trabajan para mi padre, logran superar el amor que siento por Hatori. Después de todo, sé que tendré que pasar sobre él para poder llegar a ese maldito, aunque eso incluya asesinarlo a él también.


Las clases continuaron tan aburridas como se debería esperar en un colegio para un montón de idiotas ricos. Sé que ahora mismo me he llamado idiota y no es algo que  corregir. Después de todo, ¿Quién es más idiota al creer posible poder matar a su padre? Solo yo. Solo a este idiota se le ocurre el pensar que eso es posible y aunque sea algo imposible sé que algún día lo lograre.


Las chicas nunca faltan a mí alrededor; al parecer soy bien parecido para ellas, para mi padre, un maricón de mierda. Sí, ser igual que tu madre no es siempre te trae cosas buenas, pero estoy orgulloso de eso y no parecer un maldito asesino.


 Algunas veces el recordar a mi madre es realmente doloroso; en especial su muerte. Desde que ocurrió solo he tenido a Hatori a mi lado.


Ella me dio sus bellos ojos color miel y su cabello rubio tan claro como los tenues rayos del sol y, sobre todo, su color de piel clara. Yo jamás he pasado por un japonés, ni si quiera creen que ese hombre sea mi padre; amó eso.


— ¡Nozomi! – voltea ver a mi amigo Richard, un chico mitad japonés igual que yo, que venía a gran velocidad hacía mí. – al fin… - se veía agotado de tanto correr.


— ¿Qué sucede? – pregunté algo preocupado por su actitud.


— Unos hombres te buscan. Creo que son de tu padre.


— ¿De mi padre? – eso era extraño. Él nunca envía a nadie por mí, a no ser que sea Hatori y a él Richard lo conoce. - ¿estas seguro? – tembló levemente. Algo andaba mal. - ¿Qué sucede Richard?


— Por favor, ven…. – bajo su mirada, evitando así lo viera a los ojos, él mejor que nadie sabe que sé distinguir cuando me mienten.


— De acuerdo – no tenia idea de lo que fuera a ocurrirme, pero este chico ha sido mi amigo por 3 años, no me traicionaría fácilmente.


Caminé con algo de temor a su lado, tenía miedo, sabía que pertenecer a una familia Yakuza nunca te traía nada bueno. Miré a mi compañero, temblaba y estaba tan blanco como una hoja de papel. Pasará lo que pasará, tenía que protegerlo.


Me llevó a unas tres cuadras lejos de la escuela, donde nadie podría escuchar nuestros gritos. El callejón estaba completamente rodeado; unos 10 tipos esperaban por nosotros. No eran amigos de mi padre, eso era más que seguro.


— Hasta que llegan. – por su apariencia de matón que se traía, era seguro que fuera el líder. – pensé que te habías arrepentido. – sonrió.


— ¿Dónde esta mi hermana? ¡Ya cumplí con el trato! Por favor… mi hermana pequeña. – lo miré sorprendido. Así que era por eso, ni yo podría culparlo. La familia siempre esta sobre los amigos, que patética forma de terminar.


— Tráiganla. – vi cuando sacaron de aquella camioneta negra a su pequeña hermana. Esos bastardos no les interesaban usar a inocentes para tener lo que querían y ellos me querían a mí.


— ¡Hermano!


— ¡Luisa! Gracias a dios…. ¿estas bien?


— si, pero tenia mucho miedo.


— Lo sé, todo estará bien ahora. – la abrazo con dulzura y con fuerza, como temiendo que fueran a quitársela. Por un momento pensé en mi hermanastro, como si fuera posible que hiciera algo así por mí. Mi depresión volvía con mas fuerza y sonreía ante ello.


— Vete rápido de aquí Richard. – le dije.


— Pero…


— Ya me tienen. Así que déjenlos ir. Iré sin oponerme. –contesté decidido.


— Un joven tan valiente. Eso me gusta – me asqueaba la manera en que me miraba. No soy idiota para no entender sus intenciones – Bien, inclusos si avisa a tu padre, estaremos muy lejos ya. Su auto espera, suba por favor. – señalo con elegancia y burla.


— Nozomi… - Richard me sostuvo del brazo. Sabía que estaba preocupado, pero el quedarse ahí, solo provocaría que los mataran a ambos, ya suficientes muertes tengo que cargar en mi conciencia para agregar más.


— Estaré bien. Ellos me necesitan vivo. Vete ahora, antes de que ellos cambien de opinión. –el asintió y, tomando fuertemente a su hermana, desapareció de aquel lugar.


— Tienes un buen amigo. – susurro a mi oído cuando subía a la camioneta.


—Bastardo… - después de utilizarlo de tal manera… ¿Quería hacerme enojar?


— Pasaremos un largo tiempo tú y yo... – de la nada, entre otro sujeto y él, me sujetaron para poder ponerme un pañuelo en la cara.


—Que….


Segundos después, todo se había vuelto negro….


 


 Maruyama Hatori, si se podía describir a ese hombre en una palabra seria en…peligroso. Nadie era capaz de soportar estar mucho tiempo con él, su sola presencia los intimidaba. Era alto, de buen porte y atractivo hombre que apenas entraría a los treinta. Sus cabellos negros siempre estaban pulcramente alisados y su vestimenta, siempre de negro, siempre de traje.


No era conocido para nada como un hombre descuidado, cada uno de sus movimientos siempre estaban planeados con sumo cuidado. Así es su personalidad, justo como debe de esperarse de uno de los de los tres primeros pecados; para ser exactos, el número 2.


Pero él no solo era el asesino de la familia Dangentsu, sino que era la mano derecha de Kazuyoshi Asami y, sobre todo, el guardián del hijo más joven de este.


Estuvo con él desde que nació, en ese entonces apenas tenía 13 años. Desde la primera vez que lo vio, supo que al igual que todos, tendría un talón de Aquiles. Y con cada año que pasaba, lo confirmaba más. Nozomi era su posesión más preciada.


 Lo amaba, y lo quería solo para sí, pero el solo hecho de pensar aquello podría costarle la vida. Además, demasiado tenía que soportar Nozomi como para agregarle sus estúpidos sentimientos. Por él haría lo que fuera, incluso ir en contra de su maestro, asesinarlo incluso.


— Hatori. El jefe te llama.


— Sí. – apenas había vuelto de terminar un trabajo. Odiaba que lo molestaran tan pronto, cuando lo único que quería hacer era esperar a que el chico apareciera por su habitación como hacia todas las noches y charlar por horas y horas de cosas tontas y sin sentido o, simplemente, observarlo dormir. Él mismo sabia lo enfermo que estaba por pensar tanto en el chico de esa forma, en especial sabiendo que jamás seria considerado digno de un solo sentimiento de parte de Nozomi.


 


 Noto algo extraño, todos parecían alterados, unos más que otros y ninguno se atrevía a mirarlo a la cara, como si en cualquier momento temieran que fuera contra ellos; como siempre, no le tomó importancia.


 En cuento entró a la habitación principal miró directamente a quienes tenía enfrente; ahí´ no solo estaba el líder de la familia, si no también, el hijo mayor de este. Ambos mantenían una expresión demasiado seria, no era raro en el mayor, pero Rey, no era así, solo cuando algo realmente andaba mal.


— Siéntate Hatori. – ordenó su jefe y él obedeció. – Esto nos llegó hace hora. – este le mostro un sobre negro del que sacó un DVD. – ponlo Rey.


— Si padre. – temblaba, ese chico que tenía casi la misma edad que él, a quien nunca había visto de ese modo, estaba realmente temblando. ¿Qué demonios ocurría?


— Bonanotte il mio compagno. – ese hombre... Víctor Cacciatore. Apretó con fuerza la silla donde se encontraba. Por alguna razón, no quería seguir viendo. –Esperó te encuentres bien, porque yo lo estoy – sonrió – como sabrás, ahora yo estoy a cargo de cada uno de los territorios de mi hermano, por desgracia, no todos comparten mi alegría... Eso es muy malo de su parte – entendía cada palabra que decía, su ingles era perfecto. - ¿sabes que eso hiere mis sentimientos? Por eso, tuve que tomar medidas extremas. Y no encontré mejor forma que quitándoles algo que amaran. – vio cómo se levantaba de donde estaba y caminaba hasta una puerta que se encontraba frente a él. Cuando la abrió, sintió un enorme escalofrió. Ahí dentro, estaba una niña, una niña china. – mi buen amigo  Zhu Lin se negó al igual que tú que yo entrara en el consejo, lo cual fue una muy mala idea – azoto con fuerza la puerta y sonrió, enchanchándola, como si fuera un niño a punto de cometer una fechoría. – y también tengo algo tuyo. ¿Y sabes que fue lo mejor? No solo es algo importante para ti, sino también para esa mujer, Victoria.


 


Hatori se levantó furioso de la silla, su mirada se encontraba clavada en el rostro de aquel hombre. Lo mataría, y nadie podría detenerlo.


 


— Fue tan fácil. – su voz se había vuelto suave, disfrutando cada palabra que salía de su boca. – Un niño muy obediente y tan sacrificado…. – dijo mostrando una cara de realmente sufrimiento – como su madre. – terminó con una enorme sonrisa. – tu chico no se resistió para nada y fue tan rápida su muerte…


 


Hatori sintió en alma abandonar su cuerpo. Ese sentimiento jamás lo había sentido. Era como tener un hierro ardiente contra su pecho. ¿Y ahora qué? Se preguntaba.


 


— ¡Solo bromeaba! – la furia que sentía en ese momento, ya no le importaba que su jefe se diera cuenta de lo que sentía por su hijo. Las risas de aquel hombre solo acrecentaban su cólera. – Espero no estés enojado por eso, aun así, no garantizo que viva mucho. Hacemos todo por la familia; velamos por su bienestar, procuramos darles lo mejor y cumplir cada uno de sus caprichos, y mi hijo quiere algo, pero es tan difícil de conseguir – dijo mostrándose afligido – así que le dije, “hijo, te daré el control de los territorios de Asami”, pero eso era tan difícil también, o eso creía. Porque tú me darás todo tu poder a mí y tu lealtad por la vida de él. – la enorme pantalla detrás de él se encendía, mostrando a él joven amordazado, mientras era sujetado por un sujeto con mascara negra. Por lo visto, estaba drogado.


 


No podía hacer nada, sabía que ese hombre era capaz de todo, menos, entregar todo su poder y lealtad por la vida de Nozomi. Ese hombre no lo amaba, ni si quiera lo veía como su hijo.


 


— Estaré esperando tu respuesta Asami. Esperó escojas bien. – y el video finalizo.


 


— Tomar rehenes es algo típico de escoria como esa. – dijo con calma el mayor.


 


— ¿Qué desea que haga? – apretó con fuerza sus puños, no quería terminar matando a ese sujeto.


— Por más que me duela, es muy tarde para Nozomi. – aquello le cayó como un balde de agua helada. Tanto él como su hijo, Rey, lo miraron con gran odio. –El pensar que respetara su trato sería estúpido, todos terminaríamos muertos.


— ¡¿Y lo dejaras a su suerte?! – Le grito furioso Rey - ¡Es tu hijo padre!


Les dio la espalda a ambos. — Lo sé Rey. Es por eso que… Hatori ira a vengar esta ofensa contra ellos. Lo más seguro es que Victoria haga lo mismo.


— ¿Ni si quiera trataras de salvarlo? – pregunto entre lágrimas el hijo mayor.


— ¿Realmente crees que aun estará vivo cuando llegue Hatori? – esa pregunta calló al joven. – Pudiste ser tú en vez de Nozomi. Agradece el sacrificio que ha hecho por la familia Rey. Pueden retirarse… y Hatori, partirás en la mañana.


Rey salió hecho una bestia. Se sentía tan inútil, tan impotente para ayudar a su hermano menor. Lo quería, si, a pesar de ser solo medios hermanos, de ser él el hijo de la amante de su padre. Amaba a Nozomi. Nunca le había hecho daño a nadie, podría ser un completo mocoso en ocasiones, pero no se merecía nada de eso.


— No esperare a que amanezca para ir por mi hermano. – le dijo firmemente – Iré contigo o sin ti, no obedeceré ninguna orden más de ese maldito viejo.


— Es peligroso que vallas – declaró – ahora, tú eres su único hijo. Estarás doblemente vigilado.


— No me importa – respondió – Es mi hermano Hatori. – lo miro directamente a los ojos y supo que no mentía, nada le impediría ir por él. – Sé que no ganare el premio al hermano del año pero… a pesar de todo, Nozomi nunca me ha recriminado nada. Él y yo no solo compartimos la misma sangre, también el mismo dolor. – sí, ambos habían perdido a sus madres. Primero Nozomi y, tres años más tarde, él, sabia lo que era estar solo y comprendía que el dolor de Nozomi era mucho mayor que el de él, por que cuando su madre murió, él ya era lo suficientemente mayor para defenderse del mundo solo, pero Nozomi…


— Te espero en el auto en 10 minutos. – y sin más, dejó solo al peli castaño.


— Ahí estaré.


 


Me sentía mareado y con las piernas entumidas. ¿Qué había pasado? Ah…Ciento, me secuestraron… Tal vez ya esté muerto. Supongo que el que sienta dolor es bueno, eso quiere decir que sigo vivo, ¿no?


Trate de moverme, pero mis piernas no me respondían y lo peor de todo, no veía absolutamente nada.


— ¡Demonios!... ¿Qué…? – era un ataúd. ¡Estoy en un maldito ataúd! - ¡Sáquenme de aquí! ¡Malditos imbéciles!.... – tengo tanto miedo… la oscuridad parece que de un momento a otro me absorberá…. - por favor…. – Sé que llorar no me servirá de nada. Quiero salir, quiero estar en casa… Ver a mi hermano, a Hatori, incluso a mi insensible padre. Tengo miedo de morir... – Hatori… por favor… Ven por mí. – y mis lamentos continuaron.


— No llores princesa, pronto llegaremos a tu nuevo hogar. – era de nuevo aquel sujeto. El que me escuchara me hacía sentir realmente patético. – Pronto jugare contigo. No te dejare ni una sola noche solo. – su risa comenzó a inundar el lugar.


 Nunca nadie me ha tocado antes y el solo pensar que ese sujeto podría hacerlo, me hacia cuestionarme que era peor, ¿morir o ser torturados por ellos? Ambas suenan tan mal.


— ¿Y tienes un plan? – preguntó con interés su compañero. Hatori había olvidado lo molesto que puede ser este aquel sujeto.


— No. – respondió.


— Al menos dime que sabes dónde buscar. Eso me ayudaría a tranquilizarme un poco, ¿sabes?


— No tengo idea. – pensándolo bien, debió investigar más sobre eso, pero el tiempo corría. Cada segundo que pasaba contaba. – Tengo que hacer una llamada.


— ¿Ahora? Sabes que son las 2 de la mañana, ¿Verdad?


— No sabes cuándo callarte, ¿Verdad? – recalcó.


— Había olvidado lo amargado que sueles ser Hatori. Esa es la razón que no has conseguido una buena chica como yo. El trabajo no lo es todo amigo. – sin tomarle la mas mínima importancia siguió con la llamada.


— Hola. Necesito que me devuelvas el favor. – Dijo sin más.


— Hatori, que sorpresa. Debó decir que esto es… inesperado, pero dime, ¿Qué necesitas? Realmente estoy en una situación algo… complicada y dudo que pueda serte de gran utilidad.


— En cuento tiempo te tomaría llegar hasta Roma.


— Un par de horas, no me digas que… Cacciatore… - su voz se tenso y parecía que del otro lado se llevaba a cabo una acalorada discusión.


— Si Leo, ¿Cómo lo sabes? ¿Acaso ellos…? - ¿esos sujetos realmente pretendían tratar de negociar con la familia Sergéevich?


—  Creo que tenemos un problema similar. Ese maldito, esta atacando a cada familia de los siete grandes. Al parecer, nos han traicionado a ambos.


— ¿A quien tiene?


— A mi sobrina. – Respondió - Hace un par de horas llego un sobre y un video. Y bueno, digamos que mi hermano esta algo fuera de control. De hecho, nos dirigimos para Roma. Quizás tengamos el mismo destino.


— De acuerdo. Te llamaré en cuando llegue. Adiós. – finalizó.


— Así que no iremos solos. – aunque no había escuchado por completo la conversación, entendió muy bien el mensaje.


— Si ellos quieren empezar una guerra, es mejor ir preparados. Además, hay ciertos tipos de personas a las que debes evitar. Los Sergéevich son los principales en la lista.


— ¿Y que tan malo es?


— No quieres ni saberlo, créeme.


 


 Cerró con violencia su teléfono y observo a su hermano en el suelo, completamente abatido y destrozado.


— Así que quiere jugar con fuego Cacciatore. Pues empecemos. Nadie se burla de los Sergéevich y sale vivo…


 


 


 


 


 


 


 


 


 

Notas finales:

>.< Ya pronto aparecera Axel, aunque creo que cuando eso ocurra me  odiaran TwT.

Hasta la proximaa¡¡¡


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