Noche De Insomnio
Doce. Ya eran más de la doce de la noche y aun no podía pegar ni un ojo.
Zoro se removía inquieto e incomodo entre las sabanas de su cama sin lograr quedarse dormido, a un y a pesar de lo cansado que se encontraba debido a la fuertísima tormenta que había azotado el barco hacia tan solo un par de horas atrás gracias al mas que impredecible y molesto clima del Grand Line.
Resignado se levanto intentando hacer el menor ruido posible para no despertar a sus compañeros de cuarto, quienes dormían a pierna suelta en unas posiciones que, para la gente “normal”, serian mas que imposibles de realizar.
Salió a cubierta aun escuchando los fuertes ronquidos de sus nakama, cerrando los ojos complacido y disfrutando la serenidad de aquella exquisita noche. Ya mas despejado se encamino con paso calmado hacia el puesto de vigía con la intensión de recoger un par de pesas y realizar un pequeño entrenamiento nocturno a la espera de que el cansancio tomase presa su cuerpo y el sueño le dominara nuevamente como siempre lo había hecho.
Subió lentamente por la escala exterior que conectaba su gimnasio personal con el resto del barco y abrió con sumo cuidado la escotilla que daba a su destino, topándose casi al instante con el cocinero de la tripulación sentado en uno de los amplios sillones mientras fumaba parsimoniosamente un cigarrillo casi consumido en su totalidad.
Sanji veía mas que confundido al recién llegado puesto que el sabia de sobra que el espadachín peli verde siempre era el primero en caer dormido fuese la situación o el lugar en que se encontrasen. Además, claro esta, de sus habituales siestas durante el día en los sitios más recónditos del barco.
Zoro sonrió arrogante al dar con la respuesta a tan estúpido enigma ¡Con que eso era! Se había olvidado por completo de que esa noche le tocaba guardia al rubio según los mandatos de la navegante.
Empezó a acercarse con la lujuria pintada en su rostro mientras se relamía lentamente los labios, imaginando las mil y una cosas que podría hacer con ese delicioso y flexible cuerpo bajo su merced.
Mientras que el rubio, tan o inclusive mas complacido que su compañero al darse cuenta lo que en realidad ocurría le devolvió ansioso aquella sonrisa pervertida, alzando su única ceja visible en un gesto divertido.
El cocinero se lanzo a los labios ajenos, devorándose mutuamente con unas ansias y una pasión que eran completamente conocidos entre ellos, tratando de recorrer con ambas manos el cuerpo ardiente y musculoso de su amante.
Hacia ya tanto que no lo hacían…
Y al peli verde por una vez en su vida no le importo quedarse despierto por culpa del insomnio. Después de todo ahora tenia entre sus brazos a un muy conocido rubio que le ayudaría a evitar a aburrirse durante las extensas horas que aun le quedaban todavía por delante.
Y eso que su entrenamiento nocturno recién estaba comenzando…
¿The End?