Ambos ya llevaban algunos minutos besándose con desenfreno, recorriendo el cuerpo contrario con ambas manos, como si estas no fuesen suficientes para poder sentir a la otra persona y llevarla hasta el mayor éxtasis sexual como siempre hacían durante sus sesiones.
Zoro separo sus labios, desplazándolos hacia la nívea piel del cuello del rubio; robándole suspiros y dejando marcas rojizas y lametones que sabía que luego, el cocinero le regañaría y le obligaría a usar un pañuelo al menos por un par de días.
Sonrió diabólicamente al ver el estado en el que estaba Sanji luego solo de unos minutos de caricias, sintiendo como la lujuria se apoderaba de su cuerpo al notar como el rubio rosaba sus caderas contra su entrepierna en busca de más contacto.
-vaya, vaya-comento el espadachín, apretando con fuerza la entrepierna del cocinero y sonriendo aún más al oír el gutural gemido que escapo, sin proponérselo, de su garganta- veo que estabas algo necesitado ¿no crees?-
-¿y tu mmmm no deberías estar durmiendo a esta hora, marmota ahhh verde?-pregunto el aludido, sabiendo a ciencia cierta lo que se traía el marimo entre manos-
-venga, no te pongas así-contesto el espadachín, apartando las manos del cuerpo del cocinero y relamiendo sus labios al ver su cara de desconcierto- y como la última vez estuviste muy altivo, ya sabes lo que quiero escuchar jejeje-
El rubio agacho la cabeza, sintiéndose completamente derrotado.
Era cierto que, durante la última sesión de sexo, el había intentado por todos los medios tomar las riendas de la situación, pero sin resultado alguno. Sabía que Zoro era un animal en la cama, que le gustaba tener a su presa completamente sumisa y a su merced, escucharla pedir por más cuantas veces fueran necesarias para calmar su sed de sexo y de lujuria…. Y que, había sido por esa misma razón, que el marimo le había castigado…
Si, le había castigado. Zoro le había evitado durante un par de semanas, intentando que el cayese de una vez a sus instintos más básicos, provocándole constantemente incluso rente a sus damas sin tener remordimiento alguno.
Lentamente una sonrisa malvada se instaló en sus labios ante la idea que surcaba aquellos instantes su torcida mente. Si bien el marimo quería jugar, jugaría. Este era un enfrentamiento en el que el también podía participar y salir victorioso.
Le cobraría a su pareja todas y cada una de las provocaciones y la abstinencia de esa semana con creces… después de todo, había logrado soportar estar distanciado de su novio durante tres largas semanas. Podría soportar otro tanto más…
Comenzó a desvestirse lentamente ante la atenta mirada del peliverde, acariciando su cuerpo sin pudor alguno mientras relamía sus labios con deseo.
Ahora era el quien quería probar el aguante del peliverde, quería ver que tan lejos podría llegar antes de explotar como una bestia en celo. Quería saberlo, quería saber si esa resistencia suya de la que tanto alardeaba por sus largas horas de meditación le servirían en aquellos instantes… se aprovecharía al máximo de la situación y no le daría descanso al marimo hasta verse saciado por esas tres semanas en que el sexo y el placer se le habían visto prohibidos…
-anda Zoro, cierra tu boca-comento entre leves gemidos de placer el rubio, contento al ver los excelentes resultados que su plan estaba dando- ahh ya que no quieres tocarme mmm deberé terminar yo mismo con esto-señalo su ya más que hinchada entrepierna mientras la masturbaba- debo mmm seguir con mi guardia, no soy un vago como tu ahhh ah~-
Siguió con su trabajo bajo la mirada inquisidora del peliverde, quien cada vez podía controlar menos sus impulsos y no lanzársele encima al ver tal espectáculo.
Mordió sus labios con fuerza hasta prácticamente el punto de hacerlos sangrar al ver como el cocinero internaba dos de sus dedos en su estrecha entrada y se auto penetraba con ellos. Su ritmo en su mano tampoco había disminuido, más el contacto visual entre ambos seguía vigente; torturando cada vez más al peliverde al leer claramente las intenciones que Sanji le trasmitía con la mirada: “¿te rindes y me follas de una vez, Marimo…?”
Aquella idea era cada vez más y más tentadora, hasta que sin darse cuenta una de sus manos se había desplazado hasta el cuerpo del rubio y empezaba a colaborar con su estimulación, acariciando su pecho y torturando sus rosados pezones.
El cocinero jadeo extasiado al ver que su plan había servido, sintiendo como la mano libre de Zoro acariciaba el contorno de su entrada introducía tres dedos más de sopetón, sin contemplaciones para empezar a moverlos a un ritmo desenfrenado.
Sin poder aguantar un segundo más aquella deliciosa tortura el cocinero se vino copiosamente, manchando parte de la cara de su pareja al este encontrarse arrodillado frente a él.
Zoro quito sus dedos de su interior y lamio los restos de semen esparcidos en sus piernas para luego cargar a su novio y penetrarle de una sola estocada, sin darle tiempo siquiera para reponerse del orgasmo que aun hacia mella en su cuerpo.
Siguió embistiéndole a un ritmo altamente peligroso, logrando que el miembro del rubio se pusiera en pie rápidamente.
Escuchar los gemidos y gimoteos de placer que emanaban de la boca del rubio le acercaba cada vez con más fuerza al inminente orgasmo, pero como no quería llegar solo y, porque no, hacer sufrir al rubio por el calentón que le había hecho pasar… quería escuchar de sus labios las suplicas decoradas con su nombre, pidiendo cada vez más y más…
-Gyahh Zo… ¡Zoro!-chillo con fuerza el cocinero al sentir como su amante le apretaba con fuerza la base de su pene sin dejar de masturbarle, impidiéndole llegar a su tan ansiado clímax y volviéndole loco de placer- deja…de…ja…ya…mmm ahh-
El peliverde cambio de posiciones, dejando al rubio estampado contra la ventana de la torre vigía mientas seguía penetrándole con fuerza y rapidez. Los vidrios estaban empañados por las agitadas respiraciones de ambos, que seguían manteniendo aquel ritmo bestial a pesar de que sus cuerpos estaban casi al límite del cansancio.
.ma… mmm marimo…-le llamo Sanji entre placenteros gemidos, sin ya poder contener la saliva que escurría por la comisura de sus apetitosos labios- por mmm favor…déjame que me ahhh corra…-
Contento con su éxito Zoro beso salvajemente los labios de rubio, ahogando entre ellos los sonoros gemidos que escapaban de sus bocas al llegar al clímax.
Cayeron al piso completamente drenados, respirando agitadamente pero aun manteniéndose unidos; abrazados y sin querer dejar aquella cómoda posición por nada del mundo.
Sanji recostó su cabeza en el fornido pecho del peliverde, comenzando a perderse en el mundo de sus sueños debido al cansancio y el agotamiento cuando fue el mismo espadachín quien le arranco una sonrisa ante sus palabras antes de caer definitivamente en la inconciencia.
-aprovecha de descansar, cocinero, que aún no he acabado con tu castigo-le susurro el susodicho en su oído, lamiendo su contorno levemente-da gracias que yo también estoy agotado, pero de ahora en adelante prepárate. Porque ninguna desde hoy, deberás pasar todas las noches en vela, cejitas…-
¿The End?