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Infieles por HatersLove

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Notas del fanfic:

Sí, lo sé, se me va la pinza(?)

Notas del capitulo:

Lo amarán como lo amé yo(?) No me maten -huye-

Como cada martes, Suzuki Akira se encontraba en casa de su nuevo profesor gastronómico.

Entró en aquel edificio situado en el centro de la ciudad de Tokio y se dispuso a subir por las escaleras cuatro pisos arriba. Al llegar, caminó con parsimonia a lo largo del pasillo hasta situarse delante de la última puerta. Pisó el felpudo de “Welcome” de la entrada y llamó con unos suaves toques. Esperó, ansioso, a que aquel chico que había estado frecuentando mucho últimamente le abriese. Escuchó unos pasos apresurados dentro del piso y sonrió mientras veía como la puerta se abría.

-¡Aki-chaaaan!- Un chico rubio vestido con unos jeans desgastados y una camisa negra que dejaba entrever parte de su pálido pecho, saltó sobre el bajista sin que éste se lo esperase.- Aiji no está en casa. Estaba aburrido y tú no venías. -Hizo un puchero- Ven, pasa.- El chico le arrastró dentro del apartamento, cogiéndole del brazo. Una vez allí, le sentó en el sofá de la sala de estar.

Reita observó como su acompañante entraba en la cocina y se dedicó, como solía hacer, a mirar a su alrededor y contemplar la decoración de aquella amplia sala. Las paredes, de un blanco inmaculado, estaban cubiertas por grandes cuadros de fotografías en blanco y negro de diferentes ciudades importantes de todo el mundo. La habitación tenía pocos muebles, todos de colores grises, negros o blancos. Que ironía, pensó el músico al recordar la extrovertida y, para nada neutra, apariencia de Maya.

Le vio salir de la cocina con un enorme pastel en una mano y en la otra un par de platos. Se levantó del asiento y caminó con rapidez, dispuesto a ayudarle. Llegó delante de él y cogió la tarta con las dos manos, quedando la de Maya entre las suyas y la bandeja.

Akira alzó la cabeza para mirar al cantante a la cara. Encarnó la ceja en una mueca divertida al ver el ligero rubor del rubio. Éste apartó la mirada y el de la banda en la nariz apretó un poco más el agarre, con una sonrisa maliciosa adornando su cara. Maya se ruborizó todavía más y apartó la mano con torpeza. El otro rio levemente, dio media vuelta sin decir nada y caminó hasta la mesa, donde dejó el pastel.

Se sentó en una de las sillas y miró interrogante al rubio, que se había quedado estático en el medio de la sala.

-¿Vienes o te voy a buscar?- Bromeó Reita. Maya dio un pequeño brinco de sorpresa al escuchar la voz grabe del bajista y se giró para mirarle.

Aquel rubio malteñido le atrajo desde, prácticamente, la primera vez que le vio. Y, claro está, cuando se le presentó la oportunidad de conocerle más a fondo en privado no la desaprovechó. Le dedicó una amplia sonrisa y siguió su camino a lo largo de la estancia.- ¿De qué es la tarta de hoy?- Preguntó Akira, a la vez que seguía con la mirada al cantante.

-Compruébalo tu mismo.- Respondió éste mientras cortaba un trozo de pastel con una cucharita y alargaba la mano hasta situarla frente a la boca de Reita.- Abre - Ordenó. Akira obedeció y dejó que Maya le diese a probar aquel dulce bocado. Saboreó con ganas, y pudo distinguir el sabor del bizcocho, la nata, fresas y un ingrediente que no supo que era, pero que por el gusto pudo intuir que se trataba de algún tipo de bebida alcohólica.

-¿Lleva coñac?- Preguntó aún con la boca llena. Maya hizo una mueca de asco al ver la comida triturada en la boca de su alumno y después rio con ganas.

-¡Marrano! - Le dio un pequeño golpe en la cabeza aun riendo y se acomodó mejor en su asiento. El otro se tapó la boca con la mano y reprimió una carcajada.- Es un licor de cereza.- Respondió mientras cortaba un trozo de tarta para ponerlo en su plato. - Se lo regalaron a Aiji hace una semana y no le ha gustado, así que para no desperdiciarlo, lo he añadido al pastel. - Dijo mientras se llevaba un trozo de postre a la boca.

-Ah… - Susurró Reita. Al bajista le desagradaba que el otro hablara de su pareja delante de él. No por el hecho de que fuese un hombre, si no, por todo lo contrario: su novio era el causante de que Akira no se hubiera lanzado ya a por el vocalista. Aquel rubio le gustaba. Se le había estado insinuando varias veces desde que se conocieron y Maya se había visto obligado a ignorarlo por culpa de se tal “Aiji”. No sabía por qué lo hacía, simplemente se sentía atraído por el cantante y tenía la necesidad de demostrarlo, esperando que algún día aquel chico le correspondiese.

Maya rio interiormente al ver la mueca desganada del otro al haber hecho un comentario sobre su novio y -muy a su pesar- decidió cambiar de tema.

-¿Qué te apetecería aprender a cocinar hoy?- Preguntó.

-No sé… Algo no muy complicado y rápido de hacer.- Dijo mientras acababa de comer la porción de pastel que tenía en el plato y luego se limpiaba la boca con una servilleta. Escuchó como Maya se echaba a reír, soltando grandes carcajadas. Akira le miró interrogante.

-Te has… Tienes… -El rubio intentaba formar una frase coherente pero se veía incapaz al estarse riendo de aquella forma. Se rodeó el estómago con los brazos, sin apartar la mirada del rostro de su alumno. Al ver que éste lo miraba sin comprender y cada vez con más enfado, intento calmarse, consiguiéndolo poco a poco.

Se enjuagó las lágrimas que asomaban por el borde de sus ojos y se acercó lentamente al bajista, quedando sus rostros a pocos centímetros de distancia.

-Tienes un poco de… -Alargó su mano hasta que su dedo índice rozó su boca. Deslizó el dígito lentamente a lo largo del labio inferior, limpiando la nata que el bajista no había retirado con la servilleta. Cuando terminó, Akira le cogió la mano antes de que la apartase y se llevó a la boca el dedo del rubio, lamiéndolo con la punta de la lengua. El cantante dejó de sonreír al instante y su pose pasó de uno divertido a uno serio en cuestión de segundos. -… nata.- Terminó de hablar, quedándose embobado con la imagen que le ofrecía el bajista.

Otra vez, pensó Maya. Reita se le había vuelto a insinuar.

Como había estado haciendo desde que se conocieron, pensó en ignorarlo. ¿Por qué no le correspondía, si aquel rubio malteñido le gustaba incluso más que su novio? Quizás era por eso, porque estaba con Aiji. Pero esa razón no dejaba de ser una escusa para justificar su poca valentía para actuar y corresponder a aquellas incitaciones.

El bajista, aprovechando el despiste del otro, se acercó con los ojos clavados en él y pasó despreocupadamente tres dedos de su mano por la cobertura del pastel que había sobre la mesa. No pensaba quedarse de brazos cruzados cuando sabía que el rubio le correspondía.

Para cuando Maya se quiso dar cuenta, Reita ya había embadurnado parte de su cuello con aquella substancia dulce y pegajosa, bajando hasta su pecho, manchando también su camisa.

-Tu también tienes un poco de… -Susurró con voz ronca contra el cuello de Maya.-… nata.- Y dicho esto, Reita lamió el camino de nata que había dejado sobre el cuello de su tutor, tortuosamente lento, una y otra vez hasta dejarlo completamente limpio, dándole un pequeño mordisco en la nuez al final. Se separó de él para observar mejor su rostro y vio, complacido, como el vocalista había cerrado los ojos, tenía su boca entreabierta y se había ruborizado tiñendo sus mejillas de un color carmesí.

Maya parpadeó lentamente, jadeando y expectante. Se encontró con la mirada del bajista, que parecía devorarle con los ojos. El cantante quiso seguir con aquello, le excitaba, era diferente y nuevo para él y no se sentía forzado como en algunas ocasiones con Aiji. ¿Qué demonios? El hecho de tener una aventura a espaldas de su pareja era algo que le ponía cachondo a más no poder.

-Sigo manchado, Reita-san. ¿Me ayudarás a limpiarme o lo tendré que hacerlo yo solito? – El rubio se señaló el pecho con el dedo índice mientras jugaba despreocupado con uno de sus mechones de cabello, aparentando falsa ‘’inocencia’’. El aludido se quedó estático pensando en lo que le acababa de proponer. ¿De verdad aquel era el chico inocente en el que se había fijado la primera vez? ¿De verdad aquel era ese niño tan tímido al cual se había dedicado a intimidar por pura diversión? ¿De verdad aquel era su Maya? ¿Era él? Se preguntaba. Definitivamente no, pensó. Pero le gustaba. Y mucho. Así que seguiría con el juego, sin pensar en las consecuencias que supondría aquello.

El cantante se avergonzó de su propio comportamiento y bajó la mirada al ver que el bajista no hacía movimiento alguno y se dispuso a pedir disculpas por su actitud. Pero cuando abrió la boca para hablar, Reita se movió con rapidez y le cogió de la barbilla para levantar su cara.

-Claro que te ayudaré.- Respondió Akira contra los carnosos labios del rubio. Acortó la poca distancia que les separaba y junto sus bocas en un beso desesperado.

La lengua de Reita se abrió paso entre los labios de Maya, recorriendo el interior de aquella húmeda cavidad. El cantante gimió dentro del beso al sentir como el bajista había mordido con brusquedad su labio inferior. Su lengua buscó la de Akira de nuevo, empezando así una nueva lucha por ver quién dominaba y quién era sometido. Maya rodeó el cuello de su alumno para profundizar el beso, mientras éste hacia lo mismo cogiéndole de la nuca con una mano y con la otra la cintura, apegando totalmente sus cuerpos.

Se separaron en busca de aire y se miraron, jadeantes. Nunca pensaron que se sentirían tan bien haciendo aquello. Se sonrieron, cómplices.

Reita observó como el pecho de Maya subía y bajaba apresurado y, lentamente, llevó sus manos hasta allí acariciando por encima de la ropa e imaginando lo bien que se vería su profesor culinario sin ella. Así que no esperó más y empezó a desabotonar su camisa con agilidad y rapidez. Se deshizo de ella y la tiró lejos de allí, dejando al descubierto la pálida piel del rubio. Volvió a deslizar la yema de sus dedos por aquel pecho y repasó con el dedo corazón el camino de nata que había hecho anteriormente.

El bajista pensó en devorarle allí mismo. En follárselo y hacerle pedir por más sobre aquella mesa, sobre aquel pastel que había empezado con todo esto. Pero reflexionó y decidió que no era el mejor lugar, ni mucho menos, el más cómodo. Se separó de él nuevamente y Maya le miró extrañado. Akira le sonrió y sacudió la cabeza ligeramente.

– ¿Pasa alg…? – El vocalista no terminó de formular su frase, gimiendo sin pudor al ver que, sin previo aviso, el otro había apretado sus nalgas por sobre del pantalón con rudeza. Reita levantó el cuerpo del rubio de la silla y le hizo enrollar sus piernas alrededor de su cintura. Le alzó sin problemas y llevó a Maya hasta la habitación.

Una vez allí, lo dejó caer bruscamente sobre la cama de matrimonio, situándose entre sus piernas. Volvieron a juntar sus labios y Akira fue descendiendo sus besos hasta llegar al pecho del cantante, donde se detuvo a lamer y mordisquear su pezón derecho, mientras que con una mano masajeaba el izquierdo. Al instante, se endurecieron y se tornaron más rosados que de costumbre. Maya empezó a gemir con ganas, jadeando y apretando las sábanas entre sus dedos.

Aquello encendió más al bajista si cabía, y dirigió su atención al otro pezón, succionándolo con fuerza, para después lamerlo con mimo. Cuando se separó, un hilo de baba lo dejó unido al pequeño botón rosado. Se relamió los labios y lo cortó con la lengua, dejando todo el torso del cantante empapado en saliva. Acarició los costados de Maya con el dorso de las manos, hasta llegar al inicio del pantalón, que dejaba entrever ya su, más que despierto, sexo.

-No sabía que te pondrían tanto unas simples caricias, Masahito-sensei.- Se burló el rubio malteñido, acariciando su miembro por encima de la ajustada tela. Y el sensei gimió. Gimió como no lo hacía desde hacía tiempo.- Tu novio te tendrá desatendido, pobrecito.- Se compadeció Akira.

El rubio se sintió morir de vergüenza y escondió la cara entre sus manos. Pero sus preocupaciones se disiparon cuando vio por el rabillo del ojo la gran erección que aprisionaba el pantalón de mezclilla oscura de Reita. Se descubrió la cara y se incorporó apoyándose sobre sus codos.

-Veo que no soy el único que anda desatendido últimamente… -Maya miró inquisitivamente al otro.

Akira encarnó una ceja, extrañado. Bajó la mirada hasta su entrepierna y pareció sorprendido al encontrarse con su ‘’amigo’’ despierto casi por completo. No se esperaba que con tan solo propinarle a su compañero un par de mimos y lamidas llegara a ese estado.

-¿Te echo una mano, Aki-chan?- La voz de Maya le sacó de su ensimismamiento. Observó como éste le dedicaba una mirada lasciva, carcajeándose interiormente.

El rubio no esperó respuesta alguna por parte de su alumno y, con ayuda de sus brazos, cambió de posiciones sobre el colchón, quedando sobre las caderas de Reita. Sonrió de lado y sin apartar la mirada de los ojos de éste, bajó de la cama para poder deshacerse de los pantalones de Akira. Desabrochó el cinturón y los bajó con rapidez, aprovechando para tocar y acariciar la piel de aquellos muslos, suaves y tersos. Se quitó sus propios pantalones, quedando tan sólo en bóxers.

Maya volvió a subirse sobre las caderas del bajista, haciendo que sus erecciones se rozasen por encima de la tela. Soltaron un leve suspiro al unísono y el cantante se deleitó con las vistas que le ofrecía su acompañante. Se dio cuenta de que éste todavía llevaba puesta aquella camisa azul intenso y la desabotonó con desesperación, ansioso por tener aquel cuerpo desnudo a su merced.

Reita se irguió sobre la cama para terminar de quitarse la prenda, aún con el rubio sobre sus caderas, y sin quererlo, volvieron a friccionar sus miembros por encima de la ropa interior. Ambos gimieron y, para asombro de Akira, Maya volvió a repetir el movimiento. Empezó a balancearse sobre su cuerpo en un delicioso vaivén, frotando sus erecciones una y otra vez, llenando la habitación de suspiros y jadeos.

Un gemido bastante agudo por parte del vocalista, hizo que Reita se sintiera gotear. No pasó desapercibido por Maya, quién detuvo al instante sus movimientos. Se deslizó hacia abajo por el cuerpo del bajista hasta situarse entre sus piernas y le quitó aquel trozo de tela que le impedía verle completamente desnudo. Cuando lo hubo hecho, se relamió los labios con aprensión.

El cantante admiró el pene erecto de su acompañante, grande, lleno y caliente. Lo cogió de la base y se acercó hasta rozarlo con los labios. Le propinó una pequeña lamida al glande, para probar su sabor.

-Creo que he encontrado una nueva golosina que llevarme a la boca.- Confesó, ya sin ninguna vergüenza, Maya. Reita soltó una gran bocanada de aire al escuchar aquella declaración y movió sus caderas hacia arriba, buscando de nuevo el contacto con el vocalista.

Maya le miró y sin perder el contacto visual, paseo su lengua a lo largo del miembro de su acompañante, de arriba abajo, repetidas veces. Aprisionó con sus labios la punta y de un solo movimiento, se metió de golpe todo lo que cabía del miembro de Akira en su boca. Chocó contra su garganta y reprimió una arcada. Engulló, ensalivó y mordió todo lo que pudo aquel pene, sintiendo como pequeños gritos de placer se amontonaban en su garganta hasta, finalmente, liberarlos sobre éste.

Roncos gemidos escapaban de la boca de Reita al sentir como Maya lamía y succionaba su miembro, con rapidez y determinación. La parte de su sexo que quedaba fuera del alcance de la boca del vocalista, era masajeada por la mano de éste, al mismo tiempo que sacaba y volvía a meter el miembro en su boca.

Akira empezó a mover sus caderas, simulando penetraciones al tiempo que cogía del pelo al vocalista, imponiendo un ritmo cada vez más rápido y bestia. Maya se dejó hacer, poniendo los ojos en blanco a causa de la asfixia a la que le sometía tener el pene del bajista embistiéndole la boca sin miramientos.

Con un gemido más ronco que los anteriores, Reita tiró del pelo a Maya, alejándole. Con una expresión de profundo placer, se corrió sobre la cara del cantante, manchando su barbilla y salpicando parte de sus pómulos.

Una vez recuperado del orgasmo, el bajista rodó sobre el colchón dejando a Maya bajo él de nuevo. Limpió los restos de semen que se escurrían por las tiernas facciones del cantante con tres de sus dedos, y los llevó a la entrada de Maya, ejerciendo una leve presión sobre ésta.

El vocalista gimió quedamente y tan solo eso bastó para que Reita se pusiera de nuevo duro a pesar del reciente orgasmo. Volvió a hacer presión sobre la entrada y, de una sola vez, penetró a Maya con dos de sus dedos. El cantante jadeo y arqueó su espalda sintiendo como unas fuertes oleadas de calor iban a parar a su bajo vientre.

Sin esperar mucho más, Akira empezó a mover los dedos dentro de él en círculos, contorsionándolos y abriéndolos. Al recibir más gemidos por parte de su acompañante, introdujo un tercer dígito y repitió los mismos movimientos hasta que lo creyó conveniente.

Los sacó de su interior y se acomodó entre sus piernas. Acercó su miembro a la entrada enrojecida de Maya y presionó su glande sobre ésta. El cantante le miró con temor y miedo pintado en los ojos.

-¿Estás… estás seguro de que quieres continuar con esto?-Susurró Reita.

El bajista no sabía si había sido una buena idea preguntarle. Temía que le dijese que ‘’no’’ a estas alturas y que luego todo lo que había ganado con el rubio se fuese al garete sin remedio alguno. Pero no se perdonaría haberle obligado a hacer algo que en el fondo él no deseara.

Maya dudó unos instantes. Sabía que aquello estaba mal, pero el daño ya estaba hecho. Sería una tontería detenerse en ese momento. Así que, sin demasiada convicción, asintió.

Reita sonrió con cariño al vocal, y de una sola estocada, penetró a su profesor con fuerza, quedando completamente dentro de él. Aquellas paredes parecieron tragarle, engullendo con avaricia toda su longitud.

- Jo-joder… -Tartamudeó Maya. Reita se quedó quieto dentro de él durante unos minutos y con infinita ternura, empezó a repartir besos por el interior de los muslos de su acompañante, esperando poder calmar un poco su dolor.

Akira empezó a mover sus caderas en un lento vaivén, con paciencia, deseando que el cantante sobrellevara la intrusión en su cuerpo de la manera más amena posible. Maya se quedó estupefacto.

- Pensé que serías más duro conmigo.- Dijo. Akira le miró sin comprender.- Muévete.- Ordenó el rubio. Reita obedeció y subió un poco la velocidad de sus embestidas, jugando con la paciencia del mayor.- Vamos sé… sé que puedes… hacerlo mejor.- Le retó el cantante, empezando él también a moverse en dirección contraria al bajista.

Desearás no haber dicho eso, pensó un malicioso Reita sonriendo ladinamente. Cogió una de las piernas de Maya y la colocó sobre uno de sus hombros. Llevó las manos a los lados de la cabeza del vocalista y, saliendo completamente de adentro suyo, le volvió a penetrar con brutalidad repetidas veces. Comenzó a moverse rápidamente, sintiendo como sus testículos chocaban continuamente contra el trasero de Maya. Tras unas erráticas embestidas más, logró encontrar aquel punto en el interior del cantante que le haría retorcerse de placer.

-¡Oh, Dios, justo ahí!- Gimió más alto el rubio, mientras arqueaba su espalda y maldecía por lo bajo lo bueno que era aquel chico en la cama. Akira obedeció, pero por menos tiempo del que él hubiese querido.

Reita salió de dentro suyo y dio la vuelta a Maya sobre el colchón, quedando su cara contra las sábanas y su trasero en alto, totalmente expuesto al bajista. Se colocó de rodillas detrás suyo y volvió a penetrarle profundamente. Pegó su pecho a la espalda del vocalista y comenzó a moverse de nuevo, dando con la punta de su miembro justo en en el centro de su próstata.

Maya sentía que se desmayaría en cualquier momento de puro placer, y arrugó entre sus dedos la tela blanca que cubría la cama. Gemía el nombre del bajista una y otra vez, moviéndose en sentido contrario a las penetraciones de éste, haciéndolas más profundas y precisas.

Acompañando sus embestidas, Akira mordió una de las nalgas de Maya y con una de sus manos, empezó a masturbarle, mientras que con la otra agarraba uno de sus hombros para penetrarle más profundamente -si es que era posible-.

Después de un buen rato manteniendo aquel ritmo frenético y desesperado, Maya sentía que no aguantaría mucho más en esas condiciones: sentía como la piel se le había vuelto más sensible, pudiendo apreciar con todo detalle las caricias que le propinaba su amante por todo el cuerpo, especialmente en su sexo.

-Akira… Mmm… ¡Me vengo!- Gritó de repente. Reita, para alargar el momento, con su pulgar presionó el glande del vocal impidiendo que se corriese.- Reita, por favor... - Suplicó lloriqueando, intentando quitar la mano del bajista de encima de su miembro.

- Aguanta, muñeco… -Le susurró éste en el oído entre gemidos roncos. Sin dejar de embestirle, le cogió de los muslos y lo abrió todo lo que pudo resistir su flexibilidad, dejándolo en una postura forzada y expuesta. Aquellas paredes que se cerraban entorno a su pene, lo apretaban y tragaban de manera dolorosa e increíblemente placentera. Unas cuantas embestidas más y el bajista se sintió al borde del clímax.

-Ahora... córrete conmigo-Susurró Reita. Unas últimas penetraciones más y se corrió dentro de Maya, liberando la presión de su dedo sobre el miembro de éste y dejando que se viniese con él.

Se dejó caer lentamente sobre el rubio y, aun sufriendo leves corrientes eléctricas viajando por todo su cuerpo, salió de adentro suyo y se recostó a su lado.

Cuando sus respiraciones se acompasaron, Reita se acercó al cuerpo inmóvil del cantante y dándole la vuelta empezó a limpiar dando pequeñas y cortas lamidas el resto de la esencia del rubio que había quedado sobre el abdomen de éste.

-Sabe delicioso, sensei.- Se relamió Reita contra el oído de Maya. Mordió su lóbulo y volvió a su posición anterior, retomando el trabajo de lamer el abdomen del cantante.

-Tu también…- El rubio llevó su mano a su entrada, recogiendo un poco del semen que se escurría por esta, manchándole los muslos. Lamió dos de sus dedos, haciendo un sonido húmedo al succionarlos.-… sabes delicioso.- Concluyó.- Espero que haberte aportado nuevos conocimientos con esta clase de gastronomía, Suzuki-san.- Dijo el sensei.

-Delo por sentado, Yamazaki-sama.- Respondió el alumno, sonriendo de manera arrebatadora.

Cuando terminó, Maya se incorporó y depositó un suave beso sobre los labios de Akira. Éste le sonrió y se sentó sobre la cama. Recogió su pantalón del suelo y del bolsillo, sacó su móvil. Miró la hora: 21:31.

Se levantó del colchón y empezó a vestirse con rapidez.

-¿Ya te vas? –Cuestionó Maya, despreocupadamente.

-Me encantaría quedarme para repetir, pero… llego tarde.-Se disculpó el bajista con una sonrisa.

-¿Tienes trabajo?- Siguió preguntando el cantante.

-No, he quedado con Ruki. Es nuestro tercer aniversario.- Dijo con una sonrisa maliciosa dibujada en la cara, mientras le guiñaba un ojo y salía del cuarto.

Entonces Maya comprendió: Esa tarde no había sido el único infiel en aquella habitación.  

Notas finales:

¿Reviews o tomatazos? :'3 Recuerden que l@s quiero(?)


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