Costumbres: Los ricos no pueden ser felices con los pobres
PROLOGO
¿Tal vez algunos de ustedes se pregunten del porque pedí vuestra atención o cual rayos es mi nombre?, bueno mi nombre no es importante, lo importante de esto es la historia que deseo contarles, sucedió hace mucho tiempo, donde aun muy pocos conocían la existencia de los donceles, la conozco de pies a cabeza, es como si hubiese estado presente cuando sucedió. En ocasiones la sociedad no acepta los cambios que con el tiempo se van dando, se aferran al pasado, a sus costumbres y creencias, no se dan el lujo de avanzar y los que lo hacen son castigados y reprochados. Esta historia fue real, una trágica historia de amor que la sociedad jamás logro a comprender, una conmovedora historia que nos haga reflexionar. Pero no es el momento de decirles que hacer, hasta que no la escuchen –Una joven de hermosa cabellera negra, ojos a perlados, sostenía un micrófono y se encontraba viendo el escenario
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Era un hermoso día, las personas caminaban por las calles de asbalto, los carruajes que pasan levantan una pequeña nube de polvo. Se puede distinguir a las personas que pertenecen a la alta sociedad y las que son de la baja sociedad, las mujeres de la alta sociedad siempre bien vestidas, pertenecían a familias ricas dueñas de grandes terrenos y comercios, vestidas con hermosos vestidos elegantes de diferentes colores y adornos, siempre con guantes blancos que les llegan a los codos hermosas zapatillas y siempre en la mano un abanico o una sombrilla. Los hombres bien vestidos, siempre de traje negros o cafés, caminando con aire de superioridad con un bastón en mano o simplemente otros montados en sus hermosos caballos blancos, negros o cafés, siempre con elegancia. Al contrario las personas de la baja siempre llevaban puestos harapos, las mujeres con vestidos decolorados de tonalidades oscuras, siempre con apariencia cansada. Los hombres siempre con pantalones y camisas de manta, arrugadas y sucias, con sombreros de paja y un pañuelo rojo amarrado al cuello, ambos calzaban sandalias viejas.
En una de las más grandes haciendas del lugar vivía la familia Namikaze Uzumaki, la cual tenia tres hijos. El mayor un joven rubio de ojos azules cabellera larga amarrada en una coleta y con un mechón (N/A: o copete como gusten llamarle) el cual le cubría un ojo, su nombre Deidara de 23 años. El siguiente un pelirrojo de piel blanca y tersa y hermosos ojos aguamarina, en la frente tenia grabado un tatuaje con el kanji “ai” (amor), su nombre Gaara de 21 años. Por último el menor, un joven rubio de hermosos ojos azules, piel medio tostada, alegre y atolondrado, con una hermosas marquitas en las mejillas, corresponde al nombre de Naruto de 18 años.
Sus padres, Minato Namikaze y Kushina Uzumaki, eran dueños de grandes extensiones de terreno, además contaban con el apoyo total de los gobernantes por ser la única familia que podía procrear donceles, es decir hombres que podían quedar preñados después de su primera relación sexual, y su fertilidad era mucho mayor que el de una mujer, Después de que Deidara diera positivo en la prueba se creó una nueva ley que únicamente pasaba a perjudicar a los donceles. La dichosa ley consistía en que todo doncel a la edad de 20 años se le dará a conocer su verdadera naturaleza, mientras tanto deberá vivir como si fuese un hombre, además de que todo doncel solo podía desposarse o casarse únicamente con un hombre de la alta sociedad.
A los padres de los jóvenes no les quedo de otra más que aceptar y obedecer lo impuesto por la ley, y daban gracias a dios que aun nadie se haya fijado en sus dos retoños mayores, por el contrario con el menor no corrieron con la misma suerte.