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Pastel por SHINee Doll

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Notas del fanfic:

¡Feliz Cumpleaños, Lee JinKi!

Notas del capitulo:

Una pequeña cosita por el cumpleaños de Onew ~

Jinki abrió los ojos lentamente, estirándose perezosamente en la cama. El reloj marcaba las 5:30 am y sabía que aún le quedaba tiempo para seguir durmiendo, pero un repentino sentimiento de soledad le impidió hacerlo. Se giró entre las sábanas y la desilusión se apoderó de su rostro cuando encontró el lugar a su lado completamente vacío. Tiró de la almohada abandonada y se cubrió el rostro con ella, aspirando el perfume dulce que seguía impregnado en la tela. Una sonrisa se apoderó de sus labios mientras salía de la cama y se vestía con lo primero que encontró en el armario.

Se asomó al pasillo y finalmente pudo percibir ruidos desde la cocina. Prácticamente corrió hacia el baño a lavarse la cara y acomodarse el cabello, para luego hacer lo mismo escaleras abajo y, después de cruzar la sala y chocar con la mesa ratona y uno de los sofás, entrar al origen de todo sonido (después de sus accidentes mañaneros) en la casa.

— ¡Kibummie! — exclamó melosamente a espaldas del muchacho, atrapándole en un abrazo que le hizo pegar un salto y un grito.

— Jinki, ¡oh, Dios, me asustaste! — se quejó, tratando de apartarle las manos, pero el mantenía sus brazos fuertemente enredados entorno a la estrecha cintura del rubio. — Jinki, por favor, estoy ocupado…

— No, Kibum. — rezongó como pocas veces, apretándolo un poco más contra su pecho. — Tu novio está de cumpleaños, así que no puedes negarle algo de amor.

— Es porque mi novio está de cumpleaños que estoy ocupado. — respondió suavizando su tono. — Anda, Jinki, déjame terminar con esto.

— Es muy temprano para… — dudó, inseguro acerca de las actividades del más chico. — lo que sea que estés haciendo.

Kibum suspiró, logrando al fin liberarse del asfixiante abrazo y girándose para verle a los ojos. A veces se preguntaba porque estaba enamorado de alguien como él, pero apenas cruzar su mirada con la ajena todas las dudas se iban al carajo y le entraban unas ganas increíbles de adueñarse de los labios abultados de Jinki y hacer un montón de otras cosas en las que no debía pensar si quería terminar lo que tenía pendiente y…

— Puede esperar. — murmuró, confundiendo al mayor, para luego lanzarse contra su boca y besarle con desesperación.

El castaño sonrió contra sus labios, sujetándole con firmeza las caderas y le empujó contra el mueble, profundizando el beso. Una caja de cartón cayó al suelo con un «plaff» que a ninguno de los dos logró distraer. Entre las especialidades de Jinki se encontraba olvidarse del mundo entero cuando Kibum estaba así de cariñoso.

— E-Espera… — jadeó el más alto cuando deslizó las manos frías bajo la única prenda que llevaba encima: la holgada camiseta de él. — J-Jinki…

Volvió a comerle la boca, acallando sus protestas, y movió un brazo sobre la encimera, tirando por el piso de la cocina y el fregadero todo lo que se encontraba a su paso. Se escuchó otro «plaff» y varios «tin tin» que atribuyó a algunas cucharas y tenedores. Sintió algo suave caerle en los pies descalzos, pero no le molestó en absoluto. Kibum se removió inquieto contra él, y dudó si deseaba apartarle o acercarle más, pero despejó dudas cuando la lengua del rubio se coló en su boca y le hizo cosquillas en el paladar.

Le rodeó la cintura con extrema posesividad, igual que aquella primera vez donde (presa de los celos) se plantó entre él y aquel muchacho “guapo” que trataba de convencerlo de ir a una cita, y le besó con tal descaro que a veces se le subían los colores al rostro de sólo recordarlo.
Está de más decir que cuando se separaron el chico ya no se encontraba ahí y Kibum tenía hasta las orejas enrojecidas.

— ¿Es demasiado temprano para pedir mi regalo? — cuestionó sobre los labios húmedos, apenas dándole tiempo de tomar aire. — ¿lo es?
— Pensé que lo habías tomado anoche. — murmuró Kibum, arañándole el pecho sobre la playera. — ¿no fue suficiente, acaso?

— Nunca podría serlo. — sinceró, mordisqueándole la quijada. — Nunca tengo suficiente de ti.

«Al diablo con todo», se dijo Kibum, rodeándole el cuello torpemente y volviendo a juntar sus labios. Jinki comenzó a caminar hacia atrás y resbaló con lo que estaba regado por el piso, alcanzando a apoyarse contra la mesa, aunque su mano fue a parar dentro de un recipiente de plástico con algo que olía deliciosamente dulce pero se sentía extraño.

— ¿Qué es esto? — preguntó con curiosidad, mirando su mano.

— Estaba batiendo los ingredientes del pastel… — habló bajito el rubio, sujetándole por la muñeca. — y tú me interrumpiste, ¿sabes?

— ¿Debería disculparme? — sonrió de esa forma traviesa y le vio asentir al tiempo que pasaba la lengua por su palma. — ¿a qué sabe? — soltó con la misma curiosidad de antes, contemplando los ojitos de gato brillar hermosamente. — Kibummie… — era extraño; se sentía extraño, de hecho.

Le tomó del mentón con la mano “sucia”, y le embarró la mejilla y la mitad de la boca, sonriendo como un niño pequeño ante el puchero descontento del más joven. Posó sus labios sobre los suyos un par de segundos y le dio la vuelta antes que el rubio terminase de reaccionar, arrinconándolo contra el desayunador. Después le besó despacio, disfrutando de esa mezcla entre el dulce del pastel y la dulzura propia de la boca de su novio. Kibum tembló cuando la lengua juguetona del mayor le recorrió la barbilla y luego el cuello, donde también dejó un rastro de masa cuando le estaba besando.

— J-Jinki… — jadeó torpemente, dejándolo subirle a la mesa y mandar el recipiente al carajo, junto con la media cartera de huevos que se estrelló en el piso y se mezcló con la harina ya existente en el suelo (antes) impecable de la habitación. — J-Jinki…

— Limpiaré más tarde. — le prometió al oído, acariciándole los muslos con sus manos (finalmente) libres de la masa del pastel.

— A-Aquí no… — pidió en un gimoteo, clavando sus uñas en la espalda del castaño. — Vamos a la cama…

Jinki no tenía problema alguno con permanecer en la cocina, pero jamás se negaba a concederle alguna petición a su novio, así que lo tomó en brazos y entre besos lo llevó escaleras arriba, pateando la puerta para que se cerrase. Una pequeña nube de harina se levantó alrededor de ellos cuando se tumbaron en la cama y ninguno quiso imaginar el desastre a su paso luego de aquella escena.

Kibum sonrió contra la boca abultada, seguro de que no sería la última vez que Jinki le pidiese “su regalo” ese día, aunque no le molestaba en absoluto. Al contrario…

Sólo Jonghyun, Minho y Taemin no estarían complacidos una vez llegada la noche, cuando debiesen (como cada año) resignarse a una «fiesta de cumpleaños» sin pastel porque el idiota de Jinki no dio oportunidad (¡en todo el maldito día!) a Kibum de hornearlo. Y tampoco podían comprar uno, porque Kibum (igual que cada año) prometía preparar el pastel para su novio y (al final, para variar) no lo hacía por razones que ninguno pensaba discutir en detalle con ellos.

Bueno, al menos tenían la certeza de que Jinki disfrutaba sus cumpleaños…

Notas finales:

Fin (?). ¡Besos!


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