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Rima con "Arte" por Filodemartino

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Notas del fanfic:

¡Hola! Les dejo un dibujo que hice de los personajes, el de la izquierda es Blas y el de la derecha es Casandro :)

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Notas del capitulo: Espero que les guste, es el primer fic que subo a la pagina :)

 "La vida es corta y hay que amar a tantas personas como se pueda" me dijo ese tonto de lentes que se sentaba atrás mio en el taller de arte del colegio. Su nombre es Blas, Blas significa tartamudo, el no es tartamudo, pero creció con su padre que si lo era. Yo más bien diría que el es de esas personas que saben expresarse demasiado bien, con un léxico amplio y una forma impresionante de hacer énfasis en cada letra, sílaba y palabra. El es un tonto, un romántico, uno de esos pocos hombres que intentan ser perfectos en lo que sea, un grandisimo tonto.

 

 ¿Por qué me habrá dicho eso? Me lo dijo derrepente, al oído, en un claro intento de parecer inteligente y sexy conmigo, realmente no sé. Lo peor es que si era sexy, perfecto, así como un dios. Moreno, alto, fuerte, de facciones árabes y masculinas; una preciosa nariz recta, labios gruesos, ojos grandes y de color ámbar, pestañas largas y oscuras, al igual que sus pobladas cejas. Además olía como nadie, olía delicioso, a desodorante y a colonia, si no me equivoco de marca Diesel y vestía impecablemente, aveces en los días calurosos con camisetas negras o azules, en los días normales, franelas en cuello V, mientras que en los días fríos usaba cardigans y camisas de botones, todo eso, con unos jeans o pantalones rectos de colores oscuros... Si es que no usaba el uniforme, claro. Pero sin ser sarcástico, yo no lo observo para nada, nada que ver, nunca. ¿Como creen?

 

 Yo no soy un tonto romántico como el, yo soy un marihuanero, un distraído, aveces un superficial y otras un inconformista. Nadie es tan interesante para mi, porqué quizás yo soy demasiado para ellas o ellos. A las personas hay algo que las limita, pero los buenos artistas van más allá, a mi me enamoraría uno de esos, no me importa si es hombre o mujer. Me gustaría un escritor, un poeta, un músico, un pintor como yo, un fotografo... Pero no un fotografo con su cámara, su espejo y su instagram, un fotografo que retrata unas tetas y saca un orgasmo.

 

 Mi nombre es Casandro, es como de puta travesti, peluquera además, es todo, menos lindo. Lo odio... Y por eso siempre uso el segundo, Luis. Pero el tonto de lentes no se conforma con Luis y cada vez que puede me llama por mi primer nombre. Nisiquiera me conoce, pero aprovecha cualquier pequeña oportunidad para hablarme o rozarme o incluso tocarme. Sus manos grandes me tocan y siento que me derrito, son realmente grandes, son largas y sueltas, es como si sirvieran para absolutamente todo, pero solo lo he visto pintar y tampoco es que es tan bueno pintando, es creativo, más no bueno.

 

- Casandro prestame un pincel fino. - Me pidió Blas en el taller de arte.

- Lo estoy usando. - Le contesté seco.

- Bueno vale, espero. - Me dijo para así cruzarse de brazos y deslizarse sobre la silla.

- No esperes, no voy a terminar hoy con el. - Le dije.

- Entonces se lo pediré a otro. - Se giró hacia la persona que tenia a su lado izquierdo, pero antes de que pudiera hacerlo le di un pincel fino que me sobraba. Que compulsivo, malditos e impertinentes celos.

 

 Al ver esa reacción se rió y simpático me dijo:

- Sabia que tenías otro, ojos lindos.

 

 Ciertamente mis ojos son lindos, grises. Van con mi piel blanca, mi cabello negro lacio, mis pecas y mis rasgos finos, casi tan finos como los de una niña. La verdad es que me considero bastante atractivo, porqué además de inconformista, superficial y marihuanero, soy algo egocentrico.

 

- Sé que tengo ojos lindos, no hace falta que me lo recuerdes. - Le dije pedante como solía ser, pero penoso como me salía con el.

 

Volvió a echar una de esas risas simpaticonas, además de un "Me encantas" que salió de su boca como si fuera un suave eructo, de manera demasiado natural para mis gustos.

 

- Idiota... - Dije por lo bajo, llamando la atención de todos, menos de el, que ya estaba acostumbrado a escucharlo.

 

 El taller siguió hasta las 5: 30 de la tarde, pero yo me quedé hasta las 6: 00 terminando el cuadro que había empezado ese mismo día. Además no me importaba llegar tarde a mi casa, queda a dos cuadras del colegio y vivo con mi hermano mayor que nunca está en casa. Es como si viviera solo. Me encanta. 

 

 Salí del salón de arte antes de que cerraran el colegio, estaba todo oscuro y al acercarme más a la salida me di cuenta de que llovía. Llevaba mi paragüas verde pino, así que eso no sería problema. Cuando alfín llegué a la salida me percaté de una figura bastante grande, una espalda ancha y perfecta, era el tonto de lentes, esperando a que dejara de llover al frente de la puerta. No quería enfrentarlo, pero tampoco podía no hacerlo, tenía que salir por esa puerta. 

 

 Antes de salir, abrí el paragüas, el me miró, yo lo miré y la verdad es que no me parecía la mejor idea de todas dejarlo ahí sabiendo que ya iban a cerrar el colegio.

 

- ¿Adonde vas? - Le pregunté intentando sonar lo más normal posible.

- A mi casa, pero se me va a hacer difícil llegar hoy.

- ¿Adonde te puedo acercar?¿Al bus? - Le pregunté.

 

El bus era lo único que podía tomar en esa zona y tampoco es que tenia muchas opciones.

 

- Siempre camino hacia el metro, pero me queda como lejos. - Dijo mientras que se limpiaba los lentes.

- ¿Vas a quedarte aquí entonces? - Le pregunté.

- No, bueno ¿Hacia donde vas tu?

- Voy a mi casa. Está a dos cuadras de aquí. - Le dije sin pensar lo que me podría decir.

- ¿Será que puedo esperar en tu casa hasta que pare de llover? - Me preguntó.

 

- - -

 

 Los dos terminamos mojandonos aunque tuviéramos paragüas, si el lo llevaba tenia que agacharse para que no me mojara, si yo lo llevaba tenía que levantar el brazo, o el tenia que agacharse y de todas las formas era incómodo, por lo tanto nos mojariamos. Al llegar a mi apartamento tiré el paragüas al suelo, miré al señor gigante idiota de lentes y me di cuenta de lo tonto que lo hacían ver esos lentes, no parecía el aunque lo viera todos los días con ellos.

 

- Uff, estamos empapados. - Me dijo mientras que se sacudía su corto cabello.

- Voy a resfriarme por tu culpa idiota gigante. - Le dije con amargura, puesto que hasta las cosas más pequeñas pueden lograr molestarme.

- Tranquilo, solo te cambias y listo. - Me dijo con tranquilidad, mientras que tomaba los bordes de su chemise beige del colegio, para luego levantarsela hasta la mitad y preguntarme: - ¿No hay nadie en la casa verdad?

- N-No. - Le contesté algo nervioso, intentando no mirar su delicioso abdomen. No quería que ese cuerpo fuera demasiado para mi, no quería que ese tonto me siguiera sorprendiendo, porque si, siempre lograba sorprenderme.

- Entonces me la voy a quitar. - Y así fue, se la siguió quitando.

 

 Dios, ese cuerpo era digno de un Adonis, su abdomen parecía de chocolate, cada cuadrito estaba marcado de manera peculiar y de su ombligo caía una suave cascada de pelos negros, mientras que sus pectorales sobresalían como colinas y sus brazos parecían de acero, era como si con sus músculos pudiera cargar pianos, carros, aviones y cosas demasiado pesadas para un simple mortal... Ok, estoy exagerando, pero el punto es que sus brazos son algo de magnificencia apocalíptica. 

 

- ¿Quieres que te preste algo? - Le pregunté intentando parecer lo más indiferente posible.

- No creo que algo tuyo me sirva. - Dijo con la mayor sinceridad del mundo.

 

 Miré mi cuerpo, que no es raquítico, pero tampoco marcado, sino que soy flaco, pero lo normal, además de que mido 1. 77 m. mientras que el casi llega al metro 90.

 

- Ay si, el que está muy bueno, que es altísimo y tiene unos brazos de dios nórdico. - Dije para mi mismo, haciendo que el me escuchara y se riera, como si no negara que lo que dije fuera cierto.

- Tu estas perfecto. - Me dijo mientras que se apoyaba de la pared y me escaneaba con la mirada.

- Callate idiota, dejame buscar algo grande que te sirva. - Le dije para así tomarlo del brazo, llevarlo a mi cuarto y empujarlo en mi cama matrimonial.

 

 Su presencia me estaba poniendo de nervios, creo que eran mis hormonas que estaban flotando en el aire. Tenía unas ansias casi desesperantes que me incitaban a tocarlo o a hacer algo útil con su hermoso y escultural cuerpo. Para no verlo más busqué entre mis gavetas algo gigante que pudiera servirle y entre tanto buscar, alfín conseguí una camisa roja gigante de Mickey Mouse. Era ridícula, era una camisa mata pasiones que podría aliviarme esas ansias sofocantes que me incitaban a darle uso a su cuerpo.

 

- Toma, cuatro ojos. - Le tiré la camisa a la cara.

 

 Sin objetar se la puso, pero aunque le quedara bastante ridícula, seguía viéndose bien.

 

- ¿Esto te lo pones con un short? - Me preguntó sin dejar de mirar la camisa. Nisiquiera sabía de donde provenía esa extraña pregunta.

- ¿A que viene esa pregunta? - Le pregunté arqueando una de mis finas cejas negras.

- A que es demasiado larga para ti, te debe quedar como vestido.

- Enfermo. Seguro te lo imaginas. - Le dije girando los ojos para luego sacar mi ropa de casa de abajo de mi almohada.

 

 No podía cambiarme con el ahí, aunque fuera un hombre como yo no podía hacerlo, después de que me presumió su cuerpo de gladiador yo ya no podía mostrarle esa pobreza que tenia debajo de mi camisa... Que por cierto nunca había pensado que fuese una pobreza hasta que vi sus dimensiones.

 

 Cuando iba a dirigirme hacia la puerta de mi cuarto el me tomó por la muñeca y me jaló hacia el. Caí en sus piernas y luego el mismo me levantó y me puso derecho ¿El acaso quería matarme?

 

- O-Oye ¿Que haces? - Le pregunté alterado y confundido.

- Somos hombres y este es tu cuarto. Puedes cambiarte aquí, no hay rollo. - Me dijo calmado. Se había dado cuenta de que me daba vergüenza mostrarme ante el.

- Yo iba a aprovechar que... - Quería inventarle alguna excusa, pero era tarde, el no es tonto para nada.

- Tranquilo, si tienes cuatro tetillas no me voy a impresionar ni mucho menos me voy a reír. Lo prometo. - Bromeó con semblante seria, causándome gracia y a las vez unas ganas tremendas de golpearlo.

- No tengo nada como 4 tetillas, perro. - Le dije frunciendo el ceño, mientras que me quitaba la camisa decidido y me despojaba también de mis pantalones y quedaba en boxers al frente de el.

 

 Su reacción no fue la esperada, el me miraba como si fuera unas costillas llenas de salsa BBQ . Nunca nadie, desde que nací me habia mirado como lo habia hecho el. 

 

- ¿Por qué me miras así? - Le pregunté mientras que me cruzaba de brazos indignado y algo avergonzado también, a diferencia de el, que en su amplio léxico no parecía poseer la palabra "Vergüenza".

- Eres perfecto. - Sus ojos ámbar brillaban.

- ¿Que estas diciendo pervertido? - Le pregunté sin mirarlo. Jamás lo miraba.

- Que me gustas. Eres perfecto. - Dijo sin más.

- ¿Por eso querías que me cambiara aquí y no en el baño, verdad? - Le pregunté, escondiendo lo más que pudiese mi cara de el, estaba color escarlata.

 

 Asintió. Que descarado.

 

- ¿De verdad te gusto? - Le pregunté incredulo, como si me hubiera percatado de lo que dijo justo en ese momento.

- Claro que me gustas. ¿Acaso no recuerdas lo que te dije el otro día? - Me preguntó.

 

 Esta vez si lo miré.

 

- Si lo recuerdo, pero es una locura. Tu no me amas. - Le dije serio.

- Tenemos un concepto muy diferente de lo que es amar. Eso es lo que me parece a mi. - Me dijo. Había algo en el que hacia que no dejaras de escucharlo nunca.

- ¿Eres gay? - Le pregunté.

 

 Negó con la cabeza y me dijo:

- Soy a lo que llamarían las personas, bisexual. ¿Tu?

- No sé, hasta ahora no me ha gustado nadie.

- ¿Has tenido sexo? - Me preguntó sin yo tener idea de hacia donde quería llegar.

- Si... - Le dije recordando las tres veces que había tenido sexo.

- ¿...y tuviste sexo con esas personas porque si?

- No, ellas eran lindas. - Le contesté.

- ...y dime, ¿Yo te desagrado? - Preguntó un poco fuera de contexto.

- No. - Le dije con sinceridad.

- ¿Soy feo? - Me preguntó.

- ¡No! - Exclamé.

- ¿Lindo? Guapo quizás. - Sugirió.

 

 No le contesté. Que preguntas tan absurdas. Me estaba intimidando ese gigantón.

 

- No te voy a contestar nada de eso idiota. 

 

 Me agarró por la muñeca y me volvió a jalar hacia el, haciendo que quedara sentado a su lado.

 

- Dime. - Me pidió mientras que se acercaba con su rostro al mio y yo poco a poco me iba alejando.

- ¡Ok, ok, está bien! - Le dije para así suspirar y decir: - Eres un tipo bien parecido.

- ¿Ves? Te gusto. - Dijo sin dudar.

 

 Ese tipo ciertamente tenía una forma de pensar bastante diferente al resto. Realmente empezaba a gustarme, era interesante y aunque no fuera un gran artista, me gustaba, era más bien como una inspiración.

- Tonto. - Me reí.

 

 Que tipo más culto el que tenía a mi lado. No paraba de hablar, pero no se me hacia tedioso escucharlo. Más bien, me puse mi ropa y los dos nos acostamos bocarriba en la cama, el hablaba y yo cerraba los ojos para escucharlo. Mientras no escuchaba abria los ojos para verlo y así iba, porque la verdad es que las dos cosas juntas se me hacían demasiado difíciles. Se quedó a dormir esa noche, puesto que la lluvia no cesó hasta que se hicieron las 10. Al día siguiente por la mañana, al abrir los ojos el estaba saliendo de la ducha del baño de mi cuarto, con una toalla corta en la cintura que resaltaba sus largas piernas velludas y morenas. No llevaba puesto los lentes, cosa que me llevó a una erección matutina.

 

- Buenos días Casa. - Me dijo mientras que agarraba su chemise beige del colegio de la ventana que se había secado de las 10 para esa hora.

- No me digas Casa idiota. - Le dije poniéndome la almohada en la cabeza, quería seguir durmiendo.

- Pero te llamas Casandro, la abreviación es Casa. - Me dijo.

- Idiota, no te creas especial y llámame Luis como todos. - Le reclamé.

- Quiero ser especial. - Me contestó.

- Tendrías que sorprenderme. - Le dije sin pensar y ante esas palabras el solo sonrió. El ya me sorprendía.

 

Notas finales:

Dejen reviews, me gustaria saber que piensan :) 


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