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Eat me, honey. por BlackMoral_Inc

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Notas del fanfic:

Este fanfic lo escribí para una página en facebook (de the gazettE, lógicamente)

Ruki cerró la puerta lentamente cuando el último invitado se marchó de su departamento. Suspiró pesadamente y se dirigió a la sala para limpiar un poco el desastre.

 

Era su cumpleaños y sus amigos más cercanos -incluyendo a sus compañeros de banda- se habían reunido para celebrar. Todos excepto uno: Reita, quien no solo era su compañero de trabajo y amigo, era su pareja.

 

— ¿Qué diablos le habrá pasado a ese...? ¡Agh! —La molestia que sentía por haber sido "plantado" por su novio, y que trató de disimular durante toda la velada, de pronto emergió como un torbellino que arrasó con su tranquilidad—. ¡Maldito seas Akira Suzuki! —Tomó un cojín de su sofá solo para aventarlo, y este, casualmente, golpeó un adorno de cristal y se hizo añicos en el piso—. Genial —Masculló entre dientes.

 

Soltó un grito ahogado y se tiró al piso, como niñito en pleno berrinche, cruzó los brazos a la altura de su pecho y bufó.

 

— Te odio—Dijo a la nada, aunque aquella expresión tenía una dedicatoria bastante especial—. ¡Ay, te odio! —Exclamó, esta vez revolviéndose el cabello. Hizo un enorme puchero y miró los platos embarrados de pastel sobre la mesita de centro de su sala—. Tú debiste estar aquí, idiota... ¡idiota, idiota!

 

Su enojo había pasado a ser un claro berrinche y segundos más tarde, a un episodio de tristeza.

 

— ¿Por qué tuve que fijarme en alguien tan despistado y poco detallista?

 

No tenía más que hacer, estaba solo y no tenía caso seguir quejándose. Así que se puso de pie, dispuesto a limpiar un poco el desorden antes de irse a dormir...

 

Pero seguía pensando en el tonto de Akira. Aún cuando ese mal teñido era un torpe que nunca se daba cuenta de que Ruki quería más detalles de su parte -y nunca se los daba- el pequeño vocal no podía negar que estaba irremediablemente enamorado de él.

 

—Bastardo... —Murmuró una última vez.

 

Estaba por terminar de limpiar cuando oyó que golpeaban levemente la puerta. ¿Quién podría ser a esa hora? Era casi media noche.

 

Después de gritar un "¡Ya voy!", se lavó las manos y abrió la puerta sin siquiera preguntar. Pestañeó con rapidez al ver la silueta de cierto bajista. De manera automática los ojos de Ruki se movieron de arriba abajo, examinando de pies a cabeza a su pareja; su pantalón de mezclilla negra estaba más pegado a su cuerpo que de costumbre y la camisa manga larga blanca que vestía lo hacía lucir endemoniadamente atractivo. Inconscientemente, Ruki se mordió tímidamente el labio inferior, pero el gesto duró poco cuando su mirada se detuvo en el brazo izquierdo de su pareja: llevaba atado un moño rojo. El menor no tuvo oportunidad de preguntar, ya que la voz grave y condenadamente sensual de su novio lo interrumpió.

 

—Feliz cumpleaños, Ruki...


El aludido tartamudeó antes de poder decir algo coherente, a lo que Akira rió.

 

— Tú...pero... ¿por qué?

 

— ¿Podrías terminar alguna de tus frases y...no me vas a invitar a pasar?

 

— ¡Ahh, pero mira que imbécil eres! —El enojo regresó, solo que ahora estaba un poco confundido. ¿Y ahora qué rayos tramaba ese idiota?

 

—Sí, estoy muy bien, gracias por preguntar, Taka.

 

— ¡No te hagas el gracioso! -Lo señaló acusadoramente.

 

— ¿No me vas a invitar a pasar? -Repitió calmado.

 

— ¡NO! —Trató de cerrarle la puerta, pero el brazo de Akira la empujó hacia el lado contrario y entró sin más—. ¡Oye, oye, vete!

 

— ¿Qué pasó aquí? - Preguntó al ver algunas manchas de pastel en el piso y los sofás.

 

— Lo sabrías si hubieses estado aquí—Murmuró, yendo hacia la cocina—. ¿Quieres pastel?

 

—No, gracias—Ruki se giró sobre los talones y lo miró entrecerrando los ojos-. ¿Qué?

 

— ¿Qué? ¡¿Cómo que qué, Akira Suzuki?! ¡Te dije que estuvieras aquí a las siete y es media noche!

 

— Lo sé, debí llamarte.

 

— ¿Huh? ¿Y eso es todo lo que piensas decir, idiota?

 

—Ehh, ¿sí?

 

Reita supo que aquella había sido una mala respuesta cuando vio la cara de poseído de su novio, quien le lanzó a la cabeza lo primero que tuvo a la mano.

 

— ¡Idiota, eres un vil idiota, Suzuki!

 

— ¡Oye, cálmate! — Tras esquivar el último "proyectil" que su amable novio le lanzó, se acomodó el cuello de la camisa y caminó imponente hacia el otro. Ruki fue retrocediendo; tropezó contra un mueble y maldijo internamente al toparse de espaldas contra la pared. Akira lo tenía acorralado—. ¿Te vas a calmar ya? —El menor solamente asintió. La mirada fija de su novio y la cercanía de este lo habían puesto nervioso al instante—. Lamento no haber venido antes... —Susurró. Ruki había entrado en estado de autismo o algo parecido, ya que ni siquiera pudo contestar— Estuve pensando y...creí que sería una buena idea que tuvieras dos fiestas.

 

El más pequeño parpadeó rápidamente otra vez.

 

— ¿Dos fiestas?

 

— Una con tus amigos y la otra conmigo... -Lo último le había salido en un perfecto tono seductor que, acompañado por una mirada sugerente, derritió por dentro al otro.

 

Ruki no fue consciente del momento en que los labios de Akira llegaron a su cuello y dieron un beso casto a su piel.

 

— Mmh, Aki... —Le llamó con un claro tono de timidez en la voz.

 

— ¿Huh?

 

—E-eres un...tonto nee.

 

— Es cierto, que tonto—Dicho esto, se separó de inmediato, el menor lo miró confundido—. ¿No vas a abrir tu regalo? —Al ver la cara de confusión del otro, Akira sonrió, señaló el listón rojo que formaba un moño en su brazo y comenzó a desabotonarse la camisa, dándole a entender que él era el "regalo".

 

La cara de sorpresa y el sonrojo de Ruki eran imposibles de esconder. Su mirada se situó sobre las manos de su novio, que pronto terminaron de desabotonarle la camisa, y esta cayó sin más al piso.

 

 

Ruki aclaró la garganta mientras desviaba la mirada hacia el interior de la cocina, donde la mitad de un pastel yacía en la mesa.

 

— ¿Se-seguro que no quieres pastel?

 

Akira entendió aquella pregunta como un "por favor, no continúes". Aún así, no iba a hacerle caso. Pero ni siquiera tuvo tiempo de contestarle, Ruki ya se había metido a la cocina y ahora estaba por servirle una rebanada.

 

 

—No me digas que estás nervioso—Le dijo Reita al oído, después de haber llegado a sus espaldas y acorralado contra la mesa.

 

—N-no... ¿Por qué debería? —Cerró los ojos con fuerza al sentir el cuerpo del mayor contra el suyo. Apretó el cuchillo que tenía en la mano y trato de que su respiración no se agitara—. Akira, ¿q-qué...qué te hace pensar que estoy...? Mmh —Suspiró al sentir los labios del bajista en su lóbulo, del cual tiró suavemente con los dientes— Ne-nervioso... -Murmuró, terminando la frase.

 

—Tu titubeo—Le musitó al oído. Sus manos ya no podían estar quietas, tener a Ruki en aquella posición -empotrado contra la mesa- era sumamente tentador. Así que comenzó por acariciar sus costados, subiendo poco a poco su camisa; luego bajaban por sus caderas y lo apretaba contra el filo del mueble, a lo que Ruki se quejaba en voz baja.

 

—A-Akira...ne, el pastel está mu-muy rico...

 

—Se me antoja otro tipo de postre.

 

Y con aquella declaración, Akira Suzuki dio rienda suelta a sus deseos. No fue nada cuidadoso en levantar la camisa de su pareja para quitársela y lanzarla por un lado, y con el mismo descuido desabotonó su pantalón.

 

Ruki estaba como perdido, tenía la mirada fija en el pastel, simplemente dejaba que las traviesas manos de su novio actuaran sobre él, y sí que actuaron con rapidez. El vocal abrió los ojos de par en par al sentir una ligera corriente de aire chocando con su miembro. Akira le había bajado de un jalón el pantalón y el bóxer, hasta la mitad de sus muslos.

 

— ¡A-Akira, oh, por Dios! ¡Quita las...la-las manos de ahí!

 

— No.

 

— ¡Su-Suzuki te lo...advierto!

 

— ¿Y qué me vas a hacer? -Preguntó entre desafiante y divertido. Aprovechó la pausa del contrario para dirigir sus manos a su propio pantalón, lo desabotonó y bajó rápidamente para quedar en las mismas condiciones que el menor.

 

— Yo... —Empuñó el cuchillo y miró al otro por encima de su hombro. ¿Iba a ser capaz de acuchillarlo? No, claro que no. No iría a la cárcel por matar a su novio que lo quería "violar", aunque bien se merecía un par de puñaladas por ser tan imbécil y poco delicado.

 

— ¿Me vas a matar? —Rió. Takanori titubeó nuevamente. Estaba a punto de responder, pero la pelvis de Reita se apretó inesperadamente contra su trasero. Pudo sentir el semi despierto miembro de su novio y esto lo hizo estremecer completamente. Se mordió el labio inferior para reprimir un jadeo.

 

— Aki... -Le llamó en voz baja.

 

— ¿Sí?

 

—Tú eres mi regalo, ¿verdad?

 

—Sí, claro... —Mantenía ese tono tranquilo en su voz y eso encantaba al menor. Este último respiró profundo y cerró los ojos al sentir como Reita comenzaba a frotarse contra él.

 

—Mmh, y yo soy tu po-postre... ¿verdad?

 

—Sí, Taka...

 

—Entonces...cómeme en un plato más grande— Aquello había sonado jodidamente sexy. El ambiente comenzó a calentarse, cuando el pequeño vocal empezó a restregar el trasero contra el miembro de Reita. Hubo una pausa donde ambos suspiraron al unísono. Luego, la voz de Ruki acabó con el silencio—. S-sobre la mesa, amor...

 

 

Reita no hizo esperar a su novio, lo giró con brusquedad y atrapó sus labios, besándolo con febril desesperación.

 

La ropa apenas tardó unos segundos en sus acalorados cuerpos, pues ambos se encargaron de deshacerse de ella; y la timidez de Ruki se había ido a la mierda, su mente y su cuerpo estaban comenzando a sentir un calor delicioso e indescriptible.

 

Las manos del bajista más bien parecían tentáculos, tocando aquí y allá, logrando arrancar sutiles gemidos de la boca ajena. Mientras tanto, Takanori se aferraba a la espalda de su ansioso enamorado. Su espalda a veces golpeaba la mesa, provocándole malestar con la posición en la que se encontraba. Decidió arreglar eso, y con un salto, quedó sentado sobre la mesa. Miró a Reita, éste se lamió los labios sensualmente.

 

Ruki se inclinó un poco hacia atrás y se giró al sentir algo viscoso entre los dedos: el pastel. Eso le dio una idea. Sonrió con malicia y se relamió los labios.

 

—Apuesto a que te encanta tu regalo—Habló Reita, sacando de sus fantasías al más bajito.

 

—Acertaste. Pero también apuesto a que te encantará el postre... —Dicho esto, y habiendo tomado un poco de pastel entre los dedos, se llevó la mano a la entrepierna y embarró su miembro con el merengue. Suspiró apenas audiblemente, pero trató de mantener esa seductora mirada fija en el otro. Akira se había quedado en blanco, ¿y la timidez de Ruki dónde carajo estaba?

 

—Eres un...

 

—Shh, cómeme—Pidió en voz mengua. Se deslizó un poco hacia atrás para poder apoyar las piernas en la orilla de la mesa y las abrió con descaro frente al otro. Dudó un poco y el nerviosismo regresó a él, acompañado de un fuerte rubor en sus mejillas, pues Reita lo miraba como si verdaderamente se tratara de un postre que deseaba devorar. Trató de cerrar las piernas, pero las manos del bajista de lo impidieron— N-ne...Aki...

 

—Shh—Lo imitó—. Los postres no hablan... —Bromeó antes de inclinarse hacia el otro y comenzar a lamer el dulce que adornaba toda la extensión del miembro ajeno. Ruki se sacudió levemente sobre la mesa. Jadeó audiblemente y desvió la mirada durante unos instantes para no ponerse más nervioso.

 

La lengua de Reita estaba haciendo bien su trabajo quitando el merengue muy lentamente, desde la base hasta la punta.

 

Cuando Takanori abrió los ojos y bajó la mirada hacia donde se encontraba su pareja, se topó abruptamente con la atenta mirada de él. Esto le hizo sonrojarse hasta la raíz. Iba a decir algo, pero lo único que salió de sus labios fue un escandaloso gemido cuando Akira tomó el pene del más pequeño por la base y se lo introdujo de lleno en la boca.

 

— ¡Ahhh, Akira! —Exclamó, echando la cabeza hacia atrás. Sus manos se aferraron a la mesa, pasando a llevar el pastel que ya estaba más que untado en la madera del mueble.

 

El aludido comenzó a moverse de arriba abajo, tragando el pastel y succionando a veces la punta de la virilidad de su novio. Iba lento, muy lento, y esto desesperaba sobre manera a Ruki. Reita lo sabía, y sabía lo que iba a provocar con esto.

 

—A-Aki... ¡Mmh! O-onegai...

 

—Mmhg, ¿qué? —Tuvo que apartarse de aquel lugar para poder hablarle. Todavía estaba tranquilo y eso a Ruki le desesperaba.

 

—Ha-hazlo, onegai...

 

— ¿Que haga el qué? —Preguntó haciendose el desentendido. Dio una larga lamida al miembro de Ruki y este, en un acto de desesperación, le lanzó un poco de pastel al otro—. ¡Hey!

 

— ¡Solo métela en tu boca, maldita sea y hazlo más rápido!

 

Si bien aquella manera de pedir las cosas no había sido la mejor ni la más amable, Akira había entendido, y la verdad es que le magnetizaba ese tipo de reacción por parte del menor. Le fascinaba tenerlo a su merced, pidiendo, rogando por más.

 

Otra vez la tibia y húmeda boca de Reita fue ocupada por el erecto miembro de Ruki, quien pronto se olvidó de todo y solo se dejó llevar por el placer. Ya ni siquiera sabía cuánto rato llevaban ahí, en aquella situación. Había perdido incluso la noción del tiempo por culpa de las innumerables sensaciones que Akira le producía.

 

De entre sus revueltos pensamientos solo pudo sacar una conclusión: Akira no solo era bueno con los dedos en el bajo, también hacía maravillas con la boca.

 

Takanori se sentía en el cielo. Aquella sensación en su bajo vientre era realmente indescriptible; su presión estaba muy elevada y apenas podía contener los fuertes gemidos que rogaban por escapar de su garganta. Veía la cabeza de Reita subir y bajar cada vez más rápido, y sentía sus labios apretando su pene cada vez más fuerte. Movía su lengua más y más rápido, lo que provocaba que Ruki se irguiera a medias, a retorcerse, a temblar de placer. Y todo gracias a ese hormigueo delicioso y placenteramente insoportable que sentía en sus piernas. De pronto, se le vino a la mente su propia petición de unos minutos atrás: "Cómeme". Ruki sonrió al pensar con ironía que Reita se lo estaba comiendo bastante bien.

 

De forma intempestiva, sintió libre su entrepierna. Miró hacia abajo y se topó con los ojos artificiales grises de su pareja. Se había detenido así sin más.

 

—Ya fue suficiente —Sentenció Reita. Ruki lo miró de mala manera por haber parado tan abruptamente.

 

— ¿C-cómo que...? -Dejó la pregunta al aire debido a su respiración agitada.

 

—No quiero que te corras aún, pequeño—Esto hizo que los colores volvieran al rostro del adorable cantante. Reita no dijo más, trepó a la mesa y se colocó entre las piernas del menor— Y yo también estoy desesperado —Le susurró sobre los labios mientras se acomodaba bien sobre él, juntando sus entrepiernas. Ruki cerró los ojos y suspiró al sentir la virilidad erecta del contrario— Mmh, ¿lo sientes?

 

La pregunta cohibió a Takanori, así que solamente asintió. Reita colocó las manos a los costados de su cabeza, y él le rodeó la cintura con ambas piernas. Se miraron durante unos segundos, pero bastaron para que se perdieran en la mirada uno del otro. Una mirada que ardía en deseo al igual que sus cuerpos, una mirada en la que podía leerse fácilmente un "soy tuyo".

 

Akira comenzó a moverse de arriba abajo, juntando placenteramente sus miembros. Arriba, abajo, arriba, abajo. Los gemidos no se hicieron esperar, y con ellos, las sucias peticiones.

 

—Métemela... —Rogó Ruki que se sentía a punto de explotar. Tenía a Reita sobre él, caliente, húmedo, gimiéndole al oído y devorando su cuello con ardientes besos que le marcaban la piel—. A-Ahhh...por Ka-kami-sama, Akira...mmhg, métemela ya.

 

—Espera un poco, pequeño.

 

— ¡Ya! —Gritó, arqueándose al mismo tiempo—. ¡Onegai...Ahhh, onegai! ¡Te quiero dentro...Mmhg, te quiero dentro, maldición!

 

Aquello divertía a Reita, amaba esos sonidos íntimos, esos ruegos obscenos. Pero él tampoco era de piedra, estaba caliente, sumamente excitado. Necesitaba montar a Takanori de una buena vez o terminaría corriéndose con los simples roces que hacía sobre el otro cuerpo.

 

—Akira...si no me la metes de una vez, voy a... ¡A-Ahhh, mierda! -Gritó prácticamente al sentir la punta del pene de Reita entrando lentamente en él. Se retorció violentamente debajo de su cuerpo. Rasguñó su espalda sin reparo y golpeó un brazo contra la mesa, manchándose de pastel.

 

Sus miradas se cruzaron una vez más. Ambos con las mejillas ruborizadas. Eran presas del calor y la excitación.

 

Juntaron sus labios en un beso desesperado, casi salvaje. Juguetearon con sus lenguas y gimieron sin pudor alguno uno en la boca del otro. Reita seguía entrando en el tembloroso cuerpo de Ruki, éste hacía muecas de dolor y se quejaba de vez en cuando. Pero pronto el dolor se convirtió en placer y los gemidos pasaron a ser casi gritos.

 

— ¡R-Reita, muévete...Reita, Ahhh, Reita, no te detengas!

 

—Te tengo donde quería, Mmhg, no voy a detenerme... ¡ahh!

 

Reita iba rápido, fuerte, casi sin tomar en cuenta el hecho de que podía lastimar a su novio. Fue así como Ruki apartó los brazos de la espalda del mayor, y con cuidado fue introduciendo una mano entre sus cuerpos para alcanzar su propia ingle, la cual comenzó a acariciar suavemente, esto hizo que las embestidas fueran un poco menos bruscas.

 

Mientras estaban en ese vaivén de caderas, el bajista se acercó al oído del menor y susurró:

 

—Mmh, Taka...se siente tan bien. Estás tan...Nnhg caliente...y húmedo.

 

— ¡Ahhh, n-no digas...eso! —Pidió avergonzado.

 

—Dime, amor... —Lamió su oreja y volvió a gemir— ¿Qué te excitaría más en este momento?

 

Con esta pregunta los sentidos del pequeño se fueron a la basura. Estaba perdiendo el control de su mente, al igual que el de su cuerpo. Akira lo estaba llevando a un mundo inexistente y vaya que lo estaba disfrutando.

 

—Y-yo...yo... ¡Ahhh! t-tu cuerpo, Akira...tu cuerpo, Mmhg, tu cuerpo tan caliente sobre mí. Sentirte dentro y tus...gemidos... ¡Ahh, así, ahí...Reita, más! Gime, gime en mi oído, Reita, haz que enloquezca...excítame más...

 

Y Reita, obediente y caliente a morir, se acercó a su oído para cumplirle esa otra obscenidad. Gemidos sensuales escapaban de sus labios, mientras que su cuerpo no paraba de golpetearse contra el del menor.

 

Pasó poco tiempo antes de que ambas voces se combinaran en un intenso gemido y que descargaran su excitación en un exquisito orgasmo.

 

 

Las respiraciones de ambos jóvenes se fueron normalizando poco a poco. Akira se dejó caer sobre el sensible cuerpo de su pareja, y éste solo un quejidito por la sensación de tenerlo todavía dentro.

 

Pasaron algunos segundos antes de que alguno se atreviera a decir algo. Juntaron sus frentes y Ruki cerró los ojos, acto que el otro aprovechó para robarle un beso, pero él siguió con los ojos, hasta cuando Reita salió con cuidado de él.

 

—Nnhg... —Se quejó el vocal. Abrió los ojos y se encontró con la mirada de su amante. Le sonríe dulcemente, era una sonrisa cálida, llena de satisfacción y gentileza. Esa sonrisita que siempre lograba tranquilizarlo.

 

—Déjame limpiar esto un poco—Se apartó y bajó de la mesa. Buscó toallas de papel y ayudó a Ruki a incorporarse. Quitó del cuerpo ajeno los restos de pastel, bajo la atenta mirada tímida del otro—. Listo. Ven aquí— Dijo suavemente y de la misma manera lo tomó en sus brazos. Lo llevó cargado hasta la sala para recostarse con cuidado sobre el sofá. Ruki se dejó caer sobre su cuerpo aún húmedo, y volvió a ser presa de sus fuertes brazos, los cuales lo rodearon con la ternura y delicadeza de un amante protector. El menor colocó su cabeza contra el pecho de su pareja, y su cuerpo se fue relajando a causa de los dulces sonidos de su agitado corazón. Reita besó su cabeza y una de sus manos acarició con extrema delicadeza su espalda.

— Me encanta cuando me tocas como si tuvieras miedo de que me rompa —Susurró Ruki. No obtuvo respuesta, así que alzó la mirada. Se dio de frente con una encantadora sonrisa por parte del bajista. Esa fue la mejor respuesta.

 

Ninguno de los dos dijo nada durante un largo rato. Se quedaron disfrutando de la calidez que le brindaba el cuerpo del otro. Hasta que Ruki se incorporó un poco para besarlo, cortando así su inquieta respiración.

 

 

—Todavía me es increíble la manera tan fácil con la que me haces perder la cabeza.

 

— Ruki, tú ya habías perdido la cabeza cuando nos conocimos— Recibió un golpecito en el pecho como respuesta. Rió—. Lamento no haber estado en tu fiesta, sé que querías que conviviéramos todos juntos.

 

—No importa. Debo admitir que nuestra fiesta privada fue mucho mejor.

 

—Sabía que iba a gustarte.

 

—Todo lo que venga de ti me gusta—Confesó. Nuevamente se apoderó de su rostro ese sonrojo que lo hacía lucir fascinante.

 

Sus labios se unieron en un beso tranquilo, lleno de ternura. A este le siguieron otros más y algunas caricias.

 

— Podría pasar toda mi vida así... —Dijo Reita— sintiendo tu cálido cuerpo, besando tus deliciosos labios —Suspiró—. Sé que le contaste a Uruha que no soy muy cariñoso contigo, y lo lamento, pero me conoces. Además tú eres un berrinchudo y a veces no te soporto...

 

— ¡Akira! -Refunfuñó, dándole otro golpecito al pecho. El otro rió.

 

—Escucha, trataré de ser más...cursi, como quieres.

 

—No es necesario que cambies si tú no quieres ne.

 

—No voy a cambiar, idiota, solo seré más gay para que seas feliz —Ambos rieron.

 

—No puedes ser más gay de lo que ya eres, Suzuki.

 

—Cállate, imbécil.

 

—Imbécil tú, cabrón...

 

—Enano gay.

 

—Tú eres más gay. ¡Ay, ya cállate! —Lo tomó de las mejillas y lo besó mientras reían.

 

 —Te amo, Ruki —Murmuró sobre sus labios y sonrió.

 

—Te amo, Reita—Suspiró—. Gracias por mi regalo.

 

— ¡Ah, cierto! -Dio un respingo—. Lo olvidaba...

 

— ¿Qué cosa? —Preguntó curioso al verlo.

 

—Tu regalo tiene una segunda parte, pero ahora...en la ducha.

 

Se dirigieron sonrisitas y miradas cómplices. Se pusieron de pie y se abrazaron. Volvieron a besarse y caminaron a ciegas hacia la habitación del vocal.

 

Podían pasar así toda la noche, y todas las noches siguientes a esa. Podían hacer el amor mil veces más, y aún así...serían muy pocas.

 

 

FIN.


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