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28 de diciembre por mitsui-chan

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Notas del capitulo:

No sé si en todos se celebra o si en el resto de España se celebra como lo hacemos en Catalunya, pero bueno, la gracia de este día es gatar bromas al resto de la gente.

-Nene.- dijo Dante entrando al cuarto del menor que estaba durmiendo a pierna suelta con medio cuerpo colgando por la cama.- ¡Nero!- le dio un golpe, haciendo que se cayera.- ¡Despierta que te necesito ayuda!

 

-¿Qué ocurre?- preguntó levantándose de un salto.

 

-Está entrando agua por la puerta principal. Necesito que me ayudes a poner toallas.- le contestó mientras empezaba a salir del cuarto, siendo adelantado por el más joven.

 

-¡Dante! ¡Te voy a matar!- gritó cuando vio que había por lo menos a treinta mujeres que le hacían fotos con sus móviles o cámaras.

 

El mayor bajó riendo y tomándole por las caderas con una mano y con la otra le cogió por el mentón, sonriendo al ver como se apartaba cuando se acercó a sus labios. El público estaba expectante de ver lo que ocurriría. Sus rostros eran transparentes a los ojos de Dante: repulsión, envidia, deseo.

 

Por otro lado Nero estaba bloqueado, paralizado. No le besaría, ¿verdad? Es decir, a Dante le gustaban las mujeres guapas y sensuales, como Trish, o con un carácter fuerte como Lady, no los hombres como él. Además, él había salido con Kyrie por mucho tiempo y Dante lo sabía y… Su hilo de reflexiones se rompió cuando sintió como el cálido aliento de su ahora jefe, que olía a tan deliciosas fresas. Sus ojos vagaron por el varonil rostro, intentando descifrar su mirada, sus pensamientos, pero como usualmente pasaba fue incapaz.

 

-Feliz día de los inocentes, niño.- susurró ante de separarse de él con una sonrisa burlona.- Señoras, si son tan amables de dejarle una propina a nuestro hermoso chico…- dijo señalando un bote que había en la entrada.

 

Todas las mujeres salieron del edificio dejando billetes de cincuenta y cien dólares en el bote. Una vez la puerta se cerró el hechizo del cazador con más experiencia sobre el otro se rompió bruscamente.

 

-¿Pero qué coño haces, viejo?- le gritó empujándole lejos de él, sintiendo como su rostro quemaba por la vergüenza.

 

-Vamos, nene, no te alteres tanto. Solo han sido una horda de mujeres que nos vieron el otro día luchar y se quedaron impresionadas con nuestra belleza.- dijo mientras sacaba una cerveza del frigorífico.

 

-¿Y eso que tiene que ver con el hecho de que me hayas hecho bajar medio desnudo para que me hicieran fotos?- preguntó.

 

-Ah eso. Feliz día de los inocentes, Nero.- dijo antes de darle un golpecito en la frente con los dedos.

 

-¿Qué clase de broma es esta?- contestó mirándole de forma inquisitoria, pero no recibió respuesta alguna.

 

El día se le hizo muy largo a Nero: cuando no era chili era pica-pica, cuando no, el agua del grifo sabía a berenjenas, o su ropa había cambiado de color y había pasado de oscura a rosa.

 

Ahora ya era oficial: Nero odiaba el veintiocho de diciembre.

 

-¡Dante!- bajó las escaleras rápidamente, mirándole furiosa cuando su cabello se volvió rojo.

 

-¿Te has hecho un cambio de look? La verdad es que no te queda muy bien, nene.- se rió descaradamente.

 

-¡Te mataré! ¡Te mataré!- se echó sobre él, golpeándole el rostro y el pecho con fuerza.

 

-¡Cálmate! Por Dios, solo fue una broma.- dijo cogiéndole por los brazos.- ¿Ya estamos más tranquilitos?- preguntó mientras se sentaba, dejando que el otro le mirara enfurruñado.- Te ves realmente lindo cuando te pones en este plan.- le dijo riendo levemente ante la sorpresa del otro, quien nunca, en los cinco meses y medio que llevaba viviendo con él le había visto sonreír de aquel modo.

 

-Pero aun así no tenías que tintarme el pelo. Me gustaba su color porque…- se calló de súbito.

 

-¿Por qué?- indagó el otro, reteniéndole a su lado cuando se quiso a ir.- ¿Por qué se parece al mío?- le susurró al oído.

 

-¿Qué dices? ¡Nuestros cabellos no se parecen en nada! El mío es suave y sedoso, y lo llevo bien peinado, mientras que tú… bueno, tú pelo parece el de un espanta-pájaros.- dijo desviando la mirada.

 

-Vaya. Qué lástima.- dijo suspirando.- Porque a mí sí que me gusta porque se parece al tuyo. Realmente me gusta tu pelo.- finalizó.

 

-¿Q-qué?- aquello le había cogido con la guardia baja, pero se repuso rápidamente al recordar porque estaban en aquella pose y entendió que todo era una de las tantas bromas del mayor.- No jodas viejo.- sus mejillas volvían a estar rojas y no por vergüenza esta vez.- Esta broma no tiene ni gracia.

 

-¿Quién dijo que estaba bromeando?- aquel tono tan serio resultaba extraño en él, quien siempre hablaba con enfado o con sarcasmo e ironías.- Aunque decir que tu pelo es lo único que me gusta de ti es quedarse corto.- con una mano le atrajo por la nuca, dejando sus labios a muy pocos centímetros y antes de que el otro retomara sus golpes por su atrevimiento le besó con cuidado.

 

Nero no reaccionó al momento, nunca lo hacía, pero cuando lo hizo sus mano humana acarició el blanco pelo, algo húmedo y dejó que el mayor tomara el absoluto control del beso, rindiéndose entre aquellos poderosos brazos. Cuando se separaron abrió los ojos que previamente había cerrado.

 

-Si esto es otra de tus bromas de mal gusto date por muerto, Dante.- le amenazó.

 

-No jugaría nunca con algo así, nene.- le acarició una mejilla antes de juntar sus frentes.- Nunca.

 

-¿Me lo prometes?- insistió.

 

-Te lo prometo.- ¡vaya que le costaba al chiquillo aceptar su declaración!

 

-¿Por Vergil?- presionó otra vez haciendo que los ojos de Dante se endurecieran un poco y el de pelo rojo supo que quizás se había excedido un poco.- Está bien, te creo.- se inclinó y le besó con miedo.

 

-¿Siempre besabas así a tu novia? No me extraña que te dejara, niño.- se burló antes de tomarle fuertemente por la nuca otra vez y de besarle con hambre.

 

Entre beso y beso subieron al sofá, en la misma posición. Cuando sus labios empezaron a doler, Nero se recostó en el pecho cálido y desnudo del mayor, sintiendo su piel caliente rozar su mejilla y el palpitar de su corazón.

 

-¿Dante?- le llamó en un susurró.

 

-¿Hn?

 

-T-te q-quiero.- tartamudeó, pegándose más a él.

 

El mayor soltó un sonidito de burla antes de abrazarle y de responder: -Yo también nene, yo también.- le besó la frente.- No te preocupes por tu pelo, mañana cuando te lo laves será blanco otra vez.- Nero no contestó, solo se recostó y cerró los ojos, sonriendo cuando las manos del mayor se entrelazaron con las suyas.

 

Al parecer el veintiocho de diciembre no estaba tan mal.

Notas finales:

¿Qué os ha parecido? ¿Bien, mal, nada?

Dejad reviews que suben el ánimo!

Saludos!


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