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Deidara-chan por jackifsy

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Notas del capitulo:

Ola!!! espero que les guste...

 

2.-La cita

Sonó el despertador.

Deidara sacó un brazo de entre las sábanas y lo apagó para después volver a sumergir su extremidad en el cobertor. Realmente no tenía ni la más mínima voluntad de ir al colegio, sin embargo sus padres no permitirían que faltase, en su vida solo había faltado dos veces a clases y eso porque la primera vez se fracturó la pierna y la segunda por una infección estomacal que lo llevó al hospital. En ningún otro momento los padres permitieron que se saltara la ida al colegio, así tuviera fiebre de 40 o una gripe del demonio, igual lo mandaban y el rubio tuvo que acostumbrarse a eso.

Ni modo. Se levantó tal cual zombi y fue al baño para darse una ducha. Como el día anterior, guardó el uniforme de su hermana en la maleta, se arregló y tras desayunar salió de la casa a la de Pain que lo esperaba con Kisame. Cuando se cambió los tres se dirigieron al colegio. A Deidara le seguía incomodando la falda y tardaría mucho en acostumbrarse en especial porque con cada brisa tenía que sujetarla para que no se le alzara, dejando ver que de mujer no tenía nada y de hombre mucho.

Llegaron al colegio, al igual que ayer los chicos se lo quedaron mirando y esta vez Deidara no llevaba la cabeza gacha así que pudo observar la cara de pervertidos de muchos.

—«Si supieran que soy un chico»— pensó fastidiado.

Un chico de lentes se le acercó y algo avergonzado le entregó una rosa roja.

—Etto... te la envían— le dijo el chico y se fue corriendo.

El rubio miró al rededor buscando a su "admirador" y se topó con Madara que lo saludaba a algunos metros. Deidara lo saludó con una mano y continuó su camino.

—Que lindo gesto— dijo Kisame con una sonrisa de burla.

—Cállate— le ordenó el rubio que, antes de ingresar en el edificio, tiró la rosa en un basurero.

Al llegar al salón, el grupito de Sakura lo rodeó con caras y risas emocionadas.

— ¿Qué les sucede?— les preguntó incómodo.

—Sakura nos contó de tu cita con Madara-sempai— respondió Ino— que envidia, tienes mucha suerte.

—Ah... «Suerte»

— ¿Eso quiere decir que irás con él al baile?— preguntó Sakura.

— ¿Baile?— dijo Deidara sin comprender.

—Sí, el baile de inicio de año el siguiente viernes, hay carteles por todo el colegio.

—No los había visto, en realidad creo que no iré, no me gustan esas cosas— el rubio sonrió amablemente, pero un escalofrío lo recorrió al sentir las miradas de Pain y Kisame que, al observarlos, claramente las identificó como un "como si fuéramos a dejar que faltes"—«maldición»— pensó Deidara, solo faltaba que le obligasen a ponerse un vestido.

 

—No puedes faltar, en especial porque yo creo que muchos quieren  que seas su pareja, te has vuelto muy popular en poco tiempo— comentó la de cabellos rosas.

— ¿Y si la invita Madara-sempai?—dijo Ino con falsa decepción.

—¡¡Kyaa!! ¡Que envidia!— gritaron juntas asustando al rubio que posó sus ojos en Hinata, la única que se mantenía al margen, callada y reservada. Ino lo notó y la abrazó poniendo uno de sus brazos sobre los hombros de la morena.

—Hinata-chan, tú quieres que Naruto-kun te invite ¿No?— a la mencionada se le encendieron las mejillas y agachó la cabeza avergonzada, Ino sonrió— kawai, Hinata-chan eres tan linda— y la abrazó casi hasta estrangularla.

Las demás, incluyendo a Deidara, se rieron, en verdad era linda.

Minutos  después llegó Gai con las pruebas del día anterior en mano y un rostro lleno de cansancio, resultado de tener que madrugarse calificando y, para peor del caso, las notas eran terribles.

—Les sacaré el aire en todas las materias— dijo el profesor— así que si no se esfuerzan no me tocaré el corazón para que se queden de año ¡Nunca en mi vida eh visto resultados tan espantosos! Debería calificarles con un menos cien que con un cero ¿Qué aprendieron en su secundaria? ¡Ni siquiera saben poner una tilde con decencia! ¿¡Acaso se les durmió el cerebro por las vacaciones!?— Los alumnos escuchaban sin atreverse a levantar la vista, les esperarían días muy difíciles, en especial los que ya medio sabían que calificación tendrían. Gai cogió algunos de los exámenes— solo cuatro de ustedes tuvieron buenos resultados ¡Cuatro de cuarenta estudiantes! A los que voy a mencionar se ponen de pie— ordenó— Neiji, Hinata, Sakura y Dara.

Neiji y “Dara” se pusieron de pie con indiferencia, Sakura con aires de grandeza contenidos y Hinata con cierta vergüenza.

—Ellos son los únicos cuyas calificaciones valen llamar calificaciones— dijo Gai haciendo sentir mucho peor al resto de los estudiantes— Neiji— lo llamó extendiéndole sus pruebas.

—Como sea— contestó el moreno agarrándolas sin el menor interés y volviendo a sentarse en su puesto.

—Hinata— continuó el profesor.

—Gracias— dijo ella con su suave vocecita cuando las recibió.

—Sakura.

—Gracias— con una enorme sonrisa la de pelo rosado agarró sus pruebas.

—Y Dara.

—Gracias.

Todos se mantuvieron callados por un par de minutos hasta que Gai volvió a hablar mientras tomaba otro poco de pruebas.

—Hay algunos cuyas calificaciones no son tan espeluznantes, llegan a presentables, pero no son buenas y tienen que esforzarse más. Los llamaré para que las cojan y se vuelven a sentar. Shino, Itachi, Sasori, Gaara, Temari y Sai.

Tomaron sus pruebas y volvieron a sus puestos.

—Con eso la suma es de diez con un nivel presentable para la preparatoria— dijo Gai— falta otros treinta y juro que les sacaré el aire para que avancen con buenos resultados a segundo curso.  Saquen el libro de matemáticas, páginas 14, empezaremos por trigonometría.

Con pesar los estudiantes sacaron sus libros y se prepararon  para la tortura que se avecinaba.

Las horas pasaron lentas y tortuosas, cuando sonó la campana del descanso todos lanzaron un suspiro de alivio y salieron a disfrutar su libertad, excepto Deidara que se quedó sentado en su lugar.

— ¿No vas a salir?— le preguntó Pain.

—No.

—Oh, vamos.

—No.

—Como quieras— dijo alzando los hombros y se fue junto con Kisame.

— ¿Qué te pasa? ¿Por qué no quieres salir?— le preguntó Itachi que se acercó junto con Sasori.

—No es nada, solo no quiero.

—Entonces te acompañamos— dijo Sasori.

—« ¿Y quién carajos se los pidió?»— Pensó el rubio— hagan lo que quieran.

Los tres se mantuvieron sentados y en silencio. Itachi comía un snack mientras Sasori bebía un jugo. Poco a poco ese silencio comenzó a incomodar a Deidara, no quería salir porque justamente deseaba estar solo, además de quererse evitar que lo inviten al baile como dijo Sakura, y esos dos se quedan para fastidiar su soledad. Sacó un libro, matemáticas para ser exactos, y lo abrió en una página cualquiera y comenzó a leer para distraer su atención de sus dos acompañantes.

— ¿Solo pasas estudiando?— preguntó el moreno más para sí que para el rubio.

—También deberías— contestó él con indiferencia.

Itachi iba a responder, pero justo en ese momento alguien entró al salón y para sorpresa de los tres, e irritación del rubio, era Madara.

—Bella doncella— dijo acercándose a Deidara, esas palabras casi lo hacen vomitar ¡Era un hombre!— no puedo esperar a nuestra cita— comentó acariciando sus cabellos, pero el rubio le apartó la mano.

—No es una cita— respondió con desdén y Madara sonrió, le gustaba de alguna forma que “ella” fuera tan difícil ya que la mayoría de chicas que conocía siempre caían a sus pies.

—Vine para preguntarte si irías al baile conmigo, hermosa— Madara lo agarró del mentó acercando peligrosamente sus labios a los del rubio, Deidara alejó un poco su rostro y con su mano instintivamente buscó algo encontrando su libro para tirándoselo a la cara a Madara— Ah— se quejó el pelinegro retrocediendo y sujetándose su afilada nariz.

Deidara lo observaba molesto, la próxima no sería solo un libro.

—Que cruel— comentó Madara sonriente aunque en su interior le cabreaba que una chica le hiciera eso— bueno ¿Irás conmigo? Si no tienes pareja puedes ¿No?

El rubio ni siquiera lo pensó, realmente no quería ir con ese idiota pervertido  y confianzudo.

—No— respondió a secas.

— ¿Ya tienes pareja?— preguntó el pelinegro curioso.

—Eh… sí— únicamente lo dijo por la presión del asunto, pero al instante se arrepintió.

— ¿Quién es?— Madara intentaba acorralarlo y el rubio se dio cuenta, le enojó sobretodo esa sonrisa espeluznante y atrevida.

—Itachi, me invitó hace un rato— contestó mirando al otro pelinegro que se sorprendió ante esto— ¿No es así?

—Ah… sí, claro— contestó Itachi disimulando su sorpresa.

—Haberlo dicho antes— dijo Madara forzando la sonrisa— esta vez me has ganado, primo. Igual, te espero mañana para nuestra cita, Dara-chan— y abandonó el salón. Al cerrar la puerta su sonrisa desapareció— «no se quedará así, Dara-chan»— pensó.

Deidara recostó su cabeza sobre el pupitre y suspiró con pesadez. Que manera de ese chico ponerle de los nervios. Unos segundos después volvió a levantar la vista encontrándose con los rojizos ojos de Itachi.

—Emm… lo siento, no se me ocurrió nada más, tu primo es…— dijo el rubio algo avergonzado, viró el rostro para buscar en el suelo su libro y se agachó para recogerlo.

—Lo sé, lo conozco mejor que nadie— la interrumpió Itachi— pero…— hizo una pausa— me gustaría ir al baile contigo.

No supo porque, pero Deidara se sonrojó y agachó la cabeza. Le bastaron unos segundos para reaccionar en esa estúpida actitud que tomó y volvió a encarar al pelinegro cruzándose directamente con esos dos rubíes  que por una milésima de segundo parecieron hipnotizarlo.

—«Que ojos tan raros»— pensó sin dejar de verlos— « ¿Serán de su madre o de su padre?— no pudo evitar que esa pregunta se formulase en su cabeza.

— ¿Qué dices?— preguntó el moreno al notar su ensimismamiento.

—Eh… yo… está bien.

—Entonces… ¿Pasó por ti?

—No. Mejor nos encontremos ahí.

—Ok, como te sientas más cómoda.

Sasori escuchó todo aquello y en su estómago apareció una sensación extraña, mas no la demostró, era algo que no podía explicarse, nunca lo había sentido, una mezcla de molestia e incomodidad.

Pues, el pelirrojo no sabía que por primera vez en su vida experimentaba los celos.

Las horas siguientes, Deidara, en vez de prestar atención a los que decía el profesor, se reprochaba una y otra vez el por qué había aceptado ir al baile con Itachi. Deseaba arrancarse los cabellos, no quería usar un estúpido vestido, ni mucho menos bailar, nunca le gustó.

Volvió a casa molesto, también había tenido que aguantar las burlas de sus dos amigos al comentarles aquello porque no podía enfrentar esa situación solo. Maldijo su suerte, nunca volvería a apostar nada con esos tarados.

ΞΞΞΞΞΞ∞ΞΞΞΞΞΞ

Al día siguiente Deidara se levantó temprano, como siempre, y, al igual que todos los sábados, estaba solo en casa. Fue a la cocina a desayunar encontrando una nota pegada al refrigerador, era una lista de los quehaceres que tenía que realizar, desde que su hermana entró a la universidad a él le tocaba hacerlos todas las semanas, antes él y Dara se turnaban los sábados, pero ya no. Desayunó haciéndose a la idea de que en unos minutos comenzaría a limpiar los pisos, pasarle un trapo a todo para quitar el polvo y ordenar las habitaciones exceptuando la de su hermana ya que ella le tenía terminantemente prohibido que ingresara en su cuarto, igual, no hacía falta que lo hiciera, como la hija perfecta su habitación también estaba perfectamente ordenada y limpia siempre. Miró el reloj de la cocina que marcaba las ocho treinta, faltaba mucho para la cita con Madara a la cual definitivamente no quería asistir, pero no tenía más opción.

—Podría fracturarme un brazo— dijo para sí mismo— no, que fastidio tener un yeso de nuevo.

Al terminar de comer lavó los platos y comenzó su trabajo el cual le llevaría realmente mucho tiempo.

Terminó de hacer todo cuando ya era la una de la tarde. Estaba cansado y hambriento, pero tendría que esperar un poco más para que la comida esté lista. Se recostó en uno de los muebles de la sala, sus padres lo matarían si supieran que hizo eso, pero ellos no estaban en casa. De la nada Itachi apareció en su mente y se sonrojó mientras puso uno de sus brazos sobre sus ojos. Se levantó para ir a darle otro vistazo a la comida, aún no estaba lista. Pensó en que más hacer para que el pelinegro no siguiera en sus pensamientos, pero mientras más intentaba distraerse más lo recordaba.

—Ah… mierda— dijo fastidiado.

Miró a las escaleras que conducían a los cuartos y cogiendo un poco de aire se dirigió arriba, a la habitación de Dara. Abrió la puerta con cuidado, asomando la cabeza con algo de temor. Cuando finalmente entró se encontró con la misma habitación de la última vez que había entrado, y eso de hace más de dos meses. Ningún detalle había cambiado siempre la habitación perfecta. Deidara fue al armario y abrió las puertas de par en par. Había mucha ropa ahí dentro, toda perfectamente planchada y en orden. Arrastró las prendas cuyos armadores se deslizaron hacía un lado. El rubio concentró su atención en los vestidos, obviamente su hermana no le daría uno para el baile, así que lo tomaría “prestado”, esto realmente le daba vergüenza, escoger alguno era humillante, no quería usar ninguno. Al sacar el quinto para observarlo, el rubio cayó al suelo de rodillas con ganas de llorar. Era imposible. Todos tenían escotes muy… no sabía cómo describirlos, aquellos vestidos dejaban ver muy bien la excelente figura de su hermana y sus buenos atributos de mujer. Totalmente imposible que pudiera ponerse alguno que no delatara que es hombre, en definitivo le entrarían porque su cuerpo era esbelto, como el de Dara, pero no tenía pechos y no podría llenar esas zonas sin que se notase y algunos eran tan pegados al cuerpo que su virilidad estaría muy a la vista. Ordenó todo como estaba y volvió abajo.

A las tres y media se vistió lo más femeninamente que pudo, rebuscando miles de veces en su armario hasta que logró obtener algo. Una camisa de manga corta color morado y el estampado de un rostro muy curioso de colores verde y azul, era algo suelta para que no se viera que no tenía pechos; y un pantalón jean largo. Las sandalias sí las tuvo que coger del armario de Dara, unas de tiras azules y pequeñas rosas, por suerte usaban la misma talla. Y si por si acaso sus padres llegaran antes que él, ocultó un par de sus zapatos en los arbustos de afuera de la casa, así no lo verían llegar con las sandalias de Dara. Guardó un poco de dinero y salió en dirección a la estación de trenes. En medio camino notó que sus manos estaban dentro de sus bolsillos y caminaba como el hombre que era. Sacó sus manos y caminó con las piernas más juntas, algo más femenino, pero se le hacía difícil porque sentía que el calzado se le rompería en cualquier segundo, las tiras parecían muy delicadas.

Finalmente llegó y checó su reloj de muñeca, exactamente las cuatro. Miró a su alrededor y a lo lejos distinguió a Madara que al verlo se acercó.

—Hola— lo saludó con un beso en la mejilla, cosa que causó un escalofrió al rubio— ¿Esperaste mucho?

—No, acabo de llegar.

—Que bien.

— ¿A dónde iremos?

—Quiero llevarte a un hotel— Daidara se tensó, ¿Un hotel?

—Que…

—No te haré nada, lo prometo, solo quiero invitarte una cena y mostrarte algo— le aseguró sonriéndole amigablemente.

— ¿En serio… no intentarás nada raro?— preguntó el rubio con algo de miedo.

—No, si no quieres.

—Emm… pero no estamos vestidos para eso— Madara llevaba un jean, una camisa negra de botones abierta y debajo una sin botones color azul marino; y unos zapatos deportivos.

—No te preocupes, el hotel es mío y estaremos solos. El tren ya llegó, vamos.

Deidara tragó en seco y subieron al tren.

ΞΞΞΞΞΞ∞ΞΞΞΞΞΞ

En otro lado.

Kisame y Pain paseaban por tiendas de ropa femenina. Sección de vestidos. Buscaban un regalo para Deidara, querían “ayudarle” con algo en la apuesta ¿Y qué mejor ofrecerse a pagar por algo de lo que tendrían satisfacción propia?

— ¿Qué te parece este, Pain?— le preguntó Kisame mostrándole un vestido de color rosado.

—Tiene demasiado pecho— el de piel azulada lo volvió a poner en su lugar y continuaron su búsqueda.

—Buenas tardes ¿Les puedo ayudar en algo?— les dijo una de las chicas de la tienda.

—Hola. Sí, necesitamos un vestido para una chica delgada y plana, no tiene casi nada ni adelante ni atrás— mientras Pain decía aquello Kisame se tuvo que morder la lengua para no reírse.

—Está bien. Creo que les puedo recomendar uno por aquí, síganme— la chica buscó por algunas secciones hasta dar con una posibilidad— ¿Qué les parece?— preguntó mostrándoles el vestido.

—Perfecto— dijeron los dos imaginándose a Deidara con eso.

ΞΞΞΞΞΞ∞ΞΞΞΞΞΞ

El tren se detuvo y el rubio bajó con Madara. Caminaron por un par de cuadras hasta llegar al hotel Uchiha. Deidara tuvo que disimular su impresión, esos eran uno de los hoteles más caros de Japón. El moreno sabía que había impresionado a su cita aunque esta no lo demostrara.

—Vamos— tomó la mano del rubio e ingresaron al lugar— buenas tardes— saludó a las recepcionistas.

—Buenas tardes, Madara-san— respondieron estas con una reverencia.

— ¿Todo está listo?

—Sí.

—Gracias. Vamos, Dara-chan— ambos entraron en el ascensor y Madara presionó el botón del último piso.

Deidara estaba algo desconfiado, realmente tenía ganas de salir corriendo para alejarse de Madara. Llegaron al último piso. Era un lugar muy bello y grande, quizá un salón para eventos, no había techo y se podía observar el cielo que comenzaba a bañarse en tonos rojizos. En el centro del lugar había una mesa cubierta por un mantel blando y a sus lados dos sillas muy elegantes. Sobre la mesa se hallaban dos platos vacíos, servilletas de seda, cubiertos y un centro de mesa de flores. Los dos se sentaron, Madara apoyó sus codos en la superficie y después puso su mentón sobre la parte superficial de sus manos, observó atentamente Deidara, admirando cada centímetro de lo bella que era.

—«Quizá no te pueda cautivar con mi atractivo, pero sí con mi dinero»— pensó el moreno sonriendo para sus adentros— «no te daré a Itachi por ningún motivo»

Al rubio se le erizaba la piel con las furtivas miradas que le daba Madara.

—Es… un bonito lugar— comentó algo nervioso.

—No tanto como tú, eres muy hermosa.

—Eh… gracias.

Unos minutos después aparecieron un par de meseros que les sirvieron la comida.

— ¿Quieres beber algo en especial?— le preguntó Madara.

—Solo un jugo de naranja.

Segundos después lo que pidió ya estaba sobre la mesa. Los meseros los dejaron solos y comenzaron a comer, Deidara algo reservado en sus movimientos, le intimidaba ese lugar, nunca había estado rodeado de tanta elegancia. Cuando se comió el primer bocado, de lo que parecía carne común y corriente, sus ojos se abrieron sorprendidos.

—«Está delicioso»— pensó observando su plato.

— ¿Te gusta?

—Eh… sí, está muy bueno ¿Qué carne es?

—Carne de Kobe— el rubio casi se atragantó escuchando aquello.

—« ¿¡Carne de Kobe!?»— pensó mientras bebía del jugo para calmar su garganta— «si mal no recuerdo la carne de Kobe está por los 9.363 yens (106 dólares)»

El rubio nunca pensó que comería algo tan caro, pero no sabía lo que contenía el resto del plato.

—Lo siento, está deliciosa— dijo Deidara disimulando una sonrisa— ¿Qué es lo demás?

—Caviar Almas y Hongo Matsutake.

—« ¡Por kamisama!»

El Caviar Almas estaba entre 1.413.427 yens a 2.208.480 yens (de 16.000 a 25.000 dólares) y el Hongo Matsukake entre 88.339 yens (como 1.000 dólares).

—«Estoy comiendo una fortuna»— pensó el rubio y era verdad, casi 3.000.000 de yens (como 4.000 dólares)

Madara no podía estar más satisfecho, obviamente su cita estaba impactada por la comida tan lujosa y costosa. Deidara comió lento, estaba muy bueno, nadie lo negaría, pero no llegó a la mitad y desistió, le daba remordimiento dejar esa comida tan cara pero aún más remordimiento le daba comerse tanto dinero.

— ¿Qué sucede? ¿No te gustó?— preguntó Madara al ver que el rubio apartaba el plato.

—Etto… esto me resulta algo incómodo.

—Entiendo— él también dejó de comer.

—No te enfades, pero… tú… tienes dinero ¿Por qué estás en mi colegio?

—Me castigaron por hacer una tontería.

— ¿Puedo preguntar qué fue?

—Claro, me escapé durante dos meses de casa para irme a los Estados Unidos y divertirme a lo lindo.

—Ah…— tenía la tentación de preguntar sobre Sasori e Itachi pero se mantuvo callado.

—En lo que esperamos el postre, ven— Madara se puso de pie junto a Deidara y caminaron hasta el balcón que tenía una hermosa reja de hierro, el rubio apoyó sus manos sobre esta y observó el hermoso atardecer a lo lejos.

—Es increíble verlo desde aquí— dijo algo bajito.

La vista era maravillosa, en especial por la altura del edificio. Se podía apreciar cómo el sol se ocultaba dejando un mar de colores entre rojo, naranja y amarillo, y después de este se observaba la negrura de la avecinada noche. Definitivamente le encantó a Deidara y hubiera sido perfecto de no ser porque sintió a Madara, no a su lado, sino a sus espaldas. El pelinegro lo agarró por la cintura y el rubio por instinto se dio la vuelta, mala idea, sus labios fueron atrapados de sorpresa por los de Madara.

3blackshadows

Notas finales:

que tal??

perdon por dejarlo hasta ahi pero ya tengo unas paginas del siguiente cap

comenten!!! me encanto saber que les gusto el primero :)


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