Ya esta aqui otra vez , en la casa, llegando a mi, puedo escuchar el sonido de sus pasos al subir por las escaleras, tambaleándose en la oscuridad.
Ya puedo sentir el infierno que arde en su mente, ya puedo notar la ira, ya puedo divisar mentalmente aquella mirada demente, sentir su ira creciendo, buscando, buscándome. Y yo estoy aquí, tumbado en la cama de esta habitación... nuestra cama, esperando, como siempre, mirando fijamente la puerta, el pomo... esperandolo. Y a pesar de que el tiempo halla terminado con el miedo a sus golpes, lo ha sustituido por la horrible certeza de que el amor es demasiado fuerte para separarnos, de que a pesar de que cada mañana nos sonreimos y aseguramos de la existencia mutuamente de aquel hermoso sentimiento, él seguirá viniendo, noche tras noche, desesperado, enloquecido.
Se pefectamente que me podría ir de aquí, de mi hogar y de su vida, pero nunca lo he hecho, y no tengo intenciones de hacerlo. La soledad me da miedo, incluso mas que él... maldita enfermedad, ¿Han oido hablar de la Monofobia? Me ah acompañado toda mi vida, al igual que el. Y por eso prefiero quedarme en esta habitación, esperandolo para volver a sentirme acompañado, esperando a que su enojo acabe para volver a sentirme amado... por el.
No hago mas que caminar por la casa, recorrer infinitas veces la sala, el comedor, la cocina, imagino... imagino como sera el exterior, me es imposible caminar por las transitadas calles cuando la puerta esta con llave, quiandome ese privilego, simplemente no puedo... y entoces me recuesto en mi habitacon para pensar en eso, en el porque. Hasta que llega la hora, hasta que oigo la puerta de la calle abrirse, y pienso en cuanto me aterra oirla, me dan terribles ganas de huir... pero luego giro la cabeza y veo nuestra foto encima de la mesita de noche, que también se burla de mí, con los recuerdos de un pasado repleto de felicidad, me pregunto ¿Aun quiero huir? continuo viendo aquella foto, y me fijo en tu rostro, aquel rostro amado, mil veces cubierto de besos, mil veces venerado y luego odiado mil veces mas... no, no puedo abandonarte, y así sigue, noche tras noche, y hace ya tantos años.
Lo oigo tras la puerta. Él esta cansado, cansado de lidiar conmigo y mi estupida patologia, puedo sentirlo, sin palabras me lo demuestra en sus ojos, es tan visible, tan palpable... sus frustraciones, recuerdos, furia y demencia que es su mente. Como la primera vez que su amor me dolio, que su mano a chocar contra mi mejilla dolio. Odia su trabajo, su vida, a mi... esta atado a mi y odia eso, yo lo comprendo pues es mi culpa.
Pero dia tras dia intento hacerlo feliz, se que lo es al terminar de desquitarse, me lo demuestra al hacerme el amor...por eso mi vida se basa en esperarlo. Como ahora, encogido y sumiso ante ese hombre con rostro indiferente, que quiere volver a ser libre, su adolescencia perdida a mi lado... la quire devuelta y no puede ya tenerla, me golpea y me escupe a la cara su resentimiento, que busca culpables, que quiere señalar a alguien como al causante de sus desgracias, que me ha convertido en el desquite diario.
Y vuelve a casa, noche tras noche, porque ya no sabe hacer otra cosa más que buscarme para seguir odiándome y seguir gritándome su odio a la cara. Porque aunque ahora ya no me duelan tanto sus golpes, siempre intenta una nueva forma de dañarme, yo en ese momento no hago mas que rezra a un Dios en el que no creo, desear aclerar el tiempo, sólo deseo verlo caer sobre la cama y dormirse murmurando incoherencias, para acostarme al lado de ese desquiciado hombre el que hace unos años atras tomaba entre sus manos mi rostro y me miraba con sus ojos repletos de infinita ternura y amor desbordante.
Ya nadie viene a la casa. Casi todo el mundo creyó la historia del que para recuperarme debia estar solo, contigo, esa historia que inventaste... al verse liberados de nosotros y nuestro enfermo amor, en cierta manera todos suspiraron aliviados, pero progresivamente dejaron de venir, dejó de interesarles la compañía de una persona que temia incluso respirar, sin importarle lo más mínimo lo que le decían, sonriendo estúpidamente solo por amabilidad. Lo prefiero. Se me antojaban maniquíes en movimiento. Me alegré cuando el último amigo dejó de venir a visitarme. Ahora estamos solos los dos, y lo mismo que hace tiempo vivimos nuestro paraíso vivimos ahora nuestro infierno, juntos... juntos hasta que la muerte nos separe.
Y yo sólo sé que su odio es tan grande que ha vencido a su locura y a su horror, pero nuestro amor es mas fuerte que no le permite abandonarme, entoces cada noche vuelve a subir las escaleras, camina por el pasillo en tinieblas y abre la puerta de la habitación donde yo lo espero, y sabe que mi miedo es infinito, pero que jamas sera lo suficientemente fuerte para que logre dejar de amarlo... que a la mañana siguiente estaremos sonriendo mientras hablamos trivalidades recostados en nuestra cama, esa misma que al finalizar de curar las heridas que me provocan sus golpes, ulizamos para hacer el amor.
Noche tras noche, el miedo es amor y el amor es miedo.