Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Intercambio de parejas por Paz

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Aunque en las advertencias he marcado violación, solo se trata de un intento frustrado.

 

Disclaimer

Este fic está basado en Slam Dunk, los personajes pertenecen a Inoue Takehiko, no saco ningún beneficio utilizando sus nombres, cuyos derechos de autor le pertenecen. Mi propósito es distraerme colocándolos en situaciones inverosímiles o dramáticas, sin faltar un toque romántico.

Notas del capitulo:

Disclaimer

Este fic está basado en Slam Dunk, los personajes pertenecen a Inoue Takehiko, no saco ningún beneficio utilizando sus nombres, cuyos derechos de autor le pertenecen. Mi propósito es distraerme colocándolos en situaciones inverosímiles o dramáticas, sin faltar un toque romántico.

-No insistas, conmigo no cuentes –exclamó Hanamichi cuando Akira con tono petulante quería convencerle de las ventajas que tendrían en su relación como pareja si se relacionaban con otros.

 

Intercambio de parejas

By Paz

Capítulo Único

 

-No insistas, conmigo no cuentes –exclamó Hanamichi cuando Akira con tono petulante quería convencerle de las ventajas que tendrían en su relación como pareja si se relacionaban con otros.

-Tu actitud es infantil… -bufo Akira ante la negativa a ir a un Club de Intercambio de parejas- Nuestro amor se reforzará. –No hizo caso de la risilla de Hanamichi- ¿Acaso no lo crees? ¿Qué me dices de Mitsui y Rukawa? –preguntó.

-Que tengo que decirte de ellos…, si ya lo sabemos todos que Mitsui aprovecha al máximo los días que Rukawa se va de viaje para abrirse de piernas.

-No seas grosero y eso solo son rumores. –tosió al escucharle.

-Si te hace feliz pensarlo así… allá tú… pero que es la comidilla de Kanagawa nadie puede evitarlo. –hasta él mismo le había visto salir de un hotel del amor, la misma noche que Rukawa tomaba el tren para Sendai y eso no era algo que Akira podía negarle.

Se desentendió de Akira yendo a la cocina.

-Voy a prepararme un sándwich, ¿quieres uno? –preguntó amable.

-No… y no deberías hacerlo, te quitará las ganas de cenar…

Su carcajada desconcertó a Akira.

-¿He dicho algo gracioso? –preguntó.

 -No, solo pensaba y me hizo gracia. –no iba a decirle que en los años que llevaban juntos debía conocerle un poco mejor.

-Si llamó mañana para que nos apunten en su lista, tendríamos posibilidad de ir durante las vacaciones de verano.

-Akira no pienso ir, si quieres ir, ve tu solo, no cuentes conmigo. Es mi última palabra.

Al parecer en ese sentido si le conocía, porque tres semanas más tarde, solo por no seguir oyendo su machacante petición, le dijo que de acuerdo, que iría con él.


A primera vista por el entorno y el edificio uno podía pensar que estaba ante un hotel de súper lujo ubicado en una zona residencial, donde los ricos iban a relajarse de sus actividades y no en un club exclusivo para parejas gays.

A poco de llegar, apenas si dio una mirada al exterior cuando Akira ya le estaba metiendo prisa para entrar. Se habían inscrito apenas llegaron a la recepción, allí se ocuparon de su equipaje y les llevaron hasta su habitación, comunicándoles que su primera reunión se llevaba a cabo en el salón principal a la seis de la tarde, una hora después servirían la cena y donde conocerían a otros huéspedes e intercambiarían con ellos sus primeras impresiones.

Tras refrescarse y cambiarse de ropa, salieron un rato a la amplia terraza, admiraron los jardines que se veía desde allí, reconociendo que allí lugar era adecuado para descansar.

Diez minutos antes de la hora dejaron la habitación, en el ascensor se encontraron con otras parejas a las que saludaron con un movimiento de cabeza.

No necesitaron preguntar donde estaba ubicado el salón, no eran los únicos que se dirigían hacia allí.

Hanamichi titubeó al ver tantos hombres en aquel salón. Si como le dijo Akira todos eran parejas se pregunta si también ellos se sentían insatisfechos. No era tan inconsciente para no comprender que Akira había llegado a un punto que no tenía suficiente con él, por ese motivo o le perdía o accedía a sus demandas por eso dejo que le convenciera. Ahora se sentía abrumado cuando muchos de aquellos rostros se volvieron hacia ellos evaluándolos.

-No seas tímido. –Akira le agarró de la mano tirando de él al sentir que se había detenido.

Un mozo uniformado, con guantes blancos en sus manos se acercó a ellos, Akira le mostró la tarjeta que le habían entregado en la recepción.

-Por aquí, por favor… -les condujo hacia la mesa que les habían asignado.

Hubo saludos y presentaciones antes de ocupar sus sillas.

A poco un hombre se subió a la tarima que presidía la pared del fondo y un hombre se acercó al micrófono siendo observado por casi todos.

-Buenas tardes, amigos… –comenzó a hablarles- Una vez más estamos aquí reunidos. Veo caras nuevas y es para mí un placer darles la bienvenida, deseando que todo quede a su satisfacción. Para los nuevos, un aviso ha tener en cuenta, aquí no hay reglas. –Hubo aplausos entusiastas- Podéis hacer lo que desees.

Sakuragi le escuchaba imperturbable, dándose cuenta que iba a estar allí quince días y si lo que ese tipo decía era así, su vida allí iba a ser una tortura ya que estaba predispuesto a rechazar a cualquiera que se le acercara con ese tipo de propuestas. No tenía intención de promiscuirse con otros hombres.

Se sentía decepcionado, había creído a Akira cuando le dijo que el Club Social Paraíso tenía una categoría excepcional y que allí estaba asegurado el bienestar de sus huéspedes. Ya que funcionaba de cara al exterior como si fuera una residencia de verano, situado en una hermosa campiña y rodeado de montañas con sendas para los que quisieran correr por las mañanas y con diversión asegurada para todos.

Aquel era un club de alterne más sofisticado y escuchando lo que se decía no podía clasificarlo de otro modo.

Al menos durante la cena pudo disfrutar porque se hablaba lo mínimo  y había una variedad de platillos que agradaban a la vista y al paladar.

Mientras se entretenía comiendo se aislaba, oía alguna que otra palabra suelta, pero no seguía ninguna conversación, luego en la sobremesa no tuvo más que estar un poco más atento, aunque a veces su mirada se quedaba fija en un punto, mirando por encina del hombro de uno de los comensales, todos se veían muy animados y todos dispuestos a divertirse, en las mesas que estaban al alcance de su mirada así lo constataba.

Sintió que le golpeaban por debajo de la mesa, giró la cabeza para mirar a Akira que era quien llamaba su atención.

-Hanamichi, te están hablando.

-Disculpen… -dijo a todos en general.

El hombre que estaba a su derecha le dirigió una mirada condescendiente al tiempo que se inclinaba hacia él.

-Me da la impresión que no te sientes a gusto

Su sonrisa como depredadora le revolvió el estomago.

-¿Es la primera vez que vienes?

-Si… -no tenía sentido negarlo.

-Para mí esto es como si fuera mi casa –miró hacia su pareja que estaba entretenido con otro de los comensales y no le prestaba atención- Conozco las instalaciones y el exterior posee tranquilos lugares propios para el relax. –le miró esperando algún comentario por su parte y sintiéndose bastante desengañado cuando fue el otro hombre quien intervino.

-Me gustaría mucho comenzar a conocer el entorno, nos han hablado muy bien de este lugar. –se metió en la conversación, sin saber que Hanamichi le estaba agradecido por evitarle a él contestar.

-Estoy completamente seguro que todo será de vuestro agrado. Si hoy es vuestro primer día no podéis saberlo, pero antes de acabar vuestro tiempo, estaréis deseando quedaros. Conocer a gente nueva siempre es agradable ¿no te parece? –miró directamente al pelirrojo para obligarle a contestar, solo que no esperaba su brusquedad.

-¡No aquí! –rotundo.

Ignoró su desaire, aunque en su mirada hubo un brillo peligroso.

-Estoy seguro de hacerte cambiar de idea, solo tienes que dejarte ir –musitó para que solo le escuchara el pelirrojo, al tiempo que su boca se acercaba peligrosamente a su oído, mientras su mano se posaba en la suya.

Hanamichi retiró con brusquedad su mano, al sentir su contacto, al tiempo que se levantaba para evitar su proximidad, ese hombre le repelía con sus maneras de mirarle.

-Disculpen… -todas las miradas estaban fijas en él, Akira tenía una expresión de disgusto, añadió en su dirección lo bastante alto para ser escuchado por todos- Creo que algo que he comido me ha sentado mal –se marchó sin darle tiempo a replicarle.

La puerta fue abierta por el servicial mozo, al agradecérselo medio se volvió y fue cuando se fijo que el molesto comensal de su derecha se levantaba también, no le cupo dudas acerca de sus intenciones.

Se apresuró a cruzar el vestíbulo en dirección a las escaleras que fue subiendo de dos en dos hasta alcanzar el rellano solo entonces se dio cuenta que en su huida había olvidado pedirle la llave de la puerta, recorrió rápidamente el pasillo hasta llegar a una bifurcación, tomo el pasillo de la izquierda, en ese instante, atenuada por la distancia escuchó que preguntaban por él.

Estaba en un callejón sin salida, si se dejaba ver estaba perdido. Comenzó a tantear las puertas, con la esperanza de encontrar alguna sin cerrar, fue tanteando todas las puertas con nerviosismo, los pasos cada vez estaban más próximos.

Al final del pasillo, tomo el picaporte y lo giró, dio un suspiro al ver que se abría. Se precipitó dentro cerrando despacio.

Observó que aunque la habitación estaba a oscuras, se veía un bulto sobre una de las camas, rogando para que no despertara, pegó la oreja a la madera, los pasos se detuvieron justo donde él se ocultaba. Miró la rendija por debajo de la puerta, la luz del pasillo permitía ver una sombra, el hombre  debía estar titubeando, su corazón latía acelerado, escuchó el sonido del picaporte al girarse. Se había arriesgado como él. Se movió lento hasta pegarse a la pared, justo detrás de la puerta rogando para que no la abriera por completo o le descubría.

Un rayo de luz invadió el dormitorio, el bulto de la cama se movió y una voz somnolienta se dejo oír.

-¿Ya has vuelto Hisashi? –al incorporarse y ver a un desconocido inquirió-¿Quién es usted?

-Disculpe… me he confundido de habitación –respondió escrudiñando las sombras más allá de lo permitido por el haz de luz.

Hanamichi desde su escondite sentía que seguía indeciso, como si pensara que ese lugar era su único refugio. Le presentía al otro lado de la madera a menos de medio metro, estaba inmovilizado. Con la mirada fija en la persona que al incorporarse del lecho consiguió identificar.

-Entonces, márchese y déjeme seguir durmiendo o tendré que llamar para que despejen mi habitación.

La puerta se cerró con un golpe seco.

-¡Vaya maleducado! –exclamó levantándose por completo y llevándose a los labios un dedo para indicarle silencio.

Rukawa, pues era él, se acercó a la puerta y la abrió, miró hacia la derecha, no creía que estuviera sentado en el alfeizar de la ventana, aunque no se perdería nada si deseaba tirarse.

El pasillo estaba desierto, al parecer todos los del primer piso estaban en el comedor, excepto ellos dos. Nadie rondaba por los pasillos y ese tipejo se había marchado definitivamente, al menos por el resto de la noche.

Miró detrás de la puerta al ir a cerrarla.

¿Estás bien? ¿Sabes quien era?

-No, no lo se… -respiró aliviado, dando paso a la sorpresa que sintió al reconocer su tono de voz y que no pudo expresar antes a riesgo de descubrirse- ¿Qué haces aquí?

-Lo mismo que tú, ¿no? –respondió poniendo el seguro a la puerta, ahora ni siquiera Hisashi podía entrar.

-¿Tienes algo fuerte?

-¿Ahora te das a la bebida?

-Ese tipo me pone de los nervios.

Prendió una luz atenuando su resplandor.

-Creo que algo habrá en el minibar –comentó yendo hacia el mueble, inclinándose para mirar en su interior- Lo más fuerte que hay es cerveza –dijo sacando dos botes y alcanzándole uno de ellos.

Hanamichi lo abrió con un gesto de gratitud. Le dio un largo sorbo.

Rukawa se sentó en un sillón, mirando hacia el que estaba al otro lado de la mesa.

Hanamichi entendió su invitación y lo ocupó. Bebieron en silencio. De tanto en tanto se dirigían miradas de curiosidad, como si se sintieran sorprendidos de estar compartiendo un mismo entorno y bebiendo como dos buenos amigos.

-Gracias… -expresó Hanamichi al cabo de un largo rato.

-Humm…

-Está es la primera vez que vengo –le miró esperando que dijera algo más que un gruñido.

-Para mi no… -admitió.

-Entonces, ¿conoces como funciona esto…, me refiero… al intercambio.

-Hay un par de reuniones, diversos entretenimientos, juegos de mesa, cartas, ping-pong, basquetball, soccer, cosas así que permiten a los socios conocerse. A la segunda semana ya has elegido a quien es más de tu agrado y te quedas con él hasta concluir tu permanencia aquí. Algunos se saltan todo eso y van directamente al asunto.

Hanamichi trago saliva, eso es lo que pretendía ese tipo.

-¿Siempre es el mismo?

-No. Para poder volver tienes que apuntarte nuevamente en una lista que llevan, te llaman cuando tenga una plaza libre.

-¿Eso es lo que has hecho tú?

-Yo no. Hisashi –replicó dando un bufido.

-¿Has venido a regañadientes?

-Algo así.

-¿Cuántos días lleváis aquí?

-Una semana.

-Entonces, ¿ya has elegido pareja? –sintió curiosidad por saberlo.

-No, ¿y tú?

-Hemos llegado esta tarde, nos dijeron que bajáramos al comedor para escuchar el discurso de bienvenida.

-¿Y el tipo ese del que te escondías?

-Coincidimos en la misma mesa, ni siquiera se si nos dijo su nombre.

-Parecía muy interesado en ti.

-Si, lo peor es que nadie de los presente, le importó que me estuviera acosa... –Titubeó- molestando. Debe ser uno de los que gustan de saltarse ese protocolo que mencionaste.

-No pude verle bien… ¿puedes describirle?

-Unos cuarenta y cinco años, cabellos alborotados, ojos saltones, nariz aguileña, labios abultados, mandíbula hundida. Repele a la vista –añadió su opinión personal.

-Creo saber quien es, se llama Akutagawa Tsuguto, viene de Okinawa y su pareja es un pobre hombre incapaz de reaccionar ante su comportamiento, tampoco creo que tenga el valor para impedírselo. No es la primera vez que lo hace con los novatos. Se dice que tiene tanto dinero que ha comprado su permanencia aquí todo el año. Tu situación sería diferente si tuvieras asignado una pareja.

Sakuragi calló, ¿Qué podía decir?

Rukawa no insistió, continuaron bebiendo en silenció el resto del contenido del minibar.

Estaban en ello cuando se escucharon como arañazos junto a la puerta, se miraron en silencio, esperando.

Al cabo de un rato se escuchó que susurraban el nombre de Rukawa, quien continuó bebiendo como si tal cosa.

-¿No vas a abrir? –acabó preguntando en un susurró.

-Estoy dormido –dijo impasible- Él sabe lo difícil que es despertarme.

Sakuragi sonrió.

El resto de la noche transcurrió plácidamente para los dos, nunca antes habían conversado tanto y solo cuando llego el nuevo día fueron pasando por el aseo para bajar juntos al desayuno.

En los siguientes días, tuvo que seguir soportando el acoso constante del hombre, Akira no hacia nada por impedirlo, como si no fuera consciente de lo que pasaba, y Rukawa no siempre estaba cerca para echarle una mano con su presencia.


-Deberías cambiar tu actitud –comentó Akira con tono de reproche, cuando se preparaban para la reunión de la tarde.

-Ya estoy harto de ese tipo… -bufó Hanamichi al cuarto día de estar en ese lugar, no le dolió el reproche de Akira ante su actitud negativa si no el que no saliera en su defensa, era agobiante intentar evitar encontrarse con ese individuo fuera de las horas en las que inevitablemente tenían que compartir mesa- Si intenta acercarse a mi no me quedaré quieto. –Le advirtió- Si no quieres que te ponga en evidencia, apártalo de mi lado.

-¿No serías capaz? –dijo Akira con expresión de suficiencia, consciente que Hanamichi nunca haría nada por llamar la atención y menos aún enzarzarse en una pelea porque repercutiría en su lesión. Además desde que estaban juntos le había dejado claro que abandonara su actitud de prepotencia, porque su actitud beligerante solo conseguía que le evitaran.

-Ponme a prueba y verás de lo que soy capaz.

Akira no le tomó en serio, desde que estaban juntos muchas otras veces había dicho lo mismo, bastaban unos besos y todo quedaba olvidado. Esa noche la tenía ya asegurada, por lo que no perdió tiempo en hablar y acalló a Hanamichi con un beso profundo, al tiempo que sus manos se movieron ansiosas, una fue hacia su pecho, la otra se deslizó dentro del pantalón alcanzando su órgano y comenzando a masturbarle.

Algunos minutos después le tenía desnudo sobre el lecho, mientras él inclinado en su entrepierna jugaba con su boca alrededor de su duro y erecto miembro.

Las manos de Hanamichi sobre su cabeza le incitaban a tomarlo por completo, más él no se dejaba, iba a tomarse su tiempo, era agradable oírle gemir y suplicar. Minutos después su propia excitación le llevó a concluir, abrió sus piernas y sin prepararle se hundió dentro de él, Hanamichi dejo escapar un gemido de dolor, le vió apretar los puños alrededor de la ropa de cama y morderse los labios en tanto él le embestía una y otra vez, mientras su mano continuaba masturbándole y cuando sentía que iba a venirse le impedía hacerlo presionando su cabeza, deseaba que alcanzaran el orgasmo a un tiempo, como las parejas bien avenidas. Hanamichi era demasiado rápido para su gusto, siempre se adelantaba, más él había aprendido a impedírselo y así su pareja disfrutaba tanto como él.

Sin salir de dentro suyo, se movió se manera que Hanamichi quedara en la posición del perrito, con una mano mantenía firme su cadera, la otra no dejaba de moverse entre sus testículos a los que apretaba dolorosamente entre sus dedos para oírle gemir más alto o deslizarse a lo largo de su tronco provocándole espasmos de placer, el mismo placer que él sentía embistiéndole con fuerza una y otra vez hasta sentir como se estremecía, su miembro pulsaba dentro de él y el orgasmo le alcanzó de un modo tan intenso que su cuerpo tembló y se sacudió al tiempo que provocaba con la fuerza de sus caricias que Hanamichi soltará el contenido de sus testículos sobre la sabana.

Se derrumbó sobre él aplastándole, aunque su miembro estaba fláccido continuó dentro suyo hasta que su respiración se normalizó, solo entonces se volvió, dejando que su cuerpo descansara en el lecho.

-Estuvo bien, ¿verdad? –musitó sin ser consciente que esa era una de las cosas que no debía preguntar.

-Si…, muy bien –declaró aunque sintió más dolor que placer, solo que no podía quejarse. Akira solo conocía un modo de hacerlo, “si no había dolor no había placer” era su regla cuando le tomaba.

-No pretendí ser brusco –dijo pasando la palma de su mano abierta por su espalda- Quédate a descansar… pediré que te suban la cena.

-Gracias… -era un alivio saber que se lo quitaba de encima por unas horas. Ojala no volviera a verle. –deseó con fervor.

Solo por eso se daba por satisfecho si Akira le tomaba con excesiva brusquedad, agradecía que se sintiera un poco culpable y no le obligara a bajar con él, solo así podía quedarse en la habitación el resto de los días que le quedaban.

Medio dormido sintió como Akira se levanta y tras vestirse se marchaba.

Despertó al escuchar unos golpes en la puerta. Miró la hora, eran las ocho y supuso que se trataba de su cena. Miró alrededor en busca de su bata pero no la encontró, por lo que tras recoger su ropa desperdigaba por la habitación, entró al aseo agarrando de ahí un albornoz.

La expresión de su rostro se demudo al ver a la persona que estaba delante de sus ojos.

-Hola…, vi al camarero y le dije que yo me ocuparía de entregártelo -bajo la mirada para que viera el carrito con su cena, al tiempo que lo empujaba hacia el interior obligándole así a moverse hacia el costado.

Hanamichi se quedo junto a la puerta abierta.

-¡¡Váyase!!

-Así me agradeces que me tome la molestia de subir, apenas me entere que necesitabas descansar me preocupe por tu bienestar. –dijo sin darse por aludido ante su gesto.

Se fijo en la cama deshecha.

-¿Te he despertado? Lo lamento. –aunque el muchacho era más alto, su constitución robusta contaba a su favor, no dudaba que el chico estaba haciéndose el difícil para conseguir su atención, por supuesto que la tenía. Se acercó a el, el chico debió de creer que iba a marcharse, porque se echó hacia atrás sin soltar la puerta- Si lo quieres así no me importa, he oído que te gusta duro –la mirada del chico le confirmó lo que había dicho su pareja en la recepción cuando le preguntaron por los gustos del pelirrojo. Tomado por sorpresa, Hanamichi quedo contra la pared y el cuerpo del hombre, sus caderas se frotaron contra las suyas, al mismo tiempo que sus manos se movían hacia sus hombros bajándole la bata hasta la mitad del cuerpo y dejando sus brazos inmovilizados- Ahora tú y yo vamos a divertirnos. Tenemos toda la noche por delante. –el silencio del chico era preocupante, lo supo cuando sintió que movía su pierna hacia su entrepierna, consiguió protegerse antes que le golpeara, furioso, le dio un certero puñetazo en la boca del estomago que dobló en dos al pelirrojo, un nuevo golpe le enderezó ignoró grito de dolor, se apoderó de su boca dándole un beso duro y violento, mordiendo sus labios y lengua, su boca fue dejando un rastro húmedo con las marcas de sus dientes lacerando su piel de su cuello y garganta, ajeno al dolor que estaba provocando en el muchacho que forcejeaba para liberar sus brazos- Estoy tan excitado que no puede esperar más. Nunca se la he metido a un pelirrojo, seguro que disfrutaré cogiéndote esta la saciedad. Esta anoche me perteneces –murmuraba al tiempo que daba un empellón con el pie a la puerta con intención de cerrarla por completo al percatarse que continuaba abierta, lo llevó a empujones hasta el lecho dejando que él último de ellos le hiciera caer sobre él, los bordes de su bata se abrieron mostrándole que el chico estaba bien armado, pero no era ahí donde iba a disfrutarle. Le golpeó un par de veces más para evitar toda resistencia, Le dio la vuelta y levantó el albornoz por encima de su cabeza, impidiendo así que sus gritos se escucharan, porque no dudaba que iba a hacerlo.


-“Estoy tan excitado que no puede esperar más. Nunca se la he metido a un pelirrojo, seguro que disfrutaré cogiéndote esta la saciedad. Esta noche me perteneces”

Al escuchar ese tono de voz ronco, se fijo que estaba pasando por delante de la habitación que ocupaba Sakuragi con su pareja, sin embargo, esa no tono de voz de Sendoh, lo reconocería en cualquier parte que lo escuchara, la excitación era evidente en el sonido de esa voz.

Actuó sin pensarlo, su pie se cruzó entre la puerta y el marco impidiendo que quedara trabada. Agarró el picaporte y se quedo quieto un par de minutos indeciso, inseguro si debía o no intervenir, ahogados gemidos de dolor le hicieron comprender debía actuar rápido.

Lo que vió le dejo inmovilizado unos segundos, Sakuragi, aunque no podía ver su rostro no tenía dudas que era él, esta recostado sobre el lecho con el albornoz enrollado en la parte superior de su cuerpo, dejándole  expuesto de la cintura a los pies, el sujeto estaba sentado sobre su espalda, dándole la espalda mientras intentaba atarle los tobillos al mueble. Sabía que Sakuragi nunca se recuperó por completo y ese individuo debía estar consiguiendo en esa posición que el dolor repercutiera en su lesión.

Al sonido de sus pasos, el hombre levantó la cabeza, fijándose en el rostro distorsionado por la ira del joven moreno que avanzaba hacia él.

-¡¡Podemos compartirlo!! –no pudo seguir hablando, un contundente golpe en la barbilla lo noqueó, derrumbándose su cuerpo al otro lado de la cama.

Se apresuró a soltar las ataduras de sus tobillos, luego bajo la prenda que llevaba cubriéndole pudorosamente su cuerpo, se fijo en las marcas que había en su cuerpo, levantó la prenda para que pudiera moverse.

La mirada angustiosa del chico le conmovió.

-Tranquilo… no dejare que te haga daño… -apenas lo dijo, Sakuragi le echo los brazos al cuello, hundiendo su rostro en su pecho y sollozando con desconsuelo. Respondió estrechándole aún más para consolarle.

-Por favor… por favor… sácame de aquí… -pidió aferrándose a la ropa de su pecho.

Posó sus manos en las suyas que se crispaban más, corriendo el riesgo de desgarrar su camisa.

-Lo haré…, tranquilízate.

-¡¡Conmovedor!! –dijo una voz burlona mientras intentaba incorporarse.

No pudo hacerlo, Kaede imperturbable, movió la pierna por encima de la cama estirándola. La puntera de su zapato impactó con la cabeza del tipo que volvió a perder el sentido.

Abarcó con sus manos el rostro de Hanamichi, sus pulgares con ternura secaron sus mejillas, sus labios se posaron suavemente en sus labios. Se apartó mirándole, la expresión sorprendida de Sakuragi casi le divirtió si no fuera por las circunstancias de ese momento.

-Vístete y recoge tus cosas. Iré a hablar con el encargado.

-No me dejes solo con él.

-Le ataré antes que recobre el conocimiento.

Solo así Hanamichi quedo más tranquilo.

Una hora más tarde, realizados todos los trámites y pesquisas pudieron marchar, un taxi esperaba por ellos, el encargado les acompañó hasta la puerta del vehículo deshaciéndose en disculpas. La policía ya se llevado a su agresor, fue cuando supieron que aquella era la primera vez que llegaba a ese extremo, si bien existían denuncias verbales por acoso.

Discretamente se había tratado de ubicar a Sendoh, cosa que no fue posible, nadie sabía con cual se los huéspedes estaba, el gerente se negó a llamar puerta por puerta para encontrarle, no tenía intención que el resto de los huéspedes se enteraran del hecho delictuoso ocurrido en el club porque perderían a su clientela.

Rukawa se sentía furioso contra él porque por lo Sakuragi contó a la policía, estaba enterado que estaba siendo acosado y no hizo nada para impedirlo.

El taxista les llevó hasta la urgencia de un hospital, allí Sakuragi, siguiendo el consejo de la policía consiguió un informe, documentado con fotografías de las marcas de la agresión y que por la mañana se entregarían para ser incluidas con la denuncia.

A su pedido, el conductor del taxi seguía esperándoles, le dio la dirección de su casa.

Sakuragi se abrazaba a si mismo. Pasar de nuevo por ese recordatorio fue excesivo para él, temblaba.

Le paso el brazo por la cintura atrayéndole contra su costado, consolándole con su contacto, al parecer, Sakuragi se sentía bien a su lado y no le rechazó, ese detalle le confortaba y más aún haber pasado a esa hora por delante del apartamento que ocupaba el pelirrojo pudiendo impedir que sufriera un trauma mayor.

-¿Dónde vamos? –preguntó cuando se tranquilizó.

-A mi casa, pero si prefieres ir a la tuya…

-No. Quiero estar lejos de él.

-Ya lo esta, estará entre rejas durante una larga temporada.

-Me refiero a Akira. –su tono de voz tembló al mencionarlo. No podía perdonarle que no hiciera nada por impedirlo, que con su indiferencia le dejara indefenso.

-¡¡Ah!! ¿Quieres que nos alojemos en un hotel? Podemos pasar por tu casa y la mía para recoger lo que queramos llevarnos –en ese instante, recordó sus sueños, todavía estaba a tiempo de realizarlos- ¿Qué te parece ir a Los Ángeles?

-Es tan buen lugar como cualquier otro –respondió sin sorprenderse por la elección de la ciudad.

-¿Vendrías conmigo? –preguntó mirándole con fijeza.

-Si.

-¿Por qué?

-Porque esta muy lejos… ¿no es razón suficiente?

Se permitió una sonrisa, asintiendo.

-Hemos llegado, señor –dijo el conductor volviéndose hacia ellos.

-¿Le importaría seguir esperando un poco más? –preguntó Rukawa.

-Mientras estoy con ustedes, sigo de servicio.

-Gracias…

Una hora después Rukawa y Sakuragi salieron a la calle llevando cada uno una maleta y un bolso.

El taxista se apresuró a bajar para guardar en el maletero el equipaje. Hubo vez en el interior del vehículo, Sakuragi le dio su dirección.

Una vez allí, no se molestó en acomodar la ropa, fue vaciando cajones dentro de la maleta abierta, formando todo un lío de ropa que apretujó cuando necesitó cerrarla. En tanto, Rukawa siguiendo sus indicaciones fue recogiendo sus libros y recuerdos.

Al salir a la calle, vieron que el maletero del taxi ya estaba abierto.

-Ahora ¿A dónde vamos, señores? –preguntó.

-Necesitamos un hotel, ni demasiado ruidoso, ni demasiado tranquilo. –comentó Rukawa.

-¿Cuánto tiempo van a quedarse? Disculpen mi indiscreción…, mi madre tiene unas habitaciones para huéspedes, si ustedes quieren…, tendrían todos los servicios cubiertos.

-Un hospedaje familiar sería adecuado… -miró a Sakuragi.

Él asintió comprendiendo un razonamiento.

-De acuerdo, aunque todavía no sabemos cuanto tiempo nos quedaremos.

-Estoy seguro que no hay problema.

El taxista circulaba por una carretera secundaria cuando Sakuragi miró a su alrededor con curiosidad.

-¿Qué pasa?

-¿No te recuerda nada esta carretera?

Ante su pregunta miró al exterior y al momento comentó.

-Estamos cerca de Shohoku.

-Aha...

-¿Conocen la zona, señores? –preguntó sin dejar de mirar hacia delante.

-Formábamos parte de Shohoku, allí hicimos la secundaria alta.

El conductor les miró por el retrovisor y entonces sorprendido supo porque sus rostros le resultaban conocidos.

-Vosotros… ¿Sois la Dupla de Oro? Sakuragi Hanamichi y Rukawa Kaede… -recordó sus nombres aún después de tanto tiempo sin oírles mencionar.

Ambos le miraron sorprendidos, asintiendo a un mismo tiempo.

-Mi nombre es Ichimura Torai –se presentó- Vi vuestro primer partido contra el Sannoh fue espectacular y desde entonces no me perdí ninguno de vuestros siguientes encuentros. –A través del espejo se fijo en las expresiones de sus rostros y decidió callar la pregunta que esta a punto de salir de sus labios- Hemos llegado, señores. –comentó algunos minutos después.

Al bajar del coche, se fijaron que pasaba por delante de la casa un afluente canalizado del río Sagami.

Bajaron todo su equipaje, adelantándose el hombre tras estar unos instantes en el interior de la vivienda, salió acompañado de una mujer de edad indefinida, en su rostro las arrugas de la vejez estaban marcadas, les dio la bienvenida y les guió al interior de la casa.

La habitación era grande y fue del agrado de ambos. Les indicó donde estaba el aseo, advirtiéndoles que era de uso comunitario, además de ella, supieron más tarde que vivían otras dos personas, también mayores.

Se alojaron allí durante poco más de una semana, el tiempo que tardaron en arreglar sus papeles para poder viajar.


Cinco años más tarde, Rukawa y Sakuragi habían conseguido lo que se habían propuesto cuando llegaron a California solo con sus sueños. Convertido en manager de Rukawa se sentía satisfecho con el resultado de ambos para incorporarse a lo que realmente les gustaba.

Rukawa tuvo bajo su supervisión un entrenamiento muy duro para ponerse en forma, después comenzó su trabajo poniéndose en contacto con los encargados de los equipos de basquetball para buscarle uno que estuviera dispuesto a incorporarle a su plantilla. Con tesón y firmeza, sin rendirse, fue disminuyendo la importancia de cada equipo al ver que nadie deseaba tener en sus filas a un desconocido, bajar el listón fue afortunado porque un equipo de tercera categoría, con más partidos perdidos que ganados y con una mala racha de jugadores lesionados, aceptó hacerle una prueba para verle jugar.

La ascensión de ese equipo fue vertiginosa, comenzando a encabezar las listas de los favoritos, cada actuación de Rukawa era un paso ascendente que le conducía a la fama, su nombre comenzaba a ser recordado y equipos que anteriormente le habían rechazado, le buscaban para que participara en el staff de selección de jugadores para optar a mejores equipos.

Aconsejado por Sakuragi, Rukawa le fue fiel al equipo que le dio una oportunidad y nunca se arrepintió, porque con ellos consiguió lo que realmente deseaba, jugar y que el mundo entero le conociera, gracias al pelirrojo que además era su relaciones publicas, él solo tenía que asentir a las declaraciones que Sakuragi hacia en su nombre.

-Rukawa-san…

Al oír su nombre alzó la mirada, acababa de terminar un entrenamiento y Sakuragi se había adelantado para sacar el coche del aparcamiento y recogerlo a la entrada del estadio.

Frente a él estaba un compatriota. Su rostro se le hacia conocido pero no conseguía ubicarlo en su mente.

-Soy periodista… -se pasó su tarjeta con ambas manos.

La recibió y leyó atentamente.

Volvió a mirarle y entonces si recordó los rasgos juveniles de antaño.

-¿Qué es lo que deseas de mi? –preguntó aún sabiéndolo.

-Una entrevista, no espera. –Se apresuró antes de obtener una negativa- La revista para la que trabajo es seria, nuestros intereses son más serios, tu vida privada es solamente tuya, solo deseamos hacer un recorrido sobre tu carrera deportiva, tus logros…

-Tendrás que hablarlo con mi representante, él es quien dirige mi vida deportiva.

Un descapotable rojo se detuvo a la altura de ambos hombres.

-¿Te dejo un momento solo y ya te buscas un reemplazo? –inquirió cuando se volvieron hacia él con una amplia sonrisa en sus labios que desmentían el tono de sus palabras.

-¡¡Sakuragi Hanamichi!! ¡¡Qué agradable volver a verle!! –exclamó Aida al reconocerle, no olvidaba la primera vez que le conoció en el gimnasio de Shohoku.

-¿Qué haces tan lejos de casa, Aida-san?

-Deseaba hacerle una entrevista.

-Le dije que lo hablara contigo. –intervino Rukawa echando su bolso en el asiento trasero y saltando al asiento del copiloto sin molestarse en abrir la puertezuela.

Aida les miraba desconcertado.

-¡¡Sube!! –dijo Hanamichi, apenas arrancó el rugiente motor miró por el retrovisor al hombre joven- ¿Para que periódico trabajas?

-Es una revista deportiva. –Se apresuró a aclarar mencionando su nombre- Una vez al mes elegimos un deportista y se le entrevista, sus declaraciones se trascriben fidedignas, no cambiamos ni una coma, el sentido de lo que nos cuente así será publicado. No interpretamos las frases a nuestra satisfacción. –se apresuró a explicar cual era la política de la revista.

-¿Y que pueden querer de Rukawa?

-Su nombre es reconocido por todos los que gustan del basquetball, nadie ha podido olvidar lo que hizo mientras estaba allí.

-Aida, Rukawa abandono el basquetball allí demasiado pronto, llevaba sin jugar años cuando venimos aquí, nadie le aceptaba porque era demasiado mayor.

-Si me permites hacerle la entrevista, todo el mundo conocerá las dificultades por las que ha pasado para incorporarse al mundo deportivo y como ha logrado llegar a la cima.

-Al decir todo el mundo te estas refiriendo a Japón. –puntualizó Hanamichi con una sonrisa.

-Si, ¿puedo…?

Sakuragi se concentró en la conducción y no contestó. Aida se resignó a esperar. Cuando tomaron la carretera de la costa la brisa marina despeinaba sus cabellos, llegándoles el olor del salitre.

Tras ellos fueron quedando los nombres de las ciudades costeras y playas que a Aida le resultaban completamente desconocidos, otros nombres le eran conocidos como Santa Bárbara, Carmel o Monterey, como ninguno de los dos parecía dispuesto a entablar conversación, se entretuvo fijándose por donde circulaban, fue así como vio el cartel que anunciaba la salida 431 y el nombre Mar Monte Av., si habían circulado por una carretera bien asfaltaba, aquella salida daba mucho que desear, se circulaba en ambos sentidos y estaba tan parcheada que formaba un exotérico dibujo rallado. Observa un cartel que señala a la izquierda: La Selva.

-Ahí es donde vamos –dijo Sakuragi observándole por el espejo retrovisor antes de volver a arrancar, tomando en ese cambio de sentido la nueva carretera, la que les lleva a su casa.

Aida que había asentido a su comentario, presto mayor atención a todo lo que pasaba ante sus ojos.

-Esta es la avenida Mar Monte –dijo bajando la velocidad para permitirle que viera todo.

La verdad que Aida quedo bastante decepcionado, había creído que vivían en un lugar más populoso, sin embargo, allí entre el monte a su izquierda y las viviendas ruinosas a su derecha, el lugar no parecía paradisiaco.

Pinos y eucaliptos a su izquierda junto con setos bajos, le vió tomar una curva, dejando tras ellos una hilera de cuatro buzones, las casas estaban un tanto apartadas de la carretera, aunque algunas de ellas estaban al borde de la misma, pasaron una segunda curva y otra más cerrada, ahí empezó a notar que las viviendas tenían mejor aspecto y algunas de ellas estaban ubicadas a distintas alturas del monte, vió un par de ellas próximas a la carretera y tuvo que admitir que no tenían nada que envidiar a las demás.

Se preguntaba como era que vivían tan lejos de Los Ángeles, donde estaban sus ocupaciones.

Como si hubiera leído sus pensamientos, Sakuragi en ese momento cuando redujo la velocidad para detenerse en un stop comentó.

-Puede parecerte que estamos alejados, pero este trayecto lo hacemos en poco más de una hora y no resulta cansador. Ahora vamos a entrar ya en La Selva –señaló hacia unos jardines donde se podía ver el nombre en un cartel forjado en hierro- La calle se llama Playa Bulevar y nos lleva directamente a casa.

Solo esperaron un par de minutos a que acabaran de cruzar los coches que tenían preferencia y que circulaban por la carretera frente a ellos, al despejarse la circulación en ambos sentidos cruzó recto para tomar la calle que le había comentado.

Ahí bajo el limite de velocidad, solo se permitía circular a veinticinco, eso le permitió a Aida observar que estaban circulando por un autentico bulevar, palmeras de troncos larguísimos con algunas ramas al final de los mismos, se encontraban a su derecha, aceras y jardines privados con casas que denotaban un nivel de clase media.

Entre ambos carriles una línea de palmeras bajas, de diferente familia alternando con setos recortados, todo se veía muy cuidado. Avanzando por el bulevar los pinos sustituyeron a las palmeras Aida se apercibía que cuando más se acercaban a la playa la calidad de las viviendas iba en aumento. Se podía decir que tipos de personas vivían en aquella pequeña ciudad solo con fijarse en sus casas.

Un poco más adelante, Sakuragi maniobró para meterse en el garaje, Aida observó que la puerta del mismo tenía cuatro ventanillas divididas en cuarterones. Levantó la mirada y observó que los techos eran inclinados y que sobre la mitad del edificio se levantaba un segundo piso.

Una vez dentro, se abría por control remoto, observó que por encima de su cabeza aparecía un entramado de vigas para sostener el techo. Además del descapotable, se fijó en una moto de potente cilindrada.

 Traspasaron una puerta, un corto pasillo que desembocaba en el vestíbulo, la puerta principal era de madera blanca laqueada, unas escaleras llevaban al piso superior, bajo ellas se veía una puerta, Rukawa la abrió y dejo su bolso, era un armario-ropero. Llegó a ver chaquetones de invierno.

-Por aquí –dijo Sakuragi llevándole hacia una sala-comedor con chimenea incluida- Normalmente el tiempo es cálido y no es necesaria encenderla –comentó al ver su mirada, algunas veces durante el invierno pero no porque haga excesivo frío. –Abrió una puerta cristalera- si prefieres esperar en el jardín, no tardaremos en reunirnos contigo.

-Tomaros el tiempo que necesitéis, estáis en vuestra casa.

-Y tú eres nuestro invitado.

-Sakuragi… -le detuvo cuando se dirigía hacia arriba- ¿tú y él…? Disculpa… -no se atrevió a continuar, era una indiscreción por su parte.

-Si… -respondió sin molestarse y prosiguió ascendiendo.

Aida observó a su alrededor, aunque la vivienda era típicamente americana, su interior tenía poco mobiliario, lo imprescindible, todo muy minimalista. En el jardín, exclusivamente césped, un par de tumbonas con una mesilla baja junto a una sombrilla abierta.

Quince minutos después escuchó sus pasos bajando las escaleras, se volvió hacia la sala dando la espalda al jardín.

Rukawa y Sakuragi se habían puesto cómodos, pantalones tipo bermudas y camisetas estilo hawaianas.

-Normalmente, Kaede no hace entrevistas, soy yo quien habla cuando los reporteros quieren sonsacarle si continúa jugando con el mismo equipo o aceptará mejores ofertas. Cómo bien sabes, es poco dado a hablar y menos aún con extraños. En consideración a que te conocemos, puedes hacer esa entrevista y que durará lo que yo tarde en terminar de preparar algo para comer. Aquí se suele cenar a partir de las siete –avisó- Ese es el tiempo que tienes.

Aida asintió.

-Gracias… -se fijo que Rukawa se había sentado en el suelo, junto a una mesilla, él lo hizo frente a él- ¿Puedo grabarla? –preguntó sacando del bolsillo una pequeña grabadora.

-Lo prefiero…

Aida la encendió mencionando el nombre del entrevistado y la fecha. Mentalmente tenía preparadas las preguntas que deseaba hacerle, por ello y por la falta de tiempo procedió con la primera de ellas.

-¿Puedes decirme que te impulsó a venir a los Estados Unidos?

-Desde siempre quise jugar con la NBA, ese era mi sueño, solo que no pudo ser.

-¿Por qué empezaste a jugar con un equipo que era claramente un perdedor?

-Cuando vine a América, fue el único equipo que me aceptó. Por entonces, mi único deseo era volver a jugar.

-¿Si tu sueño era jugar en la NBA –improvisó sobre la marcha- que motivos tuviste para dejar de jugar?

-Personales. –su tono de voz indicaba claramente que no siguiera ese camino.

-¿Ahora estáis ocupando la posición veinteava…?

-Si.

-¿Qué se siente saber que con tu esfuerzo habéis alcanzado ese puesto?

-Satisfacción. –su escueta respuesta intimidó a Aida, quien se apresuró a cortar la grabación al escuchar que se acercaba Sakuragi.

-Os traigo bebida fresca. –dijo dejando un vaso que rezumaba agua debido a la temperatura del interior- Muéstrate más cordial o se irá con la impresión que no es bien recibido. –le reprendió con una sonrisa.

Kaede le miró imperturbable, como si su reprimenda no fuera contra él. Aida bajo la mirada, como si así pudieran creer que no estaba presente.

Hanamichi al dejarles solos pudo escuchar que Aida retomaba una vez más su entrevista y esta vez las respuesta de Kaede iban más acorde con lo que se esperaba de él. Comenzó a tomar confianza y Aida quedo sorprendido por el cambio que se había operado en él, cuando una hora después escucharon a Sakuragi llamándoles para cenar estaba grabando su última pregunta. Estaba tan satisfecho que le dio las más efusivas gracias.

-Os enviaré la revista apenas salga la entrevista –les dijo en el transcurso de la cena.

Cuando terminaron, Aida les preguntó si podía hacer una llamada para pedir un taxi.

-¿Cuántos días vas a quedarte?

-Vine exclusivamente a entrevistarte, tengo que reconocer que no tenía mucha fe en conseguirlo, por lo que te agradezco que me dieras esta oportunidad, el regreso es para mañana después del mediodía.

-¿Tienes alojamiento en Los Ángeles? –preguntó Sakuragi tras dar una breve mirada a Kaede y obtener su consentimiento con caída de parpados.

-Le diré al taxista que me deje en algún hotel próximo al aeropuerto.

-Puedes quedarte…, tenemos una habitación extra con un par de futones, mañana volverás con nosotros y te evitaras perderte por la ciudad. Te dejaremos en el Aeropuerto, luego de pasearte por los lugares más emblemáticos de la ciudad, así podrás decir que conoces Los Ángeles –dijo con una sonrisa.

Aida se sintió abrumado por el ofrecimiento y tras las consabidas negaciones acabo aceptando dándole las gracias por su gentil ofrecimiento.

-Ahora que esta más fresco podemos salir a dar un paseo por la playa. –propuso Hanamichi.

Fueron caminando por un camino hasta pasar por debajo de un puente, por encima estaba las vías del tren, Aida quedo sorprendido al ver la largura de la playa, una larga línea blanca donde el Océano Pacifico rompía sus olas, mirara a su derecha o a su izquierda, todo era arena y al frente mar.

-Debe ser una gozada tener el mar tan cerca.

-El oleaje es bastante fuerte y solo los buenos nadadores se atreven a luchar contra el mar. Nosotros venimos por las mañanas a correr. –dijo Sakuragi.

-Ahí esta preparado con sombrillas –comentó.

-Si, durante el verano la playa se llena de visitantes y algunos se protegen del sol bajo ellas.

Estuvieron caminando por la orilla durante unos quince minutos, luego regresaron, eran las diez de la noche.

La caminata había cansado al joven reportero, quien deseaba disimular sus bostezos, lamentablemente no siempre lo conseguía.


Un mes más tarde, Aida no solamente les envío tal como había prometido la revista con la entrevista y no solamente eso, sino que les enviaba recortes con opiniones de los lectores.

Rukawa quedo gratamente sorprendido, Aida ha transcrito no solamente sus palabras, sino que era totalmente ecuánime y no ha incluido ninguna opinión por su parte, ni a favor ni en contra, no le importaría volver a dejarse entrevistar siempre que fuera él, pero lo que más le agrado fue conocer la opinión que los lectores tenían de él. No podía creer que después de tanto tiempo hubiera alguien que recordara sus primeros años como basquetbolista en Shohoku, aunque de ellos no podía esperarse otra cosa., no solo habían seguido de cerca sus comienzos sino también los de Hanamichi.

Sakuragi veía en su mirada la satisfacción que sentía mientras leía cada uno de los recortes y como apartaba aquellos que llamaban más su atención.

-No te vayas, Hanamichi –dijo Kaede al sentir que le dejaba solo.

-Te diste cuenta que estaba ahí. –creía haber sido discreto al acercarse.

-Por supuesto…, cuando hables con tus amigos agradéceles de mi parte sus comentarios –comentó.

-¿Mis amigos?

-Si –mostró cuatro de los recortes en forma de abanico y leyó- Yo-san, Taka-san, Oku-san y No-san.

-¡Qué idiotas! –Exclamó al ver los nombres impresos- Te aseguro que no tengo nada que ver con esto.

Kaede asintió, veía sinceridad en su mirada y la exclamación de Hanamichi era espontánea. Le hizo un gesto para que se sentara a su lado, al tiempo que le pasaba los recortes de sus amigos para que los leyera.

-Tienen razón en lo que dicen. Siempre fuiste un genio.

-¿No eras tú el genio? –preguntó con una sonrisa.

-Entonces era mi ego quien hablaba. –Reconoció- Tú siempre me superabas, aunque quería alcanzarte no podía conseguirlo.

-Si ahora soy alguien, es gracias a ti. Todo lo que has hecho por mi es loable. Gracias por tus esfuerzos. –dijo pasándole el brazo por los hombros y acercándole a él.

-No prosigas alabándome conseguirás que me turbe. –dijo con una suave sonrisa.

-¿Hay algo que te turbe? –preguntó aún sabiendo que si.

-Probemos a ver… -dijo pasándole el brazo por el cuello y enlazándose con él.

Rukawa junto sus labios a los suyos, en un beso fuerte y duro, sin separarse se puso de pie, ninguno de los dos quería romper la caricia, con dificultad y riéndose consiguieron subir las escaleras y alcanzar la puerta de su dormitorio que se cerró tras ellos apenas traspasaron el umbral.

Apagados gemidos y jadeos se dejaron oír durante los siguientes momentos.

Kaede se entregó por entero al único hombre que había conseguido hacerle vibrar de esa forma, al único hombre que había sabido comprenderle, al único hombre que le había enseñado a conocer el verdadero amor.

En el fondo de su corazón agradeció el momento en que sus caminos volvieron a reencontrarse.


-Te amo, Hanamichi. –pronunció cuando fue capaz de expresar lo que sentía en su corazón, a pesar del tiempo que habían pasado juntos nunca antes había pronunciado tales palabras.

-Lo se…, yo también te amo, Kaede –y sus labios se unieron en una nueva y apasionada caricia.

-¿Te gustaría volver? –preguntó mucho después cuando ya estaban repuestos.

-¿Por qué lo preguntas? –respondió con otra pregunta, aún sabiendo que Rukawa prefería respuestas rápidas.

-Cuando leías los comentarios de tus amigos… tenías una expresión de nostalgia.

-Los echo de menos, si. –Reconoció- Pero ¿sabes? –se puso de costado mirándole al rostro.

Rukawa negó.

-El único lugar donde quiero estar es ahí donde tú estés. –la calida sonrisa de Kaede le recompensó con creces.

-También yo quiero estar en donde tú estés.

-Una vez más coincidimos en nuestros deseos –dijo Hanamichi, dejándose recostar sobre el pecho de su koi.

 


Mientras a muchos kilómetros de allí, en Kanagawa, dos hombres comprendieron demasiado tarde que habían tenido la felicidad en sus manos y la habían dejado escapar, la soledad se les hacia una carga muy pesada, porque los amores de una noche no les colmaba.

Fin

4 de diciembre de 2012

Paz


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).