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Caprici. por HatersLove

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Notas del fanfic:

Bueno, sobretodo que mi Tibu-Tibu lo disfrute. 

Notas del capitulo:

¡A leer!

~*~

-No puede ser...- Susurró el guitarrista para sí mismo. No obstante, el otro le escuchó.

-Sí, sí puede ser.- Afirmó el vocalista.- Y quiero que lo estrenes esta noche conmigo.

El guitarrista le miró con la mandíbula desencajada por la sorpresa y aún sin terminárselo de creer. Ruki estaba loco si pensaba que él se pondría aquello.

Cogió la prenda con las manos y la miró más detenidamente desde cerca. La dejó caer de nuevo sobre la cama casi al instante con cierto deje de desprecio. El cantante, al ver la reacción de su novio -con el que llevaba ya casi un año-, le cambió la expresión contenta y rebosante de alegría a una mucho más ofuscada.

-Te lo pondrás, ¿verdad? Por mí.- Pidió -ordenó- Takanori con ojitos de cordero degollado.

Uruha tragó saliva.

Llevaba los pocos meses que había estado conviviendo con el vocalista complaciéndole -sexualmente y no sexualmente hablando- en todo lo que quería. Le mimaba, consentía y encaprichaba con todo. Pero aquello era demasiado incluso para él.

-Ni de coña.- Fue la respuesta del guitarrista.

Silencio.

La pareja se dedicó a mirarse mutuamente entre sí, sin decir nada. Ruki tenía el ceño fruncido y Uruha estaba de brazos cruzados. Estaba claro que allí ninguno de los dos daría su brazo a torcer.

El vocalista chasqueó la lengua y giró la cara para mirar en otra dirección, rompiendo el contacto visual.

-Tan sólo es un vestido... Yo que te lo había comprado para pasar un buen rato y tú... - Susurró Takanori. Takashima suspiró, hastiado. Si algo sabía de Ruki con seguridad, era que éste era un manipulador nato. Demasiado, incluso.

-No, no, no, no. No y no. No me vengas con esas, sabes de sobras que no es “tan sólo un vestido”- Hizo las comillas con los dedos.

-Pero...

-¡Pero nada! -Le interrumpió Uruha sacado de sus casillas.- ¡Es un vestido de maid! Y no es sólo el vestido, sino que es el pack completo: las medias, los guantes, la cofia, las ligas... - Mientras nombraba las prendas, las iba esparciendo por la habitación, tirándolas tras de sí.- ¡Incluso los zapatos de tacón! -Pateó uno de ellos.

-Shima-chan no lo entiendes será sólo una noche no te pido nada más además sé que tú también lo disfrutarás ¡vamos Shima-chan! ¿Tehedichoyacuántotequiero? -El cantante, a medida que se acercaba a su compañero de grupo, iba aumentando la velocidad de las palabras con las que pretendía convencerlo.

Se acercó con rapidez vertiginosa y, posando sus manos encima de los hombros de Uruha, se puso de puntillas para besarle.

El guitarrista se asustó por el ataque de afecto que sufrió el vocalista y se apartó de él, dejándolo con boca de pez y de puntillas. Negó con la cabeza y se dirigió hasta la puerta sin darle la espalda. No quería perderle de vista, por si las moscas.

-No pienso ponerme eso, por mucho que insistas.- Sentenció, saliendo por patas de aquella sala antes de que el más pequeño cogiese algo para arrojarle a la cabeza.

Sin embargo, antes de desaparecer por el pasillo, escuchó el ruido de algo -probablemente frágil y caro- estamparse contra el suelo y, seguido de este, un grito de impotencia por parte del vocal.

 

~*~

 

Ruki, después de su repentino -aunque más que común desde hacía un tiempo- ataque de rabia, cogió el paquete de Mintboros* de su bolso y sacó de la cajetilla un cigarrillo. Lo encendió y, mientras le daba la primera calada, agarró el vestido de encima de la cama.

Que desperdicio, pensó. El vestido en sí era bonito, con pequeños encajes, delantal y al más puro estilo victoriano. Lo volvió a meter es su caja y la guardó en aquel enorme vestidor conectado a su habitación.

Vestidor, pensó y río internamente el vocalista. Qué ironía, aquel pequeño cuarto tenía de todo menos ropa. Repasó con la mirada su contenido. Tenía guardados todo tipo de juguetes sexuales, todos los que un aficionado podría llegar a desear. “Sádico”, le había llamado su amigo Akira cuando se lo contó y, posteriormente, se lo enseñó. Y en cierto modo tenía razón, pero para gustos, los colores. Suspiró con nostalgia y acarició uno de los dildos con cariño.

Volvió a cerrar el armario y se sentó al borde de la ventana, fumando con tranquilidad. Estaba segurísimo de que su queridísimo y sumiso novio acabaría por ponerse el disfraz.

Lo disfrutarás Takashima, se decía, y mucho.

 

~*~

 

El guitarrista se paseaba por el resto de la casa con una pequeña pasta de nata en la mano. Buscaba algo que hacer, por que, desde que habían terminado con la gira, tenían vacaciones y no sabía en que emplear el tiempo. Entró en la sala de estar y se encontró con una pequeña bola de pelos dando brincos a su alrededor y ladrando como desquiciado.

-Hola Koron-chan. -Le saludó mirándole desde arriba.- ¿Qué quieres?

El perro ladró y se sentó en el suelo relamiéndose los labios y moviendo la cola enérgicamente. Miraba atentamente el pastelito que Uruha llevaba consigo, ladeando la cabeza de vez en cuando, dándole a entender al guitarrista que el animal quería el bollo de crema que sostenía.

-¿Quieres esto?-Le acercó el dulce hasta rozarle el hocico. Cuando el perro fue a pegarle un bocado, el músico lo retiró rápidamente, dándole un mordisco. - Pues es mío.- Dijo con la boca llena y riendo como un niño pequeño.

Se alejó del perro sujetándose la barriga por su repentino ataque de risa -de muy poca madurez, hay que decir- y se apoyó contra una pequeña mesita de cristal que había por la habitación.

Sin esperárselo, el pequeño cachorro decidió tomar venganza y saltó para arrebatarle a Uruha el trozo que quedaba de pastel. Dio un brinco y rebotó contra su pecho, haciendo que el guitarrista cayese de forma estruendosa contra el suelo, llevándose consigo todas las cosas que estaban sobre aquella mesita en la que había estado apoyado, buscando algún tipo de soporte.

El perro corrió hasta donde había caído Takashima y le quitó el dulce de las manos. Salió por patas con su segundo dueño detrás, persiguiéndole para poder comerse SU pastelito. Entre tanto que corrían y corrían, se llevaron por delante todo mueble que vieron y tiraron al suelo los pocos adornos que quedaban vivos en aquella casa. Y no lo hacían queriendo, ni mucho menos. Tan sólo era que Uruha le hacía honor a su tan adecuado mote: pato.

~*~

Ruki, desde el otro lado de la casa, escuchó fuertes ruidos que provenían de la sala de estar. Se levantó con pesadez de donde estaba y tiró por la ventana la colilla de su tercer cigarrillo en apenas una hora.

Caminó con lentitud por los pasillos hasta llegar a la habitación de donde salía el estruendo. Una vez allí, se encontró con Uruha peleando con su perro por un trozo de bollo y, a su alrededor, todos los muebles tirados, objetos rotos y rastros del desorden que habían ocasionado los dos amores de su vida: Takashima y Koron.

Hasta sus pies, llegó rodando un trozo de lo que parecía ser algún tipo de bollería y unos instantes después, llegaron arrastrándose por el suelo su pareja y su perro. Repiqueteó con el pie el suelo y encarnó una ceja. El perro cogió la pasta y salió corriendo de allí, dejando solo al otro. Poco a poco, Uruha fue levantando la cabeza para mirar a su novio a la cara.

-Ca-cariño, t-te lo puedo explicar... Lo juro.- Dijo antes que nada el guitarrista.

-¿Explicar qué, Kouyou Takashima? ¿Explicar, quizás, que has estado peleándote con mi perro por un trozo de bollo? ¿Explicar todo este desorden? ¿Explicar todas estas cosas? -Dijo mientras recogía un trozo de... de algo que había por el suelo y se lo tiraba a su chico a la cara.- O, acaso, ¿explicar por qué has rechazado el regalo que te he hecho con toda mi buena intención para que disfrutáramos los dos?

Uruha abrió la boca para contestar, pero se quedó callado. Respuestas, lógicas al menos, no tenía. El vocalista dejó ir una risita irónica y se marchó de casa dando un portazo.

~*~

Uruha se levantó del cuelo soltando un largo suspiro. Se sacudió y acomodó la ropa y se dispuso a arreglar aquel desastre.

Mientras recogía, cogió del suelo una fotografía en la que aparecían él y Ruki riendo alegremente en la playa. El marco de cristal se había roto y una gran grieta se cruzaba por el medio de los dos.

-Esta vez si que la has cagado, Shima.- Se dijo a sí mismo. Sacó la foto del marco y la puso en otro nuevo, volviéndola a dejar sobre la estantería.

Acabó de recoger pensando en alguna forma de pedirle disculpas a Ruki, pero como siempre, no se le ocurrió nada. Así que decidió llamar a Reita, que le solía ayudar en ese tipo de situaciones. Puede que el rubio no fuese más inteligente, ni más espabilado, pero tenía en don de la palabra. Cosa de la que él carecía.

-¿Hola?- Preguntaron al otro lado del auricular.

-Ue-chan, soy yo, Shima.- Dijo el castaño.- ¿Puedo... puedo pedirte un favor?

-¡Claro!- Siempre tan efusivo, pensó el guitarrista.- ¿De qué se trata?

-¿Puedes venir a verme? Tengo un problema.

-Un problema llamado Takanori, ¿cierto? -Rio el bajista.- Ahora voy para allá. -Y colgó.

~*~

Caminaba por el parque fumando y viendo a las parejas pasar. El plan para convencer a Uruha se le había ido de las manos: se había enfadado de verdad. Trataba de relajarse, de que la brisa ya nocturna le aclarase un poco las ideas. Necesitaba relajarse para pensar con claridad.

Se metió las manos en los bolsillos y se sentó en un banco a esperar que el tiempo pasase o, más bien, a esperar a que su novio le llamase para disculparse y pedirle que regresara ya a casa, que era tarde y le echaba de menos.

De verdad tenía ganas que Uruha le siguiese el juego y le apoyase con lo del vestido y sus pequeños fetiches. Pero el castaño podía llegar a ser más cabezota que él mismo y si algo era que no, definitivamente iba a ser que no. ¡Pero es un simple juego!, se martirizaba interiormente el cantante, ¡Tan sólo por una noche!

Si al menos le concediera otro de sus caprichos, el vocalista podía estar feliz por el resto de las vacaciones. Pero claro, el castaño se había negado.

Con una mano, se echó el cabello hacia atrás, dejando que la luz tenue de una farola le bañase el rostro, iluminándolo. Tan sólo necesitaba relajarse y esperar.

~*~

-¿Qué has hecho esta vez?- Le preguntó el bajista nada más entrar al departamento.

-Me he negado, nos hemos gritado y luego he perseguido al chucho porque se quería comer mi bollito. - Murmuró el castaño. El rubio encarnó una ceja.

Estaba acostumbrado a que el guitarrista dijese cosas sin sentido y había aprendido a interpretarle, pero había casos en los que aún le costaba entenderle. Sin embargo, no le dio mucha importancia, seguro que era lo de siempre. Enano sádico del demonio, pensó.

El castaño se tiró sobre el sofá cuan largo era y suspiró contra la almohada. El bajista le siguió y se sentó a su lado, acariciándole tiernamente el cabello.

-Ay, pato... en algunas cosas sigues siendo un niño. - Soltó Reita, dándole unos golpecitos en el hombro.- ¿Qué piensas hacer?

- No lo sé. Por eso quería que vinieras, para darme alguna idea.- Respondió, levantando la cabeza y mirándole con ojitos de cordero degollado.

Su amigo abrió la boca para responder, pero algo en su bolsillo empezó a vibrar. Sacó el móvil y respondió a la llamada. Le hizo una seña a Uruha con la mano para que esperara un momento y se marchó a hablar por teléfono a otra habitación.

Cuando regresó, el rubio estaba sonrojado y le brillaban los ojos. Takashima le miró extrañado.

-¿Quién era?- Cuestionó una vez el bajista estuvo enfrente de él.

-Kai.- Dijo bajito y sonrojándose aun más.- He quedado con él dentro de un rato.- Explicó con cierto nerviosismo.

Uy, mira tú con el timidillo del grupo, pensó con cierto deje de burla el guitarrista. Pobre Kai, Akira no deja de hablar ni debajo del agua. Me pregunto cómo hará para que no hable mientras foll....

-¡Takashima! ¿Me estás escuchando?- El castaño parpadeó varias veces y miró al rubio con cara de no entender nada. Reita suspiró y se frotó las sienes.- Tú siempre en tu mundo... Será mejor que pensemos rápido, dentro de una hora tengo que estar en la otra punta del barrio.

-Pues dame una idea ahora, así te vas con Uke lo antes posible. -Sonrió el guitarrista, elevando las cejas varias veces en signo de picardía.

-Vale, a ver. ¿Qué le quita el mal humor?- Preguntó Akira ignorando el comportamiento de su amigo. A Uruha no le hizo falta pensárselo dos veces antes de contestar.

-El sexo.

-¿Entonces a qué esperas?- Dijo su amigo elevando los brazos al cielo en gesto de obviedad. - ¡Cúmplele alguna fantasía, hombre! Seguro que después de hacerlo te perdona.- Resolvió el bajista.- Le llamaré de tu parte para que vuelva a casa. Tú de mientras arréglatelas para que esta noche sea diferente.- Le guiñó un ojo, dirigiéndose a la salida.- Recuerda ponerte guapo.- Comentó antes de salir por la puerta. Uruha, suspirando, se rindió sobre el sofá.

Tragó saliva.

 Se levantó de donde estaba en dirección a la habitación que compartía con el menor. No quería estar mal con su novio, así que se mentalizó para vestirse de meido, maquillarse e, incluso, peinarse ridículamente.

~*~

-Moshi, moshi.- Respondió al teléfono el vocalista.

-¿Taka? Soy yo, Akira.- Dijeron al otro lado. Ruki suspiró.

-Si llamas de parte de Takashima, no quiero oír nad…

-¡No, espera! No llamo de parte de Shima-chan.- Ruki frunció el ceño ante en mote. No le gustaba que el rubio se tomara tanta confianza con su novio.- No sabe que he llamado. Lo he visto muy preocupado hoy  y  se veía arrepentido.- Explicó.

-Hm…- Murmuró el cantante no muy convencido. Sabía que el rubio mentía, que Uruha ya sabía que éste había llamado. Se le daba muy mal engañar. Pero no tenía claro si su novio había sufrido lo suficiente.

-Vamos, Taka, vuelve a casa. Ya es tarde.- Y colgó.

Takanori miró su reloj.  Marcaban las once y media de la noche. Sonrió y entre dientes dejó escapar una risa un tanto cínica.

Se levantó de donde estaba y empezó a caminar rumbo a su casa.

~*~

Uruha estaba que se subía por las paredes.

Daba vueltas por el salón con un nerviosismo más que palpable, preguntándose en voz baja qué era lo que hacía Ruki y por qué estaba tardando.

Era tanto su nerviosismo que, incluso, se lo había contagiado al pequeño Koron-chan, que ahora daba vueltas alrededor de su otro “amo”.

-¿Qué es lo que hace a estas horas fuera? ¿Tendría que ir a buscarlo? ¿Y si le ha pasado algo?- Se preguntaba alterándose a cada paso que daba. El perro corría a su alrededor, ladrándole y gruñéndole. - ¡¿Quieres parar ya?!- Ladró esta vez el dueño.

Koron calló, bajó las orejas en signo de sumisión y huyó con el rabo entre las piernas a su  pequeño cuarto -porque, sí, el perro tenía su propia habitación-.

-Será posible con el chucho…- Murmuró hastiado el castaño.- Tan pesado como su amo.- Susurró  entre dientes.

Paró su caminata por el salón y se masajeó las sienes con algo de fuerza. Se acercó al espejo de cuerpo entero que había en la sala y miró su reflejo por enésima vez aquella noche. Una mueca de asco se cruzó por su rostro. Se sentía patético.

Se sacudió el vestido que se había puesto por encima, arreglándolo y alisando posibles arrugas. Se había hecho dos pequeñas coletas a cada lado de la cabeza, recogiéndose el pelo de manera algo infantil. Las había atado con unas cintas negras y, acompañando el bonito peinado, se había puesto la cofia bordada. Se puso un poco de base y sombra negra en los ojos, con algo de rímel y pestañas postizas, haciendo que aparentase tener los ojos mucho más grandes y una mirada inmensamente más profunda.

Se había vestido… se había vestido como había podido. Con mucho trabajo y mucho sudor, se puso aquel disfraz de doncella y se lo acomodó hasta dejarlo, meramente hablando, presentable. Era de manga corta, con lo cual dejaba ver sus musculados brazos, dándole al conjunto un aspecto algo masculino. Había peleado con la camisa y sus botones. El enorme lazo del cuello -para el que tuvo que buscar un tutorial en Theytube* - había quedado algo tuerto. Peleó con las medias altas y las ligas. Los zapatos le estaban matando y caminaba algo chueco.  Al final, lo único que le pareció que estaba bien fue el pequeño delantal, que había quedado –para sorpresa de todos- recto y bien atado por detrás.

Omitiendo las dificultades que tuvo que pasar para vestirse, el castaño estaba contento con el resultado: había conseguido asemejarse bastante a un chica “meido”. Con brazos de macho, pero una meido al fin y al cabo, pensó.

Suspiró pesadamente y cuando estaba a punto de echarse atrás en todo aquello, escuchó el ruido de la puerta de la entrada abrirse. Era Ruki.

Tragó saliva.

~*~

Intentó abrir la puerta sin hacer ruido, pero un chirrido le delató. Se golpeó la cabeza mentalmente. Si Uruha estaba dormido y le despertaba, seguramente se enfadaría más con él y no tenía ganas de escuchar sus sermones. Dejó las llaves sobre el recibidor y se dirigió al cuarto de estar, dispuesto a dormir en el sofá.

Llegó a la gran sala y se quitó la chaqueta que llevaba puesta sin percatarse del individuo que se acercaba hasta él con lentitud. Ruki se asustó cuando una mano fina le tocó el hombro para llamar su atención.

-Bienvenido a casa, amo.-Habló el guitarrista, haciendo una reverencia.

El vocal se giró lentamente hacia Uruha, con la boca abierta y chorreante de baba, sin podérselo creer. ¡Se había puesto el vestido!

El guitarrista, aun agachado, se volvió a enderezar con las manos entrelazadas por delante. Se irguió completamente y ladeó la cabeza hacia un lado, sonriendo dulcemente. Desde su punto de vista, sentía que estaba interpretando bastante bien su papel pero, ante la exhaustiva mirada de su pareja, se incomodó y bajó la cabeza haciendo que el flequillo le tapase la cara. Arrugó el delantal entre sus manos y sintió como se sonrojaba hasta la raíz del cabello.

Por favor  señores de la limpieza, acudan a la planta alta, derrame de saliva abundante en el pasillo tres, gracias. ¡Matsumoto, despierta joder!, se reprochó el cantante mentalmente. Parpadeó varias veces y repasó con la mirada al castaño de arriba debajo de nuevo. Se relamió los labios –y restos de saliva- con la lengua y carraspeó.

Se quitó el abrigo y se lo lanzó a Uruha como quien no quiere la cosa.

-Tráeme los zapatos de ir por casa, ¿quieres?- Preguntó retóricamente mientras se tiraba sobre el sofá.

Su pareja respiró hondo, recogiendo el abrigo que se le había caído después de ser arrojado por el menor. Después de vestirse como se había vestido, después de comportarse como lo había hecho, después de preocuparse por el vocalista como aquella noche, ¿Takanori le trataba así? Apretó los dientes con fuerza, haciéndolos crujir.

Takashima, tranquilízate, tan sólo es un rol. Síguele el juego, Shima, síguelo. ¿O acaso no quieres que te perdone? No, ¿verdad? ¡Pues humíllate y síguele el puto juego!, pensó el castaño.

El cantante, al ver que el castaño no se movía, exclamó un “¡Rápido!”, para que reaccionara. Uruha le sonrió falsamente enseñando los dientes y asintió con vehemencia.

-Por supuesto, amo. Ahora mismo.- Le dijo, haciendo otra reverencia. Se encaminó a la habitación, dejando a su novio solo.

~*~

Ruki se estaba impacientando. Uruha tardaba demasiado y se moría de ganas por verle disfrazado. Se veía tan jodidamente adorable y violable ante la mirada del cantante que, a duras penas, se resistió al verlo cuando regresó a casa. Se mordió el labio inferior con algo de desesperación.

Se levantó del sillón y fue en busca del castaño. Entró en su habitación y lo encontró de espaldas a él, agachado con medio cuerpo bajo la cama buscando sus zapatillas. Estaba con el culo en pompa y el vestido algo levantado, dejando ver parte de sus boxers negros –que, por cierto, dejaban poco lugar a la imaginación-. El castaño no se percató de que el cantante había entrado en la habitación y éste, babeó por segunda vez aquel día.

Cuando se recompuso y se dio cuenta de que el guitarrista aun no se enteraba  de que estaba allí, sonrió con malicia. Se acercó por detrás y con la punta de su bota, frotó por encima de la ropa interior la entrada de Uruha, siguiendo la estrecha línea hasta rozar  sus testículos.

-¡Me cago en su put…!- Exclamó el castaño, pegando un salto por debajo de la cama, pegándose en la cabeza con el somier.

Al percatarse de que tan sólo era su novio frotándole sus partes íntimas, se “tranquilizó”. Nótese la ironía. Aun después de darse cuenta de que se trataba de su novio, seguía con el corazón en la boca. Y más si era Takanori quien le hacía aquello.

Buscó con nerviosismo y a ciegas por el suelo las zapatillas del cantante y, con la respiración agitada  –no había podido evitar excitarse tras el masaje-, se dispuso a hablar intentando recuperar la calma y, ante todo, que el menor no se diese cuenta de lo caliente que estaba.

Tragó saliva.

-Tak… amo,- se corrigió el castaño- ya he encontrado lo que buscaba-aah.- El guitarrista corrió a taparse la boca cuando un lastimero gemido se le escapó.  Rogó por que el cantante no le hubiese escuchado.

Sin embargo, no fue así. Ruki sonrió enseñando los dientes y se separó lentamente de su pareja, sentándose en el borde del colchón.

-¿A qué esperas para salir?- Le apresuró el vocalista al mismo tiempo que le daba unos azotes en el trasero, maliciosamente.

Estoy esperando a que se me ocurra algo para salir de aquí lo más antes posible sin que veas la erección que me cargo y te de pie a seguir con esto, ¡depravado!, exclamó para sus adentros el castaño.  Y lo hubiese dicho en voz alta de no ser porque, interiormente, le encantaba todo aquello. Interiormente, claro.

-¿Vas a tardar mucho o te tendré que sacar yo?- Tras la insinuante pregunta del cantante y el fuerte pellizco que le propino en el trasero, Uruha decidió salir de su refugio improvisado.

Levantándose como pudo, se arregló el vestido y se apresuró a dejar las zapatillas de ir por casa delante de los pies de Ruki para que éste se los pusiese. No obstante, Takanori se recostó de espaldas sobre el colchón y, deslizándose como un gusano, se acomodó contra el cabezal de la cama. Le hizo una señal al guitarrista para que se acercase. Éste se levantó del suelo y gateó por el colchón hasta quedar arrodillado a uno de los lados de su amo. El vocalista se percató de algo brillante que colgaba del collar de encaje de Takashima, una pequeña argolla. Sonrió ampliamente, relamiéndose con hambre los labios.

Alargó la mano hasta que tocó levemente la mejilla de Uruha. De allí, apartó un mechón de pelo castaño que se había salido de una de las improvisadas coletas y se lo colocó detrás de la oreja, con suma tranquilidad. Por el contrario, el guitarrista temblaba de pies a cabeza sin saber qué esperarse de aquel que había elegido como pareja.

-¿Sabes, Shima-chan?- preguntó retóricamente el vocalista, con fingida inocencia.- Estoy un tanto molesto contigo. Primero me destrozas el salón y, después, me haces esperar para una sola cosa que te pido. Eso está mal, ¿verdad, Shima-chan?

El castaño dudó y agachó la cabeza. Si le decía que sí, ya no habría vuelta atrás en aquello. Si le decía que no, iba a ser peor. Pero… ¿y si huía? Pero, dada la hora y la situación, le iba a ser un poco difícil.

Antes de que pudiera contestar algo coherente, Ruki le cogió fuertemente del mentón e hizo que le mirase a la cara.

-¿Verdad que sí, Uruha?- Volvió a preguntar, esta vez con más autoridad y ejerciendo algo más de fuerza en el agarre. Éste, asintió levemente sin despegar la vista de aquellos orbes de color azul artificial. Estoy perdido, pensó. ¡Perdidísimo! – No te oigo.

-S-sí, amo… - Dijo el castaño casi en un susurro.  El vocalista enseñó todos los dientes en una sonrisa casi deforme y aflojó el agarre de su mano.

-Así me gusta, pequeño. Ahora, tráeme algo de fruta picada y un baso grande de ron con mucho hielo, se me acaba de ocurrir un juego.- Dijo con simpleza a la vez que, con la mano que sujetaba al guitarrista por el mentón, lo empujaba hacia atrás para que se apartase. Uruha, estupefacto, casi se cae al suelo por la acción.- Por favor.- Sentenció irónicamente el vocalista sin abandonar aquella sonrisa socarrona.

-Sí, amo.- Repitió el castaño con contundencia, saliendo de aquella habitación.

~*~

Aprovechando el hecho de que tenía que ir a por lo que le había pedido Ruki a la cocina, Uruha intentó tranquilizarse y mentalizarse para lo que vendría a continuación: se había metido por completo en la boca del lobo y, lo peor era, que no sabía si quería salir de ella. Sabía que clase de juegos le gustaban a su novio, sabía lo que podía llegar a hacerle en su faceta de sádico dominante. Pero, ¿para qué mentir? Le gustaba, se había acostumbrado y si ahora se replanteara salir con otra persona, tendría que igualar o superar a ese enano en la cama. Lo que le falta de altura lo tiene en otra parte…, pensó con picardía el guitarrista mientras cortaba un plátano en pequeñas rodajas.

Pero no por eso dejaba de estar nervioso. Nunca sabía que esperar de la enrevesada mente de Takanori, era totalmente impredecible cuando se trataba de sexo. Siempre, sin excepción alguna, uno de los dos acababa por no poder sentarse al día siguiente. Le resultaba gracioso cuando era el otro quien no podía apoyar el trasero, pero cuando se trataba de él mismo, ya no se reía tanto. Igualmente, aunque quisiera dar marcha atrás, ya no podía hacer nada: desde el momento en el que se puso el vestido, selló el pacto de permanecer así para Ruki durante toda la noche si hacía falta. Acabó de cortar las frutas y en un baso puso un par de cubitos de hielo, siendo acompañados después de la bebida alcohólica tan deseada por su novio.

Cogió la bandeja en donde lo puso todo y, antes de salir de aquel cuarto, pensó. Vamos a ver, decía, ¿una meido como es? Adorable, femenina, servicial, empática e incluso algo coqueta. ¿Y tú qué tienes que hacer, Kouyou? Interpretarla. S-sí, eso, interpretarla. No sé cómo me saldrá, pero tengo que hacerlo. Respiró hondo y empezó a caminar hacia el pasillo.

Tragó saliva.

~*~

Mientras el castaño se entretenía en la cocina, el vocalista rebuscaba en el vestidor algo con lo que poner a prueba  a Uruha, algo con lo que poder divertirse, algo con lo que poder castigarle. Una vez elegidos los accesorios para lo que tenía planeado, se dirigió a la cama y puso los objetos encima de la mesita de noche sin preocupación alguna.

Todo estaba saliendo tal y como lo había planeado. Tan sólo faltaba una equivocación más por parte del guitarrista y podría, por fin, cumplir uno más de sus tantos fetiches. Rezó por que así pasara y, cuando escuchó unos pasos acercarse, se estiró cómodamente sobre el colchón, intentando ocultar su optimismo.

 

Escuchó como se acercaba a paso lento y, por el sonido de los tacones, adivinó que iba dando algún que otro traspié. Se acomodó bien y pasó los brazos por detrás de su cabeza, apoyándose en el respaldo de la cama.

Takashima entró con la bandeja en la mano, intentando aparentar sensualidad mientras caminaba algo tambaleante. ¿Sensualidad? ¿De verdad se puede ser sensual caminando con aquello? Takashima no lo creía y Takanori, al verle entrar, tampoco. Más que sensual era, incluso, algo ridículo.

El cantante se tragó una carcajada e intentó reprimir la risa. Llegados a ese punto, no se podía permitir que su pareja le mandase a  freír espárragos por una gracia.

Mientras el vocalista tenía problemas con su humor, el guitarrista tenía problemas con su caminata. El trayecto hasta la cama se le estaba haciendo eterno y, si no se fijaba en dónde ponía los pies, se iría de morros contra el suelo. Al llegar -por fin- hasta la mesita de noche se dio cuenta de que estaba ocupada por... por... Uruha no acabó de formular la frase en su cabeza y, sin cuidado alguno, apartó aquellos “útiles” para dejar la bandeja allí. Se giró hacia su novio con una falsa sonrisa pintada en la cara.

-¿Desea algo más, amo?- Preguntó con fingida inocencia. El otro se mordió el labio inferior, recorriéndole con la mirada de arriba a abajo.

-Dame de comer.- Ordenó a la vez que abría la boca. El guitarrista se sentó en el borde de la cama al lado de Ruki y cogió el plato. Cuando fue a darle el primer trozo, el vocal negó con la cabeza y le apartó la mano.

-¿Qué ocurre, amo?- Cuestionó.

-Con la boca.

-¿Qué?

-Quiero que me des la fruta con la boca.- Por la mueca de diversión que se adivinaba en la cara del vocalista, Uruha llegó a la conclusión que se había quedado con cara de idiota ante la respuesta de su pareja.

Con las manos temblorosas, se llevó a los labios aquella pieza de comida y, para disfrute del otro, se acercó lentamente al rostro de Ruki posicionándose encima de él. Reposó los labios sobre los suyos, pasándole -tal y como había indicado en cantante- el trocito de fruta con la boca. El otro, ni lento ni perezoso, pasó su lengua por entre los labios del cantante y acogió en su cavidad bucal el pequeño fruto, no sin antes explorar la contraria con aprensión. Se separaron y el más bajito masticó con tranquilidad. El otro le miró esperando una señal por parte del vocal que le indicase que lo estaba haciendo bien.

-Te noto tenso, cariño.- Dijo Takanori mientras le pasaba un mechón por detrás de la oreja al castaño.

-¿Qu...?- Antes de que pudiese finalizar la pregunta, el cantante le cogió del mentón, apretándole las mejillas y obligándole a callar.

-No hables si no te lo pido yo.- Dijo autoritariamente y apretando más su agarre. Takashima asintió, aun algo perdido por su reacción.- ¿Querías que te halagase por cortar unas cuantas frutas? Pues estás muy equivocado, amor. -Habló ariscamente.- Vas a darme de comer, pero si de verdad quieres que me ponga contento, vas a dejar que la guarra que llevas dentro sea quien lo haga, ¿entendido?

Uruha ya no sabía dónde meterse. Estaba claro que Takanori no iba a aceptar un no por respuesta, pero no estaba del todo seguro en eso de dejar que su novio le humillase tanto. Pero, en el fondo, ¿qué más daba? En el caso de que no le gustase, siempre podría escapar, ¿cierto?

El castaño sonrió y asintió con vehemencia. Ruki le devolvió la sonrisa y deshizo el agarre.

Cogió otro pequeño trozo y, en vez de cogerlo con los labios como había hecho anteriormente, el guitarrista se lo metió directamente en la boca. Pasó una de sus piernas por encima de Takanori y quedó sentado sobre el abdomen de su novio. Apoyándose sobre su pecho, se inclinó sobre el vocalista y sin mediación de los labios, le pasó la fruta con la lengua para finalizar con un ardiente y fogoso beso.

Mientras sus lenguas luchaban por ver quién ganaba en aquella guerra, el castaño bajó con las manos por el pecho del cantante hasta llegar un poco más allá de su bajo abdomen. Con la palma, ejerció una leve presión por encima de los pantalones y gimió dentro del beso, queriendo así, poner a tono la situación.

Takanori separó rápidamente al guitarrista de su cuerpo cogiéndole del cabello sin importarle si le hacía daño. Y, en efecto: Uruha dejó escapar un leve gemido.

-Tranquila, putita. Todo a su tiempo. Pásame el vaso con ron, corre.- Le apremió mientras le daba golpecitos en el trasero.

El otro se apresuró a hacerle caso, cogiendo el vaso y volviendo a la cama tan rápido como  le fue posible. Con las prisas, al pasarle la bebida éste resbaló y, sin querer, el castaño derramó todo su contenido encima de la ajustada camisa del cantante. Se tapó las manos con la boca con espanto.

-Yo... yo lo lamento mucho. Voy ahora mismo a por algo para limpiarte.- Dijo apresuradamente, atropellándose con las palabras, haciendo casi inteligible su disculpa.

Sin embargo, antes de poder salir corriendo como había planeado, el guitarrista fue interceptado por los brazos de Ruki, quien le sostuvo con fuerza por las caderas, pegándole la espalda a su mojado pecho.

-¿A dónde crees que vas, bonito?- Preguntó el vocal con la cara escondida entre el pelo del guitarrista. A Uruha se le erizaron los pelos de la nuca y puso todas sus alarmas en alerta. Aquello no podía acabar bien, no señor.

El más bajo apretó con más fuerza la cintura del castaño, haciéndole soltar un quejido de molestia. Sonrió y, con la mano de su brazo libre, fue subiendo por el cuerpo de Uruha, acariciándolo. Cuando dio con lo que buscaba, no puedo reprimir que una suave carcajada escapara de su garganta.

-¿Sabes? Estaba dispuesto a perdonarte y dejarlo pasar por hoy, Shima-chan- confesó con voz melosa contra el oído del otro mientras jugaba con la argolla del collar del guitarrista.- Pero la has cagado de nuevo, cariño.- terminó de hablar, mordiendo –con muy poca dulzura- el lóbulo de la oreja del castaño.

Con agilidad, el vocalista giró el collar hasta dejar el pequeño gancho a la altura de la nuca de su novio y, aprovechando que éste aún trataba de asimilar sus palabras e intentaba borrar de su cara aquella expresión de gilipollas, alargó el brazo y cogió la cadena que reposaba sobre la mesa de noche.

Uruha, todavía en estado de shock, se paró a pensar en lo que había hecho. ¿La respuesta? Muy fácil: cagarla. Eso había hecho, cagarla. Todo iba viento en popa cuando, por desgracia o por suerte, uno de sus tacones decidió trastabillar con la, irónicamente bien puesta, sábana que colgaba de la cama.

Imbécil, se martirizaba interiormente. Idiota, mentecato, inútil, subnormal, gilipollas, anormal patodemier… Cagada tras cagada, Kouyou. CAGADA-TRAS-CAGADA.

El castaño despertó de su reproche personal cuando, sin aviso alguno, se dio un golpe en la nuca con el cabezal de la cama debido a un anterior tirón de la cadena, enganchada por un extremo a su collar y el otro siendo retenido entre las manos del vocalista, fue sacudida por éste. Ruki la había pasado por uno de los barrotes, de manera que ahora el guitarrista quedaría pegado al cabezal cuando a él se le antojase.

El cantante ató con suma facilidad la cadena que retenía a uno de los barrotes, dejando así a su pareja inmovilizado contra este y a un paso de las asfixia. Sonrió con lasciva al observar como Takashima se llevaba las manos al cuello, en un vago intento de deshacerse de aquella atadura. Dejó escapar un gemido lastimero.

Con dificultad, Uruha acomodó su cuerpo sobre la cama, intentando con esto buscar una mejor posición para respirar atado como estaba. Maldijo interiormente al menor, quiso patearle y gritarle obscenidades a él y quizás a su inocente madre. Pero no le iba a dar el gusto. Oh, no, eso nunca. Su orgullo se lo impedía, él se había metido en esto y le demostraría a ese enano mal parido de qué estaba hecho. Oh, sí.

Queriendo llevar su plan a cabo, el castaño se apoyó sobre sus codos y abrió las piernas para que Takanori quedase entre ellas, regalándole unas vistas por las que muchos hubiesen pagado por ver. Observó como un fino hilo de saliva resbalaba por la barbilla de su novio -literal y metafóricamente hablando- y sonrió con superioridad, alzando la cabeza con orgullo propio solamente del género masculino.

Imaginándose a dónde quería ir a parar con todo aquello, Ruki desclavó la mirada de debajo de la falda del guitarrista y torció el gesto al ver como el otro sonreía con soberbia.  Sin embargo, pronto recuperó su mueca socarrona y se paró en la cama, deshaciéndose de su, ahora empapada, camisa.

Sin esperar a que su pareja se deleitase con la visión que ofrecía, caminó hasta quedar con una pierna a cada lado del torso de Takashima y se sentó sobre su pecho. Su peso, sumado al collar atado y la mala posición del castaño, dificultó aún más la respiración de Uruha, que buscó soporte en el cabezal cogiéndose con las dos manos a éste, intentando recuperar su anterior posición con el vocalista encima. Sin embargo, hacerlo fue en vano: aquel al que había dicho alguna vez amar –y que ahora empezaba a dudarlo-, le tenía completamente inmovilizado y empezó a respirar fuertemente con la boca, buscando a bocanadas el aire que le empezaba a faltar.

El cantante vio como el guitarrista empezaba a adquirir un tono rojo en parte de sus mejillas, así que se apresuró a coger lo que tenía guardado y que necesitaba ponerle -por si acaso- con rapidez, palpando por debajo de la almohada. Agarró lo que buscaba y aprovechando que Uruha estaba en la posición idónea, esposó sin mucho cuidado sus muñecas a los barrotes de la cama. Una vez hecho esto, se paró rápidamente de encima de él y sin mucha delicadeza, acomodó al guitarrista contra el respaldo para que recuperase el oxígeno que le faltaba.

Cuando la respiración del castaño volvió a ser normal, levantó la cabeza para buscar al culpable de su asfixia. Miró a su alrededor con algo de temor  y, al percatarse que estaba completamente solo, temió el paradero de su novio. ¿A dónde había ido? ¿Qué era lo que tramaba?

Tragó saliva.

~*~

Mientras Takashima se desesperaba en la habitación, Ruki se paseaba por la casa en busca de aquello que haría que el castaño aprendiese de una vez por todas cómo se debía portar con su amo.

Abrió el armario que había en la habitación contigua y observó con satisfacción aquellos pequeños adornos que tanto le gustaban. ¿De qué fragancia debía escoger? ¿Limón, quizás? ¿Frambuesa, tal vez?

Se decantó por una de vainilla y, sacando antes un pequeño mechero de su bolso, se dirigió con parsimonia hacia su habitación. Una vez allí, se sorprendió con lo que veía.

Al contrario de lo que había pensado, el guitarrista se encontraba sentado en la cama tal y como lo había dejado, aparentemente más tranquilo y con una sonrisa en la boca. Se había sentado sobre sus piernas, ligeramente abiertas y con el vestido haciendo campana por sobre de estas. Todavía tenía las mejillas algo sonrosadas y al verle entrar, se mordió el labio inferior repasándole con la mirada. El vocalista se había quedado descolocado: el castaño era la mezcla perfecta entre lo adorable y sexy. ¿Cómo debía responder a aquello? ¿Acaso el guitarrista trataba de confundirle? Pues si quiere jugar, jugaremos. Pensó, torciendo el gesto a una mueca algo grosera y escondió las manos detrás de su espalda, ocultando lo que traía.

-Veo que te estás portando bien, Shima-chan. Pero eso no quita que tenga que castigarte.- habló el menor acercándose lentamente a la cama hasta llegar al borde del colchón.

-Yo no he dicho lo contrario.- Dijo en un susurro el castaño, relamiéndose los labios. El cantante sonrió con aprobación y fue hasta la mesita de noche, donde dejó lo que traía en la mano.

En menos de un segundo, a Uruha le cambió la expresión al ver como Ruki dejaba encima del mueble aquella vela de color crema.  De aquello no se podría escapar, a menos que llevase a cabo su plan. Pero, ¿se humillaría ante él?

Decidió que sí, viendo como su pareja se paraba encima de él con una pierna a cada lado de su torso con unas tijeras en la mano.

Tragó saliva.

La mirada de Takanori chocó con la del guitarrista y éste, entre abatido y derrotado, agachó la cabeza. El vocal se sintió confundido por segunda vez en pocos minutos  y se agachó hasta quedar en cuclillas encima del castaño. Trató de verle el rostro, pero éste ocultaba su mirada detrás del largo flequillo. Con un suspiro de cansancio, hizo que Uruha lo mirara cogiéndole de la barbilla, levantándole la cara.

El menor gimió roncamente; su novio lloraba, soltando pequeños suspiros, dejando que pequeñas gotitas de agua salada resbalaran por su rostro ligeramente enrojecido. Se sintió gotear sin siquiera haber hecho nada.

-¿Qué es lo que te pasa?- Preguntó con voz fría, volviendo a adoptar su postura dominante, siguiendo a la perfección su rol.

-Por favor, amo, perdóneme. ¡Fue un accidente! Yo nunca quise que pasara, por favor, no me someta a… a eso.- Dijo con voz entrecortada el castaño, mirando con suplica al menor.

-¿A qué? – Volvió a cuestionar con algo de sorna.

-A eso.- Repitió Uruha, mirando de reojo la vela. Sonrió y acarició con suavidad la mejilla del guitarrista. Éste, restregó la cara contra su palma, soltando sollozos ahogados.

-Oh… Pero tú sabes que no te has portado bien, algo tendrás que hacer para enmendar tu equivocación.

-Sí, lo sé, pero todo menos eso. Haré todo lo que me pidas…- Confesó finalmente, bajando la cabeza. Rezó interiormente porque el cantante se apiadase de él y que aquellas lágrimas de cocodrilo funcionasen.

-Ay, Shima, Shima… ¿Qué voy a hacer contigo? –Dijo con algo de cansancio el vocal.- ¿Seguro que harás lo que yo te pida?

-Sí, lo que sea.- Susurró contra su mano el encadenado, sintiendo con vehemencia.

Ruki, irguiéndose y sintiéndose más duro que nunca, sonreía y desabrochaba sus pantalones con rapidez. Sabía que su pareja estaba actuando pero, ¿qué más daba? Había conseguido ponerle. Y no solía ser tarea fácil

-Si quieres salvarte de eso, Shima-chan…- Habló, sacando de aquella prisión de tela su miembro palpitante.- Chupa como si te fuese la vida en ello.

Uruha miró el pene que se erguía ante él y, sin prisa, acercó su boca a la punta. Mirando a Takanori a los ojos, reposó lentamente sus labios sobre la cabeza del miembro, dejando asomar la punta de la lengua de entre ellos, acariciando con lasciva el glande de su novio.

Deslizó su boca de la punta a la base, llegando poco después a los testículos. Acogió uno de ellos dentro de su cavidad bucal y, apoyando con algo de fuerza sus dientes contra la piel, succionó con energía. Lo hizo primero con el derecho y luego con el izquierdo.

Volvió a subir por toda su longitud y cuando llegó a la punta, succionó, chupó y mordió  todo su glande, colando su lengua entre aquella carne caliente y la piel que se deslizaba por ésta. Introdujo en su boca una pequeña porción del miembro del cantante y succionó con fuerza, apretando ese pequeño trozo –comparado con el resto- entre las paredes que conformaban su boca.

Mientras, Ruki se deshacía en roncos gemidos, echando la cabeza hacia atrás y susurrando por lo bajo lo buena que era la boca de su amante en cuanto a felaciones se trataba. Entre  ruidos y palabras obscenas, cogió los sedosos cabellos del castaño –las coletas hacía rato que se habían deshecho por completo- e introdujo su miembro al completo en la boca de Takashima sin dar aviso alguno.

Uruha recibió gustoso aquel pene y se apresuró a acariciarlo con la lengua mientras era sometido a bruscas penetraciones. Cuando sintió resbalar el líquido pre-seminal por su barbilla, empezó a fingir pequeños gemidos. Al hacerlo, sintió como la erección del vocalista empezaba a crecer más, chocando cada vez con más fuerza contra su garganta. Sentía como, poco a poco, aquel trozo de carne caliente le iba asfixiando.

Agarrándole de la raíz del pelo, marcándole cada vez un ritmo más rápido a sus embestidas, Takanori se sentía en el mismo cielo penetrando la boca de Uruha. Vio como su pareja ponía los ojos en blanco y echaba la cabeza hacia atrás, careciendo de aire a cada segundo que pasaba, dejando que un par de pequeñas lágrimas bañasen su rostro a causa de la asfixia. Con aquella imagen en mente y la velocidad estrepitosa que llevaban sus caderas, se vino en la boca del guitarrista, desgarrándose el labio inferior de tanto morderlo para no gemir escandalosamente.

Apoyando la cabeza y uno de sus antebrazos en la pared intentando respirar con normalidad de nuevo, Ruki retiró de la boca del castaño su pene ya algo flácido. Un fino hilo de semen le dejó unido al labio inferior de Uruha, que subía y bajaba su pecho recuperando el aire que le había arrebatado aquella felación.

-Lo has hecho de maravilla, cariño.- Dijo el vocalista, limpiando con su pulgar los restos de saliva y semen que reposaban en la me barbilla del castaño.

 Takanori se agachó hasta quedar cara a cara con el guitarrista y juntó sus labios con desesperación, sintiendo como la lengua contraria peleaba contra la suya. Una mezcla entre el sabor de su semilla y la característica frescor de la saliva del castaño inundó sus papilas gustativas, deleitándolo e incitándolo a profundizar el beso hasta rozar con la punta de su lengua el fondo de la garganta de su amante.

Mientras se besaban, Ruki coló una de sus manos por debajo de la falda del castaño, presionando con la palma la notable erección que se asomaba por debajo de aquellos bóxers negros. Uruha gimió rompiendo el beso, retorciéndose bajo el cuerpo del menor.

- Vaya, parece que necesitas ser atendido con urgencia. –Susurró el cantante contra su oído, apretando un poco más su agarre. El guitarrista hizo una mueca de placer y restregó su entrepierna contra la mano de Ruki.- Tranquilo, voy a recompensarte, no te preocupes. – Finalizó el menor, introduciendo su ávida lengua en el oído contrario.

Takanori se separó de él y se levantó de la cama, quitándose los pantalones de un tirón junto con la ropa interior, quedando desnudo ante los ojos del guitarrista. Sonrió ante el repaso que le echo Takashima con la mirada y buscó por el suelo lo que había soltado mientras su pareja le regalaba aquella felación.

No encontró las tijeras que había tirado momentos atrás, pero no le dio importancia y volvió a subirse a la cama, sentándose sobre la falda de Uruha. Con rapidez, coló una de sus manos por detrás del guitarrista y desató el moño del delantal. Se lo sacó y debido a que el castaño seguía encadenado por las muñecas, se vio obligado a romper en dos –por no decir arrancar- la camisa del disfraz para poder  tener al descubierto aquel pecho suave y terso del mayor.

 Se relamió los labios y bajó sus manos acariciando el cuerpo contrario, llegando hasta su bajo vientre. Subió la falda de un tirón y rasgó las medias que cubrían las piernas del guitarrista con las uñas, deleitándose con los grititos que dejaba escapar su novio. Pequeños hilos de sangre se empezaron a asomar de alguno de los arañazos y Ruki con velocidad fue a eliminarlos chupándolos con su lengua, saboreando aquel gusto a oxido y repasando con la boca el tacto suave de las piernas de Takashima.

Cuando hubo “sanado” todas las heridas, bajó con lentitud la ropa interior negra que cubría las partes más íntimas de Uruha, dejando escapar un suspiro ahogado al ver aquella erección al descubierto, blanca y ligeramente rosada en la punta. Ningún bello se asomaba en la base, lo que le hizo volver a sonreír. El guitarrista era lampiño como ninguno.

Empezó a acariciar el pene de su amante desde la base a la punta, con calma. Takashima se deshacía en gemidos y, buscando un contacto más profundo con la mano de su pareja, comenzó a mover sus caderas hacia arriba. Ruki vio lo que trataba de hacer y empezó a masturbarle con más rapidez, apretando con mucha más fuerza su miembro.

Mientras el castaño disfrutaba del contacto, Takanori rebuscaba entre los aparatos que había escogido para aquella noche un consolador que se adecuase  lo que quería. Encontró uno verde, bastante grande y con cabeza giratoria, recreando a la perfección –exceptuando lo del color y la punta movediza- un miembro humano.

Aprovechando que Uruha tenía los ojos cerrados deleitándose con las caricias que Ruki le propinaba, éste último se llevó el aparató a la boca, lubricándolo con saliva.

Takashima sentía como las oleadas de placer que le proporcionaba su amante viajaban por todo su cuerpo en forma de pequeñas descargas eléctricas. Pero, de repente, notó una punzada de dolor que recorrió toda su columna vertebral. Un objeto se había introducido abruptamente en su entrada, por poco desgarrándole las paredes. Miró a Ruki buscando una respuesta al repentino dolor.

Éste le miraba divertido, posando su dedo índice sobre sus labios, pidiéndole silencio.  El menor le había introducido un dildo del tamaño de un antebrazo de hombre de golpe, con apenas lubricante. Gimió de dolor cuando Takanori empezó a meter y sacar aquel aparato, deteniéndose en su tarea de acariciarle el miembro.

A la par de sus quejidos lastimeros, el cantante iba soltando pequeñas carcajadas. Realmente, aquellas muecas de frustración en el guitarrista, le parecían divertidas. Pero, cuando éste empezó a disfrutar de las suaves penetraciones del vibrador, decidió pasar a la acción de una vez por todas.

-Ahora, Shima-chan, viene lo mejor.- Avisó, guiñándole un ojo a Takashima, que gemía sin pudor cuando el aparato rozaba su próstata.

Con –para él- ternura infinita, el menor presionó el botón de encendido del dildo y éste empezó a vibrar y, posteriormente, a girar. El castaño abrió sus ojos  hasta límites insospechados. Torció la boca en una mueca casi deforme, queriendo dejar ir gemidos que no acababan de formarse en su garganta y, así, dejando escapar regueros de saliva de entre sus labios.

Takanori sonrió con aprobación ante el gesto del guitarrista y cuando sintió como los gemidos comenzaban a salir de su boca, corrió a morder con voracidad el pecho del castaño.  Repasó con la lengua toda la piel que quedaba al descubierto y, siendo feroz en sus actos, comenzó a mordisquear los pequeños botones rosados que adornaban su torso desnudo. Al instante y a causa de la excitación que estaba sobrellevando Uruha, se pusieron duros.

Pero no era el único que se estaba poniendo a tono con aquello, Ruki también volvía a tener una erección entre sus piernas debido a los ruidos que se escapaban de la boca del mayor y el tacto de su pecho. No aguantó mucho más aquella posición y se decidió a brindarle a Uruha el verdadero placer que le esperaba.

Cogió algo metálico de la mesita de noche y se lo enseñó a Takashima sonriendo y sosteniendo el “útil” por uno de sus extremos.  El mayor volvió a abrir los ojos con sorpresa y negó con la cabeza lentamente. El vocalista volvió a rogarle silencio, esta vez poniendo su dedo sobre los carnosos labios de su pareja.

-Esto no es lo único que te espera, mi amor. Simplemente asiente y disfruta.- Dijo acariciando el rostro temeroso de su amante.

Dejando el vibrador quieto dentro de Takashima, justo sobre su próstata, se dispuso a colocarle en los pezones aquellas pinzas metálicas unidas por una cadena, también hecha del mismo material. Las abrió y las colocó con calma, viendo como la mueca del contrario cambiaba del placer a molestia.

-Y ahora, viene la mejor parte para los dos.- Susurró Ruki contra los labios de Uruha, tironeando de la cadena que unía los pezones de éste último.

Después de haber aumentado la velocidad del vibrador tres niveles y después de haber escuchado gemir al guitarrista con más fuerza, el menor cogió la erección del castaño y se la llevó a su entrada, dispuesto a sentarse sobre ella.

Con calma, fue bajando su cuerpo hasta que tuvo todo el miembro por completo dentro de él. Lo sentía grande, duro y caliente, palpitante y a punto de explotar, quizás. Gimió con voz ronca y cogiéndose de la cadena de las pinzas que tiraban de los pezones del castaño, empezó a cabalgar sobre el cuerpo de su amante, botando con velocidad sobre sus caderas.

Se movía febrilmente sobre él, derrochando sensualidad a la vez que rudeza por todos sus poros, escuchando los gritos –porque ya no se podían considerar gemidos- de placer de Uruha resonando en sus oídos. Aumentó la velocidad cuando su cuerpo pidió por más y, levantándose por completo para volver a sentarse sobre el pene duro del guitarrista, volvió a saltar con más rapidez sobre él. Se volvía loco cada vez que el miembro de Takashima rozaba su próstata sin descanso, le encantaba.

Y, estando tan ocupado en su propio placer, el menor descuidó el de Uruha y no escuchó cuando éste le gritó que se venía. Poco después de que el castaño hubiese eyaculado en su interior, Takanori notó el líquido viscoso que ahora empapaba su entrada. Aquello ya no le gustó  tanto.

Con rabia, se paró de encima del guitarrista, que aún trataba de recuperarse del reciente orgasmo. Notó como la semilla de su novio resbalaba por la parte interior de sus muslos. Se sintió asqueado y a unto de sufrir un ataque de cólera; ¡Uruha sabía que no soportaba que se corrieran dentro de él! ¡Lo odiaba! No había cosa más repugnante para el menor que sentir como la esencia de alguien se enfriaba dentro suyo.

Rojo de ira, fue hasta el mueble en donde había dejado la vela y, ante la mirada suplicante del castaño, la encendió sin remordimiento alguno.

-Amo, por favor, no lo haga. Le avisé, ¡le avisé! Por favor, no me haga esto.- Rogó Takashima, llorando de pura impotencia. Ruki hizo oídos sordos y volvió a subirse a la cama, posicionándose entre las piernas del castaño.

Con una mano, empezó a meter y sacar de nuevo el vibrador de la entrada del mayor. Éste gemía entre ahogados sollozos, tratando de contener la nueva erección que empezaba a formarse entre sus piernas. Con la otra mano, el vocalista cogió la vela encendida de encima de la mesita de noche y, susurrándole al oído a Takashima que aquel sería su último castigo, dejó caer sobre el pecho desnudo del guitarrista un fino chorro de cera caliente.

Un grito desgarrador sonó en aquel cuarto y, quien lo profirió, se retorció sobre el colchón, sujetándose de las cadenas que lo mantenían atado al cabezal de la cama. Escocía, quemaba, rasgaba su piel; y al mismo tiempo, el placer que le brindaba su próstata estimulada era incomparable. Estaba confuso, se sentía mal y bien a partes iguales.

Un chorro más de cera. Otro. Otro más. Poco después de ser aplicada, el menor deslizaba los dedos por el pecho del guitarrista como si de un cuadro se tratase, un cuadro que tenía que pintar con la espesa cera. Cuando, al arrancar los pedazos del material ya frío, su piel empezaba a enrojecer, se apresuraba a besar con delicadeza la carne irritada.

Tras un octavo y gran chorro de cera derramado, el cantante se dio por satisfecho con su castigo. Viendo como Uruha respiraba con dificultad, dejó la vela a medio gastar sobre la mesa y luego de haber arrancado el último trozo de cera fría, acarició con ternura infinita su pecho con una de sus manos mientras que con la otra movía el vibrador en el interior de su amante.

~*~

Después de que Takashima se corriera por segunda vez en la noche, Ruki redujo la velocidad del dildo e introdujo dos de sus dedos por la entrada del guitarrista. Él aun tenía ganas de más y todavía estaba duro, así que el castaño no se movería de la cama hasta que él se quedase completamente saciado.

Uruha estaba afónico de tanto gemir, tenía la garganta seca y se sentía agotado mentalmente. No tenía ganas de más, pero por lo visto, su cuerpo sí; nada más sentir como los gruesos dedos del vocal se empezaban a abrir en su interior, su miembro volvió a erguirse como si tuviese un resorte. Ahora, el guitarrista solo rogaba que su pareja no tuviese pensado ningún tipo de juego más, así que simplemente se dejó hacer, moviendo sus caderas contra aquellos dedos, buscando un contacto más profundo.

Ruki dio por finalizada la dilatación y, retirando sus dígitos del interior del guitarrista, dirigió su miembro palpitante a la entrada del mayor. Con una mano lo fue introduciendo y con la otra, se sujetó de nuevo de la cadena que sostenía las pinzas que unían los pequeños botones rosados de su pareja.

-Joder… qué estrecho que eres, Shima-chan… tienes que recordarme que te lo haga más a menudo.- Soltó el vocalista cuando estuvo completamente dentro de él. El otro gimió como respuesta.- E-eso es, gime para mí cariño.- Susurró con voz melosa antes de empezar a moverse, junto con el vibrador.

Le penetró con calma, sintiendo como aquellas gruesas paredes le tragaban junto con el dildo, vibrando apaciblemente contra su erección. Volvió a salir por completo de él y volvió entrar, así una vez más, dos, tres. Pronto se vio sobrellevado por el placer y comenzó a embestirle con más velocidad, aumentando la fuerza de las penetraciones.

Uruha movía sus caderas en el sentido contrario de las embestidas, haciéndolas más profundas y certeras, estimulando por cada una su próstata. Se sentía lleno, desbordante de placer; si antes de que Takanori le penetrara sentía que no podría más, ahora pensaba todo lo contrario; quería correrse de nuevo, quería llenarse con la esencia del vocalista, como había hecho con él anteriormente por accidente. Aunque, ahora que lo meditaba en frío, agradeció equivocarse accidentalmente.

El guitarrista gimió más fuerte cuando el vocalista le subió las piernas sobre sus hombros y profundizó sus estocadas. Y gimió aún más fuerte cuando, tras haberse acomodado mejor en la cama, el cantante le empezó a propinar fuertes azotes en sus rasguñados muslos.

Minutos después, la pareja se sintió al borde del orgasmo y los gemidos y las embestidas se hicieron más potentes. Las penetraciones eran más veloces, el ruido de sus caderas chocar más frecuente y su respiración cada vez más agitada.

Con gemidos entrelazados, Ruki se corrió en el interior de Uruha y segundos después, éste hizo lo mismo sobre su abdomen. El menor se dejó caer hacia delante, dejando reposar las largas piernas del guitarrista sobre el colchón.

Cuando su respiración volvió a ser la normal, retiró del interior del castaño el aparato de color verde y, seguidamente, salió de él con tranquilidad. Takashima se sintió de repente vacío, pero le reconfortó sentir como el semen aun caliente del vocalista todavía residía en su interior.

Ruki acarició el torso de su novio con las manos abiertas, tocándole con suavidad. Se irguió y, alargando un brazo, alcanzó las pequeñas llaves del cajón de la mesa de noche. Se sentó sobre el colchón a un lado de Takashima y fue abriendo cerradura por cerradura cada una de las esposas, incluyendo el collar. También acabó por retirar las pinzas que sujetaban sus pezones, dejándolos rojos y algo magullados.

El cuerpo del castaño resbaló hasta quedar completamente estirado sobre el colchón, agotado. Sentía la piel de su pecho escocer, las heridas de sus piernas arder y muñecas y cuello agarrotados. Takanori lo vio venir y empezó a esparcir pequeños besos dulces sobre toda su cara, intentando así calmar un poco del dolor por el cual estaba pasando el guitarrista.

-Has… aguantado… de… maravilla…- Decía entre beso y beso el menor.

Uruha se sentía derrotado; después de todo, había vuelto a ceder delante de las peticiones del vocalista, apartando su orgullo y dejándolo de lado. Pero, además de eso, ahora le iba costar hasta moverse; el menor se había pasado con los jueguitos y él ya no quería saber nada.

Con cuidado de no sentar demasiado su trasero sobre el colchón, apartó de un manotazo a Takanori y se paró de la cama. Lamentó haberlo hecho, pues, nada más apoyar los pies en el suelo, las piernas le fallaron y quedó sentado sobre el borde de la cama. ¡Perfecto!, pensó, con ironía. Ahora no me puedo ni mover.

-¿Te… te duele?- Cuestionó Ruki, preocupado. Estaba empezando a pensar que quizás sí se había excedido  aquella noche.

Takashima no le contestó y, tras meditarlo unos segundos, volvió a intentar pararse. No obstante, fue en vano; apenas podía moverse. Cuando iba a intentarlo por tercera vez –a la tercera va la vencida, según él-, unos brazos le rodearon por el cuello desde atrás.

-Perdón.- Susurró el menor contra la nuca de Uruha, dejando allí pequeños besos.

-No te perdono.- Contestó cortante el castaño, tratando de deshacerse del abrazo de su pareja.

-No te levantes aún. Deja, al menos, que te cure las heridas.

 Ruki se paró de la cama y fue hasta el baño que tenían en la habitación, cogió el pequeño botiquín de primeros auxilios que tenían allí y, cuando volvió al dormitorio, agradeció que su novio no se hubiese movido. Sin embargo, no dudó a la hora de pensar que Uruha había intentado volver a levantarse durante su ausencia.

Se arrodilló frente a él y, con mucha delicadeza, bajó lo que le quedaba de falda, dejándole completamente desnudo. Empezó a aplicar un poco de iodo sobre los arañazos de sus piernas con un pequeño algodón. Seguidamente, hizo lo mismo con los moratones que adornaban su cuello y muñecas; para su pecho, aplicó un poco de crema con aloe vera.

Finalmente, para sus rasgados y maltratados labios, le puso una pomada de cacao para que los cortes en ellos no se hicieran más profundos. Mientras el menor se ocupaba de sanar las heridas que había causado, el guitarrista miraba para otro lado, observando como los primeros rayos de sol se colaban entre las cortinas. ¿Cuánto llevaban en la cama?

Cuando el cantante hubo acabado con su tarea, colocó su frente contra la de Uruha y, apoyando las manos sobre sus mejillas, empezó a acariciarle dulcemente los pómulos con los pulgares. Takashima se mantenía con los ojos cerrados; sabía que si los abría volvería a perder contra su novio.

-Shima…- Le llamó el menor.- Shima, por favor, mírame.- Otra vez.- Shima…- De nuevo.- Vamos, Shima, no ha sido para tanto. Al fin y al cabo, te has corrido tres veces.

El mayor abrió lentamente los ojos con resignación; no podía ignorarle eternamente. Se encontró con aquel par de orbes azules artificiales, que se clavaron lentamente en su mente como afilados dardos, desgarrando cualquier tipo de pensamiento negativo hacia su persona.

Ahora sonriendo, Takashima pensó que tal vez… Tal vez no había sido tan malo. Mentiría si dijera que no lo había disfrutado, pero su orgullo estaba dañado; le había vuelto a manipular, lo había vuelto a hacer. ¡Pero qué coño! Mi orgullo no folla mejor que él. Además que, si se trata de Taka, no puedo negarme a nada; pensó, antes de lanzarse a besar aquellos rosados labios con aprensión, sintiéndolos resbaladizos bajo los suyos, embadurnados en crema hidratante.

Takanori sonrió dentro del beso; Uruha había abierto los ojos, tal como le había pedido, perdonándole en silencio. Se tomó la libertad de sentarse sobre las largas piernas del guitarrista, pasando sus brazos por el cuello de Takashima, profundizando el contacto. Cuando se separaron, el menor apoyó su cabeza en el hombro del contrario, depositando tiernos besos allí.

-Me he portado mal contigo, Shima-chan

-¿Ah, sí?

-Sí… Creo que sería conveniente un castigo.-Susurró el más bajito contra el cuello de su amante.

¡Será vicioso!

-Creo que tengo uno idóneo para ti, Taka.-Confesó Takashima, girando el rostro para mirar a los ojos a su pareja. Le sonrió enseñando los dientes, seductoramente.

-¿Cuál?- Dijo, soltando un ruidito parecido a un suave ronroneo.

-Abstinencia.

-¿Qué?

-Abstinencia.- Repitió más alto el castaño.

La cara del menor fue un poema; tenía los ojos como platos, abría y cerraba la boca, balbuceando y buscando algo que decirle al guitarrista. Takashima no lo aguantó mucho más y estalló en carcajadas, tirándose de espaldas contra el colchón aún con Ruki encima. El vocalista entendió que se trataba de una broma y le pellizco con malicia uno de los brazos.

-¡No tiene gracia!- Dijo antes de arrojarle una almohada a la cara del mayor, que no cesaba en sus carcajadas. Cuando Takashima se calmó y cansó de escuchar a su novio gritarle, rodó sobre la cama quedándose encima del cantante. Le miró por escasos segundos a los ojos y besó sus labios con pasión.- Hazme el amor, Shima…- Suplicó dentro del beso Takanori. El guitarrista, como respuesta, besó con más desenfreno los labios del vocal.

¡Será vicioso!, volvió a repetirse interiormente Uruha con una sonrisa en la boca.

Una vez más, dijo que sí a otro de sus deseos. Y una vez más, aceptó otro de sus pequeños caprichos.

 

FIN

Notas finales:

*Mintboros, *Theytube = Lo siento, yo no hago publicidad gratuita (¿).

 

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