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Lo que la música une. por Mabbitt

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Notas del capitulo:

Hola, es la primera ves que me dedico a escribir algo y subirlo a alguna página, espero poder terminarlo y también que les guste. Me gustaría saber sus opiniones respecto a la historia, para poder mejorar.

 

Capitulo 1

 

 

 

A veces sentía  la necesidad de acercarse y decirle –“Hola, ¿qué tal?”- , pero luego se acordaba que Gabriel no es el tipo que socializa con cualquier desconocido que se le pare al frente. Mucho menos si se tratase de alguien como él , un chico de primer año,  totalmente invisible e ignorado en muchos sentidos, un total desconocido,  sin importarle mucho en realidad, hasta se había acostumbrado a aquello, pero la situación en él era distinta,  él era conocido por todos aunque todos  fuesen desconocidos para él .  Esto se debía a que era el chico nuevo del instituto, de segundo año,  con aspecto  frio, de pocas palabras,  silencioso. Era la sensación de las chicas de primer, segundo y hasta tercer año.  Gabriel,  es alto, muy alto, media alrededor de 1,93, de cabellos café con algunos visos rubios, ojos color pardo, o algo así, a veces se le veían verdes, otras veces amarillos o color miel. Delgado, solía vestir ropas oscuras, vaqueros ajustados, haciendo resaltar su trasero y  grandes remeras, llevaba  un piercing en su labio inferior en el lado izquierdo, unas cuantas argollas en su oreja derecha y una expansión de unos 8 cm en su oreja izquierda. Su cabello era largo, le llegaba por la cintura, incluso más abajo, pero no se le notaba ya que su cabello completo  estaba hecho en motas, su estilo principalmente era de dreadlocks,  algo así como un rastafari, pero con gustos metaleros con respecto a su música, una combinación bien extraña, y eso era lo que esencialmente llamaba la atención de los demás.

Damián  era un chico de cabellos  lisos y oscuros, de un largo que no pasaban de  los hombros, siempre aplastado por  los gorros que usaba diariamente en el instituto, ojos color ámbar que no resaltaban mucho debido a los anteojos que usaba, físico delgado, de una altura que no pasaba los 1.65, con poca musculatura, un debilucho con cuerpo afeminado, muchos pasaban a llevar de él, empujándole, molestándole, poniéndole apodos raros, y cosas por el estilo. Debido a eso, tal vez, él era de tal forma,  frio, arisco y poco sociable, bueno un antisocial.  Llevaba un tiempo  pasando desapercibido y creía que era gracias a que, Gabriel, llegó al instituto.

No sabía realmente si era bueno o malo, ser molestado hasta llegar no querer ir a clases, o ser completamente ignorado como si fuese invisible. Prefería la segunda opción, desde luego, pero aun así extrañaba que por lo menos  se dignasen a saludarlo, aunque fuese solo para gastarle una broma.

Su primera clase era historia,  no le agradaba para nada esa clase, a pesar de no irle tan mal, y era debido a que siempre le hacían todas las preguntas a él. Estaba seguro que la profesora tenía algo contra él, porque ni al más molestoso le preguntaba tanto como a él. Pasando de eso, llegó y se sentó al final de la fila, junto a la ventana, pretendía dormir por lo menos la primera hora, ya que no habría podido conciliar el sueño con tantos pensamientos que se le cruzaban y hacían una pequeña revolución en su cabeza. Se  cuestionaba desde cuándo había cambiado tanto, cuándo dejo de importarle el resto,  desde cuándo comenzó a quedarse solo, sin siquiera un amigo.  A veces estaba bien así, pero otras veces se sentía solo, más cuando  llegaba a tener las cotidianas discusiones con sus padres que lo  dejaban mal, lo  obligaban a encerrarse en su pieza y no salir hasta el otro día, estaba cansado de eso, se repetía así mismo varias veces, que apenas cumpliera la mayoría de edad se largaría de ese pequeño infierno.

Lo que más se cuestionaba era el por qué las ganas de acercarse al chico nuevo y hablarle, siendo que no habla con nadie más que consigo mismo. Eso lo hacía sentir extraño y molesto, le desagradaba la idea de entablar conversaciones, por más que quisiera, era como un sí deseo hacerlo, pero no quiero hacerlo.

Hundido en sus pensamientos, no se dio cuenta cuando hicieron pasar  alguien de un curso superior y lo sentaron justo a su lado.

-¡Maizon!- escuchó alguien llamándolo, levantó la mirada encontrándose con la de la profesora, esta le miraba algo molesta, quizás haya sido por que no estaba atento a su clase.

-¿Si?- susurré con un tono apenas audible. Le miró por un momento, suspiró y abrió la boca para hablar.

-A ver clase…- tomó aire y siguió- El alumno Mendoza esta acá por una simple razón, faltarle el respeto a algún superior es una falta grave, con la que normalmente se da un castigo, pero como el alumno es nuevo, su castigo ha sido volver al primer año para ver si así aprende a respetar y tener modales con los mayores…- se sentó al frente del salón, donde se encontraba su escritorio mirando a su dirección.

No  entendía que pasaba, ¿de quién hablaba?, y ¿porqué todos le miraban?, bueno no directamente a él, si no a su lado, tardó unos segundos en girar la cabeza y mirar a su derecha, donde se encontraba, “echado” en la silla, aquel chico con el que tanto detestaba querer hablar. Le miró por unos segundos, llevaba el pelo amarrado, vestía una remera negra, sin mangas, con un logotipo de un grupo que no conocía, “spliknot”, vaqueros negros rasgados y  apitillados. Con las manos puestas en sus bolsillos delanteros, sin ninguna expresión de molestia, rabia, incomodidad, felicidad, o algo, cero expresiones. Soltó un suspiro y volvió a esconder su cabeza entre los brazos, ya había comenzado a dolerle la cabeza por la falta de sueño, comenzó a olvidarse de los que le rodeaban para así poder conciliar el sueño. Lo estaba consiguiendo, de apoco dejaba de escuchar las voces de su alrededor hasta que una mano se posó en su hombro y  lo jalaba bruscamente.

Se sintió nervioso, y se le notaba, ya que con el simple toque había tiritado un poco. Levanto su cabeza,  girándola   directamente hacia  quien lo había llamado, subió sus gafas  para verlo mejor. Y no se trataba ni más menos que del motudo que le miraba directamente a los ojos, su mirada penetrante, fría y sin brillo le hizo colocarse aún más nervioso.

-¿Qué sucede?- susurró apenas.

-Me han obligado a trabajar y es en parejas…– dijo con un tonto amargo – Si no te molesta, ¿podrías sacar el puto libro para acabar con esto?- terminó con una orden

-¿c-cómo? - dijo para sí mismo al escucharlo hablar.

-Lo que oíste, no me hagas repetirlo de nuevo y sácalo de una vez.

¿Nervios? No, ¿Incomodidad? Tampoco, era rabia lo que sentía en ese momento, a las pelotas el  querer conocerlo, nadie le venía hablar así, por mucho que fuese nuevo, nadie le ordenaba qué hacer y menos de esas maneras, el tipo que a todas las traía vuelta locas, no era más que un idiota que se creía tener un aire superior. Apartando la vista de él, se digno a tomar sus cosas y cambiarse de lugar. Todos voltearon a verle, sin prestarles mayor importancia se situó a unos dos asientos delante del cual se encontraba anteriormente.

-¿Sucede algo?- La profesora  caminaba hacia él.

-Nada sucede profesora, solo no quiero sentarme con aquel chico, menos para trabajar-

-Está bien…- sabía que no lo dirían nada, porque todos los profesores sabían que él no era prácticamente de trabajar en parejas o grupo y que todo lo hacía solo. Se devolvió a su escritorio buscando un libro y llevándoselo al chico atrás. Sin querer voltearse para ver la expresión de este.

Se cerró en su trabajo, leyendo y contestando a la vez, al finalizar, guardó sus cosas volviendo a esconder su cabeza con la intención de volver a dormir, pero sentía una mirada desde atrás, una sensación extraña le recorrió el cuerpo, sintió miedo, no quería voltearse y encararlo, se decía a si mismo que había cometido un error al haber hecho aquello, pero qué más daba, ya lo había hecho y debía asumir lo que pasaría después.

Al término de la hora,  y del día también, tocaron para poder salir. Apresuró su paso, el día había sido incomodo, todos le miraban y murmuraban entre ellos, aún así sin quiera acercársele para decirle algo, sentía todas las miradas sobre él, y sabía desde luego que había sido por aquel suceso en historia, no volvió a ver a Gabriel, tampoco quería volver a verlo.

Camino a paso acelerado para tomar un taxi que lo llevase a su hogar, pero ninguno pasaba, ya con media hora  de espera, rindiéndose, se dispuso a caminar.

El cielo se nublaba de apoco, apresuró el paso para llegar a su casa, no estaba tan lejos, pero tampoco cerca. Tuvo que correr apenas sintió una gota caer en su hombro. Por suerte alcanzó a llegar a la entrada antes de mojarse por completo, sacó la llave de su bolsillo, abrió la puerta y la cerró rápidamente, entrando de puntillas para no mojar demasiado.

Sus padres aún no llegaban, así que se dirigió al segundo piso para toma una ducha y luego bajar a preparar la cena. El día ya había acabado y después de comer no le quedaba otra que ir a dormir.

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Notas finales:

Disculpen si es corto, pero de apoco comenzaré a añardir más texto >< ojala haya sido de su agrado ...


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