- Mierda Kibum… ¿Qué estás haciendo? – Me decía por tercera vez en los últimos 20 minutos que llevaba encerrado en el baño de mi casa fumando uno de los cigarros que tenía mi madre. – Ni si quiera te gusta fumar – volví a hablar, pero no hacía que lo apagara.
Mi familia había salido de la casa a ver a unos familiares, él único que me acompañaba en la morada era mi hermano Jonghyun, que estaba conectado en el computador de la sala de estar jugando quizás que cosa o viendo videos… Lo de siempre, yo lo dejaba ser y él me dejaba ser. No nos molestábamos.
Si bien el baño no es pequeño, lo siento como si fuera la prisión más brillante en la tierra. Me sentí sofocado por un momento, tal vez por el humo del cigarro, tal vez por mi celular que no dejaba de sonar con música, tal vez por el temor a que mi familia me descubriera con un cigarro en la mano, ya que siempre andaba diciéndole al mundo que odiaba el cigarro.
No puedo sacarlo de mi cabeza.
Él. Él tiene la culpa de que yo esté así.
¿Por qué se le ocurrió que yo le gustase?
¿Por qué se me declaró?
¿Por qué no pudo ser otra persona?
Es decir… yo no buscaba gustarle a nadie, tampoco que se preocuparan por mí, no quería ser una carga para nadie, yo solo quería vivir mi vida preocupado por mí, por mis logros, por las cosas que no conseguía pero por las cuales seguía luchando. Solo me preocupaba eso… Yo. Y que las demás personas hicieran lo mismo y se preocuparan por su persona, no por mi. Me reí de lado en el espejo, tal vez quería que la gente fuera igual de egoísta que yo. Porque eso es lo que soy, ¿cierto? Un egoísta, un ególatra, alguien que solo se preocupa por su persona y trata de dejar al resto de lado.
Mentira.
Deseché ese último pensamiento. No me preocupaba solo por mi. Me preocupaba de mis amigos, de que estuvieran bien, que si yo no estaba bien ellos no lo notaran y siguieran en su curso sin tener que dedicarme miradas tristes o de comprensión. No me gustaba que se achacaran por mi o que gastaran su tiempo en hacerme sentir mejor. No, lo importante son ellos. Yo me las arreglaba por mi cuenta después.
Igual que ahora.
Me las arreglaría, dejaría de carcomerme el cerebro. Está más que claro. Yo no le puedo gustar a nadie. Menos a él… a… él… ¡Joder Kibum di su nombre! No te pasa nada con él, ¿por qué si nombre me afecta tanto?
- Min… Minho… - dije mientras soltaba el humo que tenía en mi sistema, apoyaba la frente en el espejo y cerraba los ojos como si los párpados me pesaran demasiado.
Somos amigos desde años, no tantos como con Jinki o Taemin, pero eran varios años después de todo. Por lo menos unos cinco años como amigos. Y ahora, así, de la nada, se me declara.
Iba saliendo de la escuela conversando con Tae, cuando se nos acercaron Onew y Minho. Por lo que tenía entendido Onew había invitado a salir a Tae a dar una vuelta… El OnTae, como les decíamos a ambos de cariño, era algo que todos veníamos esperando y que por fin se estaba volviendo una realidad. Entonces nos despedimos y Minho dijo que me acompañaría a mi casa, el camino era largo pero conversando se hacía nada.
Después de que ya llevábamos aproximadamente mitad de camino él me tomó de un brazo y me hizo girar hacia su persona
- ¿Qué pasa Minho? ¿Te sientes bien? -
- Oh... si… es solo… que… yo… -
- ¡Minho! – dije riendo – ¿qué te pasa? ¿Viste a alguien y te quieres esconder? – seguí sonriendo
- Eh… no… yo… necesito hacer algo – Afirmó su agarre en mi brazo y me preocupé
- ¿Qué? Minho, me estás preocupando, ¿pasó algo en tu casa? – Iba a seguir preguntando cuando habló
- No… es solo que… -
Minho estaba raro, él no es de las personas que se ponen nerviosas, y si lo está, sabe disimularlo muy bien
- Me gustas – soltó de pronto y luego fijó su mirada en mis ojos – Me gustas Kibum –
Me quedé helado. No me pude mover ni un solo poco. Tampoco podía hablar, solo hacía muecas con mi boca y sonidos raros salían de ella. Esto no podía ser, no podía estar pasando. Esto… esto era malo… demasiado malo. Esto no está bien, ¿cierto?
- Yo… eh… Min… tú… - Creo que iba a comenzar a hablar cuando sentí que algo chocó lentamente contra mi rostro. Su frente estaba contra la mía, su nariz estaba al lado de la que me pertenecía y su mirada seguía fija en mi y solo pude soltar el aire que tenía preso en mi garganta por la sorpresa
- Siempre me has gustado Kim Kibum, pero nunca tuve el valor de decírtelo – colocó sus manos a ambos lados de mi cara – hasta ahora –
Debía separarme, tenía que separarme, no podía quedarme así. Pero entonces, ¿Por qué mi cuerpo no responde y estoy simplemente ahí, parado frente a él?
- Min… yo… -
Iba a hablar, ya que mi cerebro ya se había despertado un poco luego de aquel golpe que había recibido pero algo me lo impidió, las manos de Minho habían hecho que lo que quedaba de espacio entre nuestros rostros se acabara y juntó sus labios son los míos. No era un contacto agresivo, tampoco tierno, solo había juntado nuestros labios en un beso que se podría considerar casto, casi devoto. Pero entonces reaccioné y me separé de él, cubrí mi boca con la manga de mi chaqueta y lo miré rojo por la vergüenza y con los ojos picándome.
- Key… - dijo mirándome con sus ojos muy abiertos
- ¿Por qué?... – Mis ojos me picaban cada vez más y mi brazo no abandonaba mis labios
- …
- ¿Desde cuándo?... – Volví a preguntar sintiendo como las lágrimas corrían por mis mejillas y mi mirada caía a mis pies
- yo… no lo sé con certeza… solo… pasó – también bajó su mirada – Key, yo – e intentó acercarse a mi
- No – Dije con un tono frío, demasiado a juzgar por como se detuvo a punto de tocarme – no te puedo gustar Minho -
- ¿De qué hablas?
Subí la mirada hacía sus ojos y alejé mi brazo de mis labios, sus orbes brillaban. Estaba seguro de que iba a llorar al igual que yo
- No te puedo gustar – repetí con el mismo tono
- Pero… -
Sé que comenzó a hablar, pero me di media vuelta y comencé a caminar en dirección a mi casa. Caminaba rápido. Tenía que caminar rápido. Necesitaba llegar ahora a mi casa.
- ¡Key! ¡Espera! – gritó corriendo hacia mi, pero yo seguía caminando e ignorando sus gritos y sus pasos presurosos. En cualquier momento me daría alcance, pero no podía dejar que esto siguiera así
- Deja de seguirme – Me detuve en seco, pero no giré para mirarle
- ¿Qué? – jadeó
- Eso. No me sigas –
- ¡Diablos Key! yo… -
Comencé a caminar de nuevo, me acerqué a la calle e hice para un taxi, me subí sin mirarlo y el vehículo comenzó a avanzar, dejando a Minho atrás. Ojala yo pudiera hacer lo mismo.
Cuando llegamos a mi casa, le pagué al chofer, bajé busqué mi llaves, entré y me apoyé en la puerta dejándome caer. Miré el reloj, aún no iba a llegar nadie, tenía un tiempo para mi.
Fui a mi habitación, me senté en el borde de la cama y me puse a mirar por la ventana. Tomé mi celular, tenía mensajes de voz, llamadas perdidas y mensajes de texto, probablemente todos de Minho. Lo puse en modo desconectado y puse la música al máximo que los parlantes del aparato me lo permitían. En ese momento necesitaba paz… Solo eso pedía… un poco de calma. Seguí mirando por la ventana.