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Hilo Rojo por Eustass Law

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Notas del capitulo:

Me disculpo con todos mis lectores pues he dejado muy abandonado esto. Lo cierto es que curso mi último año en el instituto y es algo complicado así para mi escribir. Espero sepan perdonarme.

Aviso que no abandonaré el fanfic por nada del mundo.

One piece es propiedad de Eiichiro Oda-sama. Los respectivos personajes dentro de esta historia son de su propiedad igualmente. La idea asi como la trama, son enteramente mias. Di no al plagio.

 

Se aceptan dudas, sugerencias y criticas. 

Capítulo VI: De búsquedas y flamencos.

 

 

 

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By: Eustass Law

 

 

 

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Sabo resopló, aliviado.

 

El viaje en vehículo no había sido tan malo como pensó en primera instancia.

 

Todo había comenzado cuando Luffy preguntó ingenuamente a Doflamingo si podía volar. El ambiente se había vuelto tenso, o al menos eso creyó.

 

Permanecieron en silencio un rato hasta que Law tomó la palabra indicando astutamente que los flamencos en efecto podían volar y además nadar muy bien.

 

Monkey con los ojos brillosos volteó a ver al hombre sentado a un lado de Law.

 

Sabo y Ace sabían, realmente lo sabían, por experiencia propia que Luffy diría algo extraño, incómodo, o en su defecto tan increíblemente estúpido que mataría de nuevo el ambiente.

 

– ¡Genial! – dijo, completamente emocionado y aparentemente abstraído de esa situación donde estaban frente a un mafioso. – ¡Eres la hostia hombre pájaro!

 

Ace miró dudoso a Doflamingo, conocía al hombre poco más una hora y no sabía del temperamento de este, por supuesto no ayudaba en nada el que hace un tiempo Kid hubiese sugerido que le gustaban los niños menores, Luffy tenía apenas nueve, encajaba en el perfil.

 

Por su parte Sabo observaba a Luffy como solo una madre preocupada lo haría, el mugiwara era demasiado inocente en ocasiones y no se medía, podría ser tan impulsivo como el propio Kid en ocasiones.

 

– Lo soy.

 

Todos quedaron mudos, literalmente, en ese instante.

 

No entraba en los planes de ninguno el queDoflamingo le siguiese el juego a Luffy.

 

Los más sorprendidos en si eran Law y Vergo, siendo que este último frenó el automóvil solo para cerciorarse de haberle escuchado bien. Su jefe en ocasiones le desconcertaba.

 

Continuaron una vez más en silencio, que, a diferencia de los demás creados anteriormente no eran incómodos. Por supuesto la felicidad no podría durar para siempre, menos con un bocazas como el pelirrojo.

 

– ¿Y tienes preferencia por los niños o niñas? – preguntó, curioso. – ¿O está bien mientras sea pequeño?

 

El resto, excepto Luffy quien miraba distraído el paisaje, quedaron petrificados, sobretodo porque Doflamingo se mostraba demasiado calmado para ser acusado recientemente de ser un pervertido pederasta.

 

Ahora si nadie se atrevió a decir nada, estaban demasiado ocupados sintiendo temor como para recaer en si era incómodo o no.

 

 

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Portgas inhaló el aire fresco de la montaña.

 

El lugar que habían elegido para su aventura era un sitio no muy lejos de la ciudad.

 

Había ido algunas veces con el viejo a caminar e incluso pescar en el pequeño lago situado más adelante. Siendo Luffy más pequeño en las ocasiones en que venían a dicho sitio lo desconocía pues este se quedaba con Makino, su niñera y vecina.

 

 

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El plan era simple, mientras Kid y Law distraían a Luffy en compañía de Doflamingo.

 

Porque a pesar de tener negocios “cuestionables” no dejaría solo a cuatro niñatos a punto de entrar en la pubertad solos en la montaña a su libre albedrio y menos con otro mocoso menor que parecía consumir bastante azúcar como para no quedarse quieto un solo segundo.

 

El y Sabo irían a plantar el tesoro en un lugar cualquiera, así cuando Luffy lo viese dejaría de joder con ese condenado tesoro del que tanto hablaba.

 

Caminaron poco o nada, decidieron que no era conveniente alejarse demasiado pues no conocían del todo el lugar, por supuesto la idea fue de Sabo quien era el más precavido de los dos, Ace solo iba por instinto.

 

– Ahí estará bien.

 

Ace asintió mostrándose medianamente conforme. Habían ocultado el pequeño cofre con monedas en un tronco hueco y habían pintado sobre la madera con pintura en aerosol una “x” como en toda historia de piratas.

 

– A veces siento que lo consentimos demasiado. – habló Portgas, suspirando después. – Mira que hacer una estupidez así.

 

– No importa, mientras él sonría está bien.   

 

El pecoso le miró dudoso.

 

– Suena como si te gustara Luffy. – comentó frunciendo el ceño. – O como si fueras su madre. – agregó con burla.

 

– Alguien debe ser el responsable por él. – respondió.

 

El rubio comenzó a correr dejando intrigado al otro.

 

– ¡Además a ti te gusta más Luffy que a mí! – gritó mientras continuaba corriendo.

 

Las mejillas de Portgas se colorearon hasta sus orejas, dejando un potente color rojo en sus pómulos.

 

Avergonzado persiguió a su amigo, preparado para brindarle una tremenda paliza por si quiera sugerir que a él podría gustarle ese distraído de Luffy.

 

A los niños les gustaban las niñas, no sus tontos hermanos menores.

 

 

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– No sabía que los piratas eran tan pobres. – soltó un desilusionado Luffy.

 

Habían “encontrado” el tesoro y el pequeño lo había abierto en el vehículo con la ayuda de una llave que tenía Kid.

 

– Con esto no podré comprar carne. – dijo.

 

Law sospechaba que sus intenciones iban por ahí todo ese tiempo. No veía otra forma en la que ese niño se viese tan interesado de pronto.

 

Miró de reojo a Kid, aunque el pelirrojo había ambientado bien la historia, a cualquiera le darían ganas de buscar dicho tesoro.

 

– Si lo ahorras adecuadamente lo conseguirás. – contestó Sabo.

 

Los ojos negros adquirieron un brillo inocente nuevamente.

 

– ¿Y podré hacer un festín? – preguntó ingenuo. – ¿Con mucha carne como en la historia de Kid?

 

– ¿De qué historia…?

 

Notando las señas del pelirrojo tan solo asintió siguiendo no muy convencido el juego.

 

– ¿Y un buen vino como dijo Mingo?

 

Ace observó casi acusador al adulto. Estaba seguro de que la historia no había ido por un muy buen lado, no quería saber que habría agregado Law, porque era obvio que este se había metido en algún momento a agregar algo que un niño como Luffy no necesitaba saber.

 

– Si, podrías…

 

– Solo tendrías que encontrar cien más de esos tesoros. – comentó Trafalgar. – Eso con  suerte.

 

Parecía que el mugiwara no comprendía la función del sarcasmo o en su defecto era demasiado inocente para captarlo pues una vez más se hallaba bastante emocionado.

 

– ¡Shishishishi! – rió. – ¡Entonces la próxima vez conseguiré más!

 

– ¿La próxima…? 

Notas finales:

Cualquier cosa pueden dejarme un review, responderé a cualquier duda en el próximo capítulo.


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