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Cocinando con Siwon por Tail End Charlies

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Notas del fanfic:

Algo tonto para que se os haga más corta la espera del fic de los jueves XD

Cocinando con Siwon

 

Siwon se sentó en una de las sillas de la cocina y abrió el libro de recetas de comida occidental que había cogido de uno de los armarios, ojeándolo atentamente. Berenjenas con champiñones. Patatas con setas y pimientos. Lenguado a las finas hierbas. Algunos nombres eran muy enrevesados y ni era capaz de pronunciarlos, así que se dedicaba a mirar las fotografías y la lista de ingredientes, guiándose por el aspecto que presentaban los platos una vez terminados y la complejidad de estos. Frunció un poco el ceño; los autores debían pensarse que la gente común y corriente era un as en la cocina, porque algunos eran la mar de difíciles. ¿Qué narices era papillote?

 

—¿Qué haces?

 

Wonnie dio un respingo y vio a un sonriente Kyuhyun parado a su lado; se suponía que estaba solo en casa. Suspiró ya más calmado y siguió mirando el tomo.

 

—Quiero cocinar.

 

—¿Por qué?

 

—Quiero prepararle algo rico a ZhouMi, es nuestro aniversario. —Kyu alzó una ceja.

 

—Nunca has cocinado. No sabes. Sería más práctico que te untaras el cuerpo con nata y dejaras que te lamiera.

 

—Eso es lo que tú haces con Sungmin, pero ya sabemos que tú eres un depravado. —Kyuhyun rió por lo bajo y recordó que debía comprar más nata. —¿Querías algo?

 

—En realidad no, pero ya que estoy aquí…

 

Se acercó a la nevera y sacó un refresco. Dio unas palmaditas en el hombro de Siwon y salió de la cocina. Wonnie siguió con su investigación culinaria.

 

Media hora después salía del apartamento en dirección al supermercado más cercano. Los demás estaban ocupados con distintos trabajos (se suponía que Kyu también, pero estaba en casa), así que no llegarían hasta más tarde. Pero “casualmente”, los chicos decidirían cenar fuera y se quedarían ZhouMi y él disfrutando de su aniversario a solas. Vaya, Kyuhyun… Lo echaría sin muchos miramientos, seguro que encontraría algo productivo en lo que perder el tiempo, o llamaría a Sungmin y a saber qué harían.

 

Cogió una cesta y fue recorriendo los pasillos. Finalmente se había decidido por Calabacín al gratén, algo fácil y sin muchos ingredientes; para un principiante como él seguro que sería coser y cantar. Miró la lista que llevaba en la mano y fue llenando la cesta. Calabacines… Tomates… Cebolla… Margarina… Queso rallado… ¿Albahaca?

 

—Perdón, señorita —llamó con su esplendoroso chino. La chica se giró y lo miró sonriente. —¿Sabe dónde está la al… albahaca?

 

—En el pasillo de las especias.

 

Siwon hizo una leve reverencia y se dirigió al mencionado pasillo. Albahaca, qué palabra más extraña. Era la primera vez que la escuchaba y sonaba terrible, pero tenía un aspecto interesante. Abrió el tarro y lo olió. Pues olía bien la cosa esa.

 

Ya en casa echó a Kyuhyun, el cual reía y lo llamaba “calzonazos” por lo bajo mientras salía por la puerta, y se encerró en la cocina, donde se arremangó y se dispuso a hacerse el amo del lugar. Él era Choi Siwon y podía hacer cualquier cosa. Sacó de la bolsa lo que había comprado y lo dispuso en la encimera, abriendo el libro por la parte que le interesaba y leyendo las instrucciones.

 

—“Cortar los calabacines y hervirlos cinco minutos”. Sin problemas.

 

Buscó una olla, la llenó de agua y la colocó en el fuego para que comenzara a calentarse mientras cortaba la verdura. Pero entonces surgió un ligero contratiempo.

 

—¡Me cago en Dios! Digo… ¡Mierda, perdón, no quería decir eso! —exclamó, mirando al techo, como si Dios estuviera ahí y hubiera fruncido el ceño ante ese exabrupto.

 

Se miró la punta del dedo índice por donde empezaba a salir un poco de sangre; se había cortado ligeramente.

 

—Sin problemas —repitió. Fue al baño y se colocó una tirita. Cuando volvió a la cocina, el agua hervía alegremente. ¡Y aún no había cortado los calabacines! —¡Joder!

 

Los cortó con rapidez, unos trozos quedando más grandes que otros, y los tiró en la olla, salpicándolo todo de agua, dando un salto hacia atrás para no quemarse. Dirigió su mirada al libro.

 

—“Escalda los tomates ligeramente en agua hirviendo. Pélalos y córtalos en rodajas.” —Siwon frunció los labios. —¿Más agua hirviendo? ¿Por qué? —se quejó, en tono lastimero. —¿Cómo se escalda “ligeramente”?

 

Bufó y se puso a ello. Con “ligeramente” imaginó que sería un minuto, así que los dejó sesenta segundos exactos. Miró los tomates y el agua humeante. No podía pelarlos, se iba a quemar.

 

—Bueno, si no pongo tomate en el plato seguro que MiMi no se da cuenta.

 

Cogió la olla y la dejó en el fregadero, ignorando los tomates como si fueran apestados. Observó los calabacines que seguían en el fuego. Alzó una ceja. ¿Cuánto tiempo llevaban hirviendo? ¿Cinco minutos? ¿Más? ¿Menos? Miró el reloj, pero no supo decidir a qué hora los había puesto. Para asegurarse y no quedarse corto, los dejó un poco más, por si acaso.

 

—Picar la cebolla… Sofreír con la margarina… Retirar y reservar la margarina.

 

Las lágrimas rodaban por sus mejillas, los ojos le escocían y la nariz le moqueaba. Cualquiera diría que se le había muerto la mascota, pero sólo estaba cortando una triste cebolla. Era la primera vez que lloraba por una cebolla.

 

—MiMi, como no aprecies mi comida te juro que te dejo sin sexo —declaró en mitad de un sollozo.

 

Mientras la cebolla se freía volvió a recordar los calabacines. Por lo menos llevaban media hora hirviendo y con un soplo de aire se desharían, de hecho, alguno ya se había desmenuzado. Apagó el fuego y los escurrió; los observó detenidamente, pensando que eso no aguantaría hasta que llegara su chino favorito, aparte de que tenían un aspecto terrible, unos trozos demasiado grandes. Ni siquiera se asemejaban a rodajas, eran cosas amorfas.

 

Husmeó el aire y miró a su alrededor. ¿Por qué olía a quemado? Echó un vistazo al fregadero, pero los tomates no se habían movido de allí. ¿Entonces? La cebolla. La sartén humeaba como el mismo infierno, incluso el olor era parecido al del infierno. Corrió hacia el fogón y lo apagó; en la sartén ahora había una masa negra. Se había quedado sin cebolla.

 

—“Llena una fuente de horno alternando las rodajas de calabacín con las de tomate y la cebolla”. —Observó los tomates, que seguían en el fregadero; la cebolla, totalmente quemada. Sólo le quedaban los calabacines, aunque no estaba muy seguro de eso. —Mejor pasamos a lo siguiente. “Salpimentar, espolvorear con la albahaca y, finalmente, con el queso rallado.”

 

Se encogió de hombros y buscó una fuente de horno, que, evidentemente, no encontró. ¿Dónde guardaban las cosas MiMi y Ryeowook? Ladeó un poco la cabeza; debería haberle dicho a Wookie que cocinara él, eso sí que habría sido fácil. Cogió dos platos y dispuso los calabacines en ellos, añadiendo las especias y el queso.

 

—“Pon bajo el gratinador del horno unos quince minutos”. Oh, vamos, ¿ahora el horno? ¿Qué clase de tortura es esta? ¿¡Y qué narices es el gratinador!?

 

Reprimió un insulto y puso los platos en el horno. Vio que la cocina estaba hecha un desastre, así que se resignó y comenzó a limpiar. Cocinar era demasiado complicado; te cortabas, te quemabas, no encontrabas lo que necesitabas… No entendía como su MiMi y el eterno maknae disfrutaban con esto. Con lo fácil que era pedir la comida por teléfono o que lo hicieran los cocinillas del grupo. Gracias al Cielo que esos dos entendían de qué iba esto, que sino ya hubieran muerto de hambre.

 

Oyó la puerta de entrada y sonrió. Se secó las manos con un trapo y se acercó a ZhouMi, el cual entraba por la cocina. Lo abrazó por la cintura y lo besó largamente, notando como el chino le acariciaba la nuca.

 

—¿Y los demás? —preguntó MiMi, robándole besos mientras hablaba.

 

—Han salido a cenar fuera. Quería que estuviéramos solos, ya sabes, hoy hace dos años que…

 

—¿Qué caíste en mis redes? —inquirió, juguetón.

 

—No, tú caíste en las mías.

 

Aún reían cuando comenzaron a besarse de nuevo. Siwon gimió de gusto; le encantaban los labios de MiMi, su boca, su lengua…

 

—Wonnie, ¿por qué sale humo del horno?

 

—¡Ay, la hostia!

 

Corrió hacia él y abrió la puerta, haciendo que todo el humo saliera. Se apoyó en la encimera y esta vez gimió de forma lastimera. Sí, los calabacines se habían quemado. Mucho. ZhouMi, mordiéndose el labio inferior para no reír, apagó el horno y volvió a cerrarlo.

 

—¿Qué intentabas? —preguntó, divertido.

 

—Quería prepararte algo bueno para cenar —explicó, quejumbroso, con ganas de llorar de pura frustración. ZhouMi lo abrazó sin dejar de sonreír.

 

—Gracias por intentarlo.

 

Lo besó con suavidad y Siwon se sintió un poco mejor. Entonces recordó algo.

 

—¿Te importa si nos embadurnamos con nata?

 

Esta vez sí MiMi rió con ganas.

 

 


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