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Eres mi vida, hermano. por Itachiisgod

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Notas del capitulo:

Volví, como lo había prometido *_*

Tengo varias cosas por decir (?)

En primer lugar, gracias por sus hermosos comentarios. De verdad me llenan de felicidad *___*

Lamento mucho haberlos hecho llorar... a todos ._. De verdad, todos los reviews terminaban en eso xD Puedo ser muy cruel a veces, y lo mío es el angst e_e

Espero que les guste esta segunda parte. Quiero aclarar que no es una continuación, vendría a ser una de las escapadas nocturnas que se hacían los Hitachiin en el período "Quince-Dieciséis años" del capítulo anterior.

Aclaro que este capítulo es lemonoso, y espero que lo disfruten mucho :')

Nos vemos abajooooo :)

     Pequeñas y brillantes lágrimas escapaban de sus ojos cerrados. Los abrió de repente, asustado. Su pecho subía y bajaba, y tenía la boca entreabierta. Se sentó en la cama, en mitad de la oscuridad. El silencio reinaba, pero decidió romperlo al deslizarse entre las sedosas sábanas de seda. Aún algo agitado, caminó por el piso de cerámica, y alcanzó el pomo de la puerta. Tiró de él, y un tenue haz de luz llegó desde la habitación de enfrente. Atravesó el corto pasillo que separaba ambos cuartos, y se quedó parado en el umbral. Él estaba despierto, ¿por qué?
     

     —Te esperaba, Kaoru.

     — ¿Cómo supiste que... iba a venir?

     —No sé si lo recuerdas, pero a veces soñamos lo mismo.

     

     Hikaru se sentó en el lecho, y lo miró. Solo había encendido la luz del velador, pero bastaba para iluminarlo todo. Momentos antes también se había levantado sobresaltado a causa de una pesadilla, y decidió esperar a su hermanito.
     

     —Am, sí. No pensé que también te pudiera despertar esa pesadilla en la que a ti...

     — ¿Me mataban? Oh, sí. Fue espantoso. Pero era solo un sueño, ¿no? Ven, acuéstate y trata de dormir.

     El menor de los gemelos se movió con presteza hasta llegar a la cama. Se ubicó en el lado derecho e intentó acurrucarse lo más lejos posible de Hikaru. No quería tirarlo de la cama nuevamente, ni... ni que pasara nada más. 
     

     —Oyasumi... Oye, hace calor. Aléjate, no seas molesto.

     — ¿Qué te pasa?-Le susurró con los labios pegados a su oreja, y dejó escapar una sonrisa socarrona cuando lo sintió estremecerse bajo él—. ¿Por qué no retomamos lo que hacíamos en el sueño antes de que papá me matara?
     

     Cómo lo odiaba. No le gustaba para nada que se metiera en su inconsciente de esa manera. Así como detestaba que pensara lo mismo, adivinara su estado de ánimo, y las palabras que saldrían de su boca. Eran gemelos, algo así sería normal. Pero no con el diablo que tenía a su izquierda, que aprovechaba todo eso a su favor. Lo malo es que en las últimas dos semanas, desde que iniciaron las vacaciones de verano, habían estado compartiendo sueños... húmedos. Esta había sido la única excepción, y pensó que a ambos se les había bajado la calentura luego de ese asesinato a arma blanca. Antes todo era sexo, sexo y más sexo. Ambos corrían al baño para masturbarse, pero al encontrarse allí, pues... ¿por qué no recibir una manito extra? El problema radicaba en que Hikaru parecía comenzar a volverse adicto a él. Siempre que encontraba la oportunidad, lo incitaba a hacerlo con él. Y ya se estaba convirtiendo en algo molesto. No es que a Kaoru le molestara, o no le gustara; de hecho lo disfrutaba mucho y hace rato habían comenzado con esos jueguitos, pero... era incómodo. Eran hermanos, no amantes.

     —Oye, no empieces. Ya pasó, no me siento excitado.

     —En el sueño te veías...

     —Tú lo dijiste: los sueños, sueños son. Buenas noches.
   

     Le dio la espalda, pero luego de una fracción de segundo notó que no fue buena idea. Su hermano lo había tomado de la cintura y atraído hacia sí, bajando la zurda hasta su entrepierna, y tomándola con firmeza.
     

     —¡Hikaru! Ya suelta, por favor. No quiero que ¡ah!

     —Tu cuerpo dice lo contrario... Mira qué dura está.

     En un movimiento rápido, ambos se sentaron, y Kaoru pasó a ser manipulado por Hikaru, que se encontraba debajo de él. El vaivén de esa mano tan conocida y similar era tortuoso y discontinuo. Comenzaba a recibir rápidos espasmos de placer que iban aumentando su intensidad, y el cosquilleo en el pubis iba creciendo hasta molestarle, dolerle, y... Ahí estaba el maravilloso orgasmo. No negaría jamás que uno producido por alguien más era mil veces más gratificante que hecho por uno mismo. Aun cuando ese «alguien más» se le parezca tanto.
     Se giró, algo sonrojado y rió. No podía tenerle vergüenza a ese individuo con el que había compartido hasta el vientre materno. Sería demasiado estúpido de su parte, ya que entre ellos no existían ni siquiera los secretos. Lo único que los diferenciaba era la leve seriedad de Kaoru, y su capacidad de no perder el raciocinio tan rápido. Claro que este no era el ejemplo, porque tampoco era un momento en el que el autocontrol jugara un papel fundamental.
     No lo dudó más, y se dio totalmente la vuelta, quedando sobre el cuerpo semidesnudo de su hermano. Descendió hasta encontrarse con sus bóxeres, y se deshizo de ellos. Tomó el pene que aún no estaba erecto, entre las dos manos, y comenzó a masajearlo. En todas direcciones, como sabía que a él también le gustaba. Lo observó desde la posición en la que se encontraba, y una idea fugaz atravesó la mente de ambos. Solo lo dudó un poco, en seguida se llevó la punta a los labios, para probar el sabor. Una vez hecho eso, descubrió que era bastante agradable, y engulló todo el falo. Los jadeos que le arrancó de un tirón a su Hikaru se le antojaron preciosos, y quería oír más de ellos. Chupó con más fuerza, y jugueteó con la lengua, sintiendo el líquido pre seminal adherirse a su paladar. Lo lamía como si fuera un helado, degustándose de la punta, y cuando creyó que él iba a correrse, apartó la boca, cubriéndose la cara con todo el semen de su gemelo mayor.

     —Te ves como una linda puta.

     —Déjame recordarte que tenemos el mismo rostro, y tú en mi lugar te verías exactamente igual.

     

    Volvieron a invertir posiciones, y el mayor acarició suavemente la entrada de su hermano. Sabía que no era virgen, él mismo se había encargado de eso. También sabía cómo le gustaba que lo acariciara de ese modo, introduciendo dos de sus finos y largos dedos, y moviéndolos en círculos. Los abría y cerraba, como a una tijera, y luego iban más allá, alcanzando una profundidad completamente placentera. A continuación, se sumaba un dedo más al disfrute mojado, en el cual Kaoru estrujaba las sábanas, conteniendo pequeños grititos. Entonces sabía muy bien lo que llegaría pronto, un jadeo de su hermano pidiéndole por favor que se la meta entera. Así de guarro era cuando estaba excitado, y él cumplía esa petición más que feliz.
     Tomó una de sus piernas, y la levantó, apoyándola en su hombro. Era una cómoda posición, y así le dolería menos. No quería causarle molestias, aunque era inevitable. Lo penetró rudamente, abriéndose paso entre la carne caliente y húmeda. Oyó cómo gemía alto, y lo reprendió por hacerlo. No podía ser tan descuidado. Volvió a embestirlo con fuerza, profundo. Y sonrió de medio lado cuando halló ese punto mágico que volvía loco a ambos. A Kaoru por la oleada de placer que le hacía temblar la columna, y a Hikaru por la música que sus oídos recibían en cada estocada. El sudor les caía por la frente de manera salvaje, haciendo que los sonidos obscenos del coito sonaran aún más. El orgasmo se iba acercando, apoderándose lentamente de ambos. Cuando estalló, lo hizo repentinamente, atándolos a ambos por varios segundos al paraíso.
     Se separaron, e insaciables como eran, volvieron a unirse en otra postura. El gemelo más chico se sentó sobre su doble de modo que pudiera verle la cara, y se auto penetró. Así costaba más, pero el placer se multiplicaba. Podía controlar los movimientos y la profundidad, además de que le gustaba ver el vientre sucio de su hermano cuando llegaban al clímax. La sensación anterior aún era muy reciente, por lo que no pasó mucho tiempo hasta que volvieron a eyacular. Las respiraciones agitadas de ambos eran sonoras, y los leves jadeos que no podían reprimirse quedaban colgados en el silencio.
     Tenían la chispa adecuada. Kaoru se giró, y volvió a sentarse sobre el pene de su hermano, sin que lo pueda penetrar. Se dedicó a restregarse contra él, volviéndolo a sentir totalmente duro en sus testículos. Se inclinó, y volvió a practicarle sexo oral, dejando cada zona ensalivada, y al rojo vivo. Esta vez, el líquido blancuzco y viscoso fue a parar a su cuello, descendiendo por la clavícula. Fue entonces cuando recibió algo que jamás pensaría que obtendría.
     Hikaru se había apoderado de su cuerpo, recostándose sobre él. Lo tomó delicadamente de la barbilla, y juntó sus labios sensualmente, con pasión. El beso era fogoso, lento y excitante, y terminó luego de unos cinco minutos. Los más hermosos cinco minutos de su vida. Kaoru estaba arrobado, y Hikaru permanecía sobre su pecho con una sonrisa tranquila. Jamás se habían besado, pues eso significaba algo más grande.

     —Hey, ¿por qué lo hiciste?

     —Porque te amo.

     Tal vez sus sentimientos fueran más allá de esas noches ardientes, en las cuales supuestamente desahogaban sus pasiones, y daban rienda suelta a sus cuerpos.

     —No deberíamos hacer esto, somos hermanos. ¿Por qué continuamos con este jueguito?

Quizás sin saberlo se demuestran lo que verdaderamente sienten, y se aprovechan de la confianza que se transmiten para hacerse amar. Porque los dos lo sienten, ambos se aman más allá de lo fraternal, solo que no lo notan. Quizás hayan venido juntos al mundo, para desaparecer de la misma forma.

—Porque es divertido.

O puede que no...

Notas finales:

Quiero un review kudasaaaaaaaai


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