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Salt n' Sugar por bibi

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Notas del fanfic:

Les dejo un one shot que había escrito hace mucho tiempo, y lo terminé adaptando para que fuera un JongKey. Solo para que sepan, fue un momento de angustia mio y lo explayé acá, so, espero que les guste. ¡Disfruten!

—Key…

  Sus lágrimas no paraban de desbordarse sobre el pecho de Jonghyun. Podía sentir sus latidos y eran igual de rápidos y afligidos que suyos propios. Se quedó quieto, abrazándolo por unos minutos hasta que el joven se separó unos centímetros, mirándolo fijo con sus intensos ojos chocolate.

—No me mires así… no me mires tan tiernamente o no voy a poder dejarte ir… —susurró la diva, con los ojos rebosantes de lágrimas.

—No necesito que lo hagas.

 Jonghyun le rodeó la cintura con una mano y con la otra le tomó la cabeza por detrás, acercándosela, y definitivamente no pude evitarlo esta vez. El contacto de sus labios con los suyos fue totalmente arrasador en su interior,  que lo dejó sin una pizca de aliento.

 Él no podía irse, no podía dejarlo solo. << Maldita sean las becas >>, pensó. Key cerró los ojos con fuerza… quería que todo fuera un sueño, tenía que serlo. Cuando los abrió para ver si aún estaba a su lado, se asustó. Lo buscó con desesperación entre la multitud, buscó su rostro, sus ojos, su sonrisa. Tal vez, solo tal vez, si tenía suerte alcanzaría a detenerlo antes de que tome un tren, antes de perderlo de su vida para siempre. Elevó su cabeza todo lo que pudo y lo buscó desesperadamente en aquella estación de trenes, pero sus piernas flaquearon. Flaquearon porque reconoció sus cabellos castaños sobre un vagón de tren, un tren que estaba partiendo, un tren con una ventana, empañada, en la que él había dibujado un corazón deforme, por el que la miraba fijamente con sus ojos chocolate mientras con sus labios pronunciaba sus últimas palabras: “Volveré”.

 

  

 

4 años después…

 Todos los días eran una miseria. Su mente estaba en blanco y solo sentía cómo su corazón se partía cada vez más. Sufría. Sufría por Jonghyun, lo extrañaba demasiado. Él había pisoteados sus sentimientos, lo había rechazado, maltratado, y abandonado, pero él todavía tenía la esperanza de que volviera.  De que volviera, y lo cubriera con sus fuertes y seguros brazos,  que le susurrara cuanto lo quería al oído, que todos los días los hiciera inolvidables y divertidos… como antes.

 Sus lágrimas comenzaban a escaparse descontroladamente. << ¿Dónde estás, Jonghyun?>>, se preguntaba todas las noches. Decidió controlar su respiración y calmarse.

 Se dio cuenta que, después de un interminable año, todavía sentía aquel profundo amor por él y no podía ocultarlo, por más de que lo intentara. Bebía, bebía para olvidar al hombre que le había roto el corazón, aunque seguía amándolo apasionadamente, a ese joven que había tomado completa posesión de su alma y su mente como nunca nadie. Cada vez que lograba conciliar el sueño, sus ojos intensos lo asaltaban y lo hipnotizaban, recordaba sus dedos recorriendo su pelo y los suyos propios, sobre su rostro perfecto, el rostro del hombre que amaba y añoraba; las pasiones compartidas, los besos, abrazos, susurros… eran muchas emociones juntas para su pequeño corazón, que cada vez estaba más y más deteriorado. Sentía una fuerte punzada en el pecho. Ya que no sabía si Jonghyun seguía enamorado de él, o si seguía pensando en él, si sus noches eran igual de tormentosas que las suyas. La punzada en el pecho persistía. Le costaba respirar, hasta que sus oídos se taparon, sus ojos se nublaron y lo único que sintió fue el choque de su cuerpo contra el suelo. Si esto es la muerte, que me lleve y acabe con esta agonía.

 

 

 

—Vivirá, pero su corazón cada vez está muy débil. Temo que no-…

—Ya está bien, sé lo que quiere decir —escuché que Onew interrumpía al doctor.

—Solo le advierto, para que la despedida no sea tan angustiosa —dijo el doctor cabizbajo, seguramente estaba cansado de darle las malas noticias a la gente.

—Gracias, doctor —dijo Minho, quien se sentó al lado del joven y le tomó la mano. El doctor asintió y se retiró de la habitación.

—No era necesario que vinieran, chicos. No se preocupen por mí —susurró Key, aún con el insistente dolor del pecho.

—No seas idiota —susurró Onew con una sonrisa—. Siempre vamos a estar para cuando nos necesites.

—Gracias —le devolvió la sonrisa. Onew y Minho habían sido sus amigos desde hacía muchos años y siempre habían estado ahí para él.

 Key ya sabía su destino. Aunque hiciera todo lo posible por ignorarlo, lo cierto era que no le quedaba mucho de vida.

 Cerró sus ojos.  Sintió como su mente se sumergía en un recuerdo, el recuerdo de aquél día… <<Sólo tengo mi orgullo>>  le dijo Jonghyun  << pero a veces de él, solo se desprenden lágrimas amargas >>. Nunca había entendido esas palabras, las palabras del día que había sido el inicio de su agonía, cuando Jonghyun había decidido dejarlo. Nunca le explicó el porqué, pero ya no le importaba;  lo único que quería era desaparecer, dejar todo atrás y sumergirse en un mar de nada. Lo odiaba, odiaba que lo hubiera dejado. Odiaba que él siguiera haciendo su vida y que no le haya dado señales de vida, que no haya vuelto tal y como le había dicho. Su odio era tan grande que le daban ganas de llorar.

 Pero su sonrisa lo asaltaba. Lo asaltaba y lo mataba. Esa sonrisa que le iluminaba el mundo y a la vez le oprimía el corazón de dolor por el mero recuerdo, ¿a quién quería engañar? Por más que lo deseara con todas sus fuerzas, nunca podría odiarlo… a él, tan perfectamente perfecto, con sus cabellos descontrolados, y sus labios que lo hacían desfallecer con solo rozarlos con cualquier parte de su cuerpo. Extrañaba todo eso, extrañaba a Jonghyun. Su amor era tanto que le dolía de solo sentirlo. “El amor mata”, dicen…  

 La máquina a la que estaba conectado comenzó a sonar insistentemente.  Ah, estoy teniendo otro ataque. Oyó de fondo a Onew gritando su nombre y a Minho llamando a las enfermeras desesperadamente. Entraron todos como un rayo y comenzaron a inyectarle drogas; habían echado a sus amigos de la habitación, y ahora solo oía las rápidas palabras del médico, aunque no podía asimilarlas. De no ser por la maldita angustia que lo invadía con solo pensar en él, Key estaría tomando su helado de frutillas en aquél café-bar que tanto le gustaba y no en medio de un ataque cardíaco.

 Y así, se sumió en la oscuridad.

 Lo único que le quedaba en su mente era aquella hermosa sonrisa, aquellos ojos con sus rulos a los costados. Nunca le mandó mensajes, nunca lo llamó, tampoco le contó de su problema con el corazón porque pensó, que si iba a dejarlo, que no tenía por qué darle más problemas. Él quería que fuera feliz. Con él, con otro, solo, como fuera, mientras sea feliz. Lo único que quería era eso.

 

 

  

 Despertó con un fuerte tirón por todo su pecho, desde el esternón hasta su estómago. No tenía ni fuerzas para incorporarse. Intentó recordar qué había pasado, pero el último recuerdo era aquella oscuridad. ¿Estaba vivo? ¿Estaba muerto? No lo sabía, estaba perdido mentalmente y le tomó unos minutos asimilar donde estaba. Seguía en el hospital, en la misma habitación. Giró la cabeza lentamente y miró a su derecha. Una mesita, con el reloj digital que marcaba la fecha y la hora de seis días después de su ataque. ¿6 días? ¿Había estado 6 días dormido? No podía ser posible, había sido un simple ataque cardíaco, ¿no? Onew, Minho y Taemin, junto con su novio moreno, Kai, entraron en la habitación al ver desde la ventana de afuera que estaba consciente. Todos se quedaron mudos al verlo despierto. Onew fue el primero en ir a darle un leve abrazo, todos estaban más que emocionados, y él se sentía reconfortado y querido. Aunque algo llamó su atención, pero no pudo descifrar qué mensaje quería darle su subconsciente.

—Hemos venido lo más rápido que pudimos cuando nos enteramos lo que pasó —dijo Taemin, refiriéndose a él y Kai.

—Nos alegra que la operación haya salido… bien —susurró Minho con lágrimas en los ojos.

  Key no podía hablar, tenía la garganta seca, pero, ¿de qué operación hablaban? Había sido un simple ataque cardíaco… ¡¿no?!

 Fue como si su cara hiciera la pregunta por él.

—Key... —murmuro Onew, mientras le tendía una carta—. Tómate tu tiempo para leerla —dijo con la voz quebrada.

  Todos salieron de la habitación y él se quedó estupefacto, con la carta en la mano. ¿De qué operación hablaban? ¿Qué les pasaba a todos? Algo no iba bien. Miró la carta y su corazón se detuvo por un segundo. Aquella letra. Vio el reverso de la carta, la cual estaba firmada a puño con un “Jonghyun”. Ese nombre… lo conocía de algún lado. Su corazón volvió a latir de nuevo, y él no salía de su asombro. Una carta de Jonghyun, en momentos como estos… algo no iba bien, podía sentirlo en la sangre. Abrió la carta lentamente, con toda la precaución del mundo, pero con solo leer su letra imprenta, sus ojos comenzaron a dejar caer las lágrimas.

 

Key.

 No sé por dónde empezar. Primero que nada, quiero pedirte perdón. Perdón por todo el dolor que te causé, por la angustia y los malos momentos. Sé que no fui el hombre perfecto… intenté ser el mejor, pero te fallé. No tuve el valor de decirte todo lo que sentía, lo inmenso que me hacías sentir, me hiciste el hombre más dichoso del mundo y solo con eso, te debo mi vida. Eras mi luz, mi alegría de todos los días, la razón para seguir adelante sin dudar ni flaquear, eras aquella mitad que me faltaba para completarme;  sin ti, no hubiera sido nada.

 Aquel día, el día en el que me fui, no fui capaz de decirte la verdad. Pero quiero sincerarme. Sé que de seguro me odias por todo lo que te hice sufrir, pero lo hice para aliviarnos dolor, a los dos… pero no pude. Ni bien tomé ese tren me maldije a mi mismo una y otra vez por dejarte, pero no podía volver atrás. Fui un cobarde y estaba dolido. Sé que no me dijiste sobre tu enfermedad para evitar preocuparme, pero Onew me había contado una semana antes de partir, por mail, por eso nunca volví y te abandoné. No quería sufrir por perderte, así que decidí alejarme para deshacerme de mis sentimientos antes de tiempo… pero qué tonto fui. Un idiota, un maldito cobarde, y juro sobre mi alma que me arrepiento de haberme marchado, no merezco vivir por lo que te hice. Mi subconsciente me traicionó y me hizo volver tal y como te había prometido, aunque nunca me animé a ir a buscarte. Estaba demasiado dolido y enojado porque nunca me habías contado sobre tu corazón… estaba enojado conmigo mismo por no haber estado ahí para cuando necesitabas a alguien de apoyo, se suponía que debía ayudarte. No quería que sufrieras, mucho menos por un imbécil como yo. Por eso intenté ser distante y frío aquella vez que nos encontramos. Me matabas por dentro, cuando me preguntaste si te extrañaba, si todavía pensaba en ti, con tu corazón en las manos. Fui tan inconsciente y preferí mantenerme cerca de ti, conllevando esa relación tan fría y vacía, para evitar volver a enamorarme de ti… pero no podía. No podía hacer otra cosa, y lo arrastré por todo un año. Me desprecio por haberte tratado así, por haberte hecho malgastar esos momentos pudiendo haberte dado cosas mejores, que dándote ilusiones vacías y esperanzas. Fue porque aún estaba dolido, no sabía cómo lidiar con todo eso. Por eso no pude soportarlo y volví a abandonarte. Soy tan idiota. Me destruye el alma, cuerpo y mente pensar que la causa de tu dolor fui yo. No... que la causa de tu muerte fui yo.

 

 Quiero sincerarme, Key. Aquel día de verano en el que nos conocimos me enamoré perdidamente del chico que preguntaba por la dirección del bar que tanto llegó a gustarte. No pude evitar ver la manera en la que disfrutabas los helados de frutillas, la forma en la que bailabas, escuchar cuando me recitabas frases de los libros que tanto te gustaban. Eras perfecto, fresco y brillante; eras todo lo que necesitaba, y el solo pensar en perderte me enloqueció. Por eso quiero que vivas, que sigas adelante y seas la luz de la que me enamoré.

 No tengo palabras para disculparme por lo que hice. Tampoco tengo palabras para decirte lo mucho que te amo, te amé y te amaré. No sé si fue cosa del destino, solo sé que fui tuyo desde el momento en que te conocí y que mi último aliento será para desearte que tengas una vida feliz y completa.

 Te entrego mi corazón, que late plena y llanamente para ti.

                                                                                                                            Con amor, Jonghyun.

 

 Cerró la carta.

 No sabía qué sentir, qué pensar. No le quedaban lágrimas para llorar. Jonghyun se había ido, para siempre, lejos de él. Posó una mano sobre su pecho, donde latía aquel corazón ajeno a su cuerpo, aquel corazón que no era suyo, aquel corazón, el de su amado. Oyó un bestia aullar a lo lejos, un aullido tan desgarrador y doloroso que Key solo pudo sentir pena por aquel ser; sintió cómo su mundo se quebraba en millones de trozos irreparables, que se dispersaban por la amplitud de su mente, de sus recuerdos… Sintió el aire pesado y con cierto sabor metálico pero dulce, un sabor demasiado familiar para él. Un sabor que no traía más que la sombra negra del dolor.

 Onew, Minho, Taemin y Kai entraron instantáneamente al oír, al igual que él, a aquella bestia que aullaba. Se quedaron petrificados del miedo cuando vieron a Key parado en una esquina, con la mirada perdida, llena de lágrimas, con trozos de un espejo desperdigado en millones de pedazos por el suelo, y con las manos emanando sangre a borbotones mientras sostenía la carta de Jonghyun entre ellas.

 

 

 

2 años atrás…

 Key no se creyó capaz de creer lo que sus ojos le mostraban. Lo veía a él, allí parado con su típico aire de superioridad y su toque sensual. Una oleada de sentimientos antiguos lo embargaron. Aquel ser al que había llegado a amar tanto estaba de pie a tan solo unos metros de distancia. Podía sentir su aura alrededor suyo, y, por más de que lo negara, no podía evitar pensar que seguía tan profundamente enamorado de Jonghyun como hace dos años atrás, cuando lo abandonó.

 Sin pensarlo dos veces se acercó corriendo a él y se paró a su lado. El otro giró lentamente su cabeza, y al momento en que sus ojos se cruzaron no sintió asombro, ni siquiera se inquietó, nunca lo hacía.

—Jonghyun... —susurró Key, conteniendo el aliento. Estaba tan nervioso y excitado por volverlo a ver que no se había percatado de lo que había hecho, ¡se le había acercado así sin más!

 Supo que lo había reconocido, pero aún así no obtuvo la reacción que esperaba.

 Él no respondió, y se limitó a mirarlo con sus profundos ojos chocolate, como solía hacer. Pero esta vez era distinto. Esos ojos ya no reflejaban el amor y el cariño de antes.

 Permanecieron en silencio por unos largos e incómodos segundos, hasta que Key no pudo soportarlo más y extendió su mano hasta rozar sus dedos contra el antebrazo del joven. Se ruborizó al instante, pero no retiró la mano.

 Levantó la vista hasta toparse con la intensa mirada contraria.

—Tanto tiempo... ¿qué tal estás? —no obtuvo respuesta, los nervios lo invadieron—. ¿Qué te parece si vamos a tomar un café a algún lado? Para ponernos al día después de tantos años, ¿no? —se tropezaba con sus propias palabras, las cuales estaban desesperadas por salir—. Creo que había un lugar muy lindo cer-..

—Está bien —lo interrumpió, con un tono seco y carente de emoción alguna. Key dio un pequeño e inaudible respingo al oír la rápida respuesta. A decir verdad, no se lo esperaba para nada. Creía que Jonghyun iba a negarse rotundamente, siempre conservando ese control férreo característico de él.

 Caminaron en completo silencio entre el bullicio de gente que se formaba después de una ardua jornada laboral, doblaron la esquina y divisaron el pequeño café-bar que Key tanto amaba, con un frente de ladrillos, una puerta rústica y dos pequeñas ventanas blancas a los costados. En el alféizar de éstas, descansaban diminutas macetas de malvones rojos y enredaderas que caían en cascada.

 Una vez adentro se sentaron y pidieron.

 Estuvieron charlando de cosas triviales por una o dos horas. Key quería hacerle millones de preguntas, preguntas con respecto a su antigua relación, sobre dónde había estado todo este tiempo, qué estuvo haciendo. Pero sobretodo, preguntarle por qué lo había abandonado... pero sabía que no era el momento. Parecía haber algún tipo de acuerdo tácito entre ellos de no hablar sobre el pasado… sobre su pasado. Sobre cómo, de manera tan extraña y repentina, había terminado su relación.

 Key preguntaba y Jonghyun respondía, casi monótonamente, sin ninguna expresión de entusiasmo o emoción en la voz del mayor. Una vez que a la diva se le acabaron las preguntas, llegó el silencio incómodo. Se dedicó a tomar de su café, hasta que sintió una mirada escrutadora por parte de Jonghyun. Lentamente levantó la vista y sus miradas se cruzaron.

 Allá iba.

 Indudablemente, no podía reprimir el hecho de que seguía neciamente enamorado de él. Sus sentimientos se agolparon contra su corazón y todos amenazaban con salir a la vez. Los reprimió, si, pero sólo hasta que él cortó ese silencio.

—Ya va siendo hora de que me vaya —dijo Jonghyun mientras se levantaba, recogía sus cosas, y lanzaba alguna que otra mirada rápida al reloj de pared que se encontraba en el fondo del salón.

 Key lo miró y esta vez no pudo evitarlo. Estaba seguro que se iba a arrepentir por lo que estaba a punto de hacer, pero sin embargo no le importó. Bajó su mirada hacia su regazo  y apretó el puño, mientras que el joven se despedía.

—¿Por qué me dejaste? —sonó más como una recriminación, pero no le importó. Quería que supiera cuán dolido estaba y cómo le había afectado eso con el tiempo.

 No obtuvo respuesta.

—¡Responde!

 Sin respuesta aún.

 Key suspiró derrotado. Seguía con sus ojos clavados en él, con las lágrimas amenazando en salir.

—¿Piensas en mí? —preguntó sin dudarlo dos veces. 

 El aludido se volteó para mirarlo sorprendido. Estaba más que claro que esa pregunta le había tomado por sorpresa, e incluso molestado.

—Creo que la respuesta no te haría ningún bien —dijo secamente y frunciendo el ceño.

—No me importa. ¿Piensas en mí? —repitió terco, una característica muy común suya.

 Lo miró dubitativo.

—Sí.

 Su respuesta lo sorprendió. El corazón del menor comenzó a brincar de felicidad y se aferró todo lo que pudo a esa pequeña base de esperanza. Por un momento, pensó que todos sus problemas eran producto de su imaginación, pero no fue por mucho.

—Y cuando lo haces, ¿me extrañas? —insistió.

—Esto no va a ningún lado, Key, y no creo que sea necesario saberlo —respondió el mayor casi inmediatamente.

 Key no se iba a dejar amilanar por una respuesta tan cerrada; por lo menos que le dijera que no, pero de ninguna manera iba a aceptar que esquivara su pregunta. Levantó nuevamente la mirada y la fijó en el otro, quien estaba de espaldas. Seguramente, debatiéndose si responder o no. Decidió mantener su férrea compostura, esperando que continuara la frase; pero los segundos pasaban y él no respondía. O eso creía. Finalmente, oyó un suspiro. 

—Si...

 Abrió los ojos como platos. ¿Había declarado que todavía lo extrañaba? Eso no podía ser verdad, debía de estar soñando. O tal vez, simplemente, malinterpretó sus palabras.

—¿Qué...? —dijo con un hilo de voz.

—Sí, Key, te recuerdo y te extraño —murmuró Jonghyun severamente—. Pero eso no solucionará ni explicará nada. Ignóralo.

 La mente de del menor procesaba lentamente. Había esperado esa confesión por dos largos años, y ahora que la había obtenido no sabía qué hacer con ella. Sus sentimientos reprimidos estallaron en su corazón y se agolparon contra su pecho como gotas de lluvia. Pensaba que había podido superar su antigua relación con Jonghyun, pero tal parece que su inconsciente lo había engañado otra vez.

—¿Cómo que no? —exclamó, aferrado a la más mínima esperanza—. ¿Por qué no solucionará nada?

—Porque no.

—No entiendo —susurró el joven—. Me extrañas y lo declaraste —lo miró a los ojos, dolido—. No veo por qué debería ignorarlo, porque yo también te extraño y no creo que eso esté mal. Todavía te amo, Jonghyun —confesó con un hilo de voz, desesperado. A esas alturas, las palabras se le escapaban de la boca—. Te extraño y no puedo dejar de pensar en los momentos magníficos que compartimos. No puedo y no quiero. —puntualizó, terco—. No entiendo por qué me dejaste, ¿qué hice mal? —preguntó con el corazón en la garganta, sintiendo que iba a vomitarlo.

—Entonces es tu problema, no mío. Ya te dije lo que pasaría si insistías pero decidiste que siga. No pretendas nada más por mi parte —respondió el mayor tajantemente—. Ya sabes qué  pasó, no te hagas el inocente y no me eches toda la culpa a mí de cómo terminó todo.

 A Key se le cayó el alma a los pies. Jonghyun nunca había sido tan cruel con él, salvo los días siguientes a cuando lo abandonó. Su corazón latía dolorosamente y las lágrimas amenazaban con salir. No podía entender qué había hecho para que el otro lo tratara tan cruelmente.

—Jonghyun... —comenzó a decir.

—No —lo interrumpió.

—Todavía te amo —declaró ciegamente.

 Él lo miró y suspiró profundamente.

—Eres como el azúcar, yo como la sal. Nada bueno saldrá de nosotros —dijo firmemente—. Deberías saberlo desde nuestra antigua relación, la cual prefiero mantener enterrada en el pasado y no andar excavando más en el tema. Si es todo lo que quieres saber de mi, lamento decepcionarte en la escasez de respuesta. Ahora, si me disculpas, debo volver a trabajar.

—Pero… —trató de hablar.

—No.

—Jonghyun…

—¡Ya, déjalo! —estalló.

—Aún no… —insistió.

 Jonghyun se volteó sobre sus talones y clavó su lacerante y furiosa mirada sobre el menor.

—Solo tengo mi orgullo —profirió, aún en su control férreo—, pero a veces de él solo se desprenden lágrimas amargas.

 Key se quedó perplejo, no entendió aquello. Y justo cuando abrió la boca para hablar, el mayor se volteó de nuevo y se alejó…

 

… Y se fue.

 

No podía entender por qué lo trataba de esa forma, no sabía qué era lo que había hecho antes y menos ahora; pero lo que sí tenía muy en mente, es que Jonghyun no quería volver a verlo o siquiera hablar con él; debía de odiarlo, y mucho.

 

 

 

  Key estaba en su departamento, atosigado por el intenso calor de aquella soleada tarde. Estaba acostado sobre su futón, en el balcón, intentando conseguir algo de aire fresco, cuando sonó el timbre de su casa. Una. Dos. Tres veces. Empezó a sonar insistentemente, haciendo que la diva se levantara a regañadientes. Fue con paso pesado hacia la puerta, sin fijarse por el visor, abriendo la puerta directamente. La sorpresa de ver a Jonghyun parado en el umbral fue tal que creyó que estaba sufriendo un golpe de calor y alucinando. Ambos se quedaron en silencio. Fue un largo e incómodo silencio.

 El menor iba a romper el hielo preguntándole qué hacía ahí, pero Jonghyun acortó la poca distancia que había entre ellos. Key no sintió nada, salvo los húmedos y desesperados labios del recién llegado sobre los suyos; con presión y ansias, se besaban como si no lo hubieran hecho nunca. Los labios de Jonghyun se tornaron húmedos y un tanto eróticos, despertando en Key recuerdos de hace años. No entendía por qué el mayor estaba haciendo aquello, pero tampoco le importó, y posó sus manos sobre los brazos contrarios, subiendo hasta sus hombros, recorriendo su duro y marcado torso sobre la fina tela de su camiseta. Amaba sus besos, sus caricias, amaba todo de él. Lo extrañaba increíblemente, tanto que su corazón dolía horrores y hacía que su mente girara en una espiral sin fin, llena de confusiones y preguntas. Divisó una luz de esperanza con aquel beso, confiado en que Jonghyun había vuelto para estar con él.

 El mayor dio un paso hacia dentro de la casa, aún con sus bocas unidas, cerrando la puerta con su pie izquierdo y sin soltar a Key en ningún momento, se adentró en el pequeño departamento. No dijeron nada, no lo necesitaban. Sus besos llenaban ese molesto vacío que había entre ellos, expresaban todos sus sentimientos sin necesidad de palabras innecesarias. Caminaron torpemente, chocándose con todo a su paso, sin dar respiro en su fogoso beso. Llegaron hasta el futón, no quisieron ir a la habitación ya que Jonghyun no tolera demasiado el calor. Con la brisa entre sus cuerpos, se dejaron caer sin cuidado sobre los almohadones, uno sobre el otro, con sus piernas entrelazadas íntimamente. El mayor cortó el beso para poder respirar y quitarse la camiseta por sobre la cabeza. Sus mechas castañas cayeron sobre su nuca como una cascada, demasiado erótica y excitante. Key lo miraba fascinado y sin pudor, recorriendo con la punta de sus dedos el torso ajeno, su pecho, sus músculos, su cuello, tocó su rostro suavemente como si fuera seda y dejó una mano allí, mientras que la otra la ubicaba en la espalda adversa, sobre su omóplato que estaba duro de la contracción. Jonghyun tomó la mano que Key tenía reposando sobre su rostro y la apretó contra él, mirándolo con sus típicos e intensos ojos chocolate.

 Key quería llorar.

 Esa mirada la conocía, no era la mirada fría como la que le dio la última vez que se encontraron, era una mirada de amor, como aquellas que solía darle hace dos años atrás, cuando su relación iba mejor que nunca. Reprimió sus lágrimas y dejó que lo volviera a besar, ahora él cruzando sus brazos sobre su nuca, acariciando su espalda como si estuviera hambriento de él, arañándolo, amándolo. Jonghyun bajó por su cuello, dejando pequeñas marcas rosadas a su paso, mordidas, en su mentón, clavícula, hombros. Ayudó al menor sacarse la remera blanca de lino y lo abrazó. Sus cuerpos estaban totalmente pegados, el sudor los recorría a ambos y las respiraciones se mezclaban. Poco a poco fue bajando sus manos por el pecho, el estómago, las caderas de Key, hasta llegar a su pantalón, el cual eliminó de la situación en cuestión de segundos. Se quitó los suyos también, quedando ambos en ropa interior. Era terriblemente placentero para Key estar en la seguridad de los brazos de la persona que amaba, sintiendo sus caricias por toda su piel, el sudor lubricando los cuerpos; sus besos y sus abrazos, dejando un rastro de saliva por todo su pecho.

 Fue cuestión de segundos hasta que quedaron los dos completamente desnudos.  Key tiró de los cabellos ajenos, atrayéndolo más a hacia él… quería sentirlo cerca, quería sentir que todo eso era real y no producto de su imaginación. Jonghyun se colocó entre sus delicadas piernas, manteniendo un vaivén con sus caderas, rozando la entrada del menor con su duro miembro, provocando una oleada de excitación entre los dos. Key intentó reprimir los gemidos cuando el otro introdujo unos dedos en su entrada, la desesperación lo sacudía de placer. Se llevó la otra mano del mayor a la boca, lamiendo y mordiendo sus dedos, intentando evitar los gemidos. Estaba sofocado, al igual que Jonghyun, quien tenía su frente apoyada contra la suya, con los ojos cerrados, intentando mantener su autocontrol. <<No te resistas>>, gritaba Key desesperadamente para sus adentros. Como si lo escuchara, Jonghyun abrió sus ojos y entabló la mirada con la del más bajo, pidiendo permiso.

—Key…

  Dios, escucharlo susurrar su nombre lo ponía a mil. Para que entendiera el mensaje, lo tomó de la cara y lo besó, el cual el otro correspondió abiertamente, como forma de aprobación. A Key se le aguaron los ojos cuando  sintió que Jonghyun retiraba sus dedos, como si le hubieran quitado el juguete a un bebé; lo sintió posicionarse sobre él, tomándolo de las piernas y acercándolo más. Lentamente, un estallido de placer y dolor laceraba su cuerpo al tiempo que Jonghyun dejó escapar un gemido ronco cuando lo penetró; demasiado sexy, mientras seguía manteniendo el contacto visual con Key. Sintió las venas de sus brazos inflarse, su pecho contraerse, haciendo esfuerzo para poder amoldar esas estrechas paredes entre las que se encontraba aprisionado su miembro, por lo que supuso que hacía mucho tiempo que Key no había estado con alguien. Jonghyun deseó con todas sus fuerzas que no haya habido nadie más que él, pero sería egoísta albergar esa esperanza después de todo lo que le hizo sufrir.

 Key, inevitablemente, comenzó a llorar. Era demasiado feliz como para pensar en ese momento, solo quería sentir.  Y para colmo, Jonghyun lo abrazó, fundiendo sus cuerpos como si fueran uno, mientras aumentaba el ritmo y provocaba en el menor sensaciones que no había experimentado hacia años.

 

 

 

 Abrió los ojos de forma brusca. Era de noche, seguramente de madrugada. Estaba acostado, desnudo, con el cuerpo adormilado y totalmente transpirado. Giró su cabeza lentamente hacia su izquierda y lo vio. Dormía plácidamente a su lado, sin preocupaciones ni disturbios. <<Es tan hermoso>>, pensó, con su corazón rebosante de amor. Jonghyun suspiró en sueños y se acercó más al menor, pero evitando el contacto con su cuerpo. Key pudo sentir que, aún dormido, Jonghyun intentaba mantener la distancia.

 

 

 

 Habían llevado esa relación de amigos sexuales por más de un año. Había días en los que el mayor se aparecía para dormir con el otro, otras veces lo invitaba a su casa, o tenían encuentros fugaces en cualquiera de sus trabajos. Pero nunca era algo seguro, no había una relación fija. A pesar de que Key le era fiel, nunca recibió de Jonghyun algo más que una aventura pasajera que estaba durando más de lo que generalmente dura. Él le era fiel, a su manera, sí, solo estaba con Key. Pero no sentía que fuera el tipo de fidelidad que tenían las parejas amorosas, las parejas que tenían sentimientos de por medio. Jonghyun le daba un tipo de relación totalmente superficial y vacía, en la que consistía de dormir juntos y algún que otro beso fogoso, erótico, sin amor.

 En cierta forma, Key estaba decepcionado y dolido. Pero no quería cuestionar el curso actual de la situación, no quería volver a perderlo, por lo que no dijo nada. El cansancio le ganó,  y cerró los ojos para poder sumergirse de nuevo en las profundidades de su sueño.

 

 

 Una mañana, cuando despertó después de haberse pasado toda la noche gimiendo en pleno actos sexual con JongHyun, estaba solo. A su lado había una nota, firmada por el castaño, la cual decía que se había ido por cuestiones de trabajo y de forma repentina al extranjero, y que no sabría cuándo volvería. Se quedó sentado, mirando al vacío. Las lágrimas le caían como lluvia y sollozaba, con los puños cerrados y la nota arrugada entre ellas. Un conocido sentimiento volvió a nacer sobre él, ese sentimiento que lo mataba por dentro y le laceraba el corazón. El sentimiento de saber que, nuevamente, lo había perdido.

 

 

 

3 años después.

 Key abrió los ojos, pero el sol lo cegó.

 Los volvió a cerrar por unos segundos y los abrió nuevamente hasta que se acostumbró a la luz externa.

 Vio el campo despejado y el cielo azul sobre él.

 Giró la cabeza sobre el pasto verde y contempló la pequeña pared de piedra de mármol, a su lado, en la que figuraba su nombre, la fecha de nacimiento y la de muerte, junto con una pequeña dedicatoria. Sonrió melancólicamente al recordar viejos momentos.

 Rozó con los dedos de una mano la fría piedra, y con la otra se tocó el pecho, donde latía pausadamente su corazón.

 

 

We joked around on our way home.
I made you angry for no reason.
I guess I just wanted to see your different sides.
 

Your large eyes, your trembling voice,
Even now they are close by my heart.
In the crowd of strangers, I ran after you.
 

I was searching for the things that never change.
I will never forget how you were on that day.
These feelings I have transcend time.
I just want to meet you now.
 

These feelings upon which the street lights shine,
I could never manage to let you have them.
The nights brought us further away from each other.
 

The lie you told through your opaque heart,
Even now it continues to resonate within me.
Uncertain of our future, you and I fell in love.
 

I was searching for the things that never change.
The unfamiliar place we found on that day,
If the two of us can go there together again,
I will be reborn as many times as it takes.
 

As I embrace the things that have no shape,
I fail to hear the breaking sound.
On the same path that we walked together,
Even now the light continues to shine.
 

I was searching for the things that never change.
I will never forget how you were on that day.
These feelings I have transcend time.
I just want to meet you now.
 

I just want to meet you now.

 

 

 El viento cobró fuerza a medida que su voz se apagaba, terminando la canción.

 Key miró la hora de su reloj de muñeca y se levantó, sacudiéndose la suciedad de su ropa. Ya no lloraba, consideraba que eso era cosa del pasado, que no tenía más motivos para llorar, sino que debía sonreír. Tal y como él le había dicho esa vez, en la carta. Dejó el ramo de rosas rojas a los pies de la lápida de Jonghyun y se fue.

 Se frenó solo a unos metros de ella. Un perro pasó y se sentó a su lado, mientras le sacudía la cola insistentemente. Key sonrió.

—Continuamos sus luchas porque sus historias viven en nosotros —le dijo al perro—. ¿No? —preguntó mientras se acuclillaba para rascarle detrás de la oreja—. Sobre todo sus corazones.

  El perro le lamió la palma de la mano y se fue.

 Se sacudió las palmas sobre los costados de su pantalón y se puso de pie, prosiguiendo con su camino de vuelta a su casa.

 

 

 

 Esa noche soñó.

 Estaba de pie, en aquel café-bar que tanto amaba. El recuerdo de su encuentro con Jonghyun estaba siendo reproducido frente a sus ojos.

 Miraba atentamente, ahora entendía todo.

 Sus acciones, sus gestos, sus palabras, todo.

 Sintió detrás de él una presencia, era reconfortante y pacífica, la cual le transmitía un sentimiento de seguridad  y tranquilidad. No se dio vuelta porque ya sabía de quién se trataba. Estiró su propia mano hacia atrás y le tomó la suya, mientras que Jonghyun se acercaba y se ponía a su altura, ambos contemplando la escena del día que se reencontraron. Mantuvieron en silencio mientras escuchaban los fríos pasos del pasado Jonghyun alejándose de la mesa en donde el antiguo Key estaba petrificado, con el corazón roto en millones de pedazos, hasta que abandonó el café-bar y todo se sumió en la oscuridad. Salvo por ellos, que aún podían verse.

 Jonghyun lo miró, con esa mirada tan dulce y amorosa que lo caracterizaba en todas las memorias felices de Key, y por primera vez, se sintió totalmente capaz de lo que se propusiera. Esta vez, iba a hacer las cosas bien e iba a proteger al menor así sea con su vida.

 Le tomó la otra mano y apoyó su frente en la suya.

—Eres el azúcar, yo la sal. Nada bueno saldrá de nosotros —susurró suavemente Jonghyun, sosteniendo sus manos fuertemente—. Nada bueno. Pero juro por mi vida que voy a correr el riesgo aunque el camino sea difícil —lo miró a los ojos—. No quiero volver a perderte por mi estúpido orgullo.

 Las lágrimas nublaban la vista de Key, y al escuchar eso, rió tontamente.

—Entonces tendríamos que aprender más recetas que incluyan el azúcar y la sal —dejó escapar una risita, mientras las lágrimas caían inevitablemente de sus ojos.

 Jonghyun sonrió. Fue una sonrisa sincera y llena de amor, y Key pudo verlo. Con el corazón rebosante de felicidad, acercó su rostro al del mayor y rozó sus labios con los suaves de él. Si esto era la felicidad, se entregaría abiertamente a ella.

 

 

 Desde ese día, permaneció dormido. Su corazón latía, pero decidió seguir durmiendo. Durmiendo y soñando, compartiendo con su amado todos los momentos de los que el tiempo los había privado. Los años no contaban, si se amaban sería para siempre. Para siempre, en sueños azucarados, en la profundidad de la eternidad, dejando atrás la salada realidad.

Notas finales:

¡Pulululú! -Les tira brillantina-

Lo se, mucho drama junto y no love, pero bueno, entiendanme que mis momentos emos son asi(?).

Espero que haya podido cumplir mi cometido de arruinarles el día con mis tragedias(?), y si no, espero que por lo menos les haya causado algún sentimiento relativo al amor :-: -dafuq-

Es mi primer fic de SHINee y haré un JongKey más bonito para la próxima, estoy en eso de expandir mis horizontes respecto a los one shots, así que sean pacientes que ya vienen más en camino~

Bueno, sin más, ojalá lo hayan disfrutado, y ya saben que críticas e ideas son bien recibidas ♥

¡Gracias por leer!

 


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