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EL EXAMEN por DRAGIOLA

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Notas del fanfic:

JUNJOU ROMANTICA no me pertenece, sino a Shungiku Nakamura.

Esta historia esta escrita sin fines de lucro y con el unico proposito de entretener.

Notas del capitulo:

Hace tiempo escribi este fics en una noche cualquiera, no recuerdo muy bien porque pero si que lo hice con un proposito, hablar de una de las peores enfermedades que actualmente afecta al mundo y por lo cual no tan solo sufren quienes la tienen, sino tambien sus familiares.

EL EXAMEN

 

 

 

 

 

No había peor cosa que la verdad, la cruda, tacita y escrita realidad de una vida de altas y bajas que para su pesar en esos momentos  lo abofeteaba por sus imprudencias.

 

 

Su primera reacción al recibir aquel examen eran evidentemente nervios, después de todo solo era una maldita prueba a cambio de un simple favor al ofrecerse como donador de sangre a pedido de su mejor amigo.

 

 

Rayos detestaba la sangre, mas tener que verla y aun asi había aceptado la petición del baka de Akihito, siempre sucedía lo mismo solo bastaba con que pusiera esa mirada, agachara la cabeza y le recordara sus años de amistad para que el hiciera lo que quisiera y para colmo el ni siquiera se había sacado una gota de sangre, ya que según él estaba anémico, ¡anémico, si seguro!, solo eran escusas, escusas que sus fans creyeron fehacientemente, sobre todo al conseguir donadores por montones pero aun asi no eran suficientes.

 

 

Y por eso él estaba en aquella encrucijada o más bien en aquella situación tan amarga.

 

 

Solo habían pasado un par de días cuando del hospital le habían llamado porque según ellos cierto medico deseaba hablarle por sus exámenes de sangre, lo cual le extraño porque el jamás se realizo dichos exámenes por lo cual intento sacar de su error a la enfermera que insistió en que debía presentarse con suma urgencia. Intento ignorarla pero no pudo por la insistencia de la mujer que no paraba de llamarlo hasta en las horas mas inoportunas, asi fue como termino en una cita que no deseaba para escuchar a un doctor explicándole como a todas las donaciones sanguíneas se le realizaban todo tipo de exámenes para asi poder utilizarlas y como gracias a eso no solo habían salvado vidas, sino evitado lamentables inconvenientes para mas de una persona. Ya no estaba nervioso, en ese punto solo estaba tenso, molesto, furioso por las continuas vueltas del medico por decirle por qué demonios le había citado hasta que este se lo dijo y sintió como el mundo desvanecía a su alrededor. Supo que el tipo continuaba hablando porque sus labios se movían continuamente, supo que algo no andaba bien cuando le vio aproximársele y supo que definitivamente su vida había cambiado cuando le entrego unos formularios dandole un sinfín de consejos que eran como palabras huecas en su cerebro, mas no en su corazón.

 

 

Aquel dia no le preocupo el llegar tarde a su trabajo, mucho menos no llegar a este, ese dia por primera vez en su vida no respondio el maldito teléfono, aun viendo de quien se trataba e ignorando por completo el camino a casa, porque ese dia, ese maldito dia su vida había llegado a su fin.

 

 

Sentado en un parque cualquiera recordó su niñez, los años solitarios, sus esfuerzos por destacar, por ser el mejor, por hacer sentir orgullosos a sus padres y sobre todo cuando a su vida llego su primer y único amigo y gran amor…Akihito…y para que, para descubrir con él el amargo sabor del rechazo, para sentir como su pecho se contraía cada dia mas al saber que sus sentimientos jamás serian correspondidos al tener que servirle de paño de lagrimas y saber de ante mano que al igual que el este sufría por un amor no correspondido. 

 

 

La adolescencia paso lenta hasta  que sus malditas hormonas se revelaron mostrándole el lado oculto de Japón y como siempre de la mano de su mejor amigo que no se quedaba atrás. Primero solo había sido curiosidad, después solo investigación para mas tarde sin darse cuenta verse llevado por la calentura de un buen revolcón con cualquiera que se le cruzara al frente y tuviera un buen cuerpo o al menos que se le asimilara aquel que era dueño de su corazón. Fueron años difíciles, años en los cuales no pensaba con la cabeza, sino con otra parte del cuerpo y en los cuales muchas veces llego a arrepentirse de sus actos para luego terminar nuevamente en donde jurara nunca volver a regresar, hasta que llego al culmine de la estupidez en un acto desesperado por hacerle ver sus verdaderos sentimientos al gran amor de su vida para solo descubrir que este jamás lo vería como el deseaba y que nunca llegaría a ser mas que un remplazo en su cama y un amigo en su vida.

 

 

Estaba en un parque parecido cuando creyó que su corazón se había roto por completo cuando desde el cielo fue enviado un ángel a darle una segunda oportunidad en el amor pero que como siempre ignoro por su inconfundible ceguera y  mas que nada por su estúpida terquedad. El recordar a quien amaba en esos momentos no solo le destrozaba el corazón, sino que le llenaba de angustia al pensar en su futuro, en las consecuencias de haberle aceptado cuando aun no le amaba y aun mas por que ese sentimiento en esos momentos era mas fuerte de lo que jamás creyó posible después de su primer amor. Se sentía fatal, tenia nauseas de tan solo imaginarse su rostro reflejándole solo repudio al descubrir lo que le ocurría y más al imaginarse como esto le afectaría en un futuro.

 

 

Y como un niño pequeño se descubrió llorando a mares, vergonzosamente otra vez en público y para variar en un parque….dejando salir nuevamente una idea olvidada en un cajón de sus recuerdos tras la perdida definitiva de quien creyera su primer y único amor.

 

 

El aun no llegaba, lo mas seguro es que su guardia hubiese sido extendida como siempre por falta de personal y por primera vez agradeció que fuera un interno y que el maldito de su Sempai siempre lo retuviera en contra de su voluntad. Se rio por primera vez en aquel gris dia porque sabia bien que aquello no era totalmente cierto y es que Nowaki por mas que lo amara, también amaba su carrera y por ende a sus pacientes.

 

 

Dejo sus cosas en orden, miro a su alrededor pacientemente, pensó en todos los buenos momentos que vivió en esas cuatro paredes, en el amor incondicional que por tanto tiempo le brindo su amado, en los días interminables de un año cualquiera en un hogar diferente a la espera de quien le dijera amarlo y que de la noche a la mañana había desaparecido de su vida, agito su cabeza, no deseaba recordar aquello, solo lo bueno, se dijo, solo lo bueno y nada mas.

 

 

Tomo un viejo libro en el cual guardaba un par de fotos sonriendo al ver parte de su niñez reflejada en estas y mas al verle a él en ellas, le beso tiernamente recordando como se había quejado al descubrir su osadía al tomarlas sin su previo consentimientos y como la posterior reconciliación hizo que se olvidar por completo el asunto.

 

 

Respiro hondo, era hora de marcharse, de dejar todo atrás, de darle por lo menos  eso a su amado, aun si era un acto cobarde de su parte pero simplemente no podía enfrentarse a él, no podía confesarle la verdad y además decirle  que…no, no podía, simplemente aquello le era demasiado atroz como para enfrentarlo, porque una cosa era saber que él se lo tenia merecido pero no su Nowaki, el no.

 

 

La carta estaba sobre la cama explicando detalladamente el porqué de su decisión, había escrito tres mas aparte para despedirse de sus seres queridos.

 

 

A sus padres les había dejado una emotiva carta intentando explicarles los motivos que le orillaron a tomar aquella decisión pero siempre ocultándoles la verdadera razón. Mientras que a Akihito le contaba la cruda realidad para que de una buena vez por todas tomara conciencia antes de que terminara igual o peor que el, aunque lo dudaba, porque aun siendo un verdadero cretino el si tenia las neuronas bien puestas cuando era necesario. Solo deseaba desde el fondo de su corazón que tras su partida Nowaki no le odiara tanto como para decirles la verdadera razón a sus padres porque aun no siendo muy allegados con estos no deseaba que se enteraran de aquella vergonzosa parte de su vida que estaba seguro solo les causaría decepción.

 

 

El agua no estaba muy caliente pero no importaba porque pronto todo terminaría, tomo el frasco olvidado en el botiquín ingiriéndolo por completo mientras tomaba un sorbo de agua, en otro tiempo aquello le resultaría asqueroso pero en esas circunstancias el beber el agua sucia de la tina era lo menos que le preocupaba, se sumergió por unos segundos para luego sacar la cabeza ya mas relajado y tomar una pequeña caja en la cual su pareja guardaba muestras medicas, lamentaba tener que utilizarlas pero era la única forma de asegurarse de que no volvería a despertar.

 

 

Sentía como su cuerpo se relajaba cada vez mas perdiendo sus fuerzas por completo, sintiendo como sus parpados pesaban perdiéndose por fin en aquella oscuridad por la cual tanto había rogado y que en esos momentos era su única salvación.

 

 

Abruptamente fue arrebatado de su adorada oscuridad con un horrible dolor en el pecho acompañándolo junto a una toz constante que no hacia más que dificultarle el respirar, mientras escuchaba los gritos desesperados de alguien que rogaba en medio de lamentos porque resistiera. 

 

 

Cuando despertó descubrió un par de ojos azules que no solo lo miraban con preocupación, sino con adoración absoluta y no pudo mas que fingir perder el conocimiento ante el, porque sabia bien que lo llenaría de preguntas, ya que era obvio que aun no leí la maldita carta que le había dejado.

 

 

Una mano acariciaba su cabeza mientras unos labios tocaban su frente y mas tarde sus labios, escucho el apodo que tanto detestaba pero que sin embargo solo a una persona dejaba utilizar. Podía escucharle claramente decirle que todo estaba bien, que había leído la maldita carta y que no tenía porque preocuparse porque de seguro se trataba de un error y que repetirían las pruebas cuantas veces fueran necesarias para salir de dudas. Se escuchaba tan sereno y decidido que no pudo más que romper en llanto delatándose ante su amado que no dudo en abrazarle y volver a besarlo con ternura.

 

 

Le hizo prometerle que no volvería a intentar aquella estupidez pero aun asi cruzo los dedos tras su espalda porque eso solo dependería de los resultados de sus exámenes, pues si Nowaki estaba bien él lo estaría y si no…ya no le importaba seguir viviendo.

 

 

No podía creer como su decisión había causado un cambiado en su pareja hasta el grado de llamar a su amigo dejando de lado sus celos contra de este. Akihito ni siquiera espero a que este saliera para revolver su cabello tal como cuando fueran niños produciéndole un nudo instantáneo en su garganta y por supuesto diciéndole lo idiota que era y si no pensaba en los demás, deseaba reclamarle, decirle que en ellos precisamente pensaba que lo había hecho para ahorrarles no tan solo el dolor, sino la humillación de ser estigmatizados por su causa pero ni una sola silaba salía de su garganta.

 

 

No sabia si darle las gracias a su pareja o reclamarle por haberle contado toda la verdad a su amigo de lo único que si estaba seguro es que sus padres ignoraban todo y les agradecía a ambos que no se los hubiesen comunicado, porque no quería ni imaginarse la reacción de estos si se enteraban del asunto, eso definitivamente seria mas de lo que el podría manejar y tal parecía ellos lo entendieron a la perfección.

 

 

Tenía una licencia prolongada que ya no podía alargar mas, no porque no pudiera, sino porque su lado trabajólico, ese del que tanto se enorgullecía su novio estaba saliendo a flote necesitado por volver al ruedo, aun sin estar completamente bien y rechazando por completo el ir a ver a un psicólogo como le recomendara no tan solo su medico, sino también su pareja pero él no estaba dispuesto a sacar a flote sus problemas personales, ni mucho menos sus temores ante un completo extraño.

 

 

Podía sentir aquellas cálidas manos en su pecho, como le recorrían hasta llegar a sus pezones, como una de ellas se separaba de este para ir a su parte baja alarmándolo de sobre manera. Se alejó de su pareja lo mas que pudo viendo su expresión dolida, pidiéndole disculpas y viendo como este le sonreía para retomar la tarea dejada de lado encontrándose con un rotundo no como respuesta. Ni explicaciones, ni mucho menos sus intentos por convencerlo que con protección estarían seguros lo habían hecho cambiar de opinión dejándole ver por primera vez la molestia latente de su amado con aquella situación, teniendo que recordarle muy a su pesar que todo lo hacia por su bien y que hasta que los resultados de aquellos malditos exámenes no estuvieran no habría contacto físico entre ellos dos.

 

 

Paso sus manos por su cabeza un tanto exasperado, intentando de tocarle a modo de perdón pero viéndole levantarse  de golpe de la cama apenas lo intentara, saliendo del cuarto tras un sonoro portazo que le dejo de regalo mientras el solo pensaba en que lo mejor que hubiese hecho aquel dia era haberse cortado las muñecas luego de tomar aquellas malditas pastillas, porque si bien los médicos estarían preocupados en salvarle la vida de un desangramiento no asi de un lavado estomacal y para cuando se dieran cuenta de ello hubiese sido tarde, muy tarde. Respiro frustrado, mirando a su alrededor pensando en su maldita vida y en el pobre de Nowaki, no podían seguir asi, por ello apenas supiera el resultado de este se marcharía del departamento sin importar lo que dijeran los suyos, ya mucho daño le había causado al menor y no deseaba seguir haciéndolo.

 

 

Su gran amigo lo había pasado a buscar a la Universidad para contarle que al menos él estaba bien sacándole un gran peso de encima, aun cuando le había asegurado que no lo había hecho por el, sino porque había sido aun mas promiscuo que el en su tiempo de soltería, sacando una buena carcajada de su parte.

 

 

Nowaki lo había citado en una cafetería familiar, al fin sus resultados estaban listos y tal como se lo había prometido los leería frente a él, casi lloro cuando escucho el resultado, sin poder evitar por primera vez tener un contacto físico con su amado sin importarle estar en publico. Casi lo golpea al escucharle decir que deberían estar más seguido en ese tipo de problemas si a cambio recibía tan precioso regalo de su parte, pero luego de pensarlo no le importo, porque él estaba bien y eso era lo más importante.

 

 

Sabía bien que sus resultados estaban listos, también que él se los ocultaba, mas aun asi no podía exigirle que se los entregara porque aquello solo significaría el final de su relación, era un cobarde, lo sabía y también un egoísta, porque aun habiéndose prometido algo no lo cumpliría.

 

 

Las casualidades existían por algo y el muy  bien lo sabia, por eso no se extraño al verlo abrazado de otro tipo, ni mucho menos sonreírle como lo hiciera con el, su corazón se comprimió en su pecho, mas no por eso desfalleció, se dijo se fuerte, camina y tomo el primer tren directo a su casa sin siquiera llamarlo para decirle que no iría por el a su trabajo.

 

 

No estaba seguro de cuanto tiempo tenia pero si que debía apresurarse por lo cual tomo la maleta mas grande que encontró sin importarle si era o no suya, llenándola de libros y de un par de prendas de vestir para luego escribir una carta que no pudo terminar porque entonces el apareció por aquella puerta que debio verle partir antes de su llegada.

 

 

Soltó una risa lastimera, reclamándole su actuar, preguntándole si no se merecía un mínimo de consideración al menos por los años de convivencia, diciéndolo de tal forma que tal parecía dudaba del amor que él le tenía.

 

 

Intento de explicarle que lo hacia por su bien, que no era justo que estuviera con alguien enfermo, entonces el exploto rompiendo el primer objeto que tuvo a su mano  gritándole que a él no le importaba porque lo amaba.

 

 

Se miraron por largos segundos a los ojos para finalmente escuchar solo una voz exigiendo sus exámenes que fueron puesto en sus manos demasiado pronto para su gusto.

 

 

Sus manos temblaban al contacto con aquel papel que reconocía perfectamente, sentía sus rodillas doblarse y sin saber cómo, termino sentado en una silla frente a su mesa. Respiro hondo, abrir ese maldito sobre era ridículamente lo más difícil que había tenido que hacer en toda su vida y se sintió realmente patético por eso.  Sintió como unos dedos se deslizaban por sus manos para quitarle el sobre y sacar la hoja dentro de este para escuchar mas tarde si deseaba saber lo que decía, asintiendo de inmediato para escuchar casi en un susurro “lo siento Hiro-san”.  Le arrebato el examen de la mano para cerciorarse el mismo sin poder creer que luego de tanta espera sus esperanzas hubiesen sido mas de lo que se imaginó, odiándose por ello. Doblo el maldito papel guardándolo en su saco, tomo con rabia su maleta para marcharse sintiendo esta mas pesada de lo que imagino y viendo como un hombre luchaba por ella en un vano intento por hacerle desistir de su decisión, provocándole solamente que la soltara con furia soltándole un buen par de improperios que el otro ignoro magistralmente mientras lo tomaba entre sus brazos sin importarle que le golpeara. 

 

 

Para cuando se dio cuenta ya se encontraban en su cama, llorando como una maldita magdalena mientras él le abrazaba cariñosamente repitiéndole una y otra vez cuanto lo amaba y recordándole nuevamente que jamás lo abandonaría. Después de aquello había intentado marcharse en mas de una ocacion siendo regresado a su hogar de una oreja no solo por su amado, sino también por su amigo que ya lo había amenazado con contarle todo a sus padres si volvia a intentar cualquier estupidez y aquello por mas increíble que fuera lo aterraba mas que el hecho  de seguir al lado de Nowaki, aun si sabia que aquello terminaría lastimándolo.

 

 

Pasaron meses para que volvieran a tener intimidad, si es que se le podía llamar asi, su temor por lastimar a su moreno era mas fuerte que el amor incondicional de este y por ello frenaba cualquier sentimiento lujurioso ante el, porque si alguien debia disfrutar del sexo no era el pero en cambio estaba dispuesto a darle una buena mamada a su novio con tal de tenerlo contento.

 

 

Su salud no había cambiado en lo absoluto, sabia que debía comenzar su tratamiento y aunque Nowaki insistía en que era hora de hacer el papeleo necesario para solicitar sus medicamentos él se negaba rotundamente, no porque temiera que ellas lo descompensaran como había escuchado que hacían regularmente, sino por algo peor, el escrudiño público. 

 

 

Intento en más de una ocacion contarle sobre su enfermedad a Miyagi viendo solo preocupación en su  rostro y dudas con respecto a ella, entonces la cobardía le ganaba retrocediendo en su decisión y dejando todo en el olvido, dejándole creer una vez más que se trataba de una gripe mal cuidada. 

 

 

Como si de un adivino se tratara tanto Nowaki como el mismo Akihito se encargaron de no solo conseguirle los dichosos medicamentos, sino de concertarle las citas pertinentes con médicos especializados con el tema. Detesto tener que ir a ver al dichoso medico pero aun mas el verse obligado a hablar a la fuerza con un loquero que lo único que decía era que el no tenia la culpa y que aquello no era un castigo divino por ser gay. Al escuchar aquello solo sentía unas ganas horribles por golpear a su doctor, entonces recordaba la educación dada por su madre y la frase recurrente que le escuchaba mencionar en su niñez “a las mujeres no les toca, ni con el pétalo de una rosa”, si claro, como si ella no lo hiciera si se la encontrara hablando tanta estupidez junta.

 

 

Él podía notar su irritación cada vez que regresaba de esas citas medicas, sobre todo con aquella psicóloga de pacotilla que mas que ayudarle solo le hacia cuestionarse su vida y orillarlo a hacer algo que no deseaba como abandonar a su novio, quizás por eso se atrevió hacer algo que termino por convertirse en una de sus peores peleas en lo largo de toda su relación.

 

 

El grupo era pequeño, diverso y tal como el, discretos sobre su situación actual, al principio le costó abrirse con ellos, no que lo hiciera entonces pero al menos se sentía cómodo con ellos a diferencia de que con su anterior  doctora y a su lado podía sentirse normal nuevamente, dándose cuenta que sus temores no eran solo suyos, sino que de todos los que tenían la desgracia de tener aquella maldita enfermedad.

 

 

Con el tiempo sus vidas volvieron a la normalidad y con temor la recamara volvió a convertirse en un lugar seguro, sobre todo cuando Nowaki dejo de insistir en intimar mas allá de lo que él estaba dispuesto. Le dolía hacer aquello, mas no se arrepentía porque sabia bien que era lo correcto y que si el estuviera en su misma posición haría lo mismo…hasta que un dia el descubrió un secreto que lo lleno de vergüenza.

 

 

Agacho la cabeza profundamente avergonzado, sin poder evitar ponerse rojo por aquello, mientras su novio tomaba entre sus manos el artefacto que tanta tranquilidad le había otorgado durante esos meses jugueteando con el, encendiéndolo y preguntándole si esa cosa era mejor amante que él, obviamente herido en su orgullo. Se le acerco negando todo lo que decía intentando de arrebatarle el maldito consolador de las manos para solo ver como este era lanzado lejos rompiéndolo no en pedazos pero si en la parte fundamental de su funcionamiento. No podía creerlo, ¿acaso estaba celoso de un maldito consolador?, estaba apunto de preguntárselo cuando lo tomo con una mano de la cintura mientras con la otra de la cabeza atrayéndolo hasta sus labios que ni se inmutaron en darle un minuto de respiro. Sus pies fueron retrocediendo hasta caer en la cama, mientras unas hábiles manos le iban desvistiendo poco a poco, al tanto que  una lengua experta se encargaba de lamer cada centímetro de su cuerpo. Se estremeció al sentir una mano tocando su miembro reclamándole que aquello era peligroso sin la protección adecuada, noto en seguida como su mirada cambiaba de lujuriosa a sombría pero aun asi asintiendo a su pedido.  Saco una caja de preservativos del cajón de su cómoda tomando uno en particular para ponérselo con cuidado en su miembro de tal forma que este se le endureció aun mas de lo que estaba. Le vio sonreír por ello y también molestarse un poco al tomar otro preservativo de la caja para ponérselo enzima del primero, pero no le importo porque si con eso lo salvaba de su mismo destino estaría feliz con ello. Estaba extasiado, ido, vuelto loco por el placer brindado por su amante tanto que cuando sintió la punta de su miembro en su entrada no solo le grito, sino que le golpeó aterrorizado por la locura que estuvo a punto de cometer y si pensaba que él era el único furioso estaba equivocado porque su paciente novio no solo había perdido la paciencia, sino que le gritaba fuera de si por no comprender que todo estaría bien siempre y cuando estuvieran protegidos.   Escondió su cabeza entre las piernas sacándola enseguida de estas al ver su erguido miembro aun latente entre ellas, mirando avergonzado a su pareja que ya se había calmado yendo en busca nuevamente de sus labios. Sabia que no debía hacerlo, sabia que era por su bien, lo sabia, mas no pudo seguir negándose cuando ya le había obligado a ponerse no solo un par de preservativos, sino tres en aquel duro y extenso miembro que tanto extrañaba su cuerpo que rugió urgido y necesitado al sentirlo penetrándolo poco a poco hasta llegar a sus mismísimas entrañas. 

 

 

Aunque fuera casi imposible de creer aquella ocacion fue la mejor sesión de sexo de toda su vida, no sabia si era por la intensidad que había puesto Nowaki en esta o si fue por el simple hecho de volver a hacerlo luego de mas de un año sin relaciones verdaderamente intimas, lo único de lo que si estaba seguro era que amaba a su novio, sin poder evitar volver a llorar entre sus brazos una vez más por tenerlo a su lado.

 

 

El estar enfermo nunca fue un impedimento para que sus seres amados estuvieran a su lado, mucho menos para que Nowaki le siguiera profesando su eterno amor, mas no por eso dejaba de sentir aquel temor que se había arraigado en el fondo de su corazón desde hacia un buen par de años al enterarse de su cruda realidad, ese que quedaría para siempre aun sabiéndose amado porque aunque pasaran días en los cuales su vida seguía tal como en el pasado, habían otros repetitivos y  rutinarios que le recordaban dolorosamente las consecuencias de una vida licenciosa llevada por la mano del dolor, deseando entonces jamás haber conocido a su amigo y anhelando con desesperación el haber conocido muchísimo antes a su verdadero y único amor.

 

 

Sintió un tibio beso en su mejilla, mientras le ayudaban a sentarse en la camilla, nuevamente habían tenido que administrarle una intravenosa para no llamar la atención en su seguro medico porque al menos con esto podía fingir un achaque diferente al que en realidad tenia.

 

 

Amaba a ese hombre que el destino le había puesto en su camino y por ello no había dia en el cual se preguntara si realmente se lo merecía y si en verdad aquello no se trataba de un sueño, mas solo bastaba con ser abrazado por este para darse cuenta que no lo era, dando gracias por su suerte porque definitivamente el sin su amor terminaría volviéndose completamente loco.

 

 

“Me amas” le había preguntado mientras tomaba su mano en el hospital respondiéndole en seguida un sí, sin demora alguna. “Entonces déjame ir” dijo viendo una negativa rotunda en su amante, “Quiero que seas feliz, por favor, se feliz” le repitió una y otra vez mientras sentía el oxigeno escapar de sus pulmones y a su amante gritar desesperado por ayuda para el.

 

 

Habían pasado tres meses desde aquello, tres meses de no verlo, tres meses de sentirse un prisionero en el que fuera su hogar por muchos años y en el cual sus padres le cuidaban como un tesoro recuperado tras años de perdida.   Akihito lo iba a visitar de vez en cuando pero sin tocar el tema de Nowaki, no podía negar que le dolía saber que este ya no le amaba y que probablemente hubiese comenzado una nueva relación con alguien mas, pero aun asi no dejaba de recordarse que había sido el quien se lo había sugerido, además de rogado con tal de que encontrara la verdadera felicidad con alguien que no le quedaran tan solo un par de años mas de vida.

 

 

Tanto su madre como su padre se desvivían por atenderlo, comprendiendo tarde que la mentira de las defensas bajas había sido descubierta hacia mucho y que las lagrimas de su madre no se debía a la novela de la tarde, sino al triste desenlace de algo peor que la ficción.

 

 

No podía resistir mas la agonía de no tenerlo a su lado, asi que como un bálsamo solo por esa vez, únicamente por esa ocacion le llamaría para escuchar su voz, solo su voz y colgaría de inmediato para no volver a saber de él, mas aquello no sucedió porque tanto en su hogar como en su celular no contestaba y un nudo se forma en su garganta al darse cuenta que el no deseaba hablarle y que en realidad mas que amor era lastima lo que lo había atado su lado.

 

 

Apenas pudo levantarse de la cama por sus propios medios deseo salir a tomar aire fresco, lamentándose enseguida que esto solo pudiese ser realizado en silla de ruedas por recomendación explicita del medico, poniéndolo en su interminable lista de enemigos en cierta libreta que guardaba con recelo, aun más vieja que el mismo, asi fue como se lo encontró refunfuñando su amigo un dia al resistirse a salir de su hogar acompañado por su madre, ya que suficiente era tener que andar en aquel aparato para colmo tener que andar de la mano de su mami.

 

 

La compañía de su amigo de infancia jamás fue mejor que ese dia, porque gracias a el por fin se sentía normal otra vez hasta el punto de atreverse a preguntar por quien hacia meses no podía dormir con tranquilidad descubriendo una verdad que sus padres no solo le ocultaron, sino que además se negaron a decirle cuando ya estaba en mejores condiciones.

 

 

Simplemente él no le temía a nada, ni a nadie y asi lo demostraba desde que lo conocía, mas cuando se trataba de sus seres queridos la cosa cambiaba por ello no pudo evitar sonreír al notar cuan nervioso se ponía al tener que  explicarle a su madre porque demorarían mas de lo acordado en volver a su hogar.

 

 

El camino se hizo interminable, aun en su deportivo, los pasillos eran laberintos sin fin, con destino a cuartos con números y ciclas que parecía cosa de arqueólogos en vez de médicos, hasta que al fin su amigo lo puso enfrente de una puerta diciéndole que habían llegado.

 

 

Escucho ha alguien decir que no necesitaba nada, mientras su brazo tapaba por completo su rostro. Akihito entonces tosió soltando de una que le había traído una visita dejándolos solos en esas cuatro paredes.  Cuando el moreno se dio cuenta que se encontraba ahí no podía creerlo, primero le miraba con temor, después con incertidumbre para luego correr hasta el para abrazarlo y llamarlo Hiro-san un sinfín de veces.

 

 

Le llamo baka entre medio de gemidos lastimeros, mientras él le pedía que no llorara que eso no le hacia bien, mas no le importo porque era lo mínimo que podía hacer ante aquel ser tan maravilloso que no solo le amaba, sino que también le había alargado sus expectativas de vida por un buen par de años aun encontrándose con sus reprimendas y regaños por tal estupidez.

 

 

“Te amo” le había dicho mientras lo abrazaba con ahínco “y si es necesario te daría hasta mi corazón para que siguieras con vida” menciono para darle un beso en los labios ante su mirada incrédula “Mi vida sin ti no vale nada Hiro-san, eso ya deberías saberlo, porque antes de ti solo era uno del montón, pero después de ti soy alguien y todo gracias a ti” termino por decir  mientras el castaño le tocaba justo en el lugar donde el mismo tenia cierta cicatriz debido a un reciente trasplante de órganos.

 

 

Era un dia hermoso y tal como hacia cinco años tanto el como su amado regresaban aquel parque para recordar el dia en el que se conocieron accidentalmente para amarse por el resto de sus vidas, sin importar el tiempo que les quedase.

 

 

 

 

 

FIN

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Espero que les haya gustado la historia.

Como siempre gracias por leer y mucho mas por comentar.

P.S.: Perdon a todos los que leen "La Caida Del Angel", aun no me sale la conti pero espero que pronto pase algo.


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