Las semanas pasaban volado, tan rápido como mi aburrimiento en surgir de nuevo. Mi madre me visitaba, pero no tanto como Akira. Me había convertido, algo así, como en el consentido de Reita. Con decir que hasta trató de cocinar algo para mí, basta para que se entienda; aunque terminé siendo yo el que cocinó después de tratar de darle una mano. Al menos fue un gesto muy lindo de su parte.
Mi salud seguía igual, no mejoraba y tampoco empeoraba, eso me desmotivó bastante. Llegué hasta a pensar en qué es lo que haría luego de retirarme como músico. Incluso me puse a considerar algún trabajo tranquilo para ganarme la vida. Pero esos malos pensamientos acababan cuando Akira me visitaba, trayendo con él nuevas noticias de la banda, que me alegraban no solo el día, si no la vida. Al fin y al cabo, mi banda seguía adelante a pesar de tener a la carga en la que me había convertido yo.
Aún me había dejado muy pensativo aquello que pasó con Reita esa mañana. Luego de eso él me visitó constantemente como lo había dicho, no parecía avergonzado ni nada por el estilo. Pero algunos sentimientos que nunca habría sospechado que podía sentir, comenzaban a despertar en mi interior.
-¿Porqué tienes tanto jugo de manzana en tu refrigerador?-
-Pues, me gusta mucho. Y se me acaba muy rápido-
-Nunca vi a alguien obsesionarse tanto con el jugo de manzana. ¿Te importa si tomo una botella?-
-No me preguntes esa clase de cosas, ésta es prácticamente tu casa- Contesté soltando una carcajada mientras leía una revista.
-Es que si no lo hago ciento que soy un maleducado o algo así-
-Por favor Reita, me sorprende que una persona como tú pregunte esa clase de cosas-
-¿A qué te refieres?- Levantó una ceja.
-Nada, nada- Volteé una página.
-Y dime, ¿No te ha ocurrido nada mientras yo no estuve?- Se sentó a mi lado.
-Si hablamos de cosas malas, no. Aunque si me hubiese pasado algo te lo contaría, no te preocupes por eso-
-Entiendo, pero nunca está demás preguntar- Se acomodó. –Por cierto, el jugo de manzana me gustó. Creo que te tomaré una botella a diario- Se rió graciosamente.
-Mientras no me lo acabes… Porque ahí sí que me desespero, enserio-
Ambos nos reíamos de cada cosa que el otro decía. Y así pasábamos la mayoría del tiempo.
-Oye Reita…-
-¿Si?-
-Cuando dijiste que me querías, ¿Era enserio? Porque yo sí lo dije de verdad-
-Claro que lo dije enserio. Yo no miento- Me sonrió.
En eso sonó el timbre. Debía atender la puerta así que me levanté y me dirigí a ella. Eran Aoi, Ruki y Uruha. Parecían un poco molestos, pero no conmigo exactamente.
-¡Buenos días Kai!- Dijeron todos sonriendo.
-Buen día, pasen-
Entraron todos pidiendo permiso. Y se pararon en frente de Akira, yo sólo me quedé observando con una botella de jugo en la mano.
-¡¿Porqué no fuiste al ensayo de hoy?!- Preguntó Ruki a Reita un poco enfadado.
-Es que...- Sólo se rascaba la cabeza.
Enseguida saqué mi conclusión. No tenía idea de que Akira llegaría tan lejos para estar conmigo.
-¿Faltaste a un ensayo para venir a verme?- Le pregunté.
-Supongo que sí- Uruha respondió por Reita. –Akira, sé que tu intención es cuidar de Kai, pero estoy seguro de que él es capaz de ser tan independiente como los demás, y cuidarse por sí solo. ¿No, Kai?-
-Así es- Respondí.
-Lo siento, sólo quería ayudar. No lo haré más- Aclaró con una voz un poco baja y apenada.
Luego de una breve charla los chicos partieron, diciendo que sólo eso querían aclararle al descuidado de Akira. Y se disculparon por molestar. En esos momentos yo también me molesté un poco, pues me había puesto antes que la banda, y eso no estaba bien.
Reita se encontraba callado, apoyando su barbilla sobre una de sus rodillas en el sofá. En ese momento comprendí que era hora de dejar en claro algunas cosas. Me senté a su lado y me acerqué.
-Akira, mírame-
-Querer estar junto a alguien que quieres no es nada malo, ¿no?- Me preguntó antes de que yo le dijera algo. -En mucho tiempo no había querido así a alguien, por favor, entiéndeme-
En ese momento me di cuenta de que no debía hacerle falsas esperanzas. Porque ni siquiera yo mismo esperaba salir con vida de aquella enfermedad, era horrible pensar una cosa así. Pero me tomó mucha fuerza de voluntad convencerme a mí mismo de mi estado.
Tomé una de sus manos y la acerqué a mi pecho.
-¿Lo sientes?- Di un suspiro y cerré los ojos. Los abrí de nuevo y continué. –Mira, en algún momento, quizá inevitablemente, este corazón deje de latir para mí. Y eso no lo podrá impedir nadie. Por eso quiero que me prometas una cosa si algo me llegase a pasar…-
-No… No digas eso- Las lágrimas comenzaban a inundar sus ojos. Continué hablando, a pesar de que mis ojos también estaban mojados.
-Por favor, prométeme que te encargarás de la banda, y la llevarás lejos. Sólo te pido eso-
Se secó las lágrimas y respondió con un “si” con la cabeza.
-Kai… te quiero- Me abrazó y escondió su rostro en mi cuello.
-Lo sé-
-No, no entiendes- Se separó de mí. –Yo de verdad te quiero- Me besó.
Fue raro que mi compañero de banda me besase. Pero fue tan lindo, que parecía que había dado el primer beso por segunda vez. Aquellos labios suaves y tibios se sentían verdaderamente bien.
Separó sus labios de los míos y tomó mi rostro con sus manos.
-¿Tú me quieres de esa misma forma?-
Pensé un momento, y tomé sus manos con las mías.
-Sí-
-Entonces sé mi pareja- Me propuso con mucha seriedad, pero al mismo tiempo con amor. –Estoy dispuesto a cuidarte hasta el final, por favor…-
Qué más puedo decir, acepté.
Acepté sin pensarlo dos veces, porque sabía que si no saldría con vida de esa enfermedad, tal vez lo lamentaría. Desde ese día, todo mejoró, excepto mi salud. Aunque ya comenzaba a acostumbrarme a aquellas puntadas de dolor en el pecho de vez en cuando. Sus besos calmaban un poco el dolor.
* * *
-Yo creo que igual mejorarás. De verdad lo creo- Opinó Akira cuando salíamos del hospital.
Íbamos tomados de la mano, regresábamos de hacerme un estudio semanal respecto a mi corazón. Aunque los resultados no mejoraban, Reita tenía esa esperanza incrustada en él, y nadie se la podía sacar.
Atravesamos el parque para acortar camino. Pero nos llevamos una sorpresa enorme, bueno, más bien Akira se sorprendió más. Era Ruki, sentado en una banca con su mascota.
-Oye, ¿Deberíamos explicarle algo antes de que nos vea tomados de la mano?- Me preguntó un poco nervioso.
-Claro que no, no hace falta explicar nada. Tú sólo quédate callado y confía en mí- Exclamé sonriéndole con confianza.
Llegamos a donde se encontraba Ruki.
-¡Hola!- Saludé con entusiasmo. Reita se quedaba callado, ¡Qué gracia me daba verlo tan avergonzado!
-Hola chicos, ¿Qué hacen por aquí?- Nos preguntó levantando la mirada de su teléfono.
-Regresamos de hacerme unos estudios. Todo normal-
-Espero que mejores, por cierto, ¿Por qué andan de la mano? Ninguno se perderá ni nada- Su rostro era pura duda y curiosidad.
-Oh, es que…-
-Es que somos pareja- Reita me interrumpió y completó la frase.
-¡¿Qué?! ¿Hablas enserio? ¿Cuándo pasó esto?- Ahora estaba completamente perplejo.
-Es una larga historia- Contesté. -¿Se lo informarías a los otros? Me harías un gran favor-
-Seguro- Peinaba su cabello con sus dedos mientras intentaba encontrarle algún sentido a aquella situación.
Nosotros seguimos nuestro camino, al menos el problema de que los otros se enteraran ya estaría resuelto, sólo miramos hacia adelante, y continuamos caminando. Akira aflojó un poco su mano de la mía, pues cuando estábamos hablando con Ruki, sus nervios lo obligaron a sujetar mi mano con fuerza.
-Oye Akira-
-¿Si?-
-Vallamos a comprar más jugo de manzana, que se nos ha acabado-
-Claro…-