Quiero un bozal.
Sí, eso es lo que quiero. Dentro de poco será mi cumpleaños, Uruha. Así que, por favor -y fíjate que te lo pido por favor- quiero un bozal.
Porque quiero ser todo tuyo; quiero ser tu perro.
Dejémonos de formalismos y tonterías banales que no llegan a ninguna parte. Seamos sinceros el uno con el otro, ya va siendo hora.
Tú siempre has querido tener a alguien detrás tuya, a alguien que lama el suelo por donde pises. No quieres sentirte solo, abatido. Y yo estoy hecho para recibir órdenes y entregar lealtad. Así mismo, tampoco quiero sentirme abandonado. Tú y yo estamos solos, aquí y ahora. Pero mi papel siempre ha sido más el de sumiso, al contrario que tú.
Déjame complacerte, quererte, amarte como sólo yo puedo hacerlo. Sonreírte cada mañana cuando abras los ojos y despedirte cuando vayas al trabajo. Esperar con impaciencia -Sabes que más bien soy alocado- tu regreso y que me beses en el cuello, en la nuca...
¿Me escuchas, Uruha? Ah...más bien creo que estoy medio soñando con estas palabras que no sé si alguna vez me atreveré a decirte mientras oigo caer el agua de la ducha.
Y castígame. Quiero que -¿ahora estoy exigiendo?- me regañes, me azotes cuando haga algo mal, cuando me lo merezca. A fin de cuentas es lo que quiero ser; un perro. Un simple perro.
Ponme esa correa que lleva mi nombre en el cuello y haz conmigo lo que quieras, que me voy a dejar.
Ansío sentir tu poder sobre mí. Me siento tan solo y perdido...pero eso ya te lo había dicho...Aun así, lo reitero. Me siento solo y perdido. Pero tú podrías ser mi estrella polar, mi brújula.
Quizá mi corazón se haya vuelto con el tiempo frío y duro.
Y es por eso por lo que quiero sentir esa fuerza visceral tuya. Esa potente voz dándome órdenes, obligándome a hacer lo que no acataría por mí mismo si de mí dependiera.
Debería estar escribiendo todo esto para enviártelo en forma de correo electrónico o se me olvidará todo en cuanto abra los ojos...Pero los perros no escriben, Uruha. Prefiero seguir callado, mirándote con ojos tristes para intentar romper esa fibra sensible en tu corazón...Me da tanta vergüenza que sepas todo lo que me arrastraría por ti...
Pero recuerda que los perros también son dóciles y serviciales.
Por una bofetada tuya babearé, por un grito tuyo gemiré, pero por una caricia tuya...mi vida te daré. Así que, sumiso o no, masoquista o no, lo único que queda subrayado en estas líneas invisibles es todo el amor que por ti siento, amigo mío.
Creo que he escuchado como me llamas. Ya no oigo el agua caer así que, probablemente, has salido de la ducha.
-¡Shiro, Shiro!- Otra vez tu voz pronunciando ese apodo creado con mi apellido. Es un nombre tan de perro...
Abro los ojos muy lentamente, parpadeando.
Y ahí estás. Conforme voy despertando las ideas empiezan a abandonar mi mente, como si ellas mismas escapasen para que no pudiera pronunciarlas.
-¡Shiro!Mi niño...¡ven aquí!- Te sientas en el sofá, recién duchado. Sin pensármelo dos veces me levanto de la alfombra y pego un pequeño salto para subirme ahí donde estás. Un par de vueltas sobre mí mismo y termino apoyando la cabeza en tu regazo.-SHiro...mi perrito... ¿Qué habría hecho yo sin ti? Yuu nos dejó a solas, peque. Pero tú y yo podremos con todo -Un beso en mi hocico. Estoy contento, por lo que mi cola empieza a moverse enérgicamente. Amor de dueño a mascota. Y también al contrario.
Mis párpados se cierran una vez más y, como un milagro, las palabras vuelven a aparecer en mi cabeza. Para cuando despierte seré, de nuevo, incapaz de decirte cuánto te quiero. Pero con las demostraciones vale, ¿Verdad Uruha? Espero que sí, espero que sepas cuánto te quiero.