¡No se juega con el chocolate!
El rubio sonrió.
Se acercó al mostrador y pagó por su compra. Le dio un guiño a la mujer de la caja registradora, dio media vuelta y se marchó por la puerta, con un sonoro clink.
Una vez fuera de la tienda, se cargó las bolsas de suministros en la espalda. Un poco cuidadoso con las botellas de sake y vino especiales, los cuales eran para una ocasión especial. Sí, especial. Ya que todo los días no era San Valentín.
Tenían suerte de que habían anclado en una isla en la que festejaran este día, iba a ser divertido ver la cara de su marimo. Porque, por supuesto, él era su pareja. Mantenían la relación en secreto, buscando un día para decírselo a sus nakama. Y claro, ese día, iba a ser mañana.
Zoro era muy agrio en cuanto a lo dulce se refiero, no solo literalmente, sino también figurativamente. Bastante seco de palabras, un palo bailando y no sabía expresar sus sentimientos, diciendo una cosa totalmente estúpida y sin sentido. El rubio no esperaba que le regalara chocolates, era demasiado terco para eso. Seguramente le espera una sesión de sexo por toda la noche – aunque eso la tenía casi siempre – suspiró.
Lo mejor era llegar al Thousand Sunny antes de los demás. Dicho esto, echó a correr hacia la cala que escondía el barco de la vista de cualquier entrometido – u marines - .
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El peliverde suspiro hastiado.
Miró alrededor del pueblo y volvió a suspirar con fastidio – Maldición, las malditas calles se movieron solas – cosa que ni él, se lo creía. Era obvio que se había perdido.
Estaba rodeado de tiendas de chocolate, de todos tipos, colores y sabores. Encontró una muy llamativa y entró.
Total, tenía que comprarle algún chocolate al rubio, no?
Sanji se expresaba cuando tenía que hacerlo, aunque era muy terco a veces. El rubio prefería cualquier tipo de comida, pero si incluías lo dulce lo tenías en la palma de tu mano. No tenía miedo a mostrar sus sentimientos – dependiendo la situación - .
Él no podía entender la felicidad de todo el mundo por el día de mañana, ¿si solo eran rosas y chocolates? – Cursi – se escuchó decir a sí mismo en sus pensamientos.
Da igual, le iba a comprar los chocolates d mierda al cocinero para que no se anduviera quejando. Compro los chocolates más caros, metió la cajita en su bolsillo y echó a correr hacia el barco. Tenía que esconder los chocolates en algún lugar frio…Tsk… Si cejas rizadas no fuera el cocinero sería más fácil.
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Mmmm, ¿Gianduia* o Cacao*?
El cocinero se debatía entre los dos chocolates. Tal vez… Bombones rellenos de pasta de avellana y también un poco de pasta de cacao en el interior con un poco de sake o vino. Después cubierto de chocolate negro amargo y almendras.
Perfecto.
Puso manos a la obra y tomó un bol, la olla, todo lo que necesitaba para la preparación de chocolates. Aunque… No iba a hacer los de Zoro ahora, lo haría después. Tomo los ingredientes para hacer los chocolates de los demás. Foresta*. Yep, les iba hacer foresta a su querida tripulación. Era un poco más difícil pero valía la pena. Aparte, para sus queridas damas le iba a agregar unas copas de Sanguinaccio con crema batida.
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Al otro día los Mugirawa festejaban alegremente en la cubierta junto con los deliciosos chocolates de Sanji.
- Sanji-kun, esto esta delicioso, ¿Cómo se llama? – preguntó Nami con una copa de chocolate y crema en sus manos junto con una cuchara.
- Es Sanguinaccio, es un pudin de chocolate amargo, aunque le agregue un poco de vino para mis damas – Mientras tanto, los chicos de la tripulación también probaron el pudin, solo que sin crema y alcohol –
- Sanji-san, ¿esto qué es? Esta realmente rico, aunque yo no tendría que comer porque soy huesos… ¡Skull Joke! Yohohohoho –
- Pues, esos son Foresta. Están en forma de flor ya que son capas de chocolate… - el cocinero siguió explicando cómo hacerlo mientras el esqueleto escuchaba atentamente –
- Woooww, Sanji-san, usted es realmente impresionante para hacer eso – alabó Brook impresionado –
- Gracias – sonrió el rubio –
Continuó la fiesta realmente enérgica gracias a la idea de su capitán de desnudarse. Aceptando Franky, Brook, Ussop y Chopper. Los otros cuatro no se desvistieron. Aunque gracias a eso terminaron con chichones en la cabeza de regalo de mi hermosa Nami-swan.
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- Gracias Cocinero-san – atribuyó la morena mientras dejaba a Brook en su cama –
- De nada Robin-chan –dijo el rubio dándole una sonrisa a Robin incluyendo un beso de buenas noches a la pelinegra, quien acepto agradecida –
- Espero que te vaya bien – susurró a lo último la arqueóloga regalándole una sonrisa misteriosa al rubio –
Y cerró la puerta.
Sanji quedo ahí, parado como idiota. ¿Robin sabía? Bueno, eso era de esperarse.
Observó la cocina, estaban las luces encendidas. Sonrió. Juguemos marimo…