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HABITACIÓN 507 por Nasie

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Notas del capitulo:

El primer fanfic que publico, pido disculpas adelantadas por si hay fallos ortográficos.

Espero que os guste, y que alguien se anime a dejar un review.

彡Pov General 彡

Las puertas del ascensor de aquel lujoso hotel, situado en el centro de Seul, se abrieron, dejando pasar a un hermoso joven de cabello rubio, piel pálida y ojos marrones rasgados.

Pulsó el botón que indicaba el último piso y notó como el ascensor subía con ligereza, nunca le habían gustado, cada vez que estaba en uno, la idea de quedar atrapado en él le invadía y el miedo se apoderaba de su frágil y delicado cuerpo.

Su respiración volvió a su lugar cuando finalmente las puertas se abrieron.

Se encontraba al comienzo de un enorme pasillo, ni siquiera recordaba a que habitación debía dirigirse, por lo que sacó una vez más el arrugado papel de su bolsillo trasero, y volvió a leer.

“…habitación 507”

Volvió a guardarlo y comenzó a caminar buscando la habitación que le correspondía. Cuando se encontró frente a esta no sabía si dar un pequeño golpe en la puerta antes de entrar, o simplemente, insertar la tarjeta y pasar  sin dar aviso previo.

Optó por la segunda opción, y cuando se disponía a abrirla una mano se posó sobre su hombro.

-Disculpe las molestias joven, me han pedido que antes de entrar vendase sus ojos, ¿me permite?

Preguntó de manera educada un hombre vestido de frac.

Su mente no asimilaba la pregunta que le acaban de hacer, y a su garganta se le hacía imposible pensar en una respuesta.

-No entiendo, ¿para que…

-Lo siento, yo simplemente cumplo ordenes, asique tampoco conozco el motivo de por qué debo vendar sus ojos, pero me aseguraron que podía estar tranquilo, confié en mi.

Y lo hizo, confió en aquel hombre al que acababa de conocer, pero tampoco le quedaban muchas más opciones, ni siquiera sabía quien se encontraba al otro lado de la puerta, y tampoco para que le habían citado allí, pero llegado a ese punto, ¿qué importancia tenía una venda cubriéndole los ojos?

彡Pov Kibum 彡

El hombre de frac abrió la puerta por mí, y me dirigió a la habitación. Escuché los pasos de una persona que se acercaba, descarté el hecho de que fuese una mujer, o si lo era, al menos no llevaba tacones, pero sus pasos eran fuertes lo que hacía que volviese a descartar la idea del género femenino. Entonces el hombre que hasta ahora me había acompañado quito su mano de mi hombro, y se despidió, cerrando la puerta con cuidado.

Sentí el tacto de una nueva mano sobre mí, esta vez era una mano más fuerte, más grande y ligeramente más ancha. Su tacto me resultó cálido y en cierto modo, familiar. Se situó detrás y apoyó su otra mano en mi  hombro, dirigiéndome a algún lugar de aquella habitación.

Hizo que me sentase sobre lo que supuse que era un cómodo y lujoso sillón, pero él se mantuvo en silencio.

Los nervios se apoderaban cada vez más de mí, y la intriga e incertidumbre se iban haciendo cada vez más presentes. Necesitaba saber quién era, y que me contase que hacía allí y para que necesitaba que llevase una venda en los ojos, pero ni siquiera me atreví a preguntar. Lo único que podía hacer era moverme inquieto sobre aquel sillón  haciendo sonar mis pies contra el suelo.

Sus pasos se alejaron una vez más y pude distinguir el sonido de algún tipo de bebida caer sobre una copa, los pasos sonaron ahora cercanos y aquella cálida mano agarró la mía y posó en esta una copa de fino cristal, la cual se sentí fría a comparación con el tacto de aquel cuerpo.

La poca paciencia que me caracterizaba iba llegando a su fin, y sabía, porque me conocía lo suficientemente bien, que acabaría estallando.

Me armé del valor que no tenía y volví a hablar esperando esta vez poder obtener una respuesta por su parte que me permitiese saber quien ella aquella persona.

-Podrías, por favor, quitarme esto. No entiendo para que lo necesito, además ni siquiera sé quién eres, y como comprenderás esta situación no me agrada lo más mínimo.

Expulsé aquellas palabras con fuerza, decidido, mi paciencia ya se había agotado y su respuesta fue una vez más, la misma, silencio.

-Estoy comenzando a cansarme de este jueguecito, así que o me sacas esto o te juro que…

Mis palabras se esfumaron en el momento en el que noté como el sillón se hundía ligeramente, dándome a entender que el estaba ahora, sentado a mi lado. Intentaba acabar de completar la frase, pero ni siquiera era capaz de montar una palabra y conseguir que esta saliese de mi boca.

Sentí su presencia un poco más cercana y por instinto intenté alejarme, desplazándome más hacia la esquina del sillón.

Su respiración, cálida al igual que su tacto, chocó contra mi cuello y consiguió hacerme estremecer…y entonces,  su tan esperada respuesta, se hizo presente.

-Shhhhh

Un simple y banal sonido, esa fue su respuesta, el primer indicio que me indicaba que la persona que estaba a mi lado no era muda, lo cual había comenzado o plantearme hacía unos minutos.

Aquella mano se paseó lentamente por mi marcada mandíbula, haciendo en pequeño descanso en el mentón y obligándome,  a levantar ligeramente la cabeza.

Mi pulsación se aceleraba en respuesta a su tacto, y comenzaba a creer que tragar saliva era la acción más difícil que jamás había llevado a cabo, pero no aparté su mano, quizá por miedo a su silenciosa respuesta, o porque realmente aquella mano sobre la piel desnuda de mi cuello estaba consiguiendo que dejase de pensar con claridad.

Bajó por este, rozando ligeramente mi manzana de Adan y  como respuesta, solamente pude apretar mis parpados, si él no iba hablar, yo tampoco lo haría.

Sabía que no era bueno seguirle el juego, principalmente porque no sabía a qué tipo de persona tenía al lado, pero desde pequeño me había dejado llevar por los impulsos, e incluso en situaciones como esta, me costaba cambiar mi forma de actuar.

Noté como su mano bajaba ahora lentamente desde mi hombro hasta mi mano, y quitó de esta la copa, posándola sobre una superficie, que por el sonido,  puede saber que era de cristal.

La situación era una clara guerra de silencios, en la cual ambos contrincantes luchábamos por ser el vencedor de dicha batalla. Pero él consiguió su merecida victoria cuando una vez más, los impulsos me movieron, y mi boca no puedo retener aquel pequeño gemido cuando sus dientes mordieron levemente mi lóbulo.

Por su parte, él, dio un suspiro con cierta mezcla de sonrisa y….habló.

-Creí que no hablarías…

 Su voz fue apenas un susurro, que mi oído captó a la perfección gracias a su cercanía, su tono, cargado de sensualidad, golpeó fuerte contra mi tímpano, su boca, rozando contra mi oreja, me hizo temblar, y su mano, igual o más cálida que antes, rozó mi labio inferior de manera tentadora, pero sin duda, eso no fue lo que aturdió mi ya aturdida mente, sino el ser capaz de reconocer aquella voz, la cual estaba demasiado acostumbrado a oír, esa voz melodiosa y  sensual que envolvía no solo a nuestras fans sino también a mí, esa voz que sonaba tan perfecta al decir mi nombre, la voz de alguien , que desde hacía tiempo se había instalado, sin siquiera pedir permiso, en algún lugar de mi corazón…la voz de Jonghyun.

Mis palabras fueron llevadas por un remolino de viento a un lugar lejano y desconocido, al que difícilmente podría ir para traerlas de vuelta.

El calor se instaló en mis mejillas, mi cara ardía, y no me llegaban las manos para cubrirme, la vergüenza, la cual creía no tener, apareció, mientras que deseaba que la venda que tapaba mis ojos,  cubriese también todo mi rostro.

Sus manos agarraron las mías con fuerza para apartarlas, dejándome indefenso, odiaba verme así, y más delante de él, pensaría que era débil y no era eso lo que quería.

Seguramente eso fuese un juego, y yo creí por unos minutos que seguirlo era mi mejor opción, pero mi cuerpo no respondía, las ordenes parecían no querer llegar a mi cerebro.

-Quédate quieto…

De nuevo su voz me afectó, un escalofrío recorrió mi cuerpo.

Sentí como su peso se levantaba de aquel sillón, y como el calor de mi rostro desaparecía lentamente, escuché sus pasos, pero no supe a donde se dirigía hasta que sus manos se posaron en mis hombros, estaba detrás de mí.

-Kibum… ¿qué día es hoy?

Aquella pregunta me desconcertó completamente.

-…jueves

Respondí en un susurro casi inaudible, pero él lo había oído, su respuesta me lo afirmaba.

-sí, jueves, pero sé más concreto, si aciertas…prometo quitarte la venda.

No entendía su petición, me estaba tratando de tonto, ¿intentaba decirme que era demasiado despistado y que ni siquiera sabía en qué día vivía?

-….Jueves, catorce de febrero…

Y en ese momento me di cuenta, si era una broma había llegado muy lejos, y estaba perdiendo toda su gracia a medida que pasaba el tiempo.

-Muy bien Kibum…has acertado

Respondió el susurrándome al oído.

Noté como sus manos deshacían el pequeño nudo, que el hombre de frac había hecho minutos antes, y la venda, fue retirada permitiéndome abrir los ojos.

Frente a mí una pequeña mesa de cristal, como había supuesto, con dos copas sobre esta y al fondo un enorme ventanal, que me permitía ver la luna y las luces que decoraban la cuidad a aquella horas de la noche.

Me levanté con calma y me acerqué al ventanal para poder ver mejor, pero mi mirada se perdió en la enorme habitación, era claramente una suite, en la última planta de un suntuoso hotel del centro, la broma, le había salido cara.

La enorme cama del fondo llamó mi atención,  me acerqué a ella quedando justo a sus pies y observé el hermoso cuadro que había decorando la pared. De repente sus brazos rodearon mi cintura y me aprisionaron contra su pecho, dejando descansar su cara en mi hombro derecho.

-…. ¿y qué pasa el catorce de febrero Kibum?

Sabía perfectamente la respuesta, y sabía las ganas que él tenía de oírla salir de mi boca para después burlarse y decir que había sido una simple broma, asique no le di el gusto de escucharla .

-Acaso… ¿no lo sabes?

Preguntó burlón, en un intento de que cayese en su juego.

-¿…debería explicártelo….Key?

Otra vez había jugado sucio, sus susurros me dejaban en clara desventaja.

Se giró sin soltarme del todo, colocándose ahora frente a mí.

-…veo que quieres que te lo explique…

Dijo esta vez con un tono juguetón que comenzaba a….excitarme.

Su cuerpo se pegó todavía más al mío haciendo desaparecer al espacio vital, y sus manos se situaron ahora en mi nuca, mientras que sus dedos jugaban con los mechones de pelo mal colocados, y la distancia entre nuestros rostros también comenzaba a hacerse casi inexistente, hasta el punto de notar su respiración sobre mis labios, pero no lo hizo, no me besó. Su nariz comenzó a pasearse por mi cuello, y sus labios rozaban esa zona, zona en la cual, era especialmente sensible. Sus manos fueron bajando por mis costados lentamente hasta posarse  en mis caderas, y acercándome más hacia él. Su boca estaba ahora en mi oreja, respirando contra ella haciéndome temblar entre sus brazos, cosa que parecía divertirle, pues podría asegurar que en ese momento estaba sonriendo satisfecho por su buena actuación.

-… ¿te lo explico mejor, o ya lo vas entendiendo?

Intenté con todas mis fuerzas controlar esta vez mis impulsos, impulsos que me llevarían a acabar con la distancia y besar sus labios, y lo conseguí, esta vez paré a mis impulsos, pero….él no paró los suyos, él no paró su juego.

Noté como su labios se posaron sobre los míos, y aunque en mi interior estaba dando saltos de alegría, una parte de mi sabía que ese era un juego absurdo al que a Jonghyun hoy le apetecía jugar, quería corresponderle, necesitaba hacerlo,  pero mi orgullo me gritaba que no lo hiciese, y finalmente…mandé a la mierda a mi orgullo.

Correspondí su beso, como nunca antes lo había hecho, dándome cuenta que  quizá esa era la única y última oportunidad que tendría para hacer parte de mis sueños realidad. Y a él, parecía no importarle, pues su juego no paró, sino todo lo contrario, fue a más.  Su lengua ya estaba en mi boca quitándome el poco aire que me quedaba en los pulmones, y al notarlo se separo, el tiempo justo y necesario para coger aire y volver a repetir la acción una vez más.

Ya no me importaban los impulsos, los juegos ni el orgullo, me importaba eso, lo que estaba pasando y lo que estaba sintiendo, nada más, eso era lo único que ocupaba mi mente en eses momentos.

Una vez más, obligados por un tercer factor, el oxigeno, nos separamos.

-Ven

Dijo su voz contra mis labios. Su mano agarró la mía y me dirigió hacia una puerta cercana. Me pidió que cerrase los ojos, y sin dudarlo un segundo lo hice,  parecía no fiarse y colocó sus manos sobre estés, abriendo la puerta con un ligero movimiento de pié.

Sus manos dejaron a mis ojos libres, y yo, interpreté dicha acción como un consentimiento a que mis ojos volvieran a abrirse.

Seguramente mi mandíbula se encontraba ahora en el suelo, entre mis pies. Una enorme bañera de forma medio circular se situaba en la esquina de aquel elegante baño, el vapor salía de esta, dejando los cristales completamente empañados.

Sin previo aviso sus labios se hicieron dueños de mi cuello y comenzó  dejar pequeños besos de forma dulce y delicada, pero una vez más, me sorprendió, noté sus dientes mordiendo esa zona tan sensible y un nuevo gemido se escapó de entre mis labios.

-Jonghyun…

Dije en un susurro, no reconocía mi propia voz sonaba débil pero a la vez suplicante, seguramente él estaría pensando en ese momento que había sido fácil hacerme caer en su trampa, pero no me importó, porque si la trampa era esa, estaría encantado de caer en ella una y otra vez.

Sus manos se deslizaron desde mis hombros por todo mi pecho, hasta llegar al primer botón de mi chaqueta y abriéndolo lentamente con sus dedos, sus labios no se separaban de mi cuello, y yo tampoco quería que lo hiciesen, me sentía como en una nube en ese momento.

Cuando  terminó con aquel botón, pasó al siguiente, al mismo tiempo que mordía otra vez mi cuello, y finalmente llegó al último botón, le llevó más tiempo del normal, o eso me pareció a mí, quizá estaba intentando desesperarme, y si era así lo estaba consiguiendo, quería quejarme y decirle que me quitara ya la chaqueta, pero sabía que se reiría de mi impaciencia.

La chaqueta había desaparecido, seguramente se encontraría en alguna parte del baño, pero a ninguno de los dos nos importó ese detalle, y menos a mí, me sentía ansioso, a pesar de que tenía claro que no iba a suceder nada más que lo que ya estaba sucediendo, pero otra vez me sorprendía con su actitud, lanzada y despreocupada, colando sus manos por debajo mi camiseta.

Temblé, sí, su tacto me hacía temblar con cada roce, y el pareció notarlo, por lo que quito sus manos y me miró a los ojos. Me sentí mal por mi acción involuntaria,  ahora pensaría que no quería que eso sucediera, y si él pudiese leer mis pensamientos sabría, que lo que estaba sucediendo era lo que más deseaba.

Comencé a dudar de su capacidad para leer la mente cuando me mostro una sonrisa medio torcida y de lo más sensual y volvió a  colar sus manos bajo mi camiseta, haciendo que volviese a temblar. Lo miré como queriendo pedir perdón por eso y él solo se pegó más a mí y aprovechó para dejar un nuevo beso sobre mis labios.

A sus manos parecían no agradarle mi camiseta, y se deshicieron de ella mandándola lejos, al igual que a la chaqueta que minutos antes había sufrido el mismo destino.

Sentí vergüenza,  sus ojos parecían devorarme y yo no sabía qué hacer, la desventaja era clara, mientras que yo ya estaba medio desnudo, él seguía escondiendo su cuerpo bajo esas incomodas prendas, las cuales impedían que mi vista pudiese deleitarse del mismo modo que parecía hacerlo la suya.

Mordí mi labio desesperado, quería hacer lo mismo que él había hecho con mi parte de arriba, mandarla lejos, pero no sabía ni siquiera como hacerlo, ¿debería pedirle que me dejase quitársela, o simplemente actuar?

Las palabras no salían de mi boca, asique no pregunté nada, simplemente me acerqué y se la quité.

Pareció sorprenderse por mi repentina acción pero no me importo, y cuando él se disponía a decir algo, lo callé con un beso, beso que hizo que me faltase él aire, pero no quería despegarme de él, y me negué a  hacerlo. Rodeé con mis brazos su cuello y me apegué más a su cuerpo, notando sus perfectos abdominales rozar contra mi plano y blanquecino vientre.

Mi nuevo enemigo, el aire, volvió a obligarme a separarme de sus labios, y odié él hecho de que el oxigeno fuese algo tan importante.

Escuché su leve risa contra mi oreja y volvió a susurrarme

-¿Estás impaciente? Porque yo si lo estoy…y mucho.

El gemido que se escapo una vez más de mi boca fue mi respuesta y sus palabras consiguieron que mis ansias aumentasen todavía más.

Se acercó y me hizo caminar hacia atrás hasta que mis pies chocaron con el borde de aquella inmensa bañera.

-Siéntate.

Lo hice, me senté en la piedra de mármol que decoraba el borde de la bañera y lo miré, intentando averiguar para que necesitara que me sentase.

Se arrodilló y me quitó las creppers con rapidez, y poco después los calcetines, haciendo lo mismo con lo suyo. Se levantó e hizo que me levantase. Sus manos rozaron mi bajo vientre, y como de costumbre volví a temblar, era como si me mandase corrientes eléctricas.

Cuando sus dedos agarraron el botón de mi pantalón, comencé a ponerme más nervioso, mi mente hacía tiempo que hacía dejado de pensar con claridad y solo podía dejarme llevar por el tacto de aquellas manos. Bajó mis pantalones con lentitud y yo miré a algún punto de aquella pared avergonzado, comenzaba a sentir nuevamente mis mejillas acaloradas y sabía que me estaba mirando, pero yo no quería que mi mirada se cruzase ahora con la suya.

Escuché como sus pantalones vaqueros  caían al suelo también, junto con los míos y no puedo evitar que mi mirada se dirigiese hacia sus piernas, pero no me atrevía a levantar la vista y menos cuando vi como sus pies descalzos caminaban hasta estar a tan solo unos pasos de los míos.

-Kibum…bañémonos… ¿sí?

Su voz sonaba ahora  más cariñosa, seguro intentaba hacer eso para relajarme, pero… ¿pretendía que a lo hiciese metiéndome desnudo en la misma bañera que él? Aquello no me relajaba para nada. Obviamente aun una prenda tapaba nuestros cuerpos semidesnudos, y supuse que no había dicho ni hecho nada al respecto porque sabía que estaba nervioso, pero no se lo iba a demostrar.

-Gírate…. por favor.

Si, acababa de pedirle que se girase, me sentía demasiado avergonzado como para que aún encima me observase mientras me desprendía de aquella última prenda, y él pareció entenderlo y hizo lo que le había pedido.

En cuanto se giró quité esa última prenda lo más rápido que mis temblorosas manos me lo permitieron y me metí al agua, estaba en una temperatura agradable, y al sentarme comprobé que la espuma cubriese mi desnudez.

Me giré levemente para decirle que ya podía girarse, pero descubrí que ya lo había hecho, y no solo eso, ya se había quitado su ropa interior y estaba metiéndose él también en el agua.

Aparté mi mirada de su cuerpo más avergonzado todavía, y me aleje un poco, lo máximo que la bañera me lo permitía, pero él me siguió y se sentó a mi lado agarrándome de la barbilla para que lo mirase y me besó nuevamente intentando calmarme.

No paró hasta conseguir acomodarse detrás mío y hacer que recostase mi espalda sobre su pecho, sintiéndome más nervioso, podía notar su cuerpo contra él mío y con su cuerpo, me refería a todo, y aquello me incomodaba ciertamente, jamás me imaginé en una situación así con él.

Miento, si me lo había imaginado, demasiadas veces para ser sinceros, pero me avergonzaba reconocerlo y era algo que consideraba improbable e imposible totalmente, y ahora que esas imaginaciones se hacían realidad, no sabía cómo afrontar la situación.

Me abrazó con más fuerza todavía y comenzó a repartir besos por todo mi cuello y parte de mi nuca.

-Jonghyun….

En ese momento sus brazos me soltaron y creí que ese era el fin del juego hasta que noté la esponja llena de jabón sobre mis hombros acariciándolos con delicadeza.

-Jonghyun, me he duchado antes de salir de casa y… puedo enjabonarme yo perfectamente, no hace falta que…

-Pero quiero hacerlo.

Su respuesta me sorprendió, siempre conseguía hacerlo. No dije nada más al respecto y dejé que él lo hiciese por mí.

El tiempo pasaba y notaba como mis pies se arrugaban debido al agua caliente, pero quería permanecer así todo el tiempo posible, con él a mi lado, y sin que el tiempo importase.

-Deberíamos salir ya… ¿no crees? Además la cena se enfría…

Asentí y volví a apoyar mi cabeza sobre su pecho, dejando que él depositase en beso en mi cabello húmedo.

Salimos y me ofreció un albornoz, el que cogí rápidamente para cubrirme y él cogió el otro,  su mirada se posó sobre mí, me sonrió y se acercó. Sus brazos rodearon mi cintura y volvió a darme un beso, esta vez en mis labios.

-Vamos.

Dijo agarrando mi mano y dirigiéndome hacia la  mesa que se encontraba en un lugar de aquella enorme y lujosa suite,  movió mi silla de forma caballerosa, para ofrecerme asiento y cuando me senté él se fue al suyo.

La comida tenía una pinta exquisita, pero yo no tenía hambre, el tenedor que mi mano sujetaba, temblaba y era incapaz de pincha un simple alimento y dirigirlo hacia mi boca, necesitaba que me contase a que se debía todo eso, pero no quiera hacer esa incomoda pregunta.

-¿Sucede algo?

Preguntó con un rostro que denotaba preocupación.

-No, solo que…

-¿Qué quieres saber Kibum?

Sin duda, debía de poder leer la mente, sino esto no tenía explicación.

-¿Por qué… por qué todo esto?

Finalmente hice la pregunta, y mi mirada bajo otra vez al plato, el cual seguía igual de lleno que al principio.

-Veo que no tienes hambre.

Acababa de esquivar mi pregunta de forma audaz y se levantaba de la mesa sin dirigirme la mirada. Se acercó y me levantó de manera un tanto brusca de la silla, comenzó a caminara hacia mí, y yo comencé a retroceder, pero finalmente mi pies chocharon contra el final de la cama, tropecé y caí sobre esta, pero él no paró sus paso y se acomodó sobre mí, apoyando una pierna a cada uno de los lados de mi cadera y colocando sus brazos a ambos lados de mi cabeza, acercando su rostro cada vez más al mío.

-¿Estás seguro de que quieres saber por qué he hecho todo esto?

Mi cabeza asintió como acto reflejo, una parte de mi ansiaba saber la respuesta, mientras que otra temía oírla.

Sonrió de lado, como asombrado por mi respuesta.

-Eres demasiado testarudo Kibum…

Sentí que mis ojos se llenaban de lágrimas, me estaba arrepintiendo de haberle dicho que quería saber la respuesta, mi respiración se volvía entrecortada y a mis ojos les costaba cada vez más contener las lágrimas que luchaban por salir…

-Te lo diré entonces Kibum, ¿sabes por qué he hecho esto?- Mi cabeza negó repetidas veces- ya tampoco lo se Kibum…-se quedo mirándome fijamente en silencio y volvió a hablar- creo que me dejé llevar por los impulsos olvidándome de mi orgullo…-y volvió a quedarse callado-…pero creo…no, no lo creo, estoy seguro de esto…

-¿De qué?

Pregunté con miedo esperando que no dijese que estaba seguro de que eso era un juego.

-Estoy seguro de que te quiero Kibum, completamente seguro.

Mi corazón intentaba salir de mi pecho, golpeándolo con fuerza, mis lágrimas ganaron la batalla contra mis ojos y consiguieron salir, recorriendo mis mejillas sin pedir permiso, pero creía, no, no creía, estaba seguro de que esas lágrimas eran de felicidad, porque yo también lo quería.

Vi como una sonrisa adornaba sus labios y me besó, una vez más, probablemente acababa de leer mi mente.

-Jonghyun…

-Key, ¿todavía tienes hambre?

 Su pregunta dejaba entrever cierto tono irónico pero me limité a responder y negué, no la tenía, y tampoco la había tenido antes.

Su sonrisa, ahora era diferente, y hacía que mis nervios volviesen a hacerse presentes.

-Me alegro, porque tengo planes mejores para ahora, pero tranquilo…dicen que el ejercicio da hambre… ¿no?

..Sí, eso decían, asique podía ir encargando un bufet libre para la mañana siguiente, porque toda una noche de ejercicio, seguramente conseguiría que me levantase hambriento.

 

 

 

 

Notas finales:

Gracias a los que han leido :)


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