Hwang Minhyun se sentó en una de las bancas que se encontraban en el patio de su escuela, se coloco cabizbajo y de pronto vio como pequeñas gotitas se marcaban en su pantalón, coloco sus manos en su frente y sus uñas alcanzaban la cabeza enterando con ellas la superficie, tratando de llorar más por el dolor en su cabeza que por la vida que le había tocado tener.
Se paró de la banca donde se encontraba sentado, se seco las lagrimas con furor, miro con orgullo hacia el frente dejo que es viento juagara con su cabello formando pequeños nudos, respiro con tranquilidad unas cuantas veces y al terminar se dirigió a su salón de clases.
-Hwanh Minhyun ¿Dónde estaba? ¿Sabe que tiene clases, no?- sermonea su profesor al entrar al salón.
-Lo sé, estaba en la enfermería, no me sentía muy bien.
-Está bien, siéntese y no moleste.
Se sentó en su asiento mirando con desprecio a cada una de las personas que se encontraban en el lugar, cerrando los ojos y pensando ¿cómo seria su vida si tal vez jamás hubiese nacido? Su Madre no estuviese llorando y tratando de matarse cada vez que puede porque un hombre la deja tirada en una cama con un par de billetes.
Sonó el timbre y los alumnos salieron del salón con desesperación, como si alguien los llamara con apuro, como si afuera estuviese un banquete y ellos fuesen grandes y asquerosos cerdos.
-Hey tú, el hijo de prostituta- Le gritó un chico de contextura gruesa, con grandes músculos y una cabellera amarilla.
-Te dije que no la llamaras así, o… - dijo dándose la vuelta con una cara cansada.
-¿O si no qué? ¿No recuerdas quien soy Minhyun? Soy Baekho, conmigo nadie se atreve a meter ¿entendido?- menciono poniendo énfasis en “nadie”
Minhyun se volteo y siguió caminando con naturalidad, cuando una mano lo detuvo por un hombro y al voltearse un impacto azotó con su rostro haciéndolo caer inmediatamente al suelo.
-¿Te atreves a ignorarme?- Comentó sorprendido Baekho.
Una rueda de personas se coloco en su alrededor muchos comentaban y gritaban “Golpéalo” o “Pelea” las chicas comentaban con un tono asustado “Su boca esta sangrando”
-L-lo siento
-Lo siento nada- Replicó Baekho.
Baekho lo sostuvo por la nuca y lo guió al baño de caballeros, al entrar lo tiró con brusquedad hacia la primera pared que sus ojos capto. Minhyun cayó al suelo. Cerró los ojos y lanzó un pequeño suspiro de dolor.
-Veamos si te atreves a volver a ignorarme- Gruño mientras levantaba al inocente por el cuello de su camisita y lo golpeaba de nuevo en la cara.
Minhyun cayó de nuevo al suelo, sentía que su rostro ardía, que tenia millones de miradas a su alrededor, sentía el flash de algunas cámaras y sentía las carcajadas de miles de personas, también podía escuchar voces de niñas gritando “Basta ya, lo mataras”. Tal vez era lo que más quería, morir.
Baekho ahora golpeaba su estomago, de vez en cuando sus costillas. Haciendo que este lanzara gritos ahogados y cerrara con fuerza sus ojos.
-¿Aprendiste tu lección?- Expresó el bravucón acercándose a su cara.
-Sí…
-Esta bien, nos vemos mañana amigo- Comentó dándole su mejor sonrisa y una palmada en el hombro.
De pronto sintió como todos se iban, todos se alejaba y el permanecía ahí, tirado, exhausto y por supuesto, solo. De alguna manera estaba acostumbrado a esto, porque este era su día a día, esta era su vida, rodeado de personas que le lanzaban la sonrisa más falsa que podían tener, personas que le restregaban en la cara que su vida era mejor que la de el, personas que le decían “seré tu amigo” y luego lo guiaban a los baños y le daban su buena lección por haberle dado la espalda.
Minhyun estaba cansado de su vida, estaba cansado de las personas falsas y creídas, estaba cansado de todo.
Odiaba a su Madre por haberle dado esta vida, por haberlo echo pasar vergüenza por ser una mujer que vende su cuerpo, pero aún así era extraño, porque le agradecía y hacia que se sintiese aún peor por hacer ese tipo de trabajo sucio por tratar de sacarlo de la miseria, por tratar de que su vida no fuese el mismo infierno que el de ella, odiaba a su Padre por haberlo abandonado y hacer que su Madre hiciera todas esas cosas, pero más que a nadie se odiaba a si mismo, se odiaba por ser una carga, por ser el pequeño fragmento de tierra en el ojo de las personas.
A veces se preguntaba si había echo algo mal en su vida pasada y dios quiso pagar su condena haciendo que su nueva vida fuese el infierno en tierra.
Con la poca fuerza que le quedaba se levanto con dificultad, ayudándose del lavabo que se encontraba a su lado.
Ya parado lavo su rostro, se acomodo el uniforme y finalmente lazó la mejor sonrisa que este poseía, haciendo brillar sus ojos, viéndose como la persona más hermosa que Dios pudo crear.
Salió de los baños con orgullo y se dirigió a la salida, esperando que el día terminara pera que uno nuevo empezara, uno nuevo día para cualquier persona normal, una nueva esperanza de poder escalar y salir del infierno para Hwang Minhyun.