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De Amor, Sexo, Drogas y otras adicciones por Chena_echelon

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Notas del fanfic:

Bueno una historia que me nació de la nada, espero que la disfruten, además es un suplemento para llenar el vacío del segundo capítulo de mi otro Fan Fic, éste no es tan cursi como el otro ya que debo tener equilibrio XD pero nada, espero que lo disfruten! 

(Y si quieren pasan a leer mi otro fan fic, que está vez me esforzare para mejorar la narración!) 

 

Notas del capitulo:

Los personajes no son míos, son del Gran Masashi Kishimoto (Cómo ya saben y nada a leer!)

De Amor, Sexo, Drogas y otras adicciones.

Adicción: Es una enfermedad primaria, crónica con factores genéticos, psicosociales y ambientales que influencian a su desarrollo y manifestaciones. La enfermedad es frecuentemente progresiva y fatal. Es caracterizada por episodios continuos de: descontrol sobre el uso, uso a pesar de consecuencias adversas, y distorsiones del pensamiento, más notablemente negación.

A veces la vida cambia radicalmente, es tan sorprendente que adaptarse es difícil. A veces uno cree que su vida es perfecta, pero es porque no ha intentado cambiar la rutina en la que se ha inducido gradualmente. A veces el sexo calma esa ansia de ser correspondido emocionalmente, pero simplemente lo calma, no lo sacia.

Sasuke Uchiha acababa de terminar un largo día laboral, trabajar de editor en una revista de moda era un poco agobiante, más bien si su asistente era una de las chicas ciegamente enamorada de él. Se compadecía de aquellas mujeres que los seguían sin conocerlo. Que se creían que con sólo un cuerpo bonito era suficiente para conquistarlo. No es que fuera un virginal buscando el verdadero amor, simplemente se desahogaba sexualmente cuando quería – lo que era casi siempre que podía - , pero no buscaba cuerpos atractivos, no llegaba a nada más allá con alguna persona que realmente era un cerebro hueco.

Aún no quería comprometerse con nadie, y si así lo fuera buscaría alguna amiga tan desesperada como él para casarse y que formaran una familia. Sólo tenía dos amigas que toleraba; Sakura Haruno y Hinata Hyuuga. La primera estuvo años enamorada de él, hasta que se decidió que era un caso perdido y se interesó en algún chico de su universidad de arquitectura. La segunda era su amiga más fiel y conciliadora, si bien con él se mostraba indiferente e incluso fría, con el resto se comportaba  nerviosa y tímida. Pero aún con todo ello en contra, sabía que podía contar con ella.

Si decidiera casarse con una; sería con Hinata, no obstante ésta no aceptaría ningún trato llano y sin amor. Por lo que por ahora de compromisos nada. Además tampoco se quería casar con Hinata, fingía ser dulce cuando sólo era un “chico” más. Si fuera en un caso desesperado; tal vez. Por opción propia; nunca.

Tenía que llegar a su moto que se encontraba en el estacionamiento, aquel día tenía que pasar a comprar ciertas cosas por lo que trataba de apurar el paso lo máximo posible y no toparse con nadie que lo distrajera. Pero claro, el mundo prefería colocarle retos a superar.

- ¡Sasuke-kun! – Chilló Ino, su asistente desde el ascensor. Si bien la chica era bastante agradable para trabajar con ella, cuando se trataba de hablar algo más personal se comportaba como una completa zorra. Con desgano se detuvo y la espero, ella a un trote un poco lento llegó a su lado sonriendo. Al llegar a su lado su mirada se perdió en su persona.

- ¿Qué sucede? – Preguntó de mala gana, no se iba a quedar todo el día esperando que la chica saliera de su nube de adoración hacia él. Estaba cansado, de mal humor y quería llegar a su casa a descansar tomando un café amargo y viendo algún programa basura de televisión o leyendo un libro. La mujer volvió de su trance y sonrió casi con lástima hacia ella misma.

- Bueno, Tsunade quería saber si ibas a ir tú a la semana de la moda, o preferías que eligiera a otra persona. – Le explicó con delicadeza, sabía que si le demostraba un poco de interés de que fueran juntos, él se iba a negar.

Sasuke sonrió internamente. Su jefa Tsunade le hacía elegir a él si se quería hacer cargo de uno de los eventos más importantes de la revista que se iba a llevar a cabo en Italia. Eso significaba poder, él tenía poder. Aquello, le alegró la tarde. No obstante, no le agradaba mucho la idea de estar siguiendo a cada una de las modelos de la pasarela, aún cuando sólo era editor debía actuar como un entrevistador, casi pegado al fotógrafo que le fastidiaba en demasía, más Ino que tendía a tomar nota de todo, hasta lo más minúsculo, a lo cual él después debía  corregir.

- Mañana le responderé, son dos semanas y debo hablarlo con mi familia por si hay algún evento importante. Así que si es sólo eso Ino, adiós. – Sin escuchar su respuesta dio media vuelta y caminó hacia el aparcamiento, si salía con rapidez lo más probable es no se topará con nadie más.

 

Tuvo suerte y con lo único que se encontró fue con su Ducati 999 color rojo, era una moto con un atractivo particular para ser medio de transporte. Tomó el casco y se lo posesionó sobre su cabeza ocultado su cabello negro con destellos azules. Se subió a la moto e hizo gruñir al motor, provocándole un escalofrío de placer que le recorrió el cuerpo.

Era mejor que un auto, mucho mejor. Fue categorizada como la mejor moto del 2007, tiene un motor a nivel lineal, un embriague de multidisco en seco  y una potencia de93 KW (124 CV) / 9500.  Hecha totalmente de acero. Pura belleza que el azabache, realmente no se podía negar. Se emocionaba de tener aquel modelo.

Aceleró lo suficiente para salir en menos de diez segundos del estacionamiento e ir al supermercado a llenar con lo que faltaba para el período de un mes en la despensa.

En el camino iba pensando en aceptar la proposición de ir a la semana de la moda, faltaba una semana para el evento y él debería viajar antes de que iniciara para tener su lugar y por lo menos adelantarse a sus colegas de otras empresas.

Sería buena paga, pero realmente no necesitaba tanto el dinero. Vivía bien, sus padres hicieron su propia fortuna en su juventud trabajando y ahora se mantenían bien. Itachi, su hermano estaba acompañando a su pareja Deidara en una exposición de arte, mientras él se tomaba un descanso de la sala de cirugías.  Por lo que ayudar económicamente no tenía a nadie más que a sí mismo.

Tal vez para distraerse de su oficina y mover la cama con alguna mujer fácil; aquello era el beneficio de ir. Los contras; Ino, el fotógrafo Sai, y estar rodeado de gente que sólo quiere conocerlo más y entablar una relación, o incluso amistad. De Ino se podía hacer cargo ordenándole que terminara su trabajo bien y se ganara la maldita paga. De Sai era otra cosa, al tipo le encantaba fastidiarlo con frases que iban en un sentido bastante homosexual. Provocándolo con sus típicos chistes que no eran nada graciosos de que nunca lo había visto con una mujer y sospechaba que el chico era gay. Sasuke muchas veces se contenía a regañadientes de no golpearlo hasta triturarle los huesos, era claro que no era gay. Que no le gustaba lucir sus pasantes de cama, era otra cosa. El tercer punto, muchas veces le sucedía que terminaba siendo acosado por las modelos, siendo que él debía acosarlas en preguntas. Un total fastidio para alguien que fingía ser cortés para terminar su trabajo más rápido.

En menos de diez minutos había llegado a su destino. Estacionó cerca de la entrada y fue a comprar las cosas comunes. Leche, huevos, pan integral, café, shampoo, jabón y otros artículos de los que escaseaba.

Sin percatarse eligió una caja en la cual la mujer de unos treinta años quedo pasmada al ver a un chico tan atractivo. Se lució sacando toda su sensualidad a flor de piel, preguntándole por cada mísera cosa que pasaba por los rayos infrarrojos que revelaban el precio. Sasuke no le dio mucha importancia, con suerte le agradeció lo poco que hizo de trabajo y le entregó algunas monedas al chico de empaque. Compró lo necesario, ya que sólo andaba con la mochila de trabajo donde guardaría lo recién adquirido.

Estaba guardando sus cosas cuando escuchó en uno de los callejones del extremo izquierdo del local en el que acababa de pasar, unos quejidos. Agudizo un poco su oído para saber si se trataba de un borracho llorón, o “problemas”. No pudo identificarlo. Realmente no quería inconvenientes, sólo deseaba llegar a su casa y pensar en su trabajo y tal vez, si aceptaba ir a la semana de la moda adelantar lo pendiente.

En Japón era casi habitual escuchar riñas y disputas en los lugares menos indicados. Era lo bastante tarde para sólo discernir sombras que se movían a un ritmo constante por la ciudad, las luces sólo hacían un juego tenebroso para cualquiera que no estuviera acostumbrado al ambiente, en el cual en cualquier minuto podías salir lastimado o incluso muerto. Los faros de los autos sólo provocaban un recorrido luminoso que tan rápido aparecía, se desvanecía, dejando una furtiva curiosidad en el aire. Por sólo unos segundos aquellos faros serán la única luz visible, y casi con una ilusión infantil el cerebro exigirá más claridad para identificar cada objeto y detalle del recuadro.

Sasuke no sentía que el lugar en que se encontraba fuera tétrico, ni nada parecido. La luz  casi amarillenta de los focos, donde se conectaban los cables eléctricos,  era suficiente para deslumbrar entre cada auto en el reducido estacionamiento. Los pequeños insectos voladores afectados por aquella claridad tan atrayente de luz terminan siendo electrocutados en un segundo para sólo hacer ver la vida de estos como una miseria. Bastante parecida a la de los humanos.

La  curiosidad lo incitaba a acercarse y ver de dónde procedían aquellos gemidos tan desconsolados y que eran ahogados con un golpe seco. Pero su racionalidad le decía que aquello era una pérdida de tiempo, si realmente quería ayudar, que llamará a algún policía y se hiciera cargo de aquello, para eso trabajaban. Pero le ganó la impaciencia que se alió a la curiosidad, y acto seguido silenciosamente se sumergió en las oscuridades del callejón.

No se distinguía mucho, pero se podía descifrar el aroma a orines y comida descompuesta, que ahora sólo se podía llamar basura. Sus ojos ónice intentaron aclarar la imagen que se le presentaba.  Lo que veía más detallado desde su ubicación eran los grandes botes de basura y cajas de cartón apiladas y apoyadas en el estrecho espacio del callejón.

De la oscuridad de ese lugar sólo advertía más oscuridad, algo frustrante para él. Pensando que su mente le había jugado una mala pasada se dispuso a salir, pero un movimiento lo detuvo. Un hombre, no dos. Sí, dos estaban en una posición arisca. Miraban ambos altaneros,  algo que se encontraba en el piso, sus hombros tan elevados los exponía jadeantes, el tórax se elevaba rápidamente y uno hizo un movimiento brusco con la pierna hacia el frente. Una patada. Sí, acababan de patear algo que gimió. Debe de tratarse de una persona, logró inferir Sasuke. No quería intervenir aún, no lo veía estrictamente necesario, además aún no se enteraba de nada. 

Si bien, desde pequeño lo educaron con ayudar al prójimo, tal vez este “prójimo” se había descarriado del camino religioso del que tanto hablaba su madre, e incluso puede ser que le estaban dando una buena lección. Ahora que ya tenía la imagen más clara agudizo el oído. No habían hablado desde que había llegado allí, pero de repente uno se agachó, tomó a una persona como si fuera un estropajo del piso, elevándolo del cuello de la camisa que portaba y se dispuso a hablar.

- Escúchame bien, perra. Conmigo no se juega y huyes, te dije que necesitaba todo el dinero para el jefe. No podías pedir mercancía si no tenías la pasta, ahora estas sufriendo las consecuencias y ninguno de tus amiguitos te va a venir ayudar, así que o pagas, o en este momento te despides de tu maldita y asquerosa vida. – Musitó con los dientes apretados con furia, alzando en su mano que no sostenía al “tipo o tipa” algo que pudo ser un cuchillo, una navaja o algo corta punzante. Desde aquel lugar Sasuke sólo podía oír un poco, y observar sombras.

Pero utilizando toda su capacidad intelectual que trabajo muchos años, llegó a la conclusión que la tipa (Según Sasuke mujer por el apelativo que utilizaron) se había metido en problemas y escaseaba o no tenía dinero, y por los temblores que veía desde la distancia se había dado por muerta. Su raciocinio lo miraba consternado, ahora era obvio que iba a tener problemas, y por lo que observaba esos tipos eran de temer. Claro que a él no lo asustaban en el aspecto físico, sabía karate, artes marciales y un poco de kendo. Pero las amenazas que podían no ser para él sino afectar a otros, como su familia; eso sí que no le gustaba. La amenaza sicológica, que no era dirigida él, lo asustaba más de lo que quería admitir.

¿Realmente se iba arriesgar por aquella desconocida que no supo llevar a cabo una buena transacción? ¿Valía la pena hacerse el héroe y terminar siendo la víctima? Sólo algo sabía, que si mañana en los noticieros aparecía ella muerta, y él no hizo nada para detener aquel acto de crueldad hacia el ser humano, no se iba a perdonar nada fácil.

Intentó relajar los músculos, luego los flexionó rápidamente, intentando así calentar algo los músculos y las extremidades antes de ir a defender a esa chica. Sacudió las manos, soltó el aire contenido y administró la mayor cantidad de adrenalina a su cuerpo, además de adaptarse a la escasa luz, que provenía de una de las altas ventanas del local de al lado. Sabía que no se iba a escuchar sus gritos si pedía auxilio, y tampoco el sonido de disparos, por si alguno de ellos traía una pistola. Y eso era un problema. No sabía cómo eran, ni sabía si portaban alguna arma más que aquel instrumento que el tipo ahora desplazaba por el cuello de la joven que temblaba ante el contacto. No conocía al enemigo y eso era una desventaja.

Era un riesgo que iba a tener que tomar. Se levantó y sin despegar ni un segundo la vista de su objetivo comenzó a caminar al encuentro. El más cercano se encontraba de perfil y observaba cómo su compañero torturaba al pequeño cuerpo que levantaba de la camisa. Un poco más cerca escuchaba la respiración del tipo, jadeante, casi excitada del espectáculo. Sasuke aún no se percataba que con el cuchillo le habían abierto la camisa a la víctima de ese momento.  No lo notaba porque sabía algo elemental; nunca despegues la vista de tu enemigo u objetivo, ya que este te puede sorprender en más de una forma. Un poco más cerca y olió su esencia cargada a bencina y ¿Heroína? ¿LSD? ¿Cocaína? No lo sabía, experimentado en drogas no era.

Un error le cobraría la vida, sólo uno. Sabía que no podría identificar en el piso que era un objeto ruidoso o sólo papel, por lo que lo mejor era atacar en la distracción.

No supo cómo, pero vio un destello azul que se desviaba en segundos hacia él, y luego, tal vez en un acto de valentía o estupidez, la joven le escupía en el rostro al que la sostenía. El hombre la soltó, ésta cayó de bruces  y el tipo se limpió el rostro rápidamente visiblemente molesto, aún con la poca claridad.

 Ese era el momento.

Todo fue lo bastante rápido como para entenderlo con claridad. Sasuke se lanzo contra el compañero del armado y lo arrojó al piso. De sorpresa, más que de dolor, el hombre corpulento gruño. Sasuke aprovecho para noquearlo en un rápido movimiento en el cuello que duraría lo suficiente para huir. Cuando escuchó el jadeo de desconcierto y luego cómo la cabeza caía sin fuerza, se levanto de un salto para golpear al otro tipo. No se fijó si este lo había advertido al pegarle a su amigo, debía finalizar con uno para ir con el otro.

La “chica” estaba sentada sobre sus piernas mientras retrocedía espantada, ya que la distracción duró bastantes pocos segundos. Pero Sasuke sonrió, el tipo le había dado la espalda, tal vez no escuchó a su compañero caer en un ruido sordo. Aquello le beneficiaba, pero debía actuar rápido, antes que el hombre blasfemará en contra de la chica y la hiriera más de lo que ya se encontraba, juntó sus manos, entrelazando sus dedos y con sus codos yuxtapuestos entre sí, le dio un golpe final en la nuca que lo hizo perder la conciencia y caer como peso muerto.

Luego vino el silencio. Un crudo silencio que le decía haber cometido un horrible error. Pero su conciencia recitaba algo muy distinto. Tranquilizó su respiración y sus ansias de una pelea feroz, para luego observar un  punto, un pequeño espacio en el cual un cuerpo tenía espasmos y se cubría con los brazos. Se acercó y cuando estaba a punto de hablarle, se le adelantó una voz mucho más ronca de lo que hubiera pensado para una chica.

- ¿Eres un demonio? ¿Viniste por mí? – Fue el murmullo que escucho antes de ver cómo aquel cuerpo se relajaba y caía en la inconsciencia.

Con fastidio se revolvió el cabello ¿Un demonio? ¿Un maldito demonio la hubiera ayudado? Además los demonios no existen. Aunque dudaba del sexo del susodicho, no entendía el por qué lo llamó así. Sabía que no se podía retirar como si nada y dejar que despertaran y continuara la historia. Con un suspiro de resignación levantó al cuerpo malherido. Antes de abandonar aquel callejón que con sus sombras jugaba con la cordura de la gente, le arrojó unos diez billetes en la cara a uno de los tipos y se fue. Esperaba que esa fuera la cuenta del ahora maldito infeliz que portaba en brazos. Sí, aquel cuerpo era de un hombre, bastante femenino, pero hombre al fin y al cabo.

Cuando la luz le hirió los ojos con su llana intensidad, se permitió mirar al cuerpo que portaba. Un lindo chico de unos dieciocho años, de tez morena, cabello rubio y revoltoso, lo más peculiar; sus extrañas marcas en las mejillas, casi como bigotes, tres en cada lado. Se encogió de hombros, debía admitir que para ser un hombre era bastante llamativo, pero en ese momento no se dio cuenta de las delatoras marcas en sus brazos. Además de cortes en la muñeca, diferentes puntos rojos apenas cicatrizando en la parte interna del codo.

 

Llevárselo a casa en una moto, fue lo más jodidamente complicado del mundo. Era un peso desvanecido que se balanceaba hacía dónde se inclinará la moto. Maldiciendo cada dos por tres, pudo llevarlo a su casa intacto, o por lo menos sin agregarle ningún golpe más de los que ya tenía.

Si bien era una modesta casa en una zona apartada de la ciudad, le agradaba la monotonía que ofrecía el ambiente, dónde lo más ruidoso que sucedía era un perro siguiendo al cartero.  Su casa de dos pisos era la más moderna de los alrededores, ya que estos sólo constaban con casas de madera y un jardín amplio. Sasuke se conformaba con tener una casa amplia construida de algo que no se incendiará al momento como la madera y un jardín bastante ordinario.

Vivía solo, ya que le gustaba el silencio, pero diariamente su madre o algún amigo lo llamaban para saber de él, o salir a algún lado. Pero esa noche esperaba no hablar con nadie hasta sacarse a ese chico de encima.

Lo recostó en el sofá y fue a buscar algún medicamento para la jaqueca que le atravesaba la cabeza, ésta se presentó indicándoles el error que cometió, pero que ignoraba. Además de vendaje y desinfectante para el rubio que no sabía si dormía o simplemente estaba inconsciente.

Cuando se refrescó el rostro y tomó la bendita píldora, se permitió repasar las opciones que tenía para sacarse a ese chico de encima de la manera más simple y cordial. Y con cordial se refería a una manera del que chico se fuera sin exigirle nada y con el mayor mutismo.

Se sentó frente a él, tomando asiento en una silla de su estudio que estaba próximo. Con el desinfectante comenzó a rosar las heridas como rasguños y cortes en el rostro. Su rostro tal vez se inflamara ya que al parecer antes ya le habían golpeado en la mejilla. La curación se desplazo de su rostro a su cuello, luego su pecho que se asomaba ante aquella prenda tan destrozada, después el hombro derecho que tenía descubierto y notó algo inquietante. Sus brazos además de tener cortes, tal vez suicidas, tenía marcas de inyecciones, apenas cicatrizando lo cual le hacía pensar que hace poco se inyectó, lo más probable heroína.

Miró consternado al chico que yacía bajo su techo y protección. Era un maldito drogadicto, y por lo que notaba uno muy experimentado. Tal vez adicto.

Tiró el recipiente antiséptico con fuerza, lo lanzo lejos de su campo de visión. Maldita sea, había ayudado a un adicto. ¿Ahora qué? ¿Le daba dinero para que mantenga su adicción y se largara de su casa? Claro que no. Volvería por más, y tal vez traería a sus amigos. ¿Lo ayudaba? Ni siquiera lo conocía, no iba ayudar a un tipo así. ¿Qué mierda haría ahora? Su raciocinio se burlaba de él, mientras él se maldecía.

Mientras bufaba enojado, el rubio despertó. Se sentía totalmente cansado, su cabeza iba a explotar, además que sentía la piel extrañamente de gallina. Lo supo de inmediato; las primeras horas de abstinencia. Miro hacía alrededor en busca de algún objeto que identificara, pero sólo vio unos hombros anchos que le daban la espalda. Era el tipo que lo había ayudado, dijo su aturdido cerebro. Se sorprendió de aún tenerlo funcionando, si bien como adicto era normal no utilizarlo, su “período de drogas” era más corto de lo que cualquiera pensaría. La casa debía de ser de su salvador. No vivía mal, pensó aturdido, si bien no veía mucho, todo el cuerpo estaba despertando con una rapidez inquietante. Debía buscar rápido más heroína o cocaína, o simplemente el “demonio”, como lo autodenominó al caer inconsciente lo iba a llevar a una comisaría y lo denunciaría.

Se intentó levantar, pero cayó al instante al piso. Sus huesos dolían como un tormento. No debería sentirse así, la última vez que se administró fue hace unas horas, no tanto para estar en aquel estado.  Ya había visto a compañeros en aquel estado y era deprimente. Los vómitos, la diarrea y los movimientos como patadas al aire. Todo ello se acercaba con una rapidez abismante. Maldito Kabuto que le aviso a Orochimaru que solicitó más droga de la que debía exigir. Maldito Orochimaru que mando a sus hombre más sanguinarios, y que siempre terminaban capturando a los “ladrones”. Maldita sea el día que su amigo lo llevó a eso. Maldito sea él, que no pudo parar.

Intentó levantarse, pero sólo consiguió hacer un ruido sordo al caer, comprimió sus dientes al máximo, al sentir aquel dolor tan horrible. Levanto la vista y observó como el “demonio” se percataba de su estado despabilado.

¿Por qué lo llamó demonio? Estaba bajo los efectos de la droga, y lo único que vio en el callejón fueron unos ojos tan oscuros que con la tenue luz se veía un fulgor rojo, y la sombra de su cuerpo fornido lo ayudo a crear esa idea.

Un demonio, viene a por mí. Pensó sólo un poco aterrado. Por lo menos prefiero morir en sus manos que en la de estos cerdos asquerosos.

Ahora que lo observaba bien, no era un demonio. Aún estaba aturdido gracias a la abstinencia, pero era obvio que los demonios no existían. Menudo idiota, decirle a tu salvador “demonio”. Además era un hombre bastante atractivo, con su cabello negro azulado, levantado en las puntas donde se ubicaba la nuca, sus ojos rasgados, “ónices” pensó aturdido. Sí, eran como dos piedras totalmente negras. Su piel pálida contrastaba con cabello y ojos tan oscuros. Realmente un manjar. Uno que él ni por todo el dinero debía probar. Sentía que allí, él era el sucio. No sólo físicamente, sino que sicológicamente. Estaba cagado.

 

Sasuke se dio vuelta perplejo al escuchar un golpe seco. Al escucharlo la primera vez no se quiso girar. No quería ver que su esfuerzo por rescatar a una persona indefensa, se viera arruinado porque el muy idiota era un adicto a la heroína.

Al escuchar el segundo golpe no se podía hacer el sordo ahora que ya las había metido hasta el fondo. Titubeante se dio vuelta completamente, y sus ojos no esperaban ver dos extractos de cielo completamente azules. Esperaba ver ojos perdidos en su propia vida aislada, no aquello, realmente lo tomó desprevenido.

Se observaron, cada uno viéndose por primera vez. Inspeccionando cada rincón en el otro que habían pasado desapercibido.  Hasta que el de cabello azabache detuvo su registro en el brazo del chico, y éste casi con indiferencia se lo tendió.

- Lo siento por arruinar tu momento de gloria. Pero sí, salvaste a un adicto. – Musitó sin más, con la voz apagada y ronca. El azabache se avergonzó de su mirada con tan poco tacto.

- No te disculpes, no te culpo. No te conozco. – Intentó replicar el mayor, escucho la risa irónica del rubio. Esto lo hizo dar un respingo.

- ¿No me culpas? La expresión de asco que cruza tu cara me dice otra cosa, además no necesito tu piedad. – Dijo para luego intentar levantarse, sin frutos. Sasuke arrugó su cejo. No podía creer que el chico ni siquiera le hubiera agradecido.

- No me das asco, no me importas. – Refutó acercándose lentamente al chico que yacía en el piso con una mueca de dolor. - ¿Qué te pasa? ¿Te golpearon muy fuerte?

No quiso tocarlo ni hizo ademán de intentar ayudarlo, por cómo se mostraba de orgulloso el chico, presentía que no se iba a dejar ayudar.

- No es eso, pero no sé si decirte. Tal vez corras a llamar a tu madre por hablar con un asqueroso adicto. – Comentó seco. Conocía ese tipo de gente, intentan ayudar, pero sólo creen que con dinero se soluciona todo. Malditos bastardos. Sus padres eran así, esperaba que estuvieran muertos.  Tenía tanto resentimiento, y sin pensarlo lo descargaba en el tipo frente a él que lo incitaba a aquello.

Sasuke hizo una mueca de molestia. ¿Qué? ¿Acaso parecía el tipo de hombre que lloraría por teléfono al saber cómo era realmente el mundo? No lo creía. Pero se acercó haciendo la expresión más tétrica que podía.

- Mira enano estúpido, es tu vida, tú la elegiste así, a mí no me importa si mañana terminas intoxicado en la esquina. Así que me dejas de molestar antes que te eché ahora que ni siquiera puedes caminar y te voy a dejar con tus amiguitos. Por lo que si dejas de mostrarte como un orgulloso de mierda yo te ayudaré a recostarte en el sofá, dejaré que pases la noche aquí y mañana te vas ¿Bien? – Le informó de la manera más glacial que podía hacer, vio la sonrisa desdeñosa del rubio, luego éste le sacó la lengua haciendo que el moreno se enfureciera aún más.

- Eres demasiado inexperto. Al parecer no sabes qué sucede cuando un adicto está con abstinencia ¿No? – Inquirió sonriente ante la interrogante que cruzó por un segundo en la cara del mayor en la habitación.

- ¿De qué hablas? – Preguntó intentando sonar lo más sereno e indiferente, pero estaba intrigado. ¿Qué pasaría aquella noche con ese rubio? Estaba a punto de descubrirlo. 

Notas finales:

Y bien, espero que lo hayan disfrutado tanto como yo lo hice escribiéndolo! :B Espero sus comentarios para que me animen, lo más probable que actualice este fic los jueves o viernes entre semana, ok? Bueno Sin más! Cuídense y Gracias por leer! <3 


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