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Claroscuro por Lainfreya

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Notas del fanfic:

Hola!!

Pues llevo como años jugando con la idea de este fic, de hecho hace tiempo subi una version pero no me gustó. Esta version, bueno me parece q fatla pulirla un poco pero entre más la trabajo más cambios de estilo tiene, asi q por ahora la dejo así XD

 

Nota: Originalemente eran drabbles, por eso tienen numero, pero luego se hizo una cosa extraña.

Cursiva: Recuerdos

 

Declaimer: Los personajes de KHR no son mios son de Amano Kira, a quien quien sabe que le dio que hizo un final de ese estilo.

 

 

Notas del capitulo:

En fin disfruten la lectura XD

CLAROSCURO

(1)

La oficina tiene el aspecto pulcro de siempre. Revisan citas, reuniones, misiones. Lo cotidiano desde que el noveno le ha cedido el puesto y se han mudado a Italia. Les lleva bastante tiempo, pero al fin cuando el sol empieza a inclinarse hacia el horizonte terminan.

-Eso es todo Juudaime- dice Gokudera dejando un último folder sobre el escritorio

Tsuna lo mira esbozar la sonrisa que solo le dirige a él. Asiente-Gracias por tu esfuerzo Gokudera-kun.

Algunos se preguntan porque sigue llamándolo así, como si no hubiera cambiado su relación desde que se conocieron en la secundaria. Después de todo Gokudera ha estado junto a Tsuna siempre, nunca se ha separado de él. Pero al peliplateado no perece alterarle en lo más minimo.

-Gracias Basil, Fuuta- dice Tsuna a los otros chicos que están en el escritorio cercano- lo dejaremos por hoy

-No hay problema Tsuna- se levantan y se marchan. La normalidad habitual.

Cuando se quedan solos se dan cuenta de la inminente oscuridad en la que se sumerge la oficina a causa del ocaso y entonces Tsuna mira a su guardián y de pronto el ambiente cambia, imperceptible para cualquiera menos para aquel a quien va dirigida la mirada y para Tsuna quien sonríe levemente.

Porque Tsuna solo tiene que decir una palabra, más bien un nombre y el ambiente cambia totalmente de una forma perceptible para cualquiera.

-Hayato- es lo que dice Tsuna. Su voz suena más seria y le hace pensar a Gokudera por un minuto como ha cambiado el Juudaime en este tiempo. Porque él ha estado ahí todo ese tiempo, cuando el resto de la familia siguió su propio camino él se quedo ahí junto al décimo.

Al momento se gira y encara al hombre que se ha parado tras él, que deja de ser Juudaime y se convierte en Tsuna.

Se acercan, el primer contacto es tentativo, un poco tímido como si no estuvieran acostumbrados y se besan, lo hacen lenta y largamente porque llevan esperando el día, a veces semanas (si el peliplateado ha salido de misión) Se besan así con delicadeza pero sus cuerpos reaccionan con más premura y manos recorren pieles y la dureza es proporcional a sentidos nublados.

La ropa estorba así que se quita, lo suficiente para acariciar pieles que se estremecen por el contacto. Hayato siempre abre las piernas, no es capaz de concebir que el otro se rebaje así por él. Pero está bien, ambos lo disfrutan y casi siempre terminan al mismo tiempo.

A Hayato le gustaría abrazar al otro pero casi nunca puede, Tsuna lo penetra por detrás recargando su pecho en el escritorio o su rostro en el sofá, pocas veces lo hace de frente. Escucha la respiración pesada y entrecortada del juudaime, eso funciona para él, le estremece y se corre.

A veces le gustaría quedarse un poco más de tiempo sintiendo la calidez del otro, pero casi de inmediato puede sentir como se aleja de él, escuchar como acomoda su ropa. Aunque siempre hay un beso al final, que si ha de ser sincero le sabe agridulce pero de inmediato se reprocha por ese pensamiento. Cualquier cosa que venga del decimo será buena.

El juudaime le dice buenas noches al terminar de acomodarse la ropa y Gokudera corresponde a la despedida y le dedica su mejor sonrisa.

***(2)***

Lo ha vuelto a hacer. Si fuera más inteligente probablemente sabría porque a pesar de tener una linda novia como Kyoko-chan sigue teniendo sexo con su guardián, su mano derecha ahora.

Se desviste y se dirige a la ducha, se siente un poco pegajoso por la actividad anterior. Además necesita relajarse y pensar

Debe reconocer que Gokudera es muy atractivo, y admite que la actitud sumisa ante él le vuelve irresistible. Porque es la tormenta después de todo, irascible y altanero con todos menos con él. ¿Esta halagado? Supone que si.

Sin embargo a veces una voz dentro le dice que pare ese juego. Que escoja a alguno pero ¿Por qué habría de escoger a alguno, si los tiene a ambos?

Nadie sabe lo suyo con Gokudera, quizá Reborn lo sospeche pues suele ser muy perspicaz. Pero esta seguro que Kyoko-chan jamás se enterara. Y ella volvería por fin la siguiente semana, al fin ha aceptado mudarse a Italia con él.

Además ¿cómo podría escoger a Gokudera por encima de Kyoko-chan? piensa enumerando los contras: En primera es hombre, tiene un carácter demasiado explosivo. Y aunque es un buen guardián y realiza una extraordinaria labor como su mano derecha, no podría ser nunca más que eso.

Lo que tenía con Gokudera era…una necesidad oscura, porque Gokudera sabía, y entendía, pero era algo que terminaría la próxima semana cuando Kyoko volviera y le pidiera matrimonio.

Con Gokudera era intenso pero no era amor ¿Cómo podría serlo?



***(3)***

Regresa a su habitación, se quita el saco y desabrocha la camisa, mira la marca en la parte baja de su cuello no es demasiado evidente, pasa sus dedos lentamente sobre la marca y sonríe.

Siempre estará junto al decimo, pase lo que pase. Siempre hará cualquier cosa que el desee, es algo que sabe y ha aceptado. Le debe fidelidad absoluta y los momentos que comparte con él en días como esos cuando el Juudaime lo busca son demasiados valiosos para él.

Pero no puede compartirlo con nadie, lo sabe, el decimo espera la vuelta de Sasagawa Kyoko. Seguramente se casara con ella. A el no le agradan las mujeres pero por los comentarios sabe que es la mejor candidata para él.

Desvía la mirada del espejo y se dirige al baño, en una hora anunciaran la cena y el tiene que bajar a cenar con el Decimo y a poner en orden a la vaca molesta y a I-pin que se encuentran de visita y siempre terminan haciendo ruido y escándalo por eso debe estar ahi.

Termina de vestirse y arreglarse. Mira el anillo de la tormenta en su dedo, esta orgulloso de portarlo, esta orgulloso de ser la mano derecha. No hay dudas, el confía e idolatra al Juudaime.

***(4)***

-¡Kyoko-chan!

-Tsu-kun- había ido al aeropuerto a recibirla. Como siempre ella lucia hermosa, amable y radiante. Acababa de terminar la carrera de pedagogía en Japon y por fin había aceptado mudarse a Italia. Ese día en la cena le haría la propuesta. La abrazó, su cuerpo pequeño y suave, respira disimuladamente su cabello fresca y linda. Siempre. Perfecta. Era su primer amor y después de pasar por mucho eran novios desde hacía 4 años.

Ella siempre era amable y cariñosa. Sabía lo de la mafia un poco como Yamamoto al principio, a Tsuna le parecía que Kyoko pensaba que era un juego o un trabajo como otro cualquiera.

-¿Tsu-kun, estas bien?- le preguntó ella sonriendo cariñosamente

-Claro, Kyoko-chan- se inclino un poco y le dio un suave beso.

Salieron del aeropuerto y subieron al auto.

En la cena le pidió matrimonio tal como había planeado. Ella se mostró sorprendida pero al cabo de un segundo sonrió y aceptó.

Al otro día le darían la noticia a todos.

No notó la falta de su mano derecha hasta un par de días después, cuando lo buscó le dijeron que había salido a una misión. Tsuna asintió y se centro en Kyoko.

Días después su guardián de la tormenta regresó. Sonriendo y evadiendo su mirada lo felicitó por la boda. Quizá fue porque no quería saber o quizá estaba tan sumergido en su propia felicidad que no notaba nada más pero la sonrisa era tan falsa y forzada que la mayoría sintió pena por el guardián de la tormenta.

El día de la boda sin embargo todos sonrieron felices y les desearon lo mejor a Kyoko y a Tsuna.



***(4 bis)***

Para los Vongola y sus aliados Hayato Gokudera es la orgullosa mano derecha del Decimo Vongola, pero entre sus enemigos el apodo más común es perro de los Vongola.

Gokudera entra a su cuarto en la mansión, al fin la boda ha terminado. Al fin todo está tranquilo y el ambiente no puede irradiar más jodida felicidad. Todos con sonrisas en su rostro. Hayato piensa que la opresión en su pecho debe ser por la nausea de ver tanta alegría desbordada fingida o no.

Se quita el saco y lo avienta por ahí, saca un cigarro y un trago. Se sirve vino en una copa y la alza hacia la nada brindando por su jefe.

Después de todo es su amo. ¿Qué más puede hacer? No puede alejarse es su amo. Siendo francos y hasta crudos él es la mascota del Décimo. Siempre ha estado ahí, conoce a Tsuna a la perfección sabe las cosas que ha tenido que hacer por el bien de la familia, las decisiones que ha tenido que tomar y el ha sido la mano ejecutora que las ha llevado a cabo.

El es el que se ha ensuciado cuando ha debido eliminarse una amenaza. Sabe y entiende a Tsuna, por eso no le reprocha nada, después de todo el está demasiado sucio para poder estar tan cerca del Décimo como le gustaría. Así que se conforma con la cercanía que el otro le concede, como un perro que recibe caricias de su amo y tiene permitido recostarse a sus pies.

Después del segundo trago decide que no necesita el vaso y tomando la botella se deja caer pesadamente en el sillón de la habitación.

Siempre ha estado ahí desde que lo conoció en la secundaria y el Juudaime le salvo la vida. Ha estado ahí cuando el Décimo comenzaba a reunir a la familia, ha estado ahí cuando pelearon por los anillos y el derecho de sucesión. Ha estado ahí cuando Tsuna tuvo que derramar sangre a sangre fría por primera vez…

Fue una prueba de Reborn, muy probablemente auspiciada por el noveno, incluso por su propio padre, porque tenía que hacerla, tenía que saber lo que era realizar lo que mandaría hacer a los demás.

Nadie entre la familia, más que él, lo supo. Él estuvo ahí cuando el Décimo jaló el gatillo, el sujeto ejecutado ni siquiera sufrió, el disparo atravesó limpiamente su frente. Tsuna dejo caer el arma y se dejo caer el mismo de rodillas vomitando el contenido de su estomago a los pies del cuerpo sin vida. Gokudera sintió pena por el Juudaime, intentó acercarse a ayudarlo pero una mirada de advertencia de Reborn lo detuvo.

El arcobaleno se acercó a donde Tsuna aun escupía y se ahogaba

-Sé que no querías esta herencia,- comenzó el arcobaleno- sé que no querías hacer esto. Pero esta es la mafia y más temprano que tarde tendrías que aprender. Así que esta es tu oportunidad, la única que tendrás, puedes renunciar a todo ahora o levantarte y seguir adelante asumiendo la responsabilidad de la familia.

Gokudera pudo ver como Tsuna se quedó quieto por un momento, pensó que lo dejaría que diría que renunciaba. Esperó aprensivo durante lo que le pareció una eternidad.

Tsuna se limpió la boca con la mano, tragó saliva y respiro visiblemente

-Tienes razón nunca quise entrar a esta locura, nunca desee ser el sucesor de los Vongola, pero ahora sé el valor de la familia y sé que la protegeré a cualquier precio.

Después de esa declaración tan vehemente que dejo satisfechos a Reborn y seguramente a los otros, Gokudera fue el único que acompañó al Juudaime de regresó a la habitación del hotel, el único que lo vio temblar. El único que lo sostuvo cuando comenzó a llorar. El que vio como la inocencia tanto tiempo conservada se resquebraja y hacia crisis en su alma.

Hayato se estira de su posición y eso le hacer ver por la ventana, ese día que volvieron al hotel hacia un cielo similar, o quizá esta demasiado ebrio para saberlo a ciencia cierta. El Decimo apenas tenía veinte años, eso fue hace cinco años aunque muchas cosas cambiaron desde entonces.

Después de bajar del auto y entrar al hotel, Gokudera decidió acompañar a Tsuna a su habitación, Gokudera abrió la puerta observando de reojo a su jefe. El otro estaba silencioso, demasiado. Las manos le temblaban imperceptiblemente excepto cuando un escalofrió le recorría por su cuerpo.

Al entrar Tsuna camino hasta la ventana. Hayato considero oportuno dejarlo solo, dejar que se recuperara

-Buenas noch…- comenzó el peliplata

-Gokudera- kun- dijo Tsuna girándose rápidamente

-Dígame Juudaime

El castaño comenzó a temblar aun más

-Decimo- Gokudera se alarmo al ver los espasmos. Se precipito a sostenerlo

Y entonces Tsuna lo cogió del traje y se aferro a él

-¿Era necesario? ¿En verdad era necesario?- sus palabras entrecortadas por los sollozos

Gokudera comenzó a acariciarle el cabello. Su jefe siempre tan compasivo. Pero esto era la mafia y así se hacían las cosas

-Lo lamento Decimo, lamento que haya tenido que pasar por eso

-Yo…-se interrumpió y sacudió la cabeza

Y para Gokudera el cuerpo del otro se le figuro tan pequeño, y lo amo aun más.

-Yo nunca lo dejare y nunca permitiré que vuelva a tener que hacerlo- le dijo con convicción

El otro quizá no lo escucho, pero para Hayato era suficiente con saber que el Juudaime se apoyaba en él.

Tsuna siguió llorando y aferrándose al otro durante mucho tiempo hasta quedarse dormido.

A partir de ahí Tsuna ocupo su lugar como décimo Vongola. Nunca volvieron a hablar de eso, no hacía falta. Tsuna no había tenido que volver a ensuciarse las manos nunca más, de eso se había encargado Gokudera, para eso era su mano derecha.



(4bis) Regresaron a Japón, en ese tiempo aun no radicaba permanentemente en Italia. Aun no terminaba la escuela, aun podía fingir que era una ser humano normal. Al descender del avión Kyoko y su madre lo esperaban sonrientes. Tsuna intentó devolver la sonrisa pero algo fallaba y por más que quería mover sus músculos faciales y formar el gesto, no podía. Entonces una mano se posó en su hombro. No dijo nada, ni siquiera lo miró y Tsuna tampoco busco su mirada pero el peso de esa mano le hizo volver a anclarse a la realidad.

-Tsuna, Gokudera-kun-dijo su madre levantando la mano saludándolos. Gokudera hizo una reverencia frente a ella.-Gracias por el recibimiento- sonrió ante ella.

Tsuna lo observó, así sonreía siempre Gokudera ¿cómo podía hacerlo tan sencillo?

-¿Tsu-kun?- dijo Kyoko. Quizá podría imitarlo, se giró hacia Kyoko y sonrió, sus músculos faciales respondiendo.

Volver a su casa desde entonces se hizo cada vez más difícil, en cierta forma agradeció al noveno que le diera más y más oportunidades para viajar.

Había decidido cuidar a la familia y hacer lo que tuviera que hacer pero nunca soportaría que su madre o Kyoko-chan supieran, por eso cada vez que las veía temía que pudieran leer en su mirada que muchas cosas habían cambiado.

Aunque también mirar a Gokudera era difícil porque le recordaba que el había estado ahí, y lo agradecía pero también le recordaba su propio acto. Con el tiempo ya no le importó, sin embargo sabía que lo que compartía con su mano derecha era un peso que quizá con el tiempo se hiciera demasiado.



***(5)***

Gokudera siempre ha estado ahí. Han estado juntos desde la secundaria. Estuvo ahí cuando le pidió a Kyoko que fuera su novia. Estuvo ahí cuando entraron a la preparatoria. Estuvo ahí ayudándole a pasar los exámenes para esa universidad a la que su padre y Reborn querían que entrara.

Estuvo ahí también cuando empezó a asistir a las conversaciones con el noveno que eran otra forma de prepararlo. Estuvo ahí en la prueba de Reborn, esa que le dio su “graduación” y le hizo asumir la realidad de lo que era la mafia.

Si, Gokudera siempre ha estado ahí. Y apenas ese día, con el hermoso amanecer frente a él, con su hermosa esposa durmiendo tranquilamente a su lado, Tsuna reparó en eso. Sonrió un poco nostálgico hacia si mismo.

Al llegar a la oficina fue capaz de ver el sol ascender e iluminar el lugar. Miró con detenimiento, el escritorio, el sofá, la alfombra todo tan pulcro que pareciera anuncio de televisión. Ni una evidencia y sin embargo por un momento creyó poder reconocer el sutil olor de su guardián. Se sentó en su sillón ejecutivo. Cerro los ojos disfrutando la mañana, esta tan agradecido con su guardián, imaginó esa sonrisa en su rostro diciendo “Buenos días, Juudaime” como siempre.

Y la mañana avanza y sigue esperando esa voz que ha estado tanto tiempo ahí que cree que siempre ha estado ahí.

Entonces entró Fuuta y lo saludó “Buenos días Decimo” “Buenos días Fuuta” “Hoy es un buen día” “Eso parece” “Se le ve más alegre que de costumbre” “No es nada, solo apreciaba lo que se ha construido”



Cuando Gokudera entró ese día tenía esa sonrisa que se resquebraja al segundo porque ya no tiene fuerza para aparentarla. Que se rompe ante si sin poder evitarla. Esa sonrisa que al romperse le enseña el alma deshecha de alguien a quien jamás quiso lastimar.

Y ese segundo en el que puede ver esa alma devastada basta para hacerle encoger el corazón y quiere arrodillarse y pedir perdón y quiere llorar por aquel a quien jamás pensó lastimar.

Pero se detiene porque aun queda mucho que hacer.



***(6)***

Misión es el eufemismo que usan para denominar a las ordenes de asesinato que deben realizar, no siempre el objetivo de la “Misión” es asesinar a alguien exactamente, a veces es robar información o bien infiltrarse en otras organizaciones pero casi siempre suponen que alguien terminara muerto.

Así que de la misma forma que Gokudera siempre es el que se encarga de asignar las citas y reuniones a su vez asigna las misiones; siempre lo hace después de recibir la orden del Juudaime, este solo dice algo como:

-Gokudera-kun tenemos que conseguir esta información

Gokudera asiente y revisa en la lista quien de los guardianes es el más idóneo para hacerlo. Las más difíciles obviamente corren a cargo de Hibari o Yamamoto. Pero hay veces que él personalmente se encarga, son esas misiones que requieren aun más discreción, son las misiones extraoficiales cuando corresponde con alguno de los llamados aliados de la familia. Porque ¿quién podría imaginarse que el amable Vongola Decimo pudiera atentar contra las familias aliadas?

Gokudera fuma demasiado en esa época desde que el Décimo le ha encargado esas misiones extraoficiales, las cabezas de familias aliadas y subordinadas, algunos miembros del propio comité exterior. Esas son misiones para gente desquiciada como los Varia pero hasta estos tienen un grado de lealtad. Los Varia son el grupo de asesinato que todos ubican, realizan los asesinatos limpios, para “misiones extraoficiales” solo están Gokudera y Yamamoto. Este ultimo ha estado demasiado insistente. A Gokudera aun le sorprende un poco como el guardián de la lluvia ha aceptado participar en algo como esto. Desde que se enteró su gesto se ha vuelto más serio pero ha dicho algo como “El deber del guardián de la lluvia es limpiar como la tranquila lluvia en un campo de batalla”

Yamamoto es algo que no logra entender del todo. Es, se podría decir, la mano izquierda del décimo, siempre presente pero también poco tomado en cuenta. Con su eterna y estúpida sonrisa no despierta las sospechas de nadie.

De nadie, hasta que desenvaina su katana, el gesto amable desaparece y la mirada se hace fría y casi solemne.



***(6 bis)***

No es tan ingenuo como para no saber que conlleva realizar las misiones, a veces mira a Gokudera llevarse una mano al costado adolorido, como se ha cansado de preguntarle si se encontraba bien y solo recibir un “no tiene porque preocuparse Juudaime” Tsuna se pone de pie, se acerca a donde su guardián y sin mediar palabra pasa un brazo por su cuello, a veces pueden terminar en un beso o varios, a veces solo se recuestan juntos descansando.

Tsuna le advierte que debe ir al médico y no presionarse tanto estando lesionado, Gokudera asiente pero está demasiado ocupado disfrutando del agradable y confortable peso del brazo del Juudaime y perdido en su cálido aliento.

Al otro día sonríe al Juudaime. Y casi parece un sonrisa sincera.

***(7)***

Todo empezó un día que Tsuna salió, dijo que tenía algo que hacer y se fue solo. El Decimo capo Vongola que poseía las habilidades del Primo y otras más poderosas. No había que temer podría cuidarse solo, bromeo cuando negó la compañía de escolta. Pero Gokudera lo siguió aun así, porque hacía días que algo le parecía extraño en su jefe.

No es que poseyera la intuición del Juudaime pero sabía que algo estaba mal.

Tsuna llegó hasta los muelles y se quedó mirando el mar. Los muelles eran un lugar bajo control de los Clini, una familia subordinada a los Vongola. Lugar triste, lleno de violencia y prostitución sabía Hayato.

Estaba anocheciendo y el lugar se iba quedando aparentemente vacío, pero sombra y ruidos deslizándose por aquí y por allá hablaban de movilidad clandestina.

Poco después hubo gritos y el llorar de una mujer. Tsuna se dirigió al lugar de donde venían.

Hayato lo siguió dispuesto a proteger a su jefe.

Sin embargo Tsuna no entró, en su lugar subió desde fuera del edificio evadiendo la seguridad. Gokudera sabía que en la parte de arriba solo estaría Piero Clini el actual jefe de esa familia. Extrañado siguió tras Tsuna, cuando vio hacía la oficina lo que encontró fue una escena inusitada. Su jefe el Decimo Vongola quien se caracterizaba luchaba por ser amable y buscar soluciones en beneficio de todos, tenía a Clini de rodillas llorando y suplicando y una mirada fría en sus ojos

-Te dije que dejaras de traficar con esas chicas

-Lo siento Juudaime, no volverá a ocurrir- gimoteo el otro

-Lo sé- dijo Tsuna y la llama del cielo se formo en su mano

-No, espere, Juudaime- grito Gokudera precipitándose a la habitación

El otro se giro a verlo y Gokudera vio sus hermosos ojos tan tristes y atormentados.

-No hay otra forma- dijo Tsuna

-Por favor, Juudaime, permítame hacerlo- Hayato se inclino frente a él- Usted no merece ensuciarse las manos con semejante escoria.

Tsuna lo miró un instante, Gokudera alzo la cabeza, la resolución y la suplica irradiando en sus ojos. No permitiría que el Juudaime ensuciara sus manos de nuevo. Nunca

Tsuna titubeo, si se detenía ahora, los Clini contarían a las otras familias el ataque y mal que le pesara Tsuna sabía que las otras familias aliadas no veían mal en lo que hacían.

Hayato mientras tanto sacó su arma.

-Por favor salga de aquí Juudaime- dijo mientras apuntaba al hombre arrodillado en el piso quien seguía gimoteando.

Tsuna desvío la mirada- Te lo encargo Gokudera-kun

Y se dio la vuelta mirando a la ventana escuchó el disparó. Que sonó amortiguado por el ruido que provenía de abajo

Hayato se le unió pronto- Tenemos que salir de aquí Juudaime, sus guardaespaldas llegaran pronto. Tendríamos que acabar con todos.

Con sus cajas fue fácil salir del lugar.

***

-¿Quieres saber porque Gokudera-kun?- dijo Tsuna en voz baja una vez estuvieron lejos, a salvo.

-Solo si el Juudaime desea explicarme- en momentos como ese Gokudera deseaba poder encender un cigarrillo.

-He estado 5 años al frente de la familia.- comenzó Tsuna sin mirarlo- Y todo este tiempo he creído en lo que dijeron mi padre y Reborn. Que los Vongola son familia. Que sirve para cuidarse y protegerse. Pero tu lo has visto y todos lo saben. ¿Acaso proteger es esto? ¿Es prostituir niñas pequeñas arrancadas de su familia? ¿Acaso es disputar territorios para vender drogas? ¿Acaso es robar y asesinar para cobrar deudas y “protección”? ¿Protección de quien?, solo somos nosotros los que atemorizamos y destruimos.



Gokudera se quedó en silencio, viendo a quien más amaba y por quien daría la vida apretar los puños con ira y desesperación.

-Recuerdo que Primo no fundó Vongola para esto...quizá es tiempo de...deshacer la familia.

Gokudera lo miró aturdido -Esta diciendo que...

-Reborn me dijo un día que no debía ser el Decimo Vongola, sino El Primo Novo Vongola. No lo entendí entonces. Pero ahora...-una sonrisa amarga cruzó por su rostro.

- Es hora de deshacer lo viejo- declaró Tsuna. Luego se giró a ver a Gokudera- Si esto te decepciona, será mejor que nos separemos ahora Gokudera-kun.-dijo Tsuna girándose a mirarlo.

Hayato lo miró y lentamente agacho la cabeza. La mafia era todo el mundo que el conocía. Siempre había vivido en ese entorno. Cuando por fin el Juudaime había ocupado su lugar y dejado a Hayato como su mano derecha creyó que había obtenido el máximo de sus aspiraciones Y ahora el Décimo le decía que iba a destruir a la familia. Que iba a traicionarlos.

Gokudera cerró los ojos y siguió descendiendo hasta quedar de rodillas.

-Por favor- murmuró

Tsuna pensó que le rogaría que recapacitara, sabía que lo que le había contado era una gran carga para Gokudera, que rompía sus sueños.

-Por favor, permítame hacerlo- dijo el guardián de la tormenta

-¿Gokudera?- dijo Tsuna extrañado

-Yo lo haré por usted, cualquier cosa. Solo ordéneme y yo lo haré. Por favor Juudaime, ¡déjeme hacerlo!- exclamo Gokudera alzando la cabeza.

-No podría pedirte esto

-Yo jure que nunca más iba a dejar que manchara sus manos, por favor Juudaime permítame cumplir mi promesa.

Tsuna lo miró en silencio.-Gokudera-kun- dijo después de un rato- levántate no merezco que hagas esto por mi.

Hayato iba a seguir rogando pero Tsuna no lo dejó

-Lo haremos juntos

Hayato se levantó.

¿Como abandonar lo único que se tiene? Cuando no hay a donde ir, solo queda quedarse y sobrellevar las situaciones. Hayato por eso admiró a Tsuna porque estaba dispuesto a renunciar a todo, en pos de lo que el creía un bien mayor. Y Hayato sabía que el no estaba en posición de juzgar, solo seguiría a Tsuna donde quiera que fuera.

***(8)***

Hubo una vez, cuando Gokudera aun se permitía soñar, que imagino una vida al lado de Tsuna, no del Juudaime, el décimo capo de los Vongola; sino a lado de Tsuna un pequeño y tímido chico de cabello castaño y ojos enormes. Se imagino que irían al cine, quizá al parque de diversiones. Se imagino que estudiarían juntos y solo eso, sin pruebas de la mafia.

Se imagino que su madre estaría viva y lo habría llevado a Japón a esa pequeña ciudad de Nanimori donde conocería a Tsuna.

Se imaginó viéndolo sonreír dulcemente para el, se imagino lo que sería acariciar su mejilla y verlo ruborizarse. Se imaginó lo hermoso que sería su cuerpo al amanecer iluminado por el rayo prematuro del sol.

Se imagino algo así por tanto tiempo que un día despertó y descubrió que no había sido así. Se despertó abruptamente y se descubrió la mano derecha del décimo Vongola uno de los capos más temidos de la mafia.

Se descubrió el compañero del Décimo en esas ocasiones cuando las heridas eran demasiadas para poder seguir viviendo como era y entonces se sumergía en la vorágine intensa y frenética de una relación que tocaba el alma, que le hacia a Gokudera intentar purificar un alma, pero ¿como podría si sus manos también estaban llenas de sangre?

-No importa, Gokudera-kun- le sonreía cálidamente el décimo en su sueño

A veces el podía decir que su sueño se había cumplido, pero como siempre la realidad tenia sombras que los sueños no. Porque no iban al parque, iban a una fabrica abandonada donde la traición y el dolor era lo cotidiano. No dormían juntos, el dormía acompañado de su soledad y los tragos acumulados en su organismo. Juudaime dormía con su esposa.

Porque no podía ver su cuerpo perfilado por el amanecer, pero podía verlo perderse en las sombras del atardecer.

El sueño no se había cumplido tan bien, pero lo había hecho.

***(9)***

Y así de pronto todo sale mal, una misión falla, una que no debió fallar. ¿Qué hacer?

Lo medita mucho tiempo junto a Reborn, quien sabe lo que ha planeado, solo que Reborn tiene una extraña fidelidad por Tsuna, por lo que no ha dicho nada. Al final Reborn dice: Consigue un chivo expiatorio. Alguien de adentro que pudiera llegar y que traiciono a la familia. Una traición de arriba pero no del centro.

Gokudera asiente y se despide de Reborn. Unos días después entra a la oficina del décimo, es un atardecer brillante afuera.

-Decimo…-comienza, no sabe como decir las cosas

-¿Si Gokudera?

-Yo traicione a la familia

Tsuna se gira a mirarlo. Tarda un instante en comprender que ha dicho su guardián y otro instante en encontrarle significado a las palabras.

-No, Gokudera…-comienza

-Las familias creen que usted los traiciono, que usted intento eliminarlas.

Había enviado a Yamamoto a terminar el trabajo solo unas pocas cabezas más, pero aunque cumplió la misión hubo un testigo quien declaro que el Décimo Vongola los había traicionado. Solo faltan unas cabezas y necesitan ganar tiempo para eso es el chivo expiatorio, y Gokudera entiende

-Si desconfian ahora nunca podrá hacer lo que planeó- explica Gokudera

Tsuna contempla distraído frente así. Saca el arma lentamente de su saco. Deja que el otro mire la acción y estudia la reacción en sus ojos

-Quiero construir algo nuevo, algo que deje atrás el derramamiento de sangre

Gokudera lo mira, nunca ha entendido porque el Juudaime sigue explicándose, el no lo necesita, es el perro del Vongola. No necesita explicaciones solo órdenes. Aun así es capaz de decir que su amo verdaderamente tiene buenas intenciones. La mirada que le dirige es de tristeza infinita.

-No se preocupe Juudaime. Yo creo en usted- Aunque Gokudera esta triste porque sabe que el Judaaime tendrá que volver a ensuciarse las manos y hace muchos años se prometió así mismo que eso no volvería a ocurrir.

Pero el idiota de Yamamoto ha dicho que no cuando le ha pedido que lo elimine. Gokudera lo odia por eso.

Tsuna levanta el arma, esta cansado, y puede sentir una gran tristeza no sabe si es de él o de su guardián. Por un momento quiere abandonar todo, decirle que no va a pasar, que encontraran otra forma. Quiere que Gokudera le reproche algo, pero lo único que percibe es confianza. Eso lo desespera su mano derecha lo mira tranquilamente y entonces se oye el disparo.

El cuerpo cae y pronto un charco de sangre se forma alrededor.

Aparecen los otros miembros de la familia, por fortuna Kyoko ha ido a Japón a visitar a su hermano y Hana-chan.

Encuentran los documentos que lo incriminan y se corre la voz de la traición del guardián de la tormenta.

Su cuerpo es incinerado y todo mundo cree la historia de la traición, un niño cuya madre murió a causa de la mafia, el candidato idóneo; se le desprecia por ser un traidor que intento manipular y escudarse en los Vongola. Por obvias razones ningún Vongola asiste.

Tsuna tiene su híper intuición y puede leer perfectamente las miradas de Yamamoto y de Bianchi. Miradas de reproche y decepción, el ceño de Yamamoto se frunce y su mirada se hace fiera. Al poco tiempo se muda fuera de Italia y regresa a Namimori.

Y Tsuna se queda en Italia, ultimando los preparativos para la destrucción final de la mafia.



Epilogo. Otra arista. Yamamoto



Quizá su error fue no haber estado en el principio, aunque de haber estado, ¿hubiera sido como con Tsuna? Lo duda. Pero lo cierto es que llegó tarde, cuando por fin se acerco y atravesó la pared que era Gokudera el centro ya estaba ocupado. Tsuna era todo lo que había y nunca pudo encontrar un lugar para él. Se unió a la familia, se hizo un hitman de primera, y lo hubiera dado todo si una palabra de deseo hubiera salido de los labios de Gokudera, pero eso nunca paso. Excepto esas dos veces; la primera siendo adolescentes inexpertos tanto física como emocionalmente, demasiado asustados y excitados como para atreverse a darle nombre a lo que sentían. Tuvieron sexo una única y confusa vez, no estaban ebrios, pero quizá sus sentimientos los embargaron tanto que los ahogaron por completo.

Después de eso Gokudera no volvió a mirarlo, solo a Tsuna siempre a Tsuna. Y entonces entraron al verdadero mundo de la mafia, fue brutal, su bautizo de sangre tal como lo denomino Reborn con su sonrisa fría y sádica. Esta seguro que algo cambio para siempre. Esa noche no pudo dormir, la sensación de las manos sucias de sangre, su espada con un filo siniestro y lúgubre, las imágenes que no dejaban de aparecer en su mente; la sonrisa se le congelo en el rostro, quería reír y quería llorar. Quería correr y destruir, quería poder quedarse quieto y solo esperar a que mañana todo hubiera sido una pesadilla. Pero no pudo; al segundo día Hayato apareció en su puerta el cigarro en la mano la mirada de desprecio, su cabello plateado y sin pedir permiso como una tormenta entro a su cuarto

-¿Que estas haciendo, friki del baseball?- le espeto mirándolo irritado

Yamamoto se rio, porque parecía como si el tiempo regresara y estuvieran de nuevo en la secundaria, como si la mafia aun fuera un juego.

-Callate, idiota. –y lo intento, de verdad que intento dejar de reír pero no podía parar la risa brotaba de su garganta seca y rasposa, se le hizo como que algo oscuro surgía del la boca de su estomago. Escucho un sonido de desprecio de Gokudera que sonó uno a un ”tsk, bastardo” y al instante siguiente su cuerpo chocaba violentamente contra la pared. Y después los agresivos labios del otro se posaban en los suyos besándolo, sorbiendo el alma, llevándose la oscuridad, esa que sentía nacer en su interior.

Hicieron el amor violento y rudo, se aferro al otro y le entrego todo lo que era y tenía, en algún momento quizá sintió lagrimas correr pero no sabría decir si eran suyas o del otro.

Fue dolor, confusión y calor, aguas enturbiadas en su alma. De nuevo confuso pero esta vez no por su inexperiencia.

Cayó en sus brazos agitado y tembloroso, Respiro su aliento en un último beso

-El decimo me envió a ayudarte-dejó caer, nunca supo si a propósito, si como una excusa, si fue algo inconsciente. Pero hizo que lo soltara.

Y entonces Gokudera se marchó, tomó su ropa, cubrió las marcas y sin decir más salió.

Yamamoto se quedó sobre una cama fría de pronto, resintiendo la pérdida del cuerpo de Gokudera, en un silencio de abandono. Pero dio resultado, a partir de ahí pudo superarlo y ser el mejor hitman de la familia Vongola, porque Hibari podía ser más fuerte, Gokudera más listo pero el más hábil, el que surgía en las sombras y no dejaba nada, era él.

Eventualmente volvió a encontrarlo cuando toda la oscuridad se almacenaba tanto que no podía con ella.

-Eres demasiado amable para este trabajo- le dijo un día mientras estiraba un pie. Yamamoto admiro la blancura de su piel surgiendo entre las mantas.

-Hahahaha ¿tu crees?- después de toda la sangre ya lo dudaba, se estiro para robarle un beso que el otro esquivo al momento

-Así es friki del baseball, nunca dudes de ello- dijo levantándose

Por alguna razón Gokudera siempre le llamo friki del baseball, a pesar de que lo dejó a los 23 años. Quizá era su forma de recordarle que confiaba en él.

-Gokudera también es una buena persona

-Eres tan idiota- se termino de vestir. Yamamoto lo miró y como siempre no se movió, no evito que se fuera

-Estoy aquí por que creo en Tsuna, y en la familia- dijo con ese extraño acento que hacia cuando hablaba en italiano- Y por ti

Gokudera hizo un ruido de desagrado. Se estiro y se puso en pie.

-Gokudera… Hayato. No sé muy bien que planea Tsuna pero…

-Cállate idiota, nunca hables de eso. El décimo no ha hecho nada, el décimo solo es el gran capo, el mejor.

Se miraron serios. ¿En ese entonces Gokudera ya sabía que moriría? Yamamoto nunca lo supo pero supuso que no habría diferencia, su fidelidad siempre sería incondicional.

-Te ayudare

Lo miró con la incredulidad pintada en el rostro a medio camino de encender un cigarrillo y no contestó.

Después de eso llegaron las “misiones” extras, asesino a gente que conocía, a algunos los había visto, con algunos había intercambiado palabras. Esas misiones llegaban en papeles simples que el propio Gokudera le entregaba en las manos.

Algunas veces el peliplateado se quedaba, algunas veces no.

***

Luego vino la boda y Hayato pareció caerse a pedazos.

Por ese entonces Yamamoto había estado viajando a EU una expansion de los negocios parecía. Se entero del compromiso y la inminente boda

Cuando regresó, la mirada vacía de Gokudera lo estremeció, por un momento se enfado con Tsuna. ¿Por que le hacia esto a Gokudera?

Pero nunca pudo reclamar nada, el otro se atravesó en su camino y le espetó que no era asunto suyo. Que el Juudaime no tenía que explicar nada, lo amenazo con volarlo en pedazos si se atrevía a perturbar al Decimo.

Y Yamamoto dejó las cosas así, porque no quería lastimar aun más al otro.

***

Y luego siguieron con el plan, el plan que purificaría a los Vongola según Hayato.

Pero un día algo salió mal, hubo un testigo, Yamamoto había cometido un error, había dejado a alguien con vida.

Una semana despues Gokudera entró a su cuarto

Lo miró serio y le dijo- Dirás que descubriste al traidor

Yamamoto alzó una ceja desconcertado- Llevaras su cabeza- continuo el otro hombre sin tomarlo en cuenta.

-Gokudera ¿quien?- dijo Yamamoto aun si entender

-Imbécil- espetó el otro- solo asegúrate de que nadie lo vincule al Juudaime.

Yamamoto abrió amplio los ojos- ¿Tu?

-Así es imbécil, lo haremos parecer que descubriste que esas ordenes no venían del Juudaime y tu...

-¡No!- fue cortado por el otro -No, debe haber otra forma

-No hay otra forma Yamamoto- Por primera vez en su vida, probablemente, Gokudera le llamó así.

Pero el guardián de la lluvia volvió a negar- No, si quieres echarte la culpa esta bien, pero no te matare. Quizá podríamos decir que huiste...-conmigo iba a decir pero el otro no lo dejo

-Idiota, si no lo hacemos así siempre sospecharan del Juudaime.

-No, no puedo, no pidas eso Gokudera

-Debes serle útil al Juudaime

-Siempre él ¿verdad?- dijo Yamamoto en voz baja

-De que otra forma sería, imbécil- y con eso Gokudera salió de la habitación



Yamamoto estuvo en el funeral bueno en la quema de las cenizas del traidor, viendolo a la distancia. Regreso a la mansión y empaco sus cosa y se fue, no espero a ver como Tsuna se las ingeniaba y desmantelaba Vongola, porque el que fue alguna vez el protector se había convertido en el dragón a derrotar. Así que destruyó al dragón. Pero Yamamoto no pudo seguir en la familia, sin esperar el final de los planes de Tsuna regresó a Namimori.

Con un recuerdo, el olor de un cuerpo y las manos llenas de sangre.

Notas finales:

Bien, ¿que les pareció?

¿Bueno, malo, confuso, poco creible? 

Comentarios, por favor :)

 


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