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Engaño y Amor por Lady York

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Notas del fanfic:

Los personajes son propiedad de Yana Tobos, los he tomado prestados para brindarles un nuevo camino en nuestra imaginación, espero sea de su agrado. 

Bueno tenía tiempo que deseaba escribir esta historia que promete estar llena de pasión, amor, y por supuesto muy buen LEMON, espero continuen conmigo hasta el final.

Gracias. 

Notas del capitulo:

Espero que este capitulo sea de su agrado, espero sus comentarios. 

—Amy, querida traigo el vestido que usarás mañana— dijo Rachel entrando a la habitación de su hija, pero nadie respondió —¿Amy?— un escalofrío recorrió su cuerpo  al no obtener respuesta nuevamente, sobre la una pequeña mesa circular encontró una nota, la tinta aún estaba fresca:  

 

Madre, lamento mucho tener que dejarte esta carta antes siquiera de conocer a ese hombre con quien ya se ha arreglado mi boda, sin embargo no puedo evitar seguir a mi corazón, no puedo casarme con alguien a quien no amo, sé que al huir de casa deshonro a la familia Phantomhive, pero soy una chica enamorada, espero que me perdones algún día, estaré bien.

Te quiere Amy

 

Las manos de Rachel comenzaron a temblar, y un ligero mareo la obligó a sujetarse del dosel de la cama, su hija había escapado una noche antes de conocer a su futuro marido, no podía dejar de pensar en las habladurías de la sociedad y sobre todo en la inminente pérdida de la compañía Phantomhive que había caído en bancarrota algunos meses atrás y la única salida era la inversión de un joven heredero que había parecido caer del cielo en el momento justo.

 

No podía dejar que todo se fuera por la borda, fijó su mirada en la fotografía de la mesa, enmarcada por un labrado cuadro de caoba, en ella se encontraban sus dos hijos Ciel y Amy eran como dos gotas de agua, habían intercambiado sombreros, ella portaba un sombrero de copa mientras Ciel un gran sombrero rosado con gigantescas flores, ambos sonreían ampliamente, recordó entonces que de pequeños solían cambiar de ropas y jugarles bromas a los sirvientes debido a su extraordinario parecido. Fue en ese momento cuando se dio cuenta, la única forma de continuar con los planes de boda sería que Ciel tomara el lugar de su hermana, por un tiempo solamente, pero el necesario para encontrar a Amy y obligarla a cumplir con sus obligaciones antes de que Vincent se enterara.

 

Salió apresuradamente y se dirigió a la alcoba de Ciel, toco suavemente, la juvenil voz de su hijo la invitó a pasar.

El hermoso joven leía plácidamente, se encontraba sentado sobre la banca alta que estaba justo a la ventana.

 

—Buenas noches madre— saludó.

—Oh, Ciel a pasado algo terrible. Tu hermana a escapado, sabes lo que eso significa, perderemos todo.

— No es posible, Amy, iré a buscarla, no debes preocuparte, la traeré de regreso.

—No Ciel, le pediré al señor Tanaka que organice una búsqueda secreta y regrese lo más pronto posible, mientras tanto debo pedirte algo en nombre de la familia Phantomhive, como sabes mañana tu padre a invitado al joven Michaelis y estará aquí para el almuerzo, si se entera que Amy escapó perderemos la oportunidad de salvar la compañía, necesito que te presentes como Amy Phantomhive.

—Pero madre, eso es imposible, si mi padre lo descubre será aun peor—  dijo impresionado.

—Hijo mío no te pediré nada nunca más, pero esto debes hacerlo por el buen nombre de la familia Phantomhive.  El tono de Rachel no podía ser contradicho y Ciel incapaz de contradecir a su madre sólo aceptó silenciosamente, estaba seguro que sería algo pasajero y que pronto Amy regresaría, después de todo, las comodidades de la nobleza eran seductoras, ya después se encargaría de cobrarle el favor.

 

                                                                       *

La mañana siguiente fue un completo caos para Ciel, los vestidos femeninos eran una verdadera pesadilla, su madre se encargó de ajustar el corsé, las medias, la crinolina, el polisón, pese a la negativa constante del joven quien para la hora del almuerzo se encontraba convertido en Amy, incluso su madre mandó a traer  una peluca de largas coletas negras.

—Bien, estas listo, tu padre no tarda en llegar con el pretendiente de Amy. Iré al jardín para revisar que todo este perfecto, no tardes.

 

Al quedarse sólo en la habitación de Amy, Ciel se contempló resignado frente al gran espejo oval, era realmente idéntico,  se acercó a la cama para tomar el abanico encontrando la carta de su hermana.

—Amy que has hecho— resopló— sólo espero qué te encuentres bien.

—My lady, su madre la espera en el jardín— dijo una joven sirvienta detrás de la puerta.

—Enseguida bajo.

 

Ciel caminó directo a donde estaba su madre bajo una pequeña carpa blanca adornada con listones color pastel de seda, la platería relucía magníficamente al igual que la cristalería biselada que esparcía la luz en reflejos coloridos, bellas flores adornaban la mesa inmaculada  repleta de frutas y pastelillos. A lo lejos vio descender del carruaje a su padre y con él a un joven, no se percató de su atractivo rostro hasta que ambos caballeros llegaron al jardín.

 

—Buenos días querida. Princesa. — saludó Vincent dulcemente a su esposa con un beso en la mejilla para luego dirigirse a Ciel y repetir la acción, Ciel que en un reflejó había  estirado su mano para saludar normalmente a su padre quedó un poco aturdido por la muestra de afecto. —Les presento al joven Sebastian Michaelis, hace unas semanas se instaló en Londres, acaba de heredar la compañía chocolatera de un tío lejano y ahora hace negocios con nosotros,  mi esposa Rachel y mi hija Amy.

—Es todo un placer— el hombre saludó con un beso en la mano de ambas, Ciel miró entonces detenidamente al prometido de su hermana,  su oscuro cabello hacía un contraste excepcional con su piel blanca, pese a su creencia de que sería un hombre demasiado mayor para su hermana, (con lo cual le gustaba fastidiarla) aquel sujeto era realmente atractivo y en la flor de la vida, podía calcularle al menos unos ocho años más que él. Cuando los labios rosaron su guante de organza pudo sentir el calor de su aliento, pero lo que a él le dejaría sorprendido eran esos ojos de un marrón oscuro casi escarlata que le miraban fijamente, sus miradas se cruzaron por un instante y Ciel sin darse cuenta se ruborizó al contacto de la mano de aquel hombre, el acercamiento duró poco pero había algo que no sabía describir.

—Bienvenido joven Michaelis, debe tener apetito, Bea traiga el te, siéntense no quiero que los pastelillos se endurezcan con el clima. — dijo Rachel.

— ¿Y dónde está Ciel?

—Nuestro hijo salió con mi hermana, es un pequeño viaje adecuado para cazadores o algo así, salieron esta mañana, ya sabes que me quiero que Ciel se divierta fuera, unos días lejos de la biblioteca no le hará mal. Ciel miró de reojo a su madre, si bien su tía Ann había salido de viaje no era precisamente placentero pues ante la situación de Amy fue ella quien se ofreció a buscarla personalmente para no levantar sospechas, así la traería de vuelta como si fuera Ciel.

—Es una lástima que no este, me hubiera gustado que lo conociera Michaelis, él es un muchacho muy inteligente algún día heredará la compañía y espero que se lleven bien.

—Espero entonces que regrese pronto de su viaje.

 

 Después del almuerzo, Vincent y Rachel le pidieron a Ciel que le proporcionase al invitado un recorrido por la mansión, como era de esperarse tendrían que caminar solos con la espera de conocerse mejor, aunque la boda sería inminente se esperaba que un laso más cercano que el compromiso uniera a los jóvenes, Rachel por su parte se encontraba nerviosa, miraba constantemente por la ventana esperando que todo saliera de acuerdo al plan.

 

—¿Es un día hermoso no crees?— preguntó de repente el mayor mientras seguía a la joven por el jardín hacia un pequeño estanque.

—Sí, lo es joven Michaelis.

—Por favor llámame Sebastian, me aturde tanta formalidad ¿Puedo llamarte Amy?— dijo acercándose con una sonrisa

—Sí esta bien.

—Y dime ¿qué te gusta hacer?

—Leer y a veces tomar fotografías.

—Vaya eres una joven única, por lo general siempre dicen bailar y bordar.

—Hace mal en compararme con otras chicas Sebastian, me hace pensar que es todo un don Juan. —dijo con sagacidad.

— ¿Le parezco un don Juan?  Eso me halaga.

Sebastian sonrío burlonamente ante la joven, a Ciel por el contrario le pareció un atrevimiento pero no podía negar que ese hombre había capturado su atención.

— ¿Y usted que hace en sus ratos libres Sebastian?

—También leo, escribo, invento, no sé, de todo un poco.

 

Siguieron caminando alrededor del estanque pero en un descuido un gato negro saltó desde una enramada asustando a Ciel quien al perder el equilibrio por el estorboso vestido estaba apunto de caer al agua, sin embargo los brazos de Sebastian detuvieron cualquier accidente enredándose en la esbelta cintura del menor, acurrucando su cuerpo delgado contra el suyo, Ciel respiró la suave fragancia de aquel hombre delgado y varonil, pudo sentir su cuerpo por debajo de las ropas y su corazón comenzó a latir con rapidez.

—Te encuentras bien?

—Sí— se alejó. —qué era eso?

—Sólo es un gato no pensé que tuvieran gatos en la mansión.

—No los tenemos, debió colarse por algún sitio. Haré que lo saquen.

Sebastian se acercó asta el minino para acariciarlo con cariño, esperando que no se escapara.

—Los gatos son unas criaturas hermosas.

—Veo que te gustan.

—Mucho, son incomprensibles, son cazadores pero tiernos a la vez, su anatomía es maravillosa y su visión nocturna es la mejor, amo los felinos. Por qué no te acercas?

—Soy alérgico, digo alérgica.

Sin darse cuenta Ciel había modulado su voz olvidando que en ese momento no era Ciel sino Amy, se había quedado mirando a Sebastian sonreírle al pequeño felino que ronroneaba bajo sus enguantadas manos.

—Además prefiero a los perros ellos son leales, ahora vallamos a dentro pronto será la hora de la comida. Me escuchaste?

El joven le hiso una seña de silencio mientras seguía al animal que ahora corría hacia un lugar más alejado, rumbo al cobertizo, Ciel indignado por el poco caso que le hacía su invitado lo siguió preguntando por su comportamiento, hasta que Sebastian le tapó la boca y siguieron caminando hasta una caja abandonada bajo un árbol donde agudos maullidos se hacían más audibles. El gato saltó dentro de la caja y el mayor soltó a Ciel mientras éste estornudaba sonoramente.

—Oh, así que eres  mamá.

—Cómo es posible ahora hay más de uno, necesitamos fumigar achuu!!, por qué hiciste eso? te dije que era alérgica y tu tocaste al gato, achuu!!

—En verdad lo siento— le entregó el pañuelo que llevaba en el frac mientras sonreía— pero no puedes mandar a fumigar, son una familia ves, no puedes separarlos, si lo haces serás sólo una chiquilla consentida.

—Si tanto te importan llévatelos, achuu!!

—Lo haría pero la casa en Londres es muy pequeña y ruidosa, hagamos un trato, los mantendrás en la mansión hasta que regrese a Bédford y a cambio yo te traeré un pastelillo todos los días y los alimentaré, qué te parece?

—No estas en condiciones de pedirme nada sabes, pero aceptaré, siempre y cuando los pastelillos los hagas tú.

—Esta bien— Ciel pensó que lo había puesto en jaque y sonrío satisfactoriamente —así también podré verte todos los días. — pero pronto se dio cuenta que era él quien había perdido la jugada. 


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