Era el primer día de clases, Light estaba a punto de partir hacia la escuela; un tanto preocupado por la hora miró su reloj.
-¡Se está haciendo tarde!-se repetía una y otra vez-Si no me apresuro llegaré tarde.
Corrió lo más rápido que pudo hasta llegar a la entrada del salón donde tenía clase. Se dispuso a abrir la puerta, Colocó su mano sobre la perilla y al mismo tiempo una mano se posó sobre la suya.
Light volteó a mirar al chico que también quería entrar al salón.
Su cabello y sus ojos eran de un color negro muy intenso que apenas y permitía que la luz se reflejara sobre éstos, dandole un toque sumamente encantador. Su piel era tan blanca como la nieve y muy suave y delicada. Esto lo notó pues su manos aún se encontraban juntas.
Instintivamente Light quitó su mano de la perilla y se sonrojó un poco, mirando al suelo para evitar que el ojinegro lo notara.
Ambos pidieron permiso para entrar y el profesor, algo irritado, hizo un seña indicando que pasaran rápido y tomaran asiento.
Una vez sentado, buscó con la mirada a aquella misteriosa persona; en cuanto lo encontró no hizo otra cosa que mirarlo fijamente y admirar su belleza.
Permaneció algunos minutos de ésta manera hasta que sintió una mano sobre su hombro.
-¡Hey! El profesor lleva rato hablándote.
Light salió de sus pensamientos y muy apenado miró al profesor.
-¿Cuál es su nombre?-preguntó el profesor bastante molesto.
-Light Yagami-dijo con un tono que demostraba lo avergonzado que estaba.
-Bien señor Yagami-dijo el profesor en tono sarcástico-¿Podría usted repertir lo que acabo de decir?
Light se encongió de hombros y se sonrojó, negando con la cabeza.
-Preste más atención por favor-contestó el profesor aún molesto, mientras daba la vuelta y seguía explicando el tema.
Light no paraba de preguntarse lo que había sucedido, esto nunca le había pasado. Siempre prestaba atención a los profesores, pero ese chico lo distraía demasiado.
Pasó varios minutos preguntándose que era lo que tenía esa persona que no lo dejaba concentrarse, al no encontrar respuesta, soltó un profundo suspiro, que hizo que sus compañeros y el profesor voltearan a verlo.
-¡Señor Ygami! Si tanto le aburre mi clase ¿Por qué no se retira? En estas condiciones no puedo trabajar-dijo el profesor mientras señalaba la puerta, invitandolo "cortesmente" a salir.
Light ofreció una disculpa al profesor y mientras tomaba sus cosas para retirarse pudo ver al ojinegro que lo miraba lleno de ira, como dispuesto a golpearlo si no se apresuraba a salir.
Esto lo puso muy nervioso, nuevamente se sonrojó y salió tan rápido como pudo.
En cuanto la clase acabo y el profesor abandonó el salón, Light se acercó a él y nuevamente se disculpó.
-De verdad siento mucho haberle causado tantas molestias, le prometo que esto no volverá a pasar; simplemente estaba muy nervioso el día de hoy y eso provocó que estuviera tan distraído.
-Déjelo así Yagami-contestó el profesor-Basta con que no se vuelva a repetir-decía mientras caminaba por el pasillo y se despedía.
Una vez más se lehacía tarde al castaño, por lo que comenzó a correr hasta su siguiente clase. Antes de llegar al salón chocó contra el ojinegro que al verlo se molestó y dijo
-Pff... ¿De nuevo tú?
Esto provocó que Light se sonrojara, entró al salón y buscó estar lo más alejado de esa persona.
-Seguro así no me distraerá-se decía a sí mismo para intentar tranquilizarse.
Las clases siguieron su curso hasta llegar al final del día, momento que estuvo esperando el castaño para por fin acercarse al chico.
Cuando estuvieron solos en el salón Light tomó valor y dijo
-Parece que te molestó lo mucho que interrumpí en la primera clase y que hubiera chocado contra tí. De verdad estoy apenado, no quisiera que tú...
-No te sientas tan importante-interrumpió el ojinegro-Hubiera reaccionada de la misma forma sin importar quien fuera.
Y sin dejar que Light terminara su ya planeado discurso salió del salón sin siquiera voltear a verlo.
El castaño estaba paralizado, no sabía como reaccionar ante aquellas palabras, lo único que pudo hacer fue tomar sus cosas y salir del salón traumatizado aún por esa hiriente frase.
-¿"No te sientas tan importante"?-se repetía una y otra vez-¿Quién se cree para decirme eso?-una lágrima rodó por su mejilla y solo la secó con la manga del suéter que traía puesto.
No pudo pensar en otra cosa más que en eso, las palbras que escuchó retumbaban en su mente y se clavaban en su pecho como dagas.
Sin darse cuenta, se encontraba tirado sobre la cama, llorando como nunca mientras se preguntaba
-¿Qué le hice para que me trate así? ¿Por qué ni siquira quiso escucharme?-decía sentándose en la orilla de la cama.
Después de un rato de estar llorando, secó sus lágrimas de forma brusca y dijo aún más deprimido
-¡Y ni siquiera pude preguntarle su nombre!
Volvió a derrumbarse en la cama y sin darse cuenta derramó algunas lágrimas más hasta quedarse dormido.