Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

I hate you but i love you por Nasie

[Reviews - 83]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Pues aquí el primer capítulo, aclaro que este será un fic corto, justamente diez capítulos. 

Espero que sea del agrado de alguien, y por favor dejen sus opiniones.

Disculpas adelantadas por las faltas de ortografia posibles.

:)

Arrastraba mi pesada maleta mientras caminaba lentamente entre la multitud que colapsaba el aeropuerto a esas horas de la noche, la gente sonreía y se abrazada a sus parejas y familiares que acababan de llegar, mientras que por otra parte, otros lloraban ante la partida de sus seres querido.

Yo a diferencia de ellos, llegaba al aeropuerto, pero nadie me esperaba allí con una sonrisa y un posterior abrazo asfixiante,  suspiré cansado y bajé la mirada dejando que mis pies me guiasen hacia la salida, la cual recordaba con dificultad.

 

Una vez fuera, noté el frio aire que caracterizaba a Seúl, pero que no era propio época del año, parecía que el invierno se acercaba, y no, todo lo contrario era casi verano y yo, volvía a casa para pasar las vacaciones con mi familia, a la cual hacía un año que no veía.

Me era imposible recordar las calles, las líneas de metro o la numeración de los buses que me llevaban a donde con anterioridad había vivido, pero aunque lo recordase no serviría de nada.

 

Mis padres se habían mudado, tan solo un mes después de que yo me fuese a estudiar al extranjero, por decisión de ellos, y desde aquel día no había vuelto a pisar mi ciudad natal.

Pronto iba a cumplir los dieciocho años, por lo tanto, ya era casi mayor de edad, así que no debían interferir en mi decisión de volver, y no lo habían hecho.

Dudaba que se alegrasen de que volviese, no es que fuésemos una familia problemática en la cual la convivencia resultase difícil, pero ellos nunca habían pasado el suficiente tiempo conmigo como para poder sentir ese cariño especial, que sienten los hijos hacia sus padres, ese cariño me lo había dado mi abuela, la cual había muerto el mismo años que yo me fui.

 

Tras llamar a un taxi y mostrarle la dirección que mi madre me había confirmado horas antes por un mensaje de texto, llegué a lo que sería mi nuevo hogar.

Un piso lujoso en pleno centro de la cuidad, bastante moderno y aparentemente caro, la puerta de entrada era grande, más semejante a la de un hotel que a la de un simple edificio, la entrada cubierta de espejos y situada en esa estancia un mostrador tras el que situaba una mujer vestida con un elegante traje negro.

 

-Buenas noches, ¿puedo ayudarlo en algo?-  me preguntó la mujer rubia de manera serena y educada.

-Creo que si… soy Kim Kibum hijo de…-no puedo terminar pues ella ya me estaba tendiendo unas llaves.

-Séptima planta, la segunda puerta a la derecha, sus padres no se encuentran en casa pero me pidieron que le dijese que  fuese acomodando sus cosas en su cuarto, que ellos llegarían tarde de trabajar.- Me informó mientras que yo cogía las llaves que sus manos me tendían.

Le agradecí la información y continué caminando hasta el final de un pasillo en el cual se encontraban, unas grandes  escaleras de piedra y por otro lado, un plácido y cómodo ascensor. Mi mente decidió por mí pulsando el botón que hizo que la flecha que indicaba su movimiento se iluminase, estaba demasiado cansado como para subir por unas escaleras con una maleta cargada de ropa hasta un séptimo piso.

 

Esperé pacientemente hasta que el ascensor llegó, pero cuando las puertas de este se abrieron, mis piernas se paralizaron ante la escena que mis ojos contemplaban al mismos tiempo que un fuerte sonrojo se extendía por mi pálido rostro.

 

En el interior del ascensor se encontraban dos personas, eran una mujer y un hombre, un joven mas bien, la edad de la mujer podría rodar los  veinticinco, su melena de color castaño, larga y ligeramente ondulada caía con gracia sobre su espalda, lucía un corto y ajustado vestido rojo burdeos que se ceñía a sus voluptuosas curvas, sus piernas largas finalizaban en unos tacones de aguja negros a conjunto con el fular que rodeaba su cuello.

 El joven seguramente tendría una edad cercana a la mía, quizá un poco mayor, su altura era media, tirando a baja,  su cabello,, medio castaño claro, medio castaño oscuro, era liso y brillante, y cabe decir que aparentemente suave, sus brazos musculosos se ceñían a una camiseta blanca de manga corta y sus piernas eran  perfectamente cubiertas por un pantalón vaquero, lo suficientemente ceñido para dejar que tu imaginación volase.

Se besaban de manera desesperada acorralándose el uno al otro en una esquina del ascensor, estaban tan concentrados en su juego de besos y caricias que no habían notado las puertas de ascensor abrirse, y por lo tanto tampoco mi presencia.

Bajé la mirada  intentando que mi rubios cabellos cubriesen mis ojos y a ser posible parte de mi sonrojo, el joven paseaba ahora sus manos por el trasero de la mujer, y esta ni siquiera se molestaba en contener los sonidos de placer que se escapaban por su boca.

“Desvergonzados” fue lo primero que mi mente pensó ante semejante imagen.

 

Carraspeé mi garganta logrando que ambos se diesen cuenta de mi presencia, y se separasen nerviosos y ciertamente sorprendidos, ella aparentemente más que él, su sonrojo lo denotaba.

Entré al ascensor y pulsé el siete mientras que rogaba por que fuese un ascensor lo suficientemente rápido para no tener que pasar demasiado tempo con ese par de personajes, los cueles se bajaban en la misma planta que yo.

 

Tragué saliva como puede y me arrimé a un lado, lo más alejado posible de ellos, contemplando la puerta de metal como si fuese la obra más cara del mejor museo de arte.

 

-¿Cuánto tiempo tenemos?- El  joven había decidido romper el silencio, y a pesar que no quería entrometerme en su conversación, no tenía pensado taparme los oídos.

 

-Una hora como mucho- Respondió ella en un tono más bajo, pude ver en el reflejo del espejo como se sonrojaba ligeramente.

 

-Tiempo de sobras- Dijo él con una sonrisa coqueta haciendo que la mujer se sonrojase todavía más.

 

No entendía a que se referían, quizá tenían una cita importante y quería…hacerlo antes, o quizá...

 

-Nunca me has dicho de que trabaja tu marido para que siempre llegue tarde a casa- dijo el chico en tono sereno, como si lo que acabase de decir no tuviese importancia alguna.

 

Por suerte las puertas del ascensor se abrieron en ese mismo instante, me sentía el mayor de los cotillas escuchando aquella conversación, ¿pero qué podía hacer al respecto? Nada, no podía hacer nada más que salir del aquel ascensor lo antes posible.

 

-Buenas Noches- dije a modo de despedía mientras me encaminaba hacia mi puerta y ellos lo hacían hacia la de al lado.

-Buenas Noches- respondieron ambos al unisonó con una sonrisa en sus rostros.

 

Cerré la puerta y entre en aquella estancia completamente desconocida para mí.

 

Mientras acomodaba la ropa en la que supuse sería mi habitación, la conversación que aquellas dos personas habían mantenido se reproducía una y otra vez en mi cabeza.

Sin duda eran amantes, ella tenía un marido y le ponía los cuernos con alguien mucho más joven, al menos aparentemente, y él, el muy desgraciado alardeaba de ello, sin ningún tipo de vergüenza había mencionado al marido de ella frente a un desconocido.

 

Me di una ducha para despejarme y intentar sacar aquella ideas de mi mente, pero eso se hizo todavía más difícil cuando al volver a mi cuarto, lo único que conseguía escuchar eran los gemidos de una mujer, seguramente la misma con cual había compartido ascensor minutos antes.

 

Sonaba desesperada, y de lo más excitada, ni siquiera se molestaba en contenerse intentando no llamar la atención del vecindario, a ambos parecía importarles bien poco lo que pensase la gente acerca de su “relación”.

Había optado por usar mis auriculares y conectarlos a mi reproductor de música, poniéndola bien alta, intentando acallar los gemidos de aquella mujer histérica que disfrutaba de la compañía de un desvergonzado, pero sexy joven en la habitación del piso de al lado.

No sirvió de nada.

 

Cogí mi móvil, las llaves y me dispuse a dar una vuelta. ¿Habían dicho una hora? Aprovecharía el tiempo para pasear y conocer la zona, a pesar de que era tarde no me importó, prefería eso a… a lo que tendría que aguantar si me quedaba.

 

Las calles, a pesar de ser tarde estaban bastante transitadas, parejas paseando bajo el frio de la noche, empresarios, médicos, policías, y demás trabajadores salían de sus respectivas empresas, abuelos que caminaban acompañados de sus nietos, jóvenes que empezaban la juerga antes de tiempo y ya llevaban más alcohol que sangre en el cuerpo, y yo, un simple estudiante de diseño de moda que paseaba por, simplemente, pasar el tiempo.

Miré el reloj una vez más y retomé el camino de vuelta a casa, había pasado justamente una hora, y con suerte la parejita fogosa habría terminado su sesión de pasión desenfrenada.

 

Un señor trajeado me aguantó la puerta de forma caballerosa para que pasase, y lo hice dándole las gracias, mis ojos lo escanearon de arriba abajo, y algo me decía que aquel hombre podía ser el marido de mi promiscua vecina.

 

Decidí subir con las escaleras con la esperanza de llegar antes que el ascensor  y descubrir si el amante de aquella mujer seguía allí, sin duda sería un auténtico culebrón que lo pillasen, y yo no estaba dispuesto a perdérmelo.

 

Subí lo más rápido que mis poco ejercitadas piernas me lo permitieron, y ahí fue cuando me arrepentí de no hacer algo más de ejercicio y estar más en forma.

No me hizo falta apurar más, escuché como unos pasos bajaban apurados, y supuse que sería aquel joven musculoso y moreno.

Mis inexistentes dudas se confirmaron al ver su rostro, se paró en el descanso de las escaleras para acomodar su camiseta y ponerse su chaqueta, al tiempo que se agachaba a anudar el cordón de su zapato izquierdo.

 

Suspiré con fastidio, me apetecía demasiado ver un drama en directo, y no había podido ser.

Subí y pasé por su lado sin saludar siquiera, haciendo como si no lo conociese, y es que en realidad, conocer, lo que se dice conocer, no lo conocía.

 

-Perdona por el escándalo que ha montado tu vecina-dijo el girando su rostro para mirarme, todavía agachado en el suelo- sin duda contenerse no es lo suyo, o quizás solo es así conmigo, si busca lo que en casa no le pueden dar…¿por algo será no crees? – sin duda aquel joven tenía el ego por las nubes.

 

-Supongo- Dije como si me importasen poco sus palabras y continuando mí camino.

 

- Deberías ir acostumbrándote, esto es así todos los días y siempre a la misma hora, yo que tú me buscaría algo que hacer durante ese tiempo- me intentó aconsejar mientras se burlaba y se enorgullecía de su hazaña.

 

-Yo que vosotros…-comencé a decir un tanto alterado.

 

-Continúa por favor- pidió mientras se levantaba y fijaba su mirada sobre mí.

 

-Yo que vosotros me buscaría un puto hotel.

 

Sin más comencé a subir las escaleras, no me interesaba escuchar nada más, dicen que perro ladrador poco mordedor, y él era ese tipo de perro, sin duda.

Notas finales:

Hasta aquí el primer capitulo, gracias por leer y si deciden comentar doble gracias :)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).