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Will you marry me? por BlackMoral_Inc

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Notas del fanfic:

Well~ Estoy de regreso, aunque a nadie le importe :foreveralone: Sigo con mi maldito bloqueo mental y es por eso que no había podido escribir un fanfic, además de que la escuela me quita mucho tiempo. No sé para que inventaron la escuela, solo nos distrae de las cosas importantes de la vida(?)

Notas del capitulo:

Dedicado para Ruki y a su user, Brianda. De parte del degenerado de Reita. (Roleplay).

La gran noche había llegado. Aquel era el día en que realizaría un gran acto suicida –según él-; un hecho que cambiaría su vida en gran medida. Se acabarían las borracheras, los table dance,  las mujerzuelas y todo aquello de lo que goza un mujeriego empedernido sin vergüenza.

Apreciaba la libertad que le concedía el noviazgo. Mucho. Demasiado. Le gustaba sentirse libre a pesar de tener ya cuatro años de relación con quien era vocalista en la banda donde él tomaba el puesto de bajista. Pero por otro lado estaba su pareja: ese hombre vanidoso, agresivo y posesivo que no rebasaba los 162 centímetros de estatura. Ese pequeño hijo de puta que lo había hechizado con quién sabe qué clase de brujería vudú.

Akira Suzuki ya estaba por cumplir 32 años y en su cabeza, desde hacía más de medio año, había estado rondando una idea que alguno de sus amigos le había planteado: Matrimonio. Ya era un hombre maduro –o eso se suponía-, con un trabajo estable en una banda exitosa y con el futuro posiblemente ya resuelto. ¿Por qué no habría de poner más estabilidad en su vida amorosa?

—Pues porque amo mi libertad —Se dijo mientras se veía al espejo. Suspiró pesadamente y se llevó las manos a la cabeza—, pero lo amo a él también.

Su relación funcionaba como normalmente las demás lo hacen, entre días buenos y malos; peleas y momentos divertidos tanto como románticos. Nada fuera de lo común. A excepción de que ese pequeño bastardo hacía que hasta la situación más simple se volviera maravillosa. Y eso precisamente lo que Akira veía en él, porque Takanori Matsumoto tenía algo que no había descubierto en alguien más. Era esa magia extraña que tenía su vocal y que le transmitía cada vez que estaban juntos. Por eso había decidido pedirle matrimonio aquella noche del 11 de Marzo.

— Tienes que ayudarme a organizar todo —Dijo a su interlocutor a través del teléfono una vez que el otro tomó la llamada.

—Mmm… ¿Akira? —Preguntó soñoliento mientras rodaba en su cama y enterraba la cara en la almohada—. ¿Qué hora es?

—Las siete de la mañana, pero…

— ¡¿Qué?! Insensible de mierda, ¡¿qué tipo de hombre sin corazón despierta a su mejor amigo a las siete de la madrugada?! —Exclamó dramáticamente, siendo acallado después por el otro.

— ¡Shhh! Cállate y escúchame.

—Más te vale que valga la pena o te voy a cortar la…

—Voy pedirle a Ruki que se case conmigo. —Soltó así sin más, obteniendo por respuesta un grito, el sonido de un golpe y luego un quejido de Uruha que se había caído de la cama.

— ¡Oh, por Kami-sama! ¿Es broma?

—No, no es broma. Por eso necesito que me ayudes —El menor soltó un chillido de emoción mientras dada saltitos en su cama.

— ¡Claro que te ayudo! Dime, dime, dime… ¿ya pensaste en cómo vas a pedírselo?

—Por supuesto. Tengo una buena idea…y la amarás.

Cuando Takashima oyó la idea que se le había ocurrido a su amigo, lo primero que hizo fue echarse a reír y preguntar al menos unas diez veces si estaba hablando en serio. Pero cuando lo meditó un poco más, se dio cuenta que era una de esas locuras que el bajista estaba acostumbrado a hacer.

—Bien…ahora solo tengo que hacer lo que me toca —Se dijo a sí mismo el bajista una vez que la llamada finalizó. Suspiró largamente y se cuestionó mentalmente si aquello era realmente lo que deseaba. En voz alta, se contestó que sí.

Volvió a marcar un número, ésta vez su novio fue el que contestó.

—Buenos días, amor. —Fue lo primero que oyó de su amado vocal. Imaginárselo recién levantado, con el cabello revuelto y vestido con esa pijama que le quedaba grande era lo más jodidamente hermoso que podía ver por las mañanas.

—Buenos días, Taka. ¿Cómo dormiste?

—Muy bien, pero es muy temprano todavía, ¿y tú? —Bostezó mientras se estiraba para disipar el sueño y sonreía al escuchar la voz del otro.

—Lamento si te desperté —Agradeció que el otro no estuviese viéndolo porque la sonrisa que traía en el rostro era como de quien ve por primera vez a su ídolo en persona. Odiaba y amaba a la vez  que Takanori causara ese efecto en él—. Dormí bien, pero…te tengo una mala noticia.

— ¿Qué pasa, cariño? —Preguntó alarmado.

—Tranquilo, no es nada grave. No podré estar contigo en casi todo el día, mi hermana se enfermó y debo ir a verla para que mi madre esté más tranquila.

—Oh, lo siento por ella, envíale mis saludos. Entonces no te preocupes, yo…me tomaré el día para descansar y llevar a Koron-chan al veterinario.

—Me parece bien. Ehh…Ruki.

— ¿Sí?

El rubio se rascó una mejilla mientras intentaba formular alguna frase coherente. Se había puesto sumamente nervioso en cuestión de segundos y se maldijo mentalmente por ello.

Solo invítalo a cenar. Tranquilízate, Akira. Es solo una invitación a cenar. Solo una invitación. Vamos, tú puedes. Se repetía una y otra vez internamente para intentar calmarse. ¡Oh, como odiaba ponerse así! Le recordaba a las primeras veces que intentó acercarse al vocal con otras intenciones. Le estaban sudando las manos y tenía ganas de estrellarse contra la pared o que hubiese un terremoto en ese preciso momento para quedar sepultado bajo los escombros.

— ¿Quieres venir a cenar ésta noche a mi departamento?

— ¡Por supuesto! —Exclamó con entusiasmo el menor—. ¿A qué hora quieres que llegue?

—A las nueve, ¿te parece?

—Perfecto. —Soltó un suspiro audible mientras sonreía embobado y se abrazaba a sí mismo—. Ne, Aki-chan…

— ¿Sí?

—Te amo.

—Te encanta que me ponga sentimental por tu culpa, ¿verdad?

— ¡Oi! Yo solo dije lo que siento, tonto —Aunque el otro no podía verlo, estaba casi seguro que el vocal estaba haciendo un puchero, y sí lo estaba, como era su costumbre.

—También te amo, enano cursi.

— ¡Tú también lo eres! —Se quejó usando una vocecita infantil que hizo sonreír como idiota al más alto.

—Ya tengo que irme, Taka. Te veo en la noche, no llegues tarde.

—Estaré puntual. Hasta luego, amor.

—Hasta la noche, cariño.

 

Segundos después de haber terminado la llamada, Akira salió disparado hacia el baño y se dio una ducha rápida. Se arregló a medias y salió corriendo de su departamento al cuarto para las 9. Debía ir a recoger el anillo a la joyería y después verse con Uruha para volver a repasar el plan y hacer las compras necesarias para la cena de esa noche.

Una cena. Sonaba trillado y sin gracia, pero es lo que había en la mente de Akira. O quizás no solo eso.

* * *

La noche cayó sobre la ciudad y ahora en el departamento de Akira se encontraban tres de sus compañeros de banda, quienes reunidos alrededor del comedor, disfrutaban una copa de sake en honor al suceso próximo.

—No puedo creer que esto esté pasando. El idiota que dijo que la palabra matrimonio no existía en su diccionario es el primero de nosotros que va a casarse. —Comentó Kai con un aire divertido.

—Oye, no me juzgues —Se quejó Reita entrecerrando los ojos y dando un sorbo más a su bebida.

—No deberías tomar tanto, Reita. Luego será todo un desastre…aunque viniendo de ti no me extrañaría que lo fuera —Rió entre dientes Aoi—. ¡Oh, te nos estás volviendo hombre! Excepto por el hecho de que te vas a casar con otro hombre… ¡Ah! —Se quejó cuando recibió un zape cortesía Suzuki.

—Ya, Aoi, lo están poniendo más nervioso —Dijo Uruha y se le fue encima a su amigo el de la bandita para abrazarlo—. No les hagas caso, Aki. Todo saldrá bien. Ruki aceptará, se casarán y tendrán miles y miles de hijitos. —Miró a la nada mientras se imaginaba la historia de amor y sonreír tontamente.

— ¡Ah, ya déjenme en paz que me estoy estresando! —Exclamó el bajista, aventando al castaño lejos de él, para luego empinarse la botella de sake—. Y largo de aquí porque ya casi son las 9 y Ruki debe estar por llegar. Así que…gracias por venir. Ya celebramos, ya me pusieron nervioso, ahora…fuera de aquí. —Fue empujándolos como  podía hacia afuera de la cocina.  Los otros tres armaron su escándalo por ser sacados casi a patadas, rogando y alegando que querían quedarse para no perderse detalle de lo que iba a suceder en poco tiempo. Más el rubio les cerró la puerta en la cara y casi se acabó la botella de sake el solo.

La cena ya estaba lista para servirse. Una botella al centro de la mesa y un par de velas era todo lo que había preparado. Los nervios lo estaban consumiendo.

De pronto, en su interior se arremolinaron los sentimientos. Y los recuerdos atacaron su mente, uno tras otro, haciendo que se sintiera confundido. Estaba decidido a pedirle matrimonio a Ruki, independientemente de su respuesta, él iba a hacerlo.

Pero… ¿y si lo rechazaba? ¿Qué iba a hacer si Ruki le decía que no? No lo había pensado. Y los nervios incrementaron.

Había estado tan ocupado pensando en cómo iba a ser su vida de casado dentro de unos meses, que no se había puesto a pensar en qué pasaría si Takanori rechazaba la propuesta. ¿Terminarían con su noviazgo, dejarían de ser amigos y la banda se vería afectada por sus problemas amorosos? ¿O seguirían adelante como si nada hubiese pasado y esperarían el momento indicado para unir sus vidas en matrimonio? ¡Oh! ¿Por qué carajo no había pensado nada de eso antes? Antes de pensar en cómo iba a pedírselo, antes de preparar una cena para él. Incluso antes de haberse  decidido a dar aquel paso.

Su debate interno se vio interrumpido por unos golpecitos en la puerta.

Tragó en seco.

Era Takanori.

Oh, vamos. ¿Qué tan malo puede ser? Se cuestionó mientras salía de la cocina y se dirigía  a la puerta…lentamente. Muy lentamente. Nunca le había parecido tan estrecho el camino de la cocina a la puerta principal.

Cuando abrió, se encontró con la radiante sonrisa de su novio quien se le tiró encima para devorarle a besos la boca.

Se sentía tan bien. Había extrañado esos besos durante todo el día. Y si lo pensaba bien, si esa noche salía tal como se la había planteado en su imaginación, iba a disfrutar de esos besos todos los días, cada mañana, a cada momento, por el resto de su vida. Suspiró de tan solo pensarlo.

Cuando el menor se decidió por fin a dejar en paz los labios de su bajista, se abrazó a él como garrapata, sin querer soltarlo.

—Te extrañé tanto, amor.

—Y yo a ti, pequeño. ¿Cómo estuvo tu día? —Preguntó intentando sonar tan normal y tranquilo como siempre.

—Mmm…no tan mal, pero me hiciste mucha, mucha falta —De nuevo sus labios tomaron los contrarios en un beso efusivo, que el otro sintió la necesidad de terminar.

—Amor, amor…tranquilo —Soltó una risita—. Se nota que me extrañaste, ¿eh? No te culpo, no se puede estar sin mí. —Y con ese comentario que dejaba ver su enorme amor propio se sintió más él. Trató de tranquilizarse tras respirar hondo—. Vamos a la mesa…la cena ya está lista, así que no perdamos tiempo, ¿eh? Que además, hoy tengo algo para ti.

—Maldito ególatra —Le dio un golpecito a su pecho y luego su rostro se iluminó por una amplia sonrisa—. ¿Algo para mí? —Tomó una mano del mayor y casi lo arrastró hacia la mesa—. ¡Dime que es, Aki-chan!

—Es una sorpresa, enano. No te desesperes, te la daré cuando terminemos de cenar, ¿te parece?

— ¡Oh, pero no seas malo! Dame un adelanto, ¿sí?

—No, señor. Nada de adelantos.

—Onegai –Se paró frente a él y le hizo un enorme puchero. Akira no podía resistirse a esos gestos llenos de ternura.

—Nope.

— ¡Ahh! –Le dio otro golpecito a su pecho y cruzó los brazos mientras daba un golpecito al piso con su talón. Uno de sus característicos berrinches, claro—.  Malo, malo, malo.

Akira rió.

—Ya, no seas berrinchudo. Vamos a cenar y te daré tu sorpresa, punto.

—Jmm —Le enseñó la lengua y de mala gana fue a sentarse.

 La cena comenzó y transcurrió sin mayores contratiempos. Su charla se basó en cosas triviales, pero cuando Ruki preguntó por la salud de su cuñada, Akira tuvo que inventarse una buena historia para cubrir su mentira. Ya después pediría perdón al cielo por haber enfermado a su hermana para ayudarse.

Entre risas, bromas, comentarios estúpidos y algunos cariñosos se pasó el tiempo. Eran casi las 11 de la noche cuando Takanori recordó que había algo pendiente.

—Ne, Aki-chan…

— ¿Mmm?

— ¿Y mi sorpresa? —Esbozó una sonrisita mientras se movía impaciente de un lado a otro en su silla.

— Oh, eso —Rió, y los nervios regresaron. Soltó un pesado suspiro y echó su silla hacia atrás, pero sin levantarse—. Hay una condición para que te la de.

— ¡Pero si ya esperé como querías! Eso no es justo, Aki-chan.

—Cumples la condición o no hay sorpresa, señor.

El menor entrecerró los ojos.

—Está bien, señor-yo-tengo-el-control-de-todo. ¿Cuál es la condición?

Akira sonrió de lado y se puso de pie para desabotonarse el pantalón y luego bajar el cierre.

—Chúpamela.

Al oír la petición, el rostro del menor adoptó todas las tonalidades de rojo conocidas. Sus ojos se abrieron desmesuradamente y recorrieron el cuerpo ajeno hasta llegar a su entrepierna. Oh, no. Ese maldito pervertido.

— ¿E-es en serio…? —Titubeó, pero no fue necesario que le respondiera verbalmente, pues el más alto se bajó tan solo un poco los pantalones, dejando ver su ropa interior negra—. Oh, Akira…eres un…u-un…

—Vamos, Taka. Ni que fuera la primera vez que me la mamas.

— ¡Akira! –Le tiró una servilleta echa bola. A pesar de llevar cuatro años juntos, se seguía cohibiendo ante el descaro y la perversión de su novio.

—Bueno, ¿quieres tu sorpresa o no? —Preguntó divertido.

—Aprovechado de mierda —Masculló entre dientes.

— ¿Dijiste algo?

—N-no…

—Ven aquí —Y como un niño pequeño, Takanori obedeció. Se paró frente a él y recibió un corto, pero cálido beso. Amaba los labios de ese pervertido sinvergüenza—.  Ahora chúpamela —Susurró al separarse de los labios ajenos.

Ruki se mordió el labio inferior y al sentirse observado por el otro, desvió la mirada y poco a poco se fue agachando, hasta quedar hincado. Ya estando frente a frente con aquel bulto notable en los pantalones de su novio se sintió con más confianza. Como bien le había dicho el mayor, no era la primera vez, y tampoco la última.

Además, él quería su sorpresa.

Tomó la orilla del pantalón, dispuesto a bajarlo lo necesario, pero Akira lo detuvo.

—Cierra los ojos.

— ¿Qué?

—Que cierres los ojos. No hagas nada, déjamelo a mí.

Aquella petición le hizo sentirse nervioso. En su interior se retorcía la curiosidad y la impaciencia. ¿Y ahora qué planeaba ese degenerado? Sin más, le hizo caso. Cerró los ojos con fuerza, esperando fuese lo que fuese que tuviera preparado el bajista.

Akira sonrió para sí mismo al ver aquella escena. Los nervios se habían ido, dando paso ahora a la excitación y la necesidad de profanar aquella boquita. Se bajó los pantalones junto con el bóxer, dejándolos a la mitad de sus muslos. Tomó su miembro semi despierto y acarició con el glande las mejillas del menor.

— ¿Lo sientes? —Murmuró, obteniendo un “sí” entrecortado y casi inaudible. Siguió recorriéndole el rostro hasta llegar a sus labios, los cuales se separaron poco a poco para que pudiera adentrarse en aquella cálida cavidad.

Ambos suspiraron. Tanto la boca de Takanori como el pene de Akira estaban tibios.

El vocal apretó los ojos cuando la extensión de Reita se deslizó con lentitud dentro de su boca. Comenzó a succionarlo muy despacio y gimió al sentir como se ponía cada vez más duro.

—Mmm…así, chúpalo, bebé. —Murmuró Akira entre succión y succión. Sentía la lengua de su novio enredarse hábilmente en su miembro, yendo de arriba abajo una y otra vez—. ¡Ahh, Ruki! —Jadeó audiblemente cuando el otro se sujetó de sus piernas y comenzó a mamar con fuerza, cada vez más rápido. Sus manos fueron a parar en la cabeza del vocal, y sus dedos enredados en su cabello.

Ruki ahogaba pequeños gemidos cada vez que Akira le penetraba la boca y le hacía dar arcadas. Quiso abrir los ojos para apreciar las expresiones de su novio, pero éste enseguida lo detuvo.

— ¡No! Mmhg…No abras los ojos, Takanori. Todavía no.  ¡Ahh, mierda! Sigue chupando…Nnh.

Pero el menor no obedeció. Necesitaba ver la cara de placer de su pareja, quería saber que tan bien lo estaba haciendo. Así que abrió los ojos.

Detuvo gradualmente la rápida felación que estaba practicando y parpadeó confundido al ver que en la base del miembro ajeno se hallaba un listón rojo, amarrado en forma de moño. Akira al darse cuenta que el menor lo había notado ya, tragó en seco y se quedó quieto.

—Mmh… ¿sorpresa? —Articuló con la respiración entrecortada. Ruki se alejó un poco de su entrepierna para poder apreciar bien aquel moño rojo. Miró a su novio sin entender todavía.

— Aki…

—No digas nada. Todavía no digas nada…

— ¿Ésta era la sorpresa? ¿Una mamada que yo te estoy dando es mi sorpresa?

¿Se estaba enojando? Oh, no. El bajista debía actuar rápido si quería que todo saliera bien.

—Shh, no. Esto es…parte de la sorpresa, es decir… —hizo una pausa, tratando de buscar una buena forma de hacerlo continuar— Te prometo que todo tiene un porqué, un buen porqué. Solo sigue… ¿de acuerdo? —Takanori resopló—. Te lo prometo —Repitió afligido.

—Está bien, pero después de esto tú y yo arreglaremos cuentas —Casi lo fulminó con la mirada y se dispuso a continuar. Ésta vez sujetó el miembro de su novio y lo levantó un poco para tomar sus testículos entre los labios, pero algo le llamó la atención y le hizo detenerse una vez más.

En la parte de abajo, amarrado con el listón se hallaba un anillo plateado.

Nuevamente el más bajito parpadeó confundido. Miró a su novio desde su lugar, y éste le dedicó una cálida sonrisa. ¿Era lo que estaba pensando? ¿Ese anillo era…?

—Aki… —Le llamó en un susurro, sintiendo que las palabras se le quedaban atoradas en la garganta— ¿qué es…qué es esto?

—Mi pene.

Takanori lo miró mal y le dio un golpe a una de sus piernas. Los ojos se le habían humedecido mientras que el bajista comenzaba a reír.

—Quita el listón, Taka.

Y el otro, sin poder articular palabra, lo obedeció. Lentamente desamarró el listón y dejó caer el anillo en su mano. Lo contempló como si fuera la primera vez que veía uno de esos, y pudo notar que tenía las iniciales de ambos grabadas en la parte interior.

Akira lo sujetó firmemente de los brazos para ayudarlo a levantarse mientras que el otro seguía en trance viendo el anillo.

—Hey…—Le llamó, intentando captar su atención. Takanori lo miró fijamente a los ojos, con la duda destellando en su mirada— No sabes cuánto tiempo estuve pensando en cómo hacer esto y si era lo que de verdad quiero… —Comenzó a decir mientras el otro lo veía fijo— Me estuve cuestionando si tú eres la persona indicada y si estamos listos para algo así. No sé tú, pero yo…me di cuenta que no importa lo que pase y lo que ha pasado entre nosotros, y tampoco lo que vendrá en el futuro… —Hizo una pausa para poder continuar, pues le distrajeron las primeras lágrimas que se asomaron por los ojos de su novio— quiero estar a tu lado hoy y siempre. Que eres un idiota, pero eres el idiota con el que quiero pasar el resto de mi vida. —Con delicadeza sujetó las manos ajenas  y tomó el anillo—. Por eso y mil razones más es que he decidido pedirte esto, Taka… —Deslizó lentamente el anillo por uno de los dedos anulares del menor y éste solo siguió el trayecto del objeto por su falange— ¿te quieres casar conmigo?

Para entonces, el vocal ya no podía detener sus lágrimas que caían como cuentagotas desde sus ojos hasta sus mejillas. Asintió sin poder decir más y se echó a los brazos de su amado pervertido mientras sollozaba.

—I-Idiota…—Fue lo único que dijo al intentar calmar su emoción— eres un grandísimo idiota, Akira Suzuki. Claro que quiero casarme contigo —Le dio pequeños golpecitos a su pecho, sin apartarse de él, y acto seguido tomó sus labios en un beso profundo, lleno de sentimientos.

Las lágrimas de alegría fueron reemplazadas por constantes besos y sonrisas cómplices. Estuvieron un buen rato entre mimos y palabras cariñosas, hasta que el vocal cayó en la cuenta de cómo habían ocurrido las cosas.

—Sigues con los pantalones abajo, tonto —Le dijo mientras seguía con los labios unidos a los suyos—. Mmm, ¿cómo rayos se te ocurrió pedirme que me casara contigo de ésta manera? —El otro rió—. ¡No es gracioso!

— ¡Claro que lo fue! Debiste ver tu cara, amor.

— ¡Idiota, idiota, idiota!

—Oye, deja de agredirme y continúa con lo que estabas haciendo antes de mi propuesta —Le dijo, dirigiéndole una miradita y sonrisa sugerente. Ruki sonrió a medias y empujó al mayor contra la mesa.

—Por supuesto que lo voy a hacer, mi pervertido. Te lo mereces. —Tras guiñarle un ojo y lamerse los labios de forma sensual, se hincó nuevamente frente a él y no esperó por sujetar firmemente el pene del mayor, para después comenzar a lamerlo. Mientras tanto, sus manos se encargaban de masajearle los testículos y de apretarlos de vez en cuando, haciendo gemir por lo alto al bajista.

Le volvía loco esa lengua y la manera en que se  movía experta sobre su miembro. Esa boca que succionaba fuerte, lento, una y otra vez haciéndole sentir el cielo en la tierra. Era la gloria esa boca. Definitivamente era la gloria.

— A-ahh, Ruki…Así, amor. Más…m-más, así. —Repitió una y otra vez en lo que duró aquella deliciosa felación, pero al sentir que estaba cerca del final, apartó bruscamente al menor quien gruñó al verse abruptamente interrumpido.

—Idiota, yo quería mi lechita… —Dijo en un tono para nada inocente.

—Te la voy a dar, amor, pero en otro lado —Y luego de una sonrisa compartida, Ruki se lanzó a los brazos de su ahora prometido, y mientras se deshacían en besos ardientes y caricias insistentes, la ropa de ambos salió volando.

Ya estando ambos  desnudos, sus cuerpos comenzaron a frotarse una y otra vez, compartiendo el calor y la necesidad de más. Las caricias ya no eran suficientes y los besos se quedaban cortos. Siempre era así. Necesitaban más uno del otro.

—Ahh, ah, Reita…métela ya. Te quiero adentro en este instante, mmhg. —Sintió un brusco cambio de posición, ya que Akira lo había girado para dejarlo de frente a la mesa. Se vio aprisionado entre el mueble y el cuerpo de su novio quien se movía contra su trasero, fingiendo embestidas. El vocal gemía de placer al sentir el miembro duro de Akira golpeteando sus nalgas. Separó más las piernas y dejó medio cuerpo recostado en la mesa para que ahora fuera su entrada la que recibiera los golpeteos del pene rebosante y húmedo del otro—.  ¡Agh! Así, así, amor…mmhg, métela. Métela toda, dame duro…

Aquellas exclamaciones y peticiones obscenas del más pequeño hicieron que el bajista se impacientara y terminara por penetrar con brusquedad al otro sin siquiera haberlo preparado.  Se hundió en el con fuerza, obteniendo maldiciones, quejidos y gemidos por parte del contrario.

— ¡Mmhg! Mierda, que estás estrecho…ahh. Abre más las piernas, amor.

—Un día de estos…me vas a romper el culo, Akira —Masculló entre dientes el vocal mientras trataba de acostumbrarse a la intromisión. Apoyó la frente en la mesa y separó un poco más las piernas, preparándose para lo que venía. Respiraba agitado y sus ojos permanecían fuertemente apretados. Cuando Akira comenzó a embestirlo, fue casi un grito el que escapó de sus labios, pues el otro lo hacía con brusquedad. Y eso lo volvía loco.

Sentía el duro pene de su amado ir y venir dentro de él más rápido, más lento. Duro. Suave. Estaba húmedo. Y eso le encantaba.

Las uñas del vocal se clavaron varias veces en la madera de la mesa mientras que era penetrado con violencia por su novio. Estaba en la puta gloria. Quería más. Necesitaba todavía más y se lo expresaba gimiendo escandalosamente.

—¡Ahh…ah! Mmh, así Aki…dame más fuerte. ¡Métemela toda, mmhg!

—Por Dios, Ruki…ahhh, cada que gimes así me dan ganas de follarte toda la maldita noche.

—Entonces…e-entonces fóllame toda la noche. Mmh, soy tu putita, mi amor. Y tu putita quiere que le dejes el culo abierto… ¡Ahh, mierda! –Exclamó por lo alto al recibir una dura estocada. Sintió como la mano derecha de su pareja se deslizaba por el frente y sujetaba su miembro. Empezó a masturbarlo rápidamente, jalando fuerte su pene. Lo apretaba y jugaba con él a su antojo mientras se lo seguía follando tan brusco como siempre. Y tras unos instantes más de obscenidades, gemidos y mucho movimiento, Akira terminó corriéndose en el interior de su pareja. Segundos más tarde, el semen de Ruki se esparció en la mano del otro.

Cansado, Takanori dejó caer la cabeza en la mesa. Reita se detuvo poco a poco y se recostó sobre el menor para darle pequeños besos a sus hombros. Ambos suspiraron.

—Reita… —Le llamó tras un minuto de silencio.

— ¿Mm?

—Sal de mi culo, quiero abrazarte. —Soltó un quejido suave  al moverse debajo de él y sentirlo todavía en su interior. El otro rió cansado y abandonó su cuerpo con cuidado, recibiendo después un fuerte abrazo y un beso más tranquilo—. Mm…te amo, te amo, te amo.

—Yo te amo más, Taka.

Mientras se deshacían en besos, caricias delicadas y palabras dulces, se dirigieron a la sala y se dejaron caer en el sofá más grande para continuar con su romance.

—Quiero saber algo, amor —Dijo el menor mientras besaba el cuello de su amado.

—Mmh, ¿qué cosa, enano?

— ¿Cómo diablos se te ocurrió poner el anillo ahí? —Rió y se detuvo para alzar la cabeza y poder verlo mientras esperaba su respuesta. Akira rió igualmente.

—No lo sé. Estuve pensando en algo que te gustara mucho, algo que no olvidaras. Y recordé que te encanta jugar con mi parte más dotada —Rió de nuevo.

— ¡Ay, idiota! –Exclamó avergonzado y le dio un golpecito a su pecho—. P-pues…pues…es algo que nunca voy a olvidar, baka. ¡Todavía no puedo creer que vaya a casarme contigo! —Chilló emocionado y se abrazó al cuerpo del mayor—. Te amo —Dijo una vez más, cerrando los ojos y quedándose aferrado a él—. Quiero compartir muchos más momentos hermosos contigo, Aki-chan.

El otro guardó silencio mientras veía reposar al causante de sus suspiros sobre su pecho. Sonrió con amplitud y tras darle un beso en la frente, respondió:

—Y esto a penas es el inicio de nuestra eternidad, juntos, Taka-chan.

Notas finales:

Espero que les haya gustado y, y, y eso. Se aceptan quejas, sugerencias, aplausos, alabanzas; tomatazos o fierrazos en la nuca.

 

 

¡Hasta la próxima! ;)


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