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FIERAS EN CELO por steve98

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Notas del fanfic:

Personajes de Eiichiro Oda, batalle mucho para subir el ff. Espero les guste y dejen muchos rws.

Notas del capitulo:

Bueno este ff lo vengo queriendo subir desde hace mas de dos meses, y no habia podido, por cuestiones de que no me dejaba mi cuenta, y aun sigo sin poder hahaha pero Alessandra (te querro ewe) me hizo este favor tan grande :C 

espero que les guste, era del Dia de San Valentin.

Mis garras resonaban por todo el lugar, las patas pesadas que a su paso levantaban el polvo, al igual que mi cola. Mi rubia melena se ondeaba de un lado a otro con mis movimientos, ¿que hacia aquí? ¿Como había caído a una trampa tan vil como esta? Malditos humanos, en cuanto los vea, los matare, y comeré de ellos.

–¡Déjenme salir de aquí, se los ordena el rey de este lugar! –rugí molesto. Mostré mis dientes a la obscuridad, veía todo perfectamente, y aunque solo usaba uno de mis ojos, podía ver como si fueran los dos los que usaba.

–¿Y el león? ¿Esta aquí? –escuche que murmuraron. De inmediato mi cuerpo se puso en tensión, me acomode en el suelo, al acecho, listo para aventarme a lo primero que saliese. Mi cuerpo estaba en celo, y era horrible, tenia ganas de mis damas.

Moví la punta de mi cola sin poder evitarlo. Y me relamí el hocico, esperando ansioso. En eso escuche un rugido feroz. ¿Otro animal carnívoro? Olfatee el aire, un ligero olor a hojas llego a mi, y mas rugidos furiosos.

–¡Estúpidos humanos, déjenme, ya verán cuando los atrape, los matare! –rugía enojada la voz. Mis orejas se alzaron hacia aquella dirección, otro animal había sido capturado. Mierda, a este paso mis demás subordinados serian atrapados tal como yo. Tenia que hacer algo, y rápido.

Vi una fiera enorme enjaulada siendo acercada a la mía, el animal sacaba sus garras afiladas por los espacios, tratando de alcanzar algo a que aferrarse, que no le moviesen, después camino en círculos en la mucho mas reducida jaula de la mía. Resople, y solo observe. Cuando vi que la intención era pegar una jaula con la otra, me aleje, no fuese a ser que a aquella fiera se le ocurriese atacarme. Salieron dos humanos, a lo que el animal rugió y se erizo, ¿una leona? Tenia un tamaño de una, quizás mas grande que una hembra común, y su voz un poco mas gruesa, pero no llevaba melena.

Ademas no olía a esa pestilencia de carroña como para ser una hiena, tenia que ser una leona, genial, quizás podría aparearme y calmar un poco mis ansias. De nuevo sin poder evitarlo pase mi lengua por mi hocico y me quede quieto, sentado en la obscuridad de la jaula. Mientras que por unas ranuras se podía ver un poco mas iluminado, gracias a la luz de la luna.

Las jaulas dieron un golpe, e hice ademan de rugir, pero me contuve al pensar que quizás asustaría a la pobre. Solo me acicale como un minino y me quede al acecho de nuevo.

–¡Humanos! ¡Suelten! –rugieron de nuevo, esta vez, una voz mas neutral, quizás el ruido la dejo sorda por unos momentos, e incluso asusto como a mi. Por lo general nos asustaban los repentinos estruendos así, y sobretodo si no estábamos acostumbrados a ellos, y nos ponían por demás muy nerviosos.

–¿Ya esta el león con la píldora? –escuche que preguntaron y alce las orejas. ¿Le dieron una píldora a la leona? ¿Por que? Ladee mi cabeza y agudice mi oído.

–Si ya esta, solo falta meter a esta fiera –rió uno. Escuche la voz de una humana, que hablaba de indices de probabilidad y no se que mas. Afile mis ojos y vi a través de aquella cegadora obscuridad. Era una mujer de no mas de 25 años, con el pelo largo y ondulado, pelirroja, y un cuerpo esbelto, que hasta a mi, para ser un animal, me parece apetitoso.

–¡Por fin Sanji podrá tener hijos! –escuche decir a uno y gruñí. ¿Como sabían ellos, mi nombre?

–Y crearemos una nueva especie –dijo otra mujer. De nuevo hice un escuerzo para ver que había otra mujer, morena y de pelo negro, con ojos que se encontraron extrañamente con los míos, color azul, y por extraño que parezca, no me dieron ganas de matarla, si no mas bien de que me acariciase.

–13 de febrero, a las 21.33 del día, introducimos a este animal, junto con nuestro pequeño experimento –escuche decir. Esto empezaba a asustarme por raro que me pareciera. No conocía muy bien esas palabras, pero no me sonaban muy bien.

–¡Suéltalo! –escuche que grito una voz entre infantil y varonil. Las jaulas de ambos, la leona y mía, se abrieron, ella que había estado sentada dándome la espalda, volteo, y abrió uno de sus ojos, dejando ver un cautivante verde, fosforescente que llamaría la atención a cualquiera. Sus patas grandes y fieras comenzaron a caminar, entrando a mi jaula. Su cola se movía de un lado a otro sigilosamente, y ella de igual forma se movía. Pero ya que lo veía mejor... No era una leona... Era un tigre, y lo peor es que no era mujer, si no era un macho. Me cohibí por unos momentos y sentí mi cara arder. Había pensado en aparearme con un macho, por dios.

Lo que me parece extraño es lo que me removió dentro de mi. A mi los machos no me producían nada, pero este... Me daba la sensación de querer tumbarme con el en algún lugar de la jaula y acicalarnos entre nosotros.

Las jaulas se cerraron y su cola se levanto mientras con el único ojo –que al parecer solo ese tenia– vio de reojo la entrada de la jaula gruñendo.

–¿Quien eres? –me pare y gruñí mostrando mis fauces. Sus pupilas se afilaron rugiendo y mirándome como asesino. Los ojos de una verdadera fiera.

–¿Y quien eres tu? –dijo con voz gruesa. Definitivamente este no era hembra.

–Soy el rey de estos lares, ¿Quien eres... Tigre? –pregunte mis patas se tensaron, listo para poder echarmele encima y encajarle mis dientes en cualquier momento.

–Tsk, a ti que te importa, ¿por que me han traído aquí, quienes son estos? Déjenme ir –dijo mientras mostraba sus afilados dientes. Por un momento me entro el temor debo admitir, pero así como vino, se fue y salió mi parte agresiva. Que me agrediesen cuando estaba en celo no era buena idea. Una leona en celo era estupenda guerrera contra un macho, mientras que uno de ese modo podría cazar solo sin problemas.

–No faltes al respeto –gruñí inflando mi pecho y mirándole con la nariz arrugada.

–Idiota –murmuro mientras miraba a través de las rejas.

Rápidamente me impulse con mis patas traseras, aterrizando en el cuerpo contrario, ese quería tocarme los cojones, y lo había logrado. Golpeo su cabeza contra el duro fierro, y por un momento me pregunte si lo había asesinado con tal golpe, pero al recibir un zarpazo, esa idea se disipo y lance arañazos con mis patas.

Rodamos por el frío metal hasta que el estuvo encima mío, nuestros vientres estaban pegados mientras mis patas traseras salían de los lados y las suyas estaban entre mis piernas, estábamos ahora contra la pared y me miraba con sus pupilas ladinas, junto con un gruñido. Y me di cuenta de un tintineo que provenía de su oreja izquierda, la cual tenia tres pendientes de color oro colgando.

Sentía algo rozar con lo que vendría siendo mi parte intima, su calor... Era exquisito.

–Mierda... –murmure para mi mismo. Las desventajas de tener un cuerpo celando, es que con el mas mínimo roce, nuestro cuerpo reaccionaba, hasta la mas inocente caricia nos resultaba excitantemente sensuales. Sentí su hocico comenzar a olfatearme, pasando roces inexistentes entre nosotros, logrando comenzar a despertar un calor en mi cuerpo animal. Quizás si me volvía semi-humano, me volvería menos sensitivo.

Mis patas traseras se iban achicando de tamaño y desaparecía el pelo de mas, para convertirse en mis pies y piernas, unas largas y blancas. Mis patas delanteras, en manos y brazos, las manos con dedos largos y finos igual de blancos que mis piernas y todo mi cuerpo. Apareció en mi cuerpo, gracias a la luna, un yukata mal puesto en este, y color rojo, que contrastaba contra mi piel blanca. Mi hocico desapareció, dando lugar a una nariz y una boca humana, mientras mi melena se acortaba y se volvía pelo rubio, y mis ojos se volvieron un poco mas humanos.

Zoro Pov's.

Aquel león vi como se transformo en su parte semi-humana, dejando ver una suculenta semi persona. Tenia piernas largas, manos, dedos pequeños, y largos, y una piel tan blanca como la nieve. Mire su rostro con detenimiento, y tenia una cara fina, unos labios rosados y carnosos, que por mas que me retuve, al ultimo me termine relamiendo. Tenia una rubia cabellera y sus ojos. Un atrayente azul que brillaba en la obscuridad como dos perlas en el fondo del mar.

No entendía por que se había transformado, quizás es que quería que yo también mostrara mi forma mitad humana. Su yukata mal puesto, era llamativo, y lo hacia ver mas extraño, considerando su piel. Un extraño pensamiento vino a mi mente, el de querer tocarlo, pero no lo hice. Me mantuve encima de el, aun en mi forma animal. El león al parecer era mas joven, se veía como tal, y quizás lo era y mucho mas que yo. Aunque bueno, yo tampoco era tan viejo.

–Aléjate de mi –murmuro con su fleco tapando una parte de su rostro. Aunque por alguna razón, al parecer intimidado, también parecía muy fiero.

–Tu me atacaste primero... ¿Como se que no me atacaras... Cejillas? –murmure con voz gutural en su oreja. Mi hocico pego a aquel animalesco oído, y se movió, lo mordí ligeramente, jugando con el. Era como para intimidarlo, pero solo obtuve un suspiro de su parte, logrando que mi cola se moviese, como una serpiente, logrando tocar la de el, a lo que me erice ligeramente, su única ceja visible empezaba con espiral, lo que le daba una extraña forma a su rostro, pero no por ello era menos... Atractivo. Por eso le había dicho en aquel apodo.

El chasqueo la lengua y me miro desafiante, el yukata mal puesto, dejaba casi todo su pecho blanco al descubierto, el cual me quedaba con unas misteriosas ganas de lamer. Aquel animalejo estaba extraño. Solo me pasaba esto cada que yo estaba en celo o algo así, las ganas de reproducirme, pero, que yo recordase, no es época aun.

–Solo hazme el favor de alejarte de mi, no te conviene estar cerca –gruño. Entonces una repentina molestia invadió mi mente. ¿Que si me convenía? Eso lo decidiría yo. Pegue mas mi cuerpo animal, a aquel mas pequeño cuerpo y blanco cuerpo. Mordí su oreja de nuevo, jalandola con algo de rudeza, como a los pequeños tigres, cuando nos reñían. Era de esa forma, o mordiendonos las orejas y sentandose sobre nosotros hasta que nos tranquilizáramos.

–Dime, ¿Por que crees que yo le haría caso a un león como tu, encerrado en una jaula, tal como yo estoy ahora? –murmure en su oreja, sentí como trato de sumirse mas, pero solo logro que dejase mi peso caer sobre el. Mire hacia afuera, ignorando como el empezaba a jalar mis pelos verdes, tratando de quitarme de encima.

–¡Tu! ¡Tigre! ¡Abajo, abajo he dicho! –farfullo mientras se removía y sus piernas a mis costados pataleaban furiosos. Sentí un tirón en mis orejas y rugí, haciendo que el se erizara y me mostrase sus dientes, pero solo reí internamente.

Afile la mirada, y mis brazos tomaron el puesto de mis patas delanteras, las patas traseras se volvieron mis piernas, y mi torso quedo al descubierto, mientras solo llevaba ahora puesto unos pantalones negros. Moví mi cola de un lado a otro al saber que mi rostro había cambiado y lo hundí en su hombro, aspirando su aroma. Su ligero olor a llovizna.

Mis instintos me decían querer tocarlo mas, pero mi mente me decía otra cosa. Que parara, que algo no estaba bien algo en todo esto. Lamí un poco su hombro, saboreando su piel.

De nuevo otro suspiro salió de aquellos labios. Me relamí los propios y gruñí un poco.

–Es extraño, me siento raro, detente cabeza de alga –dijo y se tapo el rostro con las mangas de su yukata rojo. Un gruñido que nació desde el principio de mi vientre, salió como rugido y me vio un poco, por una ranura de su ropa.

–Calla cejillas –dije molesto haciendo un ligero puchero, que jamas hacia por que quisiera, si no que simplemente me salía así cuando me molestaba. Sentí algo encajandose en mi vientre, un poco mas arriba de mi ombligo y moví mi oreja, curioso por saber que era aquello, justo cuando iba a moverme sentí las manos contrarias colarse entre nosotros y le mire.

–¡N-no mires tigre! ¡Shu! ¡Alejate de mi! –chillo pataleando y metió sus piernas en medio, pateando mi pecho, mi quijada y cabeza varias veces, así que antes de que pudiese partirle la cara por perder la paciencia mejor me aleje tal como pidió.

–Ya vale llorica, deja eso –sonreí con suficiencia al ver su rostro rojo y en sus ojos unas lagrimillas y me reí para mi mismo. ¿Esa cosilla se hacia llamar a si mismo el rey? Entonces hasta un mapache podría dominar ese lugar. Se supone que un león tiene que tener un fuerte temperamento, no ser un llorón. Vi como frunció el ceño y me tense por un momento, ¿habría estado pensando en voz alta? Hasta mi cola dejo de moverse.

–¡Solo no te acerques a mi! ¡Estoy en mi época, así que cualquier indicio de algo te matare! –rugió y se fue a una esquina donde se hizo bolita. Su época ¿eh?

De nuevo, me acerque con la intención de ponerme sobre él como antes, hasta que vi que estaba incomodo en su lugar, meciendo su cuerpo de un lado a otro con la espalda encorvada, sus piernas cerradas y sus manos entre ellas, como si ocultase algo mas entre estas. Lo olfatee mejor, y el olor metálico del celo estaba en el. Tenia razón, cualquier roce excitaba a uno en esas épocas, entonces recordé lo extraño que se puso momentos atrás.

Chasquee la lengua. No sabia que estaba así hasta que después me dijo, debí darme cuenta con el olor, pero aquel olor mas fuerte aun, de la llovizna lo impregnaba, ¿como saberlo? Bueno al parecer y si no me equivocaba, se había excitado, y le comprendía, incluso a mi me pasaba con el mínimo roce de los arboles o las hojas al estar entre ellas, el simple roce entre dos cosas ya parecían algo sexual para nosotros en ese tipo de tiempos sobre todo.

Lo jale de la cola, logrando que diese un grito y lo puse debajo mío, me pegue a el y acerque mi rostro peligrosamente al de el.

–Ya que fue mi culpa, te ayudare –murmure viendo aquellos ojos llorosos, pero con una fiereza escondida, que no lograba comprender del todo. Parecía ser que era sumiso, pero a la vez no. Que el tenia una fuerza suficiente para domarme a mi, a mi, un tigre de gran tamaño y fuerza. Que quizás era mucho mas fuerte que el, pero aun así, dudaba por momentos poder contra el. Era raro.

Lo de ayudarlo era una excusa para verlo, pues esta vez quería seguir mis instintos, quería tocarlo, verlo mejor, apreciarlo de alguna manera. Me causaba curiosidad, algo que hace mucho no sentía. Por esta vez, me decía y trataba de auto-convencerme, que estaba bien seguir lo que me decía mi cuerpo y no mi mente.

–¿Ayudarme? –murmuró indeciso. Pase mis dedos por sus piernas, tocándole y sentí como su piel se ponía chinita. Me acerque a su cuello, donde lo mordí y por inercia el contrario puso sus manos en mi hombro y lo apresó, encajando un poco de sus uñas. Al parecer este si que se ponía excitado con las caricias. Mi cuerpo no era tan sensible, pero al parecer este día lo estaba, por que sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo, mas no me fue desagradable.

–Solo cállate cejillas –murmure, metiendo una de mis manos a aquella yukata, dándome cuenta de que aquel animalejo no llevaba nada debajo.

–Ha~ no llevas nada debajo, tu.. Pervertido –susurre en su oreja y la lamí, mordisquee y jale. Recibí un gruñido de su parte.

–Mira quien lo dice... Mnn... Basta –tembló ligeramente. Llegue a su entrepierna, donde sin importarme lo que fuese a hacerme, me atreví a tomar aquel miembro erecto en una de mis manos. Me sorprendió que solo voltease el rostro, dejando a la vista aquel apetitoso cuello, y no me negué a morderlo. Con la punta de mis colmillos, pase a acariciarle aquella blanca piel, y la punta de mi lengua hacia lo mismo, tratando de grabar aquel sabor en mi memoria.

–¿Por que? –susurre en su pecho, lamí una de las tetillas, para después mordisquearla. Sentí sus piernas moverme, como si quisiese alejarme, mas sin embargo aquel sabor parecía embriagarme, necesitando mas, como si fuese un vicio que acabase de comenzar.

–Ahng... Ahh... Maldito tigre –murmuro moviendo su cola y dando unos cuantos latigazos al suelo, signo de que le gustaba. Seguí lamiendo aquella piel con algo de delicadeza, algo jamas visto en mi persona, pues por lo general era rudo, y brusco con todo. Por dios era un tigre fuerte, nada se hacia con delicadeza para mi, todo era un tono blanco negro para mi, no existía un gris en mi vida.

Empece a mover mi mano, la cual estaba en su falo, de arriba a abajo, lentamente, sintiendo como rápidamente este reaccionaba, estando ya húmedo y temblando debajo mío. Lo mire al rostro, sus mejillas estaban tornadas de rojo, un sensual rojo, que lo hacia ver condenadamente delicioso, y como tigre que soy, no puedo negarme. Subo a su cara, lamiendo aquellos labios entreabiertos que jadeaban excitados.

–Roronoa... Zoro, ese es mi nombre –susurre sobre sus labios antes de pegarlos con los míos, en un beso lento, y cauteloso, como si temiese a ser rechazado.

Metí mi lengua a su boca, la cual fue bienvenida, sintiendo la de el entrelazarse con la mía. Sintiendo como nuestras bocas se humedecían entre ellas, de vez en cuando sintiendo como la lengua contraria me luchaba por llevar el control, y la pasaba por entre mis colmillos. Me separe de el a causa del aire, y para cuando me di cuenta mi miembro estaba también excitado.

Por extraño que me pareciera, mi cuerpo quería mas contacto con el, quería calor, pero no cualquiera, quería específicamente el de este cuerpo debajo mío.

Pegue mi entrepierna aun con las ropas puestas, a su trasero, donde simule pequeñas embestidas, en las cuales tanto el como yo soltamos gemidos. Su cuerpo sudado contra el suelo me excitaba, no sabia por que, y no me molestaría en averiguarlo. Me gustaba, y ya, no había razón para buscar mas.

–A-ahh... No hagas eso ¡Zoro! –pronuncio mi nombre, y eso me hizo querer hacerlo mas. Volví a restregarme contra el, tratando de calmar mis deseos. Esta vez, me venia importando poco que el fuese un macho, lo quería. Quería saber que se sentiría estar dentro de un hombre. ¿Se sentiría bien, o seria como en las mujeres?

Jamas había tenido sexo ni me había apareado, era el tipo que no me interesaban estas mierdas. Pero teniendo así a este animal debajo mío, me entraban ganas de averiguarlo. Chasquee la lengua y quite aquella mal puesta y estorbosa yukata, a lo que me miro gruñendo, pero en cuanto volví a masturbarle no pudo objetarme ni mucho menos.

–¿Cual es tu nombre?~ león –pregunte mientras sutilmente sacaba mi miembro excitado y lo pegaba al de el, sintiendo un calor embargarme y seguí moviéndome contra su cuerpo, tratando de hacer mas fricción entre nuestras entrepiernas.

Moviendo mis caderas en un ir y venir rápido, logrando un éxtasis para ambos completamente agradable. Sentí algo frío tocarme, y me di cuenta que eran sus manos, eran frías. O así estaban, y por increíble que me pareciese, comenzó a cooperar. Tomando los penes de ambos por las puntas, masturbándonos mutuamente. Después pareció buscar mi boca, por que se acerco a mi rostro, donde con su lengua pidió permiso para entrar a mi cavidad bucal, y sin rechistar se lo concedí.

Mordí sus labios, mientras mis manos buscaban su entrada, donde al encontrarla me di cuenta que estaba húmeda y sin tener que verla supe que era apretada y rosada. Lamí su cuello después del beso y lo mordí con algo de mi fuerza brutal. Suerte que ambos éramos carnívoros o seguro lo habría matado aquella mordida. Mas sin embargo si logre hacerle una herida, y salió algo de sangre, pero sin exagerar.

–Haa mierda –escuche que jadeo. Sonreí de lado, comenzando a tantear su entrada con mis dedos, después de unos segundos al parecer se dio cuenta y me miro con su único ojo visible entrecerrado.

–Tu... Ni se te ocurra –murmuro y sus labios se tornaron una mueca al sentir mi dedo comenzando a adentrarse a aquella argolla tan apretada. Sus manos con uñas afiladas empezaron a rasgar el metal a sus costados, mirándome tenso. Moví el dedo en círculos, y poco tiempo después no pude esperar a meter el segundo y empezar a empujarlos y sacarlos de el, logrando sacarle mas de un gemido a aquel león tan apetitoso.

–T-tu, maldito tigre... Ahh... Déjalo... Mhnn ahh –dijo aun rasgando sus costados y temblando debajo mío. Me acerque a su oreja donde metí mi lengua y jugué con la misma, antes de susurrar.

–¿Seguro que quieres que pare? –mi aliento pego en su oreja, la cual se movió y sentí su cola enredarse con la mía. Eso era un si... Creo.

Lamí su cuello de nuevo, y lamí aun restos de sangre y su sudor, mientras levantaba aquellas caderas, y agarre mi miembro, haciendole sentir la punta. No creía muy necesaria la preparación del contrario, pero entonces se me ocurrió algo mejor. Baje hasta aquella argolla, donde comencé a lamer y meter mi lengua, y sentí como aquella entrada apretaba mi flexible y húmedo músculo.

–¡Ahh! –lanzo un grito, y solo sonreí para mi mismo.

Acerque mi cola a aquel lugar húmedo y estrecho. Comencé a meterla lentamente, sintiendo como me succionaba y apretaba a placer. Observando cada una de sus facciones. Como aquella fina gota en su barbilla, o aquella húmeda frente blanca que relucía con el esplendor del poco brillo de la luna que nos alcanzaba. Aquellos ojos que me miraban con lujuria y un placentero sentimiento. Esos labios entreabiertos que jadeaban por mi causa, el principio de sus colmillos.

–Tu nombre –me relamí viéndole. Empezando a meter y sacar la cola lentamente mientras le veía recargarse en sus brazos y sus piernas a los lados, dejándome una vista realmente exótica.

–A-ahh... S-sanji –murmuro mientras me veía con cristalinas gotas cayendo por su cuerpo blanco. Así que el nombre de este león, era Sanji. Moví mi cola en círculos y la hice rodar de un lado a otro, viendo como jadeaba y trataba de mantenerse dentro de lo que cabe, aun decente. Así como el jadeaba y gemía, yo era quien disfrutaba viéndolo de aquel modo. Su miembro estaba temblando, seguro no aguantaría demasiado. Así que lo agarre y con mi dedo pulgar tape, tratando de que no eyaculase aun, a lo que me miro gruñendo.

–Eres demasiado quejoso... Sanji –dije. Lo ultimo hasta a mi mismo me había sonado extraño, diferente, me gustaba el nombre de alguna manera.

–Cállate.. Nhh... Marimo idiota –dijo a lo bajo. Saque mi cola, húmeda y pegostiosa, y me acomode mejor entre sus piernas. Me miro con susto y sentí como se tenso completamente. Le hice mi hombría sin meterla.

–N-no, no, espera, ¡N-Ahh! –la punta se metió sin problemas, o al menos para mi. Vi aquella expresión arrugada en su rostro, y comencé de nuevo a masturbarle, tratando de que olvidase el dolor que le había provocado. Metí mas y mas, poco a poco mientras le masturbaba y veía sus reacciones, las cuales eran tan indecisas y claras como si estuviera en un día de niebla.

–Tranquilizate y relajate Sanji, solo disfruta, serán unos momentos –le dije. Aunque no estaba del todo seguro, solo lo había dicho para que dejase de estar tenso, que así seguro le dolería mas. Lo mas probable es que terminase acostumbrándose y terminásemos los dos disfrutándolo.

–Ahh estúpido, te meteré un árbol, y veremos si soportas –dijo excitado. Movió ligeramente las caderas e hice lo mismo, viendo que no hacia muecas, seguí haciendolo. Embistiendo lentamente, sin llegar aun a un punto en el que me volvería loco seguramente.

Reí ante aquella declaración de guerra de un león siendo domado sexualmente por mi, pero en el interior sabia que era otra cosa, ese animal me había atraído, no tengo idea de como, ni de por que, solo se que me atrajo, que me gusta. Que quizás... Solo quizás, fue lo que llaman, amor a primera vista. Ante aquella ridícula idea, negué con la cabeza y me concentre en aquello que hacia.

Seguí embistiendo contra las caderas contrarias, tratando de llegar mas profundo cada que arremetía contra el. Encontrar su punto máximo, exprimirlo. Ver sus reacciones, escuchar aquellos sonidos, aquellos "squishi" tan pervertidos que salían de su argolla y mi pene juntos.

Jadee en frente de el, viendo como sus cabellos se movían al compás de mis embestidas, su sudor bajando por ambos lados de su rostro mientras decía "tigre" o incluso, mi nombre.

–Ahh Sanji –me atreví a gemir. Aunque sinceramente me había salido sin pensarlo.

–¡Z-zoro! Ahh... Mas ahh –pidió. Embestí mas fuerte contra el, sin darme cuenta de que de alguna manera, nos habíamos arrastrado y habíamos llegado hasta donde estaba la pared, donde seguí frenéticamente aquel ritmo. Donde el me apretaba deliciosamente, y succionaba mi hombría sin cansancio, logrando darme espasmos y escalofríos placenteros de todo tipo, sacando mas de un gemido de mi cuerpo, e incluso del suyo propio al sentir como yo intentaba aumentar aquel ritmo.

Sentí el esperma del contrario mancharnos a ambos, logrando que su entrada se contrajera una vez mas, antes de que lanzara un semi rugido y venirme dentro de el, para caer exhausto sobre el león. Ninguno de los dos dijimos nada durante unos minutos y nos quedamos en aquella posición.

Después de un rato oí unos leves ronquidos, que se fueron intensificando en mi oreja. Aquel idiota se había dormido. Suspire, levantandome, sintiendo como mi cuerpo dolía por el ejercicio que minutos, quizás horas antes, habíamos practicado. Me queje un poco, y salí de el, viendo mi esperma caer de su entrada y el solo removerse y acomodarse de lado, para seguir durmiendo.

No entendía como había llegado a aquel punto, pero que importaba. Regrese a mi forma animal, agarrando con mi hocico su yukata, echandosela encima, y me acosté a lado, acercándolo a mi, tratando de que aquel hombrecillo no tuviese frio. Se acurruco y solo bufe un poco al verle de aquella forma.

–Quizás si es lo que pienso, aunque sea una tontería... Pero, aunque dijese que es imposible, tampoco me hubiese creído si mi yo de este tiempo hubiese viajado al presente y me hubiese contado lo que iba a hacer, cualquier cosa puedo creerla ahora. Tu, estúpido león de pacotilla, me has enamorado terriblemente en una sola noche –murmure, antes de acostarme. Quien fuera que nos había llevado a ese lugar, lo agradecía y no me arrepentía de nada de lo ocurrido.

Sanji Pov's.

Al día siguiente sentí un piquete en mi pata, mas no me dolió. Escuchaba voces, y había demasiada luz, de seguro era de día.

–¡Ha quedado positivo! –chillo una voz femenina. Moví mi oreja, y sentía mover mi cola. Alce la cabeza de repente, no sintiendo ni oliendo aquel olor a hojas. ¿Zoro?

–¿Cabeza de alga? –murmure y me levante de golpe buscándolo con la mirada. Pero estaba vacío, y por extraño que me pareciese, me puse algo... ¿Triste? ¿Depresivo? No sabia como definirlo. Me senté viendo a una humana que me observaba con una sonrisa misteriosa, que no sabia decir si era buena o mala.

–Ha resultado, que bien, seremos los primeros en tener crías de dos especies macho diferente –sonrió aun mas. Llevaba unos lentes, y sus ojos azules me penetraban con la mirada. Era la chica morena de la otra vez.

–¿Crees que se pongan agresivos después de esto? –pregunto la pelirroja. Me acosté de nuevo y suspire, viendo el polvo levantarse.

–No lo creo, pero deberíamos hacerlos saber su estado, y debemos progresar poco a poco –sonrió la morena mientras me veía. Solo me relamí. Escuche la jaula abrirse y un olor conocido inundo mis fosas nasales. Voltee a ver ansioso, incluso mi cola se movió alegremente. Era Zoro. Quien venia mas serio de lo normal. Me acerque y gruño.

–¿Hmm? ¿Que pasa? –pregunte mientras con mi pata pesada tocaba su cabeza.

–Tsk, ¿No deberías estar enfadado, asustado? –pregunto de mala gana. No comprendí, y ladee la cabeza mientras me sentaba.

–¿A que te refieres? –pregunte curioso. ¿Ahora que le pasaba a ese marimo estúpido?

–Bien, escuchen –oí que llamaban la atención con un palo a un pizarrón. La jaula donde nos tenían era igual a la de la noche anterior. Blanca, mientras que afuera podían vernos los humanos y nosotros a ellos.

–Ayer, estos dos machos se han apareado, uno, Sanji, es nuestro mas increíble logro, el siendo un macho, ha logrado quedar embarazado, y no solo de uno, si no de dos crías en su interior –dijo la morena. El corazón se me quedo en paro al escuchar eso, que hasta me pare de golpe y mi espalda se erizo. ¿Que yo había quedado que?...

–¿Q-que? –logre murmurar, entonces vi a aquel tigre en la esquina hecho un ovillo, como arrepintiéndose. Por un lado estaba muy sorprendido, mientras que por el otro, el hecho de que aquel tigre se arrepintiese me perforaba el corazón. No mostraba emoción alguna, y parecía como si hubiese deseado que aquello de anoche jamas hubiese pasado. Por un momento estuve a punto de gritarle, pero entonces me miro y nuestras miradas hicieron un acuerdo silencioso. No nos enfadaríamos, no nos insultaríamos.

–Lo siento tanto –murmuro. Entonces me senté en el suelo de aquel lugar, y deje que mis patas se deslizaran lentamente hasta dejarme en el suelo.

–¿Te... Arrepientes? –pregunte casi sin voz. El miedo a la respuesta me mantenía duro y escondiendo mi rostro. Me volví a los humanos, dejando ver mi forma semi humana. Que los humanos viesen no importaba, estaría bien.

Jamas antes un humano nos había visto así. Si uno de aquellos me veía así, seria disecado por esas personas

Zoro Pov's.

¿Que creía que hacia ese idiota? Me levante, avalanzandome sobre el, poniéndolo debajo mío, y aparente normalidad cuando uno de ellos, la mas morena, me vio con una sonrisa. Seguramente por lo que pasaba, pero, ¿Y Sanji? El no eligió algo como eso. Si, yo estaba... Feliz, feliz de que este león tuviese crías, y no cualquier animal, si no mías. Mis crías, mis pequeños.

¿Pero y si el no estaba de acuerdo?

–Idiota, ¿Que demonios crees que haces? Te verán, y entonces sabrán el secreto del reino animal, tu, deja de ser tan insensa-... –sentí sus labios presionados contra mi hocico. Moví mi oreja.

–¿Te arrepientes de lo ocurrido... Zoro? –pregunto. Sabia que había un deje de dolor en aquella voz.

–No –dije firme. Entonces vi como sus ojos se iluminaron de repente y esbozo una ligera sonrisa.

–¿Y tu? –pregunte serio aun. Su forma animal volvió, y lamió mi hocico.

–No –sonrío mostrando sus dientes. Entonces yo también sonreí. Si el estaba bien como yo, con ese, entonces me alegraba.

–Entonces... ¿Querrás tener las crías? –pregunte, aun algo dudoso.

–Por supuesto, sabes, aun cuando tu no las hubieras querido y te hubieses arrepentido, yo... Las hubiese tenido –dijo dejandose caer en el suelo. Me entro de nuevo curiosidad. Aquel león despertaba cosas nuevas en mi.

–¿Por que? –pregunte. Entonces se ruborizo y miro el techo. Me acomode sobre el, poniendo mis patas sobre su pecho peludo.

–Por que... Creo que me he enamorado de ti –susurro. Y vi como caia una lagrima de aquella mejilla. ¿Ese idiota estaba llorando?

Lamí aquella gota rebelde.

–Idiota, tendré esos hijos contigo... Por que... Me pasa lo mismo –susurre sin voz. Movió su oreja y entreabrió su hocico, como para decir algo, o estaba sorprendido.

–Por que yo también estoy enamorado –murmure.

Lo que sea que nos esperaba, solo sabia que había una luz que me guiaba hacia a el, y desde aquel momento, lo único que quise, es hacerle feliz, junto con aquellas crías.

Notas finales:

Bueno este fanfic hace mucho que lo habia querido subir, pero mi laptop o algo, no me deja subir mas fanfics nuevos. Le doy gracias a mi Nee san que desde alla de lejitos tuvo la nobleza de hacerme este favor y perdon por trolear a algunos lectores con eso de que todo era un completo "owo" XD

Nos vemos en un ff pronto.

dejen sus rws.

ciaossu~!


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