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Venciendo al orgullo por Julie_chawn

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Notas del capitulo:

Bueno aquí está el siguiente (casi se me olvida que tenía que subirlo hoy xD) Bueno creo que no tengo nada más que decir, espero que os guste ^w^

El rubio y la morena se encontraban en la terraza de una cafetería. Robin ya estaba al corriente de todo lo que había pasado y de todas las dudas y pensamientos de Sanji.

-Deberías decírselo –repuso la morena finalmente.

-¡¿Qué?! ¡No! ¡Me odiará, me mira mal, no querrá saber nada de mí! –gritó Sanji asustado. Robin rió levemente ante el brote de histeria de su compañero.

-Tranquilo, no lo hará. Me he fijado y parece que él también siente algo por ti –hizo una pausa para beber su café y continuo con tranquilidad.- Además, ¿qué razón tendría espadachín-san para aceptar ese trato? Yo creo que quiere estar contigo.

Sanji abrió la boca para decir algo pero las palabras murieron en su garganta. No lo había visto de esa manera. El marimo había aceptado sus condiciones sin rechistar, lo primero que pensó fue que lo hizo porque Zoro necesitaba tanto como él tener a alguien con quien desahogarse. Pero había una pequeña posibilidad de que lo hiciera porque de verdad lo quería. Una pequeña luz de esperanza se encendió en el corazón de Sanji. Quería creer aquello,  necesitaba creerlo.

-¿Y… qué puedo hacer si eso es así?

-Como ya te he dicho antes, díselo. Así de simple, ábrele tu corazón –le contestó Robin con una sonrisa.

-¿Y si no sale bien? –de nuevo el temor se apoderó de él.

-¿Pueden ir las cosas peor de lo que ya van? –preguntó a modo de respuesta.

-Supongo que no… –Sanji se tranquilizó poco a poco y añadió- Además, quien no arriesga no gana.

-Exacto –la arqueóloga sonrió al ver que Sanji recuperaba su confianza. -¿Cómo se lo dirás?

El rubio se tomó unos segundos para meditar la respuesta adecuada.

-Lo invitaré a cenar a un restaurante está noche y se lo diré.

-Gran idea, muy romántico.

Los dos nakamas continuaron hablando un rato más. Robin se alegraba mucho de ver de nuevo al cocinero que ella conocía, sonriendo y alegre. Sanji por su parte le estaría eternamente agradecido a su nakama por haberle dado aquella pequeña ayudita que tanto necesitaba en aquel momento.

Sanji se despidió de la morena alabándola como siempre y se dirigió a hacer una reserva en el mejor restaurante de la ciudad. Una vez conseguida la reserva volvió al barco sonriendo feliz y deseando que llegara la noche.

 

Encontró a Zoro durmiendo en la sala de entrenamientos, rodeado de botellas de sake completamente vacías. Suspiró. Ahora tendría que comprar más sake. Se acercó al peliverde y lo zarandeo, viendo que no conseguía ningún resultado lo movió con más fuerza.

-¡Marimo despiértate ya! ¡Pareces una marmota tanto dormir! –gritó Sanji.

Poco a poco el peliverde abrió los ojos y al encontrarse con Sanji tan cerca de él palideció. Aquello preocupo mucho al rubio.

-Oi, ¿estás bien? –le puso una mano en la frente para comprobar su temperatura.- ¿Quieres que llamé a Chopper?

-No, no, tranquilo, estoy bien –apartando un poco al rubio se levantó.- ¿Querías algo?

-Sí, esta noche arréglate porque vamos a ir a cenar a un restaurante… –el cocinero miraba cada reacción de Zoro esperando que no huyese.- tú y yo solos… –añadió finalmente.

La cara que puso el espadachín fue un cuadro. Completamente sorprendido intentó ordenar sus ideas.

-¿Tú y yo nada más? ¿Por qué los demás no vienen? –no supo porque mencionó a los demás, lo que realmente quería era quedarse a solas con el cocinero aunque tenía sus dudas de si eso era una buena idea.

-Porque si vienen los demás no sería una cita –contestó con aparente tranquilidad el rubio, aunque realmente estaba muriéndose de los nervios.

-¿Cita? Espera, espera, ¿me estás invitando a una cita? –aquello sorprendió aun más a Zoro y no pudo evitar pensar que tal vez todo aquello fuera una broma que le estaba preparando el rubio.

-Sí, una cita –respondió exasperado Sanji.- Quiero tener una cita contigo. Tenemos mucho de que hablar… al menos yo tengo muchas cosas que decirte…

Un leve sonrojo se instaló en las mejillas del de cejas en espiral. Al verlo de esa manera supo que no estaba mintiendo y que no quería nada malo para él.

-Está bien, ¿a qué hora tengo que estar listo?

-A las ocho, te esperaré en la cubierta del barco.

Ambos se miraron unos segundos y en silencio se marcharon a prepararse. Los dos estaban emocionados y ansiosos, tenían el presentimiento de  que aquella sería una gran noche.

El espadachín se fue rápidamente a darse una ducha. Se sentía muy emocionado aunque no tenía ni idea de lo que Sanji iba a decirle, si es que iba a decirle algo, y no estaba muy seguro de que fuera algo bueno. Se regañó así mismo por el simple hecho de mostrase tan emocionado por el asunto, e intento, sin mucho éxito no darle demasiada importancia.

A las ocho tal y como había dicho Sanji se encontraron en la cubierta, el rubio llevaba uno de sus elegantes trajes negros con una camisa azul claro y una corbata a juego. Zoro seguía llevando la misma ropa de siempre, pero había cambiado su abrigo verde por una camiseta también verde pero algo más claro que su cabello.

Sin decir ni una palabra, abandonaron el barco dejándolo completamente solo pero a salvo para dirigirse a la ciudad. Tardaron una hora en llegar a pie, pero no tenían demasiada prisa. Sanji siguió guiando al peliverde por las calles de la ciudad hasta llegar a un restaurante de aspecto de ser muy caro.

Zoro contempló entre maravillado y asombrado la fachada del local sin saber muy bien si aquello era una buean o una mala señal. No podía creer que el rubio lo llevara a un lugar así.

Sanji entró y el espadachín se apresuro en seguirlo. Una vez dentro, el maitre los miró críticamente y le pregunto al cocinero si tenían reserva.

Una vez en su mesa y con la carta en la mano, Zoro leyó el nombre de cada plato poniendo caras cada cual más extraña que la anterior.

Sanji se intentó aguantar la risa, le pareció una escena muy divertida y tierna a la vez.

-No te preocupes, yo pediré por ti –no pudo evitar esconder una sonrisa burlona. Zoro frunció el ceño molesto.

-No hace falta, yo se que pedir –mintió el espadachín.

-Ya, claro, si no entiendes nada de lo que pone –lo acusó. El peliverde se sonrojo y bufó con molestia.

Poco después llegó el camarero y Sanji se encargó de realizar el pedido de los dos y además pedir uno de los mejores vinos del restaurante.

-Más te vale haber hecho una buena elección, ero-cook.

Sanji sonrió con suficiencia.

-Te aseguro que lamerás el plato para que no quede nada, marimo.

Ambos se miraron desafiantes, preparados para empezar otra de sus peleas. Los dos deseaban tener una pelea, comprobar que a pesar de todo seguían siendo ellos. Zoro y Sanji. Marimo y ero-cook. Que aún conservaban esa pequeña diversión de la que tanto disfrutaban.

El camarero los interrumpió colocando los platos sobre la mesa. Su pelea de miradas quedaría en empate, por ahora… Ya se encargarían después de continuarla.

Zoro miró su plato con el ceño fruncido y ladeo la cabeza varias veces, como si cambiar el  ángulo con el que lo miraba fuera a cambiar algo. Nunca comprendería la comida de lujo.

-Deja de mirarla tanto y come –le regañó el cocinero.

No sin antes protestar, el espadachín decidió obedecer y probó la comida. Saboreo el primer bocado lentamente, pensando si le gustaba o no le gustaba.

Gruñó por lo bajo. Estaba delicioso, el cocinero había elegido a la perfección.

-¿Y bien? –quiso saber el rubio.

-No está mal… –su orgullo no le permitió decir nada más.

Comieron y bebieron en silencio, pero no era incómodo, simplemente no hacía falta decir nada. Zoro miraba de reojo al de cejas en espiral intentando leer en su rostro algo que le indicara que estaba pasando y la razón de que estuvieran allí. No encontró nada. El semblante de Sanji estaba calmado e, incluso, un poco feliz.

En el postre Sanji decidió que era hora de resolver las dudas del peliverde y decir las razones del por qué de aquella cena.

-Te he traído aquí… Porque tenía algo importante, muy importante que contarte –empezó el rubio.

Zoro se sobresalto al escucharlo hablar después de tanto tiempo en silencio. Pero no dijo nada y lo dejó continuar.

-Es… En parte, por lo ocurrido anoche… No quiero una relación de ese tipo contigo… no se porque lo dije y lo siento si te ha molestado –continuo sin mirarlo a los ojos, no podía hacer, estaba demasiado asustado.

-Yo tampoco quiero una relación así… -susurró Zoro lo suficientemente algo como para que el cocinero lo escuchara. Sentía un gran alivio tras todo aquello, y a la vez sentía un gran vacío. Porque tal vez había perdido la única manera de estar con Sanji.

-Y… tsk… aunque esto cambie nuestra relación… Tengo que decírtelo ya –cogió aire un par de veces intentando tranquilizarse.- Te amo.

Se hizo el silencio, un silencio pesado. Sanji levanto su mirada para encontrarse con la de Zoro buscando alguna respuesta o algún signo de que seguía allí. Por su parte, el peliverde tras escuchar aquellas palabras se había quedado en shock. Debía ser una broma, el nunca tenía tanta suerte… ¿o su suerte había cambiado de la noche a la mañana?

-¿E-es una broma? –el nerviosismo apenas lo dejaba hablar. Sanji negó con la cabeza al borde del llanto.

-No… l-lo siento… no me odies, por favor –miró abajo, intentando ocultar con su flequillo una lágrima que no había conseguido retener. Había arriesgado y había perdido.

Notó el contacto de la mano del marimo sobre su mejilla. Con su pulgar limpió con delicadeza la lágrima furtiva que se le había escapado.

-¿Cómo podría odiarte, cejas de molinillo? –sonrió ante esa tonta ocurrencia y negó con la cabeza.- Yo también te amo.

Una sonrisa de pura felicidad y alegría se dibujo en el rostro del corinero. Zoro se inclino aún más sobre la mesa para quedar más cerca de él. Sanji lo imitó y juntaron sus labios en un cálido beso. Se separaron al poco y se sonrieron con complicidad.

-Zoro… tengo que pedirte algo –el nombrado se sobresalto al escuchar su nombre de los labios de su amado.

-¿El qué? –preguntó intentando mantener la calma.

-No le digas esto a nadie… Especialmente a ninguno de nuestros nakamas… Por favor…

Zoro no entendió la razón para ocultar su relación con el cocinero a sus nakamas, a su famila. Estaba seguro de que no les iban a mirar raro ni tratar de manera diferente, lo aceptarían y se alegrarían por ellos. Sin embargo decidió no hacer preguntas, por algo le estaría pidiendo todo aquello Sanji.

-De acuerdo… te lo prometo.

-Gracias… te aseguro que pronto lo contaremos…

El peliverde asintió. No necesitaba saber más. Si así hacía feliz al rubio, lo haría.

Terminaron el resto de la velada cogidos de la mano, hasta que ya bien entrada la noche Sanji sonrió con picardía y colocó su pie sobre la entrepierna de Zoro. Este se tensó en el acto, más al ver como el rubio empezaba a estimular su hombría con el pie tuvo que acallas un jadeo de placer.

-¿Y si nos vamos a nuestra habitación y continuamos divirtiéndonos? –preguntó con tono sensual el ero-cook.

Notas finales:

Bueno eso es todo *-* En el siguiente ya sabéis que toca~ Acepto críticas y opiniones ewe

¿Reviews? :3

Besos~


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