A pesar del continúo entrometimiento de Claire en la vida de Ren, la mayoría de los aspectos en la rutina diaria de Ren podían declararse como normales, a excepción de que era tratada como un cero a la izquierda en casa, ya que no se le avisaba para que bajara a cenar, tenía que hacer su propio aseo (a pesar de que la casa estaba llena de mucamas) y nunca cruzaba ninguna palabra importante con Claire, nada de esto a Ren le importaba, encontraba su rechazo como algo increíblemente dulce que hacia su estancia en la mansión Kitazawa mucho más llevadera y pacífica, no es como que necesitara la aprobación de Claire ni mucho menos de su aburrida hija.
Hablando de esta última, sus acosamientos disminuyeron mucho desde que se mudó ahí, y todo parecía que mejoraría en cuanto a su relación con ella aunque Ren no se hacía mucha esperanza… pero todo cambio en una nublada tarde de julio que prometía que pronto se acercaría la lluvia.
Acababa de llegar de la escuela, y como era costumbre, Amane siempre la acompañaba a las puertas de su casa, aunque tampoco nunca aceptaba pasar. Aceptaba que le agradaba Amane, es más, le gustaba Amane, no solo por ser una chica dulce y sobresaliente, sino por su pacífico y amable corazón que sobresalía en cada actividad que realizaba, ¿sería ese el secreto de su éxito? De cualquier manera, ese día estaba diferente, un poco más seria que de costumbre y con carácter reflexivo, hablaron poco de camino a casa, sin embargo, el silencio que las rodeaba no era para nada incómodo sino más bien cálido.
Al llegar a las puertas se despidieron con un beso en la mejilla, como usualmente lo hacían, pero en un momento, Ren ladeo el rostro muy deprisa antes de separarse por completo y sus rostros terminaron a pocos centímetros de distancia durante unos pocos segundos, Ren se alejó ruborizada y Amane solo sonrío con ternura, lo cual borro el momento incómodo inmediatamente, ambas rieron, y se despidieron con la mano mientras que Ren entraba a su casa y Amane se alejaba por el corredor externo que daba a la calle. Ya dentro, Ren la observo marcharse discretamente a través de la ventana y Amane sonreía mientras se alejaba de su amiga cada vez más.
Al darse la vuelta Ren se encontró de golpe con Reo quien estaba parada justo frente a ella y había observado toda la “ridícula escena” de despedida, no dijo nada, solo tenía una postura autoritaria, con los brazos cruzados y además la miraba como si se tratara de un ser inferior, ¿enojo era lo que se podía percibir en su mirada?
- Me asustaste Reo –se defendió
-¿Asustarte, acaso luzco como un fantasma? ¿Porque luces tan nerviosa? –continúo-
- Si bueno, es que apareces tan de repente que… tú me entiendes.
-¿Debería hacerlo? –De nuevo esa arrogancia en su voz, Ren comenzaba a fastidiarse con el interrogatorio cuando notó que Reo comenzaba a acercarse, instintivamente se hizo para atrás.
- ¿Qué esperas lograr Reo? – por fin había chocado con pared, la cercanía del rostro de Reo la ponía nerviosa, pero no era el mismo nerviosismo que sintió cuando estaba con Amane, este era totalmente diferente y ni ella podía asegurar precisamente en qué sentido lo era. Reo también era hermosa, lo admitía, pero su belleza siempre se le había hecho equitativa a una rosa espinuda, por lo que siempre prefería admirarla de lejos… ahora estaba demasiado cerca.
- ¿Estás enamorada? –contestó en seco-
-¿Qué estas…
- Es una pregunta simple.
-… no creo que alguien como tú deba de saber…
- Ten más cuidado con las palabras que escoges para hablarme – dijo Reo mientras acercaba su nariz al cuello de Ren y lo recorría con paciencia, de arriba abajo, acción con la que Ren se quedó más que petrificada y ruborizada, ¿debería lanzarla lejos y huir? Su cerebro se congelaba ante la acción misma y en lugar de eso un leve suspiro salió de sus labios, acto seguido, Reo mordió su clavícula fuertemente, ocasionando un alarido por parte de Ren – piensa en tu posición- concluyó Reo. La eludida, más que enojada, retiró bruscamente a Reo de ella y salió, primero caminando y después corriendo de la entrada hacía su habitación, de la cual no salió hasta bien entrada la noche para que nadie la viera.
- ¡maldición!¡maldición!- repetía Ren una y otra vez mientras daba pequeños puñetazos a sus almohadas, recordaba la escena y su rostro se ponía de mil colores, pero no por emoción, sino por coraje y resignación, respiró profundo, ¿qué se podía hacer? No podía cambiar el pasado. Y con este último pensamiento se quedó dormida.
Y al siguiente día las cosas fueron aún más extrañas, al llegar a la escuela Ren se percató enseguida de que Amane no estaba en la puerta de la escuela esperándola, se le hizo raro, pero no puso mucho más énfasis en el asunto, de todos modos ya era tarde, y no si no se apresuraba no alcanzaría a llegar a clase de Historia I, pero… un segundo… esa era Amane, la alcanzó a ver a lo lejos, parecía seria y ¿enojada? Trato de ver mejor pero varias chicas se interponían en su camino, estiró el cuello y logró ver que Amane no estaba sola, esperen… ¡era Reo la que la acompañaba! Pero ¿cómo? Parecían discutir, su lenguaje corporal lo decía todo, Reo tenía los brazos cruzados y Amane la fulminaba con los ojos, pero antes de que Ren pudiera acercarse mejor, se separaron y fue cada una a sus respectivas clases.
No importo que Ren haya asistido a clase, porque no prestó atención ni un segundo a lo que la profesora decía, su mente divagaba en el hecho que acababa de presenciar, se preocupó un momento, y de pronto, sintió unas ganas salvajes de preguntarle a Amane qué es lo había pasado, pero ¿por qué tanto interés? Pensándolo bien, ella no tenía nada que ver, quizá lo mejor era dejarlo así, de todos modos, si Amane deseaba contarle lo ocurrido, lo haría, además lo cierto era que por el momento Ren no quería saber nada acerca de Reo…
- ¿Me oyó? – alzó la voz la maestra, tenía un tiempo hablándole, era su turno para leer-
- Emm, claro… -rápidamente se puso de pie y comenzó a ojear su libro y a intentar encontrar el párrafo en el que se encontraban vanamente-
- Página 48, párrafo 3 – escucho un débil susurro apenas audible, era la voz de Amane que le decía la parte en la que iban sin que nadie más que Reo pudiera escucharla-
- … Entonces, ¿sería la vida de Itachi perdonada solo porque sí? ¿No había sido él la imagen del sacrificio y del amor en persona? Meditó, definitivamente creía… -Las clases siguieron como de costumbre, y Amane la salvó unas 5 veces más a lo largo del día, su distracción se hacía presente cada vez más, pero había muchos asuntos en su cabeza que no podía simplemente dejar de lado, le gustaba Amane, quería a Amane, si Reo hubiese llegado a insultarla… su odio hacia ella crecería notoriamente, quería cuidarla, pero no se daba cuenta, que la persona que era cuidada y querida todo el tiempo era ella.
De camino a casa, simplemente no logró hilar una conversación casual, le dolía la cabeza de tanto pensar, de sus labios solo pudo salir un retrasado e idiota:
- ¿Estás bien? – preguntó Ren observando el pavimento.
-… - Amane la observo con detenimiento durante unos segundos- claro, porque ¿sucedió algo?
- Ehh, creo que… no
El resto fue silencio.
Al llegar a casa, se sentía mareada y tonta, al final Amane no había revelado nada d elo que había sucedido con Reo, llegó a casa algo decepcionada y cansada, no tenía ganas de afrontar a nadie ni toparse con nadie desagradable por lo que le quedaba de vida, bueno eso pensaba cuando:
- Ren - Habló Claire autoritaria- ven, necesito que hablemos en privado.
Suspiró, ¿era enserio? Siguió a Claire sin decir nada, solo a la expectativa, desde que se papá había muerto, Claire había pasado las semanas gastando como si no hubiera un mañana, desde luego, todo esto era compartido con Reo, y también desde luego, que nada había sido destinado para ella, salvó el pago de su educación, pero, un momento, ¿de verdad se creía la historia de que Claire la estaba pagando? Siempre le decía a Ren que era un privilegio el que estudiara en Spica, pero nunca había visto un peso que fuera destinado a pagar su cara colegiatura, como sea, ¿qué quería esta vez?
-Siéntate-ordenó tajante para después sentarse ella en el gran estudio al cual la había dirigido, el antiguo estudio de su padre… no había entrado en él desde su muerte porque sentía que simplemente con entrar se desplomaría de tristeza, pero se dio cuenta para su asombro que no era así, se sentó tranquilamente y observo a Claire con cuidado, quizás había envejecido unos 10 años en esas últimas semanas y definitivamente, fumar no le ayudaba.
-¿Cuál es el asunto Claire?
- Ja! Así que ya no me llamarás mamá, ni siquiera aquí, delante de la presencia de tu padre.
-Él está muerto.
-¡Qué insolencia! Si tu pobre padre escuchara…
- Seguramente se molestaría, vamos Claire, estoy segura que no me llamaste para hablar sobre mi padre.
- Heredaste su astucia, lo admito-prendió un cigarro y le dio una inhalada- tienes razón, ese tema no tiene más sentido ahora, lo que voy a preguntarte es muy importante, y quiero que me respondas con la verdad.
Le cabeza comenzó a palpitarle del dolor, ¿no podía ser clara y ya?
-Te escucho.
Otra fumada a su cigarro
-¿Qué es lo que tienes que ver con Otori Amane? – arrojó Claire con una mirada fulminante, ¿Cómo rayos sabía ella de Amane?
...