Demasiado tarde para llegar a casa desde la escuela, y se estaba arriesgando a cruzar la puerta delantera a pesar de que conocía de memoria los monólogos que Laufey hacía todos los días a modo de regaño por ser un hijo irresponsable y desconsiderado con sus progenitores, entre tantas otras cosas a las que Loki hacía oídos sordos. Para él era muchísimo mejor pasar por alto todas aquellas situaciones que ponerse a discutir por lo indiscutible. Siempre llegaría tarde de la escuela y el acuerdo justo para todos jamás iba a suceder.
-¡Loki!-Chilló dando un golpe fuerte con el puño a la mesa del comedor-¿Me estas escuchando?
-Si.-Mintió intentando no hacer contacto visual con su padre mientras fijaba la vista en alguna mancha del techo.
-Farbauti, es tu turno de hablar con él -Suspiró rindiéndose ante la evidente indiferencia de su hijo de 15 años.
Su madre, que había permanecido en silencio por los últimos 15 minutos del monologo de Laufey, se levantó de su silla y caminó directamente hasta donde se encontraba de pié su hijo. Era una mujer bastante alta y con un cuerpo ancho pero bien formado, intimidaría a cualquiera menos a Loki a pesar de que este era demasiado pequeño en comparación a la gran estatura de sus padres y tan delgado como una niña, sin músculos.
-Loki Laufeyson.-pronunció tan seria que el pequeño loki sintió un escalofrío recorrerle toda la columna vertebral de extremo a extremo.
Los ojos de Loki permanecieron inmutables solo hasta que su madre se agachó sobre la alfombra y le levantó los pantalones hasta las rodillas, intentando inútilmente zafarse del agarre de sus tobillos delgados y pálidos.
-¡Qué rayos!-Exclamó en protesta.
Las rodillas de Loki estaban peladas y rojas, rojas a diferencia de su pálida y todavía infantil piel sin ningún rastro de vello. Su madre lo sabía, lo sabía y ese era el fin. Un nudo en la garganta y las palabras no fueron capaces de salir. Pero ninguna palabra fue necesaria. Farbauti sabía lo que esas marcas significaban, Laufey continuaba estupefacto junto a la mesa del comedor aparentemente sin entender lo que acababa de suceder.
-A tu habitación, ahora.-Ordenó Farbauti y Loki no tuvo más remedio que correr escaleras arriba.
Le dio una patada al baúl de caoba junto a su escritorio repleto de libros sobre ciencia, astrofísica y alguna que otra tarea de matemáticas aburrida a medio terminar. Aburrido de que sus padres le consideraran un infante que necesitaba control sobre todo lo que hacía, él lo ha hecho todo. Se encerró antes de que llegaran hasta él los gritos de sus padres nuevamente discutiendo por su culpa, tenía más en mente ahora de lo que realmente necesitaba y acercándose hasta el borde de su cama se apoyó mientras deslizaba sus pantalones por sus piernas infantiles, ahí estaban las marcas rojas en sus rodillas prueba irrefutable de la increíble tarde que pasó en los brazos de aquel grandote rubio que conoció en un bar. Sonrió recordando el toque de sus enormes manos sobre su piel fría recorriéndolo completamente mientras fijaba sus ojos azules en los verdes saboreando su boca como si se tratase de un caramelo, un caramelo prohibido.
La idea de que su madre lo descubriera lo sacudió de vuelta a la realidad. No fue necesario decir nada porque de alguna manera Farbauti siempre se las arreglaba para descubrir todos los secretos que se le pudiesen estar ocultando. Ahora su pregunta más grande era cómo Farbauti se dio cuenta que esas marcas estaban bajo sus pantalones, sus impecables pantalones que muy cuidadosamente dobló sobre el borde de la cama antes de que llegara de rodillas al suelo justo frente a él, justo frente a Thor.
-Deberé tener más cuidado para la próxima-se dijo a si mismo mientras sentía vibrar su celular sobre la mesa de noche. Un mensaje.
De: Thor.
¿Repites?