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Academia Shield por ThePervertOne2

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Notas del capitulo:

Para los que querían Stony :v aquí está (o no?? xD)

Espero les guste

Capítulo 14

En el momento en que abrieron la puerta de su casa supieron que cualquier intento por ser discretos sería inútil. Su madre estaba en la sala  viendo televisión y volteó hacia la puerta en cuanto la oyó abrirse: la cara se le fue al piso.

Sin embargo, Thor y Loki ya se habían preparado para tal eventualidad y, aunque hubieran preferido que sus padres no los vieran en tal estado, dijeron que habían tenido una pelea. Entre ellos.

Frigga los regaño, por supuesto, les dijo que no podían seguir resolviendo sus problemas a golpes, que ella no los había criado así, que su padre se enteraría al respecto...ellos sólo se quedaron de pie a mitad de la sala, mirando al piso y fingiendo estar avergonzados por sus acciones. Todo les pesaba por la cabeza menos el regaño de su madre.

Eventualmente los dejó ir, revisó sus heridas y una vez que había confirmado que ninguno de sus hijos moriría por la noche víctima de complicaciones médicas, les dijo que se irían a la cama sin cenar. Y eso sí que era una mierda.

Y esa era en parte la razón por la que, a las tres de la mañana, Loki salió de su habitación caminando de puntillas y se dirigió a la cocina. En el medio de la oscuridad y del silencio espeso de la madrugada, abrió el refrigerador esperando encontrar algo que pudiera comer sin calentar. Se decidió por prepararse un sándwich y como le importaba poco cuánto pagaba su padre de luz, dejó la puerta del refrigerador abierta para iluminarse, sin querer encender la luz de la cocina.

Había muchas cosas en su mente mientras le embarraba mayonesa al pan: Las cosas se les habían ido de las manos, pero dudaba que siquiera hubieran tenido control de la situación en algún momento. Su reciente experiencia bajo los laboratorios dejaba claro que esto se había salido de control.

Justo ahora estaba dudando de lo que le había dicho a lo demás, sobre que él volvería allá abajo sin importar qué. En el medio de su cocina, con la fría luz del refrigerador alumbrándolo a medias, se preguntó de dónde había sacado la entereza, o la estupidez, para decir aquello.

Se preguntó, también, si justo ahora el resto estaría pensando algo similar, si se preguntaban si quizás habían sido demasiado imprudentes con sus palabras, si la incertidumbre de lo que había pasado les robaba el sueño, también.

Al menos, se dio cuenta, podía saber si uno de ellos tenía pensamientos similares.

Si Thor no hubiera querido que notara su presencia no lo habría hecho, pero su hermano mayor había caminado descuidadamente con los pies descalzos, se había tropezado “accidentalmente” con una silla; todo para que Loki notara que estaba ahí y para preguntarle, implícitamente, si estaba bien que lo acompañara en su bocadillo nocturno.

Sin mediar palabra Loki sacó más pan y comenzó a hacerlo un sándwich a su hermano.

Thor se sentó en la barra de la cocina y se dedicó a ver cómo su hermano preparaba los alimentos. Cuando terminó, Loki le deslizó un plato con su sándwich y se sentó frente a él.

Comieron rápidamente y en silencio, después de todo ambos se habían ido a la cama sin cenar. Una vez terminaron, Thor fue el primero en decir algo:

 —No podía dormir —susurro, con la mirada puesta en su plato vacío y su cabello cayendo como cortinas a los lados de su rostro.

—Yo tampoco —admitió Loki, terriblemente cansado.

—Quería preguntarte —, comenzó a decir Thor a sabiendas que justo ahora su hermano no tenía las fuerzas para mentirle— si realmente piensas volver allá abajo.

Loki guardó silencio. Se levantó, llevó su plato y el Thor al fregadero y comenzó a lavarlos, apenas abriendo la llave del agua para no hacer ruido. Thor esperó, paciente, a que se decidiera a decir algo.

—Yo también me lo he preguntado —respondió Loki, secándose las manos con una toalla empotrada en la pared—, realmente quiero volver, saber por qué tienen lo que tienen ahí, pero... —volvió a sentarse frente a su hermano mayor, mas no se atrevió a devolverle la mirada.

—Lo sé.

Una vez, un compañero de clase le había preguntado a Loki que edad tenía Thor. Cuando respondió que sólo era un año mayor que él, su compañero juro que Loki le estaba mintiendo. En su momento había sido difícil saber por qué, pero con un poco de observación Loki se dio cuenta de que había ocasiones en las que la mirada azul de su hermano se antojaba vieja y cansada.

Ahora era uno de esos momentos.         

Loki sólo asintió con la cabeza, sabiendo que no necesitaba decir más.

—¿Y tú? —Preguntó— ¿Aún estas tan entusiasmado como hace unas horas?

Thor sonrió de medio lado.

—Ni siquiera sé si quiero volver a esa escuela.

Loki se rio, lo bastante fuerte como para que alguien los escuchara. Se llevó una mano a la boca para acallar su risa, pero la tarea se antojó titánica cuando Thor comenzó a reírse también y su risa grave retumbo con fuerza en la cocina vacía.

Nadie bajó por las escaleras a reprenderlos una vez el repentino ataque de risa terminó. Se volvieron a quedar callados, luego Thor dijo que deberían irse a dormir pero Loki le dijo que no tenía sueño.

Fueron a la sala, y aunque a esa hora era poco probable encontrar algo decente que mirar en la televisión encendieron el aparato y se pusieron a ver infomerciales, sentados lado a lado.

Al poco rato, sin embargo, Loki cayó en cuenta de que su hermano le había pasado un brazo por los hombros y él se había hecho bolita junto a él, acurrucándose en su pecho.

—Tenía miedo —dijo, muy bajo.

Loki no era alguien que se espantara fácilmente. Solía encontrar situaciones que debían atemorizarlo como frustrantes o molestas en su lugar, desesperantes, ridículas, desagradables, no atemorizantes.

Hoy había tenido miedo: cuando comenzó a sentirse mal y su mente se alejaba de la consciencia, cuando tuvieron que esconderse de aquel hombre, cuando casi le disparan a Tony, cuando no reconoció a Bruce.

—Yo también —le respondió Thor, besando suavemente su cabeza.

Loki no estuvo seguro de cuándo se quedó dormido, pero al día siguiente despertó en su habitación.

 

 

Eran cerca de las tres de la mañana cuando despertó por, creía, cuarta vez. Estaba cansado, y lo único que quería hacer era dormir, perderse unas horas en la inconsciencia y no soñar.

Steve rodó sobre su cama varias veces, intentando buscar una posición cómoda, pero se encontró a sí mismo mirando al techo cruzando un brazo sobre su frente. Los parpados le pesaban, pero cuando cerraba los ojos el sueño no venía a él del todo, ni siquiera estaba seguro de haberse quedado realmente dormido en algún momento de la noche.

Por entre las persianas semi-abiertas de su ventana, se colaba la luz de las farolas en la calle. Se quedó mirando al patrón estático que proyectaban en el techo y la pared por lo que le pareció una eternidad, pero cuando revisó su teléfono para ver la hora, se dio cuenta de que habían pasado apenas diez minutos.

Suspiró y cerró los ojos, resignándose a no dormir esta noche. De pronto su celular vibró en su mano.

Acercó el teléfono a su rostro y desbloqueó la pantalla, descubriendo que Tony le acababa de mandar un mensaje.

“¿Estás despierto?” decía el mensaje. Steve no tardó en responder afirmativamente, y luego esperó mientras veía el símbolo en la esquina de la pantalla que le indicaba que Tony estaba escribiendo algo.

“¿Por qué? Yo me siento como si pudiera dormir por una semana entera” y aun así estaba despierto, mandándole mensajes, Steve notó, más no dijo nada.

Se incorporó en la cama y puso sus almohadas contra la pared para sentarse más cómodamente, luego envió su respuesta:

“No sé, estoy demasiado cansado como para dormir, creo...”

“Te entiendo, justo eso me pasa, creo que dormí como una hora y luego me desperté”

“Igual”

Tony no parecía estar escribiendo nada luego de ello. Steve no creía que la conversación hubiera terminado pero tampoco sabía qué decir para mantenerla activa, así que decidió esperar a ver si Tony decía otra cosa. Mientras tanto se puso a revisar Facebook.

Luego de unos minutos el celular vibró de nuevo. Steve cambió rápidamente de aplicación para ver el mensaje.

“¿Sabes? Aún no lo creo...que realmente quieran volver ahí.”

Steve se le quedó viendo al mensaje por largo rato, sintiendo como sus ojos se irritaban por la luz de la pantalla que, incluso con el brillo al mínimo, era avasalladora en el medio de su oscura habitación.

Sabía que iban a terminar hablando sobre esto, después todo esa era la razón de su insomnio.

“La verdad es que yo tampoco me lo creo” decidió responder. La respuesta no tardó en venir.

“¿Lo estás dudando? Sonabas muy seguro allá” casi pudo escuchar la voz de Tony recriminándoselo ¿Por qué no me apoyaste, entonces? parecía preguntar.

“Creo que todos lo estamos dudando” dijo y después de un momento de consideración agregó, sus dedos volando sobre el teclado táctil: “Parecía lo correcto, decir que volveríamos”.

Steve vio el símbolo indicándole que Tony escribía aparecer, desparecer, y aparecer de nuevo. De pronto cayó en cuenta de algo.

La gente mayor solía decir que hablar por mensajes de texto o por chat, era insincero, deshonesto, que no se podía formar una verdadera conexión con la persona con la que se hablaba. Steve siempre había tenido sus reservas respecto a tal afirmación, pero también las tenía sobre lo contrario.

Ahora más que nunca creía que la gente decía tal cosa porque no entendía cómo funcionaban las cosas cuando se hablaba en línea. Cayó en cuenta, pues, mientras veía el símbolo aparecer y reaparecer, que esta podría ser la conversación más abierta que iba a tener con Tony, en parte porque a les hacía falta sueño, en parte porque tenían la oportunidad de premeditar qué dirían.

De estar en persona puede que Steve no le hubiera dicho con tanta soltura que estaba teniendo dudas sobre lo que dijo, y seguramente Tony se habría quedado todo menos pensativo al escucharlo.

A mitad de la noche, en el medio de su oscura habitación, con la luz de la pantalla quemándole las retinas, era fácil esperar y pensar.

“¿Por qué?” vino finalmente la respuesta de Tony en dos mensajes seguidos “¿Correcto cómo?”

También, Steve se imaginaba, Tony sería mil veces más elocuente en persona.

Decidió tomarse su tiempo para responderle a Tony. Dejó el teléfono a un lado por un momento y volvió a mirar al techo.

No podía hablar por los demás, pero al menos a Steve le había parecido lo correcto aseverar que no iban a dejar las cosas así, que no podían darse tal lujo, especialmente después de lo que había pasado. Creyó que lo había dejado claro en su momento, pero supuso que había sido tonto de su parte creer que Tony estaría para captar sutilezas luego de lo que había pasado.

Así que, tal vez porque su cerebro estaba lo bastante cansado como para dejarlo caminar hacia el peligro, o quizás porque la noche nos hace sinceros, o a lo mejor porque realmente quería decirlo, respondió:

“Por ti.”

La aplicación le informó, con sus dos palomitas azules, que Tony había visto el mensaje, pero no estaba escribiendo nada. Decidió que debía elaborar antes de que a Tony le diera un aneurisma pensando en qué había querido decir.

“Me refiero a que...me asusté mucho cuando vi al tipo apuntándote y...no sé, supongo que no quiero dejar las cosas así. Lo que los demás dijeron también es cierto, lo que sea que esté pasando es peligroso para todos pero...no sé, sólo...siento que debería hacer algo, por lo que pasó. Por lo que te pasó.”

Miró la pared de texto que había escrito y no pensó al presionar enviar. Tony lo vio, pero nuevamente no estaba escribiendo una respuesta.

Pasaron, según el reloj en la esquina de la pantalla, quince minutos. La aplicación decía que la última conexión de Tony había sido hacia diez minutos. Steve suspiró y dejó el teléfono en la mesita de noche, se acomodó en la cama dándole la espalda y se decidió a intentar dormir de nuevo.

Eran casi las cuatro treinta cuando su teléfono volvió a sonar. Él no había pegado el ojo.

Tomó el teléfono sin dudar y leyó el mensaje:

“Suena a que quieres suicidarte en mi nombre. Te diré algo Rogers, si alguien se muere intentando vengarme o lo que sea, voy a ser yo. Así que cuenta conmigo. Eso no quiere decir que no crea que eres un idiota por quiere volver ahí.”

Steve se rio cuando terminó de leer el mensaje.

Ok” fue lo único que respondió.

“¿Qué carajo significa eso? ):<”

“Que quiero dormir. Buenas noches, Tony.” Se mordió el labio antes de mandar “Sé que puedo contar contigo, gracias.”

“Buenas noches, Steve. Gracias a ti, supongo”

Steve pensó en responderle algo sobre lo sincero que sonó su agradecimiento, pero repentinamente el sueño que lo había estado evadiendo lo reclamó y se quedó dormido con el teléfono en la mano, la respuesta a medio escribir y mirando la foto de perfil de Tony Stark.

 

 

El lunes en la mañana Bruce no estaba del todo sorprendido de llegar y encontrar a Loki con la cara sobre la mesa, totalmente derrotado por la vida. Había llegado temprano así que además de ellos sólo había otro par de personas en el salón.

Se acercó, medio dudoso, a su usual asiento junto a Loki. Se sentó y puso sus cosas sobre la mesa, sin al parecer perturbar al otro. Se mantuvo en silencio.

Durante el fin de semana se había dedicado, casi de manera obsesiva, a hacer y adelantar tarea. Necesitaba algo en que ocupar su mente y sus deberes escolares habían parecido, en su momento, la excusa perfecta. Así no tuvo que explicarle a sus padres porque estaba tan cansado, o por qué parecía no haber dormido nada, o por qué se encerró en su habitación todo el domingo y no salió ni para comer.

Lo cierto era que esperaba no tener que salir de su cuarto nunca más. No si ello significaba darles la cara a sus amigos. El viernes no hubo tiempo de preguntar ni explicar nada, pero ahora que las aguas se habían calmado un poco estaba seguro de que les debía una explicación acerca de lo que había pasado allá abajo.

Tenía miedo de las consecuencias que dicha explicación traería. Ya había tenido bastante suerte cuando Tony se enteró de su condición, y temía que se le fuera acabar la buena racha.

El salón se fue llenando poco a poco, con conversaciones formándose y risas surgiendo cada tanto, pero nada de eso parecía perturbar a Loki que seguía con la cara enterrada en su cuaderno y los ojos cerrados. Lucía tan inerte que hizo preocuparse a Bruce:

—¿Loki? —llamó cauteloso, poniendo una mano en su hombro y sacudiéndolo ligeramente.

—¿Qué? —Loki preguntó abriendo los ojos de golpe, sobresaltando a su compañero.

—Na...nada yo, sólo creí que...que... —Bruce se quedó mudo.

El de anteojos prefirió hacer como que no había dicho nada y fijo la vista al frente, como si ya hubiera alguien dando catedra ahí.

Loki lo miró raro mas no comentó nada. Se incorporó y se estiró alzando los brazos por encima de su cabeza. Estaba cansado, el sábado su madre no los había dejado dormir hasta tarde y los obligó a escuchar otra reprimenda acerca de no pelearse a golpes y luego de eso tuvieron que soportar otro regaño más esta vez de parte de su padre. Después de eso Loki se había pasado el sábado holgazaneando y el domingo no se puso a hacer la tarea, que era bastante, hasta bien entrada la tarde, lo que terminó con él desvelándose.

 Mientras Loki pensaba en cómo había desperdiciado su fin de semana, a Bruce le estaba dando un ataque de ansiedad a lado suyo. A veces Loki era algo hostil en general hacia las personas, pero justo ahora su mente le decía que, seguramente, Loki ya no querría hablarle nunca más. Por el estado en que había terminado aquel hombre allá abajo, no quería imaginarse cómo debió haberse visto él, lo que debió hacer para dejarlo así.

—Bruce —dijo Loki a lado suyo. Él volteó lenta y mecánicamente a verlo— ¿estás bien?

Loki había fruncido el ceño y lo miraba con clara preocupación. Bruce no se había dado cuenta, pero estaba agarrando la mesa como si quisiera romperla, sus nudillos estaban blancos de la fuerza que usaba para sostenerla. Al ver su mano hizo varias respiraciones profundas y, eventualmente, soltó la mesa.

—Sss....sí —dijo muy bajo.

Loki no se la tragó y arrugó más la frente, molestó ante la obvia mentira.

—¿Es por lo que pasó el viernes? —preguntó directo.

Bruce no lo estaba mirando, había puesto los ojos sobre la pizarra vacía de nuevo y ahora estaba jugando con sus manos bajó la mesa, pero Loki notó como se encogió al oír la pregunta, como si estuviera esperando alguna clase de ataque. No hizo ni el intentó de responderle algo.

Loki suspiró. Faltaba poco para que iniciara la clase y era evidente que Bruce no estaba en condiciones de hacer nada, tendría que resolver esto rápido aunque no tuviera la gentileza requerida para la tarea.

—Bruce, escucha —llamó con la voz firme, pero cuidando de que nadie más lo escuchará—. A todos nos asustó lo que pasó allá abajó y nadie está juzgando lo que hiciste.

Bruce se mordió el labio, con la bastante fuerza como para que Loki temiera que comenzara a sangrar.

—No...no lo entiendes —empezó a decir, todavía sin atreverse a mirar al otro— esto...esto pasa todo el tiempo yo, yo...estoy enfermo.

Loki no hizo el intento de esconder el suspiro de hastió que escapó de su garganta, pero vio a Bruce encogerse de nuevo.

—Bruce —llamó una vez más—, está bien. No tienes que explicar nada si no quieres, lo único que tienes que saber es que a ninguno de nosotros nos importa. Eres...eres nuestro amigo y eso no va a cambiar.

Luego Loki miró a otro lado porque eso de los sentimentalismos no se le daba.

Para entonces la campana sonó y el profesor entró con su usual entusiasmo, listo para llenar de conocimiento sus jóvenes mentes

A lo largo de la clase, Bruce pareció ignorarlo por completo y Loki decidió respetar eso. Cuando la hora estaba por terminar, sin embargo, Bruce lo jaló de la manga de su playera para pedirle silenciosamente que se quedara.

Una vez el salón estuvo vacío, Bruce dijo con la mirada en el piso:

—¿De verdad?

Loki asintió aunque el otro no podía verlo.

—De verdad...ahora vámonos, no quiero llegar tarde.

Bruce le sonrió al oírlo y Loki correspondió su sonrisa. Salieron del salón camino a su siguiente clase.

 

 

Clint estaba...nervioso, por decir algo. No estaba muy seguro porque, pero cuando llegó a la escuela esa mañana se le hizo fácil no entrar a su clase de lengua, total, la maestra apenas y notaba que estaban ahí, dudaba que lo echara en falta. Y de todas formas no había hecho la tarea, se convenció a si mismo cuando a medio camino se daba la vuelta y caminaba en dirección contraria por el pasillo.

A esas horas de la mañana las áreas comunes como los jardines o la cafetería solían estar prácticamente desiertas, y ya que no quería arriesgarse a que un maestro lo viera y le preguntara por qué no estaba en clase, Clint se dirigió a la biblioteca, de todos los lugares que pudo escoger.

Avanzó a paso veloz, queriendo aprovechar que los alumnos aún estaban llegando y que su rápido andar podía confundirse con la premura de un estudiante llegando tarde a clase.

Llegó a la biblioteca, cruzó las puertas y cuando estas se cerraron atrás de él, ahogando por completo el sonido lejano en el pasillo, Clint se recargó en las puertas y soltó un suspiro aliviado. La única bibliotecaria que había a esa hora le envió una mala mirada desde detrás de un escritorio y Clint trató de no verse como si lo estuviera persiguiendo...lo cual lo hizo ponerse todavía más nervioso.

Se enderezó y caminó a paso decidido hacia uno de los estantes más alejados de la bibliotecaria, se metió entre ellos e hizo como que buscaba algo. Tomó un libro al azar y se fue a sentar todavía más lejos, cerca de la ventana: el día estaba tan gris como sus pensamientos.

Su mano izquierda seguía vendada. Su madre lo había obligado a ir al médico el sábado en la mañana y, si bien la lesión no era grave, el doctor le recomendó que no la moviera mucho en los días subsecuentes.

Dejó su mano vendada descansar sobre el libro abierto que no pensaba leer y la miró. Aún no sabía qué pensar respecto a lo que había pasado el viernes. No había pensado mucho en ello durante el fin de semana, se había dedicado a hacer otras cosas para distraerse, como perder el tiempo en internet, leer o simplemente mirar televisión. Todo menos hacer su maldita tarea, se reprochó.

En todo caso, había evitado el tema pero en cuánto puso un pie en la escuela supo que no iba a poder ignorarlo. Se había sentido inmediatamente acosado al momento de llegar a territorio escolar y aunque si se estaba saltando la clase en parte por no haber hecho la tarea, tenía otros motivos.

Sentía que había perdido la cabeza y casi se ríe pensando en lo estúpido que era todo. Estaba nervioso y tenía miedo de que alguien saliera de entre los estantes para llevárselo a quién sabe dónde a interrogarlo sobre lo que había pasado el viernes. El asunto perdió toda la gracia cuando un alumno pasó a su lado para dirigirse a otra mesa y Clint saltó involuntariamente sobre su asiento, exaltado.

Se reprendió mentalmente por su reacción y se reacomodó en su lugar, pasando distraídamente las hojas del libro.

A pesar de sentirse como todo un paranoico, Clint creía que había cierta justificación en su conducta. Era evidente que el asunto había escalado a niveles fuera de su control; el que casi le dispararan a Tony sólo probaba que debían andarse con cuidado.

Si Loki estaba en lo cierto sobre que el hombre que los atacó sólo estaba inconsciente  entonces alguien lo habría encontrado eventualmente y alguien tendría que haberle preguntando qué había pasado. Siguiendo esa línea, el hombre bien podría ver sus fotografías y reconocerlos, y no dudaba que la gente trabajando ahí pudiera acceder a los archivos escolares. Más preocupante todavía, Tony era prácticamente una figura pública, su rostro no era fácilmente descartado.

En resumen estaban jodidos, porque si llegaban a Tony entonces llegaban a ellos. Y después de que casi matan al heredero de Industrias Stark era claro que no se iban a tentar el corazón con nadie.

Así que sí, estaba total y absolutamente justificado que Clint se escondiera en la biblioteca, que saltara cada que alguien se le acercara y que le diera pánico la idea de siquiera acercarse el edifico de los laboratorios.

Siguió hojeando el libro haciendo como que leía de cada tanto, e incluso sacó un cuaderno para hacer anotaciones y no verse “sospechoso” en la biblioteca. El libro era de algebra lineal, él ni siquiera tomaba esa clase y no estaba entendiendo una mierda.

El tiempo pasó, tanto que cuándo Clint revisó su celular ya iba tarde para su siguiente clase, historia, pero con todo lo que tenía en la cabeza no se sentía con la capacidad para levantarse, buscar su salón y sentarse a escuchar relatos sobre cosas que, de momento, le daban igual.

 Se quedó dónde estaba, haciendo notas sobre el espacio ecluido tridimensional, pensando por un instante que si entendiera mejor la teoría de vectores podría hacer mejores tiros con el arco, hipotéticamente, claro.

Desgraciadamente para Clint su mente estaba vagando por lugares muy diferentes a los espacios vectoriales, así que su oportunidad de encontrarle un uso práctico y tangible al algebra se le escapo entre los dedos.

Había más cosas de que preocuparse además de una posible abducción de parte de una organización secreta, y lo que más le molestaba al respecto era que no era tan importante. Al menos no en comparación.

El collar que Loki le había regalado reposaba alrededor de su cuello, la piedrecilla oculta bajo su camisa. Después de su excursión el viernes Clint juraba que la piedra se había puesto más oscura y quería preguntarle a Loki al respecto. A lo largo del fin de semana había pensado en mandarle un mensaje, pero cada vez que lo veía conectado algo lo detenía y había terminado por no mandar nada.

Sabía que era estúpido preocuparse, justo ahora, sobre lo que suponía estaban haciendo. Clint dudaba que fuera el momento para darle celos a nadie y pensó, a lo largo de su improductivo fin de semana, que debían ponerle un fin al asunto.

Luego pensó en el beso que habían compartido en el gimnasio, en la angustia que lo invadió cuando lo vio desmayarse el viernes, como Loki se había ofrecido a vendarle la mano y, más sorprendente aún, había aceptado que Clint lo ayudara con sus heridas.

Luego pensó en Natasha.

Mandó a la mierda el espacio vectorial de polímonos y dejó caer pesadamente su cabeza sobre el libro, con la idea de tomar una siesta.

Pero pensó en que no había visto a ninguno de sus amigos y decidió que necesitaba saber si estaban bien. De pronto encontró las ganas para levantarse.

 

Cuando Clint se plantó fuera del salón de Loki esperando a que su grupo saliera, le hubiera gustado no sentir como los nudos en su estómago se deshacían al verlo a él y a Bruce salir, y confirmar que nadie lo había secuestrado o algo así.

—Hola.

Clint saludó a los dos alzando una mano y luego de que los otros contestaran su saludo, no supo muy bien qué hacer. Pensó en que lo apropiado sería besar a Loki, pero con sus más recientes cavilaciones no se sentía con la entera para lograrlo y decidió atacar el problema de frente:

—Oye, Loki yo... —dijo, sintiendo nudos formándose en su estómago de nuevo aunque por diferentes razones— me gustaría hablar contigo. A solas —aclaró.

—Me voy a mi clase —anunció Bruce de pronto, entendiendo que este no era un buen momento—, nos vemos al rato.

—Nos vemos —respondió Loki, tomándose la molestia de sonreírle ligeramente antes de que se fuera. Luego volteó a ver Clint, una vez Bruce se había dado la vuelta, y no había rastros de sonrisas— ¿Sobre qué quieres hablar?

—Pues...sobre lo del viernes —Clint suponía que, aunque eso no era exactamente de lo que tenían que hablar, sí se acercaba bastante.

Loki asintió.

—Claro. Pero no ahora —lo cortó antes de que Clint pensara siquiera en decir algo—, acompáñame a mi salón.

Clint asintió. Loki tomó su mano y Clint se tardó un par de milisegundos más de lo apropiado en responder el agarre, y estuvo seguro de que el otro se dio cuenta. No dijeron nada mientras caminaban tomados de la mano por el pasillo en rumbo al salón de Loki. Barton supuso que estaban esperando a que el mar de alumnos se aligerara un poco antes de decir algo.

Para cuando daban la vuelta en una esquina y en el pasillo sólo había unos cuantos estudiantes además de ellos, Clint decidió hablar:

—Loki —llamó, sin recibir respuestas— creo que...

—No ahora, Clint —repitió Loki con la voz extrañamente suave.

Clint se retorció internamente. Sentía que tenían que hablar de esto ahora. Tomó aire para intentar de nuevo decir algo, pero para entonces alguien gritó su nombre:

 — ¡Clint!

Se volteó y se encontró con Natasha corriendo hacia ellos. Se le hizo raro verla ahí, sabía que su salón de esa hora no estaba cerca del de Loki, de igual forma compuso una sonrisa para saludar.

—Hola, Natasha —le dijo una vez la chica los alcanzó— ¿Por qué tanta prisa?

—Venía a ver a Loki —respondió ella con el ceño fruncido—, pero ya no hace falta. Como no entraste a lengua quería saber si él sabía dónde estabas.

—Ah, es que llegué tarde y preferí no entrar —mintió y por la cara de Natasha supo que la chica no le estaba creyendo.

Mientras tanto, Loki no parecía estar prestándole mucha atención a su intercambio. Clint supuso que, al igual que él, debía tener muchas cosas en la cabeza.

—¿Entraste a historia? —preguntó Natasha suspicaz.

—No —, Clint no le vio caso a seguirle mintiendo— y tampoco pensaba entrar a mi siguiente clase.

—Bien, yo tampoco —comentó Natasha, dejando que los músculos de su rostro se destensaran—. Loki creo que ya llegó tu maestro.

—¿Qué? —El de cabello negro volteó hacia la puerta de su salón, confirmando que estaba cerrada— Carajo...

Ni siquiera se despidió de ellos antes de irse, pero ninguno de los dos lo echó en falta. Natasha y Clint se quedaron dónde estaban, mirándose. Para entonces el pasillo ya estaba vacío.

—Me alegra ver que estás bien.          

Clint no quería hacer obvio que el asunto del viernes lo tenía paranoico, pero así como un peso se había levantado de sus hombros en cuanto vio a Loki y a Bruce, el ver a Natasha sana y salva también había apaciguado parte de sus temores. Fue inevitable  hacérselo saber.

—Me preocupaste. Cuando no entraste a clase creí que algo había pasado —confesó Natasha.

Clint asintió, sin saber qué decirle exactamente porque tampoco era como que no hubiera pasado nada para hacerlo faltar a clase. Tampoco supo qué decir porque, diciéndole aquello, Natasha dejaba claro que él no era el único con delirios de persecución.

—¿En dónde te escondiste todo este tiempo?

—En la biblioteca.

—Vayamos allá entonces.

Natasha comenzó a caminar por donde había llegado y Clint no tardó en ir tras ella. Le preguntó por qué iba a saltarse la clase y ella respondió que, justo ahora, había mejores cosas de que preocuparse. Él estuvo de acuerdo.

 

 

Cuando esa mañana Steve entró a su clase de historia y vio a Tony sentando en su usual lugar, no estuvo muy seguro de qué sentir. Luego de la conversación que habían tenido el viernes en la madrugada no había vuelto a hablar con él, ni siquiera lo había visto conectado y, considerando lo que había pasado, eso lo hizo preocuparse. No le había llamado ni mandando mensajes, sin embargo, por temor a molestarlo.

Sabía que a Tony no le gustaba hablar sobre sus problemas y sabía que los mensajes que intercambiaron estaban llenos de implicaciones, no quería presionar el asunto, cual fuera su resolución.

Fue a sentarse como si nada pasara junto a Tony, que lo saludó igualmente como si nada pasara. Al verlo de cerca las preocupaciones de Steve se acrecentaron: parecía que Tony no había pegado el ojo en días. No era como que Stark tuviera buena apariencia a esas horas de la mañana, en realidad solía verse como un perro apaleado hasta antes de las once o así, pero hoy se veía realmente mal. Tenía unas ojeras enormes, se veía un poco pálido, tenía los labios partidos e incluso sus ojos parecían secos.

—Ya lo sé —dijo de pronto Tony, sin mirarlo—, me veo horrible.

Steve no supo qué responderle pero el otro no parecía estar esperando una respuesta de todos modos. Se mantuvieron en silencio un rato, esperando a que su profesora llegara.

—¿Dormiste? —preguntó finalmente Steve con la voz bajita, como si le estuviera contado un secreto.

Luego de una eternidad Tony se limitó a negar con la cabeza. Steve torció la boca, porque ahora que tenía la respuesta se daba cuenta de que su pregunta había sido terriblemente ambigua y no le decía nada sobre la gravedad de la situación.

—¿Dormiste algo el viernes? —decidió preguntar.

Tony parecía no estar escuchándolo, una vez más tardó demasiado en responder y una vez más sólo negó con la cabeza.

—¿El sábado?

Tony negó.

—¿Ayer?

Tony negó de nuevo. Steve tragó duro.

—Tony, necesitas dormir.

En ese momento llegó la maestra y comenzó a dar indicaciones, pero Steve no le estaba prestando atención. Se le quedó viendo al semblante demacrado de Tony, que tampoco estaba haciendo caso a la maestra; por unos momentos pareció que iba a quedarse dormido, pero en cuanto cerraba los ojos los abría y se reacomodaba para espabilarse.

Steve decidió tomar cartas en el asunto. Alzó la mano, llamando la atención de la maestra:

—Profesora ¿Puedo llevar a mi compañero a la enfermería? No se siente bien.

Inevitablemente todos los ojos cayeron sobre ellos dos. La maestra le dio luz verde en cuanto vio la cara de Tony, y Steve tomó las mochilas de ambos, agarró a Tony del brazo y se lo llevó fuera del salón casi a rastras.

Una vez en el pasillo Tony pareció juntar todas sus escasas fuerzas para fruncir el ceño y preguntarle con reproche:

—¿Qué estás haciendo?

En parte era algo bueno que Tony estuviera tan cansando porque no pudo hacer nada para evitar que Steve se lo llevara.

—Necesitas descansar —fue todo lo que Steve se dignó a responder. Tony no pudo debatirle.

Llegaron a la enfermería y Steve explicó rápidamente que su compañero necesitaba dormir e hidratarse bastante. La enfermera le creyó en cuanto vio el estado zombificado del otro. Llevó a Tony hasta una de las camas más alejadas, le dio agua y le dijo que podía quedarse a dormir ahí una hora o dos, que ella lo despertaría. Los dejó solos para ir atender a alguien más.

Tony se sentó en la cama y se bebió el agua con aire ausente. Se terminó el vaso de un solo tragó y pidió más. Luego de asegurarse de que su amigo tomara todo el agua que quisiera Steve decidió que debía irse.

Tomó su mochila del suelo, le dijo a Tony que lo vería en la clase de física y se dio media vuelta. Estaba a punto de desparecer por la cortina que separaba la cama de Tony de las demás, cuando este lo llamó:

—Steve —dijo con la voz ronca, como si no acabara de beberse casi un litro de agua.

Steve volteó de inmediato, con los brazos tensos, como si esperara que al voltear Tony se estuviera desmayando y él tuviera que atraparlo.

A pesar de que fuera de la ventana el cielo estaba gris y las persianas estaban semi abiertas, la luz que se colaba dentro parecía brillar con especial fuerza, enmarcando la silueta de Tony encorvado sobre la cama y resaltando su aspecto demacrado y oscuro.

Parecía frágil y vulnerable en ese momento, y era raro verlo así. Más raro aún era que no estaba haciendo ningún esfuerzo por ocultar cómo se sentía. Debía estar terriblemente cansado.

Después de decir su nombre Tony no dijo nada más, se quedó como estaba con la mirada perdida en el piso y presionando distraídamente le vaso de unicel entre sus manos.

—Tony, tienes que dormir —Steve le dijo, creyendo que quizás estaba intentando ser su yo usual y le quería llevar la contra sólo porque sí.

Sin embargo Tony le dio la razón. Asintió con la cabeza y, de hecho, dejó el vaso en el gabinete junto a la cama y se recostó, entrelazando las manos sobre su estómago: a Steve lo recorrió un escalofrió al ver la analogía de un funeral en su posición.

—Steve —volvió a llamarlo, con la voz ronca y lejana y con los ojos en el techo— No puedo dormir.

La fragilidad del momento era casi tan palpable como la vulnerabilidad de Tony. Era claramente una confesión que al otro le estaba costando, y por un instante Steve no estuvo muy seguro de qué hacer con la responsabilidad que Tony le estaba entregando al decirle aquello. Acercó una silla, dejó su mochila en el piso de nuevo y se sentó junto a la cama.

—¿Por qué? —preguntó en un susurro.

Tony se le quedó viendo al techo y Steve notó que casi no estaba parpadeando.

Cuando Tony habló a Steve se le secó la boca y apretó los puños.

El viernes creyó conocer lo que realmente significaba sentirse impotente e inútil, creyó que así como se había sentido cuando Loki se desmayó, cuando Tony le siguió, cuando el hombre sacó el arma y cuando tuvieron que pelear, creyó que ese debía ser el pináculo de esas emociones. Creyó que no habría manera de que pudiera sentirse todavía más incapaz de hacer algo.

Ahora que escuchaba a Tony se daba cuenta de cuán equivocado estaba porque sí, sí había aún otro nivel.

Tony le confesó, avergonzado y seguramente demasiado cansado como para convencerse de no hacerlo, que cada que cerraba los ojos veía el cañón de la pistola frente a él.

Le contó, también, que en una ocasión alguien le había disparado a su padre. Le comentó que en ocasiones él y su familia salían con guardaespaldas, y ellos llevaban armas. Le dijo que alguna vez su padre lo había llevado a un campo de tiro y que él mismo había disparado un par de veces.

—No lo entiendo —dijo al terminar de decirle todo eso—, no lo entiendo, Steve, por qué....por qué...

No pudo formular la pregunta que lo acosaba pero no hizo falta que lo hiciera. Steve se estiró y tomó una de las manos de Tony con la suya, haciéndolo al fin dejar la posición en la que estaba.

Steve tomó aire, pensó en decirle que estaba bien, pensó en explicarle que lo que estaba sintiendo tenía todo el sentido del mundo, que lo que había pasado el viernes era muy distinto a todas sus demás experiencias con armas de fuego, mas no tuvo el valor de hacerlo. Vio a Tony y entiendo que no solamente se sentía prófugo del recuerdo del arma frente a su rostro, y que no sólo el miedo de las posibilidades le quitaba el sueño: Tony se sentía débil.

—No lo sé, Tony —dijo al fin.

El otro pareció aceptar con facilidad que no tuviera una respuesta.

Se quedaron bastante rato así. Luego Steve hizo amago de levantarse mientras decía que debía irse. Tony apretó su mano, aún sin verlo, pidiéndole silenciosamente que se quedara.

Steve pensó en decirle que tal vez la enfermera iba a correrlo si se quedaba mucho tiempo y que tenía que entrar a su clase, pero todos sus argumentos se desmoronaron con sólo ver a Tony que, aunque no quisiera admitirlo y por mucho que le disgustara, lo necesitaba.

Volvió a sentarse acercando más la silla a la cama. Tony se rodó entonces para quedar sobre su costado y, por primera vez en toda la mañana, se le quedó viendo a Steve.

—Quiero dormir —le dijo con la voz delgada, desesperado.

—Duérmete —casi ordenó Steve—, no me voy a ir de aquí.

Tony pareció sopesar la franqueza de sus palabras. Finalmente asintió, cerró los ojos y casi al instante los abrió de nuevo, asustado y buscando al otro con la mirada. Steve apretó su mano y se inclinó hacia él, sus rostros quedando a unos palmos.

—No me voy a ir —repitió Steve con firmeza.

Tony asintió con determinación. Cerró los ojos de nuevo. Los abrió. Steve acercó todavía más sus rostros y le murmuro de nuevo, como una promesa:

—No me voy a ir.

Pasó al menos media hora hasta que Tony, al fin, pudiera quedarse dormido con Steve sosteniendo su mano.

Aun habiéndose asegurado de que Tony estaba bien dormido, Steve no lo soltó y cumplió su palabra de no irse.

 

 

—Entonces ¿no crees que estoy exagerando?

Natasha, mordiendo una pluma, tardó en responderle.

Dicho y hecho, habían ido a la biblioteca a pasar el rato. Había más alumnos a esta hora, lo que ayudó a tranquilizar a Clint y a que la bibliotecaria no les prestara atención. Se habían sentado cerca de la ventana, lejos de la entrada. Fuera el cielo seguía igual de gris que antes.

—No —dijo finalmente la chica, mirando hacia la ventana, sopesando sus palabras—, entiendo a qué te refieres, yo también estaba algo nerviosa.

Se quedó callada. Clint la miró atentamente esperando a qué dijera algo más.

—¿Pero? —la apresuró.

—Pero —Natasha volteó a verlo con reproche—, si realmente creías que podía pasarnos algo ¿por qué viniste a esconderte a la biblioteca? Debiste entrar a clase y hacer como que nada pasaba, seguramente no había nadie aquí y te veías como si tuvieras algo que ocultar.

—Bueno...—Clint no sabía cómo defenderse, lo que Natasha decía tenía mucho sentido y él no se le había cruzado por la cabeza— ¡...no lo sé! —Se decidió por decir, echando las manos al aire dramáticamente—, no sé me ocurrió que más hacer y no...no podía sólo ir a clase.

El semblante de Natasha se relajó y la chica soltó un suspiro, desplomándose en su silla.

—De todas formas —siguió ella de pronto, volviendo a perder la vista en la ventana—, si es que planean hacer algo respecto a nosotros, no creo que lo hagan ahora. Es...probable que después de lo que pasó nos tomen en serio.

Clint frunció el ceño.

—¿A qué te refieres?

Natasha mordió su pluma con más ímpetu, pensando.

—Tal vez piensen que estamos alerta, que estamos esperando su movimiento, van a esperar a que nos confiemos para actuar. Y apuesto a que esta vez sí cambiaron el candado.

Clint tragó duro. Escuchar a Natasha hablar así le daba un aspecto todavía más real a la situación, casi había esperado que la chica lo llamara paranoico, que alejara de él sus inseguridades, que le asegurara que sólo estaba dramatizando, pero era claro que Natasha había pensado en esto incluso con más seriedad que él.

—¿Crees que esperen que volvamos? —preguntó.

Ella se encogió en hombros sin decir nada, invitándolo a hablar con su silencio.

—Me refiero a que... ¿crees que realmente hagan algo? Si dejamos las cosas como están, no le decimos a nadie, si...si nos olvidamos del asunto ¿Crees que hagan algo?

Crack. Natasha mordió su pluma lo bastante fuerte como para romper el plástico.

—No lo sé...—volteó a ver a Clint, se inclinó sobre la mesa y bajó la voz—, me parece que estas personas son capaces de muchas cosas y, —se mojó los labios— la verdad dudo que dejen las cosas como están. Sabemos demasiado.

—No sabemos nada —la contradijo Clint, súbitamente en tono confidencial—, no tenemos idea de lo qué está pasando allá abajo y...

—Pero sabemos que está pasando algo, Clint, es razón suficiente.

¿Suficiente para qué? Quiso decir, pero creía saber la respuesta así que simplemente guardó silencio, sin querer que Natasha confirmara nuevamente sus temores.

Ambos habían tomado unos libros al azar para no verse sospechosos, Natasha incluso lo había felicitado por tener tan buena idea. Los dos se dedicaron a hacer supuestas notas de cosas que ninguno estaba estudiando pero, tal vez, fueran útiles algún día.

Luego de un rato comenzó a llover. Clint dejó su pluma sobre la mesa y se volteó sobre su asiento para ver por la ventana, su mano vendada reposando sobre su regazo.

—Natasha —llamó, sin voltear a verla. No esperó a que ella indicara que lo había oído— ¿Realmente piensas volver ahí?

Con la cabeza fría era mucho más fácil pensar en las consecuencias que regresar les traería. Había sido fácil, el viernes, decir que esto era más grande que ellos y que precisamente por eso no podían dejar las cosas así. Ahora, sin embargo...

—¿Y tú?

Clint se mordió el labio. No dijo nada.

Entonces Natasha se levantó, rodeó la mesa y tomó otra silla para sentarse frente a él. Clint no notó lo cerca que estaba hasta que volteó a verla. Dio un respingo sin querer cuando Natasha tomó delicadamente su mano vendada.

—No quiero volver ahí —dijo Natasha con fatalidad.

—Yo tampoco —fue fácil decirle la verdad.

—Pero creo —continuó Natasha mirándolo a los ojos— que deberíamos estar listos por si tenemos que hacerlo.

Alguien en su sano juicio le habría dicho a Natasha que estaba loca. Alguien con más sentido común le habría dicho que no dijera tonterías, que esto era la vida real y no alguna especie de película de acción. Pero cuando Clint abrió la boca para responderle no salió nada de ella, ni recriminaciones sobre la salud mental de la pelirroja ni discursos sobre lo ridículo de la situación, ni nada. Sólo se quedó ahí, viendo a Natasha, como esperando que algo pasara.

Nada pasó. Pero Natasha no soltó su mano y  Clint le sostuvo la mirada y, en ese momento, pareció que eso era todo lo que hacía falta.

 

 

Cuando Loki salió de su tercera clase del día no esperaba que hubiera nadie esperándolo en el pasillo. No le había mandado un mensaje a Clint, y de todas formas era obvio que Barton tenía mejores cosas en que pensar que en jugar a hacerle de su novio. Loki también las tenía.

Por eso cuando salió del salón no se detuvo ni un instante para prestarle atención a los demás alumnos que estaban ahí. Era su hora de descanso y estaba pensando en si tenía bastante hambre como para ir a la cafetería cuando alguien lo llamó.

Volteó y supuso que no debió de estar del todo sorprendido de ver a su hermano ahí; por alguna razón su aparición lo descoloco bastante como para quedarse de pie a medio pasillo, sin importarle que estuviera bloqueando el paso. Su hermano camino hasta él y le preguntó si quería ir a la cafetería a comer algo. Loki dijo que sí.

Caminaron en silencio hasta ahí, tomaron sus charolas y se llevaron la comida hasta una de las pocas mesas libres que aún había. Por un rato pareció que no iban a decir nada y, ciertamente, Loki estaba bien con eso: No creía que hubiera nada que decir.

Thor parecía tener otros planes.

—Loki —llamó sobre el ruido de la cafetería— hay algo que quiero preguntarte.

El aludido hizo un show de masticar su comida antes de decir nada, pensando en las posibles cosas que Thor podría cuestionarle.

—¿Qué es? —dijo sin rodeos.

—Es sobre lo del viernes.

Sobre qué más iba a ser. Parecía que ese era el único tema de conversación que alguno de ellos tenía y, la verdad, era de esperarse. Aun así a Loki le hubiera gustado no tener que decir nada, evitar el tema como lo había hecho con Clint, pero sabía que su hermano era más insistente.

—Te escucho —lo animo a hablar.

—Dijiste que querías volver —comenzó a decir Thor—, dijiste que querías saber por qué tenían esas cosas ahí. Quisiera que me explicaras por qué.

Loki, muy concentrando en su comida, alcanzó a pensar en lo ambivalente que era Thor. A veces actuaba como un completo imbécil y en otras ocasiones lo tomaba por sorpresa con su tacto y facilidad de palabra, como si no le costara transformas sus pensamientos en oraciones.

—No tengo nada que explicar.

Sintió más que vio el cambió la postura de su hermano. Casi se rio al notar que Thor había pensado que obtendría la información que quería con facilidad.

—Sí, sí tienes —lo contradijo Thor—, necesito que me digas por qué es tan importante saberlo.

—¿Por qué? —cuestionó Loki en lugar de dignarse a darle una respuesta— ¿Por qué necesitas saberlo? No es un asunto que te concierna, créeme.

Thor suspiró exasperado.

—Porque —comenzó a explicar con la voz compacta—, necesito saber qué tan importante es porque si es MUY importante, entonces vas a ir a buscarte problemas.

Loki sonrió, complacido por ser él quien estaba obteniendo respuestas.

—¿Y?

Thor se cruzó de brazos, probablemente para evitarse la tentación de estrangular a su hermano menor.

—Y, si vas a buscarte problemas, quisiera saber si vale la pena dejarte hacerlo.

—¿Qué quieres decir? —Loki no esperaba esa respuesta.

Thor suspiro, desviando la vista un momento antes de clavar su mirada azul en el otro.

—Si realmente quieres volver ahí, sé que no voy a poder detenerte y...si te pasa algo, al menos quiero saber por qué.

El semblante de su hermano le dejo claro a Loki que esto no era algo que se le acabara de ocurrir. Ni siquiera el mismo Loki había pensado mucho en ello, sí, sabía que el viernes había dejado muy claro que pensaba regresar, y aun después de la plática con su hermano en la madrugada tenía ganas de volver ahí, pero realmente no había pensado ello, no tenía planes al respecto ni nada; era claro que Thor llevaba pensando en esto todo el fin de semana.

Tardó en elegir las palabras adecuadas para responderle, pero Thor fue paciente con él, Thor siempre era paciente con él.

—La verdad —decidió decir—, es que la respuesta a tu pregunta no es simple. No tienes el conocimiento necesario para entender la importancia de los objetos que encontramos ahí.

Thor descruzó los brazos y le dio un puñetazo a la mesa. Los alumnos en la mesa de a lado voltearon a verlos al oír el estruendo. Loki no se inmuto.

—Loki, no es momento para que te andes con rodeos.

—Es la verdad.

—No estoy diciendo que no lo sea, te estoy pidiendo que me lo expliques.

Se quedaron en silencio, aguatándose la mirada, su comida enfriándose frente a ellos. Finalmente, fue Thor el que desvió la vista con aire derrotado y dolido.

—De acuerdo —dijo Thor echándose hacia atrás—, de acuerdo, no me digas nada, como siempre.

Thor se levantó y Loki entró en pánico por un instante.

—Espera —le dijo, tomando a su hermano mayor de la mano—, espera, siéntate.

No se lo dijo dos veces. Una vez Thor estuvo sentando de nuevo, Loki suspiro pasándose una mano por el cabello y dijo:

—No es fácil lo que tengo que explicar, pero si quieres oírlo, vamos a Helheim, esta tarde.

—¿A dónde?

—Helheim. Es el lugar donde compro mis cosas.

No hacía falta que le especificara qué cosas compraba ahí. Thor pareció sorprendido por la oferta de acompañarlo a tal lugar, pero finalmente asintió con la cabeza.

—Gracias —dijo, e hizo amago de levantarse de nuevo.

Loki volvió a tomarlo de la mano para evitar que se fuera. Sin mirarlo dijo:

—Al menos termina de comer.

Thor le respondió con una sonrisa enorme y el corazón de Loki hizo piruetas en su pecho. A veces olvidaba lo mucho que le gustaba ver a su hermano sonreír.

 

 

Tony despertó. No abrió los ojos de inmediato, casi sorprendiéndose a sí mismo de no hacerlo, de no sentir la necesidad de escapar de la oscuridad tras sus parpados. La siguiente cosa que notó fue que alguien estaba sosteniendo su mano.

Sus recuerdos de antes de irse a dormir llegaron a él lentamente y su respiración suave y lenta se aceleró ligeramente. Steve lo había llevado a la enfermería y él se lo había dicho todo.

Abrió los ojos lentamente, nervioso con lo que pudiera encontrar: Steve estaba dormido con la cara sobre la cama, sosteniendo su mano. Tony tragó duro. Se incorporó lentamente hasta quedar sentado, haciendo todo lo posible para no despertar a Steve que, aun en sueños, se estaba aferrando a su mano como si sus vidas dependieran de ello. Miró alrededor, notó que fuera estaba lloviendo ligeramente y en la pared de enfrente encontró un reloj. Al parecer habían estado ahí unas horas, incluso se habían perdido el descanso, ya sólo faltaban dos clases para que el día terminara.

Se le quedó viendo a Steve y se concentró sin querer en la sensación de sus manos entrelazadas. Se le aceleró el corazón y se le calentaron las mejillas: Steve se había quedado con él.

Fue un torrente complejo de emociones el que lo golpeó. Se mordió el interior de las mejillas, sintiéndose estúpido, agradecido, avergonzado y feliz.

Mientras miraba embobado a Steve, no notó que la enfermera estaba parada al pie de su cama y lo veía con una sonrisa sabionda.

—Tu novio te trajo en la mañana —dijo la enfermera, acercándose a él.

A Tony casi le dan un infarto y dio un respingo que, sorprendentemente, no despertó al otro.

¡¿Novio?!

—Él…él no…—comenzó a decir, con la cara roja— Él no es mi novio.

No lo era y sintió algo dentro si estrujarse en cuanto lo dijo. Contrólate se reprendió a sí mismo.

La enfermera le envió una mirada suspicaz a sus manos entrelazadas pero no dijo nada más. Le puso una mano a Tony en la frente y al ver que no tenía fiebre ni nada, le preguntó por qué se veía tan mal en la mañana. Tony respondió diciendo que no había dormido nada el fin de semana, y que tampoco había comido mucho. La enfermera lo regañó por descuidarse así y le preguntó por qué no había dormido.

—Yo… —Tony no podía decirle la verdadera razón de su insomnio—, es que, ha habido problemas en casa —decidió por decir de forma criptica.

La enfermera lo miró con preocupación.

—Deberías ir a comer algo —le aconsejó ella—, los dos, de todas formas ya se perdieron casi todas las clases.

—Sí…

La enfermera fue entonces a sentarse a su escritorio a, le dijo a Tony, escribir unas cosas en su expediente. Tony bufó, si ese expediente llegaba de alguna manera a sus padres él no quería estar ahí para explicarles como su “distante relación familiar” le quitaba el sueño o algo.

Decidió que era momento de despertar a Steve. Casi a regañadientes retiro lentamente su mano de la del otro y lo sacudió ligeramente por los hombros.

Steve despertó luego de un par de sacudidas. Se incorporó y miró a su alrededor, desorientado, pero en cuanto vio a Tony se espabiló:

—¡Tony! —exclamó, levantándose de un salto— ¿Por qué estás despierto? ¿Me dormí? ¡Lo siento, Tony! ¡Se suponía que fueras tú el que durmiera y…!

Tony se empezó a reír, fuerte. En parte porque no podía creer lo ridículo que era Steve, en parte porque si no hacía algo seguramente iba a derretirse al ver lo preocupado que estaba por él.

A Steve pareció descolocarlo un momento el ver la reacción del otro pero se contagió por su risa y terminó riéndose junto con él. Era difícil decir si el ligero rosado en sus mejillas era debido a su risa o algún otro motivo que Tony no se molestó en ponderar.

Luego de un par de minutos dejaron de reírse y Tony le explicó que se acababa de despertar y le dijo que fueran a comer algo. Steve asintió y los dos se levantaron para ir a la cafetería, y mientras salían la enfermera le mandó a Tony una sonrisa que decía “Claro, no son novios”. Tony se apresuró a salir.

No dijeron nada camino a la cafetería que encontraron prácticamente abandonada pues pocos alumnos tenían el descanso a esa hora. Ambos tenían bastante hambre así que por mucho rato se dedicaron a comer en silencio.

Eventualmente, sin embargo, Tony pensó que debía decir algo. A pesar de que había sido hacia poco tiempo que le había dicho a Steve la razón de su insomnio, se sentía como si hubiera sido hacia años; de estar en sus cincos sentidos seguramente no le habría dicho nada y se hubiera puesto a la defensiva, pero había estado tan cansado y tan desesperado por dormir, que en su momento decirle al respecto había parecido el menor de sus males.

Y luego le había pedido silenciosamente que se quedara. Tony quería enterrar la cabeza en su almuerzo de sólo pensarlo. De por si la conversación que habían tenido el viernes en la madrugada lo había dejado sintiéndose como un imbécil, y ahora salía con esto.

Todo era culpa de Steve, pensó, con su preocupación y su galantería y sus manos tibias y su sonrisa y sus estúpidos ojos azules y su… ¡Agh! quería darse de topes contra la mesa.

Con todo y que la situación era sumamente aberrante, Tony igual sentía que debía decir algo y, por esta vez, supo exactamente qué decir:

—Steve —llamó, intentando que su pecho no estallará cuando el otro le presto la más absoluta de las atenciones al oírlo—, gracias por llevarme a la enfermería y… —respiro hondo antes de continuar—, y por quedarte conmigo.

Steve le sonrió y debía ser pecado que la sonrisa de alguien fuera así de perfecta.

—De nada —respondió Steve, pero luego bajo la mirada y con aire más serio, agregó—: realmente me preocupaste mucho.

Tony asintió. Para ser honestos él también se había preocupado a sí mismo. El fin de semana había sido el peor en toda su corta existencia y se había sentido tan desesperado, no había tenido idea de qué hacer. Había intentado robarle unas pastillas para dormir a su madre, pero la falta de sueño lo había hecho lento y poco cuidadoso, así que termino desechando la idea por temor a ser descubierto. De haber tenido que explicarles a sus padres porque necesitaba pastillas para dormir no habría podido, y decir la verdad tampoco era una opción.

Pensó en la conversación que había tenido con Steve y en lo que habían quedado respecto a volver o no, le pareció buena idea hablar sobre ello para alejar el tema de su estado de salud.

—Entonces ¿has pensando en cómo volverías ahí?

Steve pareció descolocado por el repentino cambio de tema, pero carraspeó la garganta y respondió:

—En realidad no. Todavía creo que no podemos dejar las cosas como están pero la verdad no he pensado en nada. —Steve pareció sopesar algo mirando al piso, y luego vio a Tony a los ojos para seguir— Sé lo que dijimos el viernes, Tony, pero no tienes por qué ir.

Tony también lo había pensado, pero en general él creía que nadie tenía que ir a ningún lado. No estaba en el estado mental adecuado para componer argumentos coherentes con lo que disuadir a Steve de su empresa suicida, así que decidió usar otra táctica.

—Necesitamos un plan —le dijo, con toda la seriedad que pudo—, no creo que esta vez no nos estén esperando.

—Necesitamos un plan —Steve concordó, mas tampoco pareció dispuesto a idearlo en ese instante. Tony lo considero una victoria.

Terminaron de comer en silencio y como no había mucho que hacer más que esperar su siguiente y ultima clase, se quedaron donde estaban y hablaron.

En el medio de su plática trivial y de sus risas, el tiempo se les fue volando.

 

 

La única clase a la que dada las circunstancias valía la pena entrar era física, así que Natasha y Clint arrastraron sus traseros fuera de la biblioteca, en la que habían pasado incluso el descanso, y se dirigieron a su salón.

Cuando llegaron Bruce ya estaba ahí, sentando junto a la ventana, con su cuaderno sobre la mesa y escribiendo nerviosamente en él.  

De entre todas las cosas que habían tenido tiempo de hablar en la biblioteca, lo que hizo Bruce el viernes fue, por supuesto, tema de discusión           . Cuando Clint lo vio en la mañana le había sorprendido verlo tan tranquilo luego de como se había puesto el viernes, en su momento incluso les había parecido riesgoso dejar que se fuera solo a su casa.

Las preocupaciones de Clint volvieron al ver la forma casi colérica en la que estaba escribiendo sobre su cuaderno, parecía que en cualquier instante iba romper la hoja de la fuerza que le imprimía a su lápiz.

Mientras ellos tomaban asiento Bruce murmuraba cosas, escribía, borraba algo un par de veces, y volvía a escribir. No pareció notar su presencia hasta que Natasha lo saludó.

Bruce saltó sobre su asiento. Se acomodó los lentes, antes de devolver el saludo con pocas ganas.

Natasha y Clint intercambiaron una mirada. Ambos suponían que debían decir algo, pero realmente no sabía por dónde empezar y tampoco querían hacer sentir mal a Bruce respecto a lo que había pasado. Estaban confundidos al respecto, sí, pero no creían que valiera la pena incomodar a su amigo para satisfacer su curiosidad.

Los siguientes en llegar al salón fueron Thor y Loki. Se estaban riendo sobre algo que Thor había dicho. Era raro que, de llegar al mismo tiempo, estuvieran siquiera hablando así que la vista resultó confusa, por decir algo. Los hermanos tomaron asiento del lado de la mesa contrario al de Clint y Natasha, uno a lado del otro. Por la cara que puso Loki cuando alzó la vista y se encontró de frente con Clint, pareció que no tenían planeado hacer tal cosa.

Clint desvió la vista. Aún no había tenido la oportunidad de hablar con Loki respecto a su arreglo, pero si sus acciones significaban algo supuso que no tendrían ningún problema. Natasha los miró a ambos con una ceja levantada pero eligió permanecer en silencio.

Loki le preguntó a Bruce como estaba y éste respondió, sin alzar la vista de su cuaderno, que se encontraba bien. Si se lo preguntaban a cualquiera de ellos, ninguno creía que “bien” fuera un adjetivo apropiado para describir a su amigo. Loki aceptó su respuesta con un asentimiento de cabeza que Bruce no vio, demasiado ensimismado en lo que fuera estaba haciendo.

Finalmente fue el turno de Steve y Tony de llegar a clase. Más o menos.

Era, en ese momento, una completa buenaventura que Bruce estuviera tan empeñado en ignorarlos en favor de su cuaderno.

Steve entró primero. Detrás de él venía Tony. Los dos tenían una sonrisa en la cara y, a pesar de que Tony parecía estar en necesidad de un triple expresso, Stark tenía una cara de enamoramiento total. Así, llano y simple, no había otra manera de describir su sonrisa sincera y sus ojos soñadores, Tony prácticamente se iba de boca siguiendo a Steve.

Todos, excepto Bruce porque Bruce había decidido que su cuaderno guardaba los misterios de la vida y no valía la pena quitar la vista de él, lo vieron. Tony se dio cuenta, por supuesto, Tony notó los ojos de sus amigos sobre él, Tony notó la mirada reprobatorio que todos ellos le enviaron. Joder, incluso Loki parecía indignado.

Tony se dio cuenta y decidió actuar. Tomó a Steve del brazo (mal movimiento, le dijeron los ojos de sus amigos) y lo sacó a rastras del salón.

Todos intercambiaron una mirada de incredulidad. El silencio se instaló cómodamente sobre la mesa. Bruce no pareció notarlo.

 

Tony quiso darse de cara contra la pared en cuanto él y Steve estuvieron fuera del salón.

¿Qué carajo estaba pensando? No tenía idea, se dio cuenta, de por qué había huido como gato asustado al ver las miradas de sus amigos. Steve tampoco parecía saberlo, por la mirada confusa que le mandó.

Steve estaba esperando a que le dijera algo, pero Tony no tenía absolutamente nada que decir. Y precisamente porque no tenía nada que decir, se decidió a preguntar lo siguiente:

—¿Por qué…? —empezó a decir y se detuvo.

Sabía que se merecía la mirada que el resto de sus amigos le enviaron cuando los vieron entrar. No había sido su intención llegar así al salón, ni siquiera se había dado cuenta de que estaba haciendo algo malo hasta que vio a sus amigos.

Tony sabía que eso no era aceptable. No con Bruce ahí.

Pero, realmente ¿era todo esto culpa suya? El viernes en la madrugada, cuando Steve le dijo por qué había dicho que volvería a las “catacumbas”, Tony casi se desmaya otra vez. De no ser porque su cuerpo estaba demasiado cansando como para reaccionar de alguna forma seguramente le habría dado un ataque.

Se dijo, esa noche, que estaba leyendo demasiado en lo que Steve dijo: “Por ti”. Pero luego Steve había mandado otro mensaje para explicarle qué había querido decir exactamente y Tony no pudo más que hacerse bolita sobre su cama y sonreír como un estúpido y pensar que al menos algo bueno había salido de su experiencia cercana a la muerte. 

Y luego Steve lo llevó a la enfermería, lo tomó de la mano y apaciguó sus temores prometiéndole que no lo dejaría solo. Y mierda, no lo había dejado solo.

Así que, Tony, creía, esto no era completamente culpa suya. No era culpa suya que estar cerca de Steve lo hiciera sentir así, es decir, tenía novio y Steve lo sabía y aun así iba y se portaba como se portaba, iba y lo hacía sentir cosas

Así que tenía que saber, por si ya de por si pobre salud mental, por el bien de su corazón, tenía que saber…

—¿Por qué te quedaste conmigo en la enfermería? —soltó de golpe.

Steve tragó duro. Desvió la vista y tardó en responder.

Tony no estaba muy seguro de qué esperaba que le dijera.

—Porque…—Steve no lo estaba mirando—, porque eres mi amigo Tony, y me necesitabas.

Tony supo, precisamente en ese momento en que sintió como algo se estrujaba en su pecho, qué era lo que esperaba que le dijera.

Sonrió, porque ciertamente no había nada mejor que hacer,

—Gracias, Steve —le dijo, como si no se estuviera muriendo por dentro—, qué harían los hombres como yo sin amigos como tú.

—Probablemente morirse —le respondió Steve a modo de broma, sonriendo también, mientras ambos reanudaban su entrada al salón.

Sí, concordó Tony, probablemente morirse.

    

 

Bruce ni se dio cuenta del momento en que Tony había llegado al salón. Seguramente no habría notado su presencia de no ser porque Tony se sentó junto a él (¿y no estaba alguien más alado suyo?), le pasó una mano por la cintura y le dio un beso en la mejilla mientras decía:

—Hey ¿qué estás haciendo? No me digas que es la tarea.

—Tony… —dijo casi como un suspiro y alejó al fin la vista de su cuaderno.

La sonrisa que se había empezado a formar en su cara se desvaneció en cuanto vio a Tony. Si bien el multimillonario ya no se veía tan mal como en la mañana aún se veía un tanto cadavérico.

—¿Tony, estás bien? —le preguntó con aprehensión.

—Claro que estoy bien, sólo no tuve una buena noche…o noches. Como sea ¿tú cómo estás? —Tony cambió de tema, sorprendentemente estaba harto de hablar sobre si mismo.

—Bien —dijo Bruce asintiendo con la cabeza.

—Me alegra —respondió Tony sonriéndole. Después de cómo habían terminado las cosas el viernes también había estado preocupado por él.

—Pero, no me respondiste —siguió Tony— ¿qué estás haciendo? Parece interesante.

Le echó una mirada al cuaderno de Bruce y vio un montón de ecuaciones y formulas apretujadas en la hoja, y era claro que las habían corregido varias veces. Bruce casi se arroja encima de su cuaderno para evitar que Tony siguiera inspeccionándolo.

—Pues…ah…es sobre…sobre lo que encontramos el viernes.

Y dale con lo del viernes, debía ser una jodida maldición,

No pudo cuestionarlo más, el profesor Selvig llegó en ese momento y los apresuró a sacar sus cuadernos y ponerse a trabajar, diciendo que tendría que irse temprano pero que eso no significaba que no fueran a estudiar.

En el medio de los lamentos de los alumnos, Tony sintió a Bruce tomando su mano por debajo de la mesa y le correspondió con un apretón y una sonrisa.

Decididamente evito voltear a ver a Steve que, decididamente, no les quitaba los ojos de encima.

 

 

—…de manera, que si el trabajo efectuado sobre una partícula en movimiento es distinto a cero, como en el ejemplo que acabamos de ver, estamos hablando de una energía disipativa —dijo el profesor Selvig, dejando de escribir en el pizarrón y volteando a ver a sus alumnos— ¿Alguna duda?

Como mil, pero nadie levantó la mano. El profesor aceptó su silencio como total entendimiento y comenzó a decirles cuál era la tarea. Justo cuando todos comenzaban a guardar sus cosas dispuestos a irse, sin embargo, el maestro volvió a llamarles la atención:

—Antes de que se vayan —dijo, haciendo que algunos se sentaran a regañadientes—, hay un asunto que quisiera comentarles. El viernes pasado ocurrió un incidente…—hizo una pausa bastante dramática, mirando alrededor del salón—, en el edificio de los laboratorios de tercero.

En el fondo del salón Tony, Steve, Thor, Loki, Clint, Natasha y Bruce contuvieron el aliento.   

—Al parecer —continuó el profesor, aparentemente sin darse cuenta que a siete de sus alumnos casi les da un ataque— varios alumnos han estado  merodeando el edifico a horas inapropiadas, se perdió instrumental y hay estructuras dañadas. La dirección está llevando a cabo una investigación para descubrir a los culpables, estoy bastante seguro de que no fue nadie de este grupo, sin embargo les recuerdo que la Academia no puede tolerar este tipo de conducta vandálica e irresponsable, y la sanción que se llevara a cabo será, con seguridad, apropiada para esta conducta tan deplorable.

Hizo otra pausa, observando las caras de sus alumnos. Soltó un suspiro.

—Eso es todo, ténganlo en cuenta. Pueden retirarse.

Fue realmente afortunado que todos los alumnos salieran prácticamente corriendo del salón, de no ser así, la estrepitosa huida de los siete amigos habría resultado sospechosa.

 

—¡Me cago en la…!

Natasha le puso una mano sobre la boca a Tony, callándolo. El pasillo estaba desierto a excepción de ellos y unos cuantos de sus compañeros de clase, pero el profesor seguramente no tardaría en salir.

—Ahora no —dijo Natasha con tal seriedad que todos se abstuvieron de hacer cualquier comentario.

Llegaron rápidamente a los jardines de la escuela.

—Como iba diciendo —comenzó Tony una vez estuvieron fuera del edificio— ¡Me cago en la…!

—No deberíamos discutir esto aquí —Loki habló sobre él, usando un tono similar al de Natasha— Vamos a otra parte.

—¿A dónde? —le preguntó Clint.

Loki se quedó callado un momento, pensando. Era una situación delicada y si la cosa se estaba poniendo tan grave como de pronto parecía, necesitarían de toda la discreción posible.

—Conozco un lugar —les dijo a los otros—, podemos ir ahí a tomar un café y discutir esto con calma.

No se tomaron la molestia de preguntarle a dónde pensaba llevarlos. Salieron de la escuela, con un poco más de calma que cuando habían salido del salón, y siguieron a Loki por las calles de la ciudad y a tomar el autobús.

En la primera parte del viaje sólo pareció que se dirigían al centro, pero entonces Loki les indicó que tenían que bajar y tomar otro autobús; lentamente se fueron alejando del centro y acercándose a una parte un tanto “fea” de la ciudad.

—¿A dónde vamos? —preguntó Tony, notando a donde se dirigían y pensando que, desafortunadamente, tenía toda la pinta de niño rico.

—No se preocupen, ya vamos a llegar —respondió Loki ignorando completamente la pregunta.

Efectivamente, luego de un par de minutos más llegaron a la siguiente estación y bajaron. De ahí caminaron a una esquina cercana y se metieron a la calle. Se detuvieron frente a un local pequeño que tenía las ventanas oscurecidas, y sobre ellas estaba grabado con una tipografía gótica y en dorado “Heilheim: anticuario”.

—Un anticuario —dijo escéptico Tony.

—No cualquier anticuario —aclaró Loki acercándose para abrir la puerta— Quédense atrás de mí y cállense —les indicó, metiéndose dentro.

Los otros intercambiaron una mirada pero igual lo siguieron.

El interior del local estaba apretujado. Varios estantes con cosas diversas, curiosas y por supuesto antiguas los rodeaban, se podía escuchar el tick-tack de varios relojes y, casi frente a la puerta había un mostrador. Detrás de él había una chica como de su edad, quizás un poco más grande, leyendo una revista con aire aburrido; alzó la cabeza en cuanto escuchó la campanilla de la puerta sonar.

Loki se acercó con confianza al mostrador, con el resto siguiéndolo de cerca.

—Leah —saludó dirigiéndose a la chica.

—Loki —respondió ella con un asentimiento de cabeza, y luego le echó una mirada suspicaz a los otros.

—Son amigos míos —explicó Loki—, estamos en necesidad de un lugar discreto para hablar.

—Claro —dijo Leah— justo ahora no hay nadie en la parte de atrás.

La chica procedió a levantar una parte del mostrador para dejarlos pasar y les indicó que atravesaran la puerta detrás de ella. Mientras ellos se metían dentro, Loki se quedó atrás y se inclinó hacia Leah para hablarle:

—¿Está tu mamá? —preguntó con tono confidencial—, necesito hacerle una consulta.

—Hoy estás en necesidad de muchas cosas —comentó Leah, ligeramente intrigada—, y no, no está, salió a ver a un cliente, pero no creo que llegue tarde. Le preguntaré si puede atenderte.

—Gracias —dijo Loki antes de seguir al resto de sus compañeros.

Resultó que, efectivamente, el lugar era más que sólo un anticuario. En la parte de atrás había un bar. Justo en ese momento el lugar estaba vacío, pero tenían la impresión de que, aún en sus horas más ocupadas, el bar debía de verse igual de muerto. No había ventanas, estaba a media luz y los colores eran oscuros.

Caminaron incómodamente hasta una mesa cerca de la barra, donde un hombre los miro con suspicacia hasta que vio que Loki venía con ellos; una vez se sentaron les dio un menú.

—¿Podemos pedir alcohol? —preguntó Tony al ver que en el menú sólo había café, té y postres.

—No —le contestó Loki, tajante.

Tony chasqueó la lengua. Al cabo de un rato terminaron pidieron café y unas rebanadas de pay.

Se mantuvieron en silencio un rato, comiendo y bebiendo. Ninguno estaba muy seguro de por dónde empezar. Aunque los acontecimientos del viernes habían dejado claro que esto ya no era una simple aventura de preparatoria, no fue hasta el momento en que el profesor Selvig afirmó sus paranoicos pensamientos que se dieron cuenta de las consecuencias de sus acciones. Hasta ahora habían estado esperando que todo fuera un sueño, o que el asunto simplemente se olvidara, que todos los involucrados lo dejaran a pasar. Era claro que eso no iba a ocurrir.

—No… —Clint dijo de pronto, con la mirada perdida en su café y una cucharada de pay a medio camino—, no necesariamente estaba hablando de nosotros.

—No seas ingenuo, Clint —lo reprendió Natasha—, el maestro estaba hablando de nosotros.

—¡Pero…!

—Natasha tiene razón —interrumpió Steve—, incluso si no estaba hablando de nosotros, deberíamos asumir que así es.

—¿De quién más podrían estar hablando, de todas formas? —Se metió Tony, claramente molesto— ¿Quién más es lo bastante estúpido?

Hubo un suspiro colectivo. Realmente nadie podía reclamarle a Stark su mala actitud.

—Si es así —empezó a decir Thor, luego de que todos decidieran en silencio que tendrían que ignorar a Tony o la conversación no iría a ningún lado—, si se referían a nosotros ¿a qué se referían con que se perdieron cosas o que se dañaron las instalaciones?

—Podrían haberlo dicho para no levantar sospechas —le dijo Natasha con tono pensativo—, quieren que sepamos que saben que estuvimos ahí, pero no quieren hacerlo muy obvio.

—Mmm… —Bruce empezó a decir tímidamente, casi escondiéndose detrás de Tony—, eso tiene sentido pero…pero sí perdió algo.

Todos voltearon a verlo interrogantes. Bruce revolvió rápidamente en su mochila y sacó un cuaderno, era uno de los tantos que habían encontrado en las cajas.

—¿Cuándo te robaste eso? —le preguntó Tony arrebatándoselo de las manos y hojeándolo.

—Me lo metí en el cinturón, antes de que entráramos al cuarto con el tubo en medio y… —tomó aire antes de continuar— y he estado intentando resolver las ecuaciones.

—¿Has encontrado algo útil? —le preguntó Loki, extendiendo una mano para pedirle el cuaderno a Tony.

—Pues…todo, todo está en otro idioma y no he investigado al respecto pero, en cuanto a las ecuaciones… —volvió a revolver en su mochila y sacó su cuaderno de física—, he estado intentando resolverlas, pero no he llegado muy lejos, utilizan reglas de la física clásica en su mayoría, pero a veces parece como si utilizaran principios de mecánica cuántica aunque no hay una consistencia al respecto así que…

—Bruce, creo que el único que está entendiendo algo soy yo —lo interrumpió Tony con una sonrisa afectuosa y luego mirando su cuaderno—, parecen difíciles —dijo, frunciendo el ceño— ¿has llegado a alguna conclusión?

—Sí. Como les dije el viernes, son ecuaciones sobre transmisión de energía pero también son sobre estabilidad y lo que sea que estaban tratando de mantener estable, no lo estaban logrando.

Tony asintió con una mirada pensativa, mirando el cuaderno. Los demás se quedaron en silencio unos instantes, pensando que, quizás, sería buena idea poner más atención a sus clases de física.

—Puede que tenga algo que ver con los catalizadores que encontramos —observó Loki luego de un momento.

—¡Ajá! —exclamó Clint de pronto con una sonrisa—, y antes de reunirnos con ustedes encontramos un cuarto llenó de personas con bata blanca, seguramente eran científicos y estaban investigando... —hizo un esto vago con la manos—…esto, sea lo que sea.

—Si lo que están estudiando tiene que ver con energía que hay que mantener estable —empezó a decir Steve, tratando de hilar la situación—, eso explicaría porque el director hablaba sobre evacuar la escuela el día de la exhibición de deportes.

—Pero si sólo están conduciendo una investigación —dijo Thor con el ceño fruncido— ¿Por qué mantenerlo oculto? Y si es así de peligroso ¿por qué en una escuela?

—Hace tiempo —intervino Natasha—, escuché al director y al subdirector hablando sobre que ocultaban algo en la escuela y que la escuela recibía recursos ¿lo recuerdan?

Se mantuvieron callados otra vez. Eventualmente Natasha rompió el silencio:

—Clint y yo estuvimos hablando sobre esto —dijo—, no entramos a clases, estuvimos en la biblioteca y también encontramos algo interesante.

Al escucharla Clint asintió y sacó un libro de su mochila.

—Encontramos esto —les dijo, poniendo el libro, largo y delgado en el medio de la mesa—, es sobre la historia de la escuela, dice que al principio fue fundada como un centro de investigación —comenzó a explicarles abriendo el libro en la página apropiada y señalando una vieja fotografía en blanco y negro donde se veía sólo uno de los actuales edificios de la escuela—: ese es el edificio de los laboratorios de tercero, es el más viejo que hay. Según esto la escuela la fundó una organización científica que ya no existe llamada SHIELD y cuando la organización desapareció las instalaciones se usaron para hacer la escuela.

—¿Dice por qué se deshizo esa organización? —preguntó Bruce.

—Ehr en realidad no lo hemos revisado todo —continuó Clint—, así que talvez lo diga.

—Lo interesante de esto —siguió Natasha, comenzando a pasar las páginas del libro—, es que de hecho tiene planos de las instalaciones —Se detuvo en una página donde efectivamente se veían los planos de un edificio.

—¿También muestra lo que está debajo de los laboratorio? —preguntó Loki escéptico.

—De hecho, sí, mira —Natasha pasó la página y le mostró la de los laboratorios.

—No están completos —observó Tony—, muestra una parte de lo que hay debajo pero miren —señaló con el dedo una orilla de la hoja, donde las líneas terminaban abruptamente—, así no se indica el término de una construcción en un plano, así que supongo que no están completos.

—Parece muy descuidado poner los planos de los edificios ahí si están ocultando algo —comentó Thor.

—Supongo que no esperaban que alguien realmente indagara al respecto —argumentó Natasha.

—¿Creen que sospechen de nosotros? —dijo Bruce de pronto, arrugando las cejas. Cuando nadie contesto, siguió—: me refiero a que…si sospechan de nosotros, fue un movimiento arriesgado sacar este libro de la biblioteca.

Volteó a ver a Natasha y a Clint, tremendamente serio.

—En realidad —dijo Clint—, llegamos a la conclusión de que es poco probable que, de momento, nos hagan algo. Y de todas formas creo que es un poco inútil intentar ocultarnos.

—Lo dice el que se pasó todo el día en la biblioteca —comentó Loki sagaz.

Clint rodó los ojos.

—Estaba asustado ¿sí? No lo pensé bien…pero, lo que digo es, es que seguramente sí saben que somos nosotros.

—¿Por qué? —inquirió Thor.

—Por Tony —respondió Natasha.

—¿Por mí?

—Sí. Fuiste al que el tipo ese vio por más tiempo —le contestó Clint—, y eres algo famoso. Natasha y yo creemos que si el tipo reporto lo que pasó, es probable que te haya reconocido, y si es así seguramente no les fue difícil ver con quién te juntas. No es difícil dar con nosotros.

—Y por eso —siguió Natasha—, decidimos sacar este libro. Tal vez lo planos estén incompletos, pero si tuviéramos que volver ahí al menos no estaríamos totalmente a ciegas.

—¿O sea que SÍ están pensando en volver? —preguntó Tony con tono acusatorio.

—La verdad —dijo Clint con la voz apagada—, a estas alturas creo que es más probable que nos lleven ahí.  

La fatalidad de su declaración les robó el aliento, y nadie fue capaz de decir nada por lo que pareció una eternidad, el lugar de por si silencio se llenó de tensión con su mutismo. El hombre tras la barra incluso volteó a verlos en repetidas ocasiones, como para asegurarse de que seguían ahí.

—Yo estoy a salvo —dijo Tony de pronto—, precisamente porque soy famoso no pueden hacerme nada, piensen en el escándalo que se armaría si algo me pasara dentro de la escuela, pero ustedes, sin ofender, son un montón de don nadie, si les pasa algo a nadie le va a importar.

—Dios… —dijo Steve, pasándose una mano por el cabello— entonces ¿qué…qué se supone que hagamos?

—Prepararnos —dijo Thor inclinándose sobre la mesa—, Clint y Natasha están en lo cierto, es más probable que vengan a buscarnos ahora. Debemos estar listo para cuando ese momento llegue. Lo que el profesor dijo hoy podría haber sido una advertencia, para que no volviéramos…o una amenaza, sobre lo que va a pasar.

—Clint —llamó Tony con la voz aguda, turbado con lo que acababa de decir Thor— ¿puedo llevarme el libro? Me gustaría investigar los planos a fondo.

—Claro —Clint le pasó el libro— ¿tienes algo en mente?

—Algo así…pero necesito revisar esto primero.

—Bruce —llamó Loki— ¿podrías prestarme el cuaderno? Tengo una idea de dónde buscar información sobre el idioma.

—Seguro, sólo, deja que le tome unas fotografías a unas ecuaciones —procedió a sacar su teléfono para hacerlo.

La conversación murió entonces. Terminaron lo que les quedaba de café y pay en silencio, sopesando todo lo que acaban de decir. Luego de un rato pidieron la cuenta. Loki les dijo que él y su hermano se quedarían un rato más así que se despidieron y luego de que Loki les diera las indicaciones de cómo regresar al centro de la ciudad, él y Thor se quedaron solos.

La chica que los había recibido, Leah, llegó de pronto a su mesa y se sentó junto a Loki con familiaridad.

—No tengo idea de en qué están metidos tú y tus amigos —le dijo—, pero suena a que están jodidos.

—Lo estamos, gracias por notarlo —le respondió Loki con una sonrisa—. Por cierto, él es mi hermano, Thor. Thor ella es Leah, es amiga mía.

—Mucho gusto —dijo Thor extendiendo una mano.

—Un placer —correspondió ella el saludo—, Loki habla mucho sobre ti.

—¿De verdad? —Thor sonrió al escucharla, mirando a Loki listo para molestarlo.

—Oh, cierra la boca Leah —le espetó Loki, incómodo y mirando hacia otro lado—. Como sea ¿tú mamá va a poder recibirme o no?

—Dice que sí. Llegó mientras tú y tus amigos discutían no sé qué, me sorprende que no la hayas visto pasar. Puedes ir a verla ahora, si quieres.

—Perfecto —dijo levantándose de la mesa.

Leah y Thor también se levantaron. Leah los guio hacia detrás de la barra donde había una puerta y una escalera, les dijo que subieran y que Loki ya sabía a donde ir, así que ella no los acompañó.

Al subir se encontraron con un par de puertas más. Loki se acercó a la más alejada de ellas y antes de tocar le advirtió a Thor que mantuviera la boca cerrada y que lo dejara hablar a él.

Thor prometió mantenerse en silencio.

Loki tocó la puerta exactamente tres veces con pausas bastante distintivas entre cada golpe. Una voz femenina le indico que entraran.

La habitación estaba llena de cortinas de diversos colores colgando por todas partes, había velas sobre mesitas redondas sirviendo como única iluminación y olía fuertemente a incienso. A Thor le recordó un poco a la atmosfera que había en la habitación de su hermano luego de que se pusiera hacer alguno de sus rituales o lo que fuera.

Al fondo de la habitación había un gran escritorio de pesada madera maciza, con mantel largo color negro. Sobre él también había velas, incienso e incluso una bola de cristal. Pero lo más interesante era la mujer detrás del escritorio; a pesar de estar sentada se apreciaba su altura considerable, era delgada, tenía largo cabello negro y un porte bastante intimidante. Lo que más resaltaba de ella, sin embargo, era que no tenía mano derecha, su brazo terminaba en la muñeca.

Loki se acercó hasta el escritorio sin vacilar y se sentó en una de las sillas frente a él. Thor se sentó también, un tanto más inseguro.

—Buenas tardes, Hela —dijo Loki, resuelto pero respetuoso.

—Buenas tardes Loki, veo que al fin tengo el gusto de conocer a tu hermano —respondió ella con la voz tranquila.

—Un placer —se limitó a decir Thor asintiendo en su dirección. Ella sólo le sonrió y luego volcó su atención en Loki.

—Leah me dijo que tenías una consulta que hacerme, y sospecho que tiene algo que ver con la reunión que había allá abajo ¿Te metiste en problemas, Loki?

—Nada se le escapa —comentó Loki con una ligera sonrisa—. Así es, mis amigos y yo estamos en un predicamento. Pero no vengo a pedir consejo al respecto, en realidad quisiera que me ayudara a averiguar la naturaleza de ciertos objetos que mis amigos y yo encontramos.

Hela alzó una ceja, intrigada. Loki sacó uno de sus cuadernos de su mochila y le mostró un dibujo, bastante bueno, de los objetos que habían encontrado el sábado.

—Vera, encontramos unos instrumentos similares a esto. Los símbolos que tenían grabados no son así exactamente, sólo son ilustrativos.

—¿Tú qué crees que sean? —preguntó Hela mirando el dibujo.

—Catalizadores —respondió Loki—, estaban tibios cuando los toqué y…

—¿Los tocaste? —lo interrumpió alzando ligeramente la voz, con tono de reprimenda.

—Fue inevitable. Uno de mis amigos tomó uno y tuve que arrebatárselo. En todo caso, estaban tibios y luego de tocarlos tanto mi amigo como yo nos desmayamos.

—Tú te desmayaste primero —no era una pregunta.

—Así es. Al principio creí que solamente eran para transmitir energía, del tipo de catalizador que se usa cuando se intenta canalizar la energía de varias personas pero…por lo que acabamos de discutir, creo que su naturaleza es otra.

—¿Cuántos de estos había donde los encontraste?

—No lo sé, pero eran bastantes. Eran más o menos del tamaño del dibujo y estaban en una caja como de este tamaño —movió las manos para ilustrar el volumen de la caja.

Hela se le quedó viendo al dibujo un momento. Eventualmente dijo:

—No puedo decirte exactamente qué son sin verlos, pero por el tamaño y la cantidad, yo diría que no son catalizadores exactamente. Son amortiguadores.

Loki parpadeó.

—Disculpe, no estoy familiarizado con el término.

—Por supuesto que no —concordó Hela—, prácticamente ya no se usan. Los amortiguadores son objetos que cumplen la misma función que, digamos, un círculo de sal, son para contener algo, pero no son tan fiables como lo serían las runas o símbolos adecuados, dependiendo de qué estemos intentando contener. Naturalmente se usan cuando se desconoce la naturaleza de lo que se intenta dominar. La razón por la que casi ya no se usan es porque son peligrosos: pocos se atreven a lidiar con cosas cuya naturaleza es desconocida. Hay que ser alguien muy estúpido o muy bueno como para atreverse.   

Loki se mordió el labio, sopesando la nueva información.

—En teoría —empezó a decir lentamente—, esto podría contener energía pura.

—En teoría —coincidió Hela—, pero es peligroso hacerlo, son inestables y sólo se pueden usar una vez, guardan la energía de lo que contienen, por eso estaban tibios cuando los tocaste. Deberías estar agradecido de que sólo te desmayaste, podrían haberte matado.

—Lo entiendo —Loki asintió—. Muchas gracias por recibirme, Hela, eso sería todo por ahora.

—Me alegra poder ayudar.

—Hasta luego.

—Hasta luego.

Los dos hermanos se levantaron y regresaron por donde habían venido en completo silencio. Antes de salir del anticuario Loki le compró unas cosas a Leah y se despidió de ella.

Una vez fuera del local, caminando por las calles medio vacías, Loki preguntó:

—¿Entendiste lo que dijo?

—Sí… —respondió Thor con la mirada en el piso—, sí, lo entendí. Deberíamos decirles a los otros.

—Lo sé, pero necesitamos decirlo de manera en que no me llamen lunático.

—No te llamarán lunático, Loki.

—¿Quieres apostar?

Thor no respondió. Siguieron caminando hasta la parada del autobús, donde permanecieron esperando en silencio. Cuando el camión llegó se sentaron en los asiento de atrás. Loki comentó que estaba cansado, Thor le dijo que podía tomar una siesta, que él lo despertaría.

Loki se durmió con la cabeza en el hombro de su hermano, y Thor se dedicó a mirar por la ventana, vaciando su mente mientras veía sin mirar las calles, esperando olvidar por un momento el embrolló en el que se habían metido.

Notas finales:

Muchas gracias por leer, espero les haya gustado, todos los comentario son sumamente apreciados

Y hablando de comentarios, para las personas que ya seguían esta historia hace unos años, la verdad no sé ni que decirles, ahora si que qué pena andar actualizando hasta ahorita xD Pero ya ven como es la vida :'v Gracias por no perder la fe xD


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