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Academia Shield por ThePervertOne2

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Notas del capitulo:

Me tardé, pero como compensación este capitulo es jodidamente largo xD Ohala les guste :3

Capitulo 9

El sábado en la mañana Anthony Stark no tenía intenciones de levantarse hasta las cuatro de la tarde, y eso a ver si se levantaba. Pero recordó que sus amigos iban a ir a su casa y no podían encontrarlo en pijama.

Miró el reloj —si es que esa cosa con cinco manecillas y sin números era un reloj— que estaba sobre la mesita de noche y se dio cuenta de que no era tan de mañana. Eran las once y si sus amigos eran puntuales llegarían en tres horas: Y tres horas era muy poco tiempo para que él se pusiera decente.

Se arrastró perezosamente fuera de la cama y no se dio de cara en el piso porque dios es grande. Posó sus pies descalzos sobre la alfombra, estiró los brazos sobre su cabeza dando un gran bostezo, luego se talló los ojos con los puños y cuando su vista se hubo adaptado a luz que entraba por la ventana detrás de él, miró el montón de obstáculos que tenía que librar para llegar a la puerta del baño.

No era de extrañarse que la habitación de un adolescente resultara un campo minado debido al desorden, pero el cuarto de Tony Stark tenía la peculiaridad de estar lleno de herramientas. Desarmadores, pinzas, tornillos, llaves de tuercas y de más se encontraban desperdigados por todo el suelo de la habitación. Les hacían compañía cables, circuitos de computadora y otras cosas que daban la impresión de no ser más que basura, pero por supuesto que no lo era. A excepción de la bolsa de frituras, eso sí era basura.

Se decidió a completar la odisea que significaba atravesar la habitación de un lado a otro para llegar al baño y, mientras esquivaba unos circuitos de aspecto puntiagudo y consideraba investigar si aquella bolsa de frituras aún tenía algo comestible dentro, el sonido de un zumbido y de unas ruedas moviéndose sobre la alfombra lo hizo levantar la vista.

—¡No, Dummy! —dijo al ver a su robot acercándose a él.

Dummy —Dum-E realmente—, era un brazo mecánico con ruedas que hacía poco más de seis meses le había conseguido el primer lugar en la feria de ciencias de su secundaria, otros reconocimientos y el ofrecimiento de la beca en la Universidad Culver que había tenido que rechazar.

Lo había construido con el fin de ayudar en tareas simples, como ordenar objetos y entregar cosas, y tenía la capacidad de entender y obedecer órdenes orales. Así que cuando Tony dijo no, el robot se detuvo.

Dummy se quedó donde estaba y pareció mirar a su creador cuando la garra en la punta de su brazo mecánico giro de un lado a otro.

—Sabes que no debes salir si no te lo digo.

Pero, a pesar de ser una proeza el haber construido un robot como Dummy, tenía aún muchas cosas por corregir.

—Vuelve a tu estación —ordenó Tony al señalar con una mano una esquina de la habitación donde había una base metálica.

Pero Dummy no se movió y siguió “mirando” a Tony.

—Vamos, a tu estación —dijo Stark con firmeza.

El brazo mecánico se encogió y señaló hacia la estación, como si preguntara si realmente tenía que hacerlo. Tony puso las manos en las caderas y le sostuvo la vista al robot.

—Bien —. Tony miró en rededor de la habitación— Mientras me doy una ducha haz la cama y ordena esto.

Dummy asintió con su brazo y se dirigió hacia la cama.

Tony lo miró un momento antes de entrar al baño. 

Una vez dentro y con el silencioso zumbido de Dummy apaciguado del todo por la puerta, se quitó la pijama y se metió a la ducha. Se quedó medio dormido bajo el agua por al menos veinte minutos en los que reflexionó acerca de las verdades del universo y el significado de la vida humana; sus conclusiones se le resbalaron como el jabón que usaba para lavarse cuando al fin se decidió a salir de la regadera.

Se secó rápidamente el cabello y el cuerpo con una tolla para luego dirigirse a una pared del baño. Ahí había un botón.

Al presionarlo, de la pared surgió un panel en donde colgaban varias camisas, pantalones y otras prendas de ropa, así como calzado. Escogió una playera de AC/DC, unos jeans y unos tenis.

Volvió a presionar el botón y el panel regresó a la pared. Mientras se ponía la playera, se preguntó momentáneamente cómo era que siempre había ropa ahí, ropa de su talla y de los colores y temas que le gustaban, pero se recordó que la casa la había diseñado su padre y él era el hijo de Howard Tecnología Stark, así que no era tan sorpréndete que ropa que él no recordaba haber comprado estuviera ahí.

Al terminar de vestirse se colocó frente al tocador e hizo como que se peinaba al pasarse el cepillo por el cabello unas cuantas veces.   

     Salió del baño y al ver a Dummy tuvo el impulso de gritar, pero se contuvo porque al menos el cuarto no estaba en llamas.

—¡Dummy! —exclamó al acercarse al pobre robot que estaba dando vueltas desesperadamente con las sabanas y cobijas enredadas en él—¡No te muevas!

El robot reconoció la voz de Tony y se detuvo en seco mirando hacia él.

—Eres un inútil —decía Tony mientras le quitaba las sabanas de encima— Sólo tenías que hacer la cama.

Refunfuñó durante todo el rato que se tardó en quitarle la ropa de encima y cuando lo logró le dijo al robot que volviera a su estación. Con actitud cabizbaja Dummy se dirigió de vuelta.

Tony lo miró irse y se mordió la lengua.

—Ve a tu estación después de que termines de ordenar esto —dijo Tony de mala gana.

Dummy zumbó de alegría y se encaminó de vuelta para empezar a recoger las cosas que se desperdigaban por el piso. Tony lo vigiló todo el tiempo y se dijo que tenía que ser más firme con él pero… ¡Agh! ¡Tonto robot!

 

Quizás no había sido la mejor manera de ordenarlo, pero Tony creí que su robot había hecho un buen trabajo de todos modos. Ahora, en lugar de haber un campo minado en todo el piso de la habitación, sólo había tres montones al pie de la cama, uno con herramientas, otro con cables y otro con circuitos, lo cual no estaba nada mal, si Tony se dignaba a recogerlo un día o necesitaba algo no sería un gran problema encontrarlo.

—Muy bien —dijo Tony bajando de la cama— Dame esos cinco.

Tony alzó una mano así como Dummy levantó su brazo mecánico y extendió la garra en la punta para poder chocarla suavemente con la palma de Tony. El chico sonrió.

—Ven, vamos a desayunar.

Salió de la habitación con Dummy detrás de él y se encaminó a la cocina.

Se suponía que no podía llevar a Dummy por ahí, más que nada porque era bastante torpe en ocasiones y había roto muchas cosas, pero en primer lugar también se suponía que no podía tenerlo en su habitación. Su padre le había dicho que Dummy era un robot y debía quedarse en el taller junto con los otros, pero Tony se había pasado la indicación por el arco del triunfo y le construyó una estación de recarga en su cuarto, porque Dummy era suyo y él decidía donde se quedaba.

De todos modos nadie le iba a decir nada. Seguramente su padre ya llevaba varias horas trabajando en el taller o atendiendo asuntos de oficina varios pisos más abajo, y su madre tal vez había salido con sus amigas o de compras. No había nadie a demás de él, de Dummy y el personal de servicio.

En la cocina había una mujer que se encargaba de hacer la comida. No como que Tony fuera tan inútil como para no poder sobrevivir solo, pero a veces se le olvidaba comer y como sus padres no estaban habían contratado a alguien que se asegurara de que no muriera de inanición.

Cuando la mujer lo vio entrar con Dummy detrás de él pareció querer decirle algo, seguramente referente al robot, pero al final se limito a suspirar y no dijo nada. Le sirvió hotcakes y leche para desayunar, a pesar de que ya iba a dar la una de la tarde.

Mientras Tony comía y leía con poco interés el periódico que su padre seguramente había dejado sobre la mesa esa mañana, Dummy daba vueltas alrededor de la mujer e intentaba ayudarla.

Cuando sus ojos se posaron accidentalmente en una noticia sobre una exposición de arte recordó los acontecimientos ocurridos el día anterior, y pensó que realmente no tenía muchas ganas de ver a sus amigos ese día, pero ya era demasiado tarde como cancelarles poniendo una excusa poco creíble.

Terminó su desayuno, dio las gracias y volvió a su habitación. Una vez ahí, se tiró sobre la cama aún deshecha, puso algo de AC/DC en su reproductor de música y jugó con Dummy a lanzar una pelota de tennis el rato que tuvo que esperar para que sus amigos llegaran.

 

 

La primera clase del viernes era arte y eso era bastante triste porque significaba que Anthony Stark tenía que mostrar su incompetencia  en dicha clase desde temprano en la mañana, y la verdad él no tenía ganas de cargar con la vergüenza de su humillación.

Así de dramáticos eran sus pensamientos cuando puso un pie dentro del salón de clases y miró a los caballetes acomodados a lo largo del salón dándole la espalda a las ventanas. Enfrente de cada uno había un banco desocupado.

La actividad del día, había anunciado la profesora al inició de esa semana, consistía en hacer un retrato de un compañero. Para ello tenían que investigar sobre alguna técnica de dibujo y si gustaban traer su propio material. Las parejas habían sido elegidas al azar por la profesora.

Como Tony no tenía ni idea de nada, había dejado que su compañero, un tal Dereck que tampoco era muy bueno pero sí menos inútil que él, eligiera la técnica que usarían en sus retratos.

Dedicarían dos sesiones a esta práctica, y el primer día le tocó a Tony ser el artista.

Había llegado inesperadamente temprano al salón, así que sólo había otro par de chicos con los que no se hablaba y la maestra, quien le dijo que eligiera un caballete. Escogió uno a la esquina del salón, lo más lejos de la profesora y sacó las cosas que iba a ocupar con aire solemne y desesperanzado.

Al poco rato el resto de los alumnos comenzó a entrar, Steve siendo uno de ellos. Luego de que Steve escogiera un lugar se acercó a Tony para saludar.

—Buenas días, Tony —saludo con una sonrisa al chico que parecía a punto de llorar—…no te ves bien.

—Esa no es manera de comenzar el día de nadie ¿lo sabías? —le reclamó Tony enderezándose en el asiento.

—Lo siento ¿Qué ocurre? —quiso saber sentándose en el banco frente al caballete de Tony.

—Los dos sabemos que soy un genio —comenzó a decir y Steve lo miró incrédulo—, pero esto del arte no se me da. Soy malo, Steve, realmente malo.

Steve relajó el gesto y le sonrió una vez más.

—No te preocupes, no tiene que salirte perfecto.

—¡Claro que sí! —exclamó con tono desesperado— ¡A mí todo me sale bien! ¡Soy Tony Stark!

Steve suspiró, sin saber bien que más decirle. Para entonces el compañero de Tony llegó y él tuvo que levantarse.

—Lo harás bien —le dijo antes de irse con una sonrisa y le revolvió el cabello aprovechando que, ya que Tony estaba sentando, le era fácil alcanzar su cabeza.

—Deja —Tony manoteó el aire como si hubiera un insecto revoloteando cerca de él, pero igual le sonrió a Steve mientras volvía a su caballete.

La compañera de Steve, Peggy, ya había llegado. Tony miró la aparentemente agradable conversación que entablaron mientras hacía como que escuchaba a Dereck.

Steve sonríe ante todo lo que la chica decía y ella parecía hacer lo mismo. Tragó duro y cuando escuchó a la maestra llamar la atención del grupo se obligó a desviar la vista.

 

Una vez comenzada la practica el ángel de la muerte se posó detrás de Tony para susurrarle lo mal que lo estaba haciendo. Eso o la ventana estaba abierta.

Se trataba de un simple retrato a lápiz y él, que había construido un maldito robot por sí solo, no podía con eso. Dereck hacía todo por ayudarle, preguntándole si quería que echara un vistazo o que se moviera o lo que fuera, pero Tony se limitaba a negar con la cabeza y mirar alternativamente el retrato y a su compañero: Si la clase se tratara sobre surrealismo quizás podría obtener un diez.

Grande fue su sorpresa cuando la profesora, que vagaba entre los caballetes hablando a los alumnos sobre cómo lo estaban haciendo, se detuvo a lado suyo y miró con ojo crítico su trabajo sin vomitar.

—Has mejorado, Stark, sigue así.

Era lo mejor que le habían dicho en todo el día y aunque el día no llevaba mucho recibir esa crítica ya era bastante. Sonrió una vez que la maestra se hubo ido, felicitándose por dentro, y ahogo su risa al ver a Dereck con una sonrisa estúpida alzando los pulgares en su dirección, evidentemente intentado que se riera.

La clase transcurrió tranquila hasta que la profesora llegó con Steve.

—Impresionante, Rogers —exclamó la maestra con expresión maravillada viendo el trabajo de Steve, él se sonrojó ligeramente— Realmente le imprimes vida a tu trabajo, y la técnica de sombreado es muy buena. Has capturado muy bien la belleza de la señorita Carter.

Peggy sólo sonrió mientras Steve dejaba la mirada gacha, apenado, y agradecía las palabras de la profesora.

—¿Has pensado en qué harás al salir de la preparatorio? —quiso saber la maestra.

—Me gustaría enlistarme en el ejercito —respondió Steve viendo como la cara de la profesora se ensombrecía.

—¿De verdad? Tal vez debas considerar una carrera en el mundo del arte, creo que tienes talento.

Steve estaba rojo de nuevo. Agradeció otra vez a la maestra y se dedico a seguir trabajando.

Cuando la clase terminó todo el mundo quería ver el trabajo de Steve que, como había dicho la maestra, era admirable. El retrato poseía tanta calidad que era posible ver la risa escapando de los ojos de la Peggy del retrato.

 Tony también creía que había hecho un estupendo trabajo, y estaba dispuesto a decírselo mientras se encaminaban a la siguiente clase pero, al parecer Steve estaba muy entretenido hablando con Peggy.

Pensó en esperarlo, pero luego vio como ella tomaba su mano para encaminarlo a la salida y Tony pensó que Steve tenía mejores cosas que hacer a caminar con él.

Salió del salón.

 

 

La Torre Stark no sólo era el hogar de la familia con ese apellido, sino que era un edifico de oficinas e investigación, un lugar lleno de laboratorios y salas de oficina y sala de archivos ultra-secretos y varias cosas más: En resumen no dejarían entrar a un montón de adolescentes sólo porque sí.

Para sortear ese problema Tony les había entregado a cada uno de sus amigos un gafete de identificación en donde figuraba su nombre, su fotografía —que les dijo le enviarían por mail— y el motivo de su visita.

Según sus palabras sólo tenían que mostrarlo al policía de la entrada y a todas las personas que quisieran echarlos de ahí. A todos les resultó de lo más raro que necesitaran credenciales para ir a la casa de un amigo, sobre todo porque los gafetes tenían un aspecto tan oficial. 

La cita era a las dos de la tarde y Steve, como siempre, fue extremadamente puntual. Entró en el edificio sin problemas, recibiendo unas cuantas miradas suspicaces mientras avanzaba al elevador más cercano. Una vez en el elevador presionó el número que Tony le había indicado y se encontró atrapado con un hombre y una mujer de traje que iban a otra parte. La musiquita del ascensor no ayudó a dispersar el sentimiento de incomodidad que estar ahí con esas dos personas de negociosos le producía.

Bajaron antes que él y cuando llegó al piso correspondiente Jarvis estaba ahí para recibirlo.

—Buenas tardes, señor Rogers —le dijo.

—Buenas tardes —respondió educadamente y ligeramente incomodo. No terminaba de acostumbrarse a que lo llamaran “Señor”.

El elevador no se había abierto directamente en la casa, si no en un pequeño pasillo que daba una puerta doble custodiada por dos grandes masetas. Se veía como la entrada a un apartamento común y corriente.

—Por aquí, por favor —le indicó Jarvis llevándolo hasta la puerta. La abrió.

Steve estaba preparado para contemplar el lujo en el que su amigo vivía, pero al entrar se dio cuenta de que no estaba preparado del todo. Lo primero que vio al entrar fue la sala, con grandes sillones negros de aspecto cómodo y una enorme televisión de pantalla plana, presumiblemente de plasma, empotrada en la pared. Los estantes a lado de la televisión estaban repletos de libros. Pero más allá de lo mucho que la habitación parecía estar sacada de una revista, lo más impresionante era la vista: había enormes ventanales por los que Nueva York se contemplaba esplendoroso.

—Tome asiento —le pidió Jarvis, y Steve obedeció sentándose tan cerca como pudo de la ventana— ¿Le gustaría que le trajera algo de beber?

—Oh, no, gracias —respondió rápidamente.

—Llamaré al señor Stark, estará con usted en breve. Permiso.

Jarvis se retiró pero Steve no prestó mucha atención a dónde. Se levantó en cuanto el mayordomo se hubo ido y se acercó a los ventanales: La vista era realmente gloriosa, tanto que le dieron ganas de dibujarla.

Al poco rato los pasos de alguien se hicieron oír.

—Bonita vista ¿no? —dijo la voz de Stark detrás de él.

Steve volteó para encararlo y le sonrió a modo de saludo.

—Sí, muy impresionante —admitió regresando su atención a las ventanas.

—Si quieres ver algo realmente impresionante puedo llevarte al siguiente piso —comenzó a decir Tony y también se acercó a la ventana—, ahí hay un jardín al aire libre.

—No hace falta —respondió Steve, aunque le hubiera gustado verlo— ¿Llegué muy temprano? —inquirió.

—Un poco, seguro les encantaras en el ejército, siempre tan puntual —bromeó Tony.

Se quedaron un momento en silencio, mirando a la ciudad.

—Ven, vamos por algo de tomar a la cocina mientras esperamos por los otros.

Está vez Steve aceptó la oferta. 

 

 

La clase de lengua pasó sin pena ni gloria, terminando unos veinte minutos antes de la hora asignada, de modo que debía dirigirse a la clase de filosofía. Estaba tan aletargado que la sola idea de hacer ese esfuerzo lo hizo considerar seriamente sentarse en un de las bancas de atrás y esperar que los alumnos o profesores de la siguiente clase no lo notaran.

Tony descartó el pensamiento cuando una voz lo llamó desde la puerta.

—Hola, Tony —Bruce asomaba la cabeza por la puerta y cuando se dio cuenta de que su amigo era el único en el salón, se adentró—…no te ves bien —comentó con tono preocupado.

Tony rodó los ojos, era la segunda vez que le decían eso en lo que iba del día.

—¿Quién demonios te dijo que esa es una manera apropiada de saludar a alguien? —le espetó cansado.

—Lo siento —se disculpó mientras se sentaba en la banca a lado suyo— ¿Qué sucede?

Esa conversación se le estaba haciendo perturbadora familiar, pero no dejó que las coincidencias se robaran su atención. Se encogió en hombros, y después puso las manos sobre la mesa y recargó ahí su rostro.

—No sé —respondió mirando a la pizarra—, no parece un buen día.

Bruce imitó a Tony y también recargó la cabeza en la banca.

—Pareces cansado ¿te sientes mal? —insistió Bruce mirándolo de reojo.

—No, es sólo que… —dejó que la frase muriera en sus labios.

Honestamente no estaba muy seguro de porque se sentía como mierda. Hacía un par de horas sentirse como escoria tenía mucho sentido porque estaba por tener la clase de arte y él era pésimo en ella. Pero ahora que la supuesta parte más terrible de su día había terminado y que la maestra de arte le había dicho que había mejorado ¿no tendría que haber dejado de sentirse como mierda? Según sus cálculos sí. No tenía una explicación para el pésimo humor en el que se encontraba ese día. Es más, no tenía ni las ganas ni las fuerzas para ocultar que se sentía terrible, tal vez debería irse acostumbrando a que le gente le dijera lo mal que se veía.

—Bueno —empezó a decir Bruce mientras se levantaba, comprendiendo que Tony no tenía mucho que decir—, deberíamos irnos ya a filosofía.

Tony se incorporó en el asiento y procedió a hundirse en él, dejando notar que no tenía la mínima intención de moverse.

—Vamos, se nos hará tarde —insistió Bruce—, y ya ves como se pone el maestro cuando llegas tres milisegundos tarde.

—¿Y si nos saltamos la clase? —propuso Tony de pronto, y a Bruce no le gustó para nada lo entusiasmado que parecía de pronto.

—No —se negó el de anteojos inmediatamente—, te recuerdo que yo tengo una beca que mantener.

—Oh, por favor —le restó importancia Tony—, sólo será una clase, y es filosofía, tos pasan filosofía.

—No creo que sea buena idea, de todos modos. Si quieres no entres, si el maestro pregunta le diré que te sentías mal.

—Nooooo —lloriqueó Tony—, saltarse las clases solo no es divertido.

—Pero…¡oh! ¡No me pongas esa cara! —exclamó señalando su rostro de borrego a medio morir.

—Vaaaamoooos —se balanceó de atrás hacia adelante en su asiento— ¡sólo una clase!

—No, Tony, no es buena idea —siguió negándose Bruce terminantemente, se cruzó de brazos para imprimirle más fuerza a su decisión.

—Por favor —Tony al fin se levantó del asiento, pero sólo lo hizo para rodear a Bruce por los hombros— Sáltatela la clase conmigo —le dijo y sonrió.

Bruce frunció el ceño, pero luego también sonrió:

—Está bien —cedió—, pero sólo esta vez.

—¡Ese es el espíritu! —Tony sonrió victorioso y luego guió a su compañero hasta la salida del salón.

Bruce se dejó arrastrar por su amigo y, complacido consigo mismo, contempló como la nube negra que había sobre Tony cuando lo encontró se disipaba. Le gustaba verlo sonreír.     

 

 

Si Tony era honesto consigo mismo había estado increíblemente tentado a llamar a sus amigos e inventarles alguna excusa barata para cancelar su reunión, pero mientras consideraba las posibles historias que podría contarles y sopesaba si realmente era tan cobarde como para huir de ellos, el tiempo se le había escurrido entre las manos. Y ahora Steve estaba ahí.

De modo que tuviera ganas o no debía de cumplir su papel de buen anfitrión. Llevó a Steve hasta la cocina y para su agrado no hubo la necesidad de entablar mucha conversación. Quizás era al que menos quería ver en esos momentos, tomando en cuenta todo lo acontecido el día anterior.

—Coca-cola está bien —respondió Steve luego de que Tony le ofreciera dios sabe cuántos tipos de refresco.

Tony le arrojó una lata que Steve atrapó en el aire, y luego se recargó en la barra de la cocina.

—¿Tus padres no están? —preguntó Steve para hacer conversación.

Tony negó con la cabeza mientras bebía su propia lata de refresco.

—No, supongo que mi papá está trabajando, y mi mamá tal vez fue de compras o algo así.

—¿No sabes dónde están?

—Ni la menor idea, pero siempre están fuera desde temprano y regresan por la noche.

Steve no comentó nada acerca de la solitaria perspectiva que Tony le estaba ofreciendo al decirle eso. Ahora que lo pensaba no había visto a nadie en la casa a demás de a Jarvis y a Tony, había esperado al menos ver a algún trabajador haciendo la limpieza o algo así. Se preguntó si Tony gastaba así la mayoría de sus tardes luego de la escuela.

—¿Crees que debamos empezar a hacer el trabajo o esperar a los otros? —parecía que esta vez Steve tendría que hacerse cargo de que no se hundieran en el silencio.

El día anterior había notado que Stark estaba bastante taciturno, lo que era de lo más raro en alguien tan revoltoso como él. A demás Steve no era exactamente un prodigioso social, tener que arrastrar a Tony a hablar cuando era evidente que el joven no tenía muchas ganas de hacerlo era difícil.

—Hay que esperarlos —contestó al fin Tony. Guardó un momento de silencio y después dijo— ¿Quieres ir al siguiente piso? La vista es mucho mejor en el jardín.

—Claro —apuró lo que le quedaba de refresco y siguió a Tony.

Ambos pensaron que eso de ir a contemplar la ciudad era una fantástica idea, pues reducía la necesidad de hablar.

 

Justo como Tony había prometido la vista desde el jardín era demoledora. Estaban de pie cerca de la baranda que hacía a su vez de maseta, con helechos de de hojas grandes y flores coloridas otorgándole un ambiente tropical.

También había una fuente de piedra en el centro, se derivaba en unos pequeños riachuelos que atravesaban el jardín, el más grande de ellos culminaba en un pequeño estanque donde nadaban unos pececillos de colores.

En el extremo contrario al que ellos se encontraban, más cerca de las puertas de cristal que los habían llevado ahí, había una gran y redonda mesa de jardín con un paraguas saliendo de su centro y ocho sillas a su alrededor.

—Este lugar es fantástico —comentó al fin Steve, apartando la vista de la Gran Manzana y contemplando al jardín—, es muy agradable.

Tony se sorprendió ligeramente por su declaración. Para llegar ahí habían tenido que pasar por otros lugares que, cabía decir, él encontraba mucho más interesantes que el jardín.

Como todo buen millonario, Tony sabía que era casi obligatorio darle un tour a los invitados, aunque fuera uno pequeño, de modo que no dudo en mostrarle a Steve la sala de entretenimiento, donde había videojuegos, una gran selección de películas y shows televisivos, una rockola, una mesa de billar y de más. Tampoco le pareció inapropiado ir al taller de su padre —antes comprobando que no había nadie en él—, y aunque no entraron Tony había esperado una reacción distinta a “tal vez no deberíamos estar aquí”. Algo parecido sucedió cuando le enseñó la piscina techada y le dijo que si cuando los otros llegaran se les antojaba nadar un rato, podían hacerlo.

Así ocurrió con otros lugares que naturalmente volvían locos a las visitas. ¿El jardín? El jardín no solía ser clasificado como fantástico y no era un lugar que él apreciara del todo: Era agridulce ir ahí.

—Mi mamá diseñó este lugar —dijo Tony, imitando a Steve y encarando el jardín—. De hecho lo ha cambiado muchas veces, hace unos años parecía un jardín de la época victoriana. Había un kiosco en donde está la fuente, y la fuente estaba en donde está la mesa.

—Tiene buen gusto —se limitó a responder Steve. Era un día agradable, despejado y con la cantidad exacta de calidez llegando del sol— ¿Vienen a tomar el desayuno aquí, o algo así? —inquirió Steve para hacer conversación, señalando con un gesto ligero de la cabeza a la mesa.

—Antes sí —admitió Tony mirando hacia la mesa.

Por un momento pareció que no diría nada más y Steve se sintió mal por preguntar

—Cuando yo era niño veníamos aquí todo el tiempo, a pasar el rato en familia, ya sabes —lo dijo con tono burlesco y la sonrisa que pintó en sus labios no alcanzó sus ojos—, no recuerdo bien como era el jardín en ese entonces, pero la mesa estaba aquí —dio un ligero pisotón en el suelo—. Luego sólo dejamos de venir y mamá siguió remoldando el jardín cada cierto tiempo, no entiendo para qué, ella ya ni siquiera viene aquí muy seguida.

—Oh.

Steve había notado que Stark no era fanático de dejarle saber al mundo cómo se sentía, y le causaba conflicto que, como queriendo acentuar eso, hablara de cosas que lo molestaban o le dolían como si no fuera la gran cosa. Este era un buen ejemplo, le acababa de decir que hacía años no gastaba tiempo con sus padres y que su madre gastaba tiempo y recursos en algo que ya no le complacía a nadie, y se lo dijo como si no tuviera la menor importancia, como si le hablara del clima, como si recontara la infancia lejana de alguien más, alguien que no era él.

No supo qué decir, de modo que prefirió quedarse callada aunque, desde un principio hubiera estado evitando el silencio: El silencio no se sentía correcto cuando estaba junto a Tony.

Pasaron un rato más así, mirando hacia la mesa de jardín con demasiadas sillas y demasiadas historias que no tenía para contar.

Steve se preguntó si esto era algo que Tony hacía seguido con todo el mundo. Hablar de sus cosas como si fueran nada, si era algo que ocurría con gente aleatoria o con gente a la que le tenía confianza.

Supuso que podría averiguarlo. Si Tony ya se había tomado la molestia de contarle aquello quizás era como un permiso para que dijera algo al respecto. Quizás podría contarle algo también, quizás podrían encontrar consuelo sin necesidad de pedirlo o buscarlo activamente, quizás…

—Señor —la voz de Jarvis interrumpió sus cavilaciones. El mayordomo se acercaba a ellos—. El señor Banner y la señorita Romanoff han llegado ya ¿Desea que les diga que esperen por usted o que los haga pasar aquí?

—Oh, ya voy yo para allá, gracias Jarvis —dijo Tony, y era casi gracioso como su actitud relajada contrastaba con el formalismo del hombro— Ven, Steve —llamó y comenzó a caminar.

El aludido lo siguió pero cuando estaban cerca de la mesa de jardín se le ocurrió algo.

—Espera —lo llamó deteniéndose. Jarvis y Tony se pararon y giraron para mirarle— ¿Y si hacemos el trabajo aquí? —propuso dubitativo— Podríamos comer algo antes y, bueno, es que aquí se está muy agradable y…

—Es una gran idea —concordó Tony al escucharlo— Sí…podríamos ordenar pizza o algo ¿Qué crees que les guste a los demás? —de pronto su voz se estaba llenando de entusiasmo— ¿Crees que les guste la comida Thai?

—Deberíamos esperar a que todos lleguen para preguntarles.

—Sí, tienes razón, con lo delicados que son a veces…Jarvis, trae a Bruce y a Natasha aquí, y cuando lleguen los otros también traerlos —indicó a su mayordomo encaminándose hacia la mesa.

—Como usted diga, señor —Jarvis asintió con la cabeza y, sin que Tony lo viera, le envió una sonrisa agradecida a Steve.

Rogers supuso que acababa de hacer algo genial y que quizás el mal humor de Tony ya llevaba un rato.

Se acercó a su amigo, que ya se había sentado, y tomo asiento a lado de él.

—Bueno, déjame ver qué traes para el trabajo —le dijo Stark apremiante.

Steve sacó sus cosas de su mochila y estuvo feliz de que Tony ya mostrara interés en otra cosa que no fuera quedarse callado.

No le gustaba verlo triste.

   

 

Stark estaba de lo más feliz gastando su hora de clase sentado plácidamente en los jardines del colegio, con la espalda recargada en un árbol y disfrutando del agradable sol matutino.

Bruce por su parte estaba un poco nervioso. Nunca en la vida se había saltado una clase, en primera porque en la secundaría los mantenían demasiado vigilados como para que funcionara, y en segunda porque NO estaba bien.

De igual manera no podía decir que el tiempo que estaba gastando ahí hubiera sido más provechoso de encontrarse en su salón. Su maestro era bastante malo, de esos que se ponían como locos cuando no respetaban sus reglas pero que hacía poco o nada para enseñarles de verdad.

A demás, saltarse sólo una clase no podía ser tan malo. Tony parecía tener experiencia en ello y le había dicho que no pasaba nada. No le quedaba más que confiar en él.

Y dejando de lado sus pensamientos fatídicos acerca de lo mucho que estaba desperdiciando su beca al saltarse las clases, era un día agradable y estaba gastándolo con Tony, no podía decir que no le estaba gustando.

—¿Tú crees que a Steve le guste Peggy? —preguntó de pronto Tony.

Bruce, que estaba recargado en otra cara del tronco del árbol no pudo apreciar su expresión. Cuando volteó hacia él sólo pudo ver sus piernas extendidas y una mano reposando en su regazo.

—No lo sé —respondió al fin sin entender el motivo de la repentina pregunta—, él no parece muy cómodo cuando tocamos el tema…pero a lo mejor es porque sólo lo molestan.

—Steve es un llorón —declaró el joven millonario, sin pretender que su declaración sonara tan efusiva como lo hizo— ¿Entonces crees que no le gusta o no?

—Pues… —Bruce usó la pausa que hizo más para analizar por qué Tony estaba tan interesado en ello que en la pregunta en sí— Quién sabe, ella es bonita y parece agradable, podría gustarle.

Podría gustarle, repitió Tony en su cabeza. Después de ver el dibujo que Steve hizo de ella y lo mucho que se reían estando juntos ese podría se antojaba terriblemente latente.

—¿Por qué? —fue el turno de Bruce para hacer preguntas— ¿Tú crees que él le guste a ella? —¿Te gusta Steve?, pensó.

No pudo evitar que la duda se asomara dentro de él, uno no pregunta eso sólo porque sí. No tuvo el valor para cuestionárselo.

—A lo mejor —admitió, aunque el tema de Steve gustándole a Peggy lo tenía con menos pendiente que Peggy gustándole a Steve.

Tendría mucho sentido que la chica gustara de Steve. Rogers no sólo era guapo, sino que también era una persona amable con todo el mundo y que no dudaba de hacer algo para ayudar a los demás cuando podía. También era responsable y siempre parecía tener sus prioridades en orden…y además era guapo, agregó Stark a la lista sin importarle que lo hubiera hecho ya. Sin duda, era muy probable que le gustara a Peggy, o a alguna otra chica.

Bruce estuvo tentado a decir algo más. Él, evidentemente, no era ningún tonto y por mucho que Steve se hubiera esforzado en disimular, sabía que lo miraba de mala manera cuando se le acercaba demasiado a Tony. Demasiado para el gusto de Steve, porque ese demasiado le parecía muy poco a Bruce. Suponía que tal vez era porque a Steve le gustaba Tony, pero no se atrevería a asegurarlo: La gente lo miraba de mala manera muy seguido como para que supiera distinguir su causa con certeza.

Pensó en decirle que creía que a Steve le gustaba alguien más para ver cómo reaccionaba. Había algunas posibilidades: Podría decirle incrédulo algo como “¿En serio? ¿Quién?”, dejando a relucir que sus preguntas eran producidas por su deseo de hacer conversación. Podría mostrarse ansioso “¡¿Sabes quién?!”, haciendo notar que Steve le gustaba.

Pero Bruce no era una persona que tomara ese tipo de riesgos. ¿Realmente quería saber la respuesta? No estaba seguro, si seguía viviendo en la ignorancia podía fingir que, quizás, él le gustaba a Tony. O podía deshacerse de sus tontas fantasías y averiguarlo de una buena vez.

—Pero no creo que le guste Peggy —empezó a tantear, arrepintiéndose al instante de abrir la boca.

—¿Por qué? —Tony le siguió la conversación y ya era muy tarde como para hacerse el tonto.

Tenía que terminar lo que había empezado.

—Creo que le gusta alguien más.

—¿De verdad? ¿Quién?

Deseó haber estado frente a Tony en lugar de a lado suyo, donde no podía ver su expresión y la inflexión de su voz pudo haber significado todo o nada. La voz de Tony fue tranquila y no se mostró alterada.

—Tú —Bruce hablo bajito, se iba a arrepentir de esto, estaba seguro. Oh ¿Por qué tenía que saber siempre la respuesta a todo? ¿Por qué no podía vivir en la ignorancia como el resto de los mortales? ¿Por qué era tan est…?

Tony se empezó a reír. Fue una risa suelta, cristalina, sincera. El sonido de su carcajada fue estruendoso y perturbo el murmullo quieto de los otros alumnos que andaban por ahí.

Stark se rodó y quedó de rodillas en el pasto, más alejado de Bruce pero ahora pudiendo verse las caras. Su rostro decía que encontraba la respuesta de verdad hilarante, no era una reacción fingida.

—¡¿Cómo crees?! —exclamó— ¿Yo? ¿Qué rayos te hizo pensar eso?

Sin nada mucho mejor que hacer Bruce también se empezó a reír. Sí, Bruce ¿Qué rayos te hizo pensar eso?

 —No lo sé —mintió, sin dejar de contagiarse con la risa de su amigo—Sólo…es una posibilidad.

Tony soltó otra carcajada y se desplomó hacia atrás en el césped. La brillante luz del sol se escabullía entre el follaje del árbol y formaba un mosaico de blanco y verde, su vista se perdió ahí mientras se agarraba el estomago y su risa desaparecía poco a poco.

No. A  la gente como Steve no le gustaba la gente como él.

A Steve Rogers no podía gustarle un imbécil como Tony Stark.

 

 

Natasha y Bruce se unieron a ellos en el jardín, y también estuvieron encantados con la vista y el lugar en general. Stark les dijo que él y Steve habían pensando en que podían hacer el trabajo ahí y ordenar algo para comer. A los recién llegados les pareció buena idea y también decidieron que era mejor esperar a los demás.

Bruce se había sentando y al otro lado de Tony, y esto pareció animar aún más a Stark.

Si Tony hacía otra vez un pequeño ejercicio de honestidad, si bien no para el mundo al menos consigo mismo, debía admitir que había estado esperando que Bruce llegara. Por supuesto no se permitió tal ejercicio y prefirió acallar a la parte reflexiva de su cabeza —que gustaba de apagar muy seguido— para poder disfrutar de la presencia de Bruce y la compañía del resto de sus amigos.

Ahora que había más gente ahí podía dejar que su atención se alejara de Steve sin ser demasiado obvio. Había resultado difícil cuando era el único ahí y él tenía que cumplir su papel de buen anfitrión, pero con Natasha y Bruce ahí para guiar la conversación ya no tenía que preocuparse tanto por no hablarle sin que pareciera que lo ignoraba.

Creía haberlo hecho bien el rato que pasaron a solas, mas no pudo evitar preguntarse si Steve lo habría notado. Aun de haberlo hecho dudaba que Rogers conociera sus motivos para querer estar lejos de él, al menos por ese día.

Así que era seguro decir que, con todo, el día iba bastante bien.

Al poco rato llegaron Thor y Loki, este último con una nada disimulada cara de “cómo desearía no estar aquí ahora”. El único que faltaba ahora era Clint.

Decidieron esperarlo tranquilamente, todavía tenían el resto de la tarde para hacer el trabajo o fingir que lo hacían, así que no había razón para apresurarse.

Pero entonces dieron diez para las tres, tomando en cuenta que la cita era a las dos y que comenzaba a hacer hambre la ausencia de Clint se hizo terriblemente pesada.

Natasha llamó a su celular, pero la mandó al buzón de voz inmediatamente. Pensaron en llamar a su casa, pero si no estaba ahí preocuparían a sus padres tal vez innecesariamente.

En lo que decidían entre paniquear a sus padres, ordenar sin él, comenzar a hacer el trabajo o seguir esperando, Jarvis atravesó las puertas de cristal y caminó hasta donde estaba Tony.

—Señor Stark —llamó la atención de Tony—, me tomó que el motivo de la ausencia del señor Barton es que fue intercedido por la seguridad del edificio.

—¿Por qué? —Tony se levantó de su lugar ante la mirada expectante de todos— Tiene una credencial ¿Por qué no lo dejaron pasar?

—No lo sé, señor. El cuerpo de seguridad insistió en que no hacía falta avisarle pero…

—Vamos para allá —Tony no lo dejó terminar y se encaminó hacia la entrada—, enseguida vuelvo.

—Permiso —dijo Jarvis antes de ir rápidamente detrás del joven.

Sin otra cosa que poder hacer más que esperar decidieron que no valía la pena preocuparse por Clint, seguramente Tony lo tenía todo bajo control. Entablaron conversación y también decidieron que querían comida china.

Al cabo de unos veinte minutos, Tony y Jarvis aparecieron junto con Clint.

—Eres un imbécil —le decía Stark a Clint mientras se dirigían a la mesa— Pudiste haberme avisado que habías perdido la credencial.

—¿Perdiste la credencial? —Natasha lo miraba con una muy mal fingida sorpresa— No puedo creerlo, Clint.

—¡No me di cuenta de que la había perdido hasta que llegue aquí! —se excusó mientras buscaba asiento. Se dio cuenta de que Loki se había sentando a lado de Natasha, enarcó una ceja ante ese hecho y fue a sentarse a lado de Thor de mala gana.

—Debiste llamarme y decirme —insistió Tony— ¿Por qué demonios crees que les di credenciales? ¡Para que esto no pasara! —lo reprendió.

—Oh, te habría llamado —dijo y rebuscó entre sus bolsillos— ¡Si tus matones no hubieran roto mi celular! —puso el pobre aparato destrozado sobre la mesa.

—Son guardias de seguridad —lo corrigió Tony sin inmutarse—, y me refiero a que debiste llamarme ANTES de intentar colarte al edificio.

—Como sea, me debes un teléfono —dictaminó Clint guardando los restos de su celular de vuelta en los bolsillos de su pantalón.

—Bah, te daré un nuevo celular, es más —sonrió socarrón—, será uno que tenga grabado en la cubierta “No ser un idiota y llamarle a Tony cuando pierda mi credencial”

—Escríbele lo que quieras, quiero un celular nuevo…y que sea uno bueno.

—¡Clint! —lo regañó Natasha por su desfachatez.

—¿Qué? No es como si no pudiera dármelo —obvió abriendo los brazos para recordarle a Natasha el tipo de lugar en donde estaban.

—Te daré el mejor celular que encuentre —a Tony le importó poco el descaro de Clint—, pero cada que tengas una llamada dirá “Te están llamando, imbécil”.

—Me gustaría uno con tonos personalizables —Clint le siguió la corriente—, algo así como “Te está llamando el idiota de Tony Stark”

Antes de que Tony pudiera devolvérsela Bruce hizo de intermediario.

—Como sea —dijo el chico de lentes alzando un poco la voz—, ya estamos todos aquí ¿Pedimos algo de comer?

A ambos chicos se les olvidaron sus ofensivas bromas en cuanto la comida entró en la ecuación.

—Sí, sí ¿Qué quieren pedir? —preguntó Tony, y le hizo una seña a Jarvis, que había estado ahí para escuchar TODAS sus tonterías, para que se acercara.

—Habíamos pensado en pedir comida china —respondió Steve.

—Ah, comida china ¿tienes los teléfonos de un buen restaurante, Jarvis? —preguntó Tony.

—Sí señor, del mejor de la ciudad.

—Bien entonces pide… —pasó la vista sobre sus amigos, como haciendo cuentas—, pide tres de todo lo que tengan, tres de cada uno.

—¿Eso no es mucho? —alegó Natasha, más preocupada por lo mucho que eso podría costar que por si era mucho o no.

—Para nada, sé que todos aquí comen como bestias, no lo niegan —les advirtió, pero nadie estaba en condiciones de negar eso, ya habían compartido el almuerzo muchas veces.

—¿Algo más, señor? —preguntó Jarvis antes de que alguien más dijera algo.

—Algo para beber…lo que te parezca mejor —le quitó importancia a esa parte de la orden— Ah, y anótame en algún lado los nombres de los guardias de seguridad que aprendieron a Clint, este incidente no puede repetirse.

Jarvis asintió con la cabeza.

—¿Algo más, señor?

—No, puedes retirarte.

Jarvis se fue a cumplir con los encargos, y no fue hasta que hubo desaparecido por completo que se dio cuenta de que sus amigos estaban de piedra y lo veían como si tuviera algo horrible en la cara —excepto Loki, Loki más bien parecía divertirse—.

—¿Qué? —preguntó, esperando que no tuviera nada en la cara, joder a lo mejor se le había subido algún bicho, jardín de mierda…

—¿Vas a despedir a los guardias? —fue Clint el que se atrevió a hablar— O sea, no fue para tanto —luego de un instante agregó— ¿Tú puedes despedir a los trabajadores de tu padre?

Tony no le veía nada de extraño al asunto.

—No puedo despedir a nadie oficialmente —comenzó a explicar—, pero puedo sugerirle a mi padre a quien debería despedir. No siempre me hace caso.

—¿Pero los vas a despedir?  —Steve tampoco cabía de su asombro, no creyó que ser hijo del dueño de una empresa confiriera tanto poder.

—Pues sí —Tony seguía sin ver el problema, pero como todos los demás (excepto Loki, porque suponía que su sonrisa se debía a que él entendía lo que significa tener ese tipo de influencia) no comprendían se explayó—. No es sólo porque hayan aprendido a Clint, en eso estaban cumpliendo con su trabajo, pero le eché un vistazo a la cinta de seguridad: Uso de fuerza innecesario y no tenían porque romper su teléfono. Es más, les pregunté que había dicho Clint, y dijeron que alegaba venir a verme, lo primero que debieron hacer fue confirmar si estaba mintiendo, no ponerlo en la sala de interrogatorio. Y todavía peor —ellos no veían como se podía poner peor para los guardias—, todos en la empresa saben qué edad tengo, saben que voy a una preparatoria más o menos publica los guardias los vieron llegar a ustedes, es cosa de sentido común preguntarse si el chico sin identificación a lo mejor viene a verme y sólo la perdió porque es un imbécil.

Una vez que Tony terminó su mini discurso de acuerdo a por qué dos personas se quedarían sin empleo el día de hoy, mañana a más tardar, la única respuesta que recibió fue de parte de Loki:

—Fascinante —dijo con una sonrisa.

     

 

Saltarse la clase de filosofía junto con Bruce había sacado lo mejor de Tony, de modo que para la siguientes clases y el descanso él estaba fresco como lechuga y de mucho mejor humor que hacía unas horas.

La última clase era física, y ya que todos la compartían Tony aprovechó para repartir los gafetes que había mandado a hacer con urgencia el día anterior.

—No los pierdan —les dijo mientras les pasaba su credencial correspondiente—, si los pierden los echaran de patadas del edificio.

—Se siente como si fuéramos a ir un lugar muy importante —comentó Clint guardando el suyo en su mochila descuidadamente.

—La Torre Stark ES un lugar importante —apuntó Tony como no queriendo la cosa—, no dejan entrar a cualquiera.

—Si lo pones así —Clint vio su oportunidad para picar a Stark, y la tomó— a ti no te dejarían pasar de no ser porque el sitio tiene tu nombre.

—Ja-ja —fingió Tony, y se maldijo porque no se le ocurrió nada que responderle en ese momento.

—Thor ¿por qué le mandaste esta foto mía? —se quejó Loki viendo a su hermano por reproche— ¡Salgo horrible!

—Fue la única que encontré —se excusó su hermano mayor—, te dije que la mandaras tú.

Loki bufó.

—Nunca haces nada bien.

Para entonces el profesor llegó, acallando cualquier respuesta de Thor u otro comentario respecto a las credenciales.

La clase transcurrió tranquilamente y se dedicaron a hacer apuntes y responder preguntas sencillas que, para fortuna de todos y aburrimiento de Tony y Bruce, no implicaban operaciones matemáticas.

Para cuando la clase terminó el profesor les recordó sobre su trabajo en equipo y la fecha para entregar su avance.

Los alumnos comenzaron a arrastrarse fuera del salón. Ellos salieron mientras afinaban detalles acerca de su visita de mañana a casa de Tony.

Mientras Stark les decía qué hacer en caso de que alguien estuviera muy insistente respecto a quienes eran, o quién dirigirse en caso de que a ese alguien la credencial se le hiciera insuficiente, Steve se alejó del grupo.

—Disculpen —dijo y se separó de ellos.

Ya estaban fuera del salón y el pasillo estaba lleno de personas. Ninguno le prestó mucha importancia a la ausencia repentina de Steve, estaban más preocupados en recordar que numero del ascensor debían presionar si no querían terminar en medio de un laboratorio o una sala de juntas.

Mientras avanzaban por el pasillo lograron darle alcance a Steve. Y entonces el buen humor que Bruce le había regresado a Tony se esfumó, y su día terminó por irse al carajo como la clase arte había presagiado desde altas horas de la madrugada.

Steve estaba hablando con Peggy cerca de una ventana. La chica se paró de puntitas, se inclinó hacia adelante y lo besó.

Y Steven Rogers devolvió el beso de Margaret “Peggy” Carter.

 

 

Luego de que la comida llegara, se atiborraban de la mejor comida china que habían probado en su vida —Todo va a saber a mierda luego de esto, declaró Clint—, que picaran a Tony con eso de poder ir por ahí despidiendo gente y que hablaran de otra sarta de tonterías se pusieron manos a la obra.

Como la fecha oficial de entrega aún estaba unas semanas adelante no había prisa para terminar todo. Pero al lunes tenían que llevar al menos un tema bien escogido y una noción de qué tipo de experimento harían.

Loki, Bruce y Tony, se encargarían del experimento, Natasha y Steve del trabajo escrito, y Thor y Clint tenían que prepara la presentación. A nadie se le ocurrió que quizás no había sido tan buena idea dejar a Thor y a Barton juntos, de los dos no se hacía uno, pero ya era demasiado tarde como para repartirse todo de nuevo. A demás al menos tenían ideas ingeniosas que seguramente harían a su exposición bastante peculiar.

A diferencia de lo que Tony hubiera esperado sus amigos de verdad habían ido ahí a trabajar. No podía dejar de pensar en lo raros que eran…

La tarde se les fue muy rápido, y para cuando se dieron cuenta ya estaba anocheciendo. De todas maneras había sido un día bien invertido, no sólo había avanzado en su proyecto, sino que incluso habían hecho la tarea entre todos.

Uno a uno comenzaron a despedirse y ya que se hacía tarde, Tony les dijo que enviaría a un chofer a dejarlos a su casa. A pesar de la negativa de Steve y Natasha, que insistían en que no tenía que molestarse, Tony mando a llamar a un chofer y le pidió a Jarvis que le indicara la ruta que debía seguir para llevar a sus compañeros a casa.

Tony se despidió de ellos en la puerta de la sala. Bruce dijo que los alcanzaría abajo, pues tenía que pasar al baño primero.

De ese modo Tony se quedó sólo en la sala de estar. Se sentó en uno de los sillones y espero a que Bruce volviera del baño para despedirse de él.

El día había transcurrido bastante bien considerando que en la mañana la sola idea de ver a Steve le revolvía el estomago. Es decir, estaba bien, por supuesto, estaba bien que Steve saliera con Peggy, Peggy era bonita, inteligente y muy agradable porque lo que podía ver. Era el tipo de persona que le gustaría a alguien como Steve.

De todas maneras el verlos besarse lo hizo sentir terrible el día anterior, más de lo que por sí ya se sentía. Su desidia se había quedado con él hasta esa mañana y el rato que pasó a solas con Steve…no se había dado cuenta de lo bien que la presencia de Bruce lo había hecho sentir en cuanto llego.

Claro, Natasha también había ayudado a disipar su estado perpetuo de letargo, pero Bruce había iluminado su día en cuanto escuchó a Jarivs decir “el señor Banner”.

No pudo evitar recordar una conversación que había tenido hacía unas semanas con Steve —Steve, siempre Steve—, en donde éste le había preguntado si le gustaba Bruce. No había visto el por qué de su pregunta en su momento, según Rogers eso parecía. Se daba cuenta ahora de que quizás eso parecía porque Bruce sí le gustaba.

O sea, también le gustaba Steve, pero Steve le gustaba de una forma diferente de la que le gustaba Bruce, pero le gustaba a fin de cuentas. No le fue difícil descubrir eso una vez que lo pensó, ya había estado en situaciones así antes, sólo que antes habían sido chicas.

Sí. Le gustaba Bruce y quizás, ahora que estaba claro él, por ningún motivo, le gustaba a Steve, quizás podría…

Bruce llegó por el pasillo, con la vejiga vacía y listo para irse a casa. Tony lo miró acercarse a él para despedirse, y pensó que Bruce era muy lindo.

Quizás podría…

—Bueno, es hora de irme —estaba diciendo Banner, pero Tony tenía la cabeza en otro lado—, nos vemos, Tony, gracias por to…

Oh, claro que podía.

No pudo terminar la frase. Tony lo había callado con un beso brusco y repentino. Por un momento sólo fueron sus labios contra los suyos, y se dio cuenta de que Tony esperaba que rechazara o aceptara su gesto. Lo aceptó.

Abrió ligeramente la boca y la movió contra la de Tony. Sentía el rastro de barba recién crecida contra sus labios, sentía su aliento cálido y el sabor casi extinto de la salsa de soya por la comida china de hacía un rato. Tony se inclinó más hacia él y Bruce le permitió ir más lejos abriendo aún más su boca y recibiendo su lengua dentro de él. Se sintió débil de pronto y se sujeto de los hombros de Tony, al tiempo que este lo tomaba por la cintura.

Se besaron un rato con los ojos cerrados. Su aliento cálido y la incertidumbre en ellos haciéndoles silenciosa compañía.

Y entonces la puerta se abrió.

Steve había regresado a recoger una libreta que había olvidado, pero se olvidó de nuevo de dicho objeto cuando vio a Tony a Bruce ahí, besándose suavemente en medio de la sala.

Algo se estrujó dentro de él.

—Lamento interrumpir.

La oración sonó vacía, indiferente y hasta avergonzada si se prestaba suficiente atención al tono con que fue dicha.

También pareció dejar un eco tras de sí al hundirlos en tenso silencio luego de ser pronunciada.

Tony y Bruce se separaron con un respingo como si en lugar de oír una disculpa, hubieran escuchado una orden.

Bruce tenía la sangre hasta la orejas y Tony no sabía en donde meterse.

Se quedaron como estaban intercambiando miradas por un momento, sin saber qué hacer o decir, sin saber si tenían que decir o hacer algo, es decir, no tenían porque justificarle nada a nadie.

Steve los sacó del dilema cuando, sin decir palabra, se dio la vuelta y cerró la puerta tras de sí.

Notas finales:

Mucho Tony, mucho Steve y mucho Bruce en este capitulo. ya necesitamos avanzar con estos tres :3

Así es, el adelanto que puse en la pagina es un spoiler total xD pero lo importante era ver como llegamos ahí ;D

Muchas gracias por leer, apreciaría mucho sus comentarios :3

 

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