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Préstame Tu PSexP por Vankariem

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Notas del fanfic:

 

Mis disculpas por este atrevimiento de volver a poner este shot, la razón: Mihaely aun tiene el link para que vengan a verla...y yo simplemente la quite, sin darme cuenta de ello.

 

Disculpenme y aqui estara esto, hasta que Mihaely me sensure o ustedes lo denuncien...o lo que sea que vaya a proceder...

Notas del capitulo:

Espero que les haya gustado...otra vez ¬¬ y bueno, una disculpay pues...ammmm... vayan a ver la historia en el login de Mihaely Winter a quien le pertenece la historia...

 

Nervios e incertidumbre, eso era lo que revolvía en el cuerpo de aquel chico, no era exactamente su primera vez, había tenido sexo algunas veces, pero aquello era total y completamente diferente, sobre todo porque él tomo la iniciativa en esta extraña y un tanto desconcertante relación; aun recordaba tan vívidamente ese día, lo tenia presente siempre, sobre todo por que el mayor se negaba rotundamente, se lo había no sólo dicho, había sido más bien una horrenda advertencia, "hasta que tengas dieciocho..." planto serio, pero sus hormonas no aceptarían eso nunca, cada vez que se sentía más cerca de él, con mayor emoción su cuerpo le pedía ir más allá, ¿como pretendía ese profesor mentecato que no tendrían acción? y con eso en mente, fue que llego hasta "tercera base" como decían tan "finamente" sus amigos, y aun que el de cabello negro se negó a los primeros indicios de su desesperada excitación, termino aceptando tener algo más que besitos y caricias lascivas, por fin lo había convencido y fue sublime, esa boca húmeda y sumamente caliente llevándolo más allá de una simple caricia, más de lo que se imaginaba, sobre todo por que fue toda una revelación, jamás hubiese imaginado que ese que primero le prohibió terminantemente un contacto de esa magnitud supiera conducirse de esa forma por demás placentera.


Pero ahora, ahí estaba, comenzando de nuevo, planeando como volver a convencer al que pensaba la persona más desquiciable del mundo, el volver a repetir tan embriagadora y adictiva sensación, aun que no podía quejarse mucho, le encantaba que ese moreno se le negara, con más razón le deseaba, con mucho mayor placer disfrutaría una vez que estuviesen otra vez juntos; su cabeza no ideaba como llevarlo hasta ese extremo una vez más, pues tan sólo recordar su primer contacto, lo ponía...¡cachondo!... ¡malditas hormonas!, y todavía peor con un "no novio" que no quería "dejarse" por simples principios, que importaba eso ahora que ya habían hecho casi de todo, o bueno, casi de todo respecto a la intimidad, por que ni hablar de otras actividades, que también le chocaban un poco, pues lo que podría llamarse citas, se limitaban a compartir el almuerzo en la escuela, alguna vez intento un poco de acción en el baño, pero recibió un espeluznante regaño, pensó entonces que había conocido un poco el infierno y que jamás quería regresar ahí.


-¿Estas bien Sean?...tu cara esta roja...-aquel profesor le despertó de su embelesamiento.


Ambos se encontraban el la mesa comiendo, pues el chico había llegado justo cuando el de cabello negro se sentaba a la mesa, así que le invito a acompañarle, el chico pensó por esa expresión que puso cuando le vio frente a la puerta, que tal vez era a quien menos quería ver, pero no le importaba, ya le había dicho que iría dejarle su PSP, ese que una vez más le hubo prestado, y con ello, darle el pretexto para ir a verle, mas a hora tenia atorada en la garganta una palabra para él, esa que no quería salir, miedo o nervios, no importaba que la detuviera, simplemente no saldría.


-Te pregunte ¿si estas bien...?-aquella pregunta fue interrumpida.


-No, no estoy bien, quiero hacer el amor contigo en vez de estar comiendo comida de microondas...-aquello salió sin pensar, o más bien, por que era lo único que ese chico pensaba desde siempre con ese "bendito" profesor, que el miedo y los nervios se fueran al carajo.


-Jajajajaja...-la incontrolable risa de aquel de cabello negro había hecho enfadar a ese chico quien sin más fue y le cerro la boca con un beso.


El mayor se vio sorprendido ante eso, pero sabía que aquello era por que Sean detestaba que lo hiciera menos, que no lo tomara en serio tratándose de ciertas cuestiones, sobre todo cuando en su mente, aun cargaba con el estigma de estar con un alumno, "con un alumno", no con la persona que le gustaba; pensó entonces en el videogamer que ahora tenia sentado sobre él besándolo con más intensidad, el día en que le había dicho que él le gustaba, su expresión y su forma de decirlo, esos sentimientos que se revolvieron dentro de su pecho y que le hicieron aceptar esa extraña relación, por que había estado con algunos, pero nunca con nadie como ese chiquillo tan voluntarioso, tan listo pero sobre todo, tan suyo.


Lo abrazo entonces con más ahínco, no era una demostración tosca de afecto, era más bien como hacerle saber que le gustaba protegerlo, hasta de él mismo, de todo lo que podía hacerle si ese chico le seguía provocando como la última vez, pero las inquietas manos del menor, ya comenzaban a juguetear con su pecho sobre la camisa, ese lascivo chico le estaba incitando de nuevo y esta vez tal vez no pararía hasta no tenerle por completo.


Stephen comenzó a seguirle el juego sin pensarlo, sabía que podía controlarse, tal vez si llegaba más lejos sería sólo sexo como la última vez, el menor se deshizo de su corbata, sintió entonces como movía sus livianas caderas sobre él, rozaba una y otra vez miembro con miembro sobre la ropa mientras desabotonaba su camisa y paseaba con suavidad sus manos por su pecho, el resentía más aquel contacto por los jeans de mezclilla de ese rebelde mocoso, hizo un gesto de molestia entonces, Sean le vio un poco apenado, estuvo a punto de levantarse de aquel que aun le sostenía con fervor, cuando lo pensó mejor, agradeció entonces que su cerebro aun pensara rápidamente aun con el "calor" volviéndolo loco; en vez de cortar todo contacto, pensó en desabrochar el cinturón y el bajar el cierre del pantalón, todo a la vez que cubría sus acciones con un profundo beso, el mayor aun recibía bien aquella caricia de su boca antes de detenerle como siempre, cuando sintió las manos de ese chico sobre su cierre bajándolo con rapidez fue cuando detuvo esa traviesa mano.


-Sera mejor que lo dejemos por hoy, de todos modos tengo trabajo y no quiero entretenerme-dijo el de cabello negro levantándose para volver a acomodar sus pantalones.


Sean se sintió no sólo enojado, si no más eufórico, no quería que lo dejara "haciendo carpa" y él se fuera tan tranquilo, a parte de que no era justo, y con sus hormonas a mil, y su pequeño amigo sin querer dejar la "carpa", se dirigió al sillón mientras se sacaba la ropa por completo, en su cara podía notarse la pena, pero su "cachondez" podía más en aquellos momentos, esos en los que Stephen no supo como reaccionar ante aquella acción; el chico llego a tumbarse entonces boca arriba, y comenzar a masturbarse con lentitud, el de cabello negro sentía como la temperatura de su cuerpo se elevo demasiado en un instante, pero igualmente se lleno de enfado comenzando a recoger la ropa del chico e ir a aventársela en la cara, el menor se asusto ante aquello levantándose estrepitosamente.


-¡¿Qué te sucede?!-reclamo con enfado mientras sostenía su ropa.


-¡¿Qué me sucede?!...-el mayor fue tomo de los brazos al chico-¡Tu me sucedes, ¿crees que te ves muy bonito haciendo esto?!-regaño entonces, en la cara de Sean se observaba la pudorosa pena.


-Me gustas...-a penas atino a decir con un hilo de voz antes de que el nudo que se había hecho en su garganta se deshiciera y saliera convertido si no en llanto por la vergüenza, en furia, por la misma causa.


Ese rostro, de nuevo esos ojos, esos que expresaban más que de lo que ese chico pensaba, embelesaron al profesor Lewis, ese chico y nada más que sus sentimientos verdaderos, de hecho, sin nada mas encima que esos sentimientos, fue entonces que aquel chico, se quedo estático ante lo que ocurrió, ese al que deseaba con fervor le beso sin previo aviso, le beso después de que casi le gritara como siempre que no le hacia caso, como siempre que parecía estar más enfadado con él mismo, que de la situación, pero en ese momento parecía ya no importar nada.


El mayor se despojo solo de aquella camisa que era ya un estorbo, los zapatos que con maestría habían salido volando hacia atrás y de nueva cuenta desabrocho el cinturón del pantalón, el chico se acerco intentando rodear su cuello con los brazos, detestaba la altura de aquel "profesorucho", pero en un segundo se olvido de aquello por completo, justo cuando de nueva cuenta los brazos de Stephen le rodearon estrechándole con fuerza; el chico tomo su tiempo entonces para comenzar a despojar a su "no novio" de aquel pantalón junto con los ceñidos bóxers inservible para lo que venía.


Ambos quedaron desprotegidos de toda prenda entonces, de pie casi en medio de la pequeña sala, juntos en un abrazo que destilaba más que ternura justo cuando sus miembros comenzaron a rosarse, el de cabello negro se aferro más al delgado cuerpo de aquel chiquillo separando sus tersas piernas con la propia, entonces la cálida hombría del chiquillo rosaba el muslo del mayor mientras este le recorría el pecho con la boca, con lentitud le reclinaba un poco para facilitar el contacto de sus labios con los apiñonados pezones de aquel niño que se aferraba más a su cuello y subía hacia su cabello revolviéndolo, las palmas completamente abiertas de aquel hombre, no sólo sujetaban a su amante con apasiona fuerza, si no que también le acariciaban a cada movimiento, los aniñados gemidos de Sean no se hicieron esperar, como la ultima vez, él ya estaba más que eufórico, su hormonas corrían a ritmos acelerados para excitarle rápidamente y por fin conseguir el placer que tanto buscaba el alterado cuerpo en desarrollo de ese rebelde mocoso.


El de cabello negro le tomo entonces por los glúteos para cárgalo encima suyo, el nervioso chico se sonrojo aun más, escondió el rostro en el cuello del mayor sin saber que más hacer que continuar excitado a la espera de una nueva y delirante caricia, Stephen le llevo hasta su habitación, un espacio pequeño pero sumamente limpio, el videogamer pudo oler alrededor el aroma de ese al que deseaba, esa esencia que lo hacia delirar, el mayor le recostó entonces con lentitud, mientras descendían tomo de nuevo sus labios, ambos se fundieron en un beso frenético de ansias y excitación, Stephen comenzó a mover sus caderas con singular ritmo, el chico debajo suyo se aferraba a él con ahínco enredando sus dedos en su negro cabello mientras sentía el placentero rose de aquella enorme hombría, comenzaba a ponerse más nervioso, sus movimientos, su respiración y sus latidos le delataron, Stephen alzo el rostro que no hacia mucho se clavo en el pecho del menor, vio su rostro pálido a pesar de todo el calor destilado, pero más allá de eso, los ojos de su pequeño alumno, aun que sabia perfecto que si supiera que pensaba de esa forma, le gritaría una grosería de su amplio repertorio.


-Si quieres detenerte, ahora es el momento...-la vos casi apagada del de cabello negro hizo reaccionar al otro debajo suyo.


-¿Estas enfermo verdad?, por que si piensas que esto se acaba aquí estas muy mal...-la cínica sonrisa que se dibujo en el rostro de ese chico puso en problemas al profesor.


Una vez más Sean se colgó de su cuello y comenzó a besarlo, a estrecharlo más a su delgado cuerpo, a invertir los papeles y ser ahora quien sometía al que parecía un encantado profesor, pues una vez sobre él, el rebelde comenzó a masturbar su miembros al unísono, ambos jadeaban y gemían por la excitación y el placer, Stephen se sentía más eufórico cada vez, ahora entendía perfecto por que se hubo negado, sabia de lo que era capaz, sabia perfecto lo que quería y como lograrlo; tomo a Sean por las menudas caderas volteando su cuerpo a un lado sobre la cama, rosaba su miembro con el de su pequeño amante con lentitud mientras le besaba, pronto se colocaba sobre él abriendo sus piernas, el menor sintió pena, pero indescriptiblemente era aminorada por lo que el mayor le hacia sentir, todo él, desde su aspecto, su forma de hablar, sus miradas frías pero derritiendo polos, de ese aroma suave vagando al rededor suyo, ese que también destilaba su maduro amante.


Los labios de aquel hombre comenzaron a recorrer con lentitud los delineados y suaves muslos de su rebelde chiquillo, posaba pequeños besos y deslizaba su húmeda lengua sobre ellos sin decoro escuchando gemir un poco más a Sean, fue entonces que ese chiquillo no pudo contener la oleada de sensaciones en su cuerpo, una vez más esa boca experta tomaba su miembro para hacerle gritar de emoción, para hacer que su corazón se agitara, para provocar que aquello les uniera más, no podía pensar en otra cosa que no fuera el que ese hombre se detuviera o de lo contrario terminaría antes de comenzar, sin embrago, el mayor pensaba en todo lo contrario, sobre todo cuando su boca se aparto de su miembro y se adentraba en él con maestría hundiendo su lengua jugando en su interior, una vez más inimaginables acciones desencadenaban en él el placer que su cuerpo ni siquiera esperaba sentir, aquel hombre por fin le estaba demostrando que significaba la palabra placer, uno completamente único y sobre todo nuevo, Stephen no tardo mucho en dejar a su amante respirar, pues lo único que había escuchado de ese chico fueron los más angelicales gemidos, que no eran más que un aviso de lo mucho que había disfrutado todo aquello.


Sean no podía más, su cuerpo explotaría en cualquier instante, no sabia como decirlo, no sabia que más hacer en esos momentos, sin embargo, su boca se movió por si sola, su voz salió agitada y entrecortada por su jadeos, pero era todo lo que su cerebro le hacia pensar en esos momentos, el mayor escucho esa palabra mágica, esa pequeña y simple palabra, siendo maestro de lenguas, nunca una palabra le gusto tanto como esa que Sean había pronunciado, "más...".


El dolor no pareció ser impedimento para que aquel hombre se dignara a detenerse, pero tampoco era tan cruel para sólo hacer que su amante sufriera, al menos no en esos momentos, en los que con lentitud fue penetrando a Sean, ese que se aferro de nueva cuenta al cuerpo de su amante, siempre pensó en ese momento, siempre tratando por todos los medios que ese hombre que le gustaba de todas las formas posibles lo hiciera, y ahora, ese era la cumbre de su ambición hecha realidad; Stephen comenzó entonces a embestirle con avidez, con ese ritmo loco que le dictaba el cuerpo, con esas ganas avasallantes de que Sean lo sintiera también, porque era demasiado placentero, el calor yendo de un cuerpo a otro mientras los gemidos se incrementaban llenando los oídos del otro, ese mismo calor destilado por cada poro del cuerpo, difuminado después por agiles manos que no sabían donde colocar la siguiente caricia, el siguiente rose, y como si no fuese suficiente, aun más que para inundar el cuerpo, eran las palabras de cariño reciproco llenando el corazón, eso era lo que hacían más que tener relaciones sexuales, porque hacer el amor no es solo por tener ganas, no para bajarse la "calentura" , si no es el hacerlo con la persona que te gusta, Sean se lo había dicho siempre, todo el tiempo, ahora para Stephen era estar haciéndolo con esa que persona que poco a poco comenzó a querer mucho mas de lo que imagino, con ese chico que le sacaba de sus casillas sí, pero en mayor cantidad le decía cosas que nunca imagino, todos esos "te quiero", "me gustas", "quiero estar contigo", tal vez los había escuchado un millón de veces en sus otras relaciones, pero ninguna de esas relaciones, ninguna de esas palabras, venían acompañadas de esa mirada que podía, si quería, conquistar el mundo; tanto así, es como quería a Sean, y de la misma manera, se lo estaba demostrando.


La abrumadora culminación de un acto indescriptiblemente placentero, había terminado como en cualquier plano, con el avasallante orgasmo descontrolando el más mínimo resquicio de sobriedad, de esa cordura que se pierde en ese instante sublime al termino de la pasión de los amantes que se desean y disfrutan hasta el final, de ese eco de las palabras de amor que se dicen en el transcurso del acto, de esos sentimientos que inundan el alma y hacen querer repetir la experiencia, esa que a pesar de compartir con la misma persona, nunca, nunca es igual.


-¿Te gusto?-fue la despreocupada pregunta del menor, como siempre sin ningún decoro.


-Mira que tú si sabes como acabar con la atmosfera-contesto el de cabello negro con un gesto de cansancio, increíblemente no recibió ninguna queja.


Volteo el rostro a un lado de ese cuerpo juvenil, de nuevo esos ojos, esa mirada, no era enfado, no era si quiera un berrinche como los úsales, Sean trataba de ser...bueno, no encontró un adjetivo más complaciente que "adulto", pero él no le quería por eso, quería a Sean por ser un voluntarioso- cachondo-videogamer que en más de una ocasión le había dicho "me gustas, te quiero".


-Tanto que volvería a hacerlo...-el rostro de Sean se sonrojo de felicidad-Si rompes uno de mis records en el PSP...


-¡¡¡¡Maldito Stephen te odio!!!!...


El chico se abalanzo sobre él en su arranque de ira momentánea, volviendo a ser profesor y alumno, un niño y un adulto, pero al final, después de que ambos encontraran el rostro del otro y se besaran con ternura, pareja por fin.

Notas finales:

¬¬...pues ninguna...hay espero que por lo menos nadie me odie...


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