Se encontraba caminando por los pasillos de la academia Saotome. Estaban de vacaciones pero, no tenía ganas de volver a su casa –Es aburrido sin chicas alrededor- una dulce melodía proveniente de uno de los salones de música, le llamo la atención. Se dirigió al lugar, la puerta estaba semi abierta así que, se asomo y pudo ver a su compañero de cuarto tocando el piano –“¿Hijirikawa tampoco fue a su casa?”-
La sala se lleno con la melancólica melodía y no podía dejar de mirarlo. Siempre que tocaba el piano era tan imponente e increíble que sus ojos no podían despegarse de él pero, hoy era extraño, solo había tristeza en aquellas notas. Observo su rostro y pudo notar como de esos bellos ojos azules que se encontraban cerrados, caían pequeñas lagrimas.
La varonil voz del pianista comenzó a acompañar el instrumento. Un escalofrió surco su espalda y su corazón se acelero –“¿Qué es esto?”- se toco el pecho y salió corriendo alejándose –“¿Qué demonios es esto?”- salió al jardín y se tiro en el pasto tratando de calmar su respiración y su acelerado palpitar –“¿Por qué me pareció tan hermoso?”- puso los brazos detrás de su cabeza y miro al cielo –“¿Por qué habrá estado llorando?”- repasaba una y otra vez la escena en su mente.
Se hizo de noche. Su cabeza estaba llena de dudas mientras iba rumbo a su habitación. Llego y entro encontrándose a su antiguo amigo en bata y secándose el cabello -¿También te quedaste Jinguji?- cerró la puerta y no se atrevió a dar otro paso. El peliazul se quito la bata quedando solo en ropa interior. El pelinaranjo se quedo embobado mirando aquel delineado cuerpo de piel blanca. Desde el cabello aun húmedo, caían algunas gotas que resbalaban por su espalda perdiéndose en la orilla de los bóxer negros. Tan ensimismado estaba, que no se dio cuenta que su compañero lo observaba -¿Qué tanto me miras Jinguji?- el aludido dio un respingo y volvió a la realidad –No es la primera vez que me ves- se puso la yukata y se fue a sentar donde siempre.
El pelilargo se cambio ropa y se metió rápidamente a la cama apagando la luz de su lado de la habitación –“Me debe estar afectando el no estar con mujeres”- se tapo con las cobijas hasta la cabeza –“Debe ser eso, no le encuentro otra explicación”- sintió como después de un rato, el peliazul también se acostaba.
Ya eran las tres de la mañana y no podía dormir. Se daba vueltas en la cama inquieto -¿Te sientes mal?- la clara voz de su compañero lo sorprendió.
-¿Aun sigues despierto?- El saxofonista prendió la lámpara y se dio vuelta para observarlo.
-Haces demasiado ruido- el pianista prendió la luz y se sentó en la cama –Normalmente pareces un muerto cuando duermes, así que, me pareció extraño-
-Es que no me gusta dormir solo- abrió las sabanas y lo miro directamente -¿Me quieres hacer compañía Hijirikawa?- palmoteo el lugar vacio a su lado.
-Soy un tonto por preocuparme- se volvió a acostar y apago las luces –Si quieres dormir con alguien, ve a buscar alguna mujer-
El pelinaranjo lo imito –“Realmente… preferiría dormir contigo”- cerro los ojos e intento dormir.
El sonido de unos golpes en la puerta lo despertó –Buenos días Masato- se dio vuelta y vio al rubio de lentes en la entrada saludando alegremente a su compañero de cuarto -¿Estás listo?-
-Buenos días Natsuki. Claro, te estaba esperando-
-¿Y donde irán?- pregunto bostezando el pelilargo.
-Hola Ren-kun- le mostro su cordial sonrisa –Vamos a una cita- le tomo el brazo al ojiazul.
De pronto, sintió ira crecer en su interior -¿Cita?- apretó los puños -¿Ustedes dos?-
El pianista se soltó del agarre –Mejor vamos Natsuki- y vio como se iban los dos chicos cerrando la puerta.
Golpeo las almohadas -¡Maldición!- se levanto y vistió –“¡Mierda! ¿Por qué me pongo celoso?”- abandono el cuarto –“Mejor iré a buscar a alguna chica”- y se fue a recorrer la cuidad.
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continuara...