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WE'RE F*CKED por DrugSucks

[Reviews - 11]   LISTA DE CAPITULOS
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Notas del fanfic:

OvO.

 

-La golpean-

 

Lo siento :D, pero esta idea surgió después de ver Los juegos del destino (amé la película), decidí retomar la parte de los trastornos mentales, no es fácil lidiar con un paciente así,sin embargo, esto no será tan dramático como parece, porque este fic lo clasifico principalmente como Comedia, humor negro y a veces cruel, pero yo amo escribir humor después de tanto angst por la vida. Además será un fic corto... creo.


Los grupos en aparición serán: B.A.P, SECRET y SOUL CONNECTION, más Supreme Team y Lady Jane :].

Espero que lo disfruten, y les recomiendo ver la película antes mencionada, es preciosa.

 

 

 

 

 

Notas del capitulo:

 

 

 

Creo que por el momento, no soy capaz de hablarte y contarte las causas por las que estoy aquí, así que te estoy escribiendo esta carta, trataré de visualizarme fuera, justo como me dijiste, una terapia que puede funcionar. "Puede", porque no será la cura total para lo que sufro.

Pero no voy a discutir, así que lo haré.

 

Ahora me imagino rompiéndole varias costillas con un bate de metal al imbécil que dijo llamarse mi amigo cuando en realidad lo que hacía era cogerse a mi novia en mi casa… en mi cama. Por Dios, mis sábanas. Si me lo preguntas, ese día fue un asco, discutí con mi padre al negarme a entrar a una universidad y asegurarme un futuro en una oficina, me despidieron de mi trabajo y yo lo único que quería era llegar temprano a mi pequeño departamento, para celebrar el aniversario del noviazgo tan estable que creí tener con esa puta y de repente los vi, los encontré tan enredados que ya ni sabía cuales extremidades pertenecían a quien.

Después ya no supe que pasó, algo dentro de mi hizo un clic y mi cerebro no podía hacer otra cosa que mandar señales diciéndome que matara al bastardo de Maslo, y bueno, lo siguiente que pasó  fue que los separé –creo que ella se golpeó la cabeza contra el suelo después de que la aventé como costal de papas – y el tipo ni siquiera vio venir el primer puñetazo, ni el segundo, ni los demás treinta que le di; también lo pateé y creo que lo mordí, que asco.

 Lo del bate, ahora que lo pienso fue algo gracioso y espontáneo, estaba colgado sobre mi cabecera, lo vi y lo tomé, ni lo pensé dos veces para usarlo contra él. No tardé en verme con la cara y cuerpo contra el suelo con tres oficiales de policía encima intentando controlarme, yo sólo rugía como animal intentando llegar a la cama nuevamente y darle un par de golpizas más. Pero lo que me hizo entrar en mi consciente de nuevo fue el grito de Ei Jeun, y por fin lo vi claramente, Maslo no se movía entre las sábanas empapadas con su propia sangre, también mi ropa, rostro y manos estaban manchadas con ella.

Temí al descubrir lo que había hecho. Un oficial con burla y odio me dijo “Estás jodido, cabrón”, ciertamente le di la razón. Después me arrastraron a la patrulla y me llevaron a prisión. Me quedé catatónico por unos días, viendo desfilar a las personas a mi alrededor; a mi familia y amigos; me miraban confusos, asustados, preocupados, pero nunca sorprendidos; era como si hubiesen esperado a que en algún momento u otro yo terminara cometiendo una locura así.

Al mes llegó un doctor, no tan amable como tú, traído por mi abogado en pos de tratar de justificar mis actos con alguna patología. Lo creí estúpido e innecesario, yo sabía por qué lo había hecho, estaba consciente y no me arrepentía; es más, podría volverlo a hacer si me dieran la oportunidad.

Pero claro, la ciencia triunfa una vez más y descubrieron que soy bipolar. Si, al parecer mi agresividad y cambios de humor no eran caprichos míos, estaba enfermo -aun lo sigo estando ¡viva!-. Me declararon “incapaz de dictaminarle sentencia en prisión por desordenes mentales” y no tardaron en trasladarme a un hospital donde había otros con la cabecita igual de loca que la mía.

Y heme aquí. Frente a un escritorio, dentro de una habitación de lo más sosa y blanca, escribiendo acerca de lo patética que es mi vida. Sé que estás afuera esperando a que te llame para entregarte esta basura, pero que aún así leerás porque eres un buen doctor.

No sé como terminar… es mi primer año y aun me faltan 5 más aquí adentro, seguramente me dirás que vea el lado positivo; que así tendré completa calma para asimilar que casi mato a mi mejor amigo, le causé un trauma de por vida a mi ex, seguramente marqué la vida de mis seres queridos y sobretodo, que arruiné ese bate al golpearle la cabeza al bastardo…

 

- ¿y qué tenía de especial? – alejó su mirada del papel lleno de garabatos para enfocar la vista en el hombre sentado frente a él vestido con un uniforme blanco y grande, se veía corpulento, de piel tostada, cuello largo y cara pequeña, con ojos tristes y cabello oscuro, quien ante la pregunta extraña frunció el ceño y torció ligeramente sus labios.

- ¿especial qué? – habló con voz gruesa y cortante, miró sin dejar de lado su expresión ofuscada, miraba al sujeto que tenía en frente; poseía un rostro afilado, ojos vivos y pícaros, piel clara, cabello negro y con el cuerpo no tan desarrollado como el suyo. Vestía de blanco también, con la diferencia de que usaba una bata blanca, la cual tenía una pequeña inscripción en el lado de su corazón, “Dr. Kim”.

- el bate, ¿qué tenía de especial, Bbang? – sonrió suavemente, pero no había ni una sensación de que le estuviera tomando el pelo o algo parecido, parecía que el doctor Kim en verdad estaba interesado por el bate y no por todo lo que había escrito.

-¿Cuándo se acaba la terapia? – bufó molesto el muchacho, visiblemente harto de ese vago intento que tenía aquel hombre por fingir que le interesaba.

- ¿la de hoy? quedan diez minutos…– sin dejar de sonreír se levantó de su silla, que rechinó ligeramente, pero hizo un eco molesto en aquella escueta habitación – aunque podemos terminar antes.

- ¿por cuánto tiempo seguirán? – respiró profundo y contó hasta diez, nuevamente le estaba por dar otro ataque, pero aquel doctor ni se inmutaba, simplemente dobló la carta y la guardó en el bolsillo de su bata, observó una vez más al otro chico que le sostenía la mirada de forma amenazante

- Lo necesario para dejar de pensar en el bate que dejaste tan doblado como tu cordura, Bbang – se dirigió a la puerta de la habitación y la abrió suavemente.

- Estoy tan jodido como ese juguete, Doc – mantuvo la mirada a la pared frente a él, como si esta fuera mucho más interesante que el doctor. Jalaba ligeramente la orilla de su camiseta un poco ansioso, se podían ver las cicatrices en sus nudillos por la paliza dada hacia su, ahora, ex amigo.    

 - todos estamos jodidos en algo… no te sientas diferente del resto – el doctor salió silenciosamente de ahí y cerrando la puerta tras de sí. Bang se quedó quieto por unos instantes, pero en un impulso tomó el extremo de la mesa y la aventó contra la pared, luego dejó caer nuevamente sus brazos a los costados de su cuerpo y volvió a quedarse quieto, observando la blanca pared de su cuarto. Su pecho bajaba y subía por la respiración agitada, pero no volvió a moverse durante horas.

El doctor Kim se quedó unos momentos dándole la espalda a la puerta de su paciente, escuchó la mesa golpear y luego el silencio. Sacó la hoja de papel y la desdobló, volvió a leer las últimas líneas y sonrió.

Caminó por el largo pasillo lleno de puertas con número, de vez en cuando escuchaba algunos gritos, seguramente de otros enfermos tristes y solos, justo como su Bbang.

 

¿Cómo acabar esta carta? Es algo simple Doc, usted no podrá curarme… tiene buenas intenciones, lo sé, pero como dijo ese policía, estoy jodido.

Y si no me entiende en coreano, se lo escribo en inglés: I’M FUCKED.

 

 *****

 

Por primera vez, después de mucho tiempo, vio que su cuarto era iluminado por la luz del sol. No sabía si se había tratado de su propio estado de ánimo o si era por el clima, pero todo lo veía con claridad. Se miró así mismo, ya no portaba el uniforme ni su brazalete con su nombre y número de paciente, nuevamente podía usar esas ropas tipo rapero americano que tanto le gustaban. Sonrió con tranquilidad, respiró profundamente intentando calmar sus crecientes nervios. Hoy era el día, SU día, en el que se iría de ese lugar y regresaría con los suyos, estaba aterrado, no sabía que esperar, pero debía ver el lado positivo de las cosas.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por un quejido de angustia, volteó y vio a un muchacho de cabello castaño, sacando las cosas de su pequeña maleta a la cama, vestía como un paciente más, su brazalete de vez en cuando se atoraba con algunas prendas, molestándolo más.

-¿Se puede saber qué haces? – habló inquisitivamente, su grave voz resonó por todos rincones de la habitación, pero el otro chico ni se inmutó, es más, seguía enfrascado en su discusión mientras volvía a doblar la ropa de forma minuciosa.

-¿Qué te parece que hago? – contestó mientras alisaba una camisa con esmero – te ayudo a empacar

- me estás ayudando a empacar desde hace tres horas, YoungJae – rió al ver tan exasperado al muchacho, quien al mirar como le había quedado la camisa negó rotundamente con la cabeza y la desdobló… para arreglarla de nuevo – ¿Sigues preocupándote por el resorte de los calcetines?

- muy gracioso, Bang… pero no será culpa mía si tu madre saca tus cosas y ve tu ropa hecha un asco – esta vez, después de unas cuantas alisadas a la prenda, el chico estuvo satisfecho, guardándola por fin en la maleta - ¿por qué diablos no ordenas tu ropa por color?

- porque no importa ya… voy a salir de aquí por fin – se acercó y empujó ligeramente al otro chico para guardar él mismo el resto de su ropa sin ningún cuidado; por supuesto que ignoró la expresión de pánico e indignación que puso Youngjae – relájate sólo por hoy, hazlo por mi.

- ingrato, así es como me pagas la ayuda … - se mordió el labio inferior con fuerza, intentando reprimir sus impulsos por golpear al corpulento hombre y arrebatarle la maleta de las manos

- y no te muerdas que te lastimarás y el doctor Kim no estará complacido – Bang el dio una mirada severa, la cual hizo que el otro soltara su labio aun rojo por la presión hecha con sus dientes, lo observó por un momento, descubriendo la razón por la cual su buen amigo se estaba portando así – yo también voy a extrañarte…

- ¿Quién dijo que te estoy extrañando? – frunció el entrecejo mientras hacía pucheros, realmente se veía gracioso considerando el hecho de que el chico era bastante cachetón.

- te escribiré - el otro chico le miró jalando el extremo de su camiseta, nervioso

- no lo harás… - rezongó como niño pequeño, aumentando sus pucheros.

- claro que si… cientos y cientos de cartas – rió intentando seguirle el juego al chico que comenzaba a hacer una rabieta.

-claro que no… solo le escribirás al doctor Kim – eso tomó por sorpresa a Bang, quien rápidamente se acordó de esa persona, a quien no había visto en todo el día.

Youngjae seguía en su berrinche interno, pero Bang sonrió y le revolvió los cabellos para exasperación –casi exagerada- del chico por verse hecho “un asco”. El muchacho con ropa de rapero acompañó a su amigo a la sala común de recreación, soltó un simple hasta pronto, sabiendo que despedirse con un abrazo sólo haría que el otro realmente se molestara por, según él, arrugarle su perfecto uniforme.

Tomó su maleta y salió de la sala, para pasearse por última vez en ese edificio que por seis largos años lo mantuvo recluido. No la había pasado del todo mal, su sección no era para enfermos peligrosos o depravados, sino para gente que había jodido su vida por sus problemas; por ejemplo, el trastorno compulsivo-obsesivo que sufría Youngjae por la limpieza y el orden. Lo extrañaría, de veras que sí, porque a fin de cuentas, era un gran muchacho, había sido bueno con él, justo como el doctor.

A él lo encontró en una salita desierta, sentado en una silla blanca, con su mirada serena y una ligera sonrisa en los labios. Bang observó las muchas cartas que éste le había hecho escribir en sus manos apretándolas con fuerza, extrañándolo un poco. Era un doctor muy particular, él mismo se preguntó si no era un paciente más, pero sin dudas sus métodos le habían servido más que todas las píldoras que le obligaban a tomarse y que ahora serían parte de su dieta diaria.

También lo iba a extrañar.

 

- Sigues aquí… - murmuró suavemente el doctor, llamando la atención del muchacho quien estaba parado contemplándole - ¿a poco ya te encariñaste con el lugar?

- no podía irme sin despedirme de ti… - se acercó lentamente, sus pasos resonaban por la habitación, y el hombre de bata blanca no le despegó la mirada hasta que lo vio detenerse a un metro de distancia frente a él.

- que considerado… - amplió sus sonrisa mostrando sus dientes grandes de conejo, como le había dicho una vez Bang – pero vas a ver que en unos meses te vas a olvidar de todos aquí… incluso de mi.

- No pasará… lo prometo – respondió rápidamente y con expresión seria, ¿qué el lugar volvía desesperanzados hasta a los mismos trabajadores?

- pasará… pero no te sientas culpable, así es el mundo allá afuera, te hace olvidar los malos momentos -  se levantó de su asiento, mirando la expresión un tanto dolida de su paciente, pero él no dejó de sonreír nunca – Bbang, no te pongas triste si alguna vez te acuerdas de nosotros y de que nos olvidaste.

- te escribiré cartas … - murmuró, justo como le había dicho a Youngjae, sin embargo, el doctor simplemente negó con la cabeza y alzó su mano donde tenía todas las cartas, poniéndolas frente al hombre

-ya tengo muchas de esas… como puedes ver – rió ligeramente, haciendo que el otro sonriera también – no te importa si me las quedo ¿verdad?

-Son todas tuyas… - levantó su mano haciendo un ademán que le restaba importancia al asunto – me daría vergüenza leer lo que escribí en todos esos meses


- no te avergüences de tus errores… mejor aprende de ellos – guardó el montón de papeles en su bolsillo y le dio unas palmaditas en el hombro – de ahora en adelante Bbang, siempre aprende

- Gracias, Doc – sonrió y miró la brillante sonrisa del otro, era tan clara y pura, que Bang se sintió incómodo, tanto que ya no sabía si darle un abrazo a aquel hombre sin que se sintiera extraño, pero el otro, como si notara ese dilema interno, solo extendió su mano esperando a que él otro la estrechara.

- cuídate Bbang – sintió la mano cálida de su paciente envolver la suya propia, entrecerró los ojos por la diferencia de temperaturas, disfrutando un poco del contacto, al igual que el otro, quien sintió los delgados dedos del doctor acariciando inconscientemente su piel.

- también tú – susurró, esperando que realmente le fuera bien a ese hombre que no se había rendido y había estado para él, ayudándole a superar tal difícil situación. Unos ligeros toques en la puerta los hizo separarse, ambos voltearon y vieron a una joven enfermera que los miraba un tanto extrañada, pero luego suavizó su expresión formando una dulce sonrisa

- Yong Guk, ya llegaron por ti  - miró expectante al hombre quien acomodó la maleta y miró al doctor una vez más

-Bueno… nos vemos después… - suspiró profundamente, miró al otro que negaba la cabeza sin dejar de sonreír

-espero no tener que volverte a ver por aquí – sin duda, él sabía como poner de buen humor al corpulento muchacho. Aguardó a que éste saliera de la habitación junto con la enfermera para borrar la sonrisa de su cara.

- Estoy jodido, Bbang – su voz se quebró al decir las palabras que Bang se empeñaba en decir, dejó escapar una lágrima que rodó por su mejilla hasta llegar a su barbilla para luego caer en el suelo, y después de esos seis años que había estado con su paciente, con su Bbang, el doctor Kim ya no quiso sonreír.

 

WE’RE F*CKED.

Notas finales:

Yey, dejen reviews :3 gracias

para preguntas dejo mi Ask

http://ask.fm/MariGuanaChan

 

Besos mil º3º.


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