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WE'RE F*CKED por DrugSucks

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Notas del capitulo:

Yo sé, Yo sé, disculpen la tardanza... pero mi bloqueo mental, además de mis tareas escolares me impedían escribir. Pero, aquí está :D, después de tanto pensar como comenzar a hilar la historia de Bang por fin salió este capitulo que de cierta manera no me decepciona.


Ayer le pasé a una amiga la primera parte para que lo leyera, y me dijo que soy cruel, :D. Ella sabe lo cruel que puedo ser, pero ustedes no :3, asi que lean, porque es el comienzo de todo.


Ah, lo olvidaba abajo puse el nombre Tasha (está señalado con un asterisco) esto es porque me refiero a Natasha, la hermana mayor de los gemelos Bang, sé que es posible que ese solo sea su nombre artístico, pero no se ha revelado como se llama en verdad... sólo sé que es flawless la mujer º-º (https://fbcdn-sphotos-d-a.akamaihd.net/hphotos-ak-prn1/936460_430044367093112_279264616_n.jpg benditos sean los genes, benditos sean) . Bien es todo :D.

Antes que nada, gracias por leer. Disfrútenlo.

 

 

 

 

 

En todo el camino que recorrió desde la habitación donde se había despedido del Dr. Kim, Bang Yong Guk mantuvo la firme decisión de no mirar atrás, podría decirse que, aunque el joven había prometido jamás olvidar a las buenas personas que estuvieron con él apoyándolo, estaba empeñado precisamente en enterrarlas tres metros bajo tierra y que ahí se pudrieran sus recuerdos.

¿Cruel? Podría decirse, pero Bang quería darse a la idea de que ya no era uno mas de esos fuckers que se quedaban en ese edificio viejo, porque su verdadera vida le esperaba con los brazos abiertos bajo la imagen de su gemelo recargado en ese auto de segunda mano que había comprado en cuanto hubo ahorrado lo suficiente.

La enfermera se despidió de él deseándole suerte, a lo que el muchacho le sonrió con tranquilidad, después volteó a ver a su hermano. Eran como dos gotas de agua, claro que Bang YongNam suavizaba su expresión para lucir menos intimidante, porque su físico, junto con esos ojos oscuros y tristones, ciertamente lo hacían parecer un matón. Bang YongGuk, por su parte, gracias a las maravillosas dietas del hospital y sus incontables medicamentos ingeridos, había perdido peso, algo reflejado especialmente en su rostro, aun así, ese hombre seguía viéndose como el tipo agresivo que le había dado la paliza de su vida a su mejor amigo, algo que precisamente deseaba cambiar.

- Mírate… - YongNam frunció el ceño y abrió exageradamente la boca en cuanto lo tuvo lo suficientemente cerca para admirar los cambios en su hermano cinco minutos menor que él.

-¿Qué? – Bang observó interrogativamente al otro, una parte de él no quería descubrir que 6 años en el pozo lo habían transformado en alguien diferente.

-Sigues igual de feo… - soltó una ligera carcajada, parcialmente divertido por la expresión confusa y un tanto asustada del muchacho que después de varios años volvía a tener frente a él.

-Ya me pareceré a ti – bufó fingiendo estar molesto, pero la verdad era que realmente había extrañado las discusiones entre su hermano; no eran tan complicadas de lidiar como cuando discutía con YoungJae.

- ¿Qué dices? Si yo soy el guapo de los dos – se incorporó ligeramente el hermano mayor para acercase al menor, sin dejar de sonreír – ven a darme un abrazo, monstruo.     

No lo tuvo que pensar dos veces para lanzarse sobre su hermano y darle un fuerte abrazo, no podía contener la felicidad de volverlo a ver. Era tan estable y tan real, porque para Bang, el que YongNam estuviera ahí significaba dejar atrás todas aquellas charlas carentes de sentido escritas de forma mediocre en tantas cartas. No volvería a escribir… eso el pobre podía jurarlo.

 

 -

 

 -¿Cómo están Umma y Tasha*? – habló con un susurro, Bang se acomodó en el asiento del copiloto mirando a su hermano quien conducía. Poco después de haber iniciado con el viaje de regreso a su ciudad, ambos hermanos se enfrascaron en un incómodo silencio. No era como si Yongnam tuviera ganas de preguntarle cómo le había ido en el hospital psiquiátrico, pues no era tan morboso como para tener curiosidad sobre eso.

- Umma está como loca… feliz porque regresas, al igual que Noona, pero ella no podrá recibirte – balbuceó ligeramente sin perder de vista el camino frente a él – ya sabes, todo este asunto de triunfar en extranjero la tiene muy estresada.

-¿y Appa? – preguntó mirándole con insistencia, no quería notarse nervioso, pero al parecer no pudo ocultar su emoción ya que su hermano rió con burla

-¿Quién lo diría? – ensanchó su sonrisa pero aun con la vista al frente – tú preguntando por él

-¿y qué quieres? ¿qué no lo haga? – contestó seco y mordaz, vio a su gemelo negar con la cabeza, tranquilizándolo

 -no es eso – chasqueó su lengua contra su paladar sin borrar la sonrisa de su rostro, y por un corto tiempo volteó a ver a Bang – antes ni siquiera te molestabas en mirarlo y ahora te interesa saber cómo está el capitán

-Pasé lejos de casa... por un largo tiempo – bostezó intentando restarle importancia al asunto, él no era un tipo cariñoso y menos con el hombre que le había criado – es normal que hasta extrañe al viejo

- Si…tienes razón, él también te extrañó  - maniobró ligeramente al ver una curva en el camino – necesitaba a alguien con quien gritarse cada momento del día

- que mal, yo si tenía a alguien con quien discutir … – murmuró recordando fugazmente a su joven amigo obsesivo y al momento su gemelo soltó una sonora carcajada, contagiando su alegría a Bang.

Miró por la ventana para admirar el panorama y sorprendido se percató en la enorme arboleda que desfilaba por ambos lados de la carretera, ni siquiera se acordaba como había sido el viaje de ida al hospital, seguramente lo había pasado muy mal. Pero no más, ahora sus ojos cristalinos podían ver todo aquello que se había perdido por seis largos y tortuosos años.

No supo en que parte del viaje se había quedado dormido pero después de que su hermano le empujó con fuerza sintió la saliva escurrirle por la comisura del labio y un fuerte dolor en el cuello que seguramente se le había torcido; desorientado tardó un poco en asimilar que ahora estaba frente a su casa… la casa de sus padres. Escuchó la risa burlona de YongNam mientras este cerraba la puerta trasera después de sacar su pequeña maleta.

- deprisa, guapo, que tengo hambre – gritó y se dirigió al porche de aquella vieja casa, por donde había salido hace seis años después de gritarle a su padre lo mucho que se podía ir al carajo.

A su mente venían pequeños fragmentos de aquella discusión, la ira recorriendo su cuerpo y esas descargas eléctricas que emanaban de su cerebro desencadenado todo su mal. Pero ahora, volvía a cruzar la puerta como un hombre distinto… que debía tomar sus píldoras cada 8 horas.

Su madre fue quien salió a recibirlos, esa pequeña mujer que en cuanto vio a su hijo menor, después de tan largo tiempo, se lanzó a sus brazos y con lágrimas en los ojos, aliviada por sentirse libre de aquella pesadilla que había caído sobre su familia.

- Hey… - la abrazó sin saber realmente qué decir, su gemelo por su parte, sonreía cálidamente admirando la escena

-Mi Gukkie, por fin…. Por fin – su madre se separó aun con el rostro húmedo pero con una amplia sonrisa que iluminó totalmente a su hijo – por fin este calvario se termina, has vuelto a nosotros

- lo… lo lamento, lamento todo – por un momento volvió a sentirse culpable, y no era para menos. Todo lo que había sufrido, también lo habían sentido aquellas personas que estaban junto a él, sabía que habían soportado demasiado.

-calla hijo, no tienes que lamentar nada – sonrió mientras suspiraba intentando calmar sus sollozos, acarició el rostro delgado de su hijo y frunció el entrecejo – pero ¡mírate! ¡te mataban de hambre en ese feo hospital! ¡estás hasta los huesos!

- mamá preparó una comida como para treinta personas – YongNam se adelantó al entrar con la maleta de su hermano, sin perder ese humor suyo – estoy seguro que vas a rodar cual pelota por las escaleras

- deja de envidiarme solo un segundo – alzó la voz Bang sonriendo por la broma de su gemelo, su madre simplemente sonrió al ver ese bello cuadro de su familia reunida y pronto abrió los ojos, recordando algo

-Gukkie… - llamó para atraer la atención de su hijo quien la miró con esa expresión tan suya que jamás se le iba a quitar ni con cirugía – tu padre te está esperando, ve a verlo.

 

Recordó sin duda aquellos momentos en los que había convivido con su padre –pocos, la verdad-, especialmente aquellos en los que tanto él como Yongnam habían tenido que estar parados frente a una esquina, castigados por haberse portado mal; pero era seguro que ni en esas veces de travesuras infantiles se había sentido tan nervioso de enfrentar a su padre como ahora.

Suspiró profundamente y fue hasta el estudio de la casa, lo encontró con la puerta totalmente abierta, ahorrándose la molestia de tocarla y esperar a que el viejo capitán de la marina se dignara en hacerlo pasar. Entró lentamente a la habitación y lo vio, frente a su librero dándole la espalda, no supo que hacer y como sintiéndose un niño de diez años se quedó parado frente al escritorio, esperando a que aquel canoso hombre reparara en su presencia.

-párate derecho, YongGuk- resonó la fuerte aunque un poco rasposa voz del viejo y el muchacho instintivamente acató sus órdenes, preguntándose como era que aun sin mirarle podía saber cuando tenía una mala postura ante él… esos marinos y su protocolo

-señor… - saludó con voz firme Bang, intentando no darle importancia a sus piernas que flaqueaban y temblaban por los nervios

-¿Qué pasó contigo, YongGuk? ¿qué fue ese desliz que tuviste? – volteó a verlo el anciano con una sonrisa un tanto socarrona en su rostro, miraba a su hijo confundido – error de principiante, no controlarse en el campo de batalla

- no volverá a pasar, señor… - Intentó no arrastrar las palabras, ¿pero que podía hacer? Ni dos minutos había estado en esa casa y ya lo jodian escuchando sermones, pero había decidido mantener la fiesta en paz, por su familia y porque aun tenía el efecto de sus medicamentos en la sangre

- más te vale, soldado – se acercó a él sin quitar esa molesta sonrisa en su rostro que se ensanchaba al ver el rostro desconcertado del muchacho – ahora vayamos a probar la cena de tu madre… pero primero quiere que pongamos la mesa

Le dio unos leves golpes en el hombro, riendo, YongGuk por su parte no entendía el porqué su padre estaba tan tranquilo después  haberle regañado, pero después lo entendió, y también sonrío, con algo de ironía

-Debiste ver tu expresión – seguía riendo, contagiando lentamente a su hijo, al cual se le había disipado toda esa frustración que había sentido – YongGuk ¿cuándo dejarás que este viejo te dejé de tomar el pelo?

- esperaba que me recibieras así, a decir verdad – torció la boca en un gesto exasperado, divirtiendo a su padre

- Soy un gran actor… - dijo sin mucha modestia, pasando su brazo por los hombros de su hijo para comenzar a caminar fuera del estudio, extrañando al muchacho quien nunca había tenido tan cerca a su padre – pero lo de poner la mesa es verdad, vamos, antes de que tu madre nos comience a gritar

Y una sonrisa se formó en los labios del viejo, Bang veía esas arrugas en el rostro aparecer. Podría decirse que, aunque lo negara, se parecía muchísimo a su padre, tanto en carácter como físicamente, aun más que YongNam; había sin duda algo que los separaba y eso era la enorme sonrisa que mostraban cuando estaban realmente contentos y no muy a menudo sucedía que ambos sonrieran cuando estaban juntos… pero ese era uno de esos días en los que podían estar en paz.

Agradecía estar en casa, en verdad lo hacía, pues las cosas iban a cambiar, lo sentía.

 

¡Bienvenido de regreso, Gukkie!

 

-

 

Su hermano le miró con diversión mientras conducía tan animadamente por las calles de su ciudad, dos días habían pasado desde que había llegado y se sentía como un hombre nuevo. Y el primer paso para dar rienda suelta a su plan era cambiar su apariencia; que a decir verdad había sido una idea que se le había ocurrido al Dr. Kim a unos días antes de su salida del hospital, mientras le esperaba a que terminara de escribir su última carta.

-Y saliendo de aquí ¿qué harás, Bbang?- el muchacho miró al doctor, despegando su mirada de aquella tan larga carta que estaba escribiendo. Lo observó admirando el lúgubre paisaje que le regalaba la habitación del enfermo al patio trasero del hospital, como si no le estuviera prestando la mínima atención, pero la verdad sabía que ese hombre estaba totalmente atento a cada acción que realizaba su paciente.

-Supongo que… conseguir un trabajo, intentarlo al menos – pretendía sonar lo más indiferente ante el tema, pero la verdad, por varias semanas  no había dormido por estar pensando en su futuro saliendo del hospital. Vio al Dr. Kim fruncir el ceño, aquella arruga que se le formaba en la frente se le hacía realmente graciosa al enfermo, además de que sabía que con ella llegaba un conversación de lo más bizarra y divertida.

-Bbang, Bbang…- suspiró un tanto dramático, giró en su silla para mirarlo de frente – en serio, saldrás al mundo nuevamente ¿y lo único que piensas es volverte a encerrar en cuatro paredes por voluntad propia? ¡masoquista!

-Pues no me puedo ganar la vida si sólo corro por el bosque a cortar margaritas, Doc – esperó a que la ironía de su tan inteligente comentario pudiera ofuscar un poco al hombre, pero éste solo mostró sus dientes de conejo al sonreírle abiertamente

- Piensa un poco Bbang… tanto que quieres iniciar una nueva vida ¿y no estás dispuesto a hacerle un cambio a tu persona? – seguía con esa sonrisa que de alguna manera ponía nervioso a su paciente. El Dr. Kim era de esas personas transparentes, jamás ocultaban nada, tan honesto y muchas de las veces, tan brutal.

- le preguntas a alguien que se ha cortado de misma manera el cabello desde los quince años… - soltó su pluma un tanto fastidiado, la verdad ese tema de su apariencia le resultaría del todo indiferente, si no fuera porque eso le recordaba a su ex novia que siempre lo jodia con ese asunto – además ¿no dices tú que la gente me va a querer y aceptar por como soy y cómo me veo?

- ¿y tú te aceptas y te gusta cómo te ves, Bbang? – la sonrisa del doctor desapareció para mirar al muchacho que tenía frente a él con esos oscuros ojos que parecían atravesarle el alma. Bang desvió la mirada hacia su carta, pensando que de pronto su escritura era de lo más interesante del mundo – mírame…

- me corto el cabello siempre igual porque es engorroso pensar en otros cortes – balbuceó suavemente, sin levantar la mirada del escritorio, pero pudo ver las manos blancas de aquel doctor colocarse en la superficie – y la ropa es holgada porque así puedo moverme con facilidad… quiero evitarme problemas

- eso no es evitar los problemas – dijo mordazmente y sin ninguna pizca de remordimiento, el doctor vio que Bang frunció el entrecejo y se mordió el labio inferior, había dado en el clavo

-es practicidad – pero aun así, el terco enfermo no iba a dar su brazo a torcer

 - tienes miedo – sentenció el pelinegro, quien se deslizó por un extremo de la mesa hasta llegar a un lado de su paciente – miedo al cambio, eso es normal

- el miedo es de cobardes – murmuró suavemente, con resentimiento recordaba las palabras de su padre, las que le había dicho una y otra vez, “Eres un cobarde… un cobarde, YongGuk”

-El miedo es humano… no tienes que sentirte culpable por ello – habló con suavidad el Dr. Kim, como si estuviera explicándole a un niño que el monstruo del armario no existía – es normal sentir temor a lo desconocido, porque cuando cambias no sabes a donde vas a parar... pero el primer paso es intentarlo.

- ¿Cómo? – Bang respiraba profundamente, concentrándose en esas palabras tan sabias, que en su vida había escuchado y que venía a encontrarlas en un hombre posiblemente de su misma edad. Sintió la fría mano del doctor acariciar su rostro, girándolo para que le mirara, ahí sus ojos se encontraron con intensidad.

- para empezar, cámbiate el corte de hace quince años, cadete – y le regaló a su Bbang una de las sonrisas más bonitas que podía formar y el chico se relajó al punto de pensar que en efecto, ese corte lo hacia lucir como un idiota.         

 

-

Admitía que por un tiempo pensó que el engaño de su novia se debió a que tal vez no había sido lo suficientemente atractivo para ella, pero siendo honestos, Maslo no era todo un adonis, además tenía el mismo horrible gusto por la ropa holgada que él. Así que esa idea quedó descartada para terminar encasillar a Ji Eun como una zorra. Bang hizo su mueca característica cuando estaba pensando o preocupado por algo, estaba nervioso, era cierto cambiar nunca era fácil y que siempre iba a tener miedo, pero afrontar las consecuencias de éste lo hacía un hombre valiente. Y no un cobarde.

YongNam se detuvo frente a un pequeño establecimiento y ambos salieron del viejo auto. El mayor de los gemelos aun le miraba con cierta incredulidad, era extraño que lo primero que le había pedido su hermano fuera ir a una estética diferente a la que siempre iba desde niño, así que lo llevó donde él se cortaba el cabello. Sabía que ahí Bang podía encontrar el cambio que tanto deseaba.

Y en efecto, aquel cabello negro que tanto su madre había cuidado se convirtió en un color totalmente diferente producto de una mezcla de almendra con chocolate, menudos nombrecitos que se cargaban los tintes para mujeres. Y su corte sin chiste de cadete había quedado en el pasado gracias a la chica estilista que se había emocionado al ver que podía hacer un cambio radical al hermano de uno de sus clientes preferidos; una pasada con la rasuradora eléctrica, un par de cortes irregulares con las tijeras y Bang YongGuk se había convertido –según la chica- en un muchacho de pueblo con un peinado digno de modelo de pasarela, o de esos ídolos que estaban tan de moda entre las niñas… no era materia que el chico supiera, o le interesara.

Como fuera, el resultado le había gustado, dejando satisfecha a la estilista de su trabajo, quien no dudó ni un segundo en pedirle unas fotografías para su carpeta. Esta se veía un tanto sonrojada y no le despegaba la vista al menor de los gemelos, eso sin duda, le subía la autoestima un poco…

Los cambios, de alguna u otra forma resultan ser buenos.

 

Bienvenido al cambio, Bang.

 

YongNam llevó a su hermano a pasear un poco por la plaza de su ciudad, específicamente a la tienda de ropa, ese estilo de rapero americano era algo que aun lo arraigaba al pasado. Bang había conocido a Maslo una noche en el bar donde practicaba su rap y el muchacho mayor que él le había invitado a formar parte de la comunidad que emergía en la ciudad, los llamados Soul Connection. Tipos agresivos y mal encarados, pero  dispuestos a protegerte con todo si eras parte del grupo, su familia. Ahora que lo pensaba, esos bastardos nunca se habían aparecido por el hospital… es más, fueron los primeros en darle la espalda, con esos amigos ¿Quién necesitaba enemigos?

Bang seguía sumido en sus pensamientos cuando escuchó algo de tumulto en el callejón por donde había pasado segundos atrás. Guiándose por la curiosidad, decidió dar vuelta llamando la atención de su hermano. Se adentró por ese desolado pasillo entre los edificios y observó detenidamente, había un muchacho siendo acorralado por otros dos que le doblaban el peso y tamaño. Estos le amenazaban con una arma y el pobre infeliz no sabía que hacer salvo temblar de miedo.

-¿Daehyunie? – Bang reconoció al chico que era atacado, pero eso alertó a los otros dos asaltantes quienes a su vez, abrieron los ojos con sorpresa, como si hubiesen visto una aparición

-Jepp… -  uno de ellos arrastró las palabras al pronunciar ese viejo apodo, sin poder creer todavía que tenía enfrente al maknae de Soul Connection, ese raperillo con potencial. 

-  ¿Kuan? ¿Loca? – reconoció a los tipos que estaban frente a él, ¿cómo no hacerlo? Esos dos habían sido de cierta manera sus compañeros de juerga y que tanto habían aportado a su vida; Kuan, el idiota que le habían presentado a Ji Eun y Loca, quien le escupió en la cara mientras lo visitaba en su celda en prisión, después de haber agredido al querido líder Maslo.

 Excelentes amigos, sin duda. Y tan excelentes eran que decidieron darle una maravillosa bienvenida a su antiguo compañero de banda empezando por darle un fuerte golpe en el estómago que lo hizo caer. Ya en el suelo, Bang sintió las incontables patadas de buenos deseos que comenzaron a propinarle en las costillas. No se hicieron esperar las palabras de aliento; seguramente los oídos de su madre estarían sangrando por ser mencionada tantas veces en las bocas sucias de esos infelices que abusaban de alguien que no podía defenderse.

Bueno, si podía, pero desgraciadamente Bang YongGuk tenía advertencia policiaca para que no se le ocurriera volver a levantar sus puños sino iría directamente a prisión y su trastorno bipolar no volvería a ser su escudo. Entre los gritos de YongNam y Daehyun, el golpeado muchacho alcanzó a escuchar a Loca soltarle una frase en inglés –oh su pobre inglés- de lo más conmovedora usada entre los raperos de su grupo.

 

Welcome back, MOTHERFUCKER!

 

Y después, Bang se desmayó al recibir un puñetazo en la cara.

Notas finales:

OMG D:! ¿Qué pasará ahora?


Cualquier duda si no la quieren dejar en elreview, aquí está mi Ask para que me hagan saber sus dudas :3

http://ask.fm/MariGuanaChan

 

Saludos y gracias.


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