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Fantasmas por vale vm

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-------------------------------------------------CAPITULO II-----------------------------------------

 

Estaba paralizada…

 

 Sus músculos simplemente no se movían, solo miraba ese cuerpo, ese rostro, y los recuerdos galopaban en su mente, un vacío se formaba en su pecho. Cuando pensaba en Becca los recuerdos siempre eran los surgidos en la tierna infancia, los de la preadolescencia, los recuerdos plácidos…pero en ese preciso instante, los que pasaban por su mente distaban mucho de serlo, ahora la tenía en frente, solo a un par de metros y ese hecho cambiaba todas las cosas.

 

Y no reaccionaba a nada.

 

Su cuerpo no reaccionaba, su mente no reaccionaba. Las únicas cosas que parecían mantener un buen desempeño en su anatomía era su corazón, que le proporcionaba esos latidos desbocados que le estaban provocando daño dentro del tórax, tan fuertes que pareciera que en cualquier momento esa bomba vital saldría disparada. Funcionaban sus piernas…no, la verdad es que sus piernas seguían sin funcionar, sabía que no podría huir, no podría escalar, ni podría dar largas y rápidas zancadas para alejarse de ese cuerpo, solo estaban allí, medianamente cumpliendo de sostén, para que el resto de su cuerpo no se diera de bruces contra el  pulcro suelo. Sus manos también funcionaban, sudaban de una forma que jamás llegó a imaginar que era posible…y su mente, estaba en el apogeo de su existencia! Mandaba imágenes en nanosegundos, la hacían sentir mareada, reproducían la vertiginosa sensación de ir cayendo muy muy rápido, esa sensación que existe cuando, luego de la calma al estar en la cúspide de una montaña rusa tranquilamente, donde tú suponías que todo estaba controlado, sientes el subidón de adrenalina, junto con un vacío en el estómago (de hecho sientes tu estómago en cualquier lugar menos el correspondiente) y un terror inmenso de sufrir una muerte inminente.

 

Estaba exagerando, sabía que no iba a morir, pero la sensación  era increíblemente parecida.

 

…Pero esos ojos, en su infancia de un color verde oscuro, no eran los que veía en frente…esa mirada que con el paso del tiempo se volvió distante y fría contradecía absolutamente a las achocolatadas irises de esa mujer de pie al lado de su padre, no, no era Becca… lo que había visto solo fue producto de su imaginación, al entre mezclar las características de la joven que tenía en frente, con sus aletargados recuerdos, era solo una compilación superpuesta de lo que en su mente se veía de forma borrosa. Buscaba ver a Becca en esa persona...pero no lo era, aunque el parecido fuese impresionante, o eso parecía en un comienzo. Ahora que se fijaba mejor, a simple vista las diferencias eran notorias. La persona que tenía en frente era una mujer, no una niña, los ojos, la piel, las curvas, el aura…nada eso era de Becca.

 

Esta persona irradiaba buenos deseos, infundía confianza y tranquilidad, podías respirar paz de su ser, tan opuesta a Becca… pero aún su mente encontraba cierta similitud, pero esos ojos, no eran los de  ella, esa piel era mucho más blanca que la de Becca y ese cuerpo era el de toda una mujer.

 

No era Becca.

 

Tan solo buscaba un fantasma, un fantasma que hacía tiempo se había propuesto superar.

 

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Raymond estaba muy feliz. Vio aproximarse a su hija, se veía tan linda. Hace tres semanas atrás había vuelto a verla, luego de tres años. Esos pocos días que estuvo en Astard  sus ojos la transfiguraban  aún como su dulce y pequeña Alice. Tan vulnerable y desolada como estaba en aquel entonces, con su cabello alborotado, con su cuerpo encorvado por la pena, la hacían ver como una indefensa niña, como si requiriese todo el cuidado del mundo… y así era.

 

El se esforzaría en hacerle la vida más simple a esa pequeña criatura, se esforzaría en apoyarla y brindarle todo lo que estuviese a su alcance por su bienestar, eso lo tenía más que claro.

 

Pero esa mujer que se acercaba, esa recién descubierta mujer, no era lo que vio hace casi un mes atrás, no, esta era una mujer que destilaba energía, talvez una aletargada energía, pero que de ser necesario tenía por seguro que Alice la desprendería con toda su alma. Esta mujer, ofrecía una vasta sabiduría en su mirada y si no era sabiduría lo que estaba presente en aquellos verdes ojos tan similares a los suyos, posiblemente era una gran tristeza, de esas profundas que llegan a carcomerte el alma. Esperaba que no fuera el caso de Alice, ya que esa tristeza no tenía nada que ver con la pérdida de Lucy, lo notaba…tal vez dejó algo demasiado importante en Astard, algo demasiado profundo.

 

Extendió sus brazos, al ver que quedaban pocos metros entre Alice y él. Ansiaba ese abrazo, a pesar de no ser tan cercanos, amaba a su hija y estaba completamente seguro que el sentimiento era mutuo.

 

Raymond se sentía culpable, estaba completamente enterado de que Alice detestaba Rogertcity, pero un cambio de ciudad para él sería nefasto. Raymond Davoi era profesor de química en la universidad más prestigiosa del estado, a parte de esto poseía  un plantel de profesores, científicos y practicantes bajo su mando, formando un equipo de investigación, con él trabajaban biólogos, ecologistas, ingenieros, físicos, biotecnólogos, médicos y una gran lista de especialidades más. Su labor era supervisar a todos y cumplir con los objetivos que les encomendaba el departamento de ciencias integradas del país, realizando investigaciones y experimentos partiendo desde la supervisión de ciertos materiales y sus propiedades, de como podrían estos interactuar con otros, sus características físicas, químicas, el impacto ambiental y en contra de la salud, y los costos de producción versus los beneficios de dicha creación; a incluso supervisar el desarrollo de sistemas artificiales, órganos, membranas biológicas, etc.

 

Raymond se consideraba un hombre afortunado, poseía un trabajo increíble, le encantaba y además siempre estaba lleno de desafíos. Su tiempo se repartía entre dar unas cuantas clases en la universidad (generalmente a los alumnos de doctorados)  y el resto de sus horas de trabajo la pasaba en el laboratorio junto con sus compañeros de equipo, eran personas increíbles y con unas mentes brillantes.

 

Tan abstraído estaba en sus pensamientos que tardó en tomar en cuenta que Alice había detenido su avance, su cara reflejaba un terror indescriptible, parecía petrificada, como si de repente alguien hubiese echado sobre ella grandes cantidades de nitrógeno líquido, temió que cayese al suelo y se hiciera pedazos.

 

Alice miraba algo o alguien

 

Su vista estaba en él… que podría haber hecho él para que su hija lo contemplara con esa mueca de horror? Tan mal iba vestido? Pero si el se había esforzado para lucir lo más lindo posible para que Alice pensara que poseía al papá más bonito de toda la historia de la humanidad!!! Puede que estuviese enojada por no llamarla en el camino…pero… no quería molestar, sabía que ese tipo de despedidas se hacen a solas, y Alice tenía mucho de lo cual despedirse, sino no le habría pedido el plazo de tres semanas para arribar a la ciudad. ¿Qué había hecho mal?

 

Nada.

 

Él no era la causa del miedo reflejado en los ojos de su hija, lo entendió un segundo después, cuando sintió algo rozar su brazo, ahí comprendió que era a ella a quien miraba. Al acomodarse a su lado para ver mejor chocó su hombro con el brazo del hombre, eso fue lo que gatilló su entendimiento. La vista de su hija siguió a la de negra cabellera cual si fuese el diablo en persona, con el terror siendo exudado por sus poros. Sin embargo la mujer miraba a Alice con calidez, aparentemente ajena a la sensación que provocaba.

 

…No entiendo nada…pensó Raymond, como podría la joven que tenía al lado causar tal sentimiento en su querida Alice? era incomprensible. Los ojos de la castaña brillaron como si un switch hubiese sido apretado, sus pupilas entendieron algo que escapaba a la comprensión de su padre, ese semblante horrorizado poco a poco comenzó a conformar ese bello rostro de facciones apacibles y vivarachas, por último no escapó de la vista de Raymond un leve suspiro emitido por la boca de su hija aparentemente formando un “estúpida” muy suavemente modulado, vio como su cuerpo se relajaba, y como  retomaba la marcha hacia sus brazos, detectó una última mirada hacia su acompañante, una mirada entre temor y curiosidad, pero rápidamente negó con la cabeza en un movimiento casi imperceptible y con paso ágil  salvó la distancia que los separaba.

 

 

-         ¡¡Alice!! ¡Estás hermosa!... ¿cómo estuvo el viaje? – Por fin la tenía en sus brazos, por fin podría proteger ese pequeño cuerpo, esa pequeña alma – ¡te extrañe hija! ¿Tienes hambre? ¿Comiste algo de camino hacia acá?- estaba tan feliz de poder apretujar a su hija como correspondía, no cabía en sí de la alegría, podría jurar que en cualquier momento iba a empezar a saltar con ella en brazos, igualmente tenía miedo, miedo del futuro, de no ser el padre que su hija merecía, pero debía ser fuerte, debía apoyarla y hacerla sentir más querida que nunca.

 

-         ¡papá! Ajajaja – Rió Alice al sentir sus brazos rodeándola - …el viaje estuvo bien, ¡yo también te extrañé! Y no, no he comido – empezaba a sofocarse,

            Raymond no la soltaba – ah… papá –

 

-         ¡Oh Alice estás inmensa! – casi gritó apretándola un poco más –…no me había dado cuenta antes…¡y preciosa! estás muy linda hija pareces como de15 cariño – dijo con segundas intenciones, sabía que Alice odiaba que le quitaran edad, no entendía cual era su afán por ser mayor, pero  bueno, era normal…a la edad de Alice también quería ser mayor. Los jóvenes quieren ser mayores y los mayores anhelan volver a ser jóvenes…ironías de la vida Raymond, ironías de la vida. afianzó su agarre.

 

-         ¡Papá! – se estaba preocupando, no sabía si su padre de verdad estaba feliz de recibirla o era una fachada toda esa cara de alegría y ahora estaba poniendo en práctica algún plan de muerte accidental para no tener que llevarse la carga a casa. ¡¡¡Dios mío me va a reventar las costillas!!!

 

-         ¡¡¡Raymond le vas a reventar las costillas!!! – exclamó desesperada una tercera voz, en ese instante Raymond salió de su trance y antes de aflojar el agarre que ejercía en su hija, la sintió tensarse… ¿qué pasa? Talvez nunca lo sabría, pero a él le encantaban los misterios y no perdería nada tratando de descubrir las razones de Alice para reaccionar así.

 

Ambos se quedaron pasmados en el acto, Raymond al no entender que ocurría con su hija, aflojó el agarre, aún abrazándola, con todos sus sentidos predispuestos a descubrir porque Alice actuaba así.

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Alice al sentir esa voz involuntariamente volvió a tensarse. No es Becca. Aún su cuerpo no asumía el hecho de que esta persona nada tenía que ver con su pasado, no asumía que era una persona madura y no una niña…debía acostumbrarse, si no, enloquecería antes de salir de la estación. ¿Quién era esa mujer? Una amiga de su padre posiblemente, podría ser que una novia, una prima lejana, alguien quien conoció recién en la estación, no, la última  opción no era posible ya que se dirigió a su padre con familiaridad, bueno si no se lo decían, tendría que averiguarlo.

 

 -…hola…- dijo desprendiéndose de su papá, casi empujándolo. Se acercó a la mujer de dulce mirada, y con dulce se refería a que desprendía gran        empatía  puede que sea una monja…  pero no, la ropa  era demasiado, no-monja. Calificó de dulce también la mirada de la mujer, por que en su vida había visto unos ojos color chocolate-caramelo tan hermosos como esos, eran atrayentes, podría tener una mirada de una santa, pero existía algo más, no sabía que, pero sentía que esa forma de mirar reflejaba …una fiera en la cama, ¡eso es!¡No es monja! Pero seguramente es una muy buena persona, inocente y toda esa mierda, pero… una fiera en la cama… o por lo menos algo debe tener, mirada de inocente sensualidad, esas son las peores!! O mejores? Ay no sé! Pero de que son peligrosas lo son!. Demonios va a pensar que estoy loca, mirándola como si fuera un animalito raro!!

Sin más retomó la decisión de presentarse, no quería quedar como tonta - …soy Alice, la hija casi reventada de Raymond –bromeó acercándose a la misteriosa mujer y extendiendo su mano.

 

  -…hola Alice, mi nombre es Agatha, gusto en conocerte…- le sonrió, mostrando una blanca dentadura -…tu padre me ha contado muchas cosas sobre ti.

 

Se sentía más relajada, esa mujer no era quién pensaba y en sí se notaba  buena persona, nada de que preocuparse.

 

  -…Oh! Por Dios! – dijo Alice rodando los ojos - espero que hayan sido cosas buenas – mirándola con curiosidad, vio como Agatha extendía su mano para estrechar la suya. Se fijó en esa mano, blanquísima, de finos y largos dedos, esperando de nuevo no quedar como una tonta mirando una mano…UNA MANO por todos los cielos! dirigió su mirada a esas bellas facciones. El contacto fue breve. Tan pronto como sintió la mano de Agatha tocar la suya, debió terminar el contacto, el toque la hizo sentir nerviosa y un suave hormigueo recorrió su brazo. Soltó la mano de esa mujer con brusquedad y desvió la mirada de ese bonito rostro.

 

Esto no está bien.

 

-         no, no te preocupes, son cosas buenas, ¿verdad Raymond?- expresó Agatha, se sentía un tanto rechazada, el saludo de Alice fue extraño, ni que ella tuviese la mano con ácido. Se acercó al hombre, necesitaba su cercanía, sentirse acogida y segura…bueno esa niña no tenía la culpa, no sabía de su situación.

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Raymond estaba pendiente de todo, del extraño saludo por parte de su hija, de la mirada de tristeza de Agatha, algo estaba ocurriendo, solo esperaba que su convivencia  fuera armónica.

 

-         por supuesto que le he contado solo cosas buenas Alice, acaso ¿dudas de mi?- puso su mejor cara de ofendido, pero no aguantó, terminó riendo, echando abajo su afirmación.

 

-         Oh papá ¿por que tienes que decir cosas vergonzosas? ¿Que te he hecho yo? dime, ¿que te he hecho?, por que si lo deseas yo también puedo contarle a Agatha ciertas cosas vergonzosas que sé sobre ti – comenzaba una guerra, Agatha lo presentía y era mejor detenerla, por muy gracioso que fuera enterarse de los pormenores de las personas que tenía al lado – por cierto Pá, ella es tu novia?

 

 

-         qué?! – su padre había pasado de el más tenue color canela, a un furioso rojo grana…así que es tu novia

 

-         no, no somos novios, solo soy una amiga que…vino a saludarlo durante un tiempo- ya más tranquila volvió a sonreír a Alice, tal vez la jovencita era reacia a saludar, o pensaba que era una busca fortunas tratando de mancillar a su padre y robarle su dinero. Nada más lejano a la realidad, solo buscaba apoyo. – además sabes como es tu padre, un obsesionado por el trabajo, nunca funcionaríamos juntos, así que tranquila.

 

-         Que tonterías dices hija – Raymond sonreía con un deje de tristeza.- pero vamos, pongámonos al día camino a casa, muuueeero de hambre – dijo sobándose su inexistente pancita.

 

Raymond levantó la pequeña maleta de Alice y se encaminó a la salida, Agatha lo siguió entablando conversación rápidamente. Aún esa mujer era un misterio, solo sabía que  era una amiga de su padre, o eso pensaba ella, ya que por las miradas embobadas que le enviaba Raymond era obvio que el sentimiento no era recíproco. Por dios papá! Dignidad! Se te nota a leguas de distancia que babeas por esta mujer, pero…ella no lo sabe… o si? Naah imposible que no lo sepa, y si no es así…tendré que darles un empujoncito.

 

Con esos pensamientos comenzó a andar, y… mierda que se había quedado atrás! Apenas los veía, afianzó el agarre de su bolso y corrió un poco. Tan enfrascado iba su padre que ni cuenta se dio que le faltaba la pequeña acompañante, oops!

 

-papá!!! Papá espera! – él seguía avanzando, riendo como un poseso sobre algo que había dicho Agatha – oh mierda, como avanzan tan rápido?! Y la jodida amiga pareciera que tiene ruedas en los tacones-  era demasiado, comenzó a correr a toda marcha, ¿desde cuando el hall de la estación era tan grande?, sentía que fueran kilómetros – casi Alice casi – estaba cerca, cerquita… se vengaría, ooh si que se vengaría. Calladita y a toda velocidad como iba, ya faltando unos cuatro metros tomó impulso, mucho impulso y saltó al cuello de su padre – malditooo!  Te vengo gritando hace como tres kilómetros! Y si me pierdo? Si me raptan y me violan?

 

-         iih..Alice!… oh, lo siento mucho. Pensé que nos seguías- respondió cariñoso, sin ninguna dificultad y sin trastabillar ni un centímetro ante el peso de una adolescente de casi 17 años. Hizo un movimiento extraño y terminó abrazando a su hija nuevamente, le sonrió con cariño, solo con él y Lucy se mostraba así de infantil, siempre sería su pequeña niña.

 

Solo con papá, mamá…y Becca.

 

De pronto su padre se tensó y la soltó, volviéndose a mirar a Agatha. Estaba pálida, y quieta, unos pasos más atrás que ellos. Pero si estaba al lado de papá cuando salté…

 

Miró a su padre, se le notaba preocupado.

 

-         estás bien Agatha?- dijo con voz muy suave, acercando su mano a la de la mujer de pasmado semblante.

 

      - ah? – Sus ojos estaban nublados, ella estaba en otro lugar, no en esa estación.- si… estoy bien- esos ojos, de profunda mirada poco a poco comenzaron a recobrar brillo, se le notaba tensa, muy tensa y Raymond no se quedaba atrás, parecía desesperado en buscar algo que alejara a Agatha de lo que fuera que pasara por su mente.

 

  Necesitaba liberar esa tensión, ese ambiente pesado que se estaba formando, regresó donde estaba su padre y Agatha, ellos se miraban en una muda conversación que no comprendía, era incómodo.

 

  Salvó la distancia que la separaba de los dos adultos y tomó ambas manos, apunto estuvo de soltar la blanquecina nuevamente, pero debía aguantarse sino nunca saldrían de esa puta estación.

 

-         ya vamos porfis que también me dio hambre – dijo jalando ambos cuerpos hacia la salida, con su mejor sonrisa – Agatha se quedará a comer con nosotros papá?

 

Con esto,  ambos adultos volvieron a la realidad, ya hablarían después, en privado, tomando una copa de… ya verían que.

 

-         eh… sí, se  quedará. De hecho Alice, se me había olvidado comentar que… Agatha se quedará una temporada en nuestra casa – dijo de lo más campante cruzando la puerta  giratoria de la estación.

   

-         espero que no te moleste pequeña -  murmuró la pelinegra – digamos  que estoy tratando de apartarme del trabajo por un tiempo, o empezar de nuevo en otra cosa, no lo sé- con esa extraña oración Agatha siguió a su padre fuera de la estación.

 

No entendía, no entendía absolutamente nada y aún más, no serían solo su padre y ella, sino Agatha, su padre y ella…bueno tampoco estaba tan mal, podrían llevarse bien,  era una buena persona y solo era un tiempo el que tendrían que convivir, sin esperar más cruzó la puerta hacia su nueva no tan nueva “amada”ciudad.

 

Sintió los rayos del astro rey cegarla al momento de cruzar la entrada, le tomó unos segundos acostumbrar la vista,  y a pesar de las punzadas abrió sus verdes ojos totalmente para no perder detalles de lo que la rodeaba…la ciudad.

 

La estación de trenes quedaba en una linde de Rogertcity. De allí podía tener un atisbo del caos en el cual viviría, ok no era para tanto, pero a ella le gustaba un estilo de vida tranquilo, esa ciudad era unas tres veces más grande que Astard, cientos de miles de habitantes más que Astard.

 

Alto ahí Alice… recuerda …enamorarte de la ciudad, veámosle el lado bueno, tendré muchos lugares que conocer y ahora que soy mayor podré recorrerlos todos, además no es tan fea…mira! allí hay una placita…aaah no es tan malo.

 

-         papá viniste en auto?- a pesar de estar todas esas horas en tren estaba cansada, y lo menos que quería era hacer uso del transporte público.

 

-         oh yes Alice…y esa es otra noticia que se me había olvidado mencionar – dijo con tono misterioso. Vio a Agatha que sonreía tranquila como siempre, esta mujer es demasiado tranquila. -  cambié el auto, recuerdas ese viejito Chevrolet?

 

 

-         ay pá no era viejito! era lindo y muy espacioso…bueno yo era pequeña, creo que hasta un carrito de super habría sido espacioso para mi – mientras caminaban rumbo al dichoso auto, Alice recordaba que hace tres años atrás o cuatro, no recordaba bien. Medía cerca del metro cuarenta centímetros, y de repente de la nada paaff dio el estirón llegando a su 1,65 metros, había sido raro cada día se sentía un poquitín más alta.

 

Chocó con algo mientras continuaba absorta en sus pensamientos, como un niño puede crecer tanto? De la nada? extendió las manos, es increíble como el cuerpo humano se desarrolla tan rápido en ciertas etapas de la vida, delineó algo suave, firme y estrecho, buscaría algo sobre eso, tal vez tenía algún problema endocrino! muy estrecho…seguía en sus pensamientos, hasta que notó calidez y miró hacia al frente.

 

-         Ay!!! lo siento Agatha!!! perdón perdón! – lo suave, firme y estrecho que le había obstaculizado el paso había sido el cuerpo de Agatha, lo que hasta hace un momento atrás estaba delineado con sus manos, era su cintura y que cintura Dios mío. De hecho …seguía con sus manos ahí!!! Pero ahora estaban quietas…Agatha no la estaba escuchando…solo miraba con ausencia sus brazos - ¿Agatha? ¿estás bien?

 

-         si… estoy bien- respondió media absorta- no te preocupes – y ahí estaba nuevamente esa sonrisa perfecta – solo que no pensaba que fueras tan cariñosa pequeña- dijo estirando sus brazos para abrazarla, tal vez en Alice también conseguiría el apoyo que necesitaba.

 

-         Que? Argh!- se quejó al sentir el abrazo, no, no, no, no, esa sensación no le gustaba para nada, esa electricidad recorriendo su cuerpo, no sabía bien a que se debía, ok ok si lo sabía pero era extraño con alguien que recién acababa de conocer, podría ser una reacción normal, tal vez si alguien desconocido la abrazaba sería así siempre. Era incómodo, extraño, y moría de nervios y esa maldita corriente, debía soltarse, era lo único que sabía- podrías soltarme por favor, papá se está riendo de mi!!- era una orden no una petición, pero Agatha no se daba por aludida estoy comenzando a pensar que esta mujer vive en su mundo.

 

-         Lo siento es que eres tan tierna y pequeña, bueno no tan pequeña! yo fui la menor de tres hermanas sabes? Siempre quise tener una hermana pequeñita, y como vamos a estar juntas mucho tiempo podríamos llevarnos como tal, Raymond puede ser nuestro padre – sus ojos realmente demostraban anhelo, y su padre quedó en shock ante tal…cruel rechazo de la más mínima posibilidad de ser visto no solo como un amigo de Agatha. Pensaba que podría tener esperanzas y esta viene y dice que quiere que sea como su padre. Oh mierda! Esto deja en claro que nunca pasará nada, que crueldad! Las mujeres son muy malas, muy muy malas, mejor seré célibe por el resto de mi vida, o me volveré gay o zoofílico, no eso no. Célibe eso!  Sin más que sobrellevar su infortunio se dispuso a subir al vehículo.

 

-         Chicas…podrían subir al auto por favor?- soltó a Agatha, la cual tenía a su nueva hermanita contra su pecho … y, en ese momento Alice se dio cuenta…

 

-         UN AUDI?! TE COMPRASTE UN AUDI?!- dijo a todo pulmón, así era, un hermoso Audi a7 Sportback, de lustroso color negro, imponente y elegante estaba frente a sus ojos- No era que te gustaban los autos de bajo perfil? Un audi no es lo que podría decir un auto de bajo perfil papá!

 

-         Oh es que, me dije “Raymond es hora de que comiences a disfrutar de la vida”, así que vendí el otro y con un poco de dinero que tenía ahorrado y cuotas mensuales compré a mi segundo hijo – pronunció acariciando el auto, con su desamor ya olvidado, casi- Lup te presento a tu hermana Alice, Alice el es Lup, tu hermano menor – dijo con ceremonia- mucho cuidado cuando lo saques a pasear.

 

-         Sacarlo a pasear? O nonononono … yo no sacaré a pasear a esta cosa, me daría miedo hasta frenar muy fuerte- por todos los cielos ni si quiera respiraré cerca de él! tal vez una partícula lo choca y se raya!!!

 

Los tres abordaron sobre Lup, el cual dichoso iba recorriendo las calles de esa enorme ciudad con el destino único de arribar en la residencia Davoi.

 

 

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Ya camino a casa, hablaron de cómo había sido el viaje de Alice,  de cómo Agatha, una joven de 24 años y brillante bioquímica, trabajaba para el centro de desarrollo de biotecnología del país siendo muy reconocida como una de las mejores profesionales de ese ámbito. Le explicaron también que, la morocha se tomó unas vacaciones por un fuerte cuadro de estrés al estar trabajando en varios proyectos a la vez, este periodo inactivo era con el fin de replantarse el rumbo al que quería dirigir su vida, es por esa razón que pasaría una temporada con ellos.

 

 Ella y su padre eran amigos hace unos cuantos años, se conocieron en un congreso de química cuando Agatha tenía 20 años y Raymond 32, éste impartía uno de los temas a tratar en el congreso, mientras que Agatha era una preguntona niña sabelotodo, que lo atosigaba con preguntas demasiado bien enfocadas y exigentes. Aun ambos recuerdan como luego del congreso la hermosa mujer siguió a Raymond en busca de la respuesta a una pregunta totalmente ignorada por el prestigioso profesor, y de esa conversación en un principio un poco brusca, surgió sin más el respeto mutuo y la simpatía.

 

Alice iba feliz escuchando las anécdotas de su padre y Agatha, no perdía de vista como su padre enviaba fugaces miradas a esa mujer de hipnóticos ojos,  a la vez que ella conversaba y reía, no pudo evitar fijarse en esa figura… desde donde estaba, tras el asiento del piloto, podía verla de perfil perfectamente, era hermosa. Comenzó desde su cabello, de anchos y largos rizos tan negros como el ónix, se notaba fino y bien cuidado, brillaba intensamente. Un poco más abajo de ese cuasi flequillo, estaban unas cejas perfiladas, delgadas y angulosas, entregando sensualidad a ese rostro un tanto inocentón, unos párpados maquillados a la perfección junto con unas pestañas hermosamente tupidas, luego estaban esos ojos, tan intensos que brillaban desde un chocolate cálido, a caramelo suave e incluso imaginaba haber visto en algún momento en el que los rayos de luz encontraron esos ojos…que mostraban un marcado color ámbar, ya tendría tiempo de descubrirlo; su vista se posó en esa nariz pequeña y respingada, cara con forma de corazón y unos labios hermosos y llenos.

 

Perfecta, no existe otra palabra para describirla.

 

-         sucede algo pequeña?- despertó de su ensueño, ¿en qué momento Agatha se había dado cuenta que la observaba?¿cuánto tiempo estuvo mirando ese hermoso rostro? No lo sabía pero seguramente fue el suficiente para alertar a la mujer de ambarinos ojos, que vergüenza, y encima sentía que se estaba poniendo roja- Alice? Estás bien? Tengo algo en la cara?

 

-         ah? Qué? No, no, no, no tienes nada! no te preocupes me quedé mirando hacia adelante y luego me perdí en mis pensamientos- mentira! Sabía que su excusa no era creíble, que cualquier persona se daba cuenta cuando alguien enfocaba la vista  o se “quedaba mirando a la nada” y ella si que tenía enfocada la vista hace algunos instantes…debía pensar rápido, que situación más bochornosa – papá donde vamos? – BINGO!!!! esa era su llave de salida, bendito fuera que no reconociera el lugar, pero había sido hace más de tres años, era obvio que no recordara.

 

-         Vamos  a casa Alice – sonrió el hombre. Vio de reojo a Agatha, esta se mostraba curiosa por la persistente observación de la castaña, no comentó nada, no creía la versión que le habían entregado pero,  no era algo demasiado importante.- por que hija?-

 

-         Por que… no recuerdo este recorrido papá… no pensaba que mi memoria fuera tan frágil- primero había sido una vía de escape, pero concentrándose en lo que estaba fuera de la ventana… realmente no reconocía nada… oh no… todo era mentira, su padre ya había intentado matarla antes rompiéndole las costillas, aparentemente su secuaz no estaba enterada del plan, pero ahora la irían a lanzar a alguna zanja. Pensamientos imbéciles…como los amo jaja. – debo estar volviéndome vieja

 

-         oh querida eso debe ser- correspondió a su hija con una sonrisa a través del retrovisor- o puede que tal vez sea por que… cambié de domicilio, hace dos semanas jiji!- Agatha lo miraba con sorpresa, Raymond solo expresaba cara de maldad – no te lo dije?- preguntó jocoso.

 

-         PAPÁ NO! NO ME LO DIJISTE! Hay algo más que no me hayas dicho?- como era posible, vejo de mierda ocultador de cosas!- no sé… tal vez que te casaste?

 

-         Oh!!! ¿no te lo había dicho? Conocí una mujer el año pasado, su nombre es Hayley, Hayley Jorvix, es preciosa, rubia y alta, tiene 33… nos casamos hace unos meses, nos espera en casa- dijo con alegría destilando por sus maduros ojos verdes. QUÉ?! Su rostro era un caos, en serio? Y no le había dicho nada?! Lo mataría, si era necesario utilizaría el estúpido, pero hermoso auto para matarlo, sus cejas se contrajeron, estaba apunto de saltarle al cuello, sin embargo una linda voz  fue la salvación de su padre.

 

-         Mentira! Oh Raymond no seas infantil! Alice, no se ha casado, si cambió de casa, pero no se ha casado, sabes que con su trabajo y lo adicto que es a él no lo dejaría por nada- oh! un buen punto. De fondo escuchaba la risa ahogada de su …casi difunto padre, lo extrañaba, no se había dado cuenta de todo lo que extrañaba a ese hombre, y comenzó a reír también, ese estúpido con sus bromas! como lo amaba! Echaba de menos a Lucy, pero le quedaba la recompensa de que tuvieron una gran vida juntas, siempre tan tranquila y apacible (o bueno casi), y ahora con su padre estaba a punto de darle un calambre en el estómago de tanto reír, era su turno, ella y papá, aunque ese hombre de ojos verdes lo pagaría! Oh si que lo pagaría, le dio un zape en la cabeza, eso para empezar.

 

-         Ay! Estoy manejando! Respeto a los mayores por favor - se quejó con una sonrisa en los labios- ya estamos llegando

 

-         Aaaah calla mentiroso!- fue una orden… seguida de esa sonrisa que no podía evitar al estar junto a su padre.

 

Doblaron en una esquina, Alice se percato que habían entrado a algo así como…una avenida de casas, con amplios jardines, podía calcular que eran aproximadamente 8 casas por manzana, unas casas para ella enooormes, de armoniosos colores, con cuidados y relucientes jardines. Podía ver familias jugando, gente paseando sus perros, niños correteando, etc. El lugar era gigante, unas 10 manzanas a la redonda con la misma estructura, desde esa calle se podía ver todo, al fondo de esas casas había un atisbo de algo así como un parque, también se podían observar mini placitas con árboles y banquitas, también  podía ver que habían dispuestas otras con mayor tamaño llenas de juegos infantiles. Era hermoso.

 

-         santo cielo papá ¿qué es este lugar?- estaba anonadada, de verdad viviría ahí? No era lo típico de la ciudad, llena de ruido y gris, esto era verde, un verde silencioso lleno de alegría.

-         Este lugar es tu nuevo hogar – sonrió – bienvenida al Parque Schwartz!- dijo con dificultad- uff ni te enteras de cuanto me cuesta pronunciar el jodido nombre,  sé que, la ciudad no te gusta mucho, y que te gustan los espacios abiertos y la naturaleza así que busqué y busqué, y di con esto, queda un poquitín alejado del centro pero…lo vale, es precioso y muy muy tranquilo, te gusta?

 

Por mi! Aaaaaw lo hizo por mii, eres el mejor papá del mundo Raymond.

 

-         me fascina papá! Pero  cuanto sale? No quiero que gastes todo tu dinero en una casa solo por mi! Y te queda muy lejos del trabajo?- estaba preocupada, la comodidad de su padre era igual de importante. Sintió la mirada de Agatha sobre ella destilando ternura, aparentemente le encantó que su nueva hermanita estuviera tan preocupada por su padre.

 

-         Me alegro Alice, no te diré cuanto salió, solo que ya es nuestra, o casi casi casi nuestra – le guiñó el ojo-  tenía un poco de dinero ahorrado – un poco!! Qué? somos millonarios y no lo sabía?- y cubrí una gran parte, ahora solo quedan unas cuotas chiquitas, así que podemos decir que es nuestra, no tengo problemas con llegar al trabajo no te preocupes- así de sencillo, si para su padre el tema era tan fácil, para ella también lo sería, así que solo le quedaba disfrutar de su nuevo hogar!

 

-         eh papá…- estiró su falda mientras miraba como las casas avanzaban frente a sus ojos– que tan lejos queda este lugar de la escuela? Y para empezar… ya haz pensado donde puedo entrar? Veo difícil que  me acepten a esta altura del año.- ese era un tema importante, con la muerte de Lucy y el cambio de hogar la habían retirado de la escuela, ellos entraban a principios de marzo, y estaban en septiembre.

 

-         Pues para que veas que soy genial, hablé con una conocida que es amiga de la directora de un colegio, dijo que sería un poco complicado, pero que tomarían en cuenta las notas que tenías hasta el momento y las pondrían con tus asignaturas de ahora, así que no sería problema, pero que dependía absolutamente de ti conseguir las materias y ponerte al día en clases – sonó preocupado, miró a Alice por el retrovisor y vio su cara de espanto, sabía que su  hija no era muy buena sociabilizando, buscó esos ojos tan similares a los suyos, y en ellos notó resignación, y ESO damas y caballeros, era  excelente! su hija por lo menos lo intentaría y eso lo dejaba tranquilo. Miró a su derecha, la apacible Agatha miraba hacia el frente, de vez en cuando tornando los ojos para ver hacia atrás, hacia Alice. solo esperaba que ambas se llevaran bien el tiempo en que Agatha se hospedara con ellos, y sabía que en algún momento deberían explicarle a su hija las verdaderas razones del por que estaba allí, solo debía esperar  que la pelinegra lo deseara.

 

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