Oscuridad… Odio… Temor… Angustia…

Son algunos de los sentimientos que se viven cuando uno vive en el más impuro de los estados, Ciel Phantomhive siempre había vivido como un niño impuro, como un humano impuro en busca de una venganza.

Ahora vivía como un Demonio, y el mundo de impureza que había vivido durante toda su vida había crecido.

Humillación e Ira eran los sentimientos presentes en la vida de Sebastián Michaelis, pues  paso de ser uno de los más poderosos demonios a él lacayo de un demonio neófito incompleto.

Paso de ser un servidor del diablo a una de sus víctimas, pues había sido condenado a su propio infierno gracias a ese ente que antiguamente era uno de los manjares más deliciosos que se podía encontrar en la tierra, cubierto por impureza de la mayor calidad que en el centro guardaba la más jugosa, dulce y exquisita inocencia, dulzura y pureza jamás antes vista.

Ciel conocía los sentimientos de Sebastián desde el principio y lo disfrutaba… era divertido, sentía un indescriptible placer al pisotear el orgullo del demonio… pero conforme había pasado el tiempo se había empezado a aburrir y la triste expresión en el rostro de Sebastián ahora representaba una deuda que tenía por pagar (darle su alma)… y aun que no podía pagarla de el modo planeado, el seguía siendo Ciel Phantomhive, y Ciel Phantomhive no le debe cuentas a nadie.