Adam es un buen chico, respetuoso, bastante ingenuo y desesperantemente perseverante. Está acostumbrado a obedecer  y a seguir reglas. Es hijo único de un matrimonio trabajador y el mejor alumno que un colegio de bajo prestigio podría desear, pero desde su último cumpleaños la testosterona le complica el existir.

Matthew, por otra parte, es desconsiderado, perspicaz y desconfiado hasta la muerte. No deja la casa sin su navaja, no gasta dinero si no ha comprado sus cigarros y no se mete en líos innecesarios. Su familia le teme y sus compañeros prefieren mantener una cordial distancia.

Un encendedor y un arranque de valor, permiten a Adam acercarse a lo que creía un amor imposible. Podría perderlo todo en la búsqueda de nada, pero Adam esta seguro de que ha tomado la mejor decisión de su vida.

Cuando se es pequeño, el mundo funciona de una manera diferente cuando los adultos no están presentes. Tus secretos son tus secretos y te sientes mayor al tener algo que puedas decir que es totalmente tuyo.

Por eso Scott ocultaba con maestría los moratones de su cuerpo y el hambre con el que regresaba siempre de la escuela. Para él era muy adulto ocultarles a sus padres la existencia de Jack. No es que sus padres no supieran que el chico en cuestión existía. ¿Cómo ocultar a tu mejor amigo?

Pero existía una parte curiosa en Jack que el pequeño Scott intentaba ocultar a toda costa.