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XXX por zion no bara

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Notas del fanfic:

 

 

En todos los años que he subido mis fics en Amor Yaoi me he sentido de verdad agradecida por el apoyo y entusiasmo con que han respondido a mis escritos, esto es solo una idea loca y variada por un montón de fics que no se concluían, así que decidí simplemente hacer algo corto con cada una y la verdad es que el lemon es la constante en todas estas tramas, por eso el título y me pareció buena idea para mi aniversario en la página. Lo celebraré por algunas semanas pues son varias historias, de verdad agradezco infinitamente a quienes con sus lecturas y comentarios me han ayudado a seguir todo este tiempo aquí, de verdad, muchísimas gracias.

 

Véanlo como una película condicionada no muy buena, con muchísimos clichés y con el simple ánimo de entretener, por eso las historias son cortas, rápidas y hasta puede que sin mucho sentido pero quise hacerlo así. Solo me queda esperar que les agrade o por lo menos los haga pasar unos minutos entretenidos, me dediqué a los dorados solamente por ser los personajes con los que más trabajo. Algunas parejas ya las he utilizado, otras son nuevas para mí pero se trataba de utilizar a los guardianes de las doce casas en su propia trama y de compañeros de alguien más, así que verán a cada uno un par de veces.

 

Muchas gracias a quienes lean de antemano y a quienes comenten pues mucho más, espero tener opiniones de este fic y que no sean muy inclementes, se trata únicamente de entretenimiento. Así que sin más preámbulos los dejó con mi fic de aniversario.

 

Atte. Zion no Bara

 

 

 

 

Notas del capitulo:

 

Producciones Zion no Bara se complacen en presentar lo mejor en entretenimiento para adultos, una colección de doce historias con los hombres más candentes, las historias más audaces, y los finales más felices. Disfruten de sus actores predilectos en una colección única, diseñada para los amantes del sexo entre hombres, donde sus protagonistas harán todo para complacer sus fantasías.

Todos los intérpretes cuentan con dieciocho años o más de acuerdo con las leyes federales.

Ninguno de los protagonistas fue lastimado durante la creación de este trabajo.

 

La oveja

 

Era un día lento en los cuarteles, para el joven oficial Mu de Aries resultaba un poco frustrante estar sin hacer nada y decidió tomar un almuerzo largo y después pasar por el gimnasio y trabajar un poco. Se sentía algo incómodo desde que su compañero, Death Mask de Cáncer, terminara con su relación. Hacía semanas de eso y aún no terminaba de adaptarse a la idea de que no estaban juntos. Seguía pensando en eso mientras escalaba por uno de los muros de entrenamiento, una idea más lo asaltó durante la escalada: llevaba esas mismas seis semanas sin sexo. 

Nunca había durado tanto en un ayuno sexual, lo cual no se sospechaba debido a su aspecto tan gentil y delicado, esos enormes ojos verdes, los cabellos lavanda, los curiosos puntos en su frente en lugar de cejar, la delgada complexión. Le gustaba el sexo como al que más pero desde su rompimiento no había encontrado a nadie que le llamara siquiera la atención para hacer algo más que charlar.

El de Aries terminó por sonreír para si mismo, se estaba excitando tan solo de recordar a su antiguo compañero de Cáncer, era mejor dejar las cosas como estaban, así que terminó con la escalada y se decidió por ir a cambiarse a los vestidores por algo más ligero y tratar de hacer algo de músculo. Esperaba al menos que no hubiera nadie en las pesas del lugar para sentirse cómodo. Ser tan delgado a veces levantaba comentarios sobre su capacidad para ciertas tareas. Además así quemaría el exceso de energía. Al llegar a la sala que deseaba se alegró de que no hubiera nadie y por la hora no era inusual.

Entró al gimnasio el de ojos verdes, definitivamente parecía vacío, estaba por seguir como si nada cuando se percató de que había alguien en el lugar. En una de las esquinas se encontró con una visión que sin poderlo evitar lo excitó: Aioros de Sagitario. El joven castaño era apuesto y atlético, aparte de vestir en esos momentos solamente unos pantaloncillos bastante cortos. Recostado sobre una de las planchas, sus piernas separadas, los músculos tensos, estaba maravilloso mientras levantaba las pesas sin dificultad.

Mu miraba al otro joven de ojos pardos tratando de no babear. Hasta ese momento jamás había visto al castaño sin su uniforme. El de ojos verdes sabía que ese morocho estaba en buena condición física y con mucha frecuencia había admirado su excelente físico, sus castaños cabellos y sus brillantes ojos del mismo color. Pero lo que nunca se imaginó era que ocultara ese cuerpo bajo el uniforme, abdominales de lavadero, bíceps bien definidos, piernas increíbles y recostado sobre su espalda. Justamente el de cabellos lavanda se estaba preguntando si el resto del paquete, lo que estaba cubierto, estaría tan bien, cuando una voz lo interrumpió de su ensueño.

  • Hola Mu—saludaba  el castaño—Es un buen día para entrenar.

Mu se dio cuenta que casi babeaba y que necesitaba dar una respuesta que no revelara lo que estaba pensando.

  • Hola Aioros ¿Sabías que no deberías estar haciendo esto sin que alguien te ayude?

No pudo evitar darse cuenta que su voz estaba algo aguda al hablar, necesitaba controlarse un poco.

  • Si, lo sé—decía el castaño—Primero estuve jugando con las pesas más pequeñas esperando que alguien apareciera pero…no llegaba nadie.

El de Aries solo suspiró ¿Aioros consideraba cien kilos poco peso? Era mucho más de lo que él mismo pesaba. En eso el castaño se puso de pie, permitiendo que esos pantaloncillos revelaran algo más, como el hecho de que no parecían contener mucho lo que cubrían.

  • ¿Podrías ayudarme Mu?

Claro que si, eso lo pensaba el de Aries, aunque logró dar una respuesta algo menos agresiva.

  • Si.

Entonces perdió todo el poder de hablar ya que el castaño caminaba hacia las pesas para ajustarlas. Era tan lindo ese castaño, ya fuera que caminara hacia ti o se alejara, el de mirada verde no dejaba de darse un festín con ese bien formado y firme trasero  y cuando lo vio agacharse sin doblar las rodillas fue asunto decidido, al menos para el de Aries que se dijo a si mismo que lo seduciría.

El de mirada parda dio vuelta después de colocar más peso en las pesas, estaba listo para seguir.

  • ¿Estás listo Mu?

No sabes cuanto, pero eso solo lo pensaba el de brillante mirada verde. Pero en ese momento se dio cuenta de algo más, utilizaba unos pantaloncillos entallados y se preocupó un poco de que el castaño se diera cuenta de lo listo que estaba. Solo dio por respuesta un sonido de que estaba listo y esperaba que el morocho no se diera cuenta de nada.

El castaño se recostó de nuevo y el de cabello lavanda tomó su posición para estar listo y apoyarlo con las pesas, en la parte alta, pero justamente por eso se dio cuenta que el rostro del de mirada parda quedaría sin inconvenientes a la visión de sus pantaloncillos ¡No podría evitar que se diera cuenta! Así que de inmediato el de ojos verdes se dijo que necesitaba tener pensamientos de algo nada sexy, pero la mera imagen del castaño tendido frente a él, medio desnudo, con los músculos fuertes y tensos, el sudor brillando en su piel, hacían que fuera imposible.

Sin embargo Mu estaba tan concentrado en su problema que no se dio cuenta que el de mirada parda estaba teniendo uno muy similar. Intentaba concentrarse en el peso de la barra pero sus ojos continuaban desviándose a ese ángel de mirada verde a su lado. Nunca había visto al de Aries fuera de la ropa que utilizaban de manera regular y sus uniformes, y definitivamente lo estaba disfrutando, esa piel blanca de porcelana que parecía tan suave, la esbelta silueta. Lo disfrutaba tanto que empezó a excitarse. Los pequeños pantaloncillos que vestía no ayudarían a cubrir ese hecho, intentaba concentrarse en el peso a levantar pero la verdad era más placentero imaginarse levantando a Mu.

Aioros miró a Mu, el de ojos verdes parecía concentrado en su labor, sin quitar la mirada de la barra, el de ojos pardos se preguntó que era lo fascinante de eso pero justo en ese momento se dio cuenta de algo que casi lo hizo dejar caer todo ese peso sin más. Esos pantaloncillos del de Aries estaban mostrando lo que era definitivamente una erección en toda regla. Así que la mirada parda buscó de inmediato esos ojos glaucos del de Aries. El de cabellos lavanda no se había dado cuenta que el de Sagitario se había dado cuenta.

La mente del castaño procesaba la información ¿Mu lo deseaba? Bien, no había nadie más en la sala, y él sabía que ese bello joven de Aries prefería la compañía de los hombres, así que no tardó en poner dos más dos en su sitio y la verdad era que en su mente eso dio sesenta y nueve de alguna manera. Ese iba ser un excelente ejercicio. Así que no tardó en dejar las pesas en su sitio y de inmediato buscó el rostro del de Aries y deliberadamente lanzó una propuesta.

  • ¿Te gustaría intentarlo Mu?

El de cabellos lavanda casi se lamió los labios, pero logró concentrarse un poco para responder.

  • Es muy grande para mi…quiero decir, muy pesada.

  • No es problema—el castaño de inmediato retiró algo del peso—Apuesto que eres más fuerte de lo que la gente cree.

  • Me gusta mantenerme en forma.

  • Así parece.

Mu tuvo que tragar saliva, si no lo conociera estaría pensando que el castaño estaba haciendo un avance hacia él ¡Se suponía que él era quien iba a seducirlo!

  • Hagámoslo entonces—dijo Mu.

Un instante después se deslizaba entre Aioros y el peso que debía levantar, con lo cual accidentalmente su cuerpo se frotó contra el de Sagitario. Estaba en el sitio requerido, esperó a que el castaño tomara su posición.

  • ¿Estás listo?—preguntaba Mu.

  • Siempre estoy listo—decía de manera seductora el de mirada parda.

  • ¿Siempre?—preguntaba medio sorprendido el de ojos verdes.

  • ¿Te gustaría averiguarlo?—decía el otro mirándolo directamente a los ojos.

  • Si—susurró mirando a ese apuesto joven sobre él.

Aioros se arrodillo a un lado de Mu, el de Aries le acarició el cabello, así que sin más los dos se buscaron con los labios, respirando agitados, deseaban probarse casi con desesperación, querían hacerlo en ese momento. El beso se volvió salvaje en un instante, ambos respondían separando suavemente sus labios y dejando que sus lenguas se encontraran, se sentía tan bien. El de mirada verde empezó a recorrer con sus manos cada parte del castaño que pudiera tocar, como si estuviera memorizándolo, llegaba hasta su cabello y hundía sus dedos entre la sedosa cabellera, empezó a gemir pues las manos del otro joven estaban sobre él.

Aioros estaba sorprendido de lo responsivo que era ese aparentemente delicado joven, de inmediato llevó sus manos por debajo de la camiseta del de ojos verdes y sus dedos no fueron tímidos en tomar los delicados pezones, el dueño respondió gimiendo y moviendo su cuerpo de una manera que pedía más. Rompieron el beso por unos momentos, así que el de mirada parda apartó la camiseta del de mirada verde y al lograrlo besó, acarició y lamió su pecho, mordió ligeramente los delicados pezones produciendo otra serie de gemidos, entonces el castaño lo besaba hacia abajo con más fuerza, excitándose al mismo tiempo por saber lo que seguiría.

El de cabellos lavanda se arqueaba sobre la plancha, perdiendo todo el control lentamente, ese castaño sabía exactamente que hacer para enloquecerlo. Mientras sentía esos besos bajar y bajar un poco más, él gemía un poco más y más. Pero de pronto el de mirada parda se detuvo.

  • ¿Quieres que cierre la puerta con seguro?—le preguntó.

  • No quiero que te detengas—fue la respuesta que obtuvo—A menos que tú quieras hacerlo.

Pero la verdad era que a ambos les excitaba un tanto la idea de saber que podían descubrirlos, el morocho sin más se reía.

  • No me importa Mu, no tengo nada de que avergonzarme.

  • No, no tienes de que avergonzarte, eres increíble.

Justo en ese momento el castaño jugaba con el cordón de sus pantaloncillos.

  • Eres como un ángel, un hermoso ángel—decía el de mirada parda—Y quiero verlo todo de ti.

Con eso apartó la prenda y sin más la excitada virilidad del de Aries estaba libre.

  • Hermoso—dijo el castaño.

El de Aries sintió como esa dulce boca lo besaba en la punta justamente y sin más lo envolvía lentamente llevándolo a la cálida y húmeda cavidad que lo complacía, de tal manera que no podía sino arquearse y gemir por el placer, hundió sus manos en el cabello castaño pidiéndole que continuara con lo que estaba haciendo, que no se detuviera, que su lengua siguiera jugueteando mientras lo disfrutaba y casi sentía que se caía de la plancha, todo fue aún más intenso cuando una mano se deslizó entre sus piernas, acariciando la cara interna de sus muslos y separando esas esbeltas piernas por completo, dejándolo expuesto y sin ninguna voluntad de resistirse.

  • Aioros, ha sido mucho tiempo—gemía el de Aries.

La combinación de la frustración de las semanas pasadas y las hábiles caricias del de Sagitario estaban siendo mucho para él.

  • Voy a…

  • Bien—logró decir el castaño.

De inmediato redobló sus esfuerzos para complacerlo y supo que lo hacía cuando el de Aries parecía quedarse sin aliento y elevaba sus caderas y arqueaba su espalda, toda una declaración de lo mucho que le gustaba lo que sucedía, unos instantes más y el de cabellos lavandas gemía y terminaba sintiendo un dulce placer mientras su esencia llenaba la boca del de cabellos castaños. El de mirada parda bebió hasta la última gota y lamió sus labios al final.

  • Sabes tan bien como me lo imaginé Mu.

El castaño se puso de pie mientras el de mirada glauca se apoyaba en sus antebrazos para incorporarse un poco.

  • Eso fue maravilloso Aioros, pero ahora quiero probarte. Quítate esos pantaloncillos.

El de Sagitario hizo lo que le dijeron, sonriendo se despojó de la prenda y quedó ante la mirada del otro joven, probando que no estaba fuera de forma de ninguna manera. El de mirada verde pensaba que parecía una de esas esculturas de bronce de los antiguos guerreros, excepto que este guerrero tenía una erección más que deseosa de ser atendida. El de Aries se sentó y quedó a un nivel exacto para la labor que deseaba emprender, delicadamente lamió solo la corona, probando el líquido que ya brillaba ahí, el castaño solo pudo temblar de la emoción. Entonces lo lamió de nuevo, por el frenillo en esa ocasión, una larga línea recta hasta la base y de la base de regreso hasta la ansiosa punta. A la sazón tomó la cabeza entre sus labios y giró su lengua alrededor al final.

  • Oh, Mu, eres muy bueno en esto—gemía el castaño.

Ver como desaparecía su miembro en esa delicada boca, ese angelical rostro, era casi para no creerse. El castaño llevó sus manos al sedoso cabello lavanda, sujetándolo con deseo, entonces el de mirada verde lo tomó por completo, sepultándolo en esa cálida boca que lo estaba complaciendo. Lo hacía y lo hacía muy bien, el de mirada parda no recordaba que se lo hubieran hecho de esa manera antes pero el problema era que al ser tan bueno lo que le estaban dando corría el peligro de que las cosas entre los dos terminaran ahí.

  • Mu—gemía de manera renuente el morocho—Alto, tienes que detenerte, quiero estar dentro de ti ¿Me dejarías hacerlo?

El de Aries se apartó y le sonrió dulcemente, aunque no sin dejar de utilizar su mano para complacer a ese castaño mientras hablaba.

  • Me encantaría Aioros pero ¿Qué podemos usar? No estaba esperando esto exactamente.

  • Pues…tengo algo de loción en mi bolso de gimnasio y preservativos—logró decir el de ojos pardos— ¿Eso bastará?

  • Espero que si—respondió el de Aries.

Se besaron de manera necesitada y apasionada antes de permitir que el de Sagitario se alejara para buscar lo que necesitaban, regresó a su lado en menos de tres segundos pues el bolso estaba a un lado. Al verlo el de cabellera lavanda sonrió y no dudó en ponerse sobre sus manos y rodillas en la misma banca que habían utilizado dejando su firme y redondo trasero al aire de manera invitante.

  • ¿Esto bastará?

Pero la respuesta de Aioros fue colocarse sobre sus rodillas tras el de Aries y frotar su erección contra el sitio que lo estaba invitando a continuar, lo cual fue recompensado con un gemido de súplica de parte del de mirada glauca. El castaño no aguardó para tomar algo de la loción en sus dedos y con cuidado uno de sus dígitos empezó a preparara al bello chico de cabellos lavanda. El de Aries no se quedaba pasivo, no, movía sus caderas y buscaba relajarse, ayudaba a guiar el ritmo para hacerle saber a su compañero que le gustaba lo que estaba haciendo, al verlo tan a gusto un segundo dedo estaba ya en su interior y el de mirada verde empezó a gemir con pasión, cuando fueron tres dígitos el que estaba sobre la plancha no se contuvo y empezó a moverse como lo haría con placer de tener lo que en verdad buscaba de ese encuentro y no meros sustitutos.

  • Por favor, Aioros, date prisa, te necesito, te necesito ahora—pedía mientras buscaba llevar más a su interior los dedos del castaño.

La excitación del morocho también le pedía que se diera prisa así que removió sus dedos y se aplicó en colocarse el preservativo y algo de la loción en su excitada virilidad que se veía deseosa y fuerte, enrojecida por el deseo no satisfecho. Se posicionó en el sitio más propicio y jugueteando un poco más frotó la punta contra la estrecha intimidad que iba a recibirlo, podía verse al de Aries intentando llevarlo a su interior. Como si se cansara de la broma el de Sagitario lo sujetó por las caderas con firmeza y empezó a penetrarlo, deslizándose a ese cálido sitio que le parecía la gloria. El de cabello lavanda lo tomaba poco a poco, mientras el castaño esperaba no estarlo lastimando de ninguna manera pues no había forma de que se detuviera en ese instante.

Absorto por ese delicioso cuerpo que lo recibía, Aioros finalmente se detuvo unos instantes, sepultado completamente en ese delicado joven de mirada verde, su respiración se hacía de pequeños suspiros entrecortados mientras intentaba controlar ese salvaje impulso de embestir al de cabellos lavanda sin restricción alguna. Intentaba moverse despacio, imponiéndose y haciendo disfrutar al de ojos verdes, lo sujetaba con fuerza mientras entraba en él con determinación, se quedaba muy quieto para después retirarse y entrar de nuevo con intensidad.

Pero no era suficiente para el de Aries. Sabía que estaba ahí, lo que anhelaba lo tenía ese castaño y estaba dispuesto a pedirlo.

Miró hacia atrás y con suavidad suplicó.

  • Por favor, hazlo, con fuerza.

Ante esas palabras el de Sagitario simplemente no pudo resistirse y empezó a retirarse lentamente de ese delicioso cuerpo para entrar de la misma manera, el de cabellos lavanda se movía haciendo que sus caderas recibieran cada una de las embestidas por completo hasta que la velocidad del encuentro empezó a aumentar. La velocidad hacia que sus cuerpos sudaran más, que el sonido del golpeteo de su piel se presentara y que la necesidad de seguir incrementara a un punto único entre los dos, al grado de no poder hacer otra cosa que entregarse a sus impulsos.

  • Con fuerza, lo necesito—pedía entre gemidos el de Aries.

Cómo era posible que en esas circunstancias y pidiendo lo que pedía el de mirada verde siguiera viéndose tan inocente era una incógnita que el de Sagitario no podía detenerse a responder en esos momentos, estaba por mucho más interesado en continuar moviendo sus caderas y apoderándose de ese chico que le rogaba por hacerle el amor, así que eso lo decidió todo.

  • Si es lo que quieres, es lo que vas a tener entonces—dijo el de cabellos castaños con fiereza.

Entonces empezó a embestir al de cabellos lavanda con energía, sujetándolo con fuerza por las caderas, tanta que le dejaba marcados los dedos y las uñas en la piel, con tanta fuerza como podía, se podía escuchar la manera en que la plancha se movía del piso al ritmo de sus movimientos. El de mirada glauca encontraba cada acometida con deseo, guiando al de mirada parda más y más a su interior, enloqueciéndolo con su disposición y sacando lo más primitivo y lascivo de su interior.

El de Sagitario nunca antes había tenido la oportunidad de usar toda su fuerza con otros amantes pero ese delicado y apuesto muchacho de ojos verdes tomaba cada embestida y con deseo pedía por más. Estaba tomándolo como nunca antes había tomado a nadie, haciendo votos al mismo tiempo de que no sería la última vez que ocurriera, sus gemidos subían de volumen al grado que ya eran gritos, casi parecía que estaban matando a alguien en la habitación. Pero no iban a detenerse, estaban gozando como nunca antes con ese compañero que los complacía y les estaba entregando todo lo que eran con necesidad y pasión, sumergiendo sus cuerpos en un frenesí que casi no reconocían.

Finalmente el de Sagitario sintió las señales del clímax, estaban claras para él y supo que necesitaba hacer algo más por su compañero, quería que lo disfrutaran juntos; así que guió una de sus manos hábilmente por el cuerpo del de cabellos lavanda hasta alcanzar la rígida virilidad que pendía entre las piernas del de mirada verde y con sus dedos al principio y toda la mano después la frotó con algo de rudeza, al mismo ritmo de las intensas embestidas que le daba. El de Aries gritó el nombre de Aioros antes de que sus músculos se tensaran al máximo y unos instantes después dejara sentir su esencia en la mano del castaño y la plancha que había resistido el encuentro. Por su parte el morocho hizo hacia atrás su cabeza.

  • ¡Mu!—decía con pasión.

Su esencia quedaba dentro del joven amante que poseía con fuerza, entrando una última vez en su cuerpo lo más profundamente que pudo, para un instante después ambos colapsar en la plancha que los recibió, aún unidos, aún el castaño dentro del de cabellos lavanda.

Con algo de calma el de Sagitario empezó a besar sensualmente el cabello del de Aries y este buscó su rostro para corresponderle y hacerle una pregunta.

  • ¿Es verdad lo que me dijiste Aioros?

  • ¿De qué?

Se miraban directamente con los ojos brillando por el placer que habían conseguido juntos, no podía pedir nada más o al menos por el momento, aunque no estaba mal intentar concentrarse en algunas otras cuestiones.

  • Que siempre estás listo—decía sonriendo el de mirada verde.

  • Lo estoy—respondió también sonriendo.

De hecho los dos lo estaban, bien podrían seguir con ese encuentro que habían empezado.

 

 

Notas finales:

La segunda parte es de Tauro.


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