Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Extraños por zion no bara

[Reviews - 14]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Fic dedicado a Serenataurus6 a quien le gusta la pareja y me animé a utilizarla. Me he dado cuenta que parece que te gustan los fics más bien cortos y este lo es, espero que te guste. También espero que les guste a los demás pues nunca había utilizado a esta pareja.

 

Notas del capitulo:

Primera vez que utilizo a estos dos caballeros como pareja, espero que les guste a quienes lean.

Incluyo Extraños en la noche de Frank Sinatra, romántica y una gran inspiración para escribir, lo que está en cursiva es la letra.

 

Milo se encontraba sentado en la mesa del restaurante, le gustaba ese sitio, sobre todo la vista de la terraza, era amplia y hermosa, le recordaba a la casa de su abuelo cuando era niño.

  • Te diría que te quedes quieto pero eso no funciona contigo—solía decirle su abuelo.

Había sido un buen hombre que siempre lo apoyó en todo y no siempre de manera tradicional pero nunca olvidaría lo feliz que estaba cuando podía visitarlo. También se había llevado bien con el resto de su familia, pero sobre todo con una persona en especial.

  • Te vas a meter en problemas Milo—solía decirle.

Como hijo único Milo solo había tenido a una persona de su edad a su lado, su primo Camus. Era un niño bien portado, estudioso y agradable, mientras que él había sido un remolino a opinión de los demás. Crecieron juntos prácticamente hasta los quince años cuando sus padres se mudaron y empezaron a tener otro tipo de vida, pero no por eso se habían alejado o perdieron contacto, siempre habían mantenido un lazo especial entre los dos.

Justamente por eso lazo tan especial era el que podrían verse de nuevo, ya que Milo había llamado a su primo pues necesitaba de su presencia.

Esperó por unos minutos más hasta que hizo su entrada en el lugar un joven de excelente presencia de cabellos y ojos azules, miraba alrededor buscándolo sin duda y unos segundos después ya estaba a su lado.

  • ¿Te encuentras bien Milo?—preguntó de inmediato el recién llegado con apremio—La verdad es que me llamaste de manera tan inesperada que no supe que pensar.

  • Necesitaba hablar con alguien—fue la respuesta.

Ambos tomaron sus lugares en la mesa y se miraron por unos segundos en silencio, los dos poseían hermosos cabellos azules y miradas del mismo color pero a pesar de parecerse en realidad cada uno era diferente del otro. Ordenaron solamente algo de beber y cuando eso estuvo listo no quedaba tiempo para más retrasos en el tema que fueran a tratar y que parecía importarle tanto al que aguardó.

  • ¿De qué quieres que hablemos Milo?

  • Es algo que me sucedió hace unas semanas Camus.

  • ¿Qué pasó?

  • Pues es que tuve una salida con unos amigos y algo ocurrió.

Camus no estaba seguro de lo que iba a escuchar pero se dispuso a hacerlo, fuera lo que fuera que hubiera ocurrido afectaba a su primo y necesitaba estar a su lado para lo que vendría en su vida.

  • Conocí a alguien Camus.

Con eso empezaba el relato, Camus solo pudo suspirar, cuando su primo le hablaba de alguien que conoció nunca había sido porque la historia terminara bien. Solo le quedó ponerse cómodo para lo que fuera que le confiaría el otro joven de cabellos azules que era su pariente.

  • Salí una noche con ellos a un club…

Con eso Milo siguió con su relato, pues se trataba de una historia que formaría parte de su vida.

 

**********

 

Extraños en la noche intercambiando miradas

Preguntándose en la noche

Cuales son las oportunidades de compartir amor

Antes de que la noche termine

Era ya de noche, pero una noche especial pues se trataba de la noche de viernes y Milo de Escorpión se encontraría con sus amigos, así que estaba terminando de alistarse para una salida. No estaba nada mal, era un hombre joven y sin compromiso, así que pasar el tiempo fuera y con sus amigos no estaba nada mal. Además habían acordado que esa noche era solamente de amigos, nadie más estaba ahí, al menos eso era lo que habían propuesto para esa noche pero las cosas no son siempre lo que planeamos.

Milo terminaba de vestirse al ponerse una camisa de seda y en ese preciso instante escuchó el timbre de su puerta, terminó de abotonarse con velocidad para dirigirse a la puerta, abrió aún con sus botones a media labor, un instante después y se encontraba ante la abierta sonrisa de su amigo Mu de Aries, un joven de largos cabellos color lavanda y ojos de un profundo tono verde, quien se mostraba bastante dispuesto a pasar unas horas divertidas afuera.

  • Dime por favor que no vas a ir así Bicho—decía el joven de cabellos lavanda y ojos verdes.

Al ver como señalaban su camisa el de cabellos azules se limitó a dar una media sonrisa, estaba de buen humor después de todo.

  • Desde luego que no Mu—se dijo de inmediato—Solo me atrapaste a la mitad de alistarme.

Terminó con los botones y se dirigió a su habitación para tomar su billetera con velocidad, ya podían irse.

  • Y no me llames Bicho, tengo un nombre Mu.

Pero el otro joven se limitó a reírse, sabía que no le gustaba que le dijeran así y justamente por fastidiar era que lo hacía.

Salieron del departamento y bajaron las escaleras del edificio, apenas salieron sintieron la brisa y vieron del otro lado de la calle el vehículo de su amigo Mu y atrás, estacionado, estaba el de Aioria de Leo, justamente en el automóvil del de cabellos lavanda estaba su amigo Death Mask de Cáncer, un joven de cabellos y ojos azules aunque él utilizaba un estilo mucho más corto que el suyo.

  • Ya era hora Bicho inútil—le dijo Death Mask por la ventanilla.

No era nada inusual que se trataran de esa manera así que se limitaron a continuar con sus planes. Milo no tardó en subirse al automóvil del joven Aioria, un chico rubio de ojos verdes que tan solo sonrió al verlo subirse.

  • Con lo que te tardas Bicho bien podrías peinarte.

  • Cierra la boca.

Ambos terminaron riéndose y se pusieron en marcha de inmediato, ya que ambos conductores sabían adonde se dirigían no había inconvenientes mayores en el camino, estaban animados con pasar una noche fuera pues tenía tiempo que no lo hacían, con sus respectivas actividades ya no tenían el mismo tiempo de cuando solo estudiaban, así que una salida les resultaba muy agradable.

Vieron a la distancia el sitio al que se habían propuesto entrar, se notaba que era popular, demasiados vehículos llegaban y eran más aún las personas que estaban esperando, pero tendrían que confiar en que lograrían entrar. Así que se estacionaron y se dirigieron a pie a la entrada, tuvieron que formarse y esperar un rato, mientras tanto se limitaron a hablar un poco.

  • Quisiera que no fuera tan larga la espera—decía Mu.

  • Pues eso no dependerá de nosotros—le respondió Aioria.

  • Si usas tus encantos con el de la puerta tal vez entremos antes—le decía Death Mask a Milo.

  • Como si fuera a hacer eso—fue la respuesta del de Escorpión.

Pero sus amigos simplemente lo miraron de una manera que significaba “Como si no lo hubieras hecho antes”, pero el de largos cabellos azules sencillamente los ignoró, claro que lo había hecho alguna vez pero no creía que pudiera hacerlo en esos momentos. Como fuera, entre la charla y la espera, quedaron finalmente en la entrada y aguardaron tras la cinta de terciopelo por unos instantes, hasta que les pareció que ya era bastante de esperar y era mejor intentar hacer algo.

  • Oye, amigo—dijo sonriente Mu a uno de los tres hombres que estaba en la entrada—Ya llevamos un buen rato aquí ¿Cuánto tiempo más tendremos que esperar?

  • No hay pase por el momento—fue la respuesta.

  • ¿Qué podríamos hacer para entrar antes?—preguntaba sonriendo Aioria.

  • Nada—fue la respuesta en el mismo tono.

  • Por favor hombre, algo debe haber—insistió Death Mask.

  • No se puede, aguarden y tal vez puedan entrar.

Milo estaba por hablar cuando escucharon un automóvil acercarse, era un automóvil de lujo, del año, reconoció el modelo como un vehículo importado, sin más un hombre de elevada estatura descendió del elegante vehículo para dirigirse a la entrada sin perder el tiempo.

  • ¿Cómo va todo?—preguntó el desconocido.

  • Muy bien señor—fue la amable respuesta del encargado.

Con eso se dirigió a la entrada sin más, Milo se sintió indignado y lo iba a dejar saber de inmediato.

  • ¿Qué? Acaba de llegar—se quejaba el de Escorpión—Llevamos formados más de una hora y no nos dejan pasar.

  • Ustedes no son él—fue la respuesta.

Antes de que sucediera algo más el que terminaba de llegar dio vuelta y algo en todo eso pareció resultarle divertido pues hizo una señal a los encargados para que los dejaran entrar, desapareciendo un instante después en el interior.

  • Pueden entrar—dijo el encargado quitando el listón de terciopelo.

Los amigos no aguardaron sino que entraron de inmediato, finalmente estaban dentro, era el momento de iniciar su noche. 

 

**********

 

Algo en tus ojos era tan invitante

Algo en tu sonrisa era tan excitante

Algo en mi corazón

Me dijo que debía tenerte

 

En cuanto entraron se dejaron envolver por el ambiente, las luces, el sonido, el estilo del lugar, todo parecía estar en el mejor sitio y a ellos no podía sino agradarles. Alcanzaron la barra y pidieron unos tragos, nada con mucho alcohol, lo que importaba era divertirse más que beber. No tardaron mucho en integrarse al ambiente pues había de todo, no era uno de esos sitos restrictivos de solo para heterosexuales o solo para homosexuales, así que se podía ver a diversas parejas por el lugar ya fuera bebiendo, hablando, bailando, se sentían bastante a gusto. Después de una media hora sus amigos ya estaban en la pista dejándose ver con diferentes personas, después de todo la idea era divertirse, no buscaban a alguien, se limitó a sonreír, él mismo estaba bailando animadamente con un chico rubio que parecía muy dispuesto a que si quería algo más podrían hacerlo.

  • “Es noche de amigos solamente”—se decía a si mismo.

Sin embargo cuando fue a la barra por otro trago dejó de pensar que sus amigos estuvieran de acuerdo con eso todavía.

Pudo contemplar como sus amigos ya estaban bastante ocupados en ese punto con sus propios asuntos o algo parecido. Death Mask de Cáncer ya estaba más que a gusto bailando con un chico de hermosos cabellos celestes que sin duda estaba muy a gusto a su lado, claro que bailaban de una manera que no parecía exactamente baile, demasiado pegaditos para creerse que estaban al ritmo de la música. Logró localizar a Mu con la mirada aunque le costó un poco de trabajo, el problema era que no se le veía del todo el rostro, estaba demasiado ocupado besándose con un chico de cabellos negros, y de verdad se estaban besando, parecía un acto sexual por si mismo.

Si ellos dos ya estaban bastante entusiasmados con quien fuera que estaban solo le quedó pensar que Aioria no se encontraría muy lejos de la misma situación. De hecho no lo estaba, lo vio como se alejaba muy abrazado con un rubio de cabellos largos. Era mejor no intentar imaginarse el porque se estaban alejando de la pista.

  • Ratas traidoras—se dijo con humor.

Se terminó su trago, la noche de amigos se terminaba y él no había buscado a nadie, bien podía seguir solamente bailando y bebiendo algo más, aunque tal vez era mejor no beber más, no sabía como estarían sus amigos, aunque como marchaban las cosas sin duda le tocaría irse por su cuenta.

Fue justo en ese momento cuando lo sintió, había una presencia tras él, seguida por una voz fuerte, determinada.

  • ¿Quieres bailar?

Dio vuelta para encontrarse con un alto hombre de cabellos y ojos oscuros, no tardó en reconocerlo, era el mismo que los había ayudado a entrar, aunque en ese momento no había notado realmente lo alto y fuerte que era, esa noche de amigos se estaba convirtiendo en noche de amigos que encuentran a alguien más. No estaba nada mal de todas maneras.

  • Claro—fue su respuesta.

El más alto sonrió y sin más estaban dirigiéndose a la pista, conforme quedaban bajo las luces Milo observó mejor a quien le había hablado, llevaba puestos unos entallados pantalones de color oscuro pues no lograba distinguir el tono en ese instante, y una camiseta de mangas largas que no disimulaba uno solo de sus músculos, con la chaqueta que llevaba antes no se había dado cuenta. El cabello negro un poco largo le caía parcialmente por los hombros, los anchos y fuertes hombros.

Lo siguió velozmente hacia la pista de baile sin perder un solo momento, encontraron un espacio y ya estaban juntos sin que pareciera que pudieran separarse. Milo por lo regular no se dejaba llevar tan rápido por las circunstancias, había tenido algunas aventuras, era verdad, pero no recordaba que nadie lo hubiera hecho sentirse como en ese momento, intentaba decirse que se trataba del alcohol solamente pero no había bebido a tal grado, de todas maneras se sentía como ebrio pero no por lo que había bebido.

Unos instantes más y parecían incapaces de separarse, las fuertes manos del de cabellos negros estaban firmemente en sus caderas, casi como si guiaran el ritmo de sus movimientos, el de cabellos azules por su parte tenía sus manos alrededor del cuello del otro hombre, era mas alto y no le molestaba en lo más mínimo. La música continuaba y ni siquiera estaban seguros de que la escuchaban, tan solo se dejaban llevar por lo que estaba naciendo en su interior, era tan fuerte y tan intenso que casi era como una locura pero ninguno de los dos dejaba de entregarse a ella en ese instante.

Milo parecía sentirse en casa entre los fuertes brazos del de ojos oscuros, lo suficiente para que no le importara la manera en que ya estaban tan cercanos sus cuerpos, sin limitarse de ninguna forma levantó su pierna izquierda y la frotó entre las del de ojos oscuros, por respuesta el más alto ocultó su rostro entre el azulado cabello del Escorpión, aspiró ese aroma exótico a frutas. Continuaron danzando bastante felizmente sin importar si estaban siguiendo realmente el ritmo de la música, se buscaban con una inquietante necesidad hasta que el de ojos azules no tuvo reparos en presionar su ser contra el fuerte cuerpo del otro hombre por completo. Podía sentirlo todo a través de la ropa, a través de su cuerpo, a través de su alma.

 

**********

 

Extraños en la noche

Dos personas solitarias

Somos extraños en la noche

 

Milo se sintió repentinamente muy al tanto del hombre que lo estaba estrechando entre sus fuertes brazos, sus manos, sus fuertes y marcados músculos, sus movimientos, la manera en que lo estaba mirando. Y sobre todo estaba al tanto de la manera en que su cuerpo estaba reaccionando a todo ello. La verdad y sin muchas dificultades era que se estaba excitando. No terminaba de comprenderse, no actuaba de esa manera, claro que alguien podría gustarle pero nunca se había sentido así, con esa urgencia y esa especie de vínculo surgido de la nada entre los dos, no quería escucharse a si mismo pero de alguna manera era como si estuvieran destinados a conocerse.

Se dijo que no debió beber tanto pero sabía bien que no había bebido demasiado, no se trataba del alcohol, trataba de refrenarse, de no dejarse llevar de semejante manera pero no podía. Se sentía tan bien, como si todo fuera ir hacia delante desde ese momento, estaba lo suficientemente sobrio para saber que estaba actuando de cierta manera, para tener el control de sus acciones. Sin embargo todo cuanto quería hacer lo estaba haciendo, presionando sus caderas contra el fuerte cuerpo que parecía ser lo que en verdad lo estaba embriagando, y sobre todo dándose cuenta que el otro estaba tan excitado como él.

El de cabellos oscuros estaba sonriendo, estaba seguro de ello sin siquiera verlo, aún aspiraba el aroma de su cabello y no recordaba que nadie hubiera hecho eso por él antes. Unos segundos y sintió que olía su cuello, y empezó a mover una de sus masculinas manos, discretamente, bajaba por sus caderas y se deslizaba suavemente hasta tocar de manera superficial su excitación, presionando un poco más ¿estaba dispuesto a seguir? Tal vez debía detenerse un instante, apenas se conocían, no sabía quien era el otro hombre, no terminaba de entenderse a si mismo. Lo único que hizo fue gemir con suavidad y besarlo en el pecho sin dejar de apretar su cuerpo contra el suyo.

El más alto sonrió para si mismo, ese chico era un encanto, no había existido una presentación, volver a verse, un coqueteo, todo estaba sucediendo simplemente. No lo había notado mucho en la entrada, solo su voz había dado cierto rumor en su interior, pero al volver a verlo en la pista de baile simplemente no pudo quitarle los ojos de encima. Acariciarlo tiernamente por encima de la ropa para hacerlo disfrutar estaba rindiendo sus frutos prontamente pues el de cabellos azules no solo lo había besado de nuevo sino que un leve mordisco sobre su pecho dejaba constancia de lo mucho que lo estaba disfrutando. Así que retrocedió un poco para verse de frente.

Los oscuros ojos se encontraron con las azules pupilas y resultó como una descarga, tuvieron que tragar saliva y respirar ¿Qué les estaba sucediendo? ¡Que importaba! Era lo mejor que les había sucedido en toda la vida, sonrieron abiertamente sintiendo que no había manera de que se separaran, debían estar juntos, no importaba el resto. Esa necesidad hambrienta y rugiente que los impulsaba a continuar se imponía, sus entrañas despertaban de manera eufórica, se podía decir que ambos compartían la misma expresión de deseo y que les decía que no iban a detenerse. Así que de inmediato se buscaron con los labios y se besaron con gentileza, era extraño si se tomaba en cuenta la intensa pasión que los estaba llenando pero de todas maneras el beso se mantuvo gentil. Era como si quisieran decirse que no se trataba solamente de lujuria, ambos comprendieron el mensaje y lo compartían, haciendo que volvieran a sonreírse.

Pero pasada la sonrisa se besaron nuevamente, y en esa ocasión resultó un beso intenso, ni siquiera se daban cuenta que ya había miradas sobre ambos y de haberlo sabido no les hubiera importado, era como si finalmente alguien que debía aparecer en sus vidas estuviera ahí. Solo entonces Milo se dio cuenta que habían dejado de bailar en medio de la pista y de una melodía sumamente rítmica, miraba al de ojos oscuros como preguntándole por lo que debían hacer, así que el otro se acercó a su oído.

  • ¿Quieres que vayamos a otro lugar?—le preguntó.

Lo hizo de una manera extraña, como si le doliera pero no era por dolor.

Pero supo que en realidad si podía ser por dolor, porque estuviera tan dolorosamente excitado como lo estaba él.

Apenas si hizo un movimiento afirmativo, no pensó en nada más que no fuera salir de ese sito del brazo del de cabellos negros.

Salieron con velocidad, apenas tomó el más alto su chaqueta y no se detuvieron por nada, no sintieron la brisa fresca de la noche ni pensaron demasiado mientras el de cabellos oscuros hacía que Milo quedara contra la carrocería y lo besaba de nuevo con profundidad, similar a lo que ya habían compartido pero en esa ocasión deslizando una mano bajo la camisa de seda del de ojos azules, subiendo y acariciando su pecho, jugueteando con un pezón y haciéndolo gemir de satisfacción, con esa breve apertura de sus labios no tardó en que la lengua recorriera el camino y el beso se convirtiera en algo íntimo y sensual.

El de cabello negro se apartó un poco y le abrió la puerta del pasajero.

  • Sube—le dijo.

Así que abordaron el vehículo del más alto, ni siquiera estaba seguro el de ojos azules del destino que estaban tomando, solo estaba al tanto de cuanto deseaba continuar con lo que fuera que la vida le estuviera poniendo en el camino.

El vehículo se movió con velocidad por la vía, Milo no resistió acercarse al de ojos oscuros y besarlo en el cuello al mismo tiempo que le acariciaba la pierna, cada vez más hacia arriba, afortunadamente el que conducía se las arreglaba para centrarse en el camino y evitar cualquier percance.

Eventualmente se estacionaron, estaban en algún lugar, Milo no vio que estaban a la entrada de un fraccionamiento privado, tan solo le importaba bajar del vehículo con velocidad, estaba donde debía estar o al menos eso le parecía. Solo sabía que su destino era estar esa noche en ese sitio, al lado del de ojos negros.

 

**********

 

Hasta el momento

Cuando dijimos nuestro primer Hola

Poco sabíamos

El amor estaba a una mirada de distancia

Una cálida danza abrazados y

 

Apenas entraron a la casa de dos plantas y sentían que habían aguardado una eternidad, apenas cerrada la puerta el de cabellos oscuros sujetó a Milo contra un muro y lo besó con pasión, por unos instantes fue un beso intenso para volverse lascivo cuando sus lenguas se encontraron y se esmeraron en ser combativas y compartidas, sus manos no se estaban más quietas ni dejaban de tomar su parte en todo ese asunto pues no parecían querer quedarse atrás, buscaban su propia parte de lo que estaban compartiendo. Una de las manos del más alto llegó al azulado cabello del de Escorpión y tiró suavemente para hacer que su dueño dejara al descubierto su cuello y lo besó con pasión, sin duda le dejaría la marca y al otro no le importaba, lo estaba disfrutando.

Lo que semejaba un duelo de besos continuaba y ambos hombres deseaban continuarlo en un sitio más a propósito para sus deseos, así que lograron emprender el camino hacia el dormitorio. En el transcurso Milo no miró nada de lo que lo rodeaba, no quería separarse ni un centímetro de ese fuerte cuerpo que más que embriagarlo parecía envenenarlo, pero era tan dulce, tan delicioso que lo hiciera. Apenas llegaron al sitio que buscaban, el de cabello azul sintió que era arrojado con suavidad sobre la cama, respiraba con fuerza, sus pies no tocaban el suelo y sintió como el de ojos oscuros le sacaba las zapatillas, no supo que al mismo tiempo se estaba quitando el otro hombre las suyas, y como no encontraba signos de incomodidad de parte suya tan solo ansiaba seguir.

El de ojos oscuros se incorporó a medias sobre la cama y admiró más que ver como el de cabello negro se quitaba su camiseta y quedó ante esa fuerte musculatura que ya había adivinado mientras bailaban. Quiso tocarla pero no pudo pues su propia ropa empezaba a ser retirada, el de pupilas oscuras desabotonaba su camisa y la deslizaba por fuera de sus hombros mientras iba besando cada sitio que dejaba al descubierto, lo hacía de manera juguetona e intensa, dejando leves marcas rojizas por los sitios que tocaba y provocando que el de mirada azul se estremeciera.

Aún gimiendo por el amoroso contacto el de Escorpión tomó el rostro del otro hombre entre sus manos e hizo que lo elevara para mirarse a los ojos y después volvieran a besarse con deseo. Se estrecharon y sus cuerpos quedaron muy cercanos, provocando que cayeran sobre la cama con intensidad, las manos de ambos no dudaron en recorrer la forma de sus cuerpos ni en mostrarse más osadas en sus caricias, recorriendo sitios más íntimos y placenteros, marcando músculos y saboreando la tibia piel que no cesaba de despertar a cada roce y encendiéndose por el deseo de continuar.

Milo intentaba deshacerse de los pantalones de si compañero, guiaba su mano hacia el broche y la cremallera pero no estaba resultando una labor sencilla, aunque consiguió desabrocharlos y finalmente bajar la pieza metálica, con lo que sus dedos pudieron explorar y juguetear de manera abierta. Intentaba abrirlos más para quitarlos de su camino pero no resultaba sencillo cuando no quería apartarse siquiera un poco, lo cual fue resuelto cuando el de cabellos negros lo hizo quedarse sobre su espalda en las sábanas, con una mirada que le pedía que se quedara quieto. Ante eso solo se sometió, no era usual que se mostrara tan sumiso pero en esos instantes no encontraba otra manera de actuar.

El de ojos negros no dudó en despojarse de sus pantalones, lo hizo con velocidad, de un solo movimiento, quedando en ropa interior, sus manos no se detuvieron sino que fueron directamente a los pantalones del de cabellos azules, los desabrochó y los hizo a un lado en segundos, dejando a su compañero en la misma situación que él. Volvió a su lado para besarlo con pasión, compartiendo su deseo y al mismo tiempo una de sus manos traspasaba la única prenda que le quedaba y se apoderaba de su sexo de tal manera que lo hacía buscar más, moviéndose al ritmo que esa diestra mano impusiera. Pero no era posible que siguieran de esa forma por mucho tiempo, de ninguna forma lo era.

Fue unos momentos después cuando el de ojos negros decidió que necesitaba continuar, sin más el de ojos azules lo vio inclinarse justamente hacia su abdomen, aprovechando la abertura frontal del bóxer descubrió su erguido sexo que parecía ansioso por más atenciones y las recibió. Milo gimió ruidosamente al sentir unos labios en la punta de su miembro mientras unos dedos no dejaban de acariciarlo por la base, frotando el perineo con deleite hasta que se arqueaba pidiendo que siguiera. Ciertamente no tuvo que pedir demasiado pues estaba siendo tratado con pasión, su turgente sexo era cubierto por unos diestros labios y una mano que no dejaba dudas de su habilidad acariciando y excitando por igual.

Pero no era suficiente para ninguno de los dos, así que el de cabellos oscuros  tuvo que moverse, necesitaba más de ese bello chico de cabellos azules y fue directo en sus deseos, demasiado, pues se incorporó para hacer definitivamente a un lado el bóxer de su compañero, dejándolo desnudo y más que sorprendido al sujetarlo por las piernas y elevar sus caderas de tal manera que quedó expuesto a sus ojos. La cuestión fue que sin vacilar le dio un beso directamente en su masculina entrada. El de Escorpión no era muy dado a eso, pero al sentirlo solo pudo gemir y estremecerse por igual, y cuando una lengua continuó con la labor de complacerlo justamente en un sitio tan sensible sintió que perdía el aliento. Hasta ese momento se podía decir que a Milo no terminaba de convencerle el rimming pero al estarlo viviendo de esa manera simplemente se entregó a la experiencia.

El de ojos oscuros se estaba esforzando bastante o al menos eso parecería pero la verdad era que le gustaba lo que estaba ocurriendo, nunca antes había querido complacer tanto a un compañero como a ese increíble chico de cabellos azules que estrujaba las sábanas entre sus dedos a cada caricia de su lengua. Continuó con la labor pero utilizando los dedos, rodeando la sensible zona, jugando e incitando, hasta que fue más directo con sus avances. Podía aspirar el aroma del de ojos azules, unido a algo más, a sexo, eso era, y para terminar de sentirse satisfecho con su papel sabía que faltaba bastante por hacer. Así que con determinación empezó a hundir su dedo índice en la estrecha cavidad que parecía desearlo con la misma fuerza que él a su dueño.

Milo contuvo la respiración mientras se sentía invadido por algo más, pero esa misma lengua que no dejaba de acariciarlo y probarlo, intentando hacer más sencilla la experiencia para él; llevó sus manos a los fuertes hombros del de ojos negros como si buscara balance por algo pero estaba disfrutando de la sensación por completo. Se mordió el labio inferior mientras el mismo dígito se movía con cautela en su interior, ansiando alistarlo pero al mismo tiempo llevándolo hacia el clímax, por lo cual tuvo que retirarse. Un gemido de frustración que se dejó escuchar primero fue sustituido prontamente por un gemido de placer, nuevamente la lengua del de ojos negros estaba haciendo la labor. Necesitaban seguir y dilatando al de pupilas azules ambos estaban más que necesitados por continuar.

Milo tan solo observó como el otro hombre que se paró a un lado de la cama se quitó lo que le quedaba de ropa, así que pudo observar que no había nada de falso ni que la ropa aumentara en ese hombre. Aunque no pudo decirle lo que pensaba pues un instante después ya estaba el de cabellos negros sobre él, lamió su cuerpo desde el abdomen hasta el pecho y después lo besó hasta llegar a su barbilla para volver a apoderarse de sus labios con pasión. Lo sujetó por la cintura con ambas manos mientras el de cabellos azules lo miraba al rostro respirando de manera agitada, sonriéndole y por respuesta obtuvo otra sonrisa.

  • ¿Lo has hecho antes?—preguntó con suavidad el de cabellos oscuros.

Ninguno de los dos era un adolescente pero parecía preferir no dar las cosas por hecho, el de Escorpión sonrió y asintió de un movimiento, ante lo cual el otro se mostró tranquilo.

  • De acuerdo—con esa frase siguió un nuevo beso.

Se besaban con deseo, dispuesto y necesitado, sin dejar de acariciarse ni de buscar que la forma de sus cuerpos se acoplara al otro, sus erecciones se sentían y todo se volvía más excitante pero ya no había manera de tomar más pausas. Antes de continuar el de ojos negros sabía que necesitaban de algo más y buscó con velocidad algo que iban a necesitar, así que apareció de pronto un pequeño paquete metálico que abrió con habilidad para tener un preservativo y cubrir su sexo, las precauciones nunca están de más.

Fue el propio Milo el que separó sus piernas y elevó sus caderas buscando que siguieran, ante lo cual su compañero no quiso quedarse rezagado y guiaba su sexo firme y estremecido hacia la masculina entrada que ya había conocido. Gimieron de una manera abierta, necesitando sentirse, hasta que encontraron el ángulo más propicio mientras se abrazaban con intensidad y sentían que sus corazones latían con violencia en su pecho ¿Podían continuar de esa manera? No. Lo que deseaban era la completa entrega de su ser a ese otro hombre, un hombre que hasta ese mismo día les era un extraño.

El de cabellos azules sintió como la redondeada cabeza del miembro del otro buscaba entrar, se quedó muy quieto para permitirle el avance, era solo la punta al inicio, se movía suavemente hasta que pareció descubrir la manera más directa de proceder y empezó a provocar estimulantes sensaciones, algo más de esfuerzo y su entrada era un asunto hecho. Milo gemía de manera ahogada al sentirse invadido, su sensible entrada estaba siendo dilatada por completo, sus estrechas paredes eran separadas con firmeza y en cierto punto no estaba seguro de poder continuar, pero no deseaba detenerse. Se arqueó sobre la cama ante la decidida penetración, llevando sus manos al cuello del otro hombre, separando aún más sus muslos para que quedara completamente entre ellos y no se apartara más.

Al sentir esa invitación sin palabras el de cabellos oscuros no tardó en dejarse llevar, comenzó a empujar con cierta fuerza pero se detenía gradualmente para retroceder lentamente y repetir la acción una y otra vez, disfrutando de la manera que era estrujado por esa cálida estrechez, ese chico en verdad era delicioso. Continuó moviéndose despacio, con tanta tranquilidad como le era posible, dejándose inundar por todo lo que era ese joven entre sus brazos, no dejó de repetir la misma acción hasta que ninguno de los dos pudo resistir ese lento ritmo.

  • Hazlo—le murmuró Milo.

El otro definitivamente no iba a dejar de cumplir con ese pedido, después de todo él también lo deseaba, por lo cual empezó a moverse de manera rítmica, veloz, llegando hasta donde la anatomía de ambos se los permitía y disfrutando hasta el  máximo de la experiencia. No recordaban haberse sentido así con nadie, llenos hasta el exceso, dejándose llevar simplemente por sus deseos, alimentando la pasión que los consumía a cada estocada, certera, única, logrando encontrar el ángulo exacto para que el sensible centro de placer del de ojos azules fuera alcanzado y masajeado rítmicamente, enloqueciéndolo y por lo tanto enloqueciendo a su compañero.

Los movimientos sobre las sábanas eran frenéticos, no dejaban de moverse ni de sentirse, se buscaban con los labios para compartir besos feroces y dulces, sus caderas no reposaban para llevar a ese otro hombre hasta la culminación, sus cuerpos sudaban y se dejaban llevar por los caminos hacia el éxtasis, no había manera de contenerse y esa serie de espasmos casi violentos que llenaban sus vientres les decían la verdad: estaban por culminar. Intentaban resistirse, retraerse del desenlace pero no había manera de que lo lograran, así que simplemente se dejaron llevar como olas por la marea. Todo su cuerpo se sentía encendido, sus voces se volvían más roncas por el placer, les faltaba el aire, la cama ya empezaba a dar cuenta de sus frenéticos movimientos y golpeteaba contra la pared, sus entrepiernas rígidas no podrían soportar más.

Casi gritaron, dieron una especie de rugido, Milo sencillamente no pudo hacer nada que dejarse llevar por el éxtasis, su simiente abandonó su cuerpo sin necesidad de más pues el placer completo y absoluto lo inundaba. Escucharlo fue todo cuanto pudo contenerse el otro hombre, su voz libre y apasionada empujó al de cabellos negros hacia el glorioso clímax, dejando sentir su esencia cálida en el interior de ese precioso cuerpo que lo había llevado hasta la cúspide del placer. En los últimos instantes de su compartido orgasmo dieron una especie de gritito de amor que jamás nadie había escuchado antes.

El de ojos negros pareció colapsar sobre Milo, hundió su rostro en el espacio entre su cuello y el hombro para lograr recuperar el aliento y apenas lográndolo se dedicó a besarlo tiernamente en el mismo sitio. Después de algo de tiempo logró deslizarse suavemente fuera de ese delicioso cuerpo que lo había complacido como nadie y se quedó recostado a su lado en la cama. En ese momento el de Escorpión giró un poco su rostro para mirarlo y terminó apoyándose contra su fuerte hombro. En respuesta el de cabellos oscuros acarició suavemente su brazo y se las arregló para colocar una de las mantas sobre ambos pues empezaba a hacer frío. Se miraron por unos instantes y el de ojos azules sonrió, el otro al mirarlo y lo beso de manera bastante casta en los sonrojados labios.

Entonces se dieron cuenta de algo más, algo que no sabían hasta ese momento.

  • Me llamo Milo—dijo suavemente el de Escorpión.

  • Yo me llamo Aldebarán—fue la respuesta que escuchó.

Sonrieron de manera más amplia pero el de cabello azul no pudo evitar bostezar, estaba agotado.

  • Buenas noches…Aldebarán.

  • Descansa Milo.

El de ojos azules se acurrucó entre los fuertes brazos que lo recibían para descansar, ambos se durmieron con velocidad sin terminar de creer que un extraño se presentara en su vida de esa manera. Ambos se deslizaron hacia el sueño sin dificultades.

 

**********

 

Desde esa noche estamos juntos

Amantes a la primera señal, enamorados por siempre

Se tornó tan bien

Para unos extraños en la noche

 

Camus escuchaba atentamente, no era mucho aparentemente, su primo terminaba de contarle que había conocido a un extraño semanas atrás, se sintió muy atraído por él, admitió que incluso pasaron la noche juntos pero aún así no estaba seguro de lo que en verdad quería decirle el otro joven.

  • A la mañana siguiente nos despedimos—parecía la conclusión.

  • Milo—dijo con todo el tacto que pudo el de Acuario— ¿Qué ocurrió después de esa noche?

  • Solo me fui a casa, me llamó un taxi para que me llevara, pero quería volver a verlo, así que fui al mismo club esa noche.

  • ¿Lo encontraste?

  • No.

Así que por eso estaban hablando, toda una noche de pasión con un extraño y su primo se creía que eso era amor, estaba deprimido y necesitaba desahogarse, suspiró, era mejor dar inicio con La Charla entre los dos.

  • Milo, sé que eres alguien especial, de verdad, he atestiguado que sin importar lo que crean los demás de ti en realidad eres sensible y buscas una relación estable, pero eso no quiere decir que el amor de tu vida aparecerá de la nada. Se necesita tiempo para conocer a una persona y llegar a un compromiso.

  • Lo sé Camus.

  • Que él no fuera la persona indicada no significa que no exista alguien en este mundo que te amará y…

  • ¿Llegué a tiempo?—interrumpía una voz.

El de Acuario no pudo sino voltear y se dio cuenta que un alto hombre de ojos y cabellos oscuros iba al lado de su primo para saludarlo con un tierno beso.

  • Llegaste justo a tiempo Aldebarán—dijo Milo sonriendo.

  • ¿Él es Aldebarán?—preguntó sin poderlo evitar Camus.

Se le notaba en la cara que no comprendía lo que estaba sucediendo.

  • Aldebarán de Tauro, es un placer—decía el recién llegado extendiéndole la mano—Tú debes ser Camus, el primo de Milo.

El otro la estrechó pero sin duda quería una explicación. Su primo se dio cuenta y por eso decidió continuar.

  • Como te decía Camus—continuaba el de Escorpión—No lo encontré al día siguiente.

  • Pero yo fui a buscarlo al siguiente día al mismo club, supe que me buscaba y le dejé un mensaje por si regresaba—agregó Aldebarán

  • Y nos vimos de nuevo.

  • Y no lo dejé ir desde entonces—dijo el de Tauro tomándolo de la mano con suavidad.

  • ¿Entonces ustedes…?—intentaba comprender el de Acuario.

  • Te pedí vernos porque quiero que seas el primero en saberlo—decía sonriendo el de Escorpión—Aldebarán y yo nos vamos a casar.

  • ¿Qué?

  • Y quiero que seas mi padrino.

La verdad era que Camus tenía muchas cosas en mente en ese instante pero al ver a su primo tan contento y sonriente, observar como el de Tauro lo miraba con adoración, no tuvo más dudas de ningún tipo, solo le quedaba hacer algo.

  • Milo, será un placer ser tu padrino en tu boda.

  • Gracias Camus.

Los dos primos se dieron un abrazo, tenían mucho que discutir pero no importaba, después de todo una boda es algo que conlleva tiempo por más sencilla que sea.

Al final del día los primos se despidieron y los dos hombres que iban a casarse siguieron charlando.

  • Tu primo parecía impresionado Milo.

  • Si, creo que Camus no se esperaba una noticia como esta Aldebarán.

  • Aún tenemos muchas cosas que planear.

  • Si pero vamos a estar bien, ya lo verás, después de todo me amas.

  • Estás muy seguro de eso—decía sonriendo el de Tauro.

  • ¿No es así?

  • Sabes que si—y sin más lo besó con cariño—Te amo demasiado y no podría seguir con mi vida sin ti.

  • Aldebarán—contestó enternecido el de cabello azul—Sabes que yo también te amo.

Se besaron con suavidad y se entregaron a sus caricias sin pensarlo, estaban enamorados y planeaban la manera de hacer sus vidas en un mismo camino, compartiendo su destino. Ya la vida los había unido, permitiéndoles conocerse y amarse. Eran dos personas que se amaban, ya no más unos extraños.

 

 

FIN

 

 

 

Notas finales:

La próxima semana si nada sucede espero que ya estén bien mis horarios y poder regularizarme en las actualizaciones, subiré un fic tamién por petición, aunque aún no decido con cual caballero, pero espero que les guste, nos leemos.

Atte. Zion no Bara

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).