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Gatito por zion no bara

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Notas del fanfic:

Fic dedicado a Amorosa quien amablemente me sugirió a esta pareja, ya la he utilizado antes pero me gustó volver a manejarla, espero que te guste. Y que les guste a quienes lean también.


 

Notas del capitulo:

La verdad era que ya tenía esta trama pensada desde antes pero no me decidía por la pareja para Aioria pero creo que le queda bien estar con Saga; también esperaba que fuera de un solo capítulo aunque es un poco más largo de lo que pensé pero igual espero que la disfruten.

 

Todo lo que aprendí de la vida lo aprendí de mi gato.*

 

Aprendí que si un problema tiene solución, hay que relajarse, si no la tiene también.

 

Con una nueva vida había nuevas responsabilidades, así que las actividades en el Santuario serían nuevas pero no por eso dejaba de haber movimiento y misiones para todos los caballeros, eso incluía desde luego a los doce caballeros dorados que de nuevos estaban instalados en sus templos. Afortunadamente la paz les daba nuevas perspectivas y una manera de ver su existencia diferente, no se era muy bueno ni muy malo, eran sencillamente personas, hombres que debían enfrentar el día a día con la misma valentía y serenidad con la que se enfrentaban a un combate.

Aunque claro sus personalidades seguían siendo algo único, lo cual los orillaba a ser de cierta manera en su vida diaria y por lo mismo algunos se comprendían mejor que otros. Pero para el caballero de la tercera casa no era tan sencillo eso de entenderse con los demás, siempre había sido un hombre de carácter más bien cerrado y arisco, una infancia no muy feliz tendía a tener ese efecto. De todas maneras Saga de Géminis se esforzó en ser parte de esa nueva manera de ver la vida, de establecer vínculos con sus compañeros y de comportarse como el caballero que se esperaba que fuera.

Ciertamente tuvo éxito, los demás lo miraban como un compañero y los resentimientos quedaban a un lado, pero daba la casualidad que alguien iba a cambiar su existencia, un caballero que no se esperaba que lo hiciera, se sabía de sus antecedentes y no resultaba alentadora la idea pero de todas maneras sucedió. Curioso ya que se trataba del guardián de la quinta casa, Aioria de Leo.

La cuestión entre los dos había dado inicio por la proximidad de sus templos, Saga, como todos los demás, debía vigilar los alrededores, nunca había nada grave siendo honestos pero así debía hacerse y lo hacía. Justamente porque todos lo debían hacer era por lo que más de una vez se había encontrado con el caballero de la quinta casa.

  • Hola Saga—lo saludaba el de Leo.

  • Hola—decía el de la tercera casa.

Nunca hablaban mucho, cruzaban algunas frases de cortesía y se saludaban pero no se decían mucho en realidad durante esos breves encuentros.

  • Nos vemos después Saga.

  • Hasta luego.

Era la manera en que terminaban despidiéndose. Hasta ahí nada se podía señalar entre los dos.

Pero resultó que un día después de despedirse Aioria se quedó mirando un poco más al de la tercera casa, esos cabellos azules, la mirada glauca, esa manera de caminar, el porte para moverse, los labios apretados voluntariamente, todo eso empezó a llamar su atención. Así que cuando se encontraban procuraba que charlaran un poco más y un poco más cada vez.

Hasta que un día el de la quinta casa se decidió por llevar una charla un poco más amplia que hasta ese instante.

  • ¿Por qué eres tan serio Saga?—preguntó casi a quemarropa el del quinto templo.

  • No lo soy.

  • Bueno, no hablas mucho, no sonríes, y parece que no entiendes que el objetivo de un chiste es reírse ¿Siempre eres así?

  • No, pero ni siempre veo la vida como los demás.

  • Eso debería cambiar.

Fue así que cuando el de cabellos rubios se detenía a charlar con él, el de mirada verde no dejaba de decirle lo que pensaba y respondía a sus dudas, poco a poco se fue sintiendo cómodo de estar cerca de ese chico de bellos ojos oliva.

Hablaban de su pasado, de la guerra, el entrenamiento, su encuentro con la muerte y su regreso, no quedaban temas como esos fuera de sus charlas pero otros también eran tratados. Como el que Aioria un día se decidiera a invitar a salir al de la tercera casa.

  •  ¿Qué te parece si salimos esta noche Saga?—le preguntaba como si nada.

  • ¿Salir?

  • Si, podríamos ir a algún lugar.

El de cabellos azules se sintió confuso, no estaba acostumbrado a ese tipo de cosas, salidas y cenas y todo eso, por eso no se mostraba tan seguro como siempre, parpadeó un par de veces y terminó por dar una respuesta.

  • Creo que no…no puedo—respondió algo torpemente.

El de Leo lo miró por un instante pero no se lo tomó a mal.

  • Será en otra ocasión Saga.

Se despidieron solamente. Mientras se alejaba el joven guardián de Leo tan solo pensaba que no era el fin del mundo, ya lo invitaría en otra ocasión y aceptaría; sin embargo el de Géminis lo pensaba de otra manera ¿Por qué se había negado? No parecía tener sentido.

Fue por eso que cuando el de cabellos rubios lo volvió a invitar a una salida no dudó en decir que si. Esa sería su primera cita y salió muy bien pese a que no hicieron nada en especial, los dos se divirtieron y regresaron contentos a sus templos.

  • Todo irá bien—se dijo el de Leo al llegar a su templo.

No se equivocaba en eso, pues con algo de tiempo las cosas fueron muy bien entre los dos.

 

***********

 

Que en la variedad está el placer, por eso es bueno ignorar a las personas por un día y después adorarlas.

 

Ya que la cita había salido bien un joven caballero de la quinta casa no dejaba de repasarla en su mente, recordaba cada palabra como si tuviera algún significado oculto que debiera descubrir, las cosas habían salido tan bien desde su punto de vista que no veía porque no permitirse estar contento. En sus pensamientos también se preguntaba por el de la tercera casa pero no tardó en convencerse que si había sido bueno para él verse fuera del Santuario también lo había sido para ese apuesto hombre de cabellos azules.

Así que no resultaba descabellado para él decirse que ya que había hecho el primer movimiento era el turno del caballero de Géminis para avanzar a su vez.

La cuestión fue que no resultó de esa manera.

Al volver a verse Aioria esperaba en silencio por alguna palabra o algo de parte del de la tercera casa, estuvieron ante Shion por la mañana y Saga no le dijo nada, después se vieron en el templo de Piscis para tratar algunas cuestiones sobre las rosas de Afrodita y el silencio continuó, cuando estaban dando su patrullaje habitual y se encontraron por los alrededores de Cáncer siguió siendo lo mismo. Simplemente el de largos cabellos azules no parecía estar en la misma disposición.

  • Parece que es todo por hoy—decía Death Mask estirándose—Nos vemos mañana.

Con eso quedaba en claro que se quedaba en su templo mientras que sus vecinos les tocaba caminar pero no sin cruzar algunas palabras más.

  • Es mejor descansar—decía el de Leo sin quitarle la mirada de encima a su compañero.

  • Nos vemos mañana Aioria.

Eso fue todo, el de Géminis simplemente se dio vuelta y se fue, dejando entre la sorpresa y el enfado a un joven rubio que no se esperaba semejante situación. No le quedó más camino que regresar al quinto templo y en la soledad de nuevo su mente se llenaba de ideas sobre lo que había sucedido.

  • ¿Es qué no le gustó salir conmigo?—se preguntaba.

Repasaba en su mente lo sucedido durante todo ese tiempo entre los dos, era verdad que había una historia entre su hermano y Saga pero ya que ambos hombres acordaron que eso era solamente pasado a él no le quedó nada que discutir, aceptó que debían seguir adelante. Lo hizo, lo hizo tan bien que incluso se había dado cuenta de lo apuesto que era  ese caballero y por eso había permanecido cerca y buscaba hacerse alguien en su vida. Su única salida le había gustado y lo entusiasmo pero no encontraba la respuesta que había esperado por parte del otro hombre.

  • Pues no pienso rogarle—se dijo en voz alta.

De inmediato se trazó un plan de acción, así era con el rubio, no daba un paso sin tener un proyecto a seguir para ejecutarlo. Tan solo se haría notar delante del de Géminis, ya que no le gustaba que lo ignoraran simplemente dejaría que el de cabellos azules se diera cuenta de lo que había perdido al no continuar por un camino que hubiera sido de mutuos beneficio. Saga se lo perdía.

Al día siguiente Aioria de Leo se dejó ver ante todo el Santuario como el león dorado que era, se había arreglado con esmero y se veía muy bien con unos pantalones ajustados y una remera que lucía cada músculo de su torso y su espalda, los demás caballeros no dejaron de notarlo al entrar a la presencia de Shion pues intencionalmente se quedó un poco retrasado.

  • Lamento el retraso—dijo como si se disculpara mientras avanzaba y tomaba su lugar.

Era inevitable notarlo y el de cabello rubio lo sabía, aunque pretendía que no.

Durante las siguientes dos horas fue un muchacho abierto, sonriente, coqueto, definitivamente un león dorado y sus compañeros se dieron cuenta, todos, incluso Saga que se mantuvo como si nada.

Las cosas hubieran quedado hasta ese punto pero no fue así, y no lo fue porque el de la quinta casa estaba dispuesto a presionar más.

Al terminar la reunión con Shion no era inusual que los caballeros dorados hablaran un poco más antes de retirarse a cumplir con sus labores, siguiendo ese patrón el de Leo hablaba con sus compañeros, se reía, hacía bromas, los tocaba suavemente en el brazo o en el hombro y dejaba que su aire seductor (porque lo tenía) llenara el ambiente. Conforme se fueron retirando el guardián del quinto templo se quedó casi a solas pues hasta ese momento el de la tercera casa lo miró directamente y se acercó a él.

  • ¿Todo está bien Aioria?—preguntaba el de Géminis.

  • Si ¿Por qué no habría de estarlo?—preguntaba sonriendo.

  • Bueno, nunca te vistes así para cumplir con tus labores y generalmente no eres tan extrovertido.

  • ¿Lo crees? Para nada Saga, estoy bien.

Se miraron por unos instantes y era el momento de presionar o al menos eso era lo que pensaba el de la quinta casa.

  • ¿Estás celoso Saga?—preguntaba sin perder su sonrisa—Por favor, solo salimos una vez, no fue nada ¿o si?

Saga entrecerró los ojos, así que se trataba solamente de un juego par parte del de cabellos rubios.

  • Nos vemos Saga.

Aioria tenía todo calculado muy fríamente en su cabeza, se acercaría a Saga y lo besaría en los labios, solo un beso fugaz para dejarlo antes de que el de Géminis fuera capaz de reaccionar y se diera cuenta de lo que había sucedido y lo que se había perdido. Se acercó al de ojos glaucos y lo besó pero antes de que él pudiera poner en marcha su plan el de la tercera casa lo sujetó por los brazos y le dio un beso muy bien plantado que lo dejó sin aliento y sin terminar de creerlo.

Se separaron de un solo movimiento y el de cabellos azules lo miró directamente con seriedad.

  • No pretendas jugar conmigo—le advirtió Saga.

Con eso se fue dejando a un rubio sin terminar de saber lo que sucedía.

 

**********

 

Que debo abrirme camino hacia la cima, para eso están las cortinas.

 

El caballero de Leo no estuvo seguro en que momento se le acomodaron las ideas de nuevo, pero finalmente logró moverse y cumplió con sus responsabilidades por el resto del día aunque parecía no estar del todo en el mismo lugar que los demás. Por otro lado eso ayudó a que el joven no se anduviera con juegos pues al volver a verse Saga fue directo y lo invitó a salir y aunque no se dieron avances en el sentido romántico si lo hicieron como dos personas que se estaban conociendo y que compartían parte de sus vidas por unos momentos al menos, no estaba nada mal.

Claro que nada de eso evitaba que el de la quinta casa se hiciera algunas preguntas, estaban saliendo y la pasaban bien juntos pero eso ¿significaría algo más? estaba plenamente consciente que no estaban en terrenos de ser algo formal, una pareja y eso, pero no estaba por demás pensarlo ¿verdad? Tal vez debían ser abiertos y hablar de ello, aunque eso generaba algunas otras cuestiones ¿Cómo hacerlo? ¿Sería adecuado? Sumido en esas ideas no iba a ser de ayuda una escena con la que se topó al ir a visitar a Saga a su templo.

Estaba en las escaleras cuando se dio cuenta que en la entrada de la tercera casa estaban dos personas, una era Saga de Géminis, como era natural, pero la otra lo hizo quedarse quieto por unos segundos antes de avanzar.

Se trataba de Shura de Capricornio.

El problema no era el guardián de la décima casa en si mismo sino la historia que lo unía al de Géminis. No era exactamente un secreto que ellos dos se habían hecho muy cercanos a su regreso como caballeros dorados y que pasaban mucho tiempo juntos, no eran pocos los que suponían que entre ellos dos había una camaradería y cercanía especial, después de todo eran de edades similares, pasaron por etapas similares en el Santuario y comprendían más lo que era la vida del otro.

  • ¿Será posible?—se preguntaba Aioria.

En muchos sentidos no se sentía capaz de competir con Shura y no era una cuestión de cosmos, solo que Shura era mucho más maduro y cercano al de Géminis, todo un caballero, el más leal y sabía actuar ante los demás en todo momento como un hombre sensato al enfrentar…

  • Nada—se dijo a si mismo el rubio apretando el puño—Saga y yo somos pareja.

Así que se dirigió hacia los dos de inmediato y sin apenas saludar estaba al lado del de cabellos azules para abrazarlo con posesividad, sonreírle y besarlo en la mejilla sin dirigir siquiera una mirada al de cabellos negros.

  • La pase muy bien anoche Saga, deberíamos salir de nuevo—le decía sonriendo—Ya sé ¿Por qué no vamos a ese restaurante que me llevaste el otro día? Recuerdas, donde nos reímos tanto por estar juntos.

  • Creo que me retiro—dijo con tacto el de Capricornio.

  • Shura—decía falsamente sorprendido el de Leo—No te había visto, perdona por no saludarte.

  • No importa Aioria, nos vemos después Saga.

  • Hasta luego Shura—decía el de Géminis.

  • Adiós—soltó el rubio.

Entonces se quedaron los dos juntos y a solas pero estaba en claro que el de la tercera casa deseaba algunas respuestas.

  • Muy bien ¿Qué fue eso Aioria?

  • ¿De qué hablas?

  • Lo sabes bien y no juegues a hacerte el inocente—le advirtió con sus profundos ojos verdes mirándolo.

  • ¿Por qué estabas hablando con Shura?

  • Porque es mi amigo ¿es todo lo que puedes decir a tu favor?

  • Es solo…

  • ¿Si?

Definitivamente la distancia en las edades se notaba en momentos como ese, cuando el de cabellos azules cruzaba sus brazos aguardando por una explicación y el rubio parecía no saber que decir. Pero también sabia el de la quinta casa que lo mejor era sincerarse cuando eso sucedía.

  • Saga, quiero una relación, no solo salidas, y yo…

  • ¿Puedes ayudarme?—lo interrumpió el de cabellos azules—Voy a poner cortinas en mi templo.

  • ¿Qué? ¿Cortinas?

Pero unos instantes más y estaba dentro de la tercera casa ayudando al de largos cabellos azules en su labor, no tardaron mucho, eran telas pesadas en tono borgoña, como si buscaran un aire de sobriedad en el lugar pero de todas maneras se notaba que no pertenecían ahí.

  • No pensaba que fueras de cortinas Saga.

  • Solo creo que debo darle un cambio a mi templo.

Mientras terminaban con la labor quedó de lado por completo la cuestión de unos momentos atrás, permitiéndose charlar de otras cosas, como su entrenamiento, su infancia, las batallas, el regreso a la vida, era bueno estar vivos. Cuando terminaron se quedaron mirando el resultado pero sentían lo mismo, se notaba por su mirada.

  • ¿Por qué a la gente le gustan estas cosas?—preguntó de manera abierta Aioria.

  • No lo sé—admitió Saga.

  • Parece un gasto inútil de dinero y esfuerzo.

  • No es para tanto Aioria, gracias a esto pasamos un rato juntos y pudimos hablar, no estuvo mal.

  • Es verdad—decía pensativo el rubio.

Pero así era la vida, se debe ver lo que nos da, aprender de ella aunque no parezca una lección.

  • Tal vez deba quitarlas—dijo Saga.

  • ¿Me hiciste ayudarte a ponerlas para quitarlas?—decía medio indignado el de la quinta casa.

  • Si me ayudas te invitaré a comer—respondió sonriendo el de cabellos azules.

Con eso el rubio sonrió y lo ayudó a quitar las famosas cortinas y se quedaron el resto de la tarde juntos, el de cabellos azules hizo la comida, era bastante hábil con la sartén, no estaba nada mal. Además gracias a eso pudieron charlar con sinceridad.

  • También deseo que tengamos una relación Aioria—dijo de pronto el de Géminis.

  • Saga…

No esperó y lo besó con suavidad, el rubio le correspondió, una excelente tarde, nada mal para no dejar siquiera las cortinas.

 

**********

 

Que no debo dormir solo, si tengo la posibilidad de dormir al lado de alguien.

 

Desde que hablaran después de lo de las cortinas, Aioria y Saga marchaban mucho mejor en una relación de pareja, se veían con frecuencia y entrenaban juntos, no era un secreto para los demás y nadie se mostraba en contra, las cosas marchaban bien. Tan bien que no fueron pocas las ocasiones en que se quedaron juntos a pasar la noche.

Justamente una de esas noches Aioria estaba apurado en su templo, todo debido a que su compañero de cabellos azules iba a ir a cenar con él. El de Géminis había tenido una misión programada desde cinco días antes, pero acordaron antes de su partida que el de mirada verde regresaría y cenarían juntos esa noche, simplemente. El de la tercera casa había prometido formalmente estar de vuelta y el de cabellos rubios se mostraba dispuesto a hacerle un buen recibimiento. Estaba en la cocina, no sería muy hábil pero con un recetario a la mano se sentía bastante seguro y no haría nada complicado.

Claro que el plan completo era una buena cena y muy buen sexo, eso no era tan complicado para los dos.

El joven de la quinta casa tuvo todo listo a tiempo, la mesa estaba lista, la cena estaba lista, él estaba listo, solo faltaba su llegada.

  • Saga—se decía a si mismo.

Pero conforme pasaba el tiempo y avanzaba la noche el joven de los cabellos rubios se iba sintiendo inquieto, Saga no llegaba, pasó de eso a la preocupación y después estaba molesto.

  • Me molesté en hacerle de cenar y ni siquiera aparece—se decía.

Ya estaba bastante enfadado y la comida se encontraba fría, no así el carácter del rubio pero de pronto escuchó pasos apresurados en su entrada y unos segundos después una imagen apareció ante él.

  • Lo lamento Aioria, lo siento de verdad.

Saga de Géminis había tenido que apurarse en su misión y más aún en su regreso, lo único que tenía en mente era que lo esperaban y la verdad era que no estaba seguro del humor con el que sería recibido, ese chico de Leo podía resultar un verdadero volcán en su temperamento. Cuando era en la cama no le incomodaba, por el contrario, pero fuera de ella definitivamente no era nada que quisiera enfrentar.

Al acercarse buscaba su rostro intentando adivinar el estado de ánimo de su rubio compañero pero no lo lograba, el joven permanecía estoico, así que solo le quedaba arriesgarse.

  • Algo surgió durante la misión Aioria, tuve que retrasar mi regreso pero apenas terminé vine de inmediato hacia aquí.

Hubo unos momentos de silencio más pero al final el de la quinta casa tan solo se acercó a él y lo estrechó entre sus brazos.

  • Que bueno que ya regresaste Saga—le dijo.

Así que las cosas estaban en calma entre los dos, se alegraban de verse y encontrarse juntos, aunque la cena ya no fuera su primera opción.

  • ¿Deseas cenar Saga?

  • La verdad es que solo deseo descansar Aioria.

  • Claro ¿te quedas esta noche?

  • Si.

No tardaron en irse a la habitación del de Leo, su dueño albergaba esperanzas de que pudieran terminar la noche mejor de lo que había empezado pero cuando entraron a la cama el de cabellos azules seguía hablando de su misión. No estaba mal y de verdad el rubio estaba interesado en escucharlo pero apenas estaban bajo las sábanas el de tercera casa buscó apoyarse contra él, dejando su cabeza sobre el abdomen del de cabellos cortos.

  • Yo también tuve unos días entretenidos Saga—decía acariciando ese largo y sedoso cabello azul.

Empezó a contarle lo que había hecho, no resultaba nada inusual pero igual se lo decía, quería que lo supiera pero el de Géminis estaba cansado y aunque escuchó la mayor parte con atención e interés, no tardó mucho en dormirse, su compañero lo sintió y tan solo le quedó suspirar. Aunque no cambió de posición, era agradable eso, pasar más tiempo juntos. Se dio cuenta que nunca antes había tenido una noche como esa y le gustaba, le gustaba mucho de hecho. Tan solo deseaba estar con su compañero, era muy agradable poder hacerlo, tener a alguien especial.

Veía dormir al de Géminis profundamente ¿Qué había entre ellos dos? Tal vez, en el futuro…lo pensaría después, por el momento le gustaba mucho tenerlo a su lado, no tardó en quedarse dormido también.

 

**********

 

Que es placentero asolearme, especialmente si puedo hacerlo sobre un fabuloso y tibio montón de ropa limpia.

 

Entre Aioria y Saga parecía que las cosas marchaban bien, es decir estaban en una relación pero era más del tipo casual que formal, los dos sabían bien que se gustaban y disfrutaban su tiempo juntos pero no había realmente un compromiso entre ellos. Eso no evitaba que siguieran viéndose, sin embargo tenían obligaciones y deberes y no todos relacionados con misiones del Santuario. A veces sus obligaciones eran mucho más sencillas y cotidianas, igualmente lo eran sus entretenimientos. De todas maneras buscaban sus momentos para compartir, aunque no siempre los pudieran encontrar o a veces no parecieran tan románticos.

Era una hermosa mañana soleada y Aioria tenía la idea de que salieran, incluso tenía el plan completo, irían a la playa, hacía tan buen clima que disfrutarían de los rayos del sol, asolearse sin preocupaciones de ninguna clase. Si, tan solo de pensarlo lo estaba disfrutando, sería un hermoso día.

Sin embargo, al llegar a Géminis se iba a encontrar con una escena muy diferente.

El de cabellos azules no estaba a la vista y por lo mismo el de Leo tuvo que buscarlo, no estaba en la parte delantera ni en la recámara, no se encontraba en la cocina o el baño.

  • ¿Dónde puede estar?—se preguntaba.

No creía que lo hubiera llamado el patriarca y no tenía misiones, pensando en eso llegó a la parte trasera del templo, uno de esos sitios que no se veían con frecuencia tratándose de caballeros dorados, aunque fuera igualmente usado y necesitado. Salió a la parte trasera del templo, donde lavaban la ropa. Justamente encontró al de cabellos azules a mitad de una labor especial, estaba tendiendo su ropa.

  • Saga—lo llamó el rubio acercándose.

  • Hola Aioria—dijo el otro sin dejar su labor.

  • Vine a verte para que hagamos algo juntos—decía sonriendo el de la quinta casa.

  • Lo siento, por ahora no puedo.

  • No es una misión Saga, solo que estemos los dos solos por unos momentos.

Diciéndole eso se acercaba de manera sugerente, invitante, coqueta, eran compañeros y disfrutaban de estar juntos pero en ese momento el de cabellos azules no estaba del mismo ánimo.

  • Quiero terminar con mi ropa Aioria—decía el de la tercera casa sin dejar su labor—He descuidado muchas cosas en mi templo y tengo que ponerme al día con eso también.

  • Pero Saga…

Sin embargo el de cabellos azules seguía con sus labores, era responsable en todo y aparentemente esa no iba a ser la excepción.

  • Te ayudo—dijo sin más remedio el rubio.

Así que en lugar de ir a la playa y asolearse se quedó asoleándose bajo los rayos del sol que le llegaban mientras lavaba la ropa, sacudía alfombras, limpiaba tapicería con un champú especial, al menos no le quedó tiempo libre para quejarse entre una labor y otra. Estuvieron tan ocupados que les cayó la tarde sin que lo notaran, solo porque el sol estaba empezando a descender supieron que habían pasado horas limpiando el tercer templo.

  • Finalmente—decía Aioria estirándose con libertad.

  • Solo falta recoger la ropa limpia—decía Saga.

  • ¿Crees que se haya secado?

  • Con este clima sin duda.

Salieron de nuevo pero ahora el de largos cabellos azules llevaba un cesto bastante amplio de mimbre, tenía el tamaño de un silloncito más o menos, el de la tercera casa estaba bien preparado cuando hacía labores domésticas, eso sin duda. La ropa estaba seca y lista, como era ropa de vestir y ropa de cama se trataba de bastantes prendas, sobre todo las sábanas ocupaban bastante espacio mientras terminaban de recogerlo todo.

  • Parece que sabes bastante de esto Saga.

  • De niño ayudaba con las labores Aioria, me gustaba de hecho, me sentía útil ayudando en todo lo que podía.

El cesto se iba llenando y fue el momento de preguntar para un medio asombrado rubio que veía prendas y más prendas llenar lo que le parecía un inmenso cesto.

  • ¿Hace cuanto que no lavabas Saga?

  • Tenía unas semanas, por eso quise aprovechar Aioria.

  • Recuerdo que de niño me encantaba la ropa limpia.

  • ¿Por qué?

  • Aioros lavaba y cuando la recogía se sentía tibia—decía sonriendo el de Leo—Recuerdo el olor a jabón y cuanto me gustaba envolverme en las prendas mientras estaban calientitas.

  • ¿De verdad?

  • De verdad.

Se miraron por unos instantes sin dejar de sonreírse, eran justamente esos pequeños detalles que compartían los que volvían más estrechas las cosas entre los dos, saber algo que nadie más sabía de sus vidas. Pero justo cuando el de la quinta casa creía que iban a volver al interior el de cabellos azules lo empujó y quedó sobre el cesto.

  • ¡Saga!

Pero el del tercer templo solo se rió y un instante después estaba a su lado, sin dejar de reírse y se llenaron del aroma del jabón en las sábanas. Se controlaron un poco y miraron el horizonte mientras caía el sol, se sentía tan bien estar juntos en ese momento.

  • Esto es agradable—dijo Saga.

  • Lo es.

No había más palabras pues no las necesitaban.

 

**********

 

Que es necesario dejar huella en el mundo, o por lo menos una rociadita en cada esquina.

 

Ya que los dos caballeros de Leo y Géminis se estaban llevando tan bien no era inusual verlos hacer algunas de sus actividades juntos, como lo de patrullar por las cercanías de sus templos. En eso habían logrado un acuerdo o más bien Aioria había propuesto un plan en el que primero daba su ronda por la tercera casa y después iban a la quinta, así aparte de cumplir con sus deberes pasaban tiempo juntos. Cuando llegaban a encontrarse con Death Mask el de Cáncer se burlaba sutilmente de que el de cabellos azules la hiciera de niñera pero los dos sabían que era broma.

Ese día mientras estaban por la casa de Géminis se la pasaron observando el paisaje, sinceramente no había mucho que hacer, es decir, no había peligros ni amenazas y no era que no lo agradecieran, pero podía resultar un poco monótono hacer ese tipo de cosas. Afortunadamente para ellos dos existía alguien a su lado para compartir esos momentos. Miraban a la distancia, casi se podía respirar la tranquilidad.

  • El Santuario parece el mismo lugar de siempre—dijo de pronto Aioria.

  • Es verdad—respondió Saga dejando que su mirada se perdiera a la distancia—Pero me gusta mucho a pesar de todo.

  • ¿Si?

  • Pienso que he pasado la mayor parte de mi vida en este sitio y no puedo sino sorprenderme de que a pesar de todo siempre me ha recibido con los brazos abiertos, aunque haya sido difícil a veces, pero se mantiene aquí y seguirá aquí cuando me vaya y será el hogar de alguien más.

  • Me he preguntado si será así, si siempre estaremos en este sitio—comento el de cabello rubio.

  • ¿Por qué no? No estaría mal para mí.

  • Tienes razón.

Caminaron un rato más dejándose llevar por la tranquilidad mientras charlaban un poco, no demasiado, era uno de esos momentos en que se disfruta de la compañía solamente, dejándose llevar por el aire del campo abierto, el aire libre que acaricia y los rayos del sol que nos dicen que estamos vivos y que es bueno estarlo, agradecer a la existencia que nos brinda un día a día sin más necesidad que observar un poco, permitirnos salir de nuestras preocupaciones para observar con otros ojos lo que nos rodea.

  • A veces me gustaría que fuera así siempre—comentaba el de Géminis—Esta calma y esta quietud.

  • ¿Siempre?

  • Solo a veces me gustaría, entiendo que a la larga este tipo de vida no es para todos, terminaría aburriéndonos.

  • Si, somos guerreros Saga, supongo que la quietud no es del todo lo que esperamos de la vida.

  • Pero no esta mal disfrutarla ¿No te parece?

  • Me siento bien en este momento.

Diciéndole eso el de Leo le tomó la mano al de la tercera casa, haciendo que sus dedos se entrelazaran, el de cabellos azules no lo miró pero el joven rubio lo vio sonreír, así que las cosas estaban bien entre los dos. Siguieron con su caminata que se había convertido en un paseo por ir juntos, la vida era buena en esos momentos.

Sin embargo en un punto del camino el de la tercera casa se detuvo y parecía que necesitaba de algo.

  • Necesitamos ir a mi templo—mencionó Saga.

  • ¿Por qué?—preguntaba el de Leo.

  • Necesito ir.

No parecía que fuera a dar más explicaciones pero el de la quinta casa lo miró de una manera que indicaba que deseaba una respuesta más completa.

  • Necesito ir al baño—reconoció el de cabello azul.

El guardián del quinto templo lo miró primero y después miró alrededor, para él era asunto resuelto.

  • Hay bastantes arbustos aquí Saga.

  • Yo no hago eso Aioria—se quejó el de Géminis.

  • ¿De verdad?

  • No lo hago, es como orinarse en una piscina.

  • No lo creo.

  • Solo vamos a regresar ¿De acuerdo?—decía el de la tercera casa.

  • Déjame ver si entiendo esto—continuaba el rubio—No lo haces al aire libre, digamos que estás en la ducha, te estás bañando y sientes ganas ¿tampoco lo haces?

  • ¿Qué? No—aseguraba Saga.

  • Eso es bastante extraño.

  • ¿Tú lo haces Aioria?

  • Pues si, digo, ya estoy en la ducha y hay agua ¿Por qué no?

  • Solo vamos a regresar—decía a manera de terminar con eso el guardián de Géminis.

Escuchó que el de la quinta casa se abría los pantalones y sin más demostraba su punto sobre la naturaleza y sus necesidades.

  • No es tan complicado Saga.

El de la tercera casa parecía pensarlo pero al final se dejó convencer, se limitó a seguir el ejemplo.

  • Somos dueños del territorio ahora—declaraba el rubio—Lo hemos marcado como nuestro.

El de cabellos azules tan solo se echó a reír.

Aunque al regresar a sus templos ninguno de los dos buscó tomar la mano de su compañero. No hasta que se lavaron las manos.

 

**********

 

Que si no se recibe suficiente atención, hay que arrojar contra el suelo unas cuantas lámparas antiguas y costosas.

 

En las relaciones llega a haber momentos en que se presenta un poco de distancia entre sus miembros, puede ser de manera física o de manera emocional, incluso de manera personal, aunque Aioria no sabía eso pero estaba por descubrirlo.

A resultas de estar con Saga el de Leo pasaba todo su tiempo posible al lado de Saga de Géminis, buscaba la forma de hacerlo de hecho, darse prisa con sus labores, que hicieran cosas juntos, que en las misiones los mandaran a los dos y cuando no se veían apenas tenía tiempo ya estaba al lado del de cabellos azules. Muchas veces el de la tercera casa llegaba a su templo y ya estaba el de Leo ahí, o cuando despertaba o cuando se iba a una misión o regresaba o se aparecía a media misión. No era que no le gustara y lo halagara pero llegado un momento para el de cabellos azules se estaba haciendo cansado todo eso.

Así que empezó a evadir al joven de cabellos rubios. No era muy notable al principio, excusas vagas fácilmente creíbles.

  • Tengo cosas que hacer y no podemos vernos…no recordaba que tenía que hacer esto…estoy ocupado esta noche…

Al principio el de Leo se lo tomaba con cierta ecuanimidad, eran caballeros y tenían deberes, eso lo comprendía pero la verdad era que sentía que algo más estaba sucediendo, algo que era mejor discutir. Se sumaba que cuando lograban estar juntos notaba claramente que el de cabellos azules no parecía estarlo escuchando siempre, más bien le daba la idea que se evadía al estar a su lado, como si fuera algo que tuviera que tolerar solamente.

Aioria de Leo era un excelente caballero dorado, un gran muchacho con valores firmes y bien establecidos, inteligente y simpático, un león dorado que nadie dejaba de notar, pero una verdad sobre él era que no se le podía ignorar. Para bien o para mal. Fue por eso que eligió el camino directo y más le valía a Saga tener una buena explicación sobre lo que estaba sucediendo entre los dos.

Estaban juntos una tarde en el templo de Géminis, siendo honestos Saga esperaba simplemente poder relajarse y descansar esa tarde, después de un día atendiendo sus asuntos y sus responsabilidades llegar a su templo debía ser el momento de relajarse pero no. Aioria estaba ahí esperándolo para que comieran juntos, el de cabellos azules tuvo que cocinar más pues solo tenía comida lista para él y el de Leo no era exactamente un pajarito para comer. Después fue querer relajarse un poco pero ya el del quinto templo había invadido su sofá y una película puesta en el DVD le indicaba que le tocaba ver una cinta que a él no le interesaba pues las películas de un agente secreto todopoderosos que se revelaba a su organización por cualquier estupidez y que después era cazado para ser eliminado pero era él quien los eliminaba a todos no le gustaban ni pizca.

Después de lo que parecieron tres horas interminables esperaba poder descansar pero en lugar de eso ya estaba Aioria bombardeándolo con historias y comentarios que no había pedido y no quería escuchar en ese instante. Eso incluía un viaje próximo.

  • Si logramos que Shion nos envíe a los dos juntos podemos pasar tiempo juntos Saga—decía el rubio—Serían como unas vacaciones adelantadas.

Pero el de cabellos azules estaba callado apretando los labios. Era tan buen momento como cualquier otro para hablar de lo que estaba sucediendo. Desafortunadamente Aioria no era el tipo de persona que se tomara las cosas con calma y su manea de obtener atención para discutir lo que pasaba fue hartarse y arrojar una de las lámparas de la estancia contra la pared, la pieza se hizo añicos ante lo mirada del de la tercera casa.

  • ¿Qué te ocurre Aioria?

  • ¿Qué te ocurre a ti Saga? Pareces aburrido de estar conmigo—decía indignado el de Leo—Parece que solo para discutir me haces caso.

En ese momento el de cabellos azules respiró con profundidad y lo miró con calma, no estaba disgustado pero sabía que no iba a ser agradable lo que venía.

  • Aioria, no es que no me agrade estar contigo, me gusta y mucho tenerte en mi vida—dijo con sinceridad el de cabellos azules—Pero pasamos todo el tiempo libre que tenemos juntos y a veces, solo a veces, quisiera un poco de tiempo para mi mismo. A solas.

  • ¿Qué?—preguntaba indignado el de la quinta casa.

  • Estoy todo el día atendiendo asuntos sobre el Santuario, la gente viene a mi por respuestas, me piden cosas todo el tiempo y tengo que tener soluciones—le explicaba el de Géminis—Tengo responsabilidades dentro del Santuario y fuera también, así que hay veces que solo deseo un poco de tranquilidad pero cuando menos veo ya estás a mi lado.

  • ¿Eso que tiene de malo?

  • De malo nada Aioria—declaraba el mayor con cierta ansiedad—Pero siempre estás a mi lado, te apareces en medio de mis labores, en mis misiones, ya estás aquí en mi templo—suspiró—Hoy solo quería comer algo rápido y descansar, no cocinar más y seguir escuchando problemas y ver una película terrible.

  • ¿Qué me estás diciendo en realidad?—más que preguntarle le exigía una respuesta.

  • Digo que te veo hasta en la sopa Aioria, me agradas y me gustas, pero eres un poco…

  • ¿Un poco qué?

  • Inoportuno.

  • ¿No querrás decir que te fastidio?

No había querido de esa manera pero la mirada de Saga indicaba que esa era la palabra que en verdad había querido utilizar. Eso y que se estaba diciendo algo con bastante claridad a si mismo.

  • Dime de una vez quien es el otro Saga.

  • No hay nadie más Aioria, solo quiero un poco de tiempo para mi mismo, eso es todo.

  • Si eso es lo que quieres…

No terminó la frase, se limitó a darse vuelta para marcharse ostentosamente molesto, no iba a quedarse a rogarle su atención.

 

**********

 

Que la curiosidad si mata, pero la satisfacción me resucita.

 

Después de la pelea un molesto y enfadado Aioria de Leo no había dejado de sentirse exactamente así, molesto y enfadado ¿De dónde sacaba Saga todas esas cosas? Pensaba que le gustaba estar con él y después le salía con todas esas cosas de necesitar su propio espacio, pero no le iba a estar rogando, a él nadie lo dejaba de esa manera. Mientras pensaba de esa forma no tenía problemas con seguir en sus planes pero cuando veía a Saga las cosas eran diferentes.

Mientras continuaba con el disgusto pero no perdía de vista sus obligaciones, el de Leo se daba tiempo aún para observar los movimientos de Saga, el de cabellos azules seguía siendo el mismo cumplidor caballero de siempre, no dejaba nada de lado pero no demostraba nada más fuera de su deber. Esperaba verlo decaído, preocupado, buscando su mirada pero el de la tercera casa no hacía ninguna de esas cosas, se limitaba a hacer la misma vida de siempre. Casi la misma pues si que notó lo cercano que se había vuelto a el caballero de la décima casa, Shura de Capricornio.

No fue que se lo propusiera pero tampoco pudo evitarlo, la cuestión fue que la mente del joven rubio se hizo ideas, sabía muy bien y no solo por los demás, sino por el propio Saga, que Shura y él se habían hecho muy amigos, amigos muy cercanos y que se llevaban muy bien, con esa complicidad y simpatía tan particular en las amistades masculinas. Sin embargo estaba también al tanto de las habladurías que habían vinculado a ambos hombres como algo más que amigos, mucho más, no fueron pocas las historias de que ellos dos fueron amantes. Era cierto sin embargo que eso solo fue una historia más de los caballeros del Santuario, a Saga se le había vinculado con varios otros nombres, por ejemplo con el de Aioros aunque el castaño siempre lo hubiera negado.

Pero en esos momentos para el joven de Leo el asunto tomaba otra dirección ¿y si en verdad existía algo entre ellos dos? La idea cobraba bastante fuerza al estar separados y más por los motivos del distanciamiento porque el rubio se decía que era por alguien más que el de cabellos azules se había alejado. Además que verlo tan tranquilo aparentemente no estaba ayudando, esperaba ver en él las señales de la desesperación y el de Géminis se dejaba ver tranquilo ante todos, como si nada hubiera pasado.

En medio de esos pensamientos el de la quinta casa se decidió: iba a averiguar si era a causa del de Capricornio que Saga se había alejado.

Una buena manera de obtener informes era justamente escuchar lo que los demás tenían que decir sobre ese asunto pero nadie parecía saber nada.

  • Parece que Saga y Shura se han hecho muy unidos—comentaba de manera bastante casual el de Leo.

  • En realidad siempre han sido amigos—le dijo Aioros—Es bueno contar con amistades en este sitio.

  • Supongo que si.

  • ¿Qué pasó entre Saga y tu?—quiso saber el de Sagitario.

  • Nada ¿Por qué lo preguntas?

  • Es que no se han visto por lo que sé ¿Todo está bien entre ustedes?

  • Estamos bien—y buscando salir de la situación pretendió ver la hora en un reloj en la pared—Debo atender algo en mi templo.

  • Nos vemos después entonces—decía el castaño de la novena casa.

  • Claro.

Con eso el del quinto templo se alejó, no parecía que nadie supiera más de lo que le había confirmado su hermano, tendría que saber las cosas de primera mano y para eso necesitaba ser más activo en sus pesquisas.

La solución le resultó muy sencilla y no se detuvo a pensarlo, de haberlo hecho tal vez las cosas hubieran sido diferentes. Un decidido Aioria de Leo se mantuvo atento a Saga y a Shura, eso incluyó seguirlos, espiarlos, observarlos cada momento que le era posible. La situación se acercaba a lo ridículo pero el de cabellos rubios no cejaba en su labor, iba a descubrir que había realmente entre esos dos. Que no obtuviera nada no lo desanimaba, tenía que haber una razón para que el de cabellos azules se hubiera alejado de su vida de la manera en que lo había hecho.

Justamente en uno de los días que los estaba siguiendo apenas si fue discreto en que le interesaba saber que se traían los otros dos, la reunión con Shion no le dio nada pero en cuanto salieron de los salones principales vio que los dos caballeros se alejaban para seguir charlando por su cuenta y no dudó en seguirlos a cierta distancia. Parecía que se dirigían a Capricornio pero no exactamente al décimo templo sino a los alrededores. El problema con eso era que el de cabellos rubios no podía ver ni escuchar bien, necesitaba enterarse de lo que estaban diciéndose.

Mirando alrededor la respuesta le resultó bastante obvia, ya que estaban a la sombra de los árboles si se subía a uno podría acercarse y escuchar con cierta libertad. Moviéndose entre las ramas alcanzó un excelente sitio para espiar, estaba prácticamente sobre los otros dos hombres que no parecían percatarse de la intensa mirada que no los perdía de vista ni un segundo y mejor aún, que escuchaba lo que discutían.

  • ¿No has hablado con Aioria entonces?—preguntaba el de Capricornio.

  • No, aún no—respondía el de Géminis.

Así que estaban hablando de él, lo más interesante era los términos en que lo hacían.

  • Por favor Saga, lo quieres, tienes que hablar con él.

  • Lo sé, pero es que peleamos y él se fue tan enfadado, no me animo a hablar aún Shura, no sé lo que sucederá si nos vemos de nuevo a solas.

  • Aioria es un muchacho bastante maduro para su edad, si hablan como lo que son, adultos, estoy seguro que se entenderán.

  • No creí que fuera a tomar las cosas como lo hizo, solo quiero un poco de espacio para mi mismo.

  • Eso está bien pero ¿Acaso no quieres a Aioria en tu vida?—preguntaba directamente el de cabellos negros.

  • Si—respondió sinceramente el de la tercera casa.

  • Entonces merece saberlo.

  • Tienes razón Shura, gracias por haberme escuchado todo este tiempo.

  • Para eso son los amigos, anda. Ve a Leo, estoy seguro que Aioria está tan ansioso como tú de hacer las paces.

  • Iré en este momento—decía sonriendo el de cabellos azules.

Desde su escondite el de Leo no podía sino sonreír, Saga lo quería en su vida, tan solo necesitaba de un poco de tiempo y deseaba solucionar las cosas entre los dos, Shura y él eran solamente amigos, todo iba a estar bien entre los dos si… en ese justo momento un sospechoso sonido se presentó, como si algo se quebrara y una pequeña desviación de ángulo le dijo al de la quinta casa lo que estaba sucediendo. La rama no era tan firme para aguantar su peso y antes de que pudiera reaccionar se rompió.

Saga y Shura no supieron que pensara cuando vieron caer una rama y al caballero de Leo ante ellos al mismo tiempo, de inmediato el joven rubio se puso de pie, se sacudió y ante la cara de sorpresa de los otros dos solo tuvo una respuesta.

  • Buen día—les dijo.

Un instante después se alejaba como si nada hacia su templo.

Al menos ya sabía lo que quería saber pero ¿a qué costo?

 

**********

 

Aprendí que estar sobre un pedestal es un derecho, no un privilegio.

 

Aioria de Leo alcanzó su templo sin inconvenientes pero más le valía prepararse para lo que iba a suceder pues sin duda alguna Saga de Géminis iba a querer saber que era lo que había sucedido unos momentos antes. Logró entrar y respirar con profundidad, necesitaba pensar en una buena historia para cuando el caballero del tercer templo llegara a su casa, necesitaba meditarlo, le diría…

  • Aioria de Leo.

No tuvo tiempo para nada de lo que necesitaba, ya estaba ahí el de cabellos azules y por su expresión definitivamente quería una explicación a todo ese embrollo. Era mejor hacerle frente a las cosas, era un hombre, un caballero, podía con eso, se haría responsable de sus actos.

  • Hola Saga ¿Cómo estás?—le preguntó con suma naturalidad.

  • ¿En serio? ¿Cómo estás? ¿Es todo lo que tienes que decir después de lo que acabo de ver?

  • Yo…Saga…yo…

Bueno, no era tan sencillo como lo había pensado, ni siquiera lograba encontrar las palabras para hablar.

  • ¿Desde cuándo me espías Aioria?

  • No lo hago Saga.

  • ¿No?

  • No, solo daba un paseo—intentaba explicarse el rubio.

  • ¿Paseas sobre los árboles?—preguntaba el otro menos amable a cada segundo.

  • Es…yo…

Pero la expresión del otro hombre le decía claramente que las excusas estaban de sobra y no le interesaban en lo absoluto al de Géminis.

  • Quiero la verdad Aioria, después de esa escenita creo que me la merezco.

  • Está bien—terminó aceptando el de Leo—Es solo…cuando peleamos y nos separamos me sentí muy mal sin ti Saga.

Esa parte parecía tener un efecto positivo pues el de cabellos azules se mostró menos adusto y más dispuesto a escuchar.

  • No quería perder lo que tenemos Saga, pero no sabía que pensar, tú no me decías nada.

  • Aioria…

  • Y te veía siempre con Shura.

  • ¿Y decidiste que espiarme era el mejor camino?—preguntaba el de la tercera casa volviendo a ponerse rígido.

  • Saga, yo…

  • Te comportas como un niño chiquito Aioria—le lanzó severo el de Géminis—No pienso soportar escenas semejantes de tu parte.

  • ¿Es cierto lo que le dijiste a Shura? ¿Qué me quieres en tu vida?

El de cabello azul se sintió desarmado ante eso y sabía que solo podía dar una respuesta a esa pregunta.

  • Sabes que si Aioria.

  • Saga—decía sonriente el de Leo.

  • Aunque no sé porqué.

  • ¿No?

  • Aioria, no es sencillo esto para mi, tengo muchas cosas en la cabeza y no puedo hacerlas a un lado tan fácilmente—le explicaba el de la tercera casa—Eres joven, fuerte, valiente, decidido, eres todo lo que un caballero debe ser, más uno dorado.

  • Saga…

  • Pero además eres un buen compañero y un gran amigo y eres honesto—continuaba el de Géminis—No me resultó sencillo aceptar que me gustabas, me parecías muy lejano, como en un pedestal y yo no era digno de tenerte.

Acercándose el de cabellos rubios lo tocó suavemente por el rostro.

  • Pero estoy aquí, a tu lado Saga.

  • Aioria.

Con eso pudieron acercarse para besarse suavemente, eran uno del otro pero era verdad que necesitaban su propio espacio para seguir adelante en una relación, comprenderse y respetarse tal y como eran, pero podrían con ello ya que se habían sincerado y actuaban con madurez para lograr un acuerdo.

  • ¿De verdad te parecía que estaba en un pedestal?—le preguntaba aún sonriendo el de Leo.

  • Si.

  • ¿Y ahora?

  • Aún lo estás…y te adoro por eso.

Siguieron besándose, definitivamente estaban en un nuevo punto de su relación y su vida, como caballeros y como hombres.

 

**********

 

A que solo se ama cuando no se esperan recompensas.

 

Después de la reconciliación y de la historia de la caída del árbol, fue de conocimiento general en el Santuario que la pareja de Saga de Géminis y Aioria de Leo estaba en plan formal. Habían aprendido a llevarse muy bien los dos y a respetarse como individuos, lo que les daba espacio y libertad para sentirse cómodos en su relación. Así que las cosas marchaban muy bien entre ambos y sin mayores inconvenientes de los que podría pasar cualquier otra pareja sin importar el lugar en el que se encontrara.

Siendo que estaban en ese terreno no resultaba inusual que se quedaran en el templo de alguno de los dos y ya sin tanta discreción, además les gustaba mostrarse ante los demás como compañeros sentimentales, cierto que no se habían aclarado mucho de sus sentimientos pero no estaba mal lo que tenían. Se habían dicho que se querían, eso si, pero el siguiente paso, hablar de amor, eso todavía se mantenía con reserva, tal vez solo necesitaban del momento apropiado para hablar de ello.

Para Aioria fue bastante sencillo darse cuenta de lo mucho que deseaba dar ese paso para consolidar su relación, no fue tan complicado debido a una serie de eventos que lo llevaron a considerar las cosas con serenidad.

Como ya estaban en una nueva etapa de su relación Aioria se mostraba mucho más sereno y no tan acaparador con respecto a su compañero, se sentía seguro de él, cómodo y en confianza, además que Saga se esforzaba para que ambos congeniaran, lo cual no era muy difícil. Sus planes eran usuales y nada estrafalarios pero para los dos resultaban especiales, incluso una cena sencilla en uno de sus templos. Como esa noche, Saga había aceptado cenar en el quinto templo y el de Leo se sentía contento con esa perspectiva. No sería nada espectacular, compró comida tradicional griega y cuando llegó su compañero lo recibió amablemente.

Charlaron un poco antes de sentarse a cenar y no les molestó hablar de su día, compartieron algunas cuestiones generales y al terminar entre los dos lavaron los platos. Después de eso se quedaron ante el televisor mirando una película de varios años atrás pero finalmente solo era para pasar el tiempo. Al final se fueron a la recámara para descansar. Se refrescaron un poco en el baño, se cambiaron de ropa por algo mucho más cómodo y se metieron bajo las sábanas. Un camino esperado hubiera sido el sexo pero no fue así, habían aprendido a disfrutar simplemente de estar juntos y aunque el sexo era bien recibido no era su prioridad.

  • Que descanses Aioria.

  • Hasta mañana Saga.

No pasó mucho para que el de Géminis se rindiera al sueño, estaba de por si un poco cansado y eso lo notó el rubio que le permitió relajarse y descansar sin más. Pero él no dormía.

Aioria se quedó mirando por un largo rato a su compañero mientras descansaba, lucía tan sereno al dormir, podía admirarlo bajo el velo de los sueños, contemplaba ese cabello sedoso y azul, los labios delgados que se relajaban, la manera en que su pecho subía y bajaba suavemente, la suave línea de la nariz y el afilado rostro, el fuerte cuerpo marcado por los músculos, esas manos que lo acariciaban con naturalidad. Todo ese hombre lo fascinaba, lo encantaba, lo enamoraba, lo…

Se quedó muy quieto ante esa idea, amaba a Saga de Géminis, casi se escapaba un gemido de sus labios al darse cuenta de ello.

  • Es perfecto—se dijo a si mismo.

Lo era, todo lo que estaba viviendo era perfecto, su mente se llenaba de pensamientos sobre el futuro, y sobre todo de cuanto deseaba tenerlo con él.

  • Tengo que decirle que lo amo—se decía el rubio.

No estaba seguro aún de cómo lo haría pero si que sería único, especial, memorable, cuando lo hiciera.

Por la mañana al despertar el de Leo no dijo nada sobre sus recientemente descubiertos sentimientos, pero se la pasó increíblemente bien por tenerlo a su lado durante esas horas, sobre todo cuando estaba tan cercana una separación.

  • Ya debo irme Aioria—decía el de Géminis—Necesito tener todo listo para partir a mi misión.

  • Todo va a estar bien, ya lo verás.

  • No me preocupo, Shura y Aioros van conmigo.

  • Si, lo sé.

Con eso bastó para que el de la tercera casa se retirara pero el de Leo ya estaba haciéndose planes. Estaba decidido a que le diría sus sentimientos al de los cabellos azules cuando regresara de la misión.

Sin embargo antes de partir Saga se tomó unos momentos para despedirse de su compañero, pasó justamente por la casa de Leo en compañía del de Sagitario y el de Capricornio, se despidió de ellos también el rubio pero ambos les dieron un poco de espacio a la pareja para que se dieran un breve adiós.

  • Tan solo será por unos días Aioria.

  • Lo sé Saga, te tendré una gran sorpresa cuando regreses.

De hecho ya tenía planes, todo sería muy romántico con cena y velas y flores y todo eso, vio a su compañero sonreírle y le dio un beso suave para marcharse.

  • Nos vemos Aioria.

  • Nos vemos.

Lo vio alejarse, estaba por alcanzar a sus compañeros cuando se sintió preso de un súbito impulso.

  • Saga—lo llamó.

El de cabellos azules volteó a verlo y de inmediato estaba el rubio ante él, antes de poder decirle nada lo escuchó.

  • Te amo Saga.

El de Géminis parecía sorprendido, como si lo hubieran tomado fuera de guardia, justo en ese momento sus compañeros lo llamaban y tan solo se alejó.

  • Debo irme Aioria.

El de Leo se quedó de pie sin estar seguro de lo que había sucedido ¿acaso fue muy aprisa decir algo así? Solo le quedaba confiar en que las cosas saldrían bien, Saga lo quería y lograría que lo amara.

Esa misma noche el de cabellos rubios se sentía inquieto, a pesar de todo intentaba dormir pero no encontraba descanso, su mente seguía dándole vueltas al asunto de Saga, necesitaba tranquilizarse. Justo en ese momento sintió una presencia en su templo y sin aguardar se incorporó para saber de quien se trataba.

  • ¿Quién anda ahí?—preguntó.

  • Soy yo.

  • Saga—dijo sorprendido.

Antes de que pudiera decir nada o preguntar cualquier cosa ya estaba el de cabellos azules ante él con demasiada seriedad.

  • No podía aguardar hasta mi regreso Aioria, volví para decirte que te amo.

El de Leo estaba sin palabras y no le hicieron falta, el de Géminis lo tomó por los brazos y lo besó con velocidad para darse vuelta y marcharse de inmediato. Así que tan solo había regresado por eso.

Aioria no podía sentirse más dichoso y al volver a su cama sonriendo se dio cuenta que no importaba el escenario sino el amor entre los dos.

 

**********

 

A enamorarme apasionadamente y a cantar a la luz de la luna sin reparo.

 

Aioria estaba feliz, muy feliz, amaba a Saga y Saga lo amaba, su vida juntos podía ser lo mejor de su existencia, así que no tardaron en decidirse a hacer de su destino un camino común. Cuando el de Géminis regresó de su misión de inmediato fue a la casa de Leo y sin más se besaron para volver a decirse cuanto se amaban. Desde ese instante todo fue hacia delante entre los dos, incluyendo los planes de hacer una especie de mudanza.

Cada uno tenía su templo por el cual velar pero eso no evitaba que les gustara la idea de pasar más tiempo juntos y por eso cada uno llevó cosas al templo del otro, así podrían quedarse más que solo unas horas juntos. Para celebrarlo cuando fue oficial iban a cenar juntos en la casa de Leo, ante lo cual el rubio se preparó con esmero. La cena estaba lista y se decidió por una ducha rápida y estaba de tan buen humor que no dudó en cantar bajo el agua tibia. Saga llegó en medio de eso, lo escuchó y solo sonrió aguardando a que saliera. Cuando finalmente lo hizo el otro joven tan solo sonrió.

  • ¿Cuánto llevas aquí Saga?

  • Un rato.

Se acercaron y se besaron.

  • Puedes dejar tus cosas aquí Saga, después las acomodas, tengo la cena lista.

  • ¿Cocinaste?—preguntaba un poco sorprendido.

  • Lo dices como si fuera imposible.

  • No, imposible no, pero…

  • Entiendo, no entremos en detalles, solo vamos a cenar.

El de Leo se vistió aprisa y ya estaba al lado de su compañero a la mesa donde la pasaron bien, la cena estaba de buen sabor, la charla fue animada pues ambos compartían su día, y al final se dirigieron a la recámara.

Aioria cerró la puerta de la habitación detrás de ellos y sus ojos de inmediato fueron hacia esa figura que ahora se encontraba a su lado, vio la maleta que llevaba, su nueva vida juntos daba inicio.

  • Me alegra que decidiéramos esto Saga, de verdad—decía sonriendo—Pon tus cosas donde quieras, desde ahora también es tu habitación.

  • Si, gracias.

Estando al lado del de Géminis Aioria sentía una gran cantidad de emociones pero la que siempre se imponía era el amor, acarició con su mano el antebrazo de su compañero.

  • Sé que podemos encontrar la manera de que esto funcione Saga, encontraremos siempre tiempo para el otro y aún dejaremos espacio para cada uno. Podemos ser caballeros sin permitir que eso se interponga entre los dos.

  • Solo tenemos que acostumbrarnos Aioria, y no sabes lo feliz que me haces.

  • Somos afortunados de tenernos entonces.

Sin más se buscaron con sus labios, podía ser suave y dulce, no necesitaba ser una hoguera, no aún. No hasta que pudieran dejar todo a un lado en un delicioso abandono por estar juntos, era grandioso estar los dos en el mismo lugar, saberse parte de algo en lo que eran los únicos seres que lo vivían. Saga sujetó por la mano al de Leo y lo llevó con suavidad hasta la cama, haciendo que se sentara y medio se acostara, sus labios casi se curvaban en una sonrisa, y empezó a desabotonar su camisa mientras se acomodaba entre las piernas del rubio.

  • ¿Te gusta algo de lo que ves?—le preguntaba el de cabellos azules.

  • Si—decía el otro intentando humedecer sus labios—Me gusta todo de ti Saga.

La camisa salió de un par de movimientos, el de Géminis se dejaba sentir a cada movimiento contra su joven compañero, casi bromeando por la manera en que lo acariciaba sobre su propia ropa. Después fueron los pantalones, los abría lentamente, mirando a ese joven que estaba dispuesto a todo. En cuanto al de la quinta casa parecía fascinado, su cuerpo se encendía, le gustaba mirarlo, le gustaba lo que le hacía sentir.

  • Estás seduciéndome Saga.

  • Si ¿algún problema con eso?—preguntaba mientras se quitaba los pantalones.

  • No—y no pudo decir otra cosa pues ya estaba excitado.

  • Bien—terminaba el de Géminis quitándose la ropa interior—Es momento de desenvolver mi regalo.

Con eso le quitó las zapatillas y las medias al rubio, después colocó una rodilla entre sus piernas sobre la cama y alcanzó los broches del pantalón para empezar a apartarlos. El de la quinta casa estaba tan excitado ya en ese punto que apenas si sintió la manera en que su ropa era descartada, tan solo lo supo porque sintió su erección frotarse contra ese fuerte muslo que tan solo lo excitó más. El de Géminis ya buscaba el lubricante en la mesita de noche, estaba listo. No tardó en volver a buscar esos labios ni en tomarlos para compartir caricias apasionadas que tanto disfrutaban los dos.

Las manos de Aioria no dejaban de sentir esa fuerte espalda, su necesidad parecía aumentar a cada latido, casi había soñado con ese hombre todas las noches, por tenerlo como en esos momentos, no solo entre sus brazos sino en su vida. Saga había bajado por ese cuello, besándolo con necesidad, incluso mordiéndolo suavemente, dejando una pequeña marca que sutilmente indicaba su propiedad. La nueva tarea del de la tercera casa fue llegar hasta los sensibles pezones, recorriendo uno con su lengua y el otro estimulándolo con su pulgar. El rubio respiraba de manera pesada sin dejar de disfrutar las atenciones de su amante, con una mano acarició ese cabello azul, sintiendo que tenía un sitio en el que siempre podría estar, al lado de Saga.

Ya el de Géminis trazaba el camino hacia el estómago del otro joven apoyándose en sus rodillas, respiraba agitado, como si no pudiera aguardar más llevó sus labios hasta el turgente sexo que se elevaba y lo envolvió en su boca, provocando que el otro gimiera y elevara sus caderas, permitiendo ambos que las sensaciones fluyeran libremente. Mientras el de Leo no dejaba de acariciar ese cabello azul y de elevar suavemente sus caderas para disfrutar de lo que compartían, Saga probaba con sus labios a su amante y una de sus manos acariciaba su pecho y jugueteaba con los pezones para brindarle mayores estímulos a su compañero. Aioria gemía mientras disfrutaba de esas atenciones, una manera de amarse que se expresaba físicamente, lo amaba y se le entregaba por completo.

El de la tercera casa podía sentir los inicios de la culminación en ese cuerpo, la manera en que su miembro se tensaba más y esas primeras gotas previas a su esencia, los testículos que acariciaba con la otra mano y estaban igualmente tensos, sin más que ya las piernas del rubio casi temblaban y sus manos lo sujetaban con cierta fuerza. Era increíble ese chico. El de Leo por su parte intentaba respirar con algo de normalidad, disfrutaba de verdad cuando su compañero lo estimulaba de esa manera, tanto que no tardó en dejarse llevar, su orgasmo resultó como un destello estupendo. Solo podía decir el nombre de su amante con fuerza, su compañero no dejó de tomar lo que le daba hasta que se tranquilizaron un poco.

Sin una sola palabra el de Géminis fue al lado del de Leo, logró que ambos quedaran recostados sobre la cama y sin más lo estrechó entre sus brazos,  logrando que el rubio apoyara la cabeza contra su hombro mientras acariciaba su brazo y dejaba que se relajara por completo de los breves estremecimientos que aún experimentaba su compañero.

  • Eres maravilloso gatito—le susurró al oído.

Así era, le decía gatito en la intimidad, algo solo de ellos dos pero que el de Leo en verdad disfrutaba, sentirse querido y protegido de manera especial, única. Por eso el de la quinta casa no dudó en acurrucarse contra ese fuerte cuerpo a su lado, se sentía tan bien estar entre los brazos de Saga. El amor era obvio entre los dos pero ese sentimiento de fuerza y seguridad le resultaban algo nuevo cada vez y le encantaba. El de cabellos azules solo acariciaba su cabello rubio con tranquilidad.

  • Te amo gatito—decía concentrado en el momento.

  • También te amo Saga—respondía con suavidad el otro joven.

En ese instante el de Leo besó el pecho del de Géminis, frotando después su mejilla.

  • Quiero pasar la noche mostrándote cuanto te amo Saga.

Para el de cabellos azules era suficiente charla, detuvo toda palabra besando a su compañero, lo estrechaba con intensidad hasta que el de la quinta casa se rindió por completo, no dejaba de besarlo mientras una de sus manos se deslizaba por ese lindo trasero acariciándolo de manera provocativa. El sorpresivo beso hizo que el cuerpo del de Leo se sintiera arder de nuevo, le encantaba que el de cabellos azules se hiciera cargo de esa manera, le gustaba saber cuanto le gustaba y por eso no dudaba en presionar su cuerpo contra el del otro hombre. No pasó mucho para que el de Géminis acariciara ese tierno miembro que volvía a elevarse y entre besos se dirigió a su compañero.

  • Sabes cuanto te deseo gatito, cuanto quiero hacerte el amor.

Mientras le hablaba se encargaba del tubo de lubricante y se lo aplicaba en sus dedos. Deslizó el dígito por la masculina entrada, empezando a frotarla y acariciarla con cuidado hasta que ese bello cuerpo se relajó y entonces pudo entrar con calma, traspasando el estrecho anillo que se abría lentamente. Parecía que podían comunicarse silenciosamente mientras se alistaban, tomándose su tiempo entre caricias y protestas de cariño. Aioria ya sabía que para Saga las palabras a veces no eran lo más importante, sino las acciones, como en ese momento, en que le decía que lo amaba con sus acciones.

Una vez que el de Leo estuvo preparado Saga no aguardó para hacer que quedara recostado sobre su espalda y se arrodilló entre sus piernas, las separó un poco más y estaba en posición para continuar, se aplicó bastante lubricante en su turgente sexo y miraba esos bellos ojos verdes que parecían sonreírle. Entonces colocó la corona en la estimulada entrada y gentilmente empezó a empujar. A pesar de que estaba adecuadamente preparado, el de la quinta casa no pudo evitar dar un leve jadeo al sentirse penetrado, pero no por eso no separó aún más sus muslos para aceptar más de ese miembro que se hundía en su intimidad. El corazón del de cabellos azules parecía derretirse, la visión de su gatito ante él lo desarmaba, presionaba más en su interior agradeciendo la extraña fortuna de poder estar a su lado.

La respiración de Aioria se hacía más pesada, eran largos y profundos suspiros mientras intentaba tener algo de calma, abierto y relajado solo pensaba en recibir a su amante, sentirse abierto y vulnerable ante otra persona, pero lo amaba completamente y quería compartirlo todo con él, sin esconderle nada. Mientras lo sentía entrar en él no dudó el rubio en frotar sus piernas contra esos muslos, manteniendo sus pies sobre la cama. Pronto, muy pronto, podría enredar sus piernas en esa cintura y se moverían al mismo ritmo en su amor. Ya su compañero estaba por completo en él, empezando a moverse en un firme ritmo. No pudo sino gemir, su cabeza hacia atrás contra la almohada y las piernas enredadas sobre esa cintura, entregándose a un abandono apasionado y sin temores.

Saga tan solo podía pensar en lo increíble que era ese chico, sus manos fueron a los hombros de su compañero como punto de balance  mientras lo besaba y lamía esos labios y ese rostro  y esa garganta y no dejaba de embestir una y otra vez. El rubio presionaba sus músculos alrededor de la firme erección de su amante y con eso todo pensamiento racional se fue a paseo. Aioria recorría con sus manos la espalda del de cabellos azules hasta que se quedó en su trasero, sentía que el final no estaba muy lejos, se acercaba, por eso empezó a mover sus caderas, lo hacía con fuerza, sin dejar de gemir ni de sentir las primeras señales del irresistible orgasmo.

Saga gemía contra el cuello del rubio, abruptamente sujetando al otro joven bajo su peso y su fuerza, con sus nervios excitados por la deliciosa entrega, no dejaba de llamarlo mientras su cuerpo parecía convulsionarse, su corazón se expandía lleno de un brillo espectacular gracias a esa extraña fuerza llamada amor, que era lo que sentía por su gatito con sinceridad. Aioria lo llamaba a su vez, escuchar a su amante lo hacía ir hasta los límites del éxtasis, estaba rodeado por esos fuertes y amorosos brazos al mismo tiempo que sus cuerpos conspiraban para el final de ambos, sabiendo con total seguridad que se amaban. Casi resultó demasiado el volver a alcanzar su clímax, afortunadamente tenían con quien compartirlo y resultó espléndido, dejándolos sin aliento mientras sus simientes abandonaban su cuerpo, quedándose exhaustos entre los brazos de su compañero. Sus cuerpos aún se estremecían unos momentos después, pero todo lo habían compartido y era hermoso así.

Besando repetidamente el rostro del rubio Saga logró moverse un poco y quedar a su lado, aunque sin dejar de abrazarlo estrechamente.

  • Te amo, te amo, te amo—no dejaba de repetirlo mientras intentaba respirar con normalidad.

El de Leo solo sonreía al escucharlo, más feliz que en ningún momento que recordara de su vida, estaba seguro del amor de su compañero por él.

  • Soy feliz Saga...tú me haces tan feliz…

El de cabellos azules lo abrazó nuevamente sin dejar de acariciarlo, consentirlo como el hermoso gatito de su vida que era.

  • Te amo gatito…--decía sonriendo.

Oh si, el amor era real.

 

**********

 

A ser libre para amar, pasear, conocer, dormir, sentir… en fin, lo que mi corazón me diga.

 

Los caballeros dorados estaban reunidos con Shion en la sala principal donde celebraban sus reuniones, nada fuera de lo común, lo cual era mejor que estar en estado de emergencia, así que tan solo aclarar algunos deberes y misiones no estaba nada mal. Una vez que eso se terminó no había motivos para quedarse, así que todos pudieron retirarse y seguir con sus actividades cotidianas. Algunos incluso tenían tiempo libre gracias a que se habían adelantado en sus labores, entre esos estaban justamente dos caballeros muy entusiasmados en sus planes para estar en pareja.

  • Podemos irnos este fin de semana—comentaba Saga—Solo serían un par de días pero creo que te gustaría ir a la playa.

  • También podemos ir a otro lugar—mencionaba el de la quinta casa—No siempre hay que ir a la playa.

  • Creía que te gustaba la playa Aioria.

  • Me gusta pero sé que tú prefieres la variedad, así que podemos ir a otro sitio.

  • ¿De verdad?

  • Claro, solo me gusta estar contigo, con eso me basta.

Los dos sonrieron mientras alcanzaban el quinto templo, no había mucho que hacer así que podían aprovechar para terminar con una de sus labores, una para ellos dos.

  • ¿Qué te parece Saga?

Los dos estaban de pie mirando la creación, no estaba mal, nada mal para haberla hecho con sus manos.

  • ¿Seguro que era lo que querías Aioria?

  • No se trataba de quererlo solamente, lo necesitábamos Saga.

Toda la cuestión era por un centro de entretenimiento, el de Leo había asegurado que necesitaban de uno en sus templos para que todo tuviera un mejor orden, así que compraron uno de esos de ármelo usted mismo y tenían el resultado ante sus ojos en ese momento. Le hicieron sitio contra uno de los muros, era de buen tamaño y todo tendría su lugar bien determinado.

  • Se ve bien—decía el de cabellos azules.

  • Se verá mejor cuando esté todo en su sitio—aseguraba el rubio.

Mientras terminaban de acomodarlo y cuidaban que los cables no se revolvieran ni enredaran seguían con sus planes para el fin de semana.

  • Supe de un nuevo centro en la ciudad—mencionaba el de Leo—Podríamos ir a conocerlo.

  • Estaría bien para unas horas—decía convencido el de Géminis.

  • Aunque eso lo podemos hacer mañana, hoy prefiero que nos quedemos en casa.

  • ¿Estás seguro?

  • Claro, veremos una película después de la cena, descansaríamos hasta mañana muy tarde en la cama, podríamos…

Y el de la tercera casa sonreía al escucharlo, con Aioria siempre había algo, planes y proyectos, no tenían que ser los más grandes para que fueran los más importantes, si algo nunca le sucedía con ese chico en su vida era aburrirse. Sabía bien que estaba lleno de proyectos y planes pero que el más importante en su vida era él, lo sabía porque el mismo guardián del quinto templo se lo había dicho, se lo hacía sentir, y hubiera seguido solo admirándolo en silencio viéndolo moverse por el lugar de no ser porque el de cabellos rubios lo miró a su vez guardando silencio.

  • ¿Pasa algo Saga?

  • Si.

  • ¿Qué es?

  • Que te amo demasiado—respondió con sinceridad.

  • ¿De verdad?—preguntaba con la mirada brillante.

  • Desde lo profundo de mi corazón.

Sin más ya estaban juntos y se besaron sin dejar de sentirse, esos momentos también eran buenos, en los que se encontraban juntos y sabían que su destino era el mismo.

Saga estaba seguro de  su amor y que con el joven Aioria a su lado toda su vida tenía sentido, sería muy dichoso si podía quedarse al lado de su gatito.

 

 

FIN

 

 

 

Notas finales:

*Lo escrito en cursivas es de un cartel que leí en una ocasión en una veterinaria, se llama Todo lo que aprendí de la vida lo aprendí de mi gato, no sé de quien es, pero aclaro que no es mío, solo lo utilicé para realizar este fic que la verdad me divirtió bastante hacer.

Cuiden a sus gatitos y a sus mascotas en general pues los animalitos nos aman sin condición alguna y podemos aprender mucho de ellos.

La próxima semana si nada sucede espero seguir con otra sugerencia, será algo de Aldebarán o de Camus, todavía lo pienso, por favor, a quienes me han hecho sugerencias y todavía no las subo, solo les pido paciencia pues solo subo un fic a la semana, así que les aseguro que no los he olvidado pero es cuestión de tiempo. Por su comprensión gracias.

Atte. Zion no Bara

 


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